UNIVERSIDAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES Y SOCIALES

CARRERA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

CATEDRA DE FUNDAMENTOS DE PSICOLOGÍA

DOCUMENTO DE CÁTEDRA

CARACTERIZACIÓN DE LOS CONCEPTOS EN PSICOLOGÍA

SEDE RESISTENCIA

Prof. Titular: Lic. Alejandro R. O. López

2016

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CARACTERIZACIÓN DE LOS CONCEPTOS EN PSICOLOGÍA
La Psicología no es un campo unificado. Presenta regiones, y dentro
de ellas, provincias, y dentro de esas provincias, parcelas aún más pequeñas.
Su división se debe a la coexistencia de variados Modelos Conceptuales
Psicológicos (Marino, 2007). Desde cierta perspectiva esa situación parecería
representar una desventaja en comparación con otros campos disciplinares
si la pensamos en los términos de lo que significa un Paradigma, concepto
acuñado por Thomas Kuhn (1995) a principios de los años 60’ del siglo pasado.
Recordemos, Kuhn nos dice que un Paradigma es una realización científica
que durante un cierto tiempo provee de modelos de problemas y soluciones
a una comunidad científica, y sobre todo, logra unificar el campo luego de
convencer de sus ventajas a todos los miembros de esa comunidad. La
Psicología por tanto se encuentra en posición pre-paradigmática, condición
previa de todo campo disciplinar anterior a la constitución de un Paradigma.
Esa condición se caracteriza principalmente por la proliferación de teorías que
rivalizan y compiten entre sí, sin que ninguna de ellas logre captar el interés
de todos los integrantes de una comunidad dada y conduzca a la unificación
del campo.
Cuando surge un Paradigma, no sólo resuelve algunos problemas que
no fueron zanjados hasta ese momento, se ofrece prometedor para remediar
nuevos problemas. En sentido estricto un Paradigma unifica el campo
disciplinar y constituye una promesa. Sin embargo, es necesario señalar que
Kuhn sugiere este término para pensar el desarrollo de las ciencias duras, la
física, la química, la astronomía. Al considerar su utilidad como herramienta
conceptual, muchos científicos, epistemólogos y pensadores, han intentado
llevarlo al campo de las ciencias humanas y sociales. Pero advierten que su
empleo pone de manifiesto una situación similar a lo que ocurre en
Psicología: posición pre-paradigmática, proliferación de teorías, rivalidades,
competencia y falta de un campo unificado.
Poseer un Paradigma es signo de madurez; no poseerlo y mantenerse
en posición pre-paradigmática, es signo de inmadurez. Quienes sostienen
este principio parten de un supuesto erróneo, el de conjeturar que todas las
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ciencias son iguales y por lo tanto deben pasar por los mismos procesos de
desarrollo: desde una posición pre-paradigmática, arribar a la constitución de
un Paradigma que, frente a una serie de anomalías generadas por la propia
investigación, se mostrará inconsistente y será reemplazado por otro. Este
supuesto desconoce que hay diferencias entre las ciencias, que sus objetos
de estudio tienen naturalezas distintas, que sus métodos también difieren y
que las inferencias con las que trabajan y obtienen conocimientos, son
disímiles.
Disipar estas cuestiones ha llevado a los científicos a ensayar diversas
propuestas. Válidas y sugerentes han sido debatidas en múltiples círculos
académicos; sin embargo, no se puede afirmar una conclusión definitiva al
respecto: la cuestión sigue abierta a la discusión. Por un lado, hay quienes
sostienen que el término Paradigma, así construido, es útil sólo en el terreno
para el cual fue pensado. Para las ciencias humanas y sociales –aducen- sería
necesario otro concepto que describa y explique cómo se desarrollan
históricamente y producen conocimientos. La noción de Paradigma es
insuficiente, es inadecuada y se requiere de otros modelos. Otros, en cambio,
mantienen su confianza en el término Paradigma y defienden su utilidad para
pensar el campo de las ciencias humanas y sociales. Sustentan su opinión en
el hecho de que el término –reconocido incluso por el mismo Kuhn- admite
diversos sentidos. Margaret Masterman le ha señalado a Kuhn,
oportunamente, el uso de la palabra en al menos veintidós modos diferentes.
