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Guía N° 10

Profesora: Andrea María Fiorentino. (fiorentinoam@yahoo.com.ar)

Espacio curricular: Catequesis.

Tema: El Credo, el resumen de nuestra Fe. (Primera parte).

Tiempo de presentación: 28 de septiembre.


CREO EN DIOS

199 "Creo en Dios": Esta primera afirmación de la Profesión de fe es también la más


fundamental. Todo el Símbolo habla de Dios, y si habla también del hombre y del
mundo, lo hace por relación a Dios. Todos los artículos del Credo dependen del
primero, así como los mandamientos son explicitaciones del primero. Los demás
artículos nos hacen conocer mejor a Dios tal como se reveló progresivamente a los
hombres. Con razón los fieles confiesan que los más importante de todo es creer en
Dios" (Catecismo Romano, 1,2,2).

I «Creo en un solo Dios»

200 con estas palabras comienza el Símbolo Niceno-Constantinopolitano. La


confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la Revelación Divina en
la Antigua Alianza, es inseparable de la confesión de la existencia de Dios y
asimismo también fundamental. Dios es Único: no hay más que un solo Dios:
"La fe cristiana cree y confiesa que hay un solo Dios [...] por naturaleza, por
substancia y por esencia (Catecismo Romano, 1,2,2).

201 a Israel, su elegido, Dios se reveló como el Único: "Escucha Israel: el


Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Dt 6,4-5). Por los profetas,
Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a Él, el Único: "Volveos a
mí y seréis salvados, confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe
ningún otro [...] ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará diciendo:
¡Sólo en Dios hay victoria y fuerza!" (Is 45,22-24; cf. Flp 2,10-11).

202 Jesús mismo confirma que Dios es "el único Señor" y que es preciso
amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las
fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja al mismo tiempo entender que Él mismo es
"el Señor" (cf. Mc 12,35-37). Confesar que "Jesús es Señor" es lo propio de la
fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Único. Creer en el Espíritu
Santo, "que es Señor y dador de vida", no introduce ninguna división en el
Dios único:

«Creemos firmemente y confesamos que hay un solo verdadero Dios, inmenso


e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Espíritu
Santo: Tres Personas, pero una sola esencia, substancia

JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA


DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"
EL HIJO DE DIOS SE HIZO HOMBRE

I. Por qué el Verbo se hizo carne


456 con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: "Por
nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre" (DS 150).

457 el Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos
amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4,
10). "El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1 Jn 4, 14). "Él
se manifestó para quitar los pecados" (1 Jn 3, 5):

«Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida;


muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario
que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara
la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro;
esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No
merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra
naturaleza humana para visitarla, ya que la humanidad se encontraba en un
estado tan miserable y tan desgraciado?» (San Gregorio de Nisa)

458 el Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios:
"En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo
a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1 Jn 4, 9). "Porque tanto
amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).

459 el Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí ... "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la
Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el
monte de la Transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7; cf. Dt 6, 4-5). Él
es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la Ley nueva:
"Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor
tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).

460 el Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2


P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo
de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el
Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (San
Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo
hombre para hacernos Dios" (San Atanasio de Alejandría, De Incarnatione,
54, 3: PG 25, 192B). Unigenitus ("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo
hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que,
habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de
Aquino.

II. La Encarnación
461 volviendo a tomar la frase de san Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14),
la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido
una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un
himno citado por san Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:

«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que
se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a
los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2, 5-8; cf. Liturgia de las
Horas, Cántico de las Primeras Vísperas de Domingos).

462 la carta a los hebreos habla del mismo misterio:

«Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y


oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el
pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo [...] a hacer, oh
Dios, tu voluntad!» (Hb 10, 5-7; Sal 40, 7-9 [LXX]).

463 la fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de


la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que
confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1 Jn 4, 2). Esa es la alegre
convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio
de la piedad": "Él ha sido manifestado en la carne" (1 Tm 3, 16).

CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

683 "Nadie puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo"
(1 Co 12, 3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que
clama ¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en
el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario
primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. Él es quien nos precede
y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la
fe, la vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos
comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia:

El Bautismo «nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio
de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de
Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al
Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no
es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre,
porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de
Dios se logra por el Espíritu Santo» (San Irineo)
684 el Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y
nos inicia en la vida nueva que es: "que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo" (Jn 17, 3). No obstante, es el "último"
en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad. San Gregorio
Nacianceno, "el Teólogo", explica esta progresión por medio de la pedagogía
de la "condescendencia" divina:

«El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más


obscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la
divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre
nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era
prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar
abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida,
añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una
expresión un poco atrevida ... Así por avances y progresos "de gloria en
gloria", es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más
espléndidos» (San Gregorio Nacianceno)

685 creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu Santo es
una de las personas de la Santísima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y
al Hijo, "que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria"
(Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150). Por eso se ha hablado del
misterio divino del Espíritu Santo en la "teología trinitaria", en tanto que aquí
no se tratará del Espíritu Santo sino en la "Economía" divina.

686 el Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del
designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los "últimos
tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, cuando el
Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como
persona. Entonces, este designio divino, que se consuma en Cristo,
"Primogénito" y Cabeza de la nueva creación, se realiza en la humanidad por
el Espíritu que nos es dado: la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de
los pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna.

Luego de leer esta primera parte del Credo, realiza una síntesis sobre el
credo en cuanto creer en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Celebración: 12 de setiembre
El evangelista San Lucas revela el nombre de la doncella que va a ser la
Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido del
hebreo "Miriam", significa Doncella, Señora, Princesa.

Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris
Stella. El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras
de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con
"mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África
que produce incienso y perfume (Jesús Marí Ballester).

En el libro "Mes de María" del Padre Eliecer Salesman, se explica que

María en el idioma popular significa: "La Iluminadora". (S. Jerónimo M


1.23.780). En el idioma arameo significa: "Señora" o "Princesa" (Bover). El
significado científico de María en el idioma hebreo es: "Hermosa"

En el idioma egipcio que fue donde primero se utilizó este nombre significa:
"La preferida de Yahvé Dios". (Éxodo 15, 20). Mar o en egipcio significaba la
más preferida de las hijas. Y "Ya" o "Yan", significaba: El Dios verdadero -
Yahvé-. Así que MAR-YA o MYR-YAM en egipcio significaría: "La Hija
preferida de Dios" (Zorell).

También es importante destacar que, en 1683, el Papa Inocencio XI declaró


oficial una fiesta que se realizaba en el centro de España durante muchos
años y que es la del "Dulce nombre de María".

Se cuenta que la primera diócesis que celebró oficialmente la fiesta fue la


de Cuenca. Pero, la onomástica del "Dulce nombre de María" tiene fecha
propia, y es la del 12 de septiembre. Es bueno que sepas que hay muchas
"Marías" que celebran su fiesta durante este día y no el 15 de agosto.

Oración final: Padre bueno, que por amor a nosotros hiciste bien
todas las cosas y enviaste a tu Único Hijo para que salvados de todo
mal viviéramos en unión contigo, envía tu Espíritu Santo, Señor y
dador de vida para que tengamos vida en abundancia y aceptemos
en nuestras vidas tu voluntad a semejanza de María nuestra Madre
Celestial. Amén.

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