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1. EL DOMICILIO
El domicilio de las personas naturales es el lugar de su residencia habitual. Determina el lugar del ejercicio
de los derechos y de cumplimiento de las obligaciones civiles (art 40 CC). El empadronamiento municipal
determina la vecindad a efectos administrativos, y no debe confundirse con el domicilio. Condiciona la
adquisición y la perdida de la nacionalidad y vecindad civil.
El domicilio de los extranjeros en España y de los españoles en el extranjero es relevante al efecto del
reconocimiento de sus derechos y la determinación de sus deberes. La función del domicilio como lugar
que el ordenamiento reconoce para ejercer sus derechos y para cumplir sus deberes se refleja en las normas
contenidas en la LEC sobre competencia judicial y en múltiples normas sustantivas.
Pero la función de localización jurídica que dese peña el domicilio, como lugar en que una persona se
encuentra arraigada, supera los limites del ejercicio de los derechos y cumplimiento de los deberes, de ahí
sus múltiples relevancias jurídicas: celebración del matrimonio (art 75 CC) o por ejemplo para la
interpretación de disposiciones testamentarias (art 747 y 749 CC).
Nuestro CC equipara domicilio como residencia habitual (art 40.1 CC). La residencia habitual es la que una
persona vive la mayor parte del año. También son relevantes otros datos que prueben que entre los lugares
de residencia periódica, uno constituye su centro vital (el lugar donde resida con su familia). Cuando no se
pueda discernir la existencia de una residencia habitual, habrá que recurrir al concepto de residencia a
secas, sustitutivo del de domicilio, ya que una característica de este es que cada persona tiene normalmente
uno; pero hay que admitir en determinadas situaciones, una persona puede tener al mismo tiempo mas de un
domicilio o residencia habitual.
Tanto la ley como los particulares pueden fijar domicilios especiales, es decir, lugares relevantes para
determinadas relaciones jurídicas. Esos domicilios especiales no tienen nada que ver con el concepto de
domicilio en sentido propio, construido con el fin de servir de lugar de localización jurídica general de la
persona. La consolidación de la definición que el art 40 CC da del domicilio, como residencia habitual, ha
dado lugar a la implantación directa de la misma en los textos legales. Los que se puede apreciar en la
actual redacción de los artículos 9 y 10 CC.
La frecuente inexistencia de una residencia habitual ha obligado a recurrir al concepto de residencia simple
a los efectos de localización jurídica de las personas. En estos casos, se aprecia la residencia, sin ningún
tipo de cualificación temporal, solo podrá conceptuarse como tal la estancia prolongada en un lugar.
El lugar al que se refiere el domicilio podrá tener una mayor o menor amplitud geográfica según la
finalidad específica de la norma. En los artículos del CC sobre nacionalidad, el lugar de domicilio es el
territorio del estado español; en los artículos sobre vecindad, el lugar de domicilio se relaciona con el
territorio de CCAA; en los artículos 50 y ss LEC, se establece el domicilio como vivienda o local de
negocio.
En principio podrán tener propio domicilio únicamente los que tengan capacidad para gobernarse por si
mismo. Si no es así, los menores de edad y mayores de edad incapacitados, el domicilio será el de su tutor
legal (art 154, 269 y 1903.III CC). El articulo 4.1 de la LO 1/1996 habla del domicilio familiar de los
menores. El domicilio conyugal o familiar será el fijado de común acuerdo por los cónyuges, salvo en caso
de desacuerdo que lo establece el juez (art 70 CC). Salvo prueba en contrario, se presume que los cónyuges
viven juntos (art 69 CC).
Estas reglas sobre el domicilio de los incapacitados y el domicilio conyugal reconocen el significado propio
del domicilio o la residencia habitual e independiente del incapaz o de uno de los cónyuges, sin prejuicio de
las consecuencias jurídicas de otro orden, que puedan derivar de esa infracción de la legalidad.
La redacción final del art 40.1 planteaba la duda sobre el valor de los domicilios espaciales regulados en la
LEC para determinar la competencia jurídica. Con la LEC del 2000 dicha duda desaparece, puesto que los
artículos que la misa dedica a la materia no establecen ningún domicilio especial. No son domicilios
especiales las previsiones de los artículos 155 y ss LEC para el emplazamiento del demandado.