Buscando despejar esta dificultad el autor de “La estructura de las
revoluciones científicas”, en una Posdata de 1969, siete años después de la
primera publicación de su obra, aclara que hay dos sentido que se destacan.
Por un lado, el Paradigma como “constelación de creencias, valores, técnicas,
etc. que comparten los miembros de una comunidad dada”. Por otro, el
Paradigma denotando “una especie de elemento de esa constelación, las
concretas soluciones de problemas que, empleadas como modelos o ejemplos,
pueden reemplazar reglas explicitas como base de la solución de los restantes
problemas de la ciencia normal”. En este segundo sentido se advierte la
utilidad del término en ciencias humanas y sociales.
 Ahora bien ¿cómo podemos reconocer, identificar, calificar, en
Psicología, esos modelos o ejemplares que, al modo de Paradigmas, son la
base para la solución de otros problemas? Es aquí donde entran en juego los
“Conceptos”. Un ejemplar, un caso paradigmático cumple su función como
modelo en la medida en que está ligado a un concepto. El caso “Dora” en
Psicoanálisis, por ejemplo, constituye un caso paradigmático en tanto se
sostiene por su vinculación con el concepto de “Histeria”. En este sentido
seguimos las sugestivas consideraciones de Julián Marino (2007) quien
sostiene que un caso es una secreción empírica de un concepto. Los
Conceptos, que habitan los sistemas teóricos, permiten la captación
fenomenológica, dado que su naturaleza es la objetivación, y de esa manera
contribuyen al Modelo Conceptual al que pertenecen.
Tratemos ahora de precisar aún más la noción de “Concepto”. En
Psicología son Conceptos: “Conducta”. “Percepción”, “Atención”, “Memoria”,
“Consciencia”, “Inconsciente”, “Pensamiento”, “Aprendizaje”, “Afectividad”,
“Personalidad”, “Inteligencia”, “Cognición”. Han sido construidos por los
diversos Marcos Conceptuales Psicológicos, conocidos también bajo el
nombre de Escuelas Psicológicas, y una vez construidos habitan allí. Pero no
se alojan de un modo pasivo, son permanentemente activados por los
agentes del Marco Conceptual, según el curso de las investigaciones que se
emprenden. Una vez activados –afirma Marino- “los Conceptos en Psicología
quedan así situados en el encuentro entre la exigencia de conocimiento, la
herencia de la mentalización y la mundanidad del mundo como proceso
social”. La fabricación de Conceptos y su activación depende del devenir de
los Marcos Conceptuales. Se podría afirmar –teniendo en cuenta, por
ejemplo, los programas de investigación científica que propone Imre Lakatos-
que en una etapa progresiva y de desarrollo un Marco Conceptual le
imprimirá a la construcción de Conceptos una dinámica vertiginosa, pues
requiere fortalecer su núcleo central y asegurar su cinturón protector
otorgándole consistencia. Ese ritmo caerá si el Marco Conceptual se sumerge
en una etapa degenerativa.
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Los Marcos Conceptuales recurren a la creación de Conceptos porque
advierten su potencial científico. Los Conceptos se caracterizan por:
1. Ser un pivote del pensamiento: constituyen puntos de apoyo.
2. Su estabilidad temporal: permanecen en el tiempo, alojados en el
interior de los Marcos Conceptuales.
3. Su disponibilidad: se encuentran disponibles para ser invocados
(activados) cuando se los requiera.
4. Responden a una lógica relacional: su naturaleza es la posibilidad de
articulación.
5. Su elevado poder atractor: una vez activados los conceptos atraen a
otros conceptos.
6. Su alta capacidad para captar fenómenos y subsumirlos: aseguran la
captación fenomenológica.
7. Su capacidad explicativa.
Vamos ahora a ampliar un poco más esta caracterización de los
Conceptos buscando ilustraciones en la propia Psicología.
