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PROGRAMA DE CONTADURÍA PÚBLICA

GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA

Tomada de: http://ciga.pucp.edu.pe/images/stories/global1.jpg

Introducción

En el presente módulo se estudiará el concepto de globalización, asumiéndolo como el marco


de interpretación más usado actualmente para explicar la acelerada integración mundial
y las distintas realidades, características y problemas que se asocian con ella. No obstante,
se asumirá como una expresión más, que describe un concepto en construcción y que por lo
tanto no es exacto ni terminado.

Igualmente se planteará que, dada la naturaleza y amplitud de las características de la


integración actual, deberá desarrollar desde ahora novedosas ideas, visiones y prácticas,
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que le permitirán aportar en las empresas y organizaciones donde actúe, y lograr una
adecuada inserción internacional.

Por esta razón se considera que la utilidad de este módulo será mayor, en la medida que
aporte el interés, el entusiasmo y la actitud suficientes para complementar su lectura y
estudio, con investigaciones y trabajos de calidad propios, evitando la copia de otros
documentos, y siempre pensando en adoptar criterios personales acerca de la comprensión
de su realidad actual.

En consecuencia, se sugiere que se desarrolle al máximo su capacidad para leer, investigar,


opinar y presentar conclusiones. Así las cosas, la pregunta que debe hacerse cuando se
adentre en el tema de la globalización, es de qué se está hablando cuando se cita esta
expresión.

Podría partir entonces de que las relaciones económicas y sociales contemporáneas tienen
la característica particular de generar cambios vertiginosos y de amplio alcance en el mundo.
Y que día a día y hora tras hora, se está transformando el entorno internacional y local, a
unas velocidades y con unos alcances tales, que se están dando fenómenos y procesos tan
complejos y tan diversos que a veces resulta difícil explicarlos o comprenderlos.

En ese caso, desde finales del Siglo XX, el mundo se ha visto invadido, por insospechadas y
nuevas formas de producción y consumo, o por una preocupación por el deterioro
incontenible de los recursos naturales o por el avance de la pobreza. Y eso sólo por citar
algunos temas.

Pero constantemente se hace referencia a un nuevo fenómeno que pretende explicar estos
cambios y que ha llegado a convertirse en un valor absoluto para muchos países y empresas:
la Globalización.

Pues bien, en principio, la globalización es un proceso económico, político y social de


integración internacional que, si bien es cierto, no es nuevo, sí ha sido retomado con mucho
énfasis en los países desarrollados como una verdad revelada y en los países en vías de
desarrollo como el paradigma para lograr su crecimiento económico acelerado y así
erradicar la pobreza. Además, a nivel empresarial, se le mira como inevitable y se le trata
como la única manera para crecer y mejorar sus indicadores de desarrollo.

Claro que cuando apareció, la globalización no era entendida como un modelo de desarrollo
económico, sino más bien como un nuevo marco regulador y de asignación de recursos en
el ambiente de las nuevas relaciones económicas internacionales entre los países
industrializados.

Sin embargo, hoy el término acoge otra noción, pues se trata de un gran proceso de creciente
internacionalización del capital financiero, industrial y comercial, de nuevas relaciones
políticas internacionales y del surgimiento de empresas con capacidad de acción y de
organización globales, que a su vez producen nuevos sistemas productivos, distributivos y
de consumo globales, con procesos deslocalizados geográficamente, y con una expansión de
los mercados que se apoya en el uso intensivo y masivo de la tecnología.
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Pero, ¿es suficiente esta explicación para describir lo que es la


globalización?

Según algunos pensadores no. Para ellos, la globalización actual es más que eso. Es ante todo
un proyecto económico con claros intereses particulares, de corte neoliberal y por supuesto,
una propuesta política que ha venido imponiéndose al mundo desde las altas esferas del
poder.

Bajo esta mirada, la globalización actual se ha justificado desde la actividad económica que
se realiza en y para un ambiente o mercado superior al nacional, lo que supone que las
decisiones sean tomadas por agentes no orientados por su carácter nacional, mientras está
regulada por instrumentos que no corresponden a las instituciones u organismos locales,
nacionales o regionales.

En este caso, el discurso oficial sobre la globalización se sustentaría en que el mercado por sí
solo, haría las veces y desarrollaría las funciones de selector natural de la sociedad
mundial y definiría quienes ganan y disfrutan, mientras sancionaría a los perdedores, dado
que ellos no habrían podido o no habrían querido superar los distintos obstáculos que el reto
planteaba.

En esa misma línea de pensamiento, también se podría pensar que puede existir otro tipo de
proyecto económico y político de integración sobre la tierra, donde con la globalización se
llegaría a un mundo plenamente desarrollado, libre y democrático, en el que todos los países
y personas contaran con igualdad de oportunidades y en el que no existiera restricción
alguna para la libertad de pensamiento y la circulación de las ideas.

Así se podría decir que el flujo de capitales por el mundo sería transparente, equilibrado y
generador de riquezas universales, y que las innovaciones tecnológicas se difundirán
generosa y rápidamente entre los países, alcanzando por igual a todas las clases sociales.

Podría entonces asimilarse la expresión globalización con un proceso de integración


universal más amplio y complejo, parecido a lo que algunos europeos llaman
mundialización, y que se relaciona mucho más con el ideal de una sociedad abierta y sin
fronteras para todos.

En este sentido la globalización actual debería plantearse en el terreno de lo ideal de una


sociedad y del camino para lograrlo.

Pero entonces, ¿cuál es la naturaleza de la globalización?

Pues bien, para ciertos analistas hay una ideología de la globalización, o un discurso político
que justifica e impulsa los hechos económicos, que vienen desarrollándose desde finales del
siglo XX. Esta ideología defiende la inevitabilidad y la intensidad de la integración actual, de
tal manera que, por una parte, amenaza a quien se oponga a ella y,por otra, predica que el
avance de las naciones está en afrontar unidos los nuevos retos, también globales, que se
presentan. Implícita o explícitamente anuncia que sólo hay un camino para lograrlo: ser
competitivo en el mercado mundial.
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Según esta interpretación, también hay una política de la globalización, entendiendo por ella,
la acción consciente en apoyo del desarrollo o expansión de la realidad de la globalización
en su forma actual. En este sentido, las llamadas políticas neoliberales, ejecutadas por los
organismos internacionales y otros centros de poder, son la imposición de las condiciones
que permiten su expansión: apertura de los mercados nacionales, desregulación, eliminación
de obstáculos a la propiedad capitalista global de los activos nacionales (privatización).

Así las cosas, este conjunto de fuerzas estaría creándoles tanto oportunidades como
penalidades a las naciones y demás actores económicos que, están involucradas en estos
procesos. Y esos cambios estarían además desafiando a los empresarios del mundo, porque
cada vez más estos tendrían que desenvolverse en un ambiente con mayor número de
competidores, más agresivos y más rápidos, y por ende, más eficientes.

Igualmente, estos cambios podrían estar ofreciendo grandes oportunidades en forma de


nuevos mercados, con menos barreras para penetrarlos, conquistarlos y de esta manera,
hacer dinero con el comercio internacional, comprando a donde venden más barato y
vendiendo a donde se puede vender más caro.

En resumen, y como se puede observar, son muchas y muy diversas las formas de
comprender, analizar y describir un proceso como el de la globalización. En este módulo
podrá conocer algunas de ellas y asumir una posición que le permita actuar de una manera
más adecuada en el contexto internacional de hoy.
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Objetivos

Objetivo general

Describir un concepto y un marco de interpretación en construcción, que hoy es usado para


explicar y justificar la aceleración y profundización del proceso de integración mundial y que,
al plantear nuevas realidades, características y problemas económicos y empresariales, le
exige al hombre contemporáneo desarrollar visiones y prácticas novedosas asociadas con
el espacio internacional.

Objetivos específicos

 Entender las imprecisiones de una palabra que busca unificar los hechos actuales,
caracterizados por la tendencia hacia la integración mundial y el predominio de lo
internacional; y así, comprender sus enfoques, interpretaciones y significados para
establecer algunos tipos de globalización.

 Analizar que el fenómeno de integración mundial actual, tiene como antecedentes


directos, los hechos que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial y
especialmente a la forma como se resolvió la llamada Guerra Fría. Por tanto, podrá
establecer sus consecuencias inmediatas, pero así mismo explicar las consecuencias
actuales de ese proceso.

 Describir el origen y las características económicas, sociales, políticas y empresariales,


así como las ventajas del fenómeno actual de globalización o de integración.

 Analizar que la integración mundial actual conlleva ganadores y perdedores y cómo


éstos están buscando mantener o profundizar sus características y beneficios o atenuar
sus efectos y dificultades. Por tanto, comprenderá que este proceso va acompañado de
una serie de preguntas sobre su desarrollo.

 Entender que el proceso de integración actual va acompañado de un sistema de


indicadores comunes a las múltiples realidades globales, estatales o empresariales,
para comprender que el proceso busca estandarizar los instrumentos, recursos y
acciones encaminados a profundizarlo.
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LECTURA RECOMENDADA
GLOBALIZACIÓN1

Borja, Rodrigo.

