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El feminismo mexicano
Después del arduo trabajo que las mujeres habían realizado durante el periodo
cardenista y que no desembocó en el esperado resultado del voto para las
mujeres, parecía que durante la campaña de Adolfo Ruíz Cortines por fin se
vislumbraba la materialización de décadas de lucha. El candidato presidencial
informó que desde su postura las mujeres tenían derecho a participar en política
no por igualdad o un sentido de justicia, sino porque desde su hogar ayudarían a
los hombres, resolverían con abnegación, trabajo, fuerza espiritual y moral,
problemáticas tales como la educación y la asistencia social.
Las mujeres eran vistas como una totalidad, sin distinguirlas de acuerdo con sus
intereses y necesidades y sólo eran importantes en tanto que alentaban a sus
compañeros en el vivir diario y por su papel materno, su relevancia radicaba
entonces en ser madres y esposas abnegadas y morales, cualidades que eran
para Ruíz Cortines las “femeninas” por excelencia. Para él era invisible la
participación de las mujeres en las luchas obreras y campesinas .
Finalmente, en octubre de 1953, se publicó en el Diario Oficial de la Nación la
iniciativa presidencial de otorgar el sufragio a las mujeres que por fin obtenían el
derecho a votar y ser votadas en cargos de elección popular.
El logro no respondió a una presión de las bases sino a una decisión del gobierno
que se llevó a cabo cuando a éste le interesó, aunque sería injusto afirmar que no
hubo ningún movimiento en este sentido y que las movilizaciones previas a los
años cincuenta no constituyeron un antecedente importante para que las
mexicanas alcanzaran este derecho.
La educación
De acuerdo con datos del 2014 un 61.8% de las mujeres entre 15 y 29 años de
edad asistían a la escuela en algún nivel educativo, mientras que los hombres que
se encontraban en el mismo grupo etáreo lo hacían en un 61.2%; con base en
dichas cifras es posible observar que el número de mujeres ha superado
levemente a la cantidad de hombres que asisten a la escuela.
En el México actual, la matrícula universitaria de las mujeres ha crecido de manera
considerable, para 2015, la proporción estaba representada en un 51% por
mujeres y en un 49% por hombres.
Por otro lado, hay una fuerte presencia de las mujeres como profesoras
universitarias y reconocidas por programas de estímulos de producción, tales
como el Programa de Mejoramiento para el Profesorado y el Sistema Nacional de
Investigadores. Del mismo modo, la participación femenina se ha incrementado en
carreras que eran consideradas exclusivamente para hombres en México, por
ejemplo: ingeniería ambiental e ingeniería química registran alta presencia
femenina (con un 47.2 y 45.3% respectivamente); ingeniería física (22%),
industrial (21%), metalúrgica (21%) y en computación (16%), muestran presencia
media; mientras que ingeniería civil (10.2%) electricista (10%), electrónica (4%) y
mecánica (4%) son las ingenierías que tienen la más baja concurrencia de
mujeres.
La participación política
En 2013, a nivel mundial un 47.1% del total de mujeres en edad laboral tenían un
trabajo remunerado (oit, 2016). México es uno de los pocos países en los que no
existen restricciones legales para que las mujeres se desarrollen en las áreas
laborales que elijan; ya que hay países en donde la normatividad prohíbe la
participación de las mujeres en ciertos empleos; por ejemplo, en Rusia, las
mujeres tienen vedado el acceso a 456 tipos de empleo, entre los que se
encuentran capitanía de barco y conducción de tractores y trenes; en Francia se
les niegan trabajos donde sea necesario levantar más de 25 kilos y en Colombia
no pueden ser empleadas durante la noche en ningún trabajo industrial.
La Ley Federal del Trabajo (2016) estipula que las mujeres mexicanas tienen
derecho a gozar de un periodo de 180 días por licencia de maternidad y una hora
de lactancia durante los primeros seis meses posteriores al parto; del mismo
modo, tienen derecho a servicio de guardería para sus menores hijos por parte de
las instituciones sociales.
En México un alto porcentaje de los empleos en que se ocupan las mujeres son
informales; las mujeres predominan en sectores que se ocupan en las ventas, el
servicio doméstico y la preparación de alimentos; mientras que los hombres lo
hacen en la industria, la construcción y el transporte. Dicha situación permite que
los hombres tengan mayor acceso a seguridad social, a servicios de salud y a
pensiones para la jubilación.
Tomando en cuenta a aquellas poblaciones que no tenían acceso a servicios de
salud, el gobierno mexicano diseñó el programa “Seguro Popular” que a partir de
2001 se implementó como un seguro médico público y voluntario dirigido a
poblaciones que no contaban con un servicio de atención a la salud. Hasta 2015
se han reportado casi 54 millones de usuarios en este servicio, y aunque no es un
programa dirigido específicamente para mujeres, cuenta con servicios
especializados para pacientes en periodo de embarazo, prevención y tratamiento
de cáncer cérvico-uterino y cáncer de mama, así como cirugía por endometriosis;
todos ellos, padecimientos exclusivos de la salud de las mujeres.
La salud