1. Ser un pivote del pensamiento: constituyen puntos de apoyo.
Los falsacionistas han demostrado que la teoría precede a la
observación; no es posible la observación ingenua, tal como lo sostenían los
inductivistas anteriores a ellos (Chalmers, 1999). Siempre se observa el
mundo y los fenómenos desde alguna teoría, aunque esa teoría no sea muy
elaborada, a veces puede ser una elemental conjetura. Así se procede incluso
desde la más temprana edad del desarrollo. Una niña pequeña que observa
por primera vez una ardilla, exclama: “gato divertido”. Lo hace de esta
manera porque parte de un esquema previo en cuyo interior se encuentra el
Concepto “gato” y procede a comparar su esquema con el nuevo elemento
(ardilla). El resultado es el hallazgo de algunos rasgos comunes y, tal vez, el
uso del término “divertido” indique que también advierte rasgos diferentes
que irá descubriendo progresivamente en tanto interactúe con el nuevo
objeto de su experiencia. Aquí, el Concepto (“gato” en este caso) ha sido el
punto de apoyo para el pensamiento de la pequeña que precipita finalmente
en su discurso.
En el campo de la Psicología científica también abundan los ejemplos.
Cuando Titchener, en el Marco Conceptual del Estructuralismo (Gondra,
1998), intenta demostrar la efectividad del método de la introspección,
advierte que los informantes (sujetos sometidos al método) incurren en lo
que denominó “error de estímulo” que consistía en confundir la experiencia
psicológica con las propiedades del estímulo físico que las provocaba.
Buscando disminuir la confusión ideo una técnica llamada “pantalla de
reducción” con la cual pretendía que el informante no advirtiera las
propiedades del estímulo pero sí las sensaciones que éste pudiera provocarle.
Para ilustrar esta idea más claramente: si alguien deposita en la palma de mi
mano un libro, puedo expresar: “este libro es pesado”, con lo cual estoy
aludiendo a una propiedad del objeto y no a mi experiencia sensible (error de
estímulo). Si, al contrario, se me vendan los ojos (pantalla de reducción) y
nuevamente se deposita un objeto en mi mano, es probable que diga: “siento
un peso elevado” (experiencia inmediata). Este segundo tipo de informe es
que adquiere valor para un estructuralista. En Titchener, la teoría, el método
y la técnica estaban guiados y apoyado en Conceptos; por un lado, en el de
“objetividad” y, por otro, en el de “experiencia inmediata”.
2. Su estabilidad temporal: permanecen en el tiempo, alojados en el
interior de los Marcos Conceptuales.
Los Conceptos perviven en el interior de los Marcos Conceptuales,
aunque no de manera inmutable; cambian, se modifican, se consolidan.
Algunos subsisten poco tiempo, otros en cambio permanecen durante un
periodo más prolongado. Por ejemplo, el Concepto de “Inconsciente” en la
obra de Freud, no surgió de un modo claro y pleno desde el primer momento;
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fue precedido incluso por otro: “segunda consciencia”, cuya vida fue breve.
En el interior mismo del Psicoanálisis freudiano es posible advertir que el
tratamiento del Concepto no ha sido siempre el mismo (Brés, 2006). No es
igual el trato que le dio Freud en La interpretación de los sueños (1900), el que
le otorgó en Lo inconsciente (1915), o el que dispuso en El Yo y el Ello (1923).
El ejemplo anterior ilustra el caso de un Concepto dentro de un Marco
Conceptual. Pero también es posible revelar la presencia de un Concepto en
diversos Marcos Conceptuales. Es el caso del Concepto de “Consciencia”. La
Consciencia es creada como Concepto científico y como objeto de estudio de
la Psicología en un contexto complejo. En la segunda mitad del siglo XIX la
Psicología inicia la empresa de convertirse en ciencia, desligándose de sus
ataduras de la Filosofía, aunque en rigor de verdad nunca lo ha hecho en
sentido estricto. La herencia filosófica traducida en tematizaciones como la
fisiología de la percepción, las diferencias individuales, los tiempos de
reacción o la relación mente-cuerpo (Marx y Hillix, 1985), fueron delineando
progresivamente la forma de un objeto (la Consciencia) instaurado desde ese
momento como objeto de estudio para la Psicología y por lo tanto necesitado
de una conceptualización. Los primeros Marcos Conceptuales abordaron su
estudio, la analizaron descomponiéndola en sus elementos más simples (el
Estructuralismo), considerándola un proceso (el Funcionalismo), o
pensándola en un sentido más holístico (la Gestalt) de modo tal que el
Concepto cobró vida (Estany, 1999) munido de múltiples secreciones
empíricas.