Neologismo aún aceptado por el diccionario castellano (derivado del inglés globalisation)
con el cual se designa la internacionalización e interdependencia de las economías
nacionales en el marco de un planeta que tiende a ser una sola unidad económica y un solo
gran mercado financiero, monetario, bursátil y comercial que funciona las 24 horas del día.

En su torno se han formado grandes bloques económicos, ideados e impulsados por los
países industriales, que han presionado para abrir el libre flujo de mercancías, servicios,
capitales y tecnologías entre los países y para eliminar toda clase de barreras arancelarias y
administrativas al comercio internacional a fin de colocar "libremente" sus productos en
los mercados del mundo.

Los franceses llaman al fenómeno mondialisation

En los últimos años se ha pasado rápidamente de una economía internacional fragmentada


en varios grupos débilmente integrados -­­ la zona de la libra esterlina, la zona del franco, la
del dólar, el grupo de asistencia económica recíproca del área marxista (CAME) -­­ a una
economía internacional de integración planetaria. Han desaparecido los altos aranceles, las
barreras comerciales, la vigilancia sobre el movimiento de capitales, el control de cambios,
las murallas aduaneras, las reglamentaciones a la inversión extranjera. Y en su lugar se han
establecido las zonas de libre comercio, las uniones aduaneras, los mercados comunes, la
liberalización de las economías, las corporaciones transnacionales, la libre inversión
extranjera, el flujo internacional libre de los factores productivos, los grandes mercados
financieros internacionales, el intercambio de profesionales y técnicos, la
internacionalización de la tecnología, el auge del turismo y la "planetarización" de las
comunicaciones.

1
Enciclopedia de la Política. México. Fondo de Cultura Económica 1.997
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Este proceso de transformación económica ha recibido el nombre de "globalización" y se ha


visto favorecido por los eficientes instrumentos que ha puesto a su servicio la tecnología
moderna tales como la informática, los ordenadores, el manejo electrónico del dinero, la
Internet y por el auge de los medios de comunicación, el transporte y el turismo
internacional.

La globalización tiene como elemento clave a la empresa transnacional

Global es el nuevo espacio que necesitan la producción y la tecnología de los países grandes
para expandirse más. El espacio planetario de hoy es el equivalente de lo que fue el espacio
estatal en los siglos XVIII y XIX, esto es, el escenario de la economía. Sin embargo, la
globalización internacional ha significado paradójicamente la fragmentación interna de los
países por la vía de la profundización de sus diferencias sociales. Hay una tremenda dinámica
globalización – fragmentación. Los amplios horizontes del flujo económico y de las
comunicaciones que se abrieron en el periodo de la posguerra fría han producido
contradictoriamente un acusado fraccionamiento interno en los Estados por la
profundización de las desigualdades socioeconómicas. El proceso de globalización ha
tomado la iniciativa en la organización de los mercados y ha acentuado terriblemente las
disparidades sociales. Un pequeño grupo se ha visto favorecido por la internacionalización
de la economía y un amplísimo sector ha resultado víctima de las nuevas relaciones
económicas que ha traído consigo este fenómeno. Se ha creado un verdadero culto a las
diferencias. Todo está hecho para marcarlas, para señalarías, para que se vean a simple vista.
El aparato de la publicidad comercial las estimula. Todo el sistema opera sobre las
desigualdades sociales.

La apertura de mercados y la invasión de productos extranjeros ponen en dificultades a las


empresas de los países pequeños, que por razones de escala tienen costos de producción más
elevados. Ellas, para poder sobrevivir, lo primero que hacen es despedir trabajadores y
reajustar salarios. Esta es la línea de menor resistencia puesto que los reajustes por el lado
de las materias primas, los insumos, la tecnología, los costos financieros o las tarifas de
servicios públicos son muy difíciles sí no imposibles. Entonces no les queda más que acudir
al flanco laboral. Para bajar sus costos y poder competir, recortan lo que les es más fácil: el
empleo y los salarios. Y al final son los trabajadores los que pagan el precio de la apertura de
la economía.

Este es el sino trágico de la globalización. Como siempre, la cuerda se rompe por la parte más
delgada. Si hay que hacer ajustes, los ajustes se hacen por el lado de los salarios, de las
garantías y de las seguridades de los trabajadores.

A principios de diciembre de 1995 tuve la oportunidad de conversar sobre el tema en


Santiago de Chile con Oswaldo Sunkel, autor atrás de la tesis de la integración cultural
transnacional combinada con desintegración cultural interna en los países latinoamericanos,
que consisten en que las cúpulas sociales de estos países se comunican más fácilmente con
las de los países desarrollados que con sus propios coterráneos de la periferia sumergida.

El economista chileno piensa que el fenómeno de la globalización sigue esa dirección, o sea
que es una forma actualizada y sofisticada de la misma integración transnacional de la que
habló hace 20 años. Eso significa que en realidad es una globalización por las alturas, en cuyo
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diseño y usufructo no tienen ninguna participación los pueblos. Lo cual acentúa las
diferencias económicas y sociales entre los segmentos ricos y los pobres, en función del papel
que cumplen en el proceso de la globalización.

La actividad industrial va a la cabeza de este proceso. La mayor parte de las manufacturas


es, en realidad, producto multinacional. Los aviones norteamericanos llevan motores
ingleses, computadoras japonesas y llantas francesas. Loa automotores alemanes tienen
piezas fabricadas en muchos países. Todos los vehículos europeos son multinacionales. Los
televisores japoneses se originan en Corea del Sur. Buena parte de las computadoras
norteamericanas se fabrica en Taiwán o en México. Las cámaras fotográficas que se venden
en los Estados Unidos son hechas en los países asiáticos. Es el mundo postindustrial en que
los países desarrollados exportan tecnología y capitales e importan manufacturas que les
es más barato producir en otro lugar.

La globalización de la economía mundial se inició con el formidable avance y ampliación de


las comunicaciones y los transportes, que alcanzaron escala planetaria, y fue seguida por la
creciente internacionalización de la producción, el comercio, las finanzas, los servicios y el
consumo. En este marco y como respuesta a las nuevas condiciones del mundo se
fortalecieron las corporaciones transnacionales, que representaron una nueva forma de
organización de la producción y de la gestión empresarial y que dieron un enorme impulso
a la internacionalización de la economía. En el mundo moderno prácticamente todas las
actividades humanas están internacionalizadas. Lo están hasta las enfermedades. Hay un
creciente proceso de integración cultural transnacional que "estandariza" y afina las ideas,
las costumbres, los estilos de vida y los gustos de la gente por encima de las fronteras
nacionales.

Un factor que en nuestros días impulsa con gran fuerza la globalización es el prodigioso
desarrollo de la informática y, especialmente, de una de sus más avanzadas expresiones de
vanguardia: la Internet. Esta gigantesca red de computadoras interconectadas por las líneas
telefónicas que cubre el planeta -­­que en el año 2000 espera comunicar entre sí a 10% de la
población de la Tierra-­­ abre horizontes inimaginables al desarrollo científico, al
crecimiento económico, a los negocios, a la promoción internacional de empresas, al
intercambio de información, a las comunicaciones y en general a las actividades humanas en
los más diversos campos.

Se ha constituido en el símbolo de la Sociedad del conocimiento. Cada vez se le encuentran


nuevos usos y utilidades. Ya no es solamente la posibilidad de acceso remoto a las fuentes de
datos, archivos, laboratorios y bibliotecas sino también la posibilidad de mantener "foros"
de "conversación electrónica" sobre los más diversos temas con "contertulios" situados en
lejanos países. Son decenas de millones de seres humanos de todas las latitudes que
intercambian ideas a través de sus computadoras y se transmiten conocimientos, datos e
informaciones sin barreras. Los avances que esto significa para la cultura, la ciencia, la
tecnología, la preparación profesional, la economía, el comercio, los negocios, el
entretenimiento son impredecibles. Quienes se dedican a los negocios han podido cuantificar
ya el gigantesco crecimiento de las transacciones que ha producido la Internet. Ella ha hecho
posible también el correo electrónico a través del cual personas separadaspor enormes
distancias pueden mantener correspondencia escrita por medio de sus ordenadores. Son
muchas posibilidades en todos los campos que ofrece esta gigantesca red interconectada de
computadoras. Los usos más conocidos son, aparte del correo electrónico (E-­­mail) y de los
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foros de conversación newsgroups, los denominados network news, finding someone,


tunneting through the internet: gopher, searching indexeddatabases: wais y the world wide
web.

Los avances de la electrónica han empequeñecido el planeta y han impulsado la


globalización

Los países industrializados han pugnado por el establecimiento de amplias áreas de libre
intercambio. Tanto el último viraje de la Unión Europea, a partir -­­ del tratado de Maastricht
de febrero de 1992, que sentó las bases de su futura integración política, como la admisión
de nuevos socios en su comunidad responden a ese interés. Y lo mismo puede decirse de las
extensas zonas de libre comercio que se han creado en los últimos años. Ellas obedecen a
las conveniencias de los países industriales de ampliar sus mercados. El Tratado de Libre
Comercio (TLC) integrado por Estados Unidos, Canadá, México y Chile es eso.

