Textil Sierra sur del Perú Época Imperial (1300 d.C. – 1532 d.C.) ML600064, ML600069
Los quipus fueron el principal sistema de registro de información de la
administración Inca. En los cordeles anudados que los forman se registraba información contable. Los colores, nudos y distancias entre ellos permitían distinguir el tipo de objeto o las características de la población que se registraba. Este sistema de registro era de gran importancia para un imperio sustentado en el aprovechamiento de la mano de obra de la población que le tributaba. En el estado Inca, existían funcionarios especialistas en llevar esta información, llamados quipucamayocs. La contabilidad Inca se basaba en un ordenamiento decimal. Los quipus utilizan un sistema de posicionamiento de nudos a lo largo de los cordeles que representan desde las unidades hasta las decenas de millares. Los colores de los cordeles y las estructuras de los hilos y nudos contienen la información sobre la identidad de lo que era contabilizado y registrado. Era posible distinguir si se trataba de población, de hombres o mujeres, de tipo de trabajo o producción. Ciertos quipus de gran tamaño parecen haber registrado información de comunidades a lo largo de un cierto lapso de tiempo, a manera de calendario. Los quipus están formados por una cuerda primaria, y por cordeles colgantes, mayormente confeccionados de algodón, y algunos de fibras de camélidos. Algunos quipus presentan también cordeles colgantes lazados, y espacios intencionales entre grupos de cordeles, que podrían haber distinguido categorías de datos. El Monasterio de Santa Catalina, en Arequipa Conocida como la “Ciudad Blanca”, Arequipa es uno de esos lugares que no podemos pasar por alto en nuestra ruta por el sur de Perú. Y dentro del precioso conjunto que componen sus edificios, el Monasterio de Santa Catalina destaca tanto por su belleza y tamaño como por las apasionantes leyendas que lo envuelven.
El Monasterio de Santa Catalina fue fundado en 1579 gracias, en gran
parte, al aporte de Doña María de Guzmán: una joven viuda de la nobleza que, además de ser su primera ocupante, ostentó durante seis años el cargo de priora del convento.
El origen de la ciudadela que lo rodea, haciendo de él un caso único en
el mundo, lo encontramos en un gran terremoto que asoló la zona a finales del siglo XVI debido al cual gran parte de sus instalaciones fueron destruidas. Al ser éste un monasterio de clausura, fueron las propias monjas quienes se hicieron cargo de las reparaciones, optando por construirse celdas individuales que decoraban a su gusto.
Según se dice, en esta gran “ciudad dentro de la ciudad” de Arequipa
llegaron a vivir más de 450 mujeres, de las cuales sólo 180 eran monjas (en su mayoría, españolas de alta alcurnia). El resto su población la componían muchachas de bajo nivel económico que encontraban en el monasterio un refugio y un plato caliente a cambio de servir a las religiosas.
Por este motivo, todo lo concerniente al Convento de Santa Catalina se ha
visto siempre envuelto en el mayor de los misterios y no son pocas las leyendas que pueden escucharse en las calles de Arequipa acerca de lo que ocurría tras sus muros.
El Monasterio de Santa Catalina de Siena abrió sus puertas al público en el