El paréntesis abierto por el Conductismo dejó el Concepto en
suspenso hasta el surgimiento de un nuevo Marco Conceptual, la Psicología
Cognitiva. Cabe aclarar que el Concepto no es el mismo en su primera versión
comparada con la segunda, dado que en cada caso entraba en una red
conceptual diferente. En el momento de su constitución estuvo vinculado a
Conceptos ligados a la Fisiología y a procedimientos experimentales propios
de esa época; mientras que en la segunda, en una red conceptual mucho más
diversificada, se vinculó no sólo con Conceptos de la Psicología sino también
con otros, provenientes de la lingüística, la ciencia cognitiva y las ciencias de
la información.
3. Su disponibilidad: se encuentran disponibles para ser invocados
(activados) cuando se los requiera.
Si bien se puede afirmar que los Conceptos que habitan los Marcos
Conceptuales están disponibles, lo están en la medida en que son conocidos
en profundidad por los agentes del campo. Estos agentes (los Psicólogos)
pasan por un proceso formativo mediante el cual, de modo secuenciado, se
van apropiando de esos Conceptos. La apropiación de los Conceptos implica
conocer su significado; lograr definirlos con claridad reduciendo en muchos
casos la polisemia de las palabras que los designan; conocer su vida y su
historia dentro del Marco Conceptual al que pertenecen; comprender la
articulación que pueda resultar de sus múltiples vinculaciones; visualizar sus
secreciones empíricas; en suma, conocer la tradición de pensamiento que los
ha construido.
Una vez en posesión del Concepto, los agentes pueden activarlos para
que inicien su movimiento de captación y construcción de realidades. Ahora
bien, no es posible poseer todos los Conceptos del campo. Como advertimos
más arriba, al no existir una unificación del mismo, en la etapa formativa, el
agente se informa en mayor o menor medida de la gran cantidad de
Conceptos que habitan el campo. Culmina por conocerlos, pero sólo se
apropiará de algunos. A medida que los va conociendo y diferenciando entre
sí va construyendo lo que Estany (1999) denomina “su pulso epistémico” y
que en la etapa profesional le permitirá decidir qué es científico, qué no lo es,
qué resultaría interesante investigar y qué no. El pulso epistémico es el
conjunto de valores y criterios que posee el profesional, el científico, el
investigador, que guía su actuación y le permite tomar decisiones. Diríamos
entonces, en la etapa formativa del agente, el pulso epistémico que está en
crecimiento le permite seleccionar el conjunto de Conceptos de los que se va
a apropiar por adhesión a un Marco Conceptual Psicológico dado. En la etapa
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profesional y ya en posesión de los Conceptos, el pulso epistémico le ayudará
a tomar decisiones.
4. Responden a una lógica relacional: su naturaleza es la posibilidad
de articulación.
Cuando estamos frente a un Concepto, por ejemplo: “psicometría”,
“imaginería mental”, “apego”, “representación”, o cualquier otro que habita
el campo, nuestra primera inclinación nos conduce a buscar el sendero más
directo. Pareciera que la prisa por poseerlo nos hace elegir el camino más
sencillo, más rápido y así desembocamos en la “Definición”. Una lógica escolar
se ha arraigado tan fuerte en nosotros que nos hace suponer que contar con
la definición de un Concepto significa poseerlo. Si quisiera, por ejemplo,
definir el Concepto “Intervención temprana”, diría: acción o conjunto de
acciones de carácter preventivo tendientes a evitar la aparición de un
problema o enfermedad en un individuo, grupo o comunidad. ¿Sería suficiente
esto para ir a terreno y emprender de modo inmediato acciones preventivas?
Claro que no. Si fuera tan sencillo sólo tendríamos que disponer de un glosario
de términos psicológicos más o menos bien armado, venderlo, hacer nuestro
negocio y decirle al cliente: vuelva cuando se aprenda todos estos términos,
lo vamos a evaluar y si los conoce le damos el título. Las entidades formadoras
carecerían de sentido.
