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2019v12n23p797
El mestizaje en América
Latina durante la primera
mitad del siglo XX
A mestiçagem na América
Latina na primeira metade do
século XX
Alejandra Mailhe1
¿Por qué alquimia se mezclan las culturas? ¿Qué noción de sujeto subyace
al mestizaje como proceso? ¿Es posible pensar el mestizaje por fuera de la
dialéctica hegeliana? ¿Y qué connotaciones políticas anidan bajo cada modelo
teórico? Me propongo indagar en torno a estas preguntas considerando algunos
ensayos latinoamericanos de las primeras décadas del siglo XX, en los cuales el
problema teórico del mestizaje resulta central para definir la identidad nacional
y continental.
El mestizaje en América Latina durante la primera mitad del siglo XX
dialéctica. La mayoría de los procesos de mezcla han sido definidos desde una
concepción tradicional de la dialéctica, confiando en una unidad primordial
y homogénea que el mestizaje perturba de forma transitoria, para luego
recuperar una nueva estabilidad. Tal es la perspectiva dominante sobre todo
en el romanticismo más difundido por el ensayo y la novela latinoamericanos,
en la primera mitad del siglo XIX. Sommer (2004) estudia este modelo de
mestizaje a través de lo que define como “ficciones fundacionales”, centradas
El mestizaje en América Latina durante la primera mitad del siglo XX
Al menos hasta los años treinta inclusive, la mayoría de los modelos teóricos
de mestizaje, contenidos en los ensayos latinoamericanos, a
spiran a una
futura integración homogeneizante de la nación, con la consecuente violencia
simbólica implícita en la anulación de las diferencias, especialmente de las
culturas subalternas, sometidas a ese tipo de fusión.
Este modelo neo-romántico de síntesis predomina en un conjunto de ensayos
que, a principios del siglo XX, apelan a una cierta sensibilidad “teosófico-
oriental” en sentido amplio, para forjar un proyecto socio-cultural convergente
desde el punto de vista epistemológico e ideológico, adhiriendo a un cierto
indigenismo mestizófilo marcado por el telurismo, la defensa de la armonía de
las razas y de las culturas, el antipositivismo y el antipragmatismo, incluida la
fuerte valoración del arte y de la religión como vías metafísicas privilegiadas
para la definición de las identidades, y la legitimación de lo indígena como
sabiduría ancestral. Partiendo de considerar la obra ensayística del argentino
Ricardo Rojas, quisiera establecer luego una relación comparativa con la obra
de algunas figuras contemporáneas ligadas a la misma matriz discursiva.
Alejandra Mailhe
didactismo que vertebra cada capítulo del ensayo): la raíz primitiva, el tronco
colonial, las ramas patricias y las hojas modernas se articulan en un proceso
ascensional dialéctico, típico del telurismo romántico y de las teorías del
mestizaje postuladas bajo la sensibilidad teosófica del espiritualismo. Además
de cifrar la teleología de la historia nacional y la biografía individual, este
símbolo refuerza la concepción de la mediación como amalgama armónica,
en sintonía con una lectura más bien conservadora de la dialéctica hegeliana,
dominante en las teorías del mestizaje desde el romanticismo al culturalismo
neo-romántico de los años treinta. En efecto, Rojas piensa el mestizaje como
un proceso de homogeneización (de fusión superadora, en la que los binarismos
finalmente se disuelven), en contraste con una concepción abierta del conflicto
dialéctico donde los polos opuestos no se suprimen, sino que conservan su
antagonismo.
Además, en el pensamiento de Rojas, el esoterismo se presenta como un
modelo teórico privilegiado para dar cuenta de la dinámica del mestizaje
cultural, tal como lo demuestra Díaz Quiñones (2006) para el caso de Fernando
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tiempo, Rojas edita Eurindia como libro en 1924, bajo el telón de fondo de la
masacre de 200 indígenas qom y mocovíes en la colonia Napalpí, en Chaco.
Así, el indigenismo espiritualista de Rojas (ejemplificador de otros modelos de
mestizaje armónico) tiende a invisibilizar a los indígenas como sujetos sociales
activos en el presente enunciativo, y a apagar la conflictividad implicada en las
relaciones de dominación material y simbólica en el pasado y en el presente.