El Foro de Cooperación Económica Asta-­­Pacífico (APEC), compuesto por Estados Unidos,


Ganada, México, Chile, Japón, Corea de) Sur, China, Taiwán, Tailandia, Malasia, Filipinas,
Brunei, Indonesia, Papua, Nueva Guinea, Australia, Nueva Zelanda y Hong Kong (aunque este
último no es un Estado sino un territorio colonial inglés que se incorporará a China en 1997)
será en el año 2.020 la segunda región de intercambio libre más grande del planeta, después
del Área de Libre Comercio de las Américas, que se implantará en el arto 2005 por decisión
de 34 países americanos reunidos en la cumbre de Miami a principios de diciembre de 1994.

Todos estos movimientos de integración forman parte de un proceso de globalización de la


economía mundial dentro del cual los hechos económicos de cualquier parte del planeta, por
inconexos que parezcan, tienen inmediata resonancia en lugares remotos, en el marco de un
mundo económico que tiende a ser único.

La globalización no es un fenómeno nuevo. Ciertamente que la actual es la más amplia y


profunda que se haya hecho en el curso de la historia y que tiene características inéditas,
puesto que se ha servido de instrumentos absolutamente nuevos -­­ como la integración
económica, las empresas transnacionales, el dinero electrónico, los organismos no
gubernamentales, la "planetarización” de los medios de comunicación y otros -­­ pero en el
pasado cada imperio impuso también su propia "globalización" de la economía. Lo hizo el
imperio romano, lo hizo el imperio británico, lo hizo el imperio español, lo hicieron todos los
imperios. Ellos crearon a su imagen y semejanza, su propio sistema de comercialización
internacional. Por tanto, la globalización de hoy no es más que el poder hegemónico del
imperio triunfador de la Guerra Fría, que se expresa principalmente en la "apertura de
mercados" y en el 'comercio libre".

En la nueva ordenación económica internacional el capital ha encontrado su propia


"soberanía". Es libre de moverse internacionalmente. Elige el Estado en el que quiere
trabajar, de acuerdo con sus conveniencias. Salta las fronteras nacionales con gran facilidad.
En pocos segundos es capaz de transformar su denominación monetaria y emigrar. De este
modo se trasladan grandes masas de dinero y actividades productivas hacia lugares con
mayores posibilidades de ganancia.

En caso de que un país no ofrezca condiciones "atractivas" para la inversión financiera, el


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capital puede "castigarlo" ya sea desinvirtiendo en él, ya cotizando sus mercados financieros
y de cambios, ya abandonando su territorio. Y el Estado no puede evitarlo. Ha perdido control
sobre buena parte de su economía frente al dominio globalizado, del capital y,
consecuentemente, su capacidad para diseñar políticas económicas o monetarias
independientes se ha visto menoscabada por obra de la globalización.
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UNIDAD 1. FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA GLOBALIZACIÓN

Tomada de: http://esquimalenator.files.wordpress.com/2010/12/peluqueria-al-dia-


1266698737globalizacion_01.jpg

Introducción

La noción de globalización no es única ni está acabada, por lo que es necesario tratar de


encontrar los factores, características o conceptos que pueden ser comunes en las distintas
definiciones o concepciones en uso. Además, se debe comprender, que ellas, siempre estarán
impregnadas de ideología y de supuestos políticos, teóricos y metodológicos previos. Así
mismo, podrá observar que los conceptos de espacio, integración e internacional son
factores que se repiten en las interpretaciones del término globalización aplicados a la
situación actual, a pesar de que existen múltiples enfoques bajo los cuales pueden agruparse
las distintas interpretaciones y significados del fenómeno de globalización actual.

Por ello, podrá analizar y establecer un concepto general que le permita recoger las distintas
variantes y enfoques teóricos descritos en cada enfoque y con ellos explicar algunos de los
tipos de globalización que los analistas han planteado desde distintas disciplinas del
conocimiento.
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Objetivos

Objetivo general

Entender las imprecisiones de una palabra que busca unificar los hechos actuales,
caracterizados por la tendencia hacia la integración mundial y el predominio de lo
internacional; y así, comprender sus enfoques, interpretaciones y significados para
establecer algunos tipos de globalización.

Objetivos específicos

 Analizar que, a pesar de su amplio uso, la palabra globalización no expresa un


concepto único y preciso.
 Comprender que el espacio internacional, el poder internacional y la integración
internacional, hacen parte de cualquier concepto de globalización actual.
 Comprender que existen distintos enfoques y variantes para explicar el fenómeno de
la globalización.
 Analizar un concepto de globalización que propone integrar los distintos enfoques y
variantes.
 Reconocer algunos tipos de globalización que surgen del concepto de globalización
propuesto.

Las imprecisiones de la palabra globalización

Globalización es una palabra joven que, a pesar de ello, en menciones diarias, hace tiempo
dejó atrás a otras de amplio uso en la primera parte del siglo XX.

La palabra todavía en la mente de mucha gente no es un concepto preciso, y es más, la


mayoría de las personas, incluso no pueden definir o aclarar lo que ella significa y lo que su
uso implica.

Pero las características generales de los fenómenos que intentan explicar la expresión
globalización son de tal impacto y plantean tantos interrogantes, que cada día surgennuevas
preguntas sobre su contenido y sobre la naturaleza misma que tiene la palabra ysus
alcances.
Por tanto, adoptar la palabra globalización para explicar y actuar con cierto sentido en la
realidad actual, supone interrogarse permanentemente sobre qué tanto abarca la expresión
y qué sentido tiene o puede tener para una persona, una organización o incluso un país
determinado.

¿Es posible calificar la globalización como buena o como mala? ¿Es un hecho real o es sólo
una expectativa acompañada de algunos hechos reales? ¿Es una tendencia o es un sueño o
puede ser una utopía irrealizable? ¿Es un hecho económico sin control o es un hechotambién
político que se puede variar con voluntad y decisión política? ¿Es modificable o su desarrollo
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sólo permite ajustarse a ella?

De todo esto se desprende que entender la globalización y su naturaleza más profunda como
un proceso definitivo o como una tendencia, puede representar respuestas y acciones
distintas frente al fenómeno. Además, estas respuestas, ¿son sólo del ámbito empresarial o
del conjunto de la sociedad? O ¿Acaso sólo son del contexto personal?

¿Qué tanto es posible oponerse o modificar su realidad o qué tan obligatorio o voluntario
resulta la posibilidad de acceder o enfrentarse a ella?

¿Esta palabra refleja sólo un proceso impulsado y profundizado por la primera potencia
global de la tierra? ¿O este proceso es el fruto de desarrollo del sistema capitalista que
arrastra consigo a todos los países del mundo dejando sin control sus consecuencias?

¿Acaso, la humanidad se encuentra ante un problema económico exclusivamente o este es


un fenómeno que cambia la naturaleza de la dimensión humana en su conjunto?
¿Qué tanto le representa a un empresario o a un estudiante de Contaduría Pública de la
UMNG la globalización?: ¿beneficios? ¿retos? ¿oportunidades? ¿problemas?

Son entonces muchos los interrogantes que surgen de la expresión globalización.

En segundo lugar, se podría decir que son muchas las ideas que se han desarrollado para
describir la naturaleza de la globalización, sin que con ellas se hubiera lograr estructurar una
respuesta definitiva y de amplio uso.

Porque la expresión globalización se ha movido entre la interpretación de un fenómeno


que está ocurriendo desde hace mucho tiempo, hasta el del de ser un evento más o menos
novedoso o incluso propio de fines del siglo XX o de comienzos del siglo actual. Algunos la
ven como el proceso de integración que nace con el surgimiento de los estados nacionales en
cada región del mundo, otros la miran como el proceso más antiguo que comienza con la
integración del hombre en grandes comunidades y tribus y otros la consideran como la más
reciente integración que se desprende de la crisis de los estados nacionales de fines del siglo
pasado.
También se le ha usado para describir un conjunto de hechos reales de la economía actual o
para definir unas tendencias de lo que podría ocurrir en el futuro económico de la
humanidad y de las empresas.

De igual manera, se le ha empleado para señalar una política económica o para hablar de una
estrategia empresarial, con lo cual el término ha de convertirse en un sueño, un ideal, una
expectativa o incluso en un camino racional para llegar a alcanzar otros niveles de desarrollo
organizacional.

Además, para muchos empresarios y políticos, la globalización es un evento irreversible,


mientras que, para otros analistas y actores económicos, es el fruto histórico del desarrollo
del sistema capitalista en su conjunto.

De igual forma, para los sindicatos es la profundización del modelo neoliberal de la


economía, mientras que para buena parte de la izquierda es la búsqueda del control total del
mundo por parte de los Estados Unidos o de las empresas multinacionales.
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¿Cuáles son entonces los límites en su interpretación, para que se pueda hablar de una
manera común de globalización y para que cuando se le emplee, se puedan encontrar
factores que ayuden a explicarla y por tanto a saber actuar con ella o contra ella?

Las respuestas a estas múltiples preguntas, como es obvio, no son definitivas ni acabadas,
pero sí podrían buscarse en algunas de las características o elementos que siempre aparecen
cuando alguien se está refiriendo al concepto o a la palabra globalización.