Esta imagen, un tanto grotesca si se quiere, nos permite ver que la
formación en Psicología, la apropiación de sus Conceptos y la pertenencia a
un Marco Conceptual Psicológico y por ende a una comunidad de expertos,
es mucho más que la posesión de definiciones. Si apoyáramos exclusivamente
la formación sobre la lógica de las definiciones, caeríamos en un
enciclopedismo estéril, que a nivel de las prácticas concretas sólo redundaría
en una aplicación de técnicas de modo a-crítico. Siguiendo nuevamente las
recomendaciones de Marino (2007) oponemos a la lógica de las definiciones
o enciclopédica, la lógica relacional del Concepto. Esto quiere decir que un
Concepto sólo tiene valor en tanto entra en diálogo con otros Conceptos; no
puede operar en forma aislada. Si disponemos que obre de modo solitario,
corremos el riesgo de que pierda su potencial explicativo, aún más,
estaríamos forzándolo a hacer lo que no puede, pues su naturaleza es la
articulación y por eso afirmamos que un Concepto habita en una red.
Más arriba hemos exhibido una lista de Conceptos de la Psicología,
recordemos: “Conducta”. “Percepción”, “Atención”, “Memoria”,
“Consciencia”, “Inconsciente”, “Pensamiento”, “Aprendizaje”, “Afectividad”,
“Personalidad”, “Inteligencia”, “Cognición”. Por supuesto, no son los únicos,
hay miles de otros Conceptos. Pero, por tradición, son los primeros que se
presentan al estudiante de Psicología para que con ellos inicie el proceso de
apropiación de Conceptos. Tengamos en cuenta entonces que no debemos
considerarlos de modo aislado, sino formando una red conceptual. En el
párrafo siguiente intentaremos ilustrar el modo en que operan los Conceptos
de forma articulada cuando son activados a partir de una –como lo llama
Marino- secreción empírica. El ejemplo de la niña del gato y la ardilla, por ser
ya familiar al lector nos será de utilidad (subrayaremos los conceptos a
medida que son activados para facilitar su identificación).
La niña percibe un objeto (ardilla), quiere decir que sus sentidos, en
este caso particular la visión, reciben información del medio circundante y
transforman la energía física (luz) en energía nerviosa. Ésta es llevada, sin
procesar, a los centros cerebrales y allí comienza el proceso psicológico
propiamente dicho. En ese nivel la niña vincula la nueva información con la
ya conocida. Entra a jugar la memoria y los esquemas mentales
anteriormente construidos. Si hay esquemas, hay pensamiento. El
pensamiento y el conjunto de representaciones de que dispone la conducen
a identificar el objeto, a compararlo con lo que ya conoce y a establecer
semejanzas y diferencias. Una vez realizada esta operación psicológica la niña
está en condiciones de verbalizar mediante el lenguaje su conclusión: el
objeto percibido tiene patas, pelos, cola, orejas, ojos y su tamaño es similar
al de un gato, por tanto es “gato”. Pero como sus miembros delanteros son
más cortos, su cola es frondosa y se sienta de un modo distinto, entonces: es
“divertido”, es un “gato divertido”. Si bien, la conclusión a la que arriba sigue
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siendo errónea, no hay dudas de que la niña puso en movimiento varias
funciones psicológicas: percepción, memoria, esquemas mentales,
pensamiento, lenguaje y verbalización. Por lo tanto, estamos ante un
comportamiento que denota inteligencia. Agregaríamos para culminar la
ilustración de la articulación de Conceptos, que se ha producido un conflicto
cognitivo ya que sus esquemas están en desequilibrio al tener que incorporar
categorías nuevas, hasta tanto logre un nuevo equilibrio o incluso
transformarse, en consecuencia, hay aprendizaje.
Creemos que el ejemplo anterior es suficientemente demostrativo de
cómo los Conceptos, disponibles y entendidos en red, pueden ser activados
para darnos la oportunidad de construir modelos situacionales, cuestión que
no podríamos alcanzar con sólo disponer de las definiciones de estos
Conceptos.
5. Su elevado poder atractor: una vez activados los conceptos atraen
a otros conceptos
Esta característica se deriva directamente de la anterior. Que los
Conceptos formen red por su alto poder de articulación se debe a que
también poseen poder atractor. Los conceptos atraen a otros cuando son
activados. Por ejemplo, el Concepto “percepción” atrae a otros que le son
solidarios, entre ellos, “umbral perceptivo”, “constancia perceptiva”,
características del observador”. El Concepto “memoria” a los de “memoria a
corto plazo”, “memoria a largo plazo”, “memoria semántica”, “recuerdo”,
“repaso mecánico”, “repaso elaborativo”. El de “inteligencia” a los de
“esquema”, “cognición”, “asimilación”, “acomodación”, “representación”,
etc. Esta cualidad de los Conceptos que, una vez activados, propagan su
atracción a otros evita que actúen por focalización o selección, es decir, que
actúen solos y aislados.
