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LA GLOBALIZACIÓN: ¿UN AVANCE O UNA DESVENTAJA?

La globalización, proceso de naturaleza política, económica y, por encima de todo,


cultural, en la que los Estados nacionales han perdido un gran peso y los internacionales
han multiplicado su importancia, es el movimiento mundial que abandera el siglo XXI.
Esto, sin duda, ha cambiado la vida de prácticamente todas las personas del mundo.

La llegada del internet y el uso universal del mismo, así como de otras aplicaciones
tecnológicas o de la modernización de los medios de transporte, son considerados, ya no
como una ayuda para poder hacer algo de manera más rápida, sino como una especie de
mundo, ya que gran parte de los usuarios de estos instrumentos tecnológicos no conciben su
vida sin ellos, ya sea por necesidad, como la de usar el transporte para ir al trabajo, o por
pura diversión, como un videojuego.
Entonces, si es imposible deshacerse de todos los productos que ha traído consigo la
globalización, además de que nos hacen la vida más cómoda, debemos suponer que es
porque son algo bueno, ¿no?
Bien, muchas personas aseguran que la globalización es magnífica, que una persona
de Berlín pueda estar en permanente contacto con alguien en Pekín, o que estemos solo a
unos pocos clics de poder viajar de manera virtual hasta Hawaii, eso algo maravilloso. Pero
como todas las cosas, no todo es de color de rosa, y es que la globalización esconde un lado
oscuro. La realidad es que, detrás de todas esas ayudas que nos ofrecen las redes, todos los
puntos y ciudades del mundo que están virtualmente conectadas están autodestruyendo su
sello de identidad sin que se den cuenta: ¿acaso en España no hay ningún festejo mejor, que
tenemos que importar celebraciones como Halloween? Y, ¿por qué recibimos regalos una
mañana del 25 de diciembre en lugar de la del 6 de enero? Y con esto no queremos dar la
impresión de que estamos en contra de la cultura estadounidense, ni de cualquier otra, sino
que pretendemos concienciar de que no debemos olvidar que cada país tiene sus fiestas
propias, y está bien compartir las celebraciones de otras naciones, pero sin olvidarnos de las
nuestras propias.
Y ya no es solo la fusión de varias culturas, que al fin y al cabo, desemboca en una
nueva, sino que lo que está ocurriendo es que los países están perdiendo su cultura propia y
han sido sustituidas por una especie de cultura gigante, que es una mala síntesis de las
grandes potencias económicas como China y Estados Unidos, y un claro ejemplo de ello es
lo mencionado anteriormente.
Por otro lado, la globalización ayuda a muchas personas a no sentirse solas, con
amigos en la red o videojuegos, pero, ¿qué pasa con las personas de países
subdesarrollados, que no tienen ningún acceso a Internet, acaso dejan de existir para el resto
del mundo? Al parecer sí.
También hay un tema que merece mención aparte, y es el mal uso de las redes, que,
en lugar de ser aprovechadas para hacer amigos nuevos o cosas por el estilo, son utilizadas
para insultar y acosar a otros.

En nuestra opinión, la globalización puede verse desde dos posturas muy diferentes,
y, dependiendo de la que se postule, la opinión acerca de ello variará.
Si pensamos en la globalización como el conjunto de avances que nos hacen la vida
más sencilla, y todo ello suponiendo que se haga siempre un uso correcto de los mismos,
nos parecerá que, sin lugar a dudas, es uno de los mayores beneficios que ha obtenido la
sociedad; no obstante, si vemos la globalización como el causante de problemas como la
pérdida de culturas propias que enriquecían a la sociedad, como el aislamiento a aquel
conjunto de individuos que no tienen acceso a las redes, o como el uso de estas para fines
inadecuados, estaríamos hablando casi de una arma de destrucción creada por la sociedad,
que repercutirá única y exclusivamente en ella.
Pero como no es posible desglosar la globalización en estas dos partes, sino que se
trata de un bloque único, con sus pros y sus contras, podríamos decir que no se trata de un
mal invento, siempre y cuando su uso no sea masivo, para que así no llegué a acabar con
todas aquellas culturas que, a día de hoy, muchos seguimos apreciando.

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