El espacio, el poder y la integración

En la literatura moderna producida para las diferentes disciplinas del conocimiento, así
como en los múltiples documentos de política internacional o en los trabajos de distintas
fuentes, índoles e ideologías, se encuentra que para explicar los contenidos fundamentales
de la expresión denominada globalización, no les es extraña, la perspectiva geográfica o la
política, ni mucho menos la visión económica.

Así, siempre es posible afirmar que, implícita o explícitamente, detrás de cada interpretación
y por tanto de cada definición de globalización aparecen con mayor o menor énfasis o con
más o menos importancia, palabras referidas a la dimensión espacial en lacual el hombre
vive y se desarrolla, tales como región, país, límite geográfico o mundo.

Y esto no puede considerarse extraño, pues la misma idea de lo completo o de lo total,


especialmente en las culturas occidentales, y aplicada para describir el contexto o el entorno
más o menos conocido y por tanto con límites precisos, siempre ha estado referida a una
zona geográfica plenamente identificada. Así se entiende la idea del mundo conocido que
imperaba para el Imperio Romano o la crisis que produjo en Europa el descubrimiento de
América.

Este gráfica muestra que la globalización supone dar otra mirada al mundo. Aquí se observa que América y
Colombia especialmente, pueden estar en el centro, y no a la izquierda de la tierra, como siempre se las ha
ubicado.

Hoy la idea del todo está asociada con el planeta tierra, entendida como la zona geográfica
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plenamente identificada o la unidad, o el todo integral más grande dentro del cual se
desarrollan las múltiples actividades humanas. Claro está que, hacia el futuro esta noción
podría sufrir grandes cambios al mirarse la perspectiva más amplia que le brinda al hombre
el universo.

En segundo lugar, y de muchas maneras, cualquier explicación que se use para entender la
globalización, contiene en su seno el fenómeno político, al incorporar palabras o frases como
desigualdad e igualdad, pobreza y riqueza, país dominante, país potencia, país periférico,
regiones desarrolladas o empresas con poder de acción global.

En este caso, es evidente que la noción de poder está asociada al concepto de globalización.
Además, de esta conclusión, es posible derivar que la condición humana es propia del
mismo concepto, pues ese poder político, que es del que se ocupa el término, sólo es propio
de los seres humanos organizados en comunidad.

Así las cosas, detrás del término globalización aparece la idea fuerte de una sociedad humana
organizada con fundamento en el poder político, y que por tanto contiene una estructura de
poder, que determina quienes gobiernan, cómo lo hacen y con qué instrumentos cuentan
para ello. Esto significa además una cultura y un esquema social que se reflejan en algún
ordenamiento normativo, para darle consistencia a esa comunidad.

En tercer y último lugar, en las distintas explicaciones del concepto de globalización, e


incluso con un marcado énfasis que a veces oculta los otros factores comunes, aparece el
enfoque económico con palabras o expresiones como intercambio, relaciones, comercio,
empresas multinacionales, productos, mercancías, aranceles, integración económica, etc.
Aquí son notorios los múltiples y muy variados los conceptos que pretenden centrar la
noción de globalización en el aspecto económico, mostrando antes que todo que, con el
desarrollo de las relaciones e intercambios comerciales, se produce un flujo tal de
mercancías y de productos que cambian toda la estructura económica de quienes
intercambian.

Visto de esta manera, la globalización sin un componente económico es imposible de


entender, aunque este no sea el único factor que la explique. Porque el simple intercambio
comercial no supone el paso de un estadio social de la sociedad a otro de mayores
dimensiones.

Claro que la misma noción de integración permitiría ir más allá de lo económico, lo político
y lo espacial como conceptos separados y en apariencia no relacionados, pues ella podría
reunir bajo su concepto a los demás aspectos, dándoles un sentido de unidad y sentido.

Por eso, este es el término que más se refleja en las distintas concepciones de globalización,
pues el concepto de integración supone además de lazos económicos, también fuertes lazos
sociales, culturales y políticos. Exige además que éstos sean constantes y perdurables. Y en
todo caso, requiere que todo ello tenga un piso, un espacio o un terreno sobre el cual
consolidar la unión de las distintas comunidades. Así es posible empezar a hacer claro el
concepto de globalización.

La pregunta que surge de inmediato, es cuál es el tipo de integración del que se está
hablando en la actualidad.
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Pues según muchos autores, la humanidad viene en proceso de integración desde el mismo
momento, en que apareció, la primera familia sobre la faz de la tierra.

Y muchos se preguntarán que por qué tanto alboroto, si la integración ha estado siempre
presente en la historia del hombre y en todas las etapas de su desarrollo social. Prueba de
ello serían las múltiples guerras y enfrentamientos entre distintas ciudades, sociedades,
comunidades, imperios y estados, que han comenzado en muchos casos por la posesión de
un territorio ajeno y luego han provocado tantos cambios en ganadores y perdedores,
dominadores y dominados, conquistadores y conquistados, o vencedores y vencidos, que la
integración resultante, así no sea plena, ha resultado inevitable.

¿Cuál es entonces la diferencia con el pasado y cuál es el punto que marcó la ruptura? ¿Por
qué de un momento a otro surgió la necesidad de darle un nombre al proceso de integración
que siempre había estado allí presente?

En realidad, esto se puede explicar por la aparición de un fenómeno que podría haber estado
antes, pero que nunca había llegado hasta la dimensión espacial a la que ha llegado en la
actualidad y que genera tantos y tan impactantes efectos sobre el conjunto de la humanidad,
cambiando de manera acelerada y silenciosa, pero también en forma definitiva al hombre.
Ese fenómeno es el de la internacionalización.

Es decir, la profundización permanente y sólida de los lazos y las relaciones entre las
mismas naciones y entre quienes viven, producen, crecen y se reproducen en ellas, así
como la aparición de eventos que sólo se pueden explicar a la luz de un contexto superior al
de la simple adición de países. Lazos económicos, pero también políticos, sociales, culturales,
legales, etc., que se consolidan cada vez más y que, en muchos casos, van por encima de las
fronteras nacionales, cambiándolo todo y a todos, incluso a los que no están directamente
involucrados con el evento.

Hoy, por tanto, el contexto espacial es, por excelencia, el internacional. Es el referente de
acción de políticos y estadistas. Es el referente de negocios para los empresarios. Es el
referente de análisis para los pensadores e intelectuales. Es el referente mental para los
que piensan en los grandes problemas y sus soluciones. Es el referente de negociación para
los inconformes. Es también el escenario para la guerra y la paz o para la solución de los
problemas sociales agudos como la pobreza y el hambre.

De igual manera, es el escenario de la economía y la política y por tanto es el concepto que


mejor expresa el espacio adecuado para hablar de la idea de la globalización.

Claro, que aún resulta una utopía hablar del escenario global o de la integración global,
queriendo con ello expresar que la internacionalización ya llegó hasta los confines de la
tierra y que los lazos que unen a la humanidad ya están tan definidos, que el mundo es uno
sólo y que la realidad mundial, muestra que existe una comunidad humana organizada,
normatizada y homogénea a lo largo y ancho de la tierra. En ese caso, muchos aún se resisten
a creer y a aspirar a que un día tal situación se llegue a dar.
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Enfoques para explicar la globalización

Son muchos y muy variados los cambios que se han vivido desde los últimos años del siglo
XX y son también tremendamente significativas e impactantes las consecuencias que ellos
han generado sobre la naturaleza de la vida humana en todos sus órdenes.

Sólo por citar algunos, y a manera de ejemplo, es posible observar cambios profundos que
motivan crisis en los estados nacionales y en los partidos políticos a lo largo y ancho del
mundo.

Cambios económicos como el predominio del conocimiento aplicado sobre los otros factores
de producción. Cambios tecnológicos como el surgimiento de toda una serie de aparatos,
sistemas y procesos de amplio uso. Cambios en las comunicaciones con el empleo masivo de
satélites, celulares y computadores. Cambios en las ideas y prácticas empresariales.

Así también, nuevas formas de comprender, describir y explicar al hombre, a suorganización


y a los ambientes en los cuales se mueve. Nuevas concepciones y otros esquemas de
comportamiento. También nuevos ideales y otras prácticas de vida.

Y todo esto sugiere que la vida en la tierra está dando un vuelco importante desde hace
años y que la realidad que se creía ya organizada, no está tan ordenada y acabada como lo
podría sugerir el famoso texto del fin de la historia (Fukuyama).

Hoy sobresalen también fenómenos novedosos como la interdependencia y la interrelación


entre países no vecinos en oposición a la libertad plena o a la autonomía absoluta de
individuos, organizaciones o estados.

En ese caso, muchos pensadores y analistas han descrito como de manera silenciosa pero
ampliamente efectiva, la tierra, el hombre y todo lo que ocurre entre ellos y en relación con
ella, está modificándose de una manera vertiginosa y con mayor alcance día a día.

