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El lenguaje es una de las capacidades humanas que permiten crear un universo de

significados. El lenguaje es lo que ha marcado el curso evolutivo de la especie humana,


gracias a la creación y socialización de significados. Por medio de una acción intersubjetiva
(intercambio de significados subjetivos) el ser humano participa en contextos sociales
propiciando un universo cultural. De esta forma, por medio del lenguaje se puede crear,
buscar, interpretar, transformar, construir, establecer y expresar. Se puede afirmar entonces,
que estudiar el lenguaje es estudiar la evolución de la especie humana.

El lenguaje se constituye en una capacidad esencial del ser humano, la cual se caracteriza por
poseer un doble valor: uno, subjetivo (individual), y otro, social. Además de este doble valor,
el lenguaje posee diferentes manifestaciones clasificadas en verbales y no verbales. El
lenguaje verbal abarca las diferentes lenguas que existen y sus reglas lingüísticas. El lenguaje
no verbal se refiere al lenguaje corporal; los aspectos proxémicos, prosódicos, kinésicos, y los
sistemas simbólicos creados por las comunidades humanas para conformar sentidos y para
comunicarnos: la música, la escritura, la pintura, la escultura, etc.

Dentro de las distintas manifestaciones de la actividad lingüística (sean de naturaleza verbal o


no verbal), se dan dos procesos: la producción y la comprensión. La producción hace
referencia al proceso por medio del cual el individuo genera significado, con el fin de
expresar su mundo interior, transmitir información y/o interactuar con los otros. Entre tanto,
la comprensión tiene que ver con la búsqueda y reconstrucción del significado y sentido que
implica cualquier manifestación lingüística. Estos dos procesos –comprensión y producción–
suponen la presencia de actividades cognitivas básicas como la abstracción, el análisis, la
síntesis, la inferencia, la inducción, la deducción, la comparación, la asociación.

Como bien se ha mencionado, cada individuo posee una capacidad lingüística lo


suficientemente flexible como para poder desarrollarse socialmente. De esta forma, la meta
de los formadores del lenguaje consiste en contribuir al enriquecimiento del lenguaje de sus
estudiantes en seis dimensiones: (1) la comunicación, (2) la transmisión de la información,
(3) la representación de la realidad, (4) la expresión de los sentimientos y las potencialidades
estéticas, (5) el ejercicio de una ciudadanía responsable y (6) el sentido de la propia
existencia.

Formar en lenguaje para la comunicación es ayudar a la formación de un individuo capaz de


ubicarse claramente en el contexto de interacción en el que se encuentra y estar en capacidad
de identificar en éste los códigos lingüísticos que se usan, las características de los
participantes en el evento comunicativo, el propósito que los orienta y, en conformidad con
ello, interactuar. La transmisión de la información consiste en comprender sistemas como la
lengua, la pintura, el cine, la literatura, la matemática, etc., y como le brindan al individuo la
opción de transmitir informaciones (conceptos, datos, cifras, concepciones ideológicas,
hipótesis, teorías…) acerca de la realidad, natural o cultural, sea perceptible o no. Siguiendo
esta línea, la representación de la realidad se refiere a crear las condiciones que le permitan a
los individuos desarrollar su capacidad de organizar y estructurar, de forma conceptual, su
experiencia y, en consecuencia, elaborar complejas representaciones de la realidad para
utilizarlas y transformarlas cuando así lo requieran. En cuanto a la expresión de los
sentimientos y las potencialidades estéticas, se habla de diversas manifestaciones del lenguaje
que le brindan al individuo la posibilidad de comprender y expresar sus sentimientos más
personales, en modalidades como el diario íntimo, la literatura, la pintura, la música, la
caricatura, el cine, la escultura... etc. Por medio de las anteriores dimensiones, utilizando la
expresión y la comunicación, el ejercicio de una ciudadanía responsable subyace en la
capacidad de emplear el lenguaje para construir nuevos acuerdos, a partir de dar a todos los
involucrados en la actividad comunicativa la posibilidad de expresar sus opiniones, sus
posturas, sus argumentos. De esta forma, el sentido de la propia existencia consiste en tomar
en cuenta el doble valor del lenguaje (individual y social) para formar individuos autónomos,
capaces de pensar, construir, interpretar y transformar su entorno, haciendo valer su condición
de seres humanos únicos y diferenciados, aunque iguales a los demás en derechos,
responsabilidades y potencialidades.

¿De qué forma, entonces, se pueden trabajar estas dimensiones para la formación del
lenguaje? Tomando como referencia la concepción de lenguaje y las metas señaladas para su
formación, se han definido los siguientes tres campos fundamentales en la formación en
lenguaje para la Educación Básica y Media: una pedagogía de la lengua castellana, una
pedagogía de la literatura y una pedagogía de otros sistemas simbólicos.
La pedagogía de la lengua castellana: Consiste en tener en cuenta el contexto de
comunicación en el que se encuentran los sujetos. ¿Cuál es el acervo de los estudiantes? ¿qué
palabras usan? Se debe tener en cuenta: a) las necesidades cognitivas del estudiante; b) el
estudio de la gramática desde las exigencias que plantee la construcción de discurso y, c) los
aportes que la gramática ofrece para la concreción de los procesos de significación y de
comunicación.

La pedagogía de la literatura: Al mismo tiempo que se busca el desarrollo del gusto por la
lectura, se apunta a que se llegue a leer entre líneas, a ver más allá de lo evidente, la
capacidad de formular juicios sustentados acerca de los textos, esto es, interpretarlos y
valorarlos en su verdadera dimensión para poder así reinterpretar el mundo y, de paso,
construir sentidos transformadores de todas las realidades abordadas.
La pedagogía de otros sistemas simbólicos: Estos sistemas tienen que ver con lo verbal
(lengua castellana, para este caso) y lo no verbal (los aspectos proxémicos, prosódicos,
kinésicos, además del cine, video, radio comunitaria, grafiti, música, pintura, escultura,
arquitectura, entre muchas otras opciones). Estos aspectos se deben abordar puesto que se
emplean y forman parte de las representaciones y procesos comunicativos.
En síntesis, los Estándares Básicos de Competencias en Lenguaje hacen énfasis en la ética de
la comunicación como un factor transversal, de lo cual se infiere una propuesta didáctica
orientada a la formación de sujetos participativos, críticos y constructores de cualquier tipo de
conocimiento. Los estándares propuestos tienen como propósito desarrollar (1) procesos de
construcción de sistemas de significación; (2) procesos de interpretación y producción de
textos; (3) procesos culturales y estéticos asociados al lenguaje: el papel de la literatura; (4)
principios de interacción y procesos culturales implicados en la ética de la comunicación y
(5) procesos de desarrollo del pensamiento.

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