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ADAPTACIÓN: DESPUÉS DE MUERTO TODO MUNDO ES BUENO.

Resumen: Juancito es un hombre de pueblo sin dinero que quiere casarse con su novia,
Segismunda, pero por mujeriego y pobre, su suegra no lo deja desposar a su hija, por lo tanto,
Juancito idea algo para poder lograrlo.

Personajes:
Juancito Vecina 1 R. íntima
Andrés Vecina 2 Amiga
Pedro/compadre Vecina 3 Enterrador
Segismunda Margarita 2
Margarita José María
Chismosa 1 Bóxer
Chismosa 2 Hermana

Primera escena: está Margarita discutiendo con Segismunda en las afueras de su casa
Margarita: —¡Ya te dije que no te vas a casá con ese hombre!
Segismunda: —¡¿Por qué no?! ¡si yo lo amo!
Margarita: —¡Porque le debe a to mundo! No tiene onde caese muerto y ¿crees que va
a tener algo pa viví contigo?
Segismunda: —¡Podemos vivir del amor!
Margarita: —Ay, sí. Tanto amor tiene que le alcanza pa darle a todas en el pueblo.
Segismunda: —¡Ay, ya! Voy a buscarlo porque hoy mijmo me caso con él.
Margarita: —¡Pa onde va usté, chiquilla del carrizo! Vamo pa dentro y callaíta.
Sale jalando a Segismunda por el pelo. Entra Juancito.
Andrés: —¡Juancito!, vea, ¿compa, usted no ha visto a Juancito?
Compadre: —Nombre, yo lo vi fue tempranito. Pasó acá a pedirme un machete que
necesitaba pa trabajá, pero ya depué de eso, no lo he visto mire.
Compadre: —¿Ya lo buscó por la porqueriza? Yo creo que es allá de dónde saca la leña
pa cocinar. Si no, se perdió Juancito.
Andrés: —¡Juanciiiito!, ¿aonde tará mi compadre Juan? ¡Juan-ci-too!
Juancito: —No me encontró ya pue.
Andrés: —Pero, ¿y qué andai haciendo?
Juancito: —Po, trabajando y ya.
Andrés: —¿Pero a esta hora? Ya el sol bajó hace rato, ya ejora de poné la sopa a
calentá.
Juancito: —Es que ya torció la puerca el rabo…
Andrés: —Vea, ¿a usted que le pasa?
Juancito: —Es que me quiero casá con Segismunda, pero ya sé que la vieja Margarita
no nos va a dejá tranquilo. Si acaso cuando pague to lo que debo, y vea que
ni el machete es mío.
Andrés: —Ajó, vea, si yo lo puedo ayudá con eso.
Juancito: —¿En serio compadre?
Andrés: —Pero primero me tiene que pagá la camisa que le empresté pal baile de
Dorindo, sino ni cuente conmigo pa eso.
Juancito: —André, si tú me ayuda con eso, ¡hasta a mi hermana te regalo!
Andrés: —¿Cuál? La que está así…
Juancito: —¡Esa mijma!
Andrés: —¿Y el machete ajeno lo va a dejá ahí?
Juan se regresa a coger el machete y salen juntos de escena
Margarita está sentada en una mecedora frente a la casa expurgando arroz.

Chismosa 1: —¡Ayyyyy! Margarita, que milagro verte.


Margarita: —¡Muchacha! Si supieras los dolores de cabeza que me tiene esta pelá. Que
dizque se quiere casar ahora. ¡Mira tú eso! ¡Y con quién quiere casarse esa
mujer!
Chismosa 2: —¿Con Juancito?
Margarita: —¡Ahhh, pueeeee! ¿Con quien má?
Chismosa 1: —Ay, Margarita. ¡Si de él te venimos a contar!
Margarita: —No me digas nada de ese hombre, que no quiero verlo ni en fotos.
Chismosa 2: —Pobrecito, tampoco es para que seas así.
Chismosa 3: —Y menos ahora, con lo que pasó…
Margarita: ¿Qué pas…?