Si un Concepto es activado hay que preguntarse qué sucede con los
demás. Cuando Bleger (1994) busca estudiar la “conducta” entiende el
Concepto en términos de áreas de la conducta: mente, cuerpo y mundo
externo. El Concepto “conducta” atrae a los conceptos de “mente”, “cuerpo”
y “mundo externo”. Estas áreas de la conducta son coexistentes aunque
puede haber un predominio de una sobre las otras. Al observar, por ejemplo,
a un persona que tranquilamente se encuentra leyendo un libro en un banco
de plaza (predominio del área mente) y súbitamente se levanta y en forma
rápida comienza a caminar (predominio del área cuerpo), debemos
preguntarnos entonces qué sucede en el área mente –y lógicamente también
en el área mundo externo-. La capacidad de articulación y el poder de
atracción son parte de la naturaleza misma de los Conceptos.
Es posible rastrear en los diferentes Marcos Conceptuales estas
atracciones en las que un Concepto atrae a otros resultando de ello un
conjunto o sistema de Conceptos sistemáticamente relacionados y que con
cierta regularidad son activados. Tal el caso por ejemplo, del Concepto de
“equilibrio” en la teoría de Piaget, que funciona como atractor en forma
regular de los Conceptos de “desarrollo”, “maduración”, “mecanismos
reguladores”, “operaciones”. Se puede objetar este ejemplo argumentando
que en Piaget todos los Conceptos están relacionados entre sí, lo cual es
cierto porque los Conceptos en un Marco Conceptual dado están dispuestos
en red. Aun así, se pueden identificar ciertos bloques conceptuales cuyos
elementos parecen mantener una relación más estrecha. Siguiendo con
Piaget, el Concepto “inteligencia sensorio-motriz” será atractor de “reflejo”,
“percepción organizada”, “acción”, “reacción circular”; elementos que tal vez
no sean atraídos de modo regular por “equilibrio”.
6. Su alta capacidad para captar fenómenos y subsumirlos: aseguran
la captación fenomenológica.
Volvamos un instante más a la formación del agente en Psicología.
Marino (2007) distingue una Psicología ordinaria y una Psicología científica.
La primera alude a la Psicología ligada a la vida cotidiana, está sustentada en
el sentido común y es la que nos permite la vinculación con el otro en la vida
diaria. Verbalizaciones como “te entiendo”, “comprendo lo que te pasa”,
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“siento lo mismo que vos”, expresan en el discurso habitual esa Psicología.
Sin embargo, su límite es la empatía, no puede dar un paso más, carece de
Conceptos científicos y cuando los construye, ya que la fabricación de
conceptos no es privativa de la ciencia, lo hace en términos de subjetividad
sin poder establecer distancia entre sujeto y objeto. La segunda, la Psicología
científica, está guiada por la “racionalidad científica” y construye Conceptos
científicos, con los cuales busca:
 Una relación de conocimiento y por lo tanto de distancia entre sujeto
y objeto.
 La regularidad de mostración del objeto por captación.
 La objetivación.
La formación del agente en Psicología implica el pasaje de una
Psicología a la otra. En el caso de la niña del gato y la ardilla, una Psicología
ordinaria no podría decir más que: “que linda, simpática y graciosa niña”; una
Psicología científica expondría Conceptos científicos como los señalados en el
párrafo correspondiente (pág. 6). La realidad mirada desde una y otra es
diferente. El agente que ha logrado la apropiación de Conceptos, actúa en
contextos y mediante ellos, formaliza los fenómenos que allí aparecen
reduciendo la incertidumbre, a sabiendas de que no podrá reducirla
completamente. “La naturaleza del Concepto –dice Marino- es la
objetivación: una vez que el Concepto es, nada es igual, y no hay mirada
original o natural previa. Lo que el Concepto trilla, queda sesgado”; e insiste:
“El Concepto provoca en el mundo la objetivación, ya que la realidad del que
posee el Concepto no puede ser nunca la misma que la previa a su posesión”.
