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Estos apuntes son un resumen de los correspondientes capítulos del libro “LECCIONES DE DERECHO MERCANTIL” Volumen I de
Aurelio Menéndez y Angel Rojo 19ª Edición. Lectura recomendada.
Además exige la Ley que los socios desembolsen el valor nominal de las acciones o
participaciones.
El desembolso pueden realizarlo aportando a la sociedad o bien dinero u otros bienes o derechos
patrimoniales (pero siempre) que sean susceptibles de valoración económica. Por ejemplo
bienes muebles o inmuebles, derechos reales y de crédito, de propiedad industrial o
establecimientos mercantiles títulos de crédito etc.
En este último caso los accionistas que han desembolsado parcialmente el capital quedan
obligados a aportar posteriormente a la sociedad la porción de capital que hubiera quedado
pendiente de desembolso.
Esta parte pendiente de desembolsar se conoce comúnmente como dividendos pasivos que, en
realidad son los desembolsos pendientes de los accionistas que tienen la obligación de aportar.
La obligación deben cumplirla en la forma y dentro del plazo máximo que prevean los Estatutos
Sociales, aunque la decisión social de exigir su pago, bien en su totalidad o bien en pagos
fraccionados, habrá de ser comunicada a los afectados con una antelación mínima de un mes.
De la lectura de la normativa que acabamos de comentar en relación con los dividendos pasivos,
parece deducirse que solo son posibles aportaciones dinerarias, sin embargo pueden existir
también desembolsos pendientes o dividendos pasivos no dinerarios. Cuando se aplace
parcialmente el desembolso de aportaciones de esta naturaleza el plazo para su pago, no puede
exceder de cinco años desde la constitución de la sociedad si las acciones se suscriben en el
momento fundacional o desde el aumento de capital en el que se han suscrito.
Los desembolsos pendientes o dividendos pasivos constituyen una deuda del socio que no podrá
ser condonada por la sociedad porque la integridad del capital social cumple una función de
garantía de los acreedores sociales. Por ello, para asegurar el cumplimiento de la obligación de
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satisfacer su importe, la Ley prevé una serie de medidas frente a los accionistas que estén en
mora.
En el caso de que las acciones que no estén íntegramente desembolsadas sean transmitidas, el
adquirente responderá solidariamente con todos los transmitentes que le precedan y a elección
de los administradores sociales del pago de la parte no desembolsada, pudiendo el adquirente
que se vea obligado al pago, reclamar posteriormente a los adquirentes posteriores la totalidad
de lo pagado hasta llegar en último término de este modo al socio actual.
En cualquier caso,, es importante indicar que el desembolso de las aportaciones a las sociedades
de capital, siempre han de realizarse mediante entrega a la sociedad de dinero u otros bienes o
derechos susceptibles de valoración económica y que cubran el valor nominal de la acción o
participación social que cada socio suscriba o asuma no pudiendo ser objeto de aportación el
trabajo o los servicios. Esta es otra distinción importante con las sociedades personalistas en las
que si se admite este tipo de aportaciones.
No obstante, existe la posibilidad de que haya trabajos o servicios que puedan constituir el
objeto de prestaciones accesorias de los socios, que estudiaremos más adelante, pero la ley
expresamente aclara, que éstas son distintas de las aportaciones y que en ningún caso podrán
integrar el capital social.
Las aportaciones que realizan los socios salvo que se estipule de otro modo se entienden
siempre realizadas a título de propiedad, de forma que el socio aportante transmite a la sociedad
la plena titularidad del bien o derecho de que se trate. No siempre la aportación a título de
propiedad coincidirá con la aportación de la propiedad de un bien , la titularidad de derechos
reales limitados (por ejemplo un derecho usufructo o un derecho de servidumbre) o de derechos
personales frente a un tercero (por ejemplo un contrato de arrendamiento). Pero los términos
de la Ley también permiten la realización de aportaciones a título de uso cuando se aporta a la
sociedad el mero uso o goce de un bien o derecho cuya propiedad conserva el socio aportante
Estas aportaciones, cuya validez depende, como en otras, de su idoneidad para ser valoradas
económicamente vienen a instaurar un vínculo jurídico de carácter duradero como si fuera una
relación arrendaticia, entre el aportante y la sociedad, que permite a esta beneficiarse durante
un período de tiempo del uso del bien o derecho de que se trate.
