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Escuela de Oracion. Nivel 4
Escuela de Oracion. Nivel 4
Sobre el Autor: Fernando Alexis Jiménez y Lucero González sirven como
pastores en la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera Colombiana. Su enfoque ministerial
es interdenominacional, razón por la cual han participado en eventos de diverso orden
impartiendo la Palabra de Dios. Fernando Alexis es periodista, profesión que ha ejercido
por más de treinta años en radio y prensa de su país. Cursó su formación eclesial en el
Seminario Bíblico Alianza de Colombia, en donde recibió la Licenciatura en Teología. Ha
realizado otros estudios, a nivel superior, relacionados con la Comunicación Social y
Ciencias Religiosas.
© 2015 mensajerodelapalabra.com — Derechos Reservados.
producido por Carlos Mason.
Escrito por Fernando Alexis Jiménez
Escuela De Oración
Nivel 4
Tabla de Contenido
Pídale a Dios, y los milagros ocurrirán (Introducción – Nivel 4)
Si persevera en oración, los milagros ocurrirán (Lección 1 – Nivel 4)
El tiempo de los milagros no ha terminado (Lección 2 – Nivel 4)
¿En quién hemos creído? En un Dios de milagros (Lección 3 – Nivel 4)
Una ruta sencilla de oración para que los milagros ocurran (Lección 4 – Nivel 4)
Si oramos, Dios nos escucha y responde con poder (Lección 5 – Nivel 4)
De una fe simple a una vida de milagros poderosos (Lección 6 – Nivel 4)
No lo dudes… ¡Jesucristo te sana! (Lección 7 – Nivel 4)
Si usted se atreve a creer y orar, Dios hace su parte… (Lección 8 – Nivel 4)
Dios responderá a sus oraciones (Lección 9 – Nivel 4)
Hay poder en el Nombre de Jesús (Lección 10 – Nivel 4)
¿De dónde proviene el verdadero poder? (Lección 11 – Nivel 4)
Que su fe en Dios crezca cada día (Lección 12 – Nivel 4)
Permita que Dios tome el control de su embarcación (Conclusión – Nivel 4)
Pídale a Dios, y los milagros ocurrirán
(Introducción – Nivel 4)
—Personalmente no albergo muchas esperanzas— le dijo uno de los especialistas —. Un
golpe en su cabeza fue muy fuerte. Esperamos un desenlace que no puede ser el mejor
—.
En medio de su desesperación, Jorge Alfredo pidió oración en la congregación a la que
asistía. Razonaba: “Solamente Dios puede ayudarme en estos momentos de crisis”.
Él y sus familiares persistieron en el clamor. No se dejaron amilanar por las
circunstancias. ¡Dios respondió! La madre salió del peligro y, aún cuando todavía se
encuentra muy delicada y en recuperación, saben que pronto la tendrán de nuevo en
casa.
Así es su Reino: se manifiesta con poder entre aquellos que claman en su presencia; en
quienes han depositado toda su confianza en Él.
Los milagros deben ser reales en su vida
¿Ha pensado que en la vida del cristiano deben ocurrir milagros? Es algo inherente a
nuestro desenvolvimiento como siervos de Jesucristo. Si hemos creído en un Dios de
poder, ¡acaso no debemos recibir esos milagros de Él? Es tiempo de que hagamos un
alto en el camino. Nuestra existencia debe estar rodeada por hechos que rebasen toda
lógica y hagan posible lo imposible.
En cierta ocasión el Señor Jesús fue claro al advertir que entrar en el Reino de Dios
implicaba renuncia y sometimiento a la voluntad divina. Él dijo: “ —Hijos, ¡qué
difícil es entrar en el reino de Dios!” (Marcos 10:23. Versión Popular). Los
presentes le preguntaron ¿Cómo entonces sería posible?. “Jesús los miró y les contestó:
“ —Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo
es posible— “ (Marcos 10:27. Versión Popular).
¿Cómo llegar a esa dimensión en la que se producen los milagros? De una manera
sencilla pero que, humanamente es compleja dado nuestro orgullo: abriéndole el
corazón a Aquél que todo lo puede. En todo el proceso, la oración es clave. Es necesario,
además, que sea el Señor quien tenga dominio pleno de nuestro ser. Es así de simple.
Si lo hacemos, las posibilidades que se abren son enormes porque el Señor Jesucristo
dijo: “ —Tengan fe en Dios. Pues les aseguro que si alguien le dice a este
cerro: ¡Quítate de ahí y arrójate al mar!” y no lo hace con dudas, sino
creyendo que ha de suceder lo que dice, entonces sucederá. Por eso digo
que todo lo que ustedes pidan en oración, crean que ya lo han conseguido,
y lo recibirán.” (Marcos 11:2224. Versión Popular).
Lea nuevamente el texto. Aplíquelo a su vida. Compruebe que encierra una enseñanza
que podrá revolucionar su existencia. Habla de milagros, es decir, de hechos que no
tienen cabida en nuestra lógica humana pero que forman parte del obrar maravilloso de
nuestro Supremo Hacedor.
¡Nada es imposible para Él! Ese problema que enfrenta y que le ha llevado a pensar que
todo está perdido, que no hay esperanza, que lo mejor es renunciar, tiene solución si
vuelve la mirada a Dios. Los milagros ocurrirán. ¿Qué pasos seguir?
Como lo enseñó el Señor Jesús, el primer paso es ir al Padre en oración; el segundo,
dejar de lado toda sombra de duda y, el tercero, esperar bajo el convencimiento de que
aquello que hemos pedido— ese milagro que está necesitando— ocurrirá. ¡Créale a Aquél
que creó el universo entero!
Los milagros rompen toda lógica
Isabel perdió la cuenta de los días que pasó buscando empleo. Cada mañana salía con
entusiasmo a llevar su currículo a las oficinas que, el día anterior y en la sección de
clasificados del diario, había leído que necesitaban una asistente.
Unas veces encontró un rostro amable tras el escritorio, que le sonrió y dijo: “Deje sus
documentos, ya le llamaremos”; en otras ocasiones era el gesto impasible de quien
considera que ofrecer un empleo es tanto como hacer un favor de misericordia y se
limitaban a poner los papeles en un arrume de hojas de vida. Otras personas
simplemente le dijeron: “Déjelos ahí...” , sin siquiera levantar los ojos.
En todo este tiempo estuvo volcada a Dios en oración. Le pedía gracia para encontrar el
cargo indicado en el lugar más conveniente.
Pasadas algunas semanas y cuando consideraba que su documentación, si la reuniera
toda, cabría en una habitación, recibió una llamada telefónica. Sinceramente no la
esperaba. Pensaba que nadie respondería a su solicitud. Del lugar desde donde se
comunicaban, requerían que se presentara a primera hora del día siguiente. En el curso
de la semana recibió otras tres llamadas, pero ya tenía un empleo...
¿Quién le ayudó? El Señor Jesucristo, sin duda. Así lo compartió en la congregación ante
la asamblea de creyentes. Era su testimonio de victoria fruto de confiar en Dios. El
respondió a sus oraciones cuando muchos decían a su alrededor: “No pierdas tiempo, no
hay trabajo para nadie en esta ciudad”.
Dios cambia las circunstancias
En cierta ocasión y mientras estaba a las afueras de Betsaida con sus discípulos, el Señor
Jesús fue rodeado de por lo menos cinco mil personas que deseaban escuchar sus
enseñanzas. El les habló del Reino de Dios. Al atardecer, los apóstoles le preguntaron
qué hacer en tal situación si no había provisión para alimentar a tantas personas.
“Pero Jesús les dijo: Denles ustedes de comer. Había como cinco mil
hombres. Pero Jesús les dijo a sus seguidores: Díganles que se sienten en
grupos de más o menos cincuenta. Jesús tomó los cinco panes y los dos
pescados,. Miró hacia el cielo y dio gracias por la comida. Partió los panes
y los peces y se los dio a sus seguidores para que los repartieran a la gente.
Todos comieron y quedaron satisfechos. Con las sobras se llenaron doce
canastas” (Lucas 9:1017).
¿Se da cuenta? El Dios en Quien hemos creído no tiene una perspectiva limitada como
usted o yo. Para los discípulos, aquella era una multitud que no podría ser alimentada
con lo poco que tenían a mano. Para el Señor, era posible.
Todo es posible para Aquél que todo lo puede. Jesús clamó al Padre y la lógica humana
quedó echada por tierra.
Igual en el caso de Isabel. Las personas a su alrededor tenían una visión derrotista y
quisieron llenarla de escepticismo o quizá de temor aduciendo recesión económica que,
de entrada, cerraba cualquier posibilidad de trabajo o si lo hubiese, que tuviera buena
remuneración. Sin embargo el Señor hizo posible lo imposible.
Es probable que usted enfrenta una situación difícil para la que, humanamente, no hay
solución. Pero si usted va a El en procura de un milagro, sin duda lo hará.
Es necesario creer, y creer implica desechar toda sombra de duda. Es actuar, por encima
de lo que piensen los demás. El Dios nuestro es un Dios de poder. Vaya ahora a El en
oración. No tema, no desmaye, no renuncie a la posibilidad de ver un hecho portentoso
en su existencia. Es hora de hacerlo. Hoy es el día para comenzar a clamar.
Hoy iniciamos el Nivel IV de la Escuela de Oración. Un tiempo en el que, con
fundamento en las Escrituras, estudiaremos el obrar poderoso de Dios a través de
nuestras vidas con milagros que rompen toda lógica, y de qué manera la fe constituye el
común denominador de aquellos que se mueven en la dimensión sobrenatural...
¡Bienvenidos! Su vida será transformada al ver que aquello humanamente imposible
se hace posiblecuando nuestro amado Padre obra en nuestra existencia.
Si persevera en oración, los milagros ocurrirán
(Lección 1 – Nivel 4)
Estaba junto a una enorme barra que separaba el espacio del público de la estancia
donde se movía acuciosamente con sus ayudantes. Un afiche de vivos colores junto a la
máquina registradora invitaba a poner la mirada en Jesucristo. Se percató de que estaba
leyendo el texto.
—Lo coloqué allí porque es un instrumento eficaz para que los visitantes conozcan a
Cristo— dijo a manera de explicación. Sonrió. Retomó el tema —: Verá, yo pienso cerrar
el establecimiento. Quizá abra un expendio de licores —.
—Pero eres cristiano...— le recordé para llevarle a comprender que era incoherente
profesar fe en el Señor Jesús y vender bebidas y cigarrillos —.
—Lo comprendo, Fernando, pero es lo único que tiene asegurada su comercialización—
objetó.