Subrayando aun más la gravitación del legado indígena en la definición
El mestizaje en América Latina durante la primera mitad del siglo XX
del noroeste argentino, en función del mayor prestigio simbólico del mundo
andino, y de la –supuesta– mayor docilidad de las comunidades del NOA
frente a la dominación colonial, además de ser el área a la cual Rojas se halla
vinculado por su origen familiar, orientando de ese modo su regionalismo
como alianza simbólica entre patriciado y subalternos. De todos modos, esa
jerarquización de los grupos indígenas se modera en Archipiélago (1934), donde
Sociedades Científicas
Creo que aun no han sido suficientemente explorados los puntos de contacto
y las diferencias teóricas que sesgan un amplio conjunto de discursos que, entre
las décadas del diez y del treinta, promueven el mestizaje indo-hispánico como
base de la identidad nacional y/o continental. Tampoco han sido analizados en
profundidad los lazos de sociabilidad que se establecen entre varios de estos
intelectuales, por medio del intercambio de cartas, la participación común en
revistas culturales y la realización de viajes (como el viaje oficial de Vasconcelos
a la Argentina –entre otros países del Cono Sur– en 1922, el viaje de Ernesto
El mestizaje en América Latina durante la primera mitad del siglo XX
opera por entonces como una instancia de mediación para la convergencia más
difusa –pero al mismo tiempo, fuertemente transnacional– de estas teorías del
mestizaje indo-hispánico, enunciadas desde Argentina y Perú.
El libro Forjando patria: pro-nacionalismo (1916) reúne artículos periodísticos,
ponencias y ensayos sobre el problema de la unidad cultural nacional, producidos
por el antropólogo Manuel Gamio al calor de la Revolución Mexicana.7 Ese texto
constituye un importante nodo en la consolidación de una trama de discursos
El mestizaje en América Latina durante la primera mitad del siglo XX
indigenizar a las capas medias, pero para lograr luego una des-indigenización
más profunda de la sociedad en su conjunto. Al mismo tiempo, si refuta la
jerarquía racial (al advertir que no hay una base biológica del atraso), recae
en el evolucionismo, pues continúa afirmando que el indígena está atrasado,
aunque por causas históricas.
Para lograr ese mestizaje integrador, pensado como redención de los
indígenas, es imprescindible conocer ese sustrato cultural. Por eso la
arte indígenas, a fin de crear esa sensibilidad indigenizante que permita luego
un ascenso redentor del conjunto de la sociedad, hacia un modelo cultural
homogéneo, predominantemente occidental e hispano-católico (GAMIO, 1960,
p. 25, 96).10 El objetivo es entonces doblegar la diferencia indígena, para que
ésta sobreviva dentro de lo mestizo, apenas como fondo.
Por eso el arte es tan importante como soldadura de la identidad nacional:
porque permite acercar, en comunión, a sectores sociales diversos, unidos por
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un análisis “objetivo” para determinar qué prácticas y qué bienes (de áreas
tan diversas como la lengua, la religión, la medicina popular o la astronomía,
entre otras) pueden ingresar en el nuevo proyecto nacional, y cuáles deben ser
erradicados por su carácter meramente retrógrado, o incluso por sus efectos
perjudiciales en términos biológicos, psicológicos y/o morales.
A pesar de estas diferencias epistemológicas y disciplinares (dada la
resistencia a la especialización que embanderan Rojas y Vasconcelos), el
ensayo de Gamio se vuelve un hito insoslayable en la construcción de una cierta
tradición ideológica transnacional, para definir la identidad indo-hispánica de
la nación y del continente.
Diversos elementos ponen en evidencia la centralidad del abogado, escritor,
político y educador José Vasconcelos entre los intelectuales latinoamericanos
vinculados al antipositivismo y a la defensa del mestizaje.11 Un hito en esta
historia de intercambios se produce con el viaje oficial de Vasconcelos, en
octubre de 1922, en el marco de un recorrido que anuda sucesivamente su
paso por Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, entre agosto y noviembre de ese
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la unión entre estos sustratos (que para Vasconcelos ya se han mestizados, a tal
punto que resulta imposible hablar de indígenas puros).
La legitimación de lo latino descansa precisamente en esta apertura al
mestizaje, considerada como un valor superior, biológico y místico al mismo
tiempo, pues contra la pureza blanca del mundo sajón, desde Hispanoamérica
surgirá “la raza síntesis [...],capaz de verdadera fraternidad” (VASCONCELOS,
1966, p. 30).
