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La situación económica del poeta santiaguino, como todos sabemos, no era de lo mejor; sin
embargo, permanecía latente en él una ineludible tarea de autorrealización personal; de
formación política marxista no solo en el terreno de las concepciones teóricas sino la
comprobación in situ de la aplicación y el avance del socialismo en la URSS de entonces.
En este sentido, Georgette juega un papel preponderante, pues, a pesar de tener una
posición política contraria, se une al compañero en el logro de sus ideales y, financia y
acompaña a Vallejo en su segundo viaje a la URSS en setiembre de 1929, periplo que,
además, les sirve como una ocasión especial para pasar una hermosa luna de miel.
Sin embargo, es en Rusia que en Georgette renace algunas objeciones a las ideas políticas
que Vallejo persigue plenamente convencido, como el sistema más propicio para lograr una
sociedad más justa entre los hombres, y le replica: “¿Esto es un país socialista? ¿Son las
mujeres las que tienen que cargar con los baúles y las valijas? Vallejo decidió no
responderle absolutamente nada, por el momento. Observamos que Georgette no puede
concebir que sean justamente mujeres las que realicen esta pesada labor, hallándola
discriminatoria. Es más, demuestra, desde ya ser una mujer, a pesar de sus juveniles años
que, expresa sus pensamientos y sentimientos, dando inicio a lo que debe existir en toda
pareja: la inagotable dialéctica como único camino para llegar a la verdad con argumentos.
Vallejo que habíase quedado en deuda con una respuesta, en otro día, le arguyó casi con
ironía: “Habías pensado encontrarte con un paraíso. ¡No hay paraíso! Ni aquí, ni en ninguna
parte. Se trata de encontrar la justicia, justicia social y económica”. Al día siguiente, al
partir hacia Varsovia, Georgette nos informa que “había empezado a comprender”. En la
pareja Vallejo, sobre los cimientos del amor, se ha levantado otra de las estructuras
fundamentales que los unirá de por vida: la unidad ideológica.
La fortaleza de estas columnatas pasó su mejor prueba cuando Vallejo fue desterrado de
Francia por sus ideas políticas. Vallejo elige a España como el lugar más propicio para su
desarrollo como escritor y político. Georgette no duda en abandonar su país de origen, se
une a la causa del poeta y arriban a Madrid a inicios del año de 1931, en tan difícil situación
económica que, no tienen lo suficiente para pagar siquiera el hospedaje. Fueron auxiliados
por el poeta español, Rafael Alberti. ¿No es, acaso, digna de elogio la actitud de Georgette,
que decide dejar su patria para enfrentar al lado de su compañero, los momentos más
difíciles y asumir el reto de salir adelante en otra parte del mundo?
En España Vallejo se dedica a realizar labores de traductor para salir de la crisis económica.
Logra publicar su obra narrativa El Tungsteno, y un ensayo, como producto de sus dos
primeros viajes a la URSS, al que pone como rótulo, Rusia en 1931, obra que obtuvo gran
éxito a nivel de un best seller, pero que, sin embargo, las dos últimas ediciones se negaron a
cancelarle. Otras obras como Paco Yunque, Rusia ante el segundo plan quinquenal, El arte
y la revolución, etc., fueron rechazadas por su carácter marxista. En octubre, Vallejo viaja
por tercera y última vez a la URSS invitado por el Soviets para asistir al Congreso
Internacional de Escritores Simpatizantes. A su regreso la situación económica era
realmente insostenible, de tal modo que Georgette, a fines de aquel año, viaja a París en
búsqueda de los mecanismos legales para que el poeta pueda volver a Francia, la que se
hace efectiva el 12 de febrero de 1932.
Georgette en un acto de desprendimiento total opta por una alternativa extrema, podríamos
decir un imposible, para acabar de una vez por todas con la incesante pobreza: vende su
departamento de la calle Moliere, en 1933. Vivirán a partir de ahora en diferentes hoteles
de la urbe parisina. Este accionar de Georgette, es una de las muestras de amor más
importantes en la pareja Vallejo. En fin, las cosas materiales pasan a un segundo plano
cuando se trata de vivir a plenitud al lado de la persona que se ama. En octubre de 1934
contraen matrimonio después de seis años de convivencia. En abril de 1938, Vallejo muere
tras una larga agonía y Georgette queda sola, viuda a sus treinta años. Luego expresaría
estas palabras que nos hablan del gran amor que lo unió a Vallejo: “Quedé casada con él,
nunca me interesó otro hombre…a tal punto que, muerto él, me bastaba su mano y su
mascarilla. Solo sentía que me faltaban sus pasos. Pero me dormía agarrada de su mano y
no tenía la sensación de su muerte”. O las siguientes palabras que expresan gran
compromiso en el ámbito de los principios: “Entre Vallejo y yo, tácito era el acuerdo: no se
pronunciaba nunca la palabra felicidad personal o conyugal; vivíamos por y para la
revolución mundial”. En 1951, Georgette decide venir al Perú tras los pasos de Vallejo. Su
misión era difundir y defender el legado vallejiano desde la tierra que vio nacer al poeta.
Este segundo y último poema, sintetiza la pureza y el amor inconmensurable: “Tú mi vida /
tú mi dolor / Toda mujer eternamente / mece un niño / He nevado tanto para que duermas /
y llorado hasta disolver tu ataúd”. Parte del penúltimo verso que acabamos de leer: “He
nevado tanto para que duermas”, Georgette lo escribirá en el epitafio de la tumba de
Vallejo.
César Vallejo, por su lado, le dejó escrito en su poesía ―aunque nunca se lo hizo saber―
varias composiciones. He aquí algunos versos de uno de sus poemas más emblemáticos que
le dedicara a su amada Georgette: “De veras, cuando pienso / en lo que es la vida / no
puedo evitar de decírselo a Georgette, / a fin de comer algo agradable y salir, / por la tarde,
comprar un buen periódico, / guardar un día para cuando no haya, / una noche también,
para cuando haya / (así se dice en el Perú –me excuso); del mismo modo, sufro con gran
cuidado, / a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos / poseen, independientemente de
uno, sus pobrezas, / quiero decir, su oficio, algo / que resbala del alma y cae al alma…”.
Hubo de transcurrir 32 años, para que en 1970, Georgette de cumplimiento con uno de los
sueños más caros del poeta: descanso eterno en el cementerio de Montparnasse. Sea éste
uno de los gestos más admirables que una mujer como Georgette pudo hacer por el esposo:
cumplir con un deseo solicitado muchos años atrás cuando ambos paseaban por dicho
camposanto.
Finalmente, debemos resaltar el rol trascedente de Georgette Vallejo en la vida y obra del
poeta de Los heraldos negros; destacar y valorar en ella a la mujer que lucha al lado del
esposo denodadamente para vencer los diversos obstáculos que se presentan en la vida;
valorar su permeabilidad no solo al cambio ideológico sino a la forma como asumió con
responsabilidad y consecuencia estos ideales del poeta y que también hiciera suyo de por
vida; admirar uno de los valores que dignifica a toda mujer: la fidelidad a la pareja;
reconocer y reivindicar su memoria por habernos brindado el Vallejo auténtico en una
lucha perseverante que realizó hasta sus últimos días, el 4 de diciembre de 1984. Sin duda,
esta relación de los Vallejo quedará sellada en uno de los más bellos sonetos de amor jamás
escrito en lengua española y que pertenece al lírida español, Francisco de Quevedo: “Amor
constante más allá de la muerte”.