La introducción del principio de igualdad entre cónyuges ha dado lugar a la ruptura del principio de
unidad familiar: progenitores e hijos pueden tener distinta nacionalidad.
Pero, se favorece la unidad familiar, permitiendo que menores e incapaces puedan adquirir la
nacionalidad española.
Se trata de evitar las situaciones de apatridia, aunque ello implique facilitar en algunos casos la
atribución o adquisición de la nacionalidad española.
Una constante preocupación del legislador español ha sido la de propiciar la recuperación de la
nacionalidad española perdida con motivo de emigración.
-La disposición adicional 7ª de la Ley 52/2007 reconoce y amplia los derechos y establece medidas a favor
de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil o la Dictadura, y establece la
posibilidad de adquirir por opción la nacionalidad española de origen para las personas cuyo padre o madre
hubiera sido originalmente español y para los nietos de quienes tuvieron que renunciar o perdieron la
nacionalidad española como consecuencia del exilio.
-La disposición final 6ª de la LRC/2011 extiende el derecho de opción al que se ha hecho referencia a favor
de los nietos de las exiliadas españolas que conservaron la nacionalidad tras haber contraído matrimonio
con un extranjero con posterioridad al 5 de agosto de 1954, siempre que no transmitiesen la nacionalidad
española a sus hijos, por tener estos la del padre, y formalicen su declaración en el plazo de un año desde la
entrada en vigor de esta disposición (23 sep 2011).
-La Ley 12/2015 (BOE 25.6) concede la nacionalidad española por carta de naturaleza a los sefardíes
originarios de España que la soliciten antes del 1 de oct de 2018, y prueben dicha condición y especial
vinculación con España, sin que sea necesario residencia legal en España y sin que renuncien a su anterior
nacionalidad (art 23.b in fine CC).
-Las disposiciones finales 7ª y 8ª de la LEY 19/2015 (BOE 14.7) prevén un nuevo procedimiento de
carácter electrónico para la obtención de la nacionalidad española por residencia.
3. LA ADQUISICION DE LA NACIONALIDAD
1. La adquisición originaria, el CC da preferencia al ius sanguinis sobre el ius soli a la hora de
atribuir la nacionalidad. Son españoles de origen (arts 17.1 y 19.1 CC):
a) Los nacidos de padre o madre españoles – criterio de sangre (ius sanguinis).
b) Los nacidos en España de padres extranjeros, si al menos uno de ellos hubiera
nacido también en España – criterio territorial (ius soli).
c) Los nacidos en España de padres apátridas o extranjeros si la legislación de
ninguno de ellos atribuye al hijo la nacionalidad.
d) Los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada.
e) El extranjero menor de 18 años adoptado por un español, desde la adopción (art
19.1)
2. La adquisición derivada, se realiza a través del ejercicio del derecho por opción o por
naturalización, que puede ser por concesión de carta de naturaleza o por residencia. Para la validez
de estas vías deben cumplimentarse estas actuaciones (art 23 CC), realizadas en un plazo de 180
días en el caso de las concesiones:
i. El mayor de 14 años capaz de prestar declaración por si, juré o prometa fidelidad al rey
y obediencia a las CE y a los Reyes.
ii. Mismo mayor de 14 años capaz, renuncie a su antigua nacionalidad, salvo los naturales
de los países iberoamericanos, andorra, guinea ecuatorial, Portugal o filipinas, y los
sefardíes originarios de España, y los que ejerzan el derecho de opción de amparo de la
Ley 52/2007.
iii. La adquisición se debe inscribir en el RC español, lo que tiene un valor constitutivo.
2.3La adquisición por carta de naturaleza: otorgada mediante un RD, cuando en el interesado concurran
circunstancias excepcionales (víctimas de atentados o voluntarios de las Brigadas Internacionales, o
deportista de elite). se concede a los sefardíes la nacionalidad española por carta de gracia por la Ley
25/2015.
