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Comentario analítico
“Los convidados de agosto”
Rosario Castellanos nació en la Ciudad de México el 25 de mayo de 1925 y
después de que naciera sus padres la llevaron a Comitán, Chiapas. El mundo de
Rosario Castellanos estuvo calificado por el feminismo, reflejando en sus poesías
y ensayos la condición femenina de muchas mujeres, por lo que su vida fue como
un espejo de la vida de varias mujeres de su tiempo. Rosario Castellanos vivió en
Israel desde su nombramiento como embajadora de México en ese país, donde
destacó también como catedrática de la Universidad Hebrea de Jerusalén, hasta
su muerte, acaecida en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974. Una descarga eléctrica
acabó con su vida; sus restos, por órdenes del presidente Luis Echeverría, serían
sepultados en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en la Ciudad de México.
Los convidados de Agosto (1964), su segundo libro de relatos recrea los prejuicios
de la clase media provinciana de su estado natal.
Nos relata la historia de Emelina, una mujer de 35 años que lucha contra la idea
de estar sola por toda su vida. La cual ya es considerada una solterona por la
población y teme tener el mismo fin que su hermana, Ester. El día de la
celebración de Santo Domingo de Guzmán, la gente festeja y las solteras
acostumbran a salir a buscar con quien casarse, dejar Comitán y realizarse como
mujeres. Emelina conoce una alternativa para salir de la vida de soltera, sin
embargo, sus planes se vieron arruinados por el comportamiento machista, de su
hermano y el amigo de su hermano.
El tiempo narrativo dentro del cuento esta combinado en un mundo real y el
mundo de los sueños de Emelina, pero se diferencia claramente lo que está
ocurriendo, los verbos están conjugados en copretérito y antecopretérito. Por
ejemplo:
“Las imágenes que cruzaban la mente de Emelina eran confusas. Se veía en San
Cristóbal, en un sórdido cuarto de hotel donde en alguna ocasión se había alojado
con su hermana, en el viaje memorable (por único) que ambas emprendieron a la
ciudad vecina. Recordaba los pisos de madera, rechinantes y no muy seguros;
[…] Sin embargo, la habitación aparecía transfigurada en el sueño de Emelina.
Por lo pronto —¡qué alivio! — estaba sola. No, sola precisamente no. Faltaba
Ester pero sentía la respiración de alguien allí. Alguien cuyo rostro no alcanzaba a
distinguir […]. Era un hombre.”
El narrador esta siempre metido en el personaje de Emelina y siempre está de
acuerdo con ella, como se muestra en este párrafo:
Valdovinos González Luisa Fernanda. 274A. TLRIID.
“Emelina depositó con cuidado la taza sobre el plato. Recordaba, con una especie
de resentimiento, la feria anterior. No es que los toreros fueran buenos ni malos.
Es que no habían sido toreros sino toreras. ¡Habrase visto! Los hombres estaban
encantados, naturalmente, con el vuelo que se dieron. Pero ¿y las muchachas?
Había sido una decepción, una burla. ¡Cuántas, repasó Emelina mientras se
limpiaba con cuidado las comisuras de la boca, cuántas esperaron esta
oportunidad anual para quitarse de encima el peso de una soltería que se iba
convirtiendo en irremediable! […].”