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De lo expuesto hasta ahora podemos deducir que existe por tanto dos tipos de aportaciones las
aportaciones dinerarias cuando consistan en dinero y las aportaciones no dinerarias o in natura
cuando recaigan sobre cualquier otro bien o derecho distinto del dinero y susceptible de
valoración económica.
Las aportaciones dinerarias siempre deben hacerse en euros y si se realizan en otra moneda se
determinará su equivalencia en euros. Las aportaciones dinerarias deben acreditarse ante el
notario autorizante en la escritura fundacional, o en su caso, en ejecución de un aumento de
capital, bien mediante certificación expedida por la entidad de crédito en la que conste que se
ha depositado en ella y a nombre de la sociedad la cantidad a desembolsar bien entregándole
esta cantidad al propio notario para que el efectúe el depósito. El plazo de vigencia de la
certificación bancaria se fija en dos meses a contar desde su fecha de expedición de tal modo
que durante este plazo la cancelación del depósito por quien la hubiera constituido exigirá la
previa devolución de la certificación del a la entidad de crédito emisora.
Este régimen se flexibiliza para la constitución de las sociedades limitadas en las que se permite
no acreditar la realidad de las aportaciones dinerarias aunque solo cuando los fundadores
asuman en la escritura una responsabilidad solidaria frente a la sociedad y frente a los
acreedores sociales por dicha realidad.
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Así las aportaciones no dinerarias tienen un tratamiento distinto según sea sociedad anónima o
sociedad de responsabilidad limitada
En el caso de una sociedad anónima la Ley exige que las aportaciones no dinerarias, cualquiera
que sea su naturaleza e importancia económica, sean objeto de valoración por uno o varios
expertos independientes con competencia profesional que ha de ser designado por el
registrador Mercantil del domicilio social.
Los expertos, así designados por el Registro Mercantil, han de elaborar un informe que
contendrá la descripción de la aportación y su valoración, con la indicación de los criterios
seguidos para realizarla en el que habrán de expresar si esa valoración se corresponde con el
valor nominal y, en su caso, con la prima de emisión de las acciones que se emitan como
contrapartida de la aportación.
Quedan eximidas de dicha obligación de elaboración de informe, ciertas aportaciones como las
que consistan en valores mobiliarios cotizados en un mercado oficial o regulado, que se
valorarán conforme indica la propia Ley. Las aportaciones que ya hubieran sido valoradas por
un experto independiente no designado por las partes dentro de los seis meses anteriores a la
fecha de realización efectiva de la aportación y determinadas aportaciones que se verifican en
algunas operaciones de modificación estructural o de oferta pública de adquisición de acciones.
En todos estos casos, en los que no se rige el informe de un experto independiente designado
por el Registro Mercantil, los administradores de la sociedad deberán elaborar un informe
describiendo y valorando la aportación en los términos que la Ley exige.
Sin que sea una aportación no dineraria destinada a capital, la Ley de Sociedades de Capital
establece algunas cautelas para las adquisiciones de bienes, a título oneroso, realizadas por las
sociedades anónimas dentro de los dos años siguientes a la inscripción registral de la escritura
de constitución o de transformación de cualquier sociedad en este tipo social cuando le importe
de esas adquisiciones exceda de la décima parte del capital social. En estos casos, habrán de ser
valoradas por uno o varios expertos independientes, en los mismos términos ya indicados para
las aportaciones no dinerarias y su informe, junto con otro de los administradores justificando
la operación habrá de ponerse a disposición de los accionistas con la convocatoria de la Junta a
la que habrá de someterse la operación para su aprobación. Este régimen, habitualmente
conocida como fundación retardada, trata básicamente de prevenir la posible realización de
aportaciones no dinerarias encubiertas con la elusión de los mecanismos legales de control. En
todo caso se excluye de ese régimen las adquisiciones comprendidas en las operaciones
ordinarias de la sociedad, así como las que se realicen en un mercado secundario oficial o
subasta pública.
El legislador, con el fin de reducir los costes de la constitución de la sociedad, o en su caso de los
aumentos de capital que hubiere, ha optado por no recurrir a un sistema de valoración de las
aportaciones por experto independiente, para asegurar la plena cobertura patrimonial de la
porción de capital así desembolsada, alejándose así de la regulación establecida para las
sociedades anónimas.