Queda entonces claro que formarse en Psicología es apropiarse de una red
de Conceptos con los cuales, a partir de su posesión y su activación,
miraremos el mundo. Y, correlativamente, el mundo se nos abrirá dado el
poder de captación fenoménica de los Conceptos.
 7. Su capacidad explicativa.
Una vieja y arraigada tradición de pensamiento nos ha hecho creer
que el científico, el hombre de ciencia, vivía dedicado sin más a la producción
de conocimientos. Despojado de toda valoración política e ideológica su fin
último era la ciencia y el bien común. Su pureza de espíritu le impedía quedar
contaminado por esos males: la política y la ideología. Cualquier filtración de
alguna de ellas en la labor científica podría significar la pérdida de la tan
ansiada objetividad. Por lo tanto era necesario adoptar una posición
valorativamente neutra apegándose en todo lo posible a los métodos de
investigación reconocidos y ejercitar una ciencia libre de valores.
Esa tradición, según lo señala Ana María Talak (2014), ha sido
cuestionada desde diversos ámbitos: la filosofía, la historia de la ciencia, la
sociología de la ciencia, y otros. La autora expone de un modo claro el rol que
cumplen los valores en las explicaciones en Psicología. Su tesis es que “los
valores están presentes en la formulación de los problemas, en la adopción
del marco teórico, en la elección del método de investigación y su
implementación, así como en sus posibles usos tecnológicos en diferentes
campos aplicados de la psicología”. Por nuestra parte, dado que en este
ensayo venimos hablando de “Conceptos”, creemos necesario agregarlos a la
lista que expone Talak. Así, diremos que los Conceptos construidos y
fabricados en los diversos Marcos Conceptuales Psicológicos, no son neutros
valorativamente. Cuando son activados por su capacidad explicativa, dejan
advertir el paso del pincel que los ha coloreados de valores.
Vamos a explicarlo de otro modo, sin metáfora mediante. El hombre
vive en sociedad, es su único modo de existencia. Al vivir en sociedad gesta
producciones culturales que distribuyen lugares, posiciones, normas y
prescripciones. Las producciones culturales van variando en el tiempo y, a
medida que mutan y se transforman, generan “tematizaciones” diversas. Para
definir de un modo sencillo el término tematizaciones, vamos a decir que se
trata de los modos que adopta la vida cotidiana en la continuidad existencial
del ser humano (Marino, 2007). Según nuestro autor principal, son ejemplo
de tematizaciones propias de nuestra época: las nuevas modalidades de
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sexualidad; la violencia familiar; la discriminación racial; la violencia contra el
medio ambiente; y, agregaríamos muchas otras más: el femicidio; la
migración masiva por causas bélicas y fundamentalismos, y otras.
Los Marcos Conceptuales Psicológicos no pueden estar ajenos a esas
tematizaciones que demandan respuestas de la sociedad en su conjunto. Para
hacerlo recurren a los Conceptos ya construidos, o deben generar nuevos
Conceptos. Por ejemplo, el Concepto “construcción de identidades”, es del
tipo de conceptos tematizados por los problemas de la interacción social y la
transmisión cultural y cuyos valores subyacentes están referidos a la
consideración de las diferencias entre hombres y mujeres, entre grupos
sociales o entre etnias. Pero no siempre los Conceptos son fabricados con el
propósito de favorecer el reconocimiento social, político e ideológico de los
derechos humanos y obedecen a otro tipo de tematizaciones.
Un claro ejemplo de noción ligada a valores políticos de selección y
control está dado por el Concepto “cociente intelectual”. Santamaría (2004)
ilustra de qué modo era utilizada una prueba de medición de las capacidades
humanas, mediante el test de inteligencia de Binet, a principios del siglo XX
en Estados Unidos como medida de control de la inmigración. Los resultados
indicaban que el 40% de las personas sometidas a la prueba presentaba algún
grado de retraso mental. Los promotores de este procedimiento sostenían
fuertemente la idea (valor) de imponer restricciones a la inmigración para
evitar así que “América se llenara de retardados”, sin considerar que el
instrumento utilizado no era sensible a las variaciones socio-culturales.