“del dominio del Espíritu” (GARCÍA, 1937, p. 5) puede pensarse no solo como
ataque a la antropología física y al cientificismo positivista en general (por
ejemplo en GARCÍA, 1937, p. 32), sino también como alusión crítica al concepto
de “raza cósmica” postulado por Vasconcelos unos años antes.
García piensa en una ampliación ascensional de la espiritualidad indígena,
y en una teleología que progresa desde lo local hacia lo universal a lo largo de
la historia (por ejemplo, de los Apus [divinidades totémicas preincaicas] a las
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Consideraciones finales
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universal.
Sin embargo, los textos considerados dejan entrever que, incluso bajo la
convergencia de un mismo espiritualismo antipositivista y laudatorio del
mestizaje, pueden identificarse algunas divergencias significativas. Así por
ejemplo, mientras Vasconcelos vuelve a enfatizar la importancia de la raza,
incluso con sus aristas eugenésicas –pasadas por el tamiz del esoterismo,
dado el aire de familia entre su teoría de la evolución racial y la de Helena
Blavatsky en La doctrina secreta–), García responde abiertamente con un neo-
indianismo espiritual de base telúrica, claramente inspirado en el telurismo de
Rojas y crítico del racialismo. De todos modos, las nociones de raza, cultura y
espíritu se vuelven lábiles en estos textos; por eso, en 1930 Rojas puede cerrar
su Silabario… (un texto más claramente espiritualista y esotérico que Eurindia),
refiriéndose a la “séptima raza” final en América, en clara sintonía con las tesis
de La raza cósmica.24
Por su parte, el antiimperialismo de Gamio y de Vasconcelos (que apelan
al modelo indo-hispánico para frenar la amenaza de la invasión ideológica
Alejandra Mailhe
Referencias
ARCE, Elizabeth Kuon et al. Cuzco-Buenos Aires: ruta de intelectualidad americana
(1900-1950). Lima: Universidad de San Martín de Porres, 2009.
AVANZA, Agustina. ¿Qué significa ser cusqueño? La construcción de un discurso
identitario en un diario de Cuzco entre 1919 y 1930. In: MOLIONIÉ, Antoinette (comp.).
Etnografías de Cuzco. Cuzco: Centro de estudios regionales andinos Bartolomé de las
Casas, 2005. p. 137-157.
MAILHE, Alejandra. José Vasconcelos: el viaje reformista como viaje espiritual. In:
BERGEL, Martín. Los viajes latinoamericanos de la Reforma Universitaria. Rosario:
Universidad Nacional de Rosario, 2018b. p. 93-114.
MAILHE, Alejandra. El mestizaje indo-hispánico en la educación estética de las masas.
Estudios del ISHIR, Rosario, v. 8, n. 22, 2018c.
MAILHE, Alejandra. El impacto de la decadencia de occidente de Oswald Spengler en
los indigenismos latinoamericanos: el caso de Ernesto Quesada. In: ARENAS, Patricia;
DÁVILA, Lena (comp.). Entre la naturaleza y la cultura: sabios y viajeros alemanes en
Sociedades Científicas
ROJAS, Ricardo. Eurindia: ensayo de estética sobre las culturas americanas. Buenos Aires:
Losada, 1951. [1922].
ROJAS, Ricardo. Silabario de la decoración americana. Buenos Aires: La Facultad, 1930.
SOMMER, Doris. Ficciones fundacionales. Bogotá, FCE, 2004.
VASCONCELOS, José. La raza cósmica: misión de la raza iberoamericana. México:
Espasa-Calpe, 1966.
Notas
El mestizaje en América Latina durante la primera mitad del siglo XX
1
Profesora titular de “Historia de las ideas sociales de Argentina y América Latina”
en la Universidad Nacional de La Plata, e Investigadora Independiente del CONICET,
Argentina. Parte de la investigación aquí presentada fue realizada como Senior Fellow
del proyecto internacional MECILA (con beca otorgada por el Instituto Iberoamericano
de Berlín), entre marzo y junio de 2019.