Algunos piensan incluso que se ha entrado en otra gran etapa de la historia humana (Alvin
Toffler y la idea de las tres olas por ejemplo), otros piensan que se está viviendo un cambio
en el modo de producción y que el capitalismo está desapareciendo (Peter Drucker y su
idea de la sociedad post capitalista o de la sociedad del conocimiento), y otros creen que la
modernidad o el período de la racionalidad por encima de todo, que proponían los
enciclopedistas franceses está llegando a su fin (la noción de posmodernidad es fruto de esta
concepción).

Para Edgar Morin, además la globalización actual se remonta a la conquista de América, al


control de Europa sobre el mundo, a la esclavitud, y a la colonización, pero hoy existe una
gran fuerza que está llevando al hombre hacia la mundialización, que consiste en unaespecie
de ciudadanía planetaria.

Es en este ambiente donde aparece el término globalización y de manera simultánea, aunque


no necesariamente con él, la preocupación sobre el predominio de lo internacional sobre lo
nacional, e incluso sobre la dinámica propia que tiene, lo que hace que todo el mundo tenga
que preguntarse sobre su existencia individual y social, sobre su ubicación frente a la
economía y la humanidad, sobre sus habilidades, condiciones y limitaciones laborales o de
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desarrollo productivo, o incluso sobre su capacidad de relacionarse y de comunicarse en


otros idiomas y lenguajes, entre miles de temas de preocupación de los seres humanos
contemporáneos.

Claro que la noción de aldea global aparecerá por primera vez dentro del marco de la
modernidad con Marshall McLuhan hacia finales de los años sesenta, cuando este pensador
se pregunta sobre el impacto que el desarrollo tecnológico en el sector de las
telecomunicaciones provocará en la humanidad. Y más tarde será Theodor Leavitt quién
usará el término para presentar una nueva realidad económica y describir así cuanto afecta
esta las prácticas de mercadeo de las empresas multinacionales, especialmente las
norteamericanas.

Pero al nacer el término, también aparecieron las limitaciones que representa su


conceptualización, pues si, por ejemplo, la globalización se entiende más bien como el
proceso de integración humana que cobija a la sociedad ubicada en un espacio identificado
hoy con la tierra, esta no nace ni se agota con el desarrollo de las telecomunicaciones o con
el mayor cubrimiento de las multinacionales. En ese caso, lo que ocurre hoy sólo sería una
etapa más de su desarrollo.

De esta manera, el término ha resultado novedoso, pero no así la situación que se pretende
describir, pues el proceso es tan antiguo como el hombre mismo, mientras que la palabra
que lo explica, sería tan nueva como la aceleración de la integración.

De otro lado, ¿cómo entender que las prácticas empresariales que abarcan al mundo en su
totalidad, que comienzan con una primera incursión internacional, y que por tanto son
esquemas de integración, no pudieran hacer parte de la definición de globalización?
En este caso, el término es tan general que cobija a la humanidad y toda su historia, pero
podría de paso descuidar las particularidades que también la caracterizan.

Se podría decir entonces que, frente a estas limitaciones del concepto, suelen encontrarse
dos enfoques o miradas distintas en las definiciones de globalización que hoy se conocen:

Uno centrado en el proceso de integración general de la humanidad y por tanto basado en


una metodología descriptiva y en una concepción analítica del proceso, que busca explicar
y proponer su profundización o generar alternativas para su desarrollo. En esta visión
altamente caracterizada por la adopción de ideologías o teorías particulares, la idea de
etapas y de estar viviendo hoy una etapa más del proceso, puede resultar consistente y por
tanto hacer parte de ese mismo enfoque.
En este esquema nada está dado y por tanto todo puede ser cuestionado, modificado o
cambiado radicalmente.
A su vez, esta manera de mirar la globalización puede tener dos variantes, no necesariamente
opuestas entre sí, pero sí claramente marcadas por un contenidoideológico y doctrinario
que le da mayor importancia al proceso histórico como un todo o a la época actual según
quién analice el fenómeno, que se pueden resumir así:

 La globalización actual es una etapa más del proceso de integración humana.


 La globalización actual es una etapa más del proceso de desarrollo del sistema
capitalista.
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Y un segundo enfoque o mirada, centrado en la metodología, la forma o la estrategia para


hacer frente al proceso de integración actual, caracterizado por la internacionalización.

Está visión es más propositiva, más de acción práctica y por tanto menos crítica. En este
esquema la globalización es un hecho simplemente actual, que está más o menos dado y
que a quién lo aborde le corresponde ajustarse o morir.

A su vez este enfoque tiene sus variantes que podrían ser trabajarse de manera conjunta,
pero que dadas las preocupaciones de quién trate el concepto, pueden ser abordadas con
un determinado énfasis. Éstas son las siguientes:

 La globalización actual está referida a una política económica mundial basada en


una teoría económica centrada en la visión neoliberal.
 La globalización actual está relacionada con una política de desarrollo nacional
caracterizada por la internacionalización económica y la liberalización comercial.
 La globalización actual se relaciona con una estrategia de desarrollo empresarial
centrada en la acción internacional.

De otro lado, esos dos enfoques, formas o miradas con sus respectivas variantes, pueden
incluso no ser excluyentes entre sí, pero sí pueden mostrar diferencias importantes, sobre
todo a la hora de tomar partido, ejecutar decisiones o calificar la globalización como buena
o mala, pues sí se le da mayor prevalencia a un enfoque que a otro o a cada variante, entonces
las explicaciones y las acciones serán bien distintas.

Puede suceder por tanto que, partiendo de una mirada de la globalización, como una etapa
del sistema capitalista, se llegue a la necesidad de hablar de desarrollar una política
económica neoliberal o de estructurar una política de internacionalización económica y de
liberalización comercial. Aquí además contaría si la perspectiva es favorable al sistema
capitalista o si no lo es, o si aceptando el sistema, se considera que las teorías y políticas del
neoliberalismo son apropiadas para la actualidad o sí son incluso inevitables.

Con el ejemplo anterior, se puede observar que muchas pueden ser las combinaciones de
interpretación que pueden surgir de los distintos enfoques de globalización, y que por eso
múltiples pueden ser las posiciones teóricas o políticas que se pueden adoptar frente a su
conveniencia o inconveniencia.

Al final, lo importante será tener clara la posición desde la que se parte y las bases sobre las
cuáles se adopta un concepto u otro.

Concepto propuesto de globalización

Al comienzo de esta unidad se planteó que detrás de las distintas explicaciones sobre la
globalización que hoy se conocen, aparecen algunas características o nociones comunes,
como la del sentido de lo espacial, la idea de lo político o del poder político y el factor
económico como punto central del concepto.
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Más adelante se afirmó que hay dos conceptos fundamentales, sin los cuales es imposible
explicar los hechos actuales que buscan describir la palabra globalización: la tendencia hacia
la integración mundial y el predominio de lo internacional sobre otras formas de
organización humana.

También se ha afirmado que existen dos enfoques básicos para explicar el concepto de
globalización, que se resumen en las siguientes premisas: uno está centrado en el proceso de
integración general de la humanidad y por tanto es descriptivo y analítico, y otro está más
centrado en la metodología, la forma o la estrategia para hacerle frente al proceso de
integración actual, caracterizado por la internacionalización. Está segunda visión a su vez, es
más propositiva, más de acción práctica y por tanto menos crítica.

De igual manera, se planteó que se pueden tener variantes para cada enfoque, las cuales se
pueden resumir en que la globalización actual puede entenderse como:

 Una etapa más del proceso de integración humana


 Una etapa más del proceso de desarrollo del sistema capitalista
 Una política económica mundial basada en una teoría económica centrada en la
visión neoliberal
 Una política de desarrollo nacional caracterizada por la internacionalización
económica y la liberalización comercial
 Una estrategia de desarrollo empresarial centrada en la acción internacional.

Pues estos distintos factores e ideas básicas, pueden ayudar a buscar una definición que
satisfaga las distintas pretensiones y que pueda darle un sentido al resto del módulo, así esta
no coincida con las nociones que manejan las autoridades, los organismos internacionales o
los académicos que se ocupan del tema.

En primer lugar, sobresalen las dimensiones de espacio y tiempo como escenario o contexto
en el cual opera el fenómeno. Respecto del espacio, es claro el propósito de asumir que el
fenómeno cubre a la tierra como una totalidad y que ese es el referente máximo al cual espera
cubrir el concepto. En cuanto a lo temporal, se percibe la idea de proceso como clave en la
definición, y por tanto aspectos como las etapas o la situación actual hacen parte de su
naturaleza.

En segundo lugar, es claro el predominio de lo económico y más en concreto la idea de la


teoría, la política económica, el desarrollo nacional y la estrategia empresarial sustentadas
en las nociones de integración e internacionalización, como aspectos que también sonclaves
en el componente social, cultural y político del fenómeno.

En tercer lugar, es natural que el concepto siente sus bases en la existencia de comunidades
políticas organizadas y por tanto en el desarrollo de estructuras y relaciones de poder,
culturales y sociales que se entrelazan. También sobresalen fenómenos como la
interdependencia y la interrelación en oposición a la libertad plena o a la autonomía absoluta
de individuos, organizaciones o estados.

