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VULNERABILIDAD DE UNA ADOLESCENTE TRANS.

A propósito de un fallo.

Por Néstor E. Solari.

El presente comentario, refiere a una resolución dictada por el Juzgado de Competencia


Múltiple, de la ciudad de Bell Ville, provincia de Córdoba, a cargo del juez Eduardo Pedro Bruera.

La resolución judicial del 2 de abril de 2020, en el marco y contexto de una violencia


familiar, motivó la intervención judicial de la misma. Por ella, esencialmente, consiste en excluir
al progenitor que ejercía violencia psicológica contra su hija trans, de 17 años de edad.

Se origina la medida como consecuencia de que la adolescente denunciara al número


telefónico, que sus progenitores ejercían violencia psicológica y ambiental contra ella, porque
les provocaba rechazo que se autopercibiera como mujer.

Personal del Juzgado, que cumple funciones en su domicilio, se comunica con la


adolescente de manera telefónica, luego de recibir la denuncia a través de la Secretaría de Lucha
contra la Violencia a la Mujer y Trata de Personas.

La adolescente manifestó que tanto su familia como algunas personas que trabajan en
las instituciones locales no aceptan su identidad de género y la tratan como varón, aunque ella
se autopercibe mujer.

El fallo trae a colación la normativa aplicable al caso de autos: Ley 26.743 de identidad
de género; la ley 26.485, sobre Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollan sus relaciones interpersonales;
la ley 27.499, Ley Micaela de Capacitación obligatoria en Género para todas las personas que
integran los tres poderes del Estado, (adherida por la provincia de Córdoba mediante ley
10.628); ley de violencia familiar, 9283, de la Provincia de Córdoba; y la ley 26.061, de Protección
Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.

Todas estas leyes quedan comprendidas en la problemática del caso. Por ello,
consideramos que en esta cuestión se han “encontrado” distintas vulnerabilidades: niñez;
violencia familiar; la condición de mujer; y la violencia psicológica por identidad de género.
Como puede observarse, hay un conglomerado de vulnerabilidades en un mismo caso, lo que
resulta más importante todavía para su abordamiento, a la vez que significa destacar un mayor
compromiso en la asunción de las medidas.

En esta lógica, la resolución judicial hizo lugar a varias medidas, comprensivas de los
aspectos involucradas en la presenta causa.

1. Disponer que el violento –progenitor de la adolescente- viva fuera del hogar.

2. Ordenar la prohibición de acercamiento en una distancia de 100 metros y la


prohibición de comunicación con la víctima.

3. Fijar el plazo de 60 días para la duración de estas medidas, las cuales pueden
modificarse antes si cambia la situación familiar.
4. Indicar al progenitor violento que los maltratos y la humillación hacia su hija con
respecto a su identidad de género y a su salud mental, son tipos de violencia familiar y una forma
de discriminación que pueden causar daños muy graves a su integridad.

5. Recordar a las partes que tienen que hacer los tratamientos; sea empezar o
continuarlos cuando se levanten las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio.

6. Advertir a las personas que integran el juzgado de paz, la comisaría y el equipo técnico
municipal de la localidad, que el derecho de la víctima a recibir un trato digno no es una opción
que depende de la apreciación de cada persona, sino que es una obligación institucional; cuyo
incumplimiento puede acarrear la aplicación de sanciones legales. Por lo tanto, se sugiere la
capacitación de todo el personal de las instituciones, según lo establece la ley “Micaela”.

7. Pedir la lista de abogados de niñas, niños y adolescentes al Colegio de Abogados de


Bell Ville y hacérsela conocer a la adolescente, para que elija una persona que asume su
asistencia letrada.

Las medidas señaladas, reconocen una visión integral de la problemática abordada, y no


se reduce solamente a la medida de exclusión del violento del hogar familiar.

La suma de todas las vulnerabilidades que coinciden en el caso de autos, permite


destacar la importancia del presenta fallo, para el caso particular y como modelo de aplicación
ante situaciones similares.