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estos bienes, siempre con el propósito de alcanzar la integridad del capital que con ello se
desembolsa.
El régimen establecido en la ley para las sociedades de responsabilidad limitada, en cuanto a las
aportaciones no dinerarias es hacer solidariamente responsables, frente a la sociedad y los
acreedores sociales de la realidad de las aportaciones sociales y del valor que les haya atribuido
en la escritura pública, a los fundadores, a las personas que tuvieran la condición de socio en el
momento que acordasen un aumento de capital a desembolsar con esa clase de aportaciones y
a quienes adquieran alguna participación que hubiera sido desembolsada con ellas.
Así se establece un sistema para garantizar la correcta valoración de las aportaciones in natura
sobre un triple conjunto de sujetos obligándoles a un deber de diligencia en la verificación de
que esas aportaciones asegurando que las mismas llegan a ser efectivamente realizadas y de
que el valor que se les atribuye en la escritura pública queda cubierto por el valor patrimonial
de lo que se aporta. Consecuencia de este deber deriva una responsabilidad personal, no solo
en los casos en que la aportación no haya sido realizada, sino también cuando la cobertura
patrimonial del valor escriturado resulte insuficiente.
Al incluir la responsabilidad de todos los fundadores, incluidos aquellos que no han realizado
esta clase de aportaciones se reitera la obligación de prestar consentimiento al contenido de la
escritura fundacional, en el que manifiestan también su conformidad con la valoración atribuida
en ella a las aportaciones no dinerarias y con la efectividad de su realización.
Finalmente el triple cerrojo que establece el legislador para reforzar este régimen de
responsabilidad es hacer responsables solidarios también a quienes con posterioridad a la
fundación o al aumento de capital adquieran cualquier clase de participaciones que hayan sido
desembolsadas mediante aportaciones no dinerarias, por lo que sería aconsejable que quienes
pretendan adquirir las analicen previamente el valor que en su día se les atribuye y compruebe
la efectividad de su realización.
Para evitar este triple cerrojo de responsabilidad la ley da la posibilidad a los socios aportantes
de que sus aportaciones no dinerarias sean sometidas a valoración pericial conforme a lo
previsto para las sociedades anónimas. Así quedan excluidos de la responsabilidad solidaria a la
que se refiere los artículos anteriores. La literalidad de la Ley es, cuando menos insuficiente,
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toda vez que solo se refiere a los aportantes y sin embargo el régimen de responsabilidad que
acabamos de describir alcanza a fundadores socios adquirentes de participaciones e incluso
administradores. No obstante podemos entender que la cautela debe alcanzar a todos.
Al margen de las aportaciones que necesariamente han de hacer los socios en los estatutos de
las sociedades de capital se pueden establecer prestaciones accesorias o lo que es lo mismo
obligaciones a cargo de todos o algunos de los socios que son distintas de la principal de realizar
las aportaciones comprometidas por cada uno de ellos y que, por tanto, no integran el capital
social.
Como su propia denominación indica, tienen por naturaleza su carácter accesorio al tratarse de
prestaciones que solo pueden ser asumidas por los socios nunca por terceros en conexión con
la obligación esencial e inderogable de realizar una aportación al capital social.
En cuanto al contenido de las prestaciones accesorias, éste se halla abierto a una amplia gama
de posibilidades de tal modo que las prestaciones accesorias pueden consistir en todo lo que
pueda ser objeto de obligación según las normas del Código Civil es decir: dar hacer o no hacer
alguna cosa.
En cuanto a la amplitud de las prestaciones accesorias no existe ninguna limitación por razón de
su contenido o finalidad que pueden ser muy diversos (proveer financiación a la sociedad, cubrir
pérdidas, prestar asistencia técnica )o una actividad profesional pero tampoco por razón de la
modalidad de cumplimiento (instantáneo, periódico, a plazo continuado). La Ley exige
únicamente en los estatutos expresen el contenido concreto y determinado en la prestación
debida.
Las prestaciones accesorias pueden ser gratuitas o remuneradas y aunque la Ley deja amplia
libertad para configurarlas o no como relaciones jurídicas de cambio, lo normal será que los
socios pretendan obtener alguna ventaja como contraprestación a sus propias prestaciones
No existe ningún precepto en la ley que impida la transmisión de las participaciones o acciones
con prestaciones accesorias pero sí parece deducirse que siempre están ligadas la una a la otra.