En cuarto lugar, el concepto puede mirarse para describir y analizar el proceso de


integración y / o para activar y desarrollar una estrategia práctica que permita hacerle frente
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a esa tendencia.

En resumen, para este módulo la globalización puede entenderse como un proceso humano
de interrelación, integración e interdependencia de comunidades organizadas que se
entrelazan por etapas, en principio por lo económico, pero que van más allá, hasta llegar a lo
social, lo cultural y lo político, en la actualidad bajo los referentes espaciales de lo
internacional y considerando a la tierra como el escenario total. Este proceso exige su estudio
y comprensión, pero también una toma de posiciones y de decisiones permanente para
profundizarlo, modificarlo o darle un nuevo sentido y rumbo.

En ese caso, la situación actual es sólo una etapa más del proceso de globalización, y sus
características se describirán en las siguientes unidades.

Tipos de globalización

Las ideas anteriores han permitido saber que la globalización es un proceso propio del
hombre organizado en sociedad y que, dadas sus características de interrelación, integración
e interdependencia, cubriendo espacios cada vez mayores, pues provoca consecuencias y se
manifiesta en todas y cada una de las dimensiones que explican al ser humano. De esta
manera, la globalización afecta la dimensión individual de cada hombre, por supuesto, pero
también y especialmente modifica la dimensión social, que es donde tiene su origen.

Sólo que la dimensión social del hombre, se puede hacer concreta en muchos ámbitos. En el
económico, en el político, en el cultural, etc., y por qué no decirlo en el empresarial.

Esta es la razón por la cual muchos analistas y teóricos de las ciencias sociales han mirado
el fenómeno de la globalización como un tema propio de cada uno de los ámbitos sociales en
que se mueve el hombre y han procurado darle una explicación al fenómeno recurriendo a
las teorías y metodologías desarrolladas por su respectiva disciplina delconocimiento.

Por supuesto, esto resulta positivo, pues permite profundizar su comprensión desde la
mirada especializada de la economía, la sociología, la ciencia política o la administración de
empresas, pero también y de manera simultánea se corre el riesgo de perder el sentido de lo
integral, que es propio de los fenómenos humanos y que en este caso resulta definitivo para
comprender su naturaleza y alcance.

Así se explica que algunos teóricos hablen de tipos de globalización y que ellos se consideren
principalmente como: globalización económica y en ocasiones reducida a la globalización
comercial, globalización social y cultural, globalización política y globalización empresarial
como conceptos distintos, independientes y autónomos.

También ocurre que cada uno de estos tipos de globalización, se traten como reducidos
sólo a la etapa actual del fenómeno y que por tanto se limite su visión a las características
vigentes del proceso: sistema capitalista de libre empresa y libre mercado, mundo unipolar
con una única superpotencia (Estados Unidos) y algunas potencias que la acompañan,
predominio de la teoría y el modelo neoclásico o neoliberal de la economía, liberalización
comercial y predominio de las empresas multinacionales, conformación de bloques
regionales de países, impulso del modelo de democracia liberal, definición de conductas
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como ilegales y que atentan contra la humanidad, entre otros aspectos que hoy existen
pero que no son necesariamente verdades absolutas.

Globalización económica

De manera general, se entiende como el proceso humano de interrelación, integración e


interdependencia económica de comunidades organizadas (hoy llamados países) que se
entrelazan por las relaciones, intercambios y flujos asociados con la producción, distribución
y consumo de bienes, servicios y capital y por la política económica y el empleo de
instrumentos para su ejecución que permiten desarrollar la visión, los intereses y los
objetivos económicos comunes, bajo los referente espaciales de lo internacional y
considerando a la tierra como el escenario total.

Para la etapa actual, esta globalización se caracteriza además de lo descrito anteriormente,


por la liberalización comercial, financiera y de capital, el reconocimiento y empleo de la
teoría neoliberal y de sus instrumentos para el diseño de la política económica, la
profundización de los mercados internacionales y de los esfuerzos por no limitarlos, el
predominio de los intereses y objetivos de las empresas multinacionales y el sector
financiero internacional y la preocupación por garantizar que los inversionistas puedan
mover sus capitales sin mayores limitaciones.

Globalización social y cultural

De manera general, se entiende como el proceso humano de interrelación, integración e


interdependencia de comunidades organizadas (que pueden ser países o algo distinto como
grupos de interés, por ejemplo) que se entrelazan por las ideas, las costumbres, los valores,
las formas de pensar, sentir, actuar y saber, así como en los símbolos y recursos que se
empleen para ello. Esto bajo los referentes espaciales de lo internacional y considerando a la
tierra como el escenario total.

Para la etapa actual, esta globalización se caracteriza además de lo descrito anteriormente,


por el empleo de los medios de comunicación masiva y de la tecnología para generar ideas,
costumbres y valores asociados con la individualidad, la racionalidad, el éxito individual y
las formas de pensar, sentir, actuar y saber, así como en los símbolos y recursos propios del
sistema capitalista de libre empresa. Por tanto, el uso del idioma inglés y de las redes de
información centradas en el computador son claves.

Globalización política

De manera general, se entiende como un proceso humano de interrelación, integración e


interdependencia de comunidades organizadas (que pueden ser países o algo distinto como
grupos de empresas o de partidos políticos por ejemplo) que se entrelazan por la capacidad
de algunos actores, sectores o grupos para lograr la dominación, el control y la
administración de los demás para alcanzar sus objetivos y desarrollar sus intereses, bajo
los referente espaciales de lo internacional y considerando a la tierra como el escenario total.
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Para la etapa actual, esta globalización se caracteriza además de lo descrito anteriormente,


por la crisis del sistema político basado en la estructura de estados nacionales libres,
autónomos, soberanos y con capacidad de autodeterminarse. El predominio de las ideas
sustentadas en la teoría de la democracia liberal y las prácticas asociadas con la defensa de
los derechos humanos, la elección popular de los gobernantes y las constituciones como
soporte normativo del sistema. También con la pérdida de influencia de los sindicatos y el
crecimiento de la influencia de los inversionistas, empresarios y directivos empresariales.

Globalización empresarial

Se entiende como un proceso humano de interrelación, integración e interdependencia de


comunidades organizadas ( que en este caso se refieren a unidades productivas como las
empresas o las redes de producción) que se entrelazan por etapas, en principio por las
relaciones, intercambios y flujos empresariales asociados con la producción, distribución y
consumo de bienes, servicios y capital y por el empleo de instrumentos empresariales que
permiten desarrollar la visión, los intereses y los objetivos económicos comunes, pero que
van más allá, hasta llegar a lo social, lo cultural y lo político, bajo los referentes espaciales
de lo internacional y considerando a la tierra como el escenario total

Para la etapa actual, esta globalización se caracteriza además de lo descrito anteriormente,


por la búsqueda de estructurar empresas y unidades productivas internacionalizadas, la
consolidación del mercado internacional como el contexto empresarial por excelencia, la
generación de ideas y prácticas organizacionales cada vez más universales, el uso de
procesos como medio de evaluación y diseño organizacional, el empleo de indicadores y de
instrumentos cada vez más estandarizados así como la utilización de la alta tecnología para
adelantar tanto la actividad rutinaria como para servir de soporte a las personas contratadas
para la generación de pensamientos que produzcan alto valor agregado.
Por tanto, es posible hablar de diferentes tipos de globalización empresarial: respecto de la
función financiera, respecto de la globalización de capitales y tecnológica. O en relación con
la investigación, el conocimiento o los mercados, por ejemplo.

Resumen

Esta unidad ha mostrado que existen dificultades para precisar un concepto y una palabra
que abarque los hechos actuales, caracterizados por la tendencia hacia la integración
mundial y por el predominio de lo internacional sobre otras formas de organización humana.

También le ha ayudado a descubrir que los hechos requieren de expresiones que los
expliquen en su totalidad para evitar dificultades en su interpretación y que, a pesar de su
amplio uso, la palabra globalización no expresa un concepto único y preciso, aunque existen
expresiones que muestran que se puede elaborar una interpretación adecuada paraexplicar
la realidad actual.

También le ha permitido descubrir que existen distintos enfoques bajo los cuales pueden
agruparse las interpretaciones y significados del fenómeno de globalización actual, que es
posible establecer un concepto general propio que permita recoger las distintas variantes y
enfoques teóricos descritos en cada enfoque y con base en él, explicar algunos de los tipos de
globalización que los analistas han planteado desde distintas disciplinas del conocimiento.
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De igual forma, se ha descrito las principales características que tiene la actual etapa de la
globalización a la luz de lo económico, lo social y cultural, lo político y lo empresarial.
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LECTURA RECOMENDADA
La economía mundial ante el año 2022

La economía mundial ante el año 2022

Federico Steinberg

José Pablo Martínez


// 26 Ene 2022
TECNOLOGÍA Y ECONOMÍA
Tema

Las previsiones señalan que en 2022 se mantendrá la trayectoria de recuperación aunque en el actual
escenario de elevada incertidumbre existen diversos riesgos que amenazan tales pronósticos.