Estuvimos hablando por espacio de media hora. Gracias a Dios entró en razón. Decidió
proseguir unas semanas más. –Tal como me aconseja, voy a perseverar —, anotó.
El comienzo no fue fácil. Hoy tiene un negocio próspero. Hace dos días cuando
hablamos nuevamente, después de sobreponerse a cualquier cantidad de problemas,
ofreció la ayuda que necesitara en la misión evangélica que estamos plantando al oriente
de Santiago de Cali.— No puedo olvidar que usted fue quien me hizo reflexionar sobre el
valor de la perseverancia— dijo.
Intentarlo una y otra vez
“¿Qué es perseverancia?”. Ahora quizá tiene una visión más aproximada de lo que
significa. En síntesis es intentarlo una y otra y otra vez hasta lograr las metas
propuestas.
Los hombres de Dios se caracterizaron por perseverar. La Biblia abunda en ejemplos.
Noé, Abraham, José, Moisés, Josué, David y Jeremías son algunos testimonios reales de
que alcanzar las promesas del Señor y ver realizadas las metas no es el fruto de abrir y
cerrar los ojos, sino que en muchas ocasiones obedece a un proceso en el que avanzar,
así sea paso a paso, reviste particular importancia.
También en la oración
La oración amerita que haya en nosotros perseverancia. En cierta ocasión “Jesús les
contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar
siempre, sin desanimarse” (Lucas 18:1. Nueva Versión Internacional). Y
relata la insistencia de una mujer viuda en procura de que un juez injusto fallara a su
favor. “Continuó el Señor:<<Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto.
¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?
¿Se tardará mucho en responderles?. Les digo que sí les hará justicia y sin
demora” (versículos del 6 al 8).
Hay otro texto que vale la pena considerar. Se encuentra en el Evangelio de Mateo. Fue
una enseñanza que compartió el Señor Jesús en el llamado “Sermón del Monte”. Él les
dijo: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se
le abre” (Mateo 7:7, 8. Nueva Versión Internacional).
De acuerdo con el poderoso principio que reveló a sus seguidores el Hijo de Dios, hay
tres elementos que son claves cuando oramos: a. Pedir b. Buscar c. Llamar. Está
implícita la perseverancia. El asunto no es orar un día y dejar el asunto para después.
Eso sería desistir. Lo fundamental es persistir. Si lo hacemos, tenemos asegurada la
respuesta.
¿Qué debemos hacer para que se produzca una respuesta?
Toda persona anhela que Dios responda a sus oraciones; de lo contrario, no se tomarían
el trabajo de elevar sus peticiones delante del Padre. La respuesta se produce como
consecuencia de cuatro aspectos de suma importancia:
El primero, que exista una motivación específica que puede partir de una necesidad tal
como lo hallamos en Mateo 7:9 y 10. El segundo, si clamamos Dios responde porque es
un Padre amoroso para con sus hijos. “Pues si ustedes, aun siendo malos, saben
dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo
dará cosas buenas a los que le pidan!” (versículo 11).
El tercer elemento estriba en la importancia de que orar vaya acompañado de dos
actitudes: Creer y Perseverar.
¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras oraciones?
Usted y yo tenemos libertad de clamar porque tenemos acceso al trono celestial. En las
Escrituras leemos una premisa del autor de la carta a los Hebreos: “Así que
acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir
misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la
necesitamos” (Hebreos 4:16. Nueva Versión Internacional).
Sobre esta premisa, tenemos la certeza de que Él nos atenderá y podemos ir a su
presencia cuantas veces sea necesario.
Ahora, una pregunta apenas natural: ¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras
oraciones? Hay por lo menos cuatro razones que comparto con ustedes: La primera,
para probar nuestra sinceridad; la segunda, para probar nuestra fe (fortalecernos); la
tercera, porque albergamos pecado: rebelión, amargura, falta de perdón, desobediencia
etc., y la cuarta, para enseñarnos a perseverar hasta el tiempo perfecto de Dios en el cual
se produce la respuesta.
Es probable que dejemos de orar porque, de un lado no hemos aprendido el valor de la
perseverancia; nos encontramos tan “ocupados” en las cosas del reino de Dios que pocas
veces entramos en contacto con el “Jefe Supremo”, y además, no estamos dispuestos a
dejar que el Señor trate con nosotros. ¿Cuál de esas circunstancias ha tocado a su
puerta? Es hora de hacer una revisión juiciosa y proceder a aplicar los cambios
pertinentes.
No permita jamás que el enemigo de los cristianos, Satanás, le haga sentir indigno de ir
a la presencia de Dios en oración; tampoco deje que siembre dudas en su mente y
rechace todo pensamiento de distracción que traiga su corazón cuando está orando.
Recuerde siempre: el éxito de la oración estriba en perseverar.
Cuestionario para la profundización de la Lección 1:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Cuál es su actitud cuando escucha hablar de milagros?
b. ¿Qué le enseñó nuestro Señor Jesús a sus discípulos (Lucas 18:1)?
c. ¿Qué dice el Señor Jesús que hará Dios con aquellos que perseveran en oración
(Lucas 18:68)?
d. Bíblicamente y como lo enseñó el Señor Jesús, ¿qué ocurre con aquellos que piden a
Dios en oración (Mateo 7:7, 8)?
e. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia quienes oran (Mateo 7:11)?
f. ¿Qué nos dice el autor de la carta a los Hebreos en torno a la oración (Hebreos 4:16)?
El tiempo de los milagros no ha terminado
(Lección 2 – Nivel 4)
Hacer tal aseveración es desconfiar del Dios de poder en el que hemos creído. La Biblia
nos enseña, por el contrario, que cuando Cristo llega a la vida de alguien, se produce en
su ser una transformación física y espiritual que lo hace distinto.
Un relato que grafica este principio lo hallamos en el Evangelio de Mateo, capitulo 8,
versículos del 14 al 16, en el que se relata la sanidad de la suegra de Pedro. En el pasaje
aprendemos tres principios dinámicos para movernos en una dimensión de milagros: La
realidad de la enfermedad e incluso de las dificultades diarias; la segunda, la necesidad
que tenemos de permitirle al Señor Jesús que obre en nuestras vidas, y en tercer lugar,
movernos en fe para que se libere el poder sanador del Hijo de Dios en nuestras vidas o
en las de aquellos a quienes amamos.
1. La enfermedad y los problemas siempre están presentes
Los médicos también se enferman. Incluso los más reconocidos especialistas, llega el
momento en que enfrentan una dolencia, cualquiera que sea. La ciencia no tiene todas
las respuestas. No podemos desconocer que ha logrado avances de mucha significación,
pero aún así, enfrenta serias limitaciones. Hay dolencias que los científicos jamás
podrán resolver y que demandan soluciones que escapan a toda lógica. Esas soluciones
son los milagros de Dios.
La suegra de la esposa de uno de los discípulos del Señor es un vivo testimonio de esta
enseñanza. Leemos que “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste
postrada en cama, con fiebre. (Mateo 8:12).
Usted puede tener todo el dinero del mundo, la posición social que otros envidian o el
conocimiento académico que muchos desearían. No obstante, frente a alguna crisis o
enfermedad, es probable que haya pensado que llegó al límite de sus fuerzas y que el
camino llegó a su fin.
2. Permita que Jesús libere su poder
Tras reconocer la imposibilidad de ser sanos o resolver la dificultad por nuestras fuerzas,
es importante que abramos espacio al mover de Jesucristo, como enseña el Evangelio:
“Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía” (Mateo
8:13).
Conozco la historia de una mujer a quien le dijeron que el avance del cáncer era de tal
magnitud que le quedaban pocas semanas de vida. Ella no discutió con el especialista en
oncología, simplemente se decidió a confiar en Jesucristo. Y cuando lo hacemos, Él se
manifiesta con poder.
Basta que se rinda a Jesucristo. Él hará lo que es literalmente imposible para el hombre.
Con su poder infinito sanará los miembros enfermos o traerá sanidad al alma herida.
Pero insisto: es esencial que le permita moverse en su ser. De lo contrario, seguirá
abatido por las dificultades físicas y espirituales, sin esperanza alguna.
3. Nada ni nadie se resisten al poder de Jesús el Señor
Es probable que usted atraviese situaciones difíciles, tal vez enfrenta una enfermedad o
se trata de situaciones que enfrenta alguien a quien ama. No obstante ora. ¿Considera
justo que se angustie? No tiene lógica. Si oramos, esa comunicación la dirigimos a un
Dios de poder, y –jamás lo olvide— cuando oramos, se libera el poder sanador del Señor
en nuestras vidas y en las de aquellos a quienes amamos.
El apasionante relato de Mateo prosigue explicando que: “Y cuando llegó la noche,
trajeron a él a muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los
demonios, y sanó a todos los enfermos” (v. 16).
Jesucristo puede hacer lo que la ciencia y el hombre consideran imposible. Ante su
infinito poder nada ni nadie se resisten. Todo es posible para Él.
Probablemente usted se encuentra en momentos de extrema tristeza y desesperanza,
incluso ha llegado a creer que no hay ninguna forma de encontrar salida al laberinto.
Pero le tenemos buenas noticias: hay esperanza. Está en Jesucristo. Él puede sanarlo
hoy. Basta que deposite su confianza en Él y ore. Podemos asegurarle que la oración
transforma todas las circunstancias.
Le sugerimos que vuelva su mirada a Él en oración. Pídale bajo el convencimiento de
que puede y quiere hacer un milagro en su existencia.
No se desanime ni de crédito a las voces derrotistas de quienes le rodean. Tenga el
convencimiento de que la respuesta vendrá desde el mundo espiritual al mundo físico.
¡Un milagro de Dios está esperando por usted hoy!
Cuestionario para la profundización de la Lección 2:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Alguna vez pensó que el tiempo de los milagros ya pasó?
b. ¿Podría definir qué le ha llevado a perder progresivamente la fe?
c. ¿Cómo habla a su vida el texto de Mateo 8:1416?
d. ¿Cómo reacciona usted ante los problemas o la enfermedad?
e. ¿En qué momento permitimos que se libere el poder de Dios?
f. ¿Cuál cree usted que es el requisito fundamental para que ocurran milagros en
nuestra vida?
