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Gregorio Hernández, conocido en Venezuela como ‘el médico de los pobres’, “que todo me
saliera bien”.
A la semana de la operación, “él vino, era él. Él vino como un doctor con dos ayudantes y
me abrió la operación. Me dijo que todo estaba bien, que no me preocupara”, contó Alcalá.
“Desde entonces no he sentido dolor. Estoy muy bien”, dijo la peruana, que vivió en
Venezuela por más de 40 años y que después emigró a Estados Unidos con su esposo,
Isidoro Ureta, también peruano.
“Ella tiene un solo riñón”, dijo Ureta y agregó que la buena salud de su esposa y de muchas
otras personas han hecho crecer la devoción de José Gregorio, de quien conocieron cuando
asistían a la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, en Caracas, donde reposan sus
restos.
“Sé que él era médico, que atendía a los pobres. Cuando falleció fue cuando empezó hacer
milagros”, dijo Alcalá, después de escuchar al Cardenal Baltazar Porras, Administrador
Apostólico de Caracas y Arzobispo de Mérida, en Venezuela, hablar sobre el beato José
Gregorio, el 1 de mayo, en la parroquia Our Lady of Guadalupe, en Doral.
“No hay otro evento que nos una a todos los venezolanos que José Gregorio Hernández”,
dijo el Cardenal Porras al empezar su charla frente a la comunidad de venezolanos más
grande de Estados Unidos. Horas antes había visitado la parroquia St. Katharine Drexel, en
Weston, al norte de Miami, donde también se congrega otra comunidad grande de
venezolanos. Después de la charla, el cardenal presidió la Misa y saludó a sus compatriotas.
Imagen en mosaico del beato José Gregorio Hernández que se encuentra en la parroquia
Our Lady of Guadalupe, en Doral.
Miami fue la última parada de una visita de 10 días por varias ciudades de Estados Unidos
que incluyeron New York, Washington D.C. y Boston, donde celebró Misas, se reunió con
organizaciones religiosas, empresarios y comunidades venezolanas y llevó como
peregrinante una reliquia de primer grado de José Gregorio, declarado beato por el Papa
Francisco hace solo un año. La reliquia es una falange de uno de sus dedos que se quedará
en la catedral de Caracas. “Pero hemos dejado en las ciudades que hemos visitado también
reliquias auténticas”, señaló el Cardenal Porras.
También han repartido entre los fieles una estampita con la imagen del beato y una reliquia
de segundo grado, que es un pequeño trozo de tela que cubre el féretro donde están sus
restos.
El viaje fue para estrechar lazos con la Iglesia católica en Estados Unidos y con las
comunidades venezolanas en este país, y “dar a conocer nuestros proyectos y programas a
la comunidad, sobre todo a los empresarios venezolanos que están aquí en los Estados
Unidos”, dijo Carlota Blanco, gerente de la oficina de sostenibilidad de la Arquidiócesis de
Caracas, quien fue parte de la comitiva de viaje junto con otros sacerdotes venezolanos.
El Cardenal Porras señaló que el primer motivo de esta visita, “es la canonización del
santo”. Para ello se reunió con el Arzobispo Thomas Wenski, el 2 de mayo, para hablar
sobre la verificación del segundo milagro del beato en camino a su canonización.
“No basta con ser santo, hay que hacerlo santo”, dijo el Cardenal Porras y agregó que se
trata de un laico, un pionero de la medicina, cuya devoción “no es para admirarlo, sino para
imitarlo”.
“En este momento tenemos tres solicitudes, dos en Venezuela y una acá en Miami, de una
curación de un hombre que estaba prácticamente desahuciado y que hoy en día anda
brincando y contento”, dijo el cardenal.
Los dos médicos que han tratado a esta persona, uno hindú y el otro musulmán, “han dicho
que no se encuentra explicación de la ciencia de la curación de este hombre”, indicó el
cardenal. Además, dijo que él paciente no conocía a José Gregorio, pero la gente que estaba
a su alrededor se encomendó al beato y cuando ya lo habían prácticamente desahuciado,
pudo recobrar la salud.