Mediante estos ejemplos podemos advertir de qué modo los Conceptos en
su capacidad explicativa precipitan también su valoración al estar vinculados
a las tematizaciones de cada época.
La activación de Conceptos y comentarios finales
Hasta ahora nos hemos ocupado de caracterizar los Conceptos.
Señalamos que constituyen puntos de apoyo para el pensamiento; que
permanecen en el tiempo; que se encuentran disponibles; que responden a
una lógica relacional; que tienen un poder atractor; que captan fenómenos; referencia con el centro hospitalario más próximo, permitió la atención
y por último, que tienen capacidad explicativa. También dijimos que deben inmediata de los afectados. Por lo tanto estamos ante un caso de sinergia
ser activados; pero no indicamos cómo pueden ser activados. (hemos subrayado los conceptos que son activados). Permítasenos argüir,
para finalizar este ensayo, que la activación de Conceptos se produce por una
Durante la etapa formativa el agente de un campo disciplinar se va
necesidad intrínseca del proceso de abducción.
apropiando de la red conceptual que le es propia. En el caso de un campo de
múltiples Marcos Conceptuales seguramente culminará adhiriendo a alguno
de ellos. En su pasaje por la fase conceptual (teórica) y la fase empírica
Bibliografía
(práctica) va aprendiendo a formalizar las tematizaciones que se presentan a
lo largo del tramo formativo. Así, va incorporando las reglas que expresan las Bleger, J. (1994). Psicología de la conducta. Buenos Aires: Paidós.
regularidades de las continuidades existenciales de las personas, grupos, Chalmers, A. (1999). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? México: Siglo XIX.
instituciones o comunidades. Aprende por ejemplo, que un sujeto se Estany, Anna. (1999). Vida, muerte y resurrección de la consciencia. España:
estructura psíquicamente de una determinada manera, que en los grupos hay Paidós.
distribución de roles, que en las instituciones se naturalizan diversos modos Gondra, J. M. (1997). Historia de la Psicología. España: Síntesis.
de funcionamiento o que en las comunidades existen necesidades que son Kuhn. T. S. (1995). La estructura de las revoluciones científicas. México:
Fondo de Cultura Económica.
resultas por diversos satisfactores por medio de recursos.
Marino, J. (2013). El objeto de la psicología dentro de la situación de
Ese conjunto de saberes recibe el nombre de “reglas”. Cada vez que escuelas: cerebro, subjetividad y desarrollo técnica. En Jornadas de
el agente, ya sea en la etapa pre-profesional supervisada o la profesional Divulgación de la investigación: Fundación Cervantes.
autónoma se enfrenta a un sujeto, un grupo, una institución o una Marino, J. (2007). Conceptos en Psicología: análisis epistemológico y
comunidad, se encuentra con lo que se denomina resultados. La práctica metodológico. Córdoba: Brujas.
Max-Neef, M. (1998). Desarrollo a escala humana. Uruguay: Nordan-
consiste en considerar de qué manera ese resultado es un caso de una regla
Comunidad
incorporada (Marino, 2017). Este proceso recibe, a su vez, el nombre de
Piaget, J. (1974). Seis estudios de Psicología. Barcelona: Corregidor.
abducción; y la abducción opera por activación de Conceptos. Santamaría, C. (2004). Historia de la Psicología. España: Ariel.
Vamos a brindar un ejemplo extraído de la Psicología Comunitaria. Talak, A. M. (Coord.). (2014). Las explicaciones en Psicología. Buenos Aires:
Por regla se sabe que en toda comunidad existen satisfactores de necesidades Prometeo.
tales como el sistema de salud, de educación, de seguridad, religiosos, etc.
También, por regla, se sabe que los satisfactores cuando actúan de modo
sinérgico (Max-Neef, 1998), es decir, cooperativos y simultáneos, satisfacen
necesidades de modo más efectivo y diligente que si operaran en forma
individual. Como resultado de la falta de conservación de la cadena de frío de
alimentos en un comedor escolar, se intoxicaron alrededor de 20 niños. Ante
esta circunstancia, el sistema de educación y de salud, en cooperación con el
sistema de seguridad (bomberos y policía) y el sistema de referencia y contra-
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