¿En quién hemos creído? En un Dios de milagros
(Lección 3 – Nivel 4)
En sus palabras leemos: “Esta sanidad de mi cuerpo ha revolucionado
mi vida y mi fe. Desde el primer momento en que recibí la terrible
noticia de mi enfermedad, con la consiguiente reacción de
incredulidad, temor y dolor que una revelación así produce, el Señor
comenzó a obrar en mi de una manera especial. Hubo mucha oración,
meditación, reflexión... y lágrimas. Todo esto ha dado como resultado
que ahora se que conozco a mi Salvador de una manera más
profunda, y puedo vislumbrar con humildad y gratitud el propósito
de esta enfermedad...” (Con base en testimonio publicado en la
Revista La Biblia en las Américas, SBU. No. 3 de 2004, volumen 50,
No. 270, Pag. 17).
El mayor problema de toda persona es dejarse doblegar por la incredulidad o los asomos
de duda, los que generalmente provienen de las personas que nos rodean. ¡No lo
permita! Es esencial que desestime las opiniones derrotistas de quienes dicen: “Los
milagros no ocurren hoy”. Tales personas no creen y quieren llevarlo a usted a moverse
en el mismo ámbito de incredulidad en que cual se encuentran.
Evalúe en quién deposita su confianza
Si profesamos ser cristianos, nuestra confianza debe ser depositada en Cristo. Él es
nuestro Sanador.
Por supuesto, respetamos a los científicos, pero es en el poder del Dios de milagros en el
que debemos creer.
Recuerde que el Dios en quien hemos creído es un Dios de poder y de milagros. El rey
David escribió siglos atrás: “Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos. Me rodearon ligaduras de muerte, y
torrentes de perversidad me atemorizaron. En mi angustia invoqué a
Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor
llegó delante de él, a sus oídos.” (Salmos 18:4, 6).
Lea el texto con detenimiento, una y otra vez. Hágalo hasta que tenga plena
comprensión de lo que dice y enseña.
¿Qué aprendemos del texto? Primero, que en momentos cruciales de peligro y
sufrimiento cuando no había salida humana posible a la crisis, el autor sagrado iba en
búsqueda de respuesta proveniente del Creador; segundo, que la oración es el camino
expedito para ir al Padre en procura de ayuda, y tercero, que Dios responde a nuestro
clamor.
Es posible que esté atravesando por una situación sumamente difícil: en su salud, con
su economía, o quizá, en sus relaciones interpersonales.
¡No permita que lo derroten las circunstancias! El poder de Dios está por encima de los
problemas. Es hora de elevar oraciones antes que sumirnos en la tristeza y la
desesperación. ¡Dios responderá con poder!
¡Dios mío, necesito un milagro...!
“Si eres Dios, entonces obra un milagro”, gritó presa de la desesperación en la pequeña
capilla de la clínica, cuando los médicos le anunciaron que su pequeño hijito, de apenas
dos días de nacido, estaba para morir. La enfermedad que descubrieron, estaba tomando
fuerza en todo el pequeño cuerpecito.
“Vamos, respóndeme, Dios”, vociferó de nuevo para encontrarse con el silencio apacible
de un lugar solitario, rodeado de sillas, en la que pareciera sentirse al Señor mismo, a su
lado. Se sentó con angustia y dejó que las lágrimas brotaran como un manantial
inagotable.
El poder del Creador se manifestó en el pequeñín. No lo hizo para probar que su poder
era ilimitado sino por misericordia. Una semana después daban de alta a su esposa y al
recién nacido. Aunque no imaginó que ocurriría un milagro, Dios le demostró que
estaba atento a su desesperación y que, en su infinito amor, iba en su ayuda para
mostrarle que hay alguien Superior, que hace posible todas las cosas...
Oraciones elevadas, respuestas concedidas
Nuestro Supremo Hacedor nos oye cuando oramos. Él tiene poder ilimitado para
manifestarse en nuestras vidas. Sin embargo es necesario ir a Su presencia con
humildad, reconociendo que la misericordia divina es la que responde. No tenemos
méritos para recibir nada. Es simplemente y llanamente por el amor de Aquél que nos
creó.
Le invito a considerar qué nos enseñan las Escrituras: “Un día algunos maestros de
la ley y fariseos se acercaron a Jesús a pedirle que realizara algún milagro
que demostrara que realmente era el Mesías. Pero Jesús les contestó: —
Solo una nación perversa e infiel pediría más señales; pero no se le dará
ninguna más, excepto la señal del profeta Jonás. Porque de la misma
manera que Jonás estuvo en las entrañas de un monstruo marino tres días
y tres noches, yo, el Hijo del Hombre, pasaré tres días y tres noches en las
entrañas de la tierra” (Mateo 12:3840. La Biblia al Día).
El amado Señor Jesús les dijo que los milagros y señales no son para despertar
admiración, voces de sorpresa ni tampoco para demostrar que en nosotros hay más
espiritualidad que en otros. Él obra cuando quiere y en quien quiere.
En su existencia o la de alguien cercano puede producirse un milagro; no lo pida como
un reto a Dios, pídalo como un don que usted y yo, con la mano en el corazón, no
merecemos.
No cese de clamar. Hágalo con fe, dejando de lado toda sombra de duda. Persevere
(Lucas 18:1). No permita que los incrédulos, que no han de faltar a su alrededor, le
lleven a desistir. ¡Dios responderá!. Créalo. Los milagros ocurrirán.
Si no ha recibido hasta el momento a Jesús como Señor y Salvador, le invito para que lo
haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. ¡Dios sigue moviéndose con poder hoy y
desea hacerlo en usted!
El primer y más grande milagro es la Salvación, y el segundo, la transformación de
nuestro ser. A partir de ahí se desencadenan los milagros físicos y espirituales que nos
llevan siempre a nuevos niveles. ¡Reciba hoy a Jesucristo!
Cuestionario para la profundización de la Lección 3:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿ Qué enseña a nuestra vida hoy el pasaje bíblico de Hebreos 3:8?
b. ¿Cómo aplica esta porción Escritural al tema de la oración y los milagros?
c. ¿De qué manera nos afectan las voces de quienes no tienen fe?
d. ¿Qué dice la Biblia en cuanto a orar y de qué manera responde Dios (Salmos 18:4,
6)?
e. ¿Podría mencionar algunas de las enseñanzas al leer este pasaje?
f. ¿Qué ocurre cuando sólo vamos a Dios sólo motivados por las señales (Mateo 12:38
40)?
g. ¿Está dispuesto a depender solamente del Señor Jesús desde hoy?
Una ruta sencilla de oración para que los milagros
ocurran
(Lección 4 – Nivel 4)
Quedar sin empleo en una época en la que
Colombia atravesaba por la más profunda
recesión económica de su historia, le
pareció algo muy grave, pero más grave
aún el que de una paso a dos y luego a tres
cuotas atrasadas en el pago de su
apartamento.
Quienes aman a Dios, oran y tienen fe, se mueven
en la dimensión de milagros Al principio se convenció de que podría
resolver el problema, y Juan José se ocupó
de cubrir las necesidades de alimentación para su esposa y dos hijos.
Los días del calendario fueron creciendo hasta la tarde de miércoles, cuando todavía se
encontraba buscando en la sección de clasificados de ofertas de trabajo en un diario
local, cuando tocaron a la puerta y el rostro del cartero evidenció lo que deseó nunca
llegara: un anuncio de cobro jurídico.
Años atrás había prestado un dinero, inicialmente a interés. Aquél a quien se lo facilitó
con la promesa de regresarlo seis meses después, jamás cumplió ni con el pago de los
intereses ni con la devolución del dinero. Y se cansó de pelearse con él. No tenía mayores
garantías de que recibiría el pago.
Por eso, cuando recibió información sobre el proceso que iniciarían en su contra, le pasó
por la mente la idea de renovar el cobro. “No tiene sentido, me llenaré de nuevas
preocupaciones que no tienen sentido”, razonó y desistió de la idea.
Lo que sí hizo fue volver la mirada al Señor Jesucristo en procura de ayuda. Nunca antes
como en ese momento, había clamado con tanta fe. Dos días antes de que se venciera el
plazo de cancelar la totalidad del dinero, sonó el teléfono. La persona que le debía dinero
estaba al otro lado de la línea: —Lamento haberme demorado tanto en llamarle— dijo
—, pero recién ahora tengo el dinero. Deseo saber en qué momento puedo acercarme a
su apartamento para cancelarle hasta el último peso...—
Juan José agradeció a Dios su infinita misericordia. Aquél era el dinero, en la cuantía
exacta, para hacer un primer pago del pacto de refinanciación de la deuda que le
proponían en la carta del abogado.
El mismo Señor Jesús de ayer...
Cuando vamos a las Escrituras leemos que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y
por los siglos” (Hebreos 13:8). Por esa razón estamos convencidos de que la época
de los milagros no ha terminado; por el contrario, sigue vigente.
Si nos asiste este convencimiento, es apenas natural tener la certeza de que el amado
Dios responderá a nuestro clamor en procura de la provisión divina. En particular hay
un pasaje que leemos en el evangelio de Mateo, en el capítulo 15 desde el versículo 32 al
39, que nos arroja importantes enseñanzas para ponerlas en práctica en nuestra
cotidianidad. A partir del texto aprendemos los siguientes principios:
1. El Señor Jesús se preocupa por las necesidades de Su pueblo:
Es interesante notar que después de largas jornadas escuchando las enseñanzas del
Maestro, Él estaba preocupado por el bienestar de la multitud de seguidores. “Jesús
llamó a sus discípulos y les dijo: —Siento compasión de esta gente porque
ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero
despedirlos sin comer, no sea que se desmayen por el camino.“ (versículo
32. Nueva Versión Internacional).
¿Puede apreciar el profundo contenido de estas palabras? Son las mismas que saldrían
de labios de un Padre amoroso preocupado por sus hijos. El cuidad de los más mínimos
detalles. Conoce la situación difícil que enfrentamos y desea intervenir. Sin embargo es
necesario que clamemos a Él en procura de ayuda.
2. El problema: la razón humana sólo mira las limitaciones:
Cuando a todo lo que ocurre alrededor, y en particular en cuanto a los problemas, le
aplicamos la lógica humana, nos asaltará el desánimo y la palabra “Imposible” es
probable que aflore una y otra vez a nuestros labios. Esa circunstancia se produjo entre
los discípulos del Señor Jesús cuando oyeron que la misión inmediata era la
alimentación de decenas de personas.
Dios puede hacer mucho con lo poco. Solo basta que depositemos nuestra confianza en
Él y tengamos la certidumbre de que es Aquél que todo lo puede.
Comprendo que puede estar experimentando una situación compleja, pero también me
asiste el convencimiento de que no constituye nada imposible para nuestro amado
Señor.