Podrán pedirla:
-El interesado emancipado o mayor de 18n años.
-El mayor de 14 años o incapacitado, asistido por su representante legal.
-El representante del menor de 14 años o incapacitado, con previa autoriazcion, en interés del menor, por el
RC, con previo dictamen del Ministerio Fiscal.
El art 18 reconoce la adquisición (consolidación) de la nacionalidad española por carta de gracia a quien la
haya poseído y utilizado continuamente durante 10 años, con buena fe y basándose en un titulo inscrito en
RC.
4. LA PÉRDIDA DE LA NACIONALIDAD
La nacionalidad se puede perder por renuncia (art 24.2 CC): los españoles emancipados que renuncien
expresamente a ella, si tienen otra nacionalidad y residen habitualmente en el extranjero.
La nacionalidad se pierde, además, por adquisición de otra nacionalidad, salvo que sea la de países
iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal cuando se trate de españoles de origen.
Ha de tratarse de una persona emancipada, que resida habitualmente en el extranjero, y adquiera
voluntariamente otra nacionalidad o utilice exclusivamente la nacionalidad extranjera que tuviera atribuida
antes de la emancipación. En este caso la pérdida de la nacionalidad española se producirá una vez que
transcurran tres años desde la adquisición de la nacionalidad extranjera o desde la emancipación, salvo si
dentro de ese plazo declara su voluntad de conservarla ante el encargado del Registro Civil.
Ninguna de las vías de perdida de la nacionalidad española antes expuestas produce tal efecto si España se
halla en guerra.
La nacionalidad española que no sea de origen (art 11.2 CE) se puede perder también involuntariamente:
-Por utilizar exclusivamente durante tres años la nacionalidad a la que hubiesen declarado renunciar al
adquirir la nacionalidad española.
-Por entrar voluntariamente al servicio de las armas o ejercer cargo político en un estado extranjero contra
la prohibición expresa del Gobierno.
La sentencia firme que declare que el interesado ha incurrido en falsedad, ocultación o fraude en la
adquisición de la nacionalidad española, produce la nulidad de la adquisición, sin perjuicio de los terceros
de buena fe. La acción de nulidad deberá ejercerse por el Ministerio Fiscal de oficio o en virtud de
denuncia, dentro del plazo de 15 años.
5. LA RECUPERACIÓN DE LA NACIONALIDAD
Quien haya perdido la nacionalidad española puede recuperarla cumpliendo los siguientes requisitos:
-Ser residente legal en España. Este requisito no será de aplicación a los emigrantes y a los hijos de los
emigrantes; tampoco a las mujeres españolas por razón de matrimonio. En los demás casos podrá ser
dispensado por el Ministro de Justicia cuando concurran circunstancias especiales.
-Declarar ante el encargado del Registro Civil su voluntad de recuperar la nacionalidad española, sin que
sea necesario renunciar a la nacionalidad anterior.
-Inscribir la recuperación en el Registro Civil. De nuevo este es un caso en el que la inscripción en el
Registro Civil tiene carácter constitutivo (título de atribución).
Además de los requisitos anteriores, no podrán recuperar la nacionalidad española sin previa habilitación,
concedida discrecionalmente por el Gobierno, los que hayan visto privados de la nacionalidad española de
acuerdo con el artículo 25.1 o 25.2 CC.
6. LA DOBLE NACIONALIDAD
De acuerdo con el artículo 11.3 CE el Estado podrá concertar tratados de doble nacionalidad con los países
iberoamericanos o con aquellos que hayan tenido o tengan una particular participación con España. En
estos mismos países, aun cuando no reconozcan a sus ciudadanos un derecho recíproco, podrán
naturalizarse los españoles sin perder su nacionalidad de origen. De ahí que el artículo 24.1 CC establezca
la adquisición de la nacionalidad de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o
Portugal no sea bastante para producir la pérdida de la nacionalidad española de origen.
Esas situaciones de doble nacionalidad aparecen reguladas en los tratados internacionales bilaterales
actualmente existentes con la mayor parte de los países iberoamericanos. En algunos de ellos se facilita
también la adquisición de una u otra forma nacionalidad en base a la declaración de voluntad del interesado
más la fijación del domicilio en uno de los dos países (tal es el caso del Convenio entre España y
Guatemala).