Interrumpen las vecinas de Margarita:


Vecina 1: —¡Bueeeenassssss!
Chismosa 3: —Ya vienen estas pa acá.
Vecina 2: —Margarita, ya te vinieron estas a enredar con su lengua ¿vedá?
Margarita: —¡Vecina! ¿Cómo anda? ¿Qué las trae acá?
Vecina 1: —Es que tábamos allá y vimos a estas aquí, y salimo corriendo antes que
te pegaran alguna mentira.
Chismosa 3: —Les encanta venir a amargarle la vida a una.
Vecina 2: —¡Vea usté! Si son ustedes las que le quieren lavar la cabeza a Margarita
con cosas mala del pobre de Juancito.
Chismosa 1: —¿Nosotras? ¡Si ya to mundo sabe que ese hombre lo que tiene de pobre
lo tiene de perro!
Vecina 3: —¡Joooo! Les encanta hablar mal de la gente. Juancito no es así.
Margarita: —¿Y tú vas a defendelo? Como si yo no supiera ya como ejese hombre
Chismosa 2: —¡Ay, comadre! Si supiera que es que ella también está enamorá de
Juancito.
Vecina 3: —¡Respétame, vieja chismosa!
Sacan la chacalita que llevan por dentro y empiezan a discutir. Las otras intentan
agarrarlas para que no se peleen hasta que margarita interrumpe.

Margarita: —¡Ay, ya! Parecen gatas en celo. Mujer, dime rápido lo que me venías a
decir.
Entra la bruja Josefina gritando
Josefina: —¡Aguas que me quemo!
Margarita: —¡¿Qué te pasó?!
Josefina: —Ay mujer. Las estrellas me lo andaban diciendo. Y hoy la borra del café
salió negrísima. Ay, Margarita. Yo sabía que eso iba a pasar, pero no te lo
quería decir, porque yo sé que tú quieres mucho a ese hombre.
—¡Juancito estiró la pata!
La vecina enamorada y la chismosa enamorada se ponen a llorar tristes y se arrodillan.
Margarita: —¡Ay papa Dios! ¡Perdóname por hablá tan mal de ese muchacho! Tan
buena gente que era…

Las lloronas dejan de llorar y la miran confundida por unos segundos y vuelven a llorar
mirando al suelo.

Chismosa 1: —Ve a decile a tu hija. Ya no demoran en traer el cuerpo…

Margarita entra por la puerta a la casa y al cuarto de Segismunda. Se le acerca y le dice


al oído la noticia. Segismunda se cae de espaldas y comienza a llorar.

Margarita: —Ve a ponerte bonita. Ahorita van a traer a Juancito.


Las chismosas se acomodan de rodillas, igual que las vecinas. Entra el cuerpo de
Juancito. Andrés, el compadre y el enterrador lo dejan en el suelo suavemente. Se quitan
los sombreros. Se persignan. Y el enterrador le habla a Andrés.

Enterrador: —Compa, yo sé que esto es muy triste pa ustedes, pero me tienen que pagá
la traía del muerto pa acá. No entiendo por qué le dicían Juancito. Mira el
tamaño de ese hombre. Pesao como él solo.
Andrés: —Chuzo, compa. Yo ando limpio. Si el muerto me pidió prestao y ahora
ya no tengo ná encima.
El enterrador se rasca la cabeza.
Enterrador: —Bueno, se lo peddono, pero me debe un favor.
Se estrechan las manos y se arrodillan a un costado de Juancito.
Sale Segismunda llorando, acompañada de Margarita.
Entra la amiga de Juancito y se tropieza.

Amiga: —¡Chuzo! ¡casi me mato yo también!


Se agacha y comienza a llorar abruptamente por Juancito.
Segismunda: —¿Y eta quién es?
Amiga: —Yo soy la amiga más especial de Juancito.
Segismunda: —Yo soy su mujer. Yo soy la que debe andar aquí.

Segismunda le quita la mano y le da un beso en la frente a Juancito.


Segismunda y la amiga comienzan a discurtir para ver quién era más importante para el
muerto.