Resumen

Después del rebote de la economía mundial en 2021, las previsiones señalan que en 2022 se
mantendrá la trayectoria de recuperación. No obstante, en el actual escenario de elevada
incertidumbre existen diversos riesgos que amenazan el cumplimiento de tales pronósticos. Entre
éstos destacan el surgimiento de una nueva variante más agresiva del COVID-19 ante la cual las
vacunas no sean efectivas, una consolidación de la tendencia inflacionista iniciada el pasado año que
obligue a subir los tipos de interés de forma precipitada, un aumento del proteccionismo comercial
en el contexto de rivalidad geoestratégica entre grandes potencias, los efectos del cambio climático,
el éxito de movimientos nacionalistas antiliberales y críticos con la globalización o un incremento de
las tensiones en Taiwán y Ucrania que desemboquen en conflictos abiertos.

Análisis

Mientras 2020 fue el año de la catástrofe económica global y 2021 el del fuerte rebote, 2022 debería
traer consigo una continuación de la recuperación, aunque todavía con fuertes incertidumbres y
riesgos asimétricos entre los distintos países. Así, a lo largo del año, se espera una consolidación de
esta tendencia económica positiva que permita a los países más rezagados en su crecimiento durante
2021, como España, alcanzar el nivel de producción prepandemia. Pero más allá de este optimismo,
compartido prácticamente por todas las instituciones económicas internacionales, existen elementos
económicos y geopolíticos que podrían reducir significativamente el dinamismo y obligan a mantener
la cautela. El principal sigue siendo la aparición de nuevas variantes del COVID-19 que lleven a
mayores restricciones. Pero también destacan la elevada inflación, posibles subidas anticipadas de
tipos de interés, la erosión de la cooperación internacional junto a la reaparición de guerras
comerciales, o las tensiones en Ucrania y Taiwán, cuyo trasfondo es la redefinición de las relaciones
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internacionales en un marco de creciente antagonismo entre Occidente, por un lado, y China y Rusia,
por otro.

En cualquier caso, una de las pocas cosas que escapa a la incertidumbre y aglutina consenso es que
el virus seguirá estando presente y podría convertirse en endémico, teniendo la ciudadanía que
continuar vacunándose durante mucho tiempo. Y cuanto más rápido se empiecen a inocular las
sucesivas dosis los efectos serán más positivos, especialmente en aquellos países en vías de
desarrollo en los que se observa claramente que un nivel de vacunación más reducido implica tanto
una mayor mortalidad como un menor crecimiento económico.

Perspectivas de continuidad en la recuperación de la economía mundial

Tras un 2021 en el que las vacunas contra el COVID-19 permitieron a la economía mundial en su
conjunto superar los niveles de actividad previos a la pandemia, el escenario base de las previsiones
del Fondo Monetario Internacional (FMI) es que en 2022 se consolide esta trayectoria de recuperación
y la economía global crezca en el entorno del 5%. No obstante, hasta el momento, dicha recuperación
está teniendo un notable carácter asimétrico, con los países que han avanzado más rápido en la
vacunación y que han podido sostener políticas monetarias y fiscales más expansivas (los ricos en
general, y en especial EEUU, pero también China y otras economías asiáticas) destacando sobre las
demás (véase la Figura 1).

Figura 1. Producto agregado de la economía mundial (2019 = 100). Fuente: Fondo Monetario
Internacional, Perspectivas de la economía mundial, octubre de 2021.

En España, después de un 2021 en el que el “efecto rebote” fue menor de lo esperado y el PIB avanzó
alrededor del 5%, de cara a 2022 se espera una expansión mayor, apoyada por una progresiva
normalización del turismo internacional, el ahorro embalsado todavía no gastado (parte del cual se
está dirigiendo a un sector inmobiliario al alza) y la llegada de cuantiosos fondos europeos, lo que
debería impulsar el PIB por encima del registrado en 2019 una vez que el empleo y la afiliación ya
han superado los niveles prepandemia.
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En este contexto, cabe subrayar la importancia del arsenal de medidas fiscales y monetarias puestas
en práctica desde el inicio de la pandemia por la mayoría de países, evitando la aparición de profundas
cicatrices en el sistema productivo susceptibles de erosionar su potencial de crecimiento; a costa, eso
sí, de incrementos en sus ratios de deuda pública de entre 15 y 30 puntos sobre el PIB y de importantes
aumentos de la desigualdad, sobre todo en España. En esta línea, a lo largo de los próximos años la
UE (cuyos primeros ajustes fiscales no se producirán antes de 2023) y EEUU, darán continuidad a
esta política expansiva a través del plan de recuperación Next Generation EU, destinado a la
transición hacia un modelo productivo más sostenible y digital, y del programa Build Back Better,
que servirá sobre todo para modernizar las anquilosadas infraestructuras norteamericanas.

En todo caso, dada la necesidad de convivir con el virus, la volatilidad seguirá siendo muy elevada,
aunque seguramente algo menor que en los dos últimos años. En períodos de relativa estabilidad los
modelos de predicción económica funcionan razonablemente bien (unas décimas casi siempre fallan),
pero la pandemia ha puesto patas arriba las pautas de producción, consumo, empleo, recaudación,
gasto público y comercio internacional, por mencionar tan sólo algunos indicadores. Y hasta que las
series estadísticas se bajen de la montaña rusa en la que están, será necesario seguir tomándose las
predicciones macroeconómicas con cautela, tal y como refleja la Figura 2 en relación a la evolución
de las previsiones de crecimiento del FMI durante el último año. Por tanto, continuarán produciéndose
revisiones del crecimiento al alza y a la baja, así como fuertes caídas y rebotes de las bolsas según
vayan apareciendo noticias sobre la evolución de la pandemia. Pero, en términos generales, tanto el
crecimiento como la creación de empleo deberían seguir siendo robustas en 2022, aunque
seguramente menores en los países que cayeron menos en 2020 como los del norte de Europa y
mayores en los que se hundieron más. Y es que el ciclo económico es bastante tozudo, y como
afortunadamente las medidas de política económica que se han activado durante los pasados dos años
han sido muy exitosas y no ha habido una crisis financiera como la de hace una década, el rebote
debería continuar.

Figura 2. Evolución de previsiones de crecimiento del FMI para 2022. Fuente: Fondo Monetario
Internacional, Perspectivas de la Economía Mundial, enero de 2021, abril de 2021 y octubre de
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2021.
Riesgos para el crecimiento: de la economía a la geopolítica

En el apartado de riesgos, incluso asumiendo que el COVID-19 acabará convirtiéndose en endémico


y será necesario seguir vacunándose durante mucho tiempo, la clave estará en lograr acelerar este
proceso con el fin de evitar la aparición de variantes todavía más letales y contagiosas que delta y
ómicron que obliguen a nuevos confinamientos y restricciones de la actividad económica. E incluso
habrá que contar con que la rápida expansión de la variante ómicron (o de otras posteriores) podría
generar nuevos cuellos de botella en las cadenas de suministro globales que reduzcan del crecimiento,
especialmente en países asiáticos como China, que han tendido a adoptar políticas de COVID cero y
a cerrar puertos y fábricas ante nuevos brotes. En todo caso, hay que subrayar que, aunque de
momento las vacunas se han mostrado efectivas contra todas las mutaciones del coronavirus, mientras
no se produzca una inmunización a nivel global el riesgo de que surja una “supercepa” capaz de
esquivar estas defensas seguirá presente. Y si bien más del 70% de la población en los países
desarrollados ya se ha administrado al menos una dosis, dicha tasa apenas alcanza el 50% y 10%
respectivamente en los emergentes y de bajos ingresos.

En el campo macroeconómico, la principal amenaza es la consolidación de la actual tendencia


inflacionista (véase la Figura 3), comenzada a mediados del pasado año fruto de un auge en la
demanda de bienes junto al lento reinicio de una actividad productiva con importantes limitaciones
de oferta, a lo que se sumaron cuellos de botella en las cadenas de suministro globales que podrían
complicarse por la extensión de la variante ómicron por Asia. Así, aunque este desacople entre oferta
y demanda mundial junto al resto de dificultades logísticas parece que tendrá una naturaleza
transitoria, y que por tanto la inflación no debería volverse permanente, existen factores que sugieren
que el alza de los precios, y en particular de los energéticos, podría extenderse a lo largo de 2022.

Figura 3. Evolución de la tasa de inflación en la Eurozona y EEUU. Fuente: Fondo Monetario


Internacional, Perspectivas de la economía mundial, octubre de 2021.

Entre tales factores destaca un tono excesivamente expansivo de la política fiscal en algunos países,
el elevado consumo e inversión generado por las buenas expectativas empresariales, una
infraestimación del colapso de los puertos marítimos, el déficit crónico de transportistas y la
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posibilidad de que el aumento en la compra de productos tecnológicos se deba a un cambio


permanente en el patrón de consumo en busca de una mayor digitalización del hogar tras la
experiencia pandémica, así como una inversión insuficiente en los últimos años por parte del sector
de hidrocarburos susceptible de limitar la oferta, circunstancia esta última que en Europa podría
agravarse en caso de nuevos incidentes en el abastecimiento de gas procedente de Rusia y Argelia.
Un escenario de esta naturaleza, retroalimentado a su vez por un apreciable aumento de los salarios
y de las expectativas inflacionistas de hogares y empresas, abocaría a los bancos centrales a retirar
los estímulos monetarios y a subir los tipos de interés con mayor prontitud e intensidad de lo previsto,
con la consiguiente probable caída de las bolsas (muchas de ellas en máximos históricos) y el
tensionamiento en la sostenibilidad del endeudamiento, tanto público como privado.