En los demás casos, o a falta de regulación específica en tales tratados internacionales, será preferida la
nacionalidad coincidente con la última residencia habitual y, en su defecto, la última adquirida.
El artículo 18 de la Ley 52/2007, por la que se reconocen y amplía derechos y se establecen medidas en
favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, y el nuevo
artículo 19.3 CC permiten el reconocimiento de la nacionalidad que el optante hubiese previamente, además
de la española.
A pesar de ese abandono del principio de unidad familiar, la nueva redacción del artículo 14 CC propicia la
consecución de ese unidad, al tiempo que se ofrecen alternativas, encaminadas a suavizar la rigidez que
podría resultar del sistema básico de determinación de la vecindad, consistentes en el reconocimiento, tanto
a progenitores como a hijos, del derecho a optar por la vecindad de alguno de ellos o del lugar del
nacimiento. Semejante derecho se reconoce también a los cónyuges para optar por la vecindad civil del
otro.
La nueva redacción del artículo 15 CC procede de la Ley 18/1990, de reforma del CC en materia de
nacionalidad. Se trató de aprovechar la ocasión para poner remedia al trato injustificadamente preferente
concedido por el anterior artículo 15.1 a la vecindad común frente a las demás vecindades civiles en el caso
del extranjero nacionalizado español. Esa injustificada desigualdad se viene a salvar ahora mediante la
concesión al nacionalizado de una amplia gama de opciones, de la que no resulta trato preferente para
ninguna vecindad.
La regulación actual de la vecindad civil, recogida en los artículos 14 y 15 CC, cumplimenta, dos
preocupaciones concretas y dispares de nuestro legislador: establecer un tratamiento igualitario para ambos
sexos, así como para todas las vecindades civiles con respecto al extranjero que adquiere la nacionalidad
española.
Doctrina, Dirección General de los Registros y del Notariado y tribunales coinciden en la dificultad de la
prueba de la vecindad civil. Fuera de los casos de la adquisición o conservación mediante la declaración
ante el encargado del Registro Civil, hay que acudir a la posesión de estado y a presunciones. El artículo
14.6 CC remite en caso duda al lugar del nacimiento.
Mientras que el artículo 14 CC regula la adquisición de la vecindad civil en general y su modificación, el
artículo 15 CC regula fundamentalmente la adquisición de la vecindad civil con motivo de la adquisición
derivada de la nacionalidad española.
Las normas que regulan la vecindad civil son también aplicables, en su caso, a la vecindad comarcal o
local.
Pero resulta imposible seguir utilizando el criterio de ius sanguinis, respetando el principio de igualdad de
los progenitores, cuando la filiación con respecto a ambos ha quedado determinada al mismo tiempo; no se
olvide que éste es el caso más frecuente (filiación matrimonial). Por ello el artículo 14.3.I CC opta
entonces, como criterio subsidiario, por el ius soli: atribución de la vecindad civil correspondiente al lugar
de nacimiento. Esta regla no se aplica cuando únicamente uno de los progenitores es español, aunque la
filiación con respecto a él se haya determinado después de la filiación con respecto al otro progenitor
extranjero.
El tenor literal del artículo 14.3.I CC concede valor general a la utilización subsidiaria de la regla del lugar
de nacimiento (ius soli) cuando no pueda operar la de la filiación (ius sanguinis). Se aplica, pues, a los
nacidos de progenitores desconocidos; también cuando en el momento del nacimiento ambos progenitores
sean extranjeros.
Ese criterio subsidiario de atribución de la vecindad civil del lugar del nacimiento no es aplicable cuando el
nacimiento se haya producido fuera de España; tampoco cuando no exista certeza sobre el lugar de
nacimiento. De ahí que sean necesarios otros criterios subsidiarios que operen en defecto de ese primero. El
artículo 14.3.I CC remite en tales casos a la vecindad de derecho común. Semejante criterio subsidiario de
segundo grado tiene la virtud de simplicidad, ya que cubre todos los supuestos imaginables.