Margarita: —¡Shhhh! Que ya llegó la santera pa santiguá el cuerpo

Entra la santera encorvada y todos guardan silencio.


Segismunda y la amiga se quitan del cuerpo.

Curandera: —¿Qué sucede?


Todos: —¡No despierta!
Curandera: —¡Ahhh! Siento malas energías por aquí. Se huele en el aire.

Le hace una cruz al cadáver. Saca hojas y se las pone a oler al muerto para que despierte.
Se las tira a alguien encima y esa persona se desmaya.

Todos: —¿Qué estará haciendo?


Da vueltas alrededor del cuerpo con el incienso encendido y recita:
Curandera: —¡Que se despierten! ¡Que se despierten los que se han dormido para
siempre! ¡Que regresen a la vida! ¡Que los espíritus que los atrapan los
dejen libres! AYAYAYAYAYAYAYYYYYYYY

Agarra las hojas y vuelve a pasárselas al muerto.


Curandera: —¡Que te sanen las aguas de las quebradas! ¡que te refresquen la vida las
hojas de mamón! ¡Cúrate y que la luz de la luna y del sol te libren de esas
sombras! Blblblblb. ¡Que te levanten, te digo, el trinar de los ruiseñores que
viven en los palos!
Enterrador: —Creo que ya están llegando los invitados.

Todos pasan donde Margarita y Segismunda. Le dan el pésame y se forman en fila.

Margarita: —Vayan a despedise de Juancito.


Pedro: —Toavía me acuerdo que usté me debe mi caballo compadre, y aunque
tenía los dientes que se le caían, y las costillas marcadas, ese caballo era
mío. Pero no importa, yo se lo perdono.
Margarita 2: —Ese día nos fuimo a dormir con el estómago pegao al espinazo. Esa
gallina que le presté y que nunca me pagó, nos hubiese serví opa comer a
mí y a mi marido. Pero no importa, quédesela, yo se la perdono.
R. íntima: —Ya yo sé que usté no me lo va a pagá porque no ta aquí ya, pero nunca
me devolvió la prenda que le empresté pa que su mujer la usara. Una así,
como esta vea…, pero no importa, yo se la perdono.
José María: —¡Joo! Y ese día que la carne taba dura, y yo que ni podía masticá bien, y
aun así, le di mi chapa, y nunca me la devolvió. Pero no importa, yo se lo
perdono.
Bóxer: —Taban wequiao, no le voy a pegá mentira, pero yo sabía que le iban a
serví pa ir al baile. Ese era el calzoncillo más buenecito de mi marido. Pero
no importa, yo se lo perdono.
Antonio: —¡Hip! Ajó, me mueven el suelo oiga… Ay, compadre Juan, todavía
recuerdo vívidamente nuestras salidas juntos. Cuando partíamos siguiendo
los primeros rayos del crepúsculo y regresábamos a rastras de nuestra fe
cuando nos alcanzaba el amanecer, tendidos en las banquetas donde los
ruiseñores recordaban a nuestras voces. No olvidaré ese brillo cupular que
le llegó a su Iris cuando le presté lo que le hacía falta para la pacha, y ahora
no me va a poder devolver la plata. Pero no importa, yo se la perdono.

Sale la hermana de Segismunda, que estaba dormida, y ve el cuerpo en la sala.

Hermana: —¿A quién andan llorando?


Segismunda: —… a Juancito…
Hermana: —¿A mi Juancito?

Todos se sorprenden y miran a la hermana de Segismunda.


Juan deja caer la pierna y todos se apartan de él asustados.

Enterrador: ¡Ave María Purísima! ¡se movió el muerto!


Juancito se levanta le dice a Margarita:
Juancito: —Vieja Margarita: ¿se acuerda que me dijo que me podía casá con
Segismunda si pagaba lo que debía o si to mundo me perdonaba? ¡Ya me
perdonaron, así que hoy me caso con Segismunda!

Juancito carga a Segismunda y salen juntos de escena. La gente se arma de machetes y


trinches y salen tras de Juancito.
Margarita: —¡Chiquillo del diablo! ¡vas a ve cuando te agarre!

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