3. Sólo basta confiar, Dios obrará milagros:
Aunque en criterio de cualquier ser humano unos pocos panes y peces no servían en
absoluto para satisfacer el hambre de decenas de hombres, mujeres y niños, cuando
sometemos al Señor esa situación que nos inquieta, todo cambia.
¿Considera usted que con hechos portentosos como el descrito por el evangelista, hay
algo imposible para Dios? En absoluto. Por esa razón aquello que está requiriendo, se
cumplirá si va al Señor en oración. No cese de clamar.
4. Si esperamos en Dios, Él responde:
Todo cuanto necesita nuestro amado Padre es que le permitamos tomar control de los
problemas y necesidades que enfrentamos. Cuando lo hacemos, dejando de lado toda
sombra de duda o de autosuficiencia, Él responde. Así quedó testimoniando con el
mover maravilloso que produjo Jesucristo en aquella multitud.
La Palabra dice que:
¿Usted piensa seguir experimentando la crisis que hasta ahora? ¿Por qué no decide
someter esa situación en manos del Señor? Hoy es el día para hacerlo. Ore, confíe y
espere en Dios. ¡La respuesta vendrá!
Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Él
obrará milagros en su existencia. Tome esa decisión ahora.
Si oramos, Dios nos escucha y responde con poder
(Lección 5 – Nivel 4)
Aquellos eran instantes de indescriptible emoción. Sin embargo, una piedra en el
camino provocó que salieran de su carril y cayeran ruidosamente sobre el suelo
pedregoso de las márgenes. El golpe los dejó sin sentido. Minutos después, cuando
recobró la conciencia, la mujer comenzó a musitar una oración pidiendo la ayuda de
Dios.
El lugar, además de distante, era poco frecuentado por vehículos. Aún así, un patrullero
de la policía sintió en su corazón dirigir el vehículo hacia aquella carretera. No entendía
bien la razón pero lo hizo. Encontró a lo lejos a la pareja de ancianos tendidos en la
orilla. Tenían heridas de alguna consideración. Los auxilió y pidió una ambulancia.
Tardaría dos horas en llegar, lo que para el abuelo –todavía inconsciente— sería fatal. El
agente musitó una oración al Señor: “Jesucristo, respóndeme, sólo tu puedes
ayudarlos”.
“Fue coincidencia” aseguró el conductor de una ambulancia que, minutos antes había
recibido una llamada que resultó ser falsa alarma y cuando pasaba a pocos kilómetros
del accidente, captó el mensaje que transmitía el guarda, pidiendo un vehículo para
transportar a los heridos. En poco tiempo estuvo en el lugar.
El oficial Samuel Mitchell, quien estuvo al frente del caso, atribuyó a un hecho milagroso
el que se desviara de su ruta para atender la emergencia y lo que para los paramédicos
fuera una “coincidencia”.
—No hay duda que Dios intervino en todo el asunto— explicó.
La Biblia dice que nuestro amado Señor merece toda la alabanza “Porque no
menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su
rostro; sino que cuando clamó a él, él le oyó” (Salmos 22:24).
Podemos tener la firme convicción de que nuestras oraciones serán atendidas. Nuestro
amado Padre está a acompañándonos en todo instante, incluso cuando nos sentimos
solos, y nos ayuda a superar las crisis...
Dios nos libra de la angustia
¿Por qué razón no vemos más el obrar de Dios en nuestra vida y en la de otras personas?
Porque no le pedimos. En las Escrituras leemos que Dios “Al pobre librará de su
pobreza, y en la aflicción despertará su oído. Asimismo te apartará de la
boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro, y te preparará
mesa de grosura” (Job 36:15, 16).
Observe el texto con detenimiento. Plantea varias cosas interesantes que responden a la
situación caótica que podamos estar atravesando.
La primera es que está dispuesto a librarnos. Eso implica que, sin importar el problema
que enfrentemos o el milagro que requiera nuestra existencia, podemos tener la
confianza de que no estamos solos.
Un segundo aspecto de suma trascendencia es que nos quitará el peso agobiante de la
angustia. ¿No ha comprobado en su vida que apenas surgen los problemas, lo primero
que nos embarga es la sensación de que no hay salida para nuestra situación? Pues bien,
la Palabra es enfática al señalar que Dios traerá paz y algo todavía más significativo: “...
te apartará de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro”.
Lo que expresan las Escrituras es que en Dios hallamos paz cuando la desilusión o la
desesperanza quieren tomar ventaja en nosotros.
Y un tercer aspecto que abordan los versículos objeto de estudio, es que nos prosperará.
Lo que asumimos es que El enviará ese milagro que tanto necesitamos...
Es hora de que lo busquemos en medio del desierto y la preocupación que tal vez nos
embarga. El nos escuchará y liberará Su poder ilimitado para responder a las
oraciones... ¡Hoy es su día para un milagro!
¿Cuál es la clave? Orar a Dios
¿Qué hacer? Volvernos a Aquél que todo lo puede en oración. Cuando le pedimos, nos
ubicamos en la posición que tenemos: la de hijos gracias a la obra redentora del Señor
Jesús en la cruz. Y como un Padre, nos atenderá.
Persista. No deje de clamar. Siga firme en esa petición, no importa cuán grande le
parezca. Para El es algo mínimo. Recuerde que El creó los cielos y la tierra y aquello por
lo que usted le busque, será pequeñísimo en comparación a todo lo que ha hecho.
Puede ser la sanidad. El obrará sanidad en usted. Tal vez provisión financiera. Lo hará.
Recuerde que es el dueño de la plata y el oro. Paz espiritual ¿Duda que obrará en su ser?
En absoluto porque Dios trae una paz que sobrepasa todo entendimiento.
En su vida puede ocurrir igual
¿Sabe por qué razón muchas personas buscan ayuda entre quienes los rodean o tal vez la
ciencia y no en Dios? Por tres razones, al menos. La primera, temen que no haya un
poder que pueda cambiar lo inevitable; segundo porque consideran que su problema es
tan grande, que nada ni nadie podrán ayudarlo; y tercero, por considerar que el Señor
está tan “ocupado” que no prestará atención a sus oraciones.
¡Cuán equivocados estamos! Nuestro Supremo Hacedor, no solo tiene el poder ilimitado
para hacer cuanto quiera, sino que además está atento a nuestro clamor. En las
Escrituras también leemos que “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el
Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios” (Salmos 146:5).
Dios quiere atender nuestros pedidos, el “cuello de botella” o impedimento para que esto
no ocurra está en nosotros, que no buscamos Su rostro en oración, en procura de ayuda
y de respuestas.
Para utilizar una expresión muy común el Latinoamérica, es hora de “retar la fe”, es
decir, poner en práctica nuestras convicciones. Basta creer. No es otra cosa que caminar
bajo la certeza de que no caeremos.
Imagine por un instante que se desplaza por la cuerda floja, lo hace porque tiene la
certeza de que llegará al otro lado. Igual con su disposición de creer: simplemente tenga
la tranquilidad de que el milagro que necesita vendrá.
Si necesita que le ayudemos a interceder
Dios escucha sus oraciones tanto como las nuestras, sin embargo queremos invitarlo
para que nos comparta su motivo de inquietud. Deseamos ayudarle a interceder, bajo la
indeclinable convicción de que nuestro amado Padre, para quien nada es imposible,
obrará hechos prodigiosos en su existencia.
“...al que cree, todo le es posible”
El diagnóstico inicial apuntaba a la urgencia de amputar su pie y rodilla izquierdos. La
falta de irrigación sanguínea era irreversible por la obstrucción en el sistema arterial.
—En casos así es mejor retirar los miembros afectados— aseguró el médico con la
actitud impasible de quien está acostumbrado a manejar situaciones similares.
—Pero, ¿sabe lo que implica una amputación?— preguntó Rosa Ubaldina Valverde,
revelando angustia.
La situación era grave y traumática. Traería problemas a su hogar. Al fin y al cabo la
responsabilidad de atender a dos nietos adolescentes cuyos padres murieron en un
accidente de tránsito, recaía sobre sus hombros.
—Será el fin de todo— prosiguió. El médico pareció entenderle, pero la situación
escapaba a sus manos.
—La ciencia no puede hacer más, señora— concluyó lacónico mientras volvía la mirada
a las radiografías que tenía en el escritorio.
Un encuentro con la fe
Rosa Ubaldina no se resignó. Todo estaba en contra. Era tanto como nadar en el sentido
contrario en un río correntoso. Rescató una vieja Biblia que amenazaba con ser
devorada por los bichos en un baúl en el que compartía espacio con revistas y periódicos
de tiempos idos. Comenzó a leerla. No lo hizo con desgano sino con avidez, como alguien
que aprecia la única tabla –perdida en el mar infinito— que puede salvarle del naufragio.
En los evangelios encontró un versículo que subrayó:”Jesús le dijo: Si puedes
creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23). Meditó: “¿Podrá Dios
sanarme?”. Inmediatamente razonó: El texto decía que no había límites. Volvió a leer:
“...al que cree, todo le es posible”.
Comenzó a orar. Al principio sintió desánimo al pensar que nada ocurriría, pero
escudriñando las Escrituras encontró nuevas luces sobre la necesidad e importancia de
clamar. Las encontró en el evangelio de Lucas al relatar una enseñanza del Señor Jesús:
“...les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no
desmayar...” (Lucas 18:1).
Al principio no fue fácil. Estaba en medio de la presión de sus familiares que la instaban
a aceptar la intervención quirúrgica. Pero la mujer argumentaba que Dios respondería,
aunque en apariencia estaba empeorando.
Tres semanas después se advertían pequeños cambios. El dolor no era intenso como
antes y el color de la piel comenzó a aclarar.
No hay nada imposible
Rosa Ubaldina asiste hoy a una congregación cristiana al norte de Managua. Nadie
imagina siquiera que su extremidad izquierda estuvo a las puertas de ser extirpada. Ella
atribuye su experiencia a un milagro de Dios.
El hecho evidenciado en esta campesina nicaragüense puede replicarse en su vida si
padece alguna enfermedad que los médicos han identificado como “incurable”.
La Biblia dice que “...nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Bajo este
convencimiento, le invitamos a clamar a Dios en oración. No olvide que para El no
existen los límites. Su poder no lo alcanzamos a dimensionar. ¡Es hora de que pida ese
milagro!. El Señor responderá...
Cuestionario para la profundización de la Lección 5:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Qué nos dicen las Escrituras en cuanto al poder de Dios (Lucas 1:37)?
b. ¿Qué enseñó el Señor Jesús en cuanto a la oración (Lucas 18.1)?
c. ¿Por qué decimos que la clave es orar y perseverar?
d. ¿Persevera usted en oración?
e. ¿Se da fácilmente por vencido cuando no hay respuesta a sus oraciones?
f. ¿Tras leer la Lección de hoy qué meta se fijaría en adelante en cuanto a la oración?