Las eventuales subidas de tipos de interés, que se producirían antes en EEUU que en la Eurozona
pero que el Banco de Inglaterra ya ha iniciado, podrían abocar a algunas economías emergentes a
revivir el escenario de principios de los años 80 del siglo pasado, cuando experimentaron salidas de
capital y devaluación de sus monedas ante la contracción monetaria de la Reserva Federal que
terminaron en impagos soberanos. La peor parte podrían llevársela algunos países de América Latina,
una de las zonas más azotadas sanitaria y económicamente por la pandemia. El endurecimiento de las
condiciones financieras y el aumento de las primas de riesgo soberano podría, a su vez, avivar las
tensiones sociales ya palpables en los últimos años a causa de la creciente desigualdad, la percepción
de la corrupción y el descontento generalizado de los jóvenes. Y, atención especial, más allá de los
movimientos de tipos de interés, requerirá la situación de Argentina, que tiene que negociar un nuevo
acuerdo con el FMI en los primeros meses del año para evitar declararse en default. Asimismo, otros
dos importantes focos de riesgo son China, cuyo sector inmobiliario está claramente
sobredimensionado y crece cada vez menos, y Turquía, que ya está experimentando una importante
salida de capitales y depreciación de su moneda.

Sin embargo, una eventual y prematura subida de tipos de interés no tiene por qué desencadenar una
crisis financiera o de deuda soberana en el sur de Europa. A pesar de tener mucha más deuda en
circulación que durante la anterior crisis, sus costes son sensiblemente más bajos y su duración mayor,
además de que el BCE tiene mecanismos para asegurar que las primas de riesgo no se disparen. Pero,
en todo caso, sería conveniente que España presentara un plan de medio plazo de consolidación fiscal
como seguro por si finalmente aparecieran turbulencias financieras que pudieran contagiarse a
nuestro país.

En cuanto a los riesgos geopolíticos, cabe subrayar una posible reactivación de la guerra comercial y
el proteccionismo, a causa de la revisión de las vulnerabilidades estratégicas vinculadas a la
dependencia de productos clave de China, la acelerada erosión de las instituciones de cooperación
internacional, en particular la parálisis de la Organización Mundial del Comercio (OMC), y al apetito
por utilizar la política comercial para lograr objetivos medioambientales o políticos, lo que hará de
2022 el año del inicio de los aranceles verdes liderados por la UE. En este contexto, no es descartable
un resurgir de la guerra comercial entre China y EEUU, habida cuenta de que los compromisos
alcanzados en diciembre de 2019 no se están cumpliendo. Sin embargo, también hay que constatar
que se han firmado y se están negociando nuevos acuerdos comerciales preferenciales, sobre todo en
Asia, y que los datos muestran que no se ha producido la intensa desglobalización que algunos
vaticinaban al principio de la pandemia.

Y eso nos lleva a las tensiones entre grandes potencias y a los riesgos asociados a los procesos
electorales y las dinámicas políticas internas de algunos países clave. Se habla abiertamente de una
posible invasión rusa de Ucrania o de un enfrentamiento militar en Taiwán como consecuencia del
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avance chino y la respuesta estadounidense (también de problemas en países del norte de África que
tocan mucho más cerca a España). Aunque ninguna de las dos tendría por qué producirse, ambas
tendrían un importante impacto económico, además de tensar enormemente la relación
transatlántica y entre los socios europeos, así como la rivalidad entre Occidente, por una parte, y
China y Rusia (que se sienten cada vez más cerca), por otra. Conflictos de este calado, además, harían
muy difícil avanzar en temas clave que requieren la cooperación internacional, sobre todo la lucha
contra el cambio climático, la aceleración de la vacunación y las nuevas líneas maestras de la
gobernanza de la globalización, en particular en temas de fiscalidad, finanzas y normas para la
economía digital.

Asimismo, y de especial importancia para España, en Europa hay citas electorales, así como tensiones
entre europeístas y euro-críticos nacionalistas de extrema derecha, que podrían dificultad el necesario
(y vital para España) proceso de integración fiscal y política comunitario. Habrá que estar atentos a
las elecciones presidenciales francesas, en las que Macron parte como favorito, al posible anticipo
electoral en Italia si finalmente Draghi pasa de primer ministro a presidente, y en el que podría
imponerse la extrema derecha, así como a la continuidad o no de Orbán al frente de una Hungría cada
vez más problemática (al igual que Polonia) en el seno de la UE por los retos que plantea al Estado
de Derecho y a la integración comunitaria. Por último, es probable que aparezcan nuevos problemas
en la implementación del acuerdo del Brexit. Fuera de Europa, se celebrarán elecciones presidenciales
en Brasil y Colombia, y habrá que ver si se replica el giro izquierdista dado por Chile. Asimismo, en
EEUU las elecciones de medio mandato determinarán el nivel de apoyo a la presidencia de Biden. Lo
más probable es que los republicanos pasen a controlar el Congreso y el Senado, llevando a una
peligrosa parálisis legislativa.

Por último, otros riesgos que sobrevolarán la economía mundial son aquellos asociados a los efectos
del cambio climático, tales como huracanes, inundaciones e incendios con sus correspondientes
hambrunas, pérdida de infraestructuras y oleadas de refugiados. Y es que a pesar de los significativos
avances en regulación medioambiental de las últimas dos décadas, que junto al comportamiento más
responsable del todavía mayor emisor de gases de efecto invernadero –China– arroja esperanzas
acerca de la posibilidad de limitar a 2 grados el incremento de la temperatura global para 2100, la
incidencia a corto plazo de estos fenómenos extremos se atisba irreversible a la vista de su tendencia
al alza de los últimos años, tanto en términos de frecuencia como de capacidad destructiva.

Conclusiones

En definitiva, 2022 debería de ser el año de la consolidación del crecimiento económico y paso de la
pandemia a la endemia, con la subsiguiente necesidad de aprender a convivir con el COVID-19. Será
también el año en el que seguramente se confirmará si la inflación se convierte en permanente. A
partir del verano debería comenzar a reducirse, aunque todavía es pronto para saber si habrá efectos
de segunda vuelta y cómo reaccionarán los bancos centrales. En todo caso, conviene subrayar que no
hubiera sido razonable que los precios no subieran ante un crecimiento tan elevado. Y, por la misma
razón, cuando el crecimiento se modere, la inflación debería descender, a menos que las expectativas
se hayan elevado porque los salarios estén subiendo con mucha fuerza, algo que por el momento no
se está produciendo de forma generalizada. Esto significa que el escenario de estanflación (a la “años
70” del siglo pasado) que los más pesimistas vaticinan, sigue siendo poco probable. Más bien
podríamos estar ante un episodio inflacionario similar al que se produjo tras la Segunda Guerra
Mundial en EEUU, cuando la inflación se aceleró con fuerza durante dos años para después volver a
caer.
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El año 2022 también será, probablemente, el último de la expansión fiscal en Europa. En 2023 se
reactivarán las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, probablemente reformadas para
evitar una vuelta a una austeridad que en estos momentos podría ser letal para la estabilidad política
de algunos países. Pero esto implica que, ya sin estímulos monetarios y fiscales, lo que permitirá
crecer a economías como la española en los próximos años será haber hecho reformas de calado. La
buena noticia es que se ha entrado en una dinámica reformista virtuosa, en la que la UE incentiva a
los países a modernizar sus economías mediante generosas transferencias y préstamos, que durarán
hasta 2027, e incluso más si se demuestra que Italia y España aprovechan bien los fondos. Sin
embargo, el programa Next Generation EU no convierte automáticamente a todos los afectados por
las reformas en ganadores. Además de invertir, será necesario subir impuestos, asegurar la
sostenibilidad de las pensiones y confirmar que la reforma laboral es eficaz para reducir la
temporalidad o reformar la administración pública. Y Bruselas también ha recordado a España que
es necesario reducir la desigualdad ahora que se constata que la recuperación tiene forma de “K”, con
una división clara entre los que se están beneficiando del rebote económico y los que se van quedando
atrás, que además son los mismos que en crisis anteriores.

Finalmente, 2022 será un año de consolidación del antagonismo en las relaciones internacionales.
Aunque Rusia no invada Ucrania ni China Taiwán, se irá imponiendo con cada vez más fuerza el uso
de las amenazas y la retórica de la confrontación entre grandes potencias, que nos retrotrae a los
peligrosos años de la Guerra Fría.
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LECTURA RECOMENDADA
Huevos, carne y otros 995 productos colombianos
entrarán a EE. UU. sin arancel
Valora Analitik

2022-01-03

En 2022, 997 productos colombianos entrarán con cero arancel al mercado de Estados
Unidos, de los cuales 24 son agrícolas y 973 no agrícolas, según la Cámara de Comercio
Colombo Americana (AmCham