“Lo que se quiere es fundamentar todo esto para presentarlo ante la Congregación para las
Causas de los Santos para el estudio, tanto de la comisión médica como de la comisión
teológica, porque hacen falta dos cosas; no solo la parte que tiene que ver con la curación,
sino también la otra parte que es la oración de intercesión. Es decir, quiénes, cómo y en qué
momento ha sido ese testimonio de solicitud de la salud de una persona por intercesión del
beato”, explicó el cardenal.
Los otros dos casos están en estudio. Según la disposición canónica, no se pueden estudiar
los milagros a la vez, hay que estudiar uno por uno.
El P. Barracchini fue parte de la comisión del viaje por Estados Unidos, pero antes de llegar
a Miami tuvo que regresar a Caracas al cumplirse, el 30 de abril, un año de la beatificación.
LA SITUACIÓN DE VENEZUELA
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, hasta septiembre del 2021 se
reporta más de seis millones de venezolanos fuera de su país. La mayoría ha emigrado a
países de América Latina y a Estados Unidos.
En medio de todo esto, dijo el cardenal, “creo que lo primero, lo más importante, es que
esto es el problema de los venezolanos y lo tenemos que resolver los venezolanos. Pero
indudablemente hace falta el apoyo internacional. Como señala el Papa Francisco, con cara
de velorio, con cara de cementerio estamos derrotados. No se puede decir, de esta situación
no podemos salir”, indicó.
«Ha faltado siempre la voluntad real por parte del régimen de no solamente conversar, sino
de entrar en un entendimiento y esto hace que en buena parte de la población, hablar de
diálogo en Venezuela es casi una mala palabra», reconoce.
No obstante, subraya que «cuando hay un conflicto cualquiera, uno tiene que buscar cómo
solucionarlo y solucionarlo racionalmente».
A su juicio, no puede ser a través de las armas ni a través de la violencia. «Hay que tener la
suficiente creatividad para buscar y forjar (un diálogo) e indudablemente que haya en las partes un
deseo real de llegar a algún entendimiento», subraya. Esa postura de la Iglesia, que «es de siempre,
no de ahora», se aplica también al conflicto de Rusia y Ucrania.
«En la vida todos los conflictos se arreglan no eliminando una de las partes, sino encontrando
qué puntos en común tienen y por encima de todo el respeto a la dignidad de la persona»,
asevera.
Cuando se le pregunta si el Gobierno de Nicolás Maduro ha dado alguna señal de que esté dispuesto
a hacer concesiones en esas cuestiones que atañen a la dignidad humana, el cardenal Porras dice que
no.
«Digamos a mucho decir que lo único que se busca es el levantamiento de las sanciones, pero
no pasa nada con todo lo que tiene que ver con las libertades y todo lo que tiene que ver con la
independencia de los poderes, principalmente el Poder Judicial y el Poder Electoral«, agrega.
Aunque subraya a continuación que «uno no habla con quien quiere, sino con quien le toca» y
llama a ambas partes a «buscar caminos y abrir cauces» para lograr entendimientos. Debe
haber concesiones de ambas partes, agrega.
«Indudablemente que se han hecho una serie de inversiones, pero no tienen el verdadero sentido
social de que esa riqueza llegue a muchos, sino que llega pues a muy pocos», asegura convencido
de que «dentro de este esquema económico político difícilmente puede haber una mayor igualdad y
participación de toda la población». A esa brecha cada vez más grande entre un 90 % de la
población que no llega a cubrir sus necesidades básicas y los que sí poseen recursos, se suma -dice
Porras- la falta de avances en el campo «de los derechos humanos, de los presos políticos, de evitar
la represión y la tortura o de abrir cauces para un poder judicial más equitativo o un poder electoral
más equitativo».