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LA SIRENA DEL PUENTE BOLOGNESI

Cuenta la leyenda Las Sirenas del Puente Bolognesi que en Arequipa en el tradicional puente de fierro
Bolognesi viven hermosas sirenas que encantan con sus melodiosos cantos a hombres ingenuos.
Estas sirenas según los pobladores viven en una piedra gigante que se encuentra pegada al río (cerca
del puente).

Esta piedra fue llamada Machiruna, se cuenta que posee una entrada a un río subterráneo (hogar de
las sirenas) que se encuentra justo detrás del Río Chili. También se cuenta que la piedra se mantiene
en su lugar gracias a la fuerza de los brazos de todos los hombres que fueron atrapados por ellas.

Cuando hay celebraciones y fiestas importantes para las sirenas, salen de su hogar subterráneo a las
6 o 7 de la noche buscando jóvenes para atraparlos y divertirse a su manera.

Salen de su casa y se posan coquetamente en la gran piedra atrayendo a los incautos jóvenes que
pasen por ahí, los hombres al verlas quedan encantados y no resisten a sus dulces encantos, por lo
que se acercan cada vez más a las sirenas que se presentan con largos y sedosos cabellos, siluetas
hermosas y colas de bellos y brillantes colores.

Una vez que el desdichado joven es atrapado por las mujeres, desaparece entre las espumosas aguas
del Río Chili y no es visto nunca más.

Cuenta Eloy Obando, vecino que habita dichos lugares desde hace 75 años, que la tradición oral que
le trasmitieron, refería a una sirena que esperaba a su amado ya entrada la medianoche. El lugar, que
en esos tiempos estaba sin lo que es ahora la avenida La Marina, tenía un acceso consistente en una
escalerilla que rodeaba la acequia, curso de agua que recorría la ciudad al margen izquierdo del río
Chili. A una hora precisa, hacía su aparición, simultáneamente, la sirena en el río y un hombre
desnudo en el callejón Ibáñez, arrastrando unas cadenas y subiendo un poste -que imaginamos era
para divisar a su amada- luego, bajaba hasta la casa que colinda con el río, para perderse en medio de
la noche y encontrarse finalmente con la ninfa de las aguas que lo esperaba en medio de cánticos y
tenues luces que se daban paso en tan descomunal piedra. Antes de que aclarase el día, cuentan
otros vecinos, la piedra se convertía en una morada llena de bonitas muchachas que salían en espera
de algún inocente hombre para llevarlo a sus dominios. Asimismo, se dice que dichas sirenas eran las
causantes de que muchas personas se arrojaran desde lo alto del puente contra el lecho del río.

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