2
Para considerar este tema en la obra de Ricardo Rojas ver Mailhe (2017, 2018c). Además,
la articulación de sus textos con la de algunas figuras relevantes de la tradición discursiva
argentina (Bartolomé Mitre, Joaquín V. González y Ernesto Quesada), ha sido abordada
recientemente en el trabajo titulado “Legados prestigiosos”, en prensa en revista
Estudios Sociales del NOA, UBA.
3
Aunque Rojas adhiere explícitamente al Modernismo hispanoamericano, y mantiene
cierta distancia con las vanguardias estéticas, vale la pena recordar el enorme impacto
que el arte precolombino también tiene en estas últimas, al convertirse en una fuente
de inspiración privilegiada (junto al arte africano) para el cubismo plástico y sus derivas
hacia la abstracción.
Al respecto ver Bergel (2015).
4
6
Compartimos con Majluf (1994) la necesidad de revisar la hipótesis (extendida en la
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crítica mexicana y peruana) sobre el indigenismo peruano como mero satélite respecto del
mexicano. Además, haciendo foco en la figura de Rojas, parece evidente el papel central
ejercido por los intelectuales peruanos como un espacio de mediación privilegiado para
la recepción de las teorías indigenistas y del mestizaje en general.
7
Manuel Gamio (1883-1960) es una figura clave en la reivindicación del indígena, en el
marco de la Revolución Mexicana. Proviene de una familia acaudalada con hacienda
en Veracruz (ligada a la explotación del hule). Es probable que allí surja su interés por
la cuestión indígena (dado que aprende náhuatl con los campesinos de su hacienda).
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14
En este sentido, es importante subrayar que su argumentación reproduce los
principales trazos del racialismo científico, pero pasados por el tamiz del esoterismo. Por
ejemplo, su jerarquización etnocéntrica de las razas se acompaña de juicios lapidarios
sobre los “asiáticos”, cuya inmigración a América Latina es temida sobre todo por su
multiplicación “como los ratones” (VASCONCELOS, 1966, p. 29). Del mismo modo,
cuando teoriza sobre la selección sexual ideal, en base al gusto estético, reformula en
clave espiritual los principios de la eugenesia física, sin salirse de los límites de la misma.
Los juicios vertidos en el marco de esa selección estética implican la asociación de la
fealdad con la pobreza (y de la belleza con la superioridad biológica, intelectual y moral),
o la valoración de la educación como un principio útil para la decantación racial de los
“mejores” (VASCONCELOS, 1966, p. 43). Además, señala que la raza blanca es la matriz
dominante del mestizaje superior, ya que el indio está demasiado atrasado, y “en unas
cuantas décadas de eugenesia estética podría desaparecer el negro junto con los tipos
que el libre instinto de hermosura vaya señalando como fundamentalmente recesivos e
indignos [...] de perpetuación” (VASCONCELOS, 1966, p. 43).
José Uriel García (1894-1965) se gradúa en la Universidad de San Antonio Abad con
15
una tesis sobre El arte inkaiko en el Qosko [1911], luego de encabezar una revuelta
antipositivista en el ámbito universitario, en 1909. A partir de allí se dedica a la docencia
universitaria, en esa misma Universidad. Se enfrenta fuertemente a Luis Valcárcel
porque éste se niega a apoyar su candidatura como Rector de la Universidad de Cuzco.
Esa rivalidad es también ideológico-política y, como veremos aquí, se traduce en una
posición teórica antagónica respecto del problema del mestizaje.
Alejandra Mailhe
16
Sobre este tema ver especialmente Avanza (2005) y Castilla (2010).
Así por ejemplo, advierte que “Coloniaje o Virreynato –cuestión de palabras– y además,
17
de Max Scheler, postulando que es probable que en América haya una sola raza, resultado
del efecto general del medio (GARCÍA, 1937, p. 38).
19
En un texto tan despojado de referencias eruditas, la mención de Vasconcelos, así
como también las referencias a Mariátegui y al arquitecto argentino Ángel Guido,
estrechamente vinculado a Rojas, se vuelven especialmente significativas, además de la
cita explícita de Eurindia.
20
Significativamente, toda la retórica espiritualista y antirracialista se desvanece ante
la materialidad física de la procreación, pues García concibe a la mujer apenas como un
ensayo García insiste en el interés por un pueblo indígena que “no es solo realidad
arqueológica sino inquietud presente” (GARCÍA, 1937, p. 190).
Esto puede percibirse, por ejemplo, cuando señala que “esta herencia de la indianidad
22