Es pertinente destacar aquí, lo señalado en la Opinión Consultiva OC-24/17, del 24 de


noviembre de 2017, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en cuanto señala que la
discriminación que sufren las personas LGBTI resulta también altamente lesiva del derecho a la
integridad psíquica de estas personas, en razón de las particularidades de la discriminación por
la orientación sexual, que en buen número de casos se le revela a una persona en la etapa
evolutiva difícil como es la pubertad, cuando ya ésta ha internalizado los desvalores prejuiciosos
incluso dentro del núcleo familiar1. Esto no se produce en otras formas de discriminación, para
las cuales la persona conoce el motivo discriminante desde su infancia y es apoyada por su
núcleo familiar con el que incluso lo comparte. La contradicción valorativa en que se sumerge el
adolescente es particularmente lesiva de su integridad psíquica en el momento de evolución de
su personalidad que hace a su identidad y proyecto de vida, lo que en ocasiones determina no
sólo conductas autolesivas sino incluso es causa de suicidios adolescentes2.

La misma Opinión Consultiva OC-24/17, indica que en lo que respecta a la expresión


género, este Tribunal ha señalado que es posible que una persona resulte discriminada con
motivo de la percepción que otras tengan acerca de su relación con un grupo o sector social,
independientemente de que ello corresponda con la realidad o la auto-identificación de la
víctima3. La discriminación por percepción tiene el efecto o propósito de impedir o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y libertades fundamentales de la

1
Cfr. Naciones Unidas, Informe de la Oficina de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos. Discriminación y violencia contra las personas por motivos de orientación sexual e
identidad de género, 4 de mayo de 2015.
2
Conf. Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Violencia contra Personas Lesbianas, Gay,
Bisexuales, Trans e Intersex en América, 12 de noviembre de 2015.
3
Caso Perozo y otros vs. Venezuela, 28 de enero de 2009.
persona objeto de dicha discriminación, independientemente de si dicha persona se auto-
identifica o no con una determinada categoría. Al igual que otras formas de discriminación, la
persona es reducida a la única característica que se le imputa, sin que importen otras
condiciones personales. En discriminar con base en la identidad de género, se entiende no
únicamente con respecto a la identidad real o autopercibida, también se debe entender en
relación a la identidad percibida de forma externa, independientemente que esa percepción
corresponda a la realidad o no. En ese sentido, se debe entender que toda expresión de género
constituye una categoría protegida por la Convención Americana en su artículo 1.1

Aquí tiene importancia el “empalme” con la ley Micaela, porque una de las
problemáticas sociales en esta materia consiste en la valoración social –familiar, social, laboral,
institucional-, que es donde, precisamente, la adolescente resulta afectada.

Por ello, la capacitación establecida por la ley Micaela, como eje fundamental, es
especialmente pertinente en la resolución judicial que estamos analizando, porque –además del
grupo familiar en la que ella estaba inmersa- son las instituciones las que deben,
prioritariamente, capacitarse para abordar esta temática.

De ahí que señalábamos la importancia del fallo, porque en muchos otros casos, se
hubiere limitado a hacer lugar a la exclusión del hogar al agresor, sin abordar la profundidad de
la problemática en cuestión.

Finalmente, debemos destacar que la resolución judicial hace aplicación de la figura del
abogado del niño, consagrada en la CDN, la ley 26.061 y en la ley provincial de Córdoba.

El juez, siguiendo los lineamientos del art. 27 de la ley 26.061, ordena la designación de
abogados del niño para dicha adolescente. Cabe resaltar que la misma es ordenada de oficio, lo
que merece ser destacada, porque la figura de abogado del niño debe ser garantizado por todos
los operadores jurídicos del sistema.

Pensemos que todas estas vulnerabilidades que padece la adolescente no pueden ser
desconocidas ni ignoradas para garantizar, mínimamente, la defensa en juicio y el debido
proceso, lo que significa tener una defensa técnica.

Otro dato interesante, consiste en que el inicio de esta cuestión ha sido por un llamado
telefónico de la víctima, lo que nos permite reflexionar acerca de la importancia de la
información a todo niño, niña y adolescente de saber que puede contar con una defensa técnica,
para asesorarse y ejercer debidamente sus derechos vulnerados, y que en innumerables
situaciones ignora, por no tener dicho asesoramiento.

En definitiva, entiendo que, acertadamente, el juzgador se ha colocado en una posición


poco frecuente en una resolución judicial, dado que no se limitó a ordenar la medida de violencia
familiar, como cualquier otro precedente, sino que con las medidas judiciales ordenadas efectuó
una mirada integral de las problemáticas en la que se encuentra inmersa la adolescente de
referencia.

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