De una fe simple a una vida de milagros poderosos
(Lección 6 – Nivel 4)
—Si pones tu mano sobre la niña será sanada —le decía.
Ella no pudo resistirse… El evangelista Marcos, relata que: "Ella había oído de
Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica.
Pues pensó: «Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana». Al instante, la
hemorragia se detuvo, y ella pudo sentir en su cuerpo que había sido
sanada de su terrible condición." (Marcos 5:2729. NTV)
Un pasaje maravilloso. Le invito a leerlo una y otra y otra vez hasta que descubra una fe
simple, sencilla, sin razonar mucho, pero con un profundo convencimiento de que
vendría la sanidad a su vida si tan solo se atrevía a tocar el manto de Jesús.
¿Lo gobierna aún la duda cuando pide un milagro?
¿Qué podría decir respecto a su vida? ¿Sería usted capaz de acercarse a Jesús para
tocarle el manto, o quizá dudaría que ese simple gesto traería sanidad a su salud?.
La respuesta a estos interrogantes reviste importancia porque le permitirá evaluar el
impacto de sus oraciones. Probablemente cuando dobla rodilla para ir a la Presencia del
Señor en clamor, está gobernado por la duda y tal vez sigue así aún cuando haya pasado
bastante tiempo orando.
Si es así no puede esperar que ocurran milagros. Se necesita una fe sencilla, una fe que
no se ponga a razonar cómo ocurrirá el hecho prodigioso que está pidiendo y que rompe
todos los marcos de la lógica.
Jesús desea responder a sus oraciones con milagros. No crea que se enojará si usted ora
y persiste en el clamor.
Marcos continúa su relato diciendo que: “Jesús se dio cuenta de inmediato de
que había salido poder sanador de él, así que se dio vuelta y preguntó a la
multitud: «¿Quién tocó mi túnica?». Sus discípulos le dijeron: «Mira a la
multitud que te apretuja por todos lados. ¿Cómo puedes preguntar:
“¿Quién me tocó?”». Sin embargo, él siguió mirando a su alrededor para
ver quién lo había hecho. Entonces la mujer, asustada y temblando al
darse cuenta de lo que le había pasado, se le acercó y se arrodilló delante
de él y le confesó lo que había hecho. Y él le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado.
Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento».” (Marcos 5:3034. NTV)
¿Por qué la insistencia del Señor Jesús en saber quién había sido sanado? Un autor
cristiano lo sintetiza así:
“Con Jesús, nadie está solitario o pasa inadvertido en medio de una
multitud. La fe firme de la mujer necesitaba ser reconocida, y su
curación debía tener reconocimiento público, con el fin de que su
relación con su familia y amigos pudiera restaurarse sin sospechas ni
burlas. Así que el Señor Jesús afirmó la fe de ella en público y endosó
su sanación. Tal vez quería que la fe de la mujer se convirtiera en
modelo para los discípulos.” (Bertram L. Melbourne. “Ideas prácticas
para el discipulado”. Apia Editores. 2007. EE.UU. Pg. 60)
Retomemos el texto Escritural. Observe con detenimiento la hermosa descripción que
hace el evangelista de ese momento crucial. ¿Qué fue lo que le dijo Jesús? “Hija, tu fe te
ha sanado. Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento”. Es el amor de Dios en su máxima
expresión a una mujer que había padecido por años.
El amor de un Dios que desea la sanidad física y emocional para cada uno de nosotros.
El Dios que escucha nuestro clamor. El Dios que desea que vamos a Su Presencia para
pedirle.
Reflexione sobre la necesidad de creer, sin mayores rodeos, sin muchos razonamientos.
Simplemente creer en un Dios sanador, que es al mismo tiempo nuestro Padre. Si
nuestra concepción sobre Él y su poder cambia, puedo asegurarle que su vida de fe se
dinamizará y podrá entrar en la dimensión de milagros que siempre ha anhelado.
Cuestionario para la profundización de la Lección 6:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Qué le enseña a su vida de oración el pasaje de Marcos 5:2729?
b. ¿De qué manera podría imprimir cambios a su forma de orar y creer en Dios?
c. Cuando ora, ¿se pregunta cómo ocurrirá el milagro? ¿Se ha dado cuenta que razonar
sobre los milagros puede convertirse en una enorme barrera?
d. ¿Por qué el interés de Jesús el Señor por saber quién había recibido sanidad?
e. ¿Qué reflexión hace usted cuando lee Marcos 5:3034? ¿De qué manera enriquece su
vida de fe?
No lo dudes… ¡Jesucristo te sana!
(Lección 7 – Nivel 4)
¿Un accidente? Es probable. Sin embargo y
cualquiera que fuera el motivo, aquella
invalidez lo tenía al borde de la
desesperación. Unas veces lloraba, otras se
limitaba a ver con resignación el ir y venir
de personas por las angostas y polvorientas
callecitas de Lida, ciudad que por aquellos
días visitaba Pedro.
—No se si en mi caso...— musitó Eneas con un dejo de desesperanza en la voz, mientras
que sus ojos recorrían la estancia que se había convertido en el único refugio para las
etapas de desesperación que solía experimentar.
—No se qué pienses, Enemas, pero he decidido invitarlo un día de estos— replicó la
mujer mientras acomodaba con presteza los cobertores de la cama que desde hacía ocho
años ocupaba su hermano —. Creo que Jesús es lo suficientemente poderoso como para
obrar un milagro por medio de ese predicador...— dijo.
El hombre no respondió. Y la ocasión llegó. Pedro llegó a su vivienda. “Y le dijo
Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y enseguida se
levantó. Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales
se convirtieron al Señor” (Hechos 9:34, 35).
Aquél fue un incidente prodigioso que nadie pudo ignorar y que respondió a las
expectativas de Eneas, quien muchas veces en el desasosiego de las noches largas pensó
que quizá jamás volvería a recorrer las calles de su ciudad.
La era de los milagros sigue vigente
Contrario a lo que opinan muchos en quienes ha germinado la semilla de la
incredulidad, la era de los milagros sigue latente. No hay ni un solo versículo del Nuevo
Testamento en el cual se pueda afirmar, o al menos deducir, que hoy día no pueden
producirse señales y prodigios.
El Señor Jesús dijo a sus discípulos y a nosotros en este tiempo: “De cierto, de cierto
os digo: El que en mi cree, las obras que yo hago, él las hará también; y
aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al
Padre en mi nombre, lo harté para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:12.14).
Observe con cuidado el texto. Plantea varios aspectos interesantes que le invito a
considerar.
Primero, si creemos en el Señor Jesús, no solo recibiremos milagros sino que seremos
poderosos instrumentos en Sus manos para ministrar señales y prodigios; segundo, el
Señor Jesús anunció que al ir al Padre, estábamos comisionados para obrar aún mayores
cosas que las que El hizo durante su ministerio terrenal; tercero, si pedimos algo al
Padre en el nombre del Señor Jesús, El responderá.
Se trata de tres fundamentos que nos advierten sobre el mover ilimitado de nuestro
amado Creador.
Es hora de clamar
La era de los milagros no termina. Sigue vigente. Es para usted, aquí y ahora. ¿Cómo
entrar en esa dimensión de milagros? Mediante una vida sujeta a Su Hijo Jesús. Esta
búsqueda de hacer su voluntad debe ir acompañada por una íntima relación mediante la
oración. ¡Nada será imposible!.
Basta que lo crea. ¿Le parece imposible? Pregúntese qué impide que Dios opere en su
existencia o en la de alguien cercano. Nada, absolutamente nada lo impide y, de seguro,
nada podrá impedirlo.
¿Quiere experimentar ese mover de milagros? Vuelva su mirada a Dios en oración.
Persevere en el clamor. Los hechos fuera de la lógica humana y que expresan el amor y
misericordia de Dios, ocurrirán.
Cuestionario para la profundización de la Lección 7:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Qué ocurrió en el relato de Hechos 9:34, 35?
b. ¿Qué enseña a su vida de fe este pasaje Escritural?
c. Al igual que eneas, ¿cree que Dios no puede responder con milagros hoy?
d. ¿Qué aprendemos del pasaje bíblico de Juan 14:12, 14?
e. ¿Qué dice allí Jesús que ocurrirá con quienes creemos en Él?
f. ¿Por qué podemos afirmar que el período de los milagros no ha ocurrido?
Si usted se atreve a creer y orar, Dios hace su
parte…
(Lección 8 – Nivel 4)
La noticia acerca de que su hijo era adicto
a las drogas, se la trajo una vecina. No se
percató personalmente, le contaron. Y no
fue una vez, sino en dos ocasiones. No
había margen a dudas. Incluso, podía traer
testigos.
Alba Inés sintió un vacío en su estómago y
todo alrededor dio vueltas. No podía
concebir que le dijeran de algo así.
¿Estás moviéndote en una dimensión de Sencillamente era inconcebible y así lo dijo
milagros? Entonces comienza a orar a la mujer que le miraba con evidentes
gestos de conmiseración. También era
madre y comprendía el dolor que el embargaba.
Por su mente pasaron mil ideas. Como si estuviera en el momento más intenso de una
partida de ajedrez, calculó todas las posibilidades. Midió los alcances de cada jugada.
Imaginó qué podría ocurrir en cada caso. Finalmente se inclinó por la oración. Sólo Dios
podía ayudarla en tales circunstancias.
Clamó delante del Señor con desesperación, como si tuviera frente a sus ojos una tabla
que traería salvación a su vida en medio de un océano tormentoso. Por momentos sintió
desfallecer, pero tras recordar lo que había leído en la Palabra, reemprendía su
búsqueda de Aquél que todo lo puede en oración.
Cierto día su hijo, que jamás acostumbraba ir a ningún servicio religioso, fuera católico o
evangélico y quien por cierto rehuía todo tema sobre Dios, le anunció que iba a un culto.
Le advirtió sin embargo que no se hiciera muchas esperanzas.
Habían transcurrido varias semanas desde que la mujer intercedía y esa noche se
produjo la respuesta divina. Cuando terminó el mensaje, el predicador hizo una
invitación a hacer decisión de fe. Y Andrés aceptó a Jesucristo como su único y suficiente
Salvador. Desde entonces su vida fue diferente.
No necesitó terapia ni programas encaminados a abandonar las drogas, el alcohol o el
cigarrillo. Fue un proceso rápido. Dios hizo su parte...