El artículo 14.3.II CC permite a los progenitores sustituir con su voluntad la aplicación de los criterios
subsidiarios establecidos en el artículo 14.3.I CC (lugar de nacimiento y vecindad de derecho común).
Dicha voluntad puede manifestarse mediante la oportuna declaración ante el encargado del Registro Civil
tanto en el momento del nacimiento o de la adopción, como posteriormente, siempre que sea dentro de los
seis meses siguientes. Cuando la declaración no se haya producido inmediatamente implicará un cambio de
vecindad civil del hijo, que pasará de tener la del lugar de nacimiento o la de derecho común a tener la
elegida por los progenitores.
Si ambos progenitores ostentan y ejercen la patria potestad, es precisa la declaración de los dos. Cuando
únicamente ostente la patria potestad uno de los progenitores, al haber sido privado el otro de la misma,
será aquél quien pueda ejercer esta opción a favor del hijo.
Al igual que ocurre en la nacionalidad, roto el principio de unidad familiar, a pesar de la importancia del ius
sanguinis en la determinación originaria, los hijos no siguen automáticamente la vecindad de sus
progenitores. Por ello, los cambios de vecindad de éstos, o los cambios en la titularidad o en el ejercicio de
la patria potestad no afectan directamente a la vecindad civil de aquéllos. De ahí que se les reconozca un
derecho de opción.
El ejercicio de la opción se produce mediante la correspondiente declaración ante el encargado del Registro
Civil del domicilio. Ahora la opción puede ejercerse tanto a favor del lugar de nacimiento como a favor de
la última vecindad de cualquiera de los progenitores.
El plazo concebido se extiende de los catorce años a un año después de la emancipación, es decir, puede
alcanzar hasta los diecinueve años y puede limitarse a los diecisiete años. El emancipado puede ejercer esa
opción durante un año por su mismo. El no emancipado necesita de la asistencia de su representante legal,
que podrá extenderse, a quienes estén incapacitados y tengan juicio suficiente, de acuerdo con la sentencia
de incapacitaron. En cambio, no parece necesaria dicha asistencia en los supuestos de curatela, puesto que
el curador no es representante legal del sometido a ella. Tampoco cuando la incapacitación no abarque las
cuestiones personales relacionadas con esa materia.
El nuevo artículo 20.2.a CC permite al representante legal del menor de catorce años optar, para éste, por la
nacionalidad española, en cambio, para la vecindad civil no se permite esa representación. Lo que tampoco
será posible para los incapacitados.
El nuevo artículo 14.4 establece que el matrimonio no altera la vecindad civil. Este texto favorece la unidad
familiar de la vecindad civil, permitiendo que cualquiera de los cónyuges pueda optar en todo momento por
la vecindad civil del otro, siempre que no esté separado legalmente o de hecho. La opción puede ejercerte
cuantas veces se quiera, siempre que los cónyuges, por las razones que sean, tengan sucesivamente en
distintos momentos diferente vecindad civil. La opción se ejerce mediante declaración ante el encargado del
Registro Civil.
Según el artículo 14.5 CC la vecindad civil se modifica, o bien por residencia continuada durante dos años,
siempre que el interesado manifieste ser esa su voluntad, o bien por residencia continuada de diez años, sin
declaración en contrario durante ese plazo. Las declaraciones se harán ante el encargado del Registro Civil
del domicilio, en los plazos establecidos (2-10 años).
Habrán de referirse directamente a la voluntad de adquirir una nueva vecindad o de no perder la misma.
Aunque esto no implica necesariamente el cambio o la conservación de esta.
En el caso del plazo de dos años, es una adquisición voluntaria, hay que manifestar el deseo de ello. En el
caso del plazo de 10 años (adquisición ope legis), hay que manifestar anteriormente el rechazo del cambio
de vecindad para que este no se haga efectivo, si no se realizará de forma directa.
Hoy en día, el nuevo artículo 14.3.IV CC permite optar por determinadas vecindades al menor, mayor de
catorce años no emancipado, asistido por su representante legal.