Los milagros no cesan
A diferencia de quienes consideran que los milagros sólo tuvieron validez en la época
apostólica, estamos convencidos que son para nuestro tiempo porque el poder de Dios
es ilimitado y sigue manifestándose en su pueblo hoy día.
Solo basta creer y dejar de lado toda sombra de duda. En cierta ocasión el Señor Jesús
atendió el llamado desesperado de Jairo, un dirigente de la sinagoga en Galilea, cuya
hija estaba muy grave. Estaban en tal diálogo cuando alguien les informó que la
jovencita había muerto.
“Cuando Jesús escuchó esto, le dijo al dirigente de la sinagoga: —No
tengas miedo. Solamente ten fe y ella será sanada. Jesús llegó a la casa.
Solo dejó entrar a Pedro, Juan, Santiago y los padres de la niña. Toda la
gente estaba llorando y lamentándose por ella. Jesús les dijo: —Dejen de
llorar. Ella no está muerta, sólo está dormida. Entonces todos se burlaron
de él porque sabían que la niña ya estaba muerta. Pero Jesús la tomó de la
mano y le dijo: —¡Levántate niña!. Ella volvió a la vida e inmediatamente
se levantó. Sus padres estaban muy asombrados...” (Lucas 8:5056.
Versión: “Nuevo Testamento: la Palabra de Dios para todos”).
Es natural que, al orar por un milagro, nos amenacen la duda y el temor. Son dos
elementos negativos que necesitamos abandonar cuando clamamos. Si tan solo nos
decidimos a avanzar, sin mirar atrás, solo creyendo, las barreras que encontremos
delante de nosotros caerán. ¿La razón? Nuestra fe se fortalece en Jesús, nuestro
poderoso capitán.
Dios responde a sus peticiones
La escena ilustra de qué manera interviene el Señor. Aun cuando haya quienes opinan
que no hay nada qué hacer para Dios nada es imposible. Él responde al clamor de su
pueblo.
Quizá su vida esté atravesando por un período difícil y sólo un milagro podría cambiar el
curso de la historia.
No olvide que nuestro amado Creador puede obrar maravillosamente en su existencia o
en las circunstancias que rodean su vida ahora mismo. Basta que clame, tenga fe y le
asista el convencimiento de que con Su ayuda, hay esperanza y salida a la crisis.
Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día propicio para que lo haga.
Podemos asegurarle que no se arrepentirá.
Cuestionario para la profundización de la Lección 8:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Por qué podemos afirmar con certeza hoy que los milagros no terminan?
b. ¿Por qué debemos abandonar la duda y el temor?
c. ¿Qué nos dice respecto a la duda y el temor el pasaje Escritural de Lucas 8:5056¿
d. ¿Considera que hay milagros que no ocurrieron en su vida? ¿Podría dar una razón?
e. ¿Está dispuesto a dar pasos sólidos en procura de alcanzar un milagro, orando sin
cesar?
f. ¿Conoce algún caso de un milagro que haya ocurrido entre personas conocidas, como
consecuencia de orar y creer?
Dios responderá a sus oraciones
(Lección 9 – Nivel 4)
—Siempre hay algo que hacer...— le animó Fabiola.
—Personalmente no encuentro ninguna salida— respondió presa de la desolación.
—Yo sí, y es clamar a Jesucristo. No dudo que la respuesta vendrá— concluyó enfática.
En la soledad del templo volvió toda su angustia al Señor. No podían estar enfrentando
una situación así. Clamó por su ayuda. Reconoció en oración que sólo El podría ofrecer
una salida al laberinto. Y la respuesta de Dios no se hizo esperar. Dos días después el
hombre llamó. Nunca explicó que lo motivó, simplemente se comunicó por teléfono.
—No se preocupen por esa deuda. Mañana mismo, una vez concrete un nuevo
préstamo, saldaré la deuda. Llamé para decirles que no se preocupen— insistió.
En Fabiola hay un sentimiento: es el de gratitud por las respuestas divinas. Comprobó
en su existencia que el Señor no nos deja solos en medio de las crisis. Que El está con
nosotros en los momentos difíciles y que si le buscamos en oración, no tardará en
responder.
Dios nos libra de la angustia
Todos los seres humanos hemos experimentado momentos difíciles. La diferencia la
marca nuestra actitud. ¿Dependemos de Dios o de nuestras fuerzas? Si dependemos de
Dios, lo más seguro es que oraremos.
La oración cambia todo, transforma lo imposible en algo posible, nos lleva a una nueva
dimensión en la que no hay obstáculo que no podamos superar.
El evangelista internacional, Billy Graham, al abordar el asunto de la oración, escribió:
“Estamos atrapados en una corriente de la historia que no podemos
controlar. Hay un solo poder que puede cambiar el curso de la
historia, y es el poder de la oración: la oración de hombres y mujeres
que creen en Cristo y reverencian a Dios. Miles de personas oran solo
en tiempos de gran tensión, peligro o incertidumbre. Cristo les enseñó
a sus seguidores que oraran siempre. Tan fervientes y tan directas
eran las oraciones de Jesús que una vez, cuando Él había terminado
de orar, sus seguidores se acercaron a Él y le dijeron: “Señor,
enséñanos a orar” (Lucas 11:1).” (Tomado del Portal de Billy Graham.
Artículo: “Hay poder en la Oración.”)
Observe el texto con detenimiento. Plantea varias cosas interesantes que responden a la
situación caótica que podamos estar atravesando.
La primera es que está dispuesto a librarnos. Eso implica que, sin importar el problema
que enfrentemos o el milagro que requiera nuestra existencia, podemos tener la
confianza de que no estamos solos.
Un segundo aspecto de suma trascendencia es que nos quitará el peso agobiante de la
angustia. ¿No ha comprobado en su vida que apenas surgen los problemas, lo primero
que nos embarga es la sensación de que no hay salida para nuestra situación? Pues bien,
la Palabra es enfática al señalar que Dios traerá paz y algo todavía más significativo: “...
te apartará de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo
apuro”.
Lo que expresan las Escrituras es que en Dios hallamos paz cuando la desilusión o la
desesperanza quieren tomar ventaja en nosotros.
Y un tercer aspecto que abordan los versículos objeto de estudio, es que nos prosperará.
Lo que asumimos es que El enviará ese milagro que tanto necesitamos...
Billy Graham nos recuerda que Dios responde a nuestras oraciones:
“De tapa a tapa de la Biblia se encuentran relatos de personas cuyas
oraciones fueron contestadas; personas que cambiaron la dirección
de la historia por medio de la oración; personas que oraron
fervientemente, y Dios contestó. John Wesley oró, y llegó el
avivamiento a Inglaterra. Jonathan Edwards oró, y llegó el
avivamiento a Northampton, Massachusetts (EUA), y miles de
personas se sumaron a las iglesias. La historia ha cambiado una y
otra vez a causa de la oración, y puede cambiar de nuevo si hay
personas que se ponen de rodillas y oran con fe. ¡Qué cosa gloriosa
sería si millones de nosotros hiciéramos uso del privilegio de orar!”
(Tomado del Portal de Billy Graham. Artículo: “Hay poder en la
Oración.”)
Es hora de que lo busquemos en medio del desierto y la preocupación que tal vez nos
embarga. El nos escuchará y liberará Su poder ilimitado para responder a las
oraciones... ¡Hoy es su día para un milagro!
Orar a Dios, la clave
¿Qué hacer? Volvernos a Aquél que todo lo puede en oración. Cuando le pedimos, nos
ubicamos en la posición que tenemos: la de hijos gracias a la obra redentora del Señor
Jesús en la cruz. Y como un Padre, nos atenderá.
¿Pero qué impedimentos hay para recibir respuesta a nuestro clamor. Aquí cabe
recordar lo que enseña el gran evangelista, Billy Graham:
“Muchas veces, hacemos peticiones mezquinas, ejercicios de oratoria,
usando palabras de otros, en lugar clamar desde lo más profundo de
nuestro ser. Muchas veces, cuando vamos a orar, nuestros
pensamientos divagan. Insultamos a Dios al hablarle con nuestros
labios mientras nuestro corazón está lejos de Él. Supongamos que
estamos hablando con una persona muy importante; ¿permitiríamos
que nuestros pensamientos divaguen por un instante, acaso? No;
estaríamos profundamente interesados en todo lo que se diga en esos
momentos. ¿Cómo, entonces, nos atrevemos a tratar con menos
respeto al Rey de reyes?” (Tomado del Portal de Billy Graham.
Artículo: “Hay poder en la Oración.”)
Persista. No deje de clamar. Siga firme en esa petición, no importa cuán grande le
parezca. Para El es algo mínimo. Recuerde que El creó los cielos y la tierra y aquello por
lo que usted le busque, será pequeñísimo en comparación a todo lo que ha hecho.
Puede ser la sanidad. El obrará sanidad en usted. Tal vez provisión financiera. Lo hará.
Recuerde que es el dueño de la plata y el oro. Paz espiritual ¿Duda que obrará en su ser?
En absoluto porque Dios trae una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Cuestionario para la profundización de la Lección 9:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. Cuando nos encontramos ante una situación difícil, ¿luchamos en nuestras fuerzas o
buscamos a Dios para que obre un milagro?
b. ¿De qué manera la oración puede cambiar el curso de la historia? ¿Por qué razón?
c. ¿Qué promesa alrededor del tema de la oración encontramos en Job 36:15, 16?
d. ¿Ha probado resolver situaciones conflictivas de la vida a partir de la oración?
e. ¿Qué resultados ha obtenido?
f. ¿Qué papel juega la perseverancia en la oración para obtener milagros de Dios?
g. ¿Persevera usted en oración o se da fácilmente por vencido?
Hay poder en el Nombre de Jesús
(Lección 10 – Nivel 4)
Iba ensimismada en sus pensamientos. La
hora del intenso movimiento de peatones
El poder de Dios se libera cuando pedimos había pasado. Eran las 7:13 pm. y lo único
milagros en el Nombre de Jesús que veía a lo lejos era a dos vendedores
ambulantes tratando de guardar sus
mercaderías.
Siguió su camino. ¡Cuánto ansiaba llegar al parqueadero de los autobuses! De pronto
alguien le empujó. No supo de dónde vino, y por supuesto, bajo el estado de sorpresa, no
imaginaba siquiera de quién se pudiera tratar.
—Deme cuanto traiga de dinero— le ordenó.
Mil pensamientos atravesaron por su mente. ¿Qué hacer? Era algo que jamás había
concebido siquiera. Los atracos— creía— le ocurrían a los demás pero no a ella. Pensó en
Dios y con decisión gritó:
—Hay poder en el nombre del Señor Jesús...—
No fue más. Lo hizo con fe, decisión y mucha prisa. Sabía que un segundo puede marcar
la diferencia entre la vida y la muerte.
Los delincuentes salieron a correr. Eran dos. Fuertes y altos, no como ella, una
sexagenaria de un medio con sesenta de estatura.
Mélida Valencia compartió el testimonio de aquél milagro obrado en el nombre del
Señor Jesús, el último domingo en la mañana, durante el servicio religioso. Aseguró con
una amplia sonrisa al concluir su intervención desde el estrado principal del templo:
“Sin duda, hermanos, hay poder en el nombre del Señor Jesús.”
¿Ha meditado en el poder del Nombre?
Estoy seguro que habrá escuchado sinnúmero de testimonios similares. Todos coinciden
en lo mismo: si invocamos el Nombre del Señor Jesús ocurren milagros, obtenemos
protección y obtenemos salvación.
¡Realmente hay poder en ese nombre! No para convertirlo en un fetiche, como ocurría
con los sicarios que –camino al sitio donde iban a delinquir— llevaban un ejemplar del
Nuevo Testamento creyendo que su pecado quedaba legitimado. ¡En absoluto! Hay
poder en el Nombre del Señor Jesús si creemos en Él...
En el Nombre de Jesús ocurren milagros
El amado Señor Jesucristo instruyó a los discípulos respecto a la necesidad de pedir –en
su Nombre— al Padre en procura de que ocurrieran milagros. Él les dijo: “En otras
palabras, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo en pedir algo,
pueden orar por eso. Mi Padre que está en el cielo se lo dará, porque donde
se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos.” (Mateo
18:19, 20. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).
¿Ha pedido hechos humanamente imposibles, invocando el Nombre del Hijo de Dios?
Sin duda que no. Es muy frecuente entre los cristianos. Desconocemos lo mucho que
podría ocurrir a favor nuestro, incluso cambiando circunstancias desfavorables por
favorables, si tan solo aprendiéramos a pedir bien.
El Maestro alentó a su pueblo a hacerlo así: “Todo lo que ustedes pidan en mi
nombre, lo haré. Así la grandeza del Padre se mostrará a través del Hijo.
Yo haré lo que pidan en mi nombre.” (Juan 14:13, 14. Cf. 14:13; 15:16:16:23
La Biblia, la Palabra de Dios para todos).
Cuando pedimos algo en el Nombre del Señor Jesús, el Padre celestial recibe exaltación.
Es una forma de reconocer:
1. La grandeza de Dios.
2. Nuestra condición de redimidos por Jesucristo.
3. Que humanamente no podemos resolver infinidad de asuntos pero sí en el poder
divino.
4. Que confiamos en Su promesa de que responderá.
En el Nombre hay libertad espiritual
El evangelio de Marcos relata un incidente bien revelador en el que toman parte el Señor
Jesús y sus discípulos: “Juan le dijo: —Maestro, vimos a alguien expulsando
demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo porque no era uno de
nosotros. Pero Jesús le contestó: —Nadie que haga un milagro en mi
nombre va a ponerse después a hablar mal de mí. En que no está en contra
nuestra, está con nosotros.” (Marcos 9:38, 39. La Biblia, la Palabra de
Dios para todos.)
El hombre al que alude Juan no formaba parte del grupo de discípulos pero es evidente
que sí creía en el mover maravilloso de Jesús. Sobre esa base era que actuaba en fe.
¡Aquellos que estaban poseídos por demonios eran libres en el Nombre de Jesús!
De igual manera es en el Nombre del Hijo de Dios como se obtiene Salvación, de
acuerdo con la explicación que ofreció el apóstol Pedro ante sinnúmero de autoridades
en Jerusalén: “! Sólo en Jesús hay salvación! No hay otro nombre en este
mundo por el cual los seres humanos podamos ser salvos.” (Hechos 4:12.
La Biblia, la Palabra de Dios para todos).
No podemos desestimar el poder del Nombre de Jesús, aun cuando haya detractores.
Corrobore por usted mismo qué dicen las Escrituras. Esto le llevará a creer o
definitivamente a no hacerlo, pero cerciórese usted mismo por las Escrituras.
Si invocamos el Nombre no quedaremos defraudados
En cierta ocasión que viajaba hacia el Centro de Rehabilitación para
Farmacodependientes de nuestra organización eclesial, quedamos literalmente varados
en carretera por una tuerca que se desajustó en la estructura del motor. ¡Una ínfima
tuerca! Sin embargo y aunque cualquiera podría pensar que era muy insignificante, llegó
el momento de corroborar que por el contrario ¡Era muy importante!
Igual ocurre con la fe. A menos que anide en nuestro corazón y hayamos comprendido el
poder ilimitado del Señor, podemos quedar a la vera de camino. No importa cuánta
teología sepamos o en cuántas iglesias hayamos predicado. Si no hay fe, habremos
pedido el tiempo.
La fe va ligada a la oración y justo orar— que es hablar con el Padre— no era una
disciplina intrascendente en la vida de Jesús sino algo muy importante.
El autor cristiano, Mario E. Fumero, escribe: “Orar no era un asunto
de liturgia o costumbre para Jesús, ni tampoco una imposición
dogmática; no era una forma de atraer la atención ni el culto
alrededor de él. La oración era la forma de Jesús hablar con el Padre
de forma natural y espontánea.”(Mario E. Fumero. “La paternidad
espiritual”. Editorial Unilit. 1996. EE.UU. Pg. 38)
Los apóstoles creían plenamente en el Nombre del Señor Jesús. Así lo demostraron en
cierta ocasión cuando iban camino del Templo de Jerusalén, a las tres de la tarde. Les
salió al encuentro un paralítico, de cuarenta años, a quien llevaban hasta ese lugar para
que pidiera limosna.
“Entonces el hombre los miró, esperando recibir algo de ellos. Pero Pedro
le dijo: —No tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo te doy: en el nombre de
Jesucristo de Nazareth, levántate y anda. Entonces Pedro lo tomó de la
mano derecha y lo levantó. De inmediato, las piernas y los pies del hombre
se fortalecieron. El hombre saltó, se puso de pie y comenzó a caminar.”
(Hechos 3:58 a. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).
Observe que Pedro y Juan no solo tenían convicción plena de que eran simplemente
instrumentos de Dios a través de los cuáles Él se movía respondiendo con milagros,
liberación espiritual y salvación.
Pero hay algo interesante: no solo eran Pedro, Juan y los demás discípulos. Las propias
autoridades de Jerusalén, tanto seculares como religiosas, eran conscientes de lo mucho
que significaba el nombre.
Resentidos de que hubiese sido sanado el paralítico en el Nombre del Señor Jesús, los
retuvieron en la cárcel y después de consultar qué hacer en ese caso, se pronunciaron
con medidas restrictivas: “Para evitar que esto se siga difundiendo entre el
pueblo, amenacémoslos para que dejen de hablar en el nombre de Jesús.
Entonces los llamaron y les ordenaron estrictamente que no hablaran ni
enseñaran en el nombre de Jesús. (Hechos 4:17, 18. La Biblia, la Palabra de
Dios para todos).
¿Comprende el poder que hay en el Nombre de Jesús el Señor? Si es así, no dudo que
desde hoy lo invocará, sabiendo que se libera poder a favor suyo...
Cuestionario para la profundización de la Lección 10:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Por qué podemos afirmar que hay poder en el Nombre de Jesús?
b. ¿Comparte usted esta opinión o definitivamente no es así, y por qué razón?
c. ¿Qué nos enseñó el Señor Jesús en cuanto a utilizar su nombre, tal como leemos en
Juan 14:13, 14?
d. ¿Qué ocurrió con quienes mencionaron el Nombre de Jesús a pesar de no ser parte
de los Discípulos del Maestro (Marcos 9:38, 39)?
e. ¿Qué nos enseña el evangelista Lucas en Hechos 4:12 en cuanto al Nombre de Jesús?
f. Hablando del Nombre de Jesús, cuál era la actitud de los creyentes del primer siglo
(Hechos 3:58)?
¿De dónde proviene el verdadero poder?
(Lección 11 – Nivel 4)
Por la supuesta manifestación milagrosa, Dioselina cobró el equivalente a dos ovejas.
Los estafó. Negoció con el dolor ajeno.
Cuando la hechicera se levantó, pasadas las seis de la mañana, encontró sus ídolos
volcados por el suelo. Algunos estaban quebrados, otros incinerados. No quedaba rastro
del santuario que fue el orgullo de la mujer por muchos años. ¡Por fin los habitantes de
Anhuar habían abierto sus ojos!.
Hoy día decenas de personas sucumben ante los engaños de la idolatría, la brujería y el
sinnúmero de convicciones erradas de la Nueva Era. Creen en sinnúmero de doctrinas
que no hacen otra cosa que cubrir el engaño. Constituyen la mampara del demonio para
seguir cegando a las personas.
El verdadero poder proviene de Dios
Cuando volcamos nuestra mirada hacia Dios, encontramos que Él se preocupa de
nuestras necesidades, desea ayudarnos y, si lo invocamos, sale al paso para brindarnos
una solución al problema o enfermedad que estemos enfrentando.
¿Qué se necesita? En esencia dos cosas. La primera, que dejemos de lado toda confianza
y dependencia de lo oculto y de las prácticas que no estén estrechamente relacionadas
con las enseñanzas de las Escrituras. La segunda, que reconozcamos la grandeza de
Dios. Para Él –que creó el universo— no es difícil obrar un milagro ahora.
En las Escrituras leemos un pasaje apasionante que nos refiere acerca del poder
ilimitado del Señor Jesucristo: “Descendió con ellos y se detuvo en un lugar
llano. Muchos discípulos estaban allí y una gran multitud de toda Judea y
Jerusalén, gente de Tiro y de Sidón, que habían venido a oírlo, y a ser
sanados de sus enfermedades.” (Lucas 6:17).
El texto nos revela a millares de personas con dolencias de todo género yendo tras el
Maestro. Habían descubierto en Él a quien realmente puede resolver los problemas
físicos y espirituales. Observe que no les preocupaba la distancia que debían cubrir para
llegar a Él.
También resulta interesante notar que se producía un proceso:
1. Escuchaban el mensaje.
2. Eran sanados. Era una obra integral la que se producía en sus vidas.
Dios obra en todas las dimensiones
Cuando el poder de Dios se manifiesta, se manifiesta tanto en la dimensión física –
sanando enfermedades— como en la dimensión espiritual— libertando a quienes están
asediados por espíritus inmundos —.
La Biblia dice que “Los que habían sido atormentados de espíritus inmundos,
quedaban sanos. Y toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él un
poder que sanaba a todos.” (Lucas 6:18, 19).
Quienes arrastraban una vida bajo el asedio de los demonios, trayendo a su ser
tormento, depresiones o manifestaciones fuera de lo normal, encontraban la salida y se
rompían las cadenas. Eran libres.
Las personas que fueron a Jesús el Señor, recibieron sanidad... Usted, ¿acaso es menos
para estar ajeno a las bendiciones que se desprenden de creer en Dios? Sin duda que no.
Él desea ayudarlo, liberar su poder para que ocurra el milagro por el que tanto está
clamando.
Si desea que le ayudemos a interceder delante del Padre celestial en procura de que
ocurra un milagro en su vida, escríbanos ahora mismo...
Cuestionario para la profundización de la Lección 11:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Podría mencionar qué relata la historia de doña Dioselina Alvarado y qué relación
tiene con el poder divino?
b. ¿Ha meditado cuidadosamente de dónde viene el verdadero poder?
c. ¿Por qué razón toda nuestra dependencia debe provenir de Dios?
d. ¿Qué inciden particular ocurrió en aquella llanura con Jesús y qué relación tiene con
el poder de Dios (Lucas 6:17)?
e. ¿De qué manera se manifiesta el poder de Dios en el mundo de las tinieblas (Lucas
6:18, 19)?
f. ¿Qué ocurre con aquellos que van a Jesús en busca del poder de Dios?
Que su fe en Dios crezca cada día
(Lección 12 – Nivel 4)
La mujer asintió con la cabeza. Sinceramente no encontrar sentido a repetir lo mismo.
Siguió yendo y viniendo mientras frotaba sus manos unas contra la otra, como si ese
acto de nerviosismo pudiera abrirle un sendero en el tortuoso desierto que estaba
caminando.
En criterio del especialista de Capernaúm, no había remedio. Así las cosas, su hijo
moriría.
Abrió la puerta con decisión. En cama permanecía el muchacho, gravemente enfermo.
Fue en ese momento que escuchó hablar de Jesús. Estaba de paso por la ciudad. Las
multitudes iban tras él. Preguntó en donde se encontraba. No consultó con nadie lo que
iba a hacer. Simplemente buscó la ayuda del Maestro.
Apenas lo vio, hizo una señal de reverencia. En otras ocasiones había escuchado hablar
de Jesús pero estar frente a él era otro asunto. Todo su ser se estremecía. Y sin mucha
diplomacia le pidió un milagro para su chico.
“Jesús le dijo: — Ustedes no creerán si no ven señales milagrosas y
maravillas. El oficial del rey le dijo: — Señor, venga rápido antes de que mi
hijo muera. El Señor Jesús le dijo: — Vete a casa, tu hijo vivirá. El hombre
creyó lo que Jesús le dijo y se fue a casa. Camino a casa se encontró con
sus siervos, quienes le contaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué
hora se había mejorado, y ellos le dijeron: — La fiebre le bajó ayer a la una
de la tarde. El papá se dio cuenta de que fue a la misma hora en la que
Jesús le dijo: <>. Él y todos los de su casa creyeron”. (Juan 4: 4354. Santa
Biblia, la Palabra de Dios para todos).
Cuando involucramos al Señor Jesús en nuestra vida, en nuestra familia, trabajo o en
cualquier cosa que hagamos, todo cambia. Lo imposible se hace posible.
Un milagro puede ocurrir hoy
Es interesante la actitud del oficial. No tuvo muchos reparos. Simplemente acogió la
instrucción del Señor Jesús: “Vete a tu casa”. Y fue camino a casa que comprobó que el
Dios de poder en el que había creído, es un Dios de milagros.
Usted también puede recibir una manifestación gloriosa del Señor en su vida o en la de
un ser querido. Observe que el oficial romano dio varios pasos.
1. Reconoció que humanamente no podía resolver su problema ni el de su hijo
gravemente enfermo.
2. Se despojó de su orgullo y fue a la presencia del Señor Jesús a implorar su ayuda.
3. Creyó a la palabra del Señor Jesús.
Pudo haber dudado, pero no lo hizo. Puso en práctica su fe. Igual con usted. Debe
reconocer que la fe no es estática sino dinámica, es decir, se pone en acción.
Dispóngase para un milagro
¡Hoy es el día para su milagro! Baste que abandone toda sombra de incredulidad y se
mueva bajo la convicción de que Jesucristo marcará la diferencia en su existencia, con
un hecho inexplicable para la ciencia y el raciocinio humano.
El primer paso que damos, camino hacia los milagros, es la oración. Clamamos al Señor
en la certeza de que responderá.
¿Lo ha intentado alguna vez? Estaba enfermo o alguien cercano o tal vez una situación
difícil de modificar y no sabía qué camino tomar. Entonces decidió orar… ¿O qué hizo en
una situación así?
El teólogo y escritor argentino, Pablo Deiros, aborda el asunto de la
siguiente manera: “… en mi experiencia personal, la oración
intercesora fue uno de los elementos más importantes para poder
actuar en un nuevo nivel de fe. Yo creía firmemente que no solo
nuestras oraciones eran contestadas, sino que también podía entrar
en los corredores espirituales, donde se experimenta el poder y la
obra del Espíritu Santo para desde allí aplicar la Palabra de Dios, en
el corazón de las vidas en necesidad.” (Pablo Deiros citado en el libro
“Manantiales de Avivamiento”. Editorial Betania. 1998. EE.UU. Pg.
64)
Quien ora puede tener el convencimiento de que los cambios se producirán; que desde el
mundo físico impactamos la dimensión espiritual.
Recuerde los pasos que observamos en el centurión romano. En usted ese mover en fe
también rendirá los mejores resultados...
Y si no ha rendido su vida a Jesucristo, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle
que no se arrepentirá porque cuando Cristo entra en nuestra vida, experimentamos
cambios y crecimiento a nivel personal, espiritual y familiar, como siempre lo hemos
anhelado. ¡Decídase hoy por Jesucristo!
Cuestionario para la profundización de la Lección 12:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a
mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a. ¿Qué enseñanza trae a su vida el pasaje de Juan 4:4354?
b. ¿Recuerda los tres pasos que dio el oficial del rey, de acuerdo con la Escritura?
c. ¿Cuál fue la actitud del centurión romano ante una situación que humanamente no
podía resolver?
d. ¿Cuál es su actitud cuando enfrenta un problema grande o tal vez una enfermedad?
e. ¿Qué lugar ocupa la oración cuando procura resolver una situación difícil?
f. ¿Persevera en oración cuando está pidiendo un milagro?
g. ¿Recuerda alguna vez en la que perseveró hasta que el milagro ocurrió?
Permita que Dios tome el control de su
embarcación
(Conclusión – Nivel 4)
Para escapar se encerraba en una habitación y permanecía así, en la penumbra, por
horas. Ni siquiera abría las cortinas de la ventana. Deseaba estar lejos de todo y de
todos.
Cuando no había salida y en lo que consideró una alternativa inverosímil e inapropiada,
escucho la radio. Era una estación cristiana. ¡Jamás le había gustado nada que asociara
con religión! Sin embargo se decidió a escuchar. Y lo hizo con detenimiento. El mensaje
era impactante. Invitaba a aceptar a Cristo en el corazón y a pedirle ayuda en medio de
las crisis.
En el momento en que lo hizo, fue como si algo en su interior se despejara y cayera
enfrente sus ojos un velo.
Comprendió que con ayuda de Dios no existe laberinto sin salida. Que siempre hay una
puerta para escapar de la encrucijada. Que hay una nueva oportunidad para
reemprender el camino...
¿En crisis? Busque a Dios
La peor decisión que podemos asumir es la de convencernos de que en los momentos de
crisis, podemos salir airosos sin ayuda de nadie. Que tenemos la capacidad suficiente
para sobreponernos a cualquier dificultad.
El asunto lo ilustraremos leyendo un pasaje que se encuentra en el evangelio de Mateo,
capítulo 8, versículos del 23 al 26.
El versículo 23 dice: “Jesús subió a la barca, y sus discípulos lo
acompañaron.” !Qué diferente es todo cuando Jesucristo está en nuestra vida! No
hay problema, por grande que parezca, que no tenga solución.
Los problemas siempre estarán ahí
¿A quién le gusta estar inmerso en problemas? Sin duda que a nadie. No obstante los
problemas siempre aparecen, aunque no los busquemos. Son algo inherente al ser
humano.
Una vez Jesús estuvo en la barca con sus discípulos, se produjo una situación
inesperada.
“En esto se desató sobre el lago una tormenta tan fuerte que las olas
cubrían la barca. Pero Jesús se había dormido.” (Versículo 24).
Las dificultades, que emergen cuando menos las esperamos, roban nuestra tranquilidad
y es probable que nos lleven a pensar que no hay esperanza, que todo está perdido. Pero
no se deje embargar por el temor. ¡Todavía hay esperanza!
No se ahogue... busque al Señor Jesús
No se ahogue teniendo a mano la oportunidad de salvarse. Cuando aparezcan las
situaciones difíciles, préndase de la mano del Señor Jesús. Vaya a Él en oración.
Expóngale su problema. Permítale que le brinde ayuda.
Los discípulos, ante lo complejo del momento, fueron en su búsqueda: “Entonces sus
discípulos fueron a despertarlo, diciendo: — ¡Señor, sálvanos! ¡Nos
estamos hundiendo!” (Versículo 25).
Las dificultades no deben movernos de nuestro lugar. Por el contrario, si tenemos fe,
debemos tener la certeza de que saldremos airosos, que nada ni nadie nos podrán
derrocar.
Derribe los muros de la incredulidad
La fe es esencial para sortear todas las circunstancias dificultosas que salgan a nuestro
paso. Y la fe no toma origen en nuestras capacidades sino en el poder de Dios, que nos
hace fuertes, dispuestos para dar la batalla y vencer.
El texto bíblico sigue diciendo que al ser requerido el Señor Jesucristo, “Él les
contestó: — ¿Por qué tanto miedo?¡Qué poca fe tienen ustedes! Dicho esto,
se levantó y dio una orden al viento y al mar, y todo quedó completamente
tranquilo.” (Versículo 26).
Es probable que atreviese un período de crisis tan profundo, que haya perdido la
esperanza. Sin embargo ¡cuidado! Todavía hay oportunidad. Está en Jesucristo. Vaya a
Él en oración. Clame por ese milagro. ¡Sin duda ocurrirá! Hoy es el día de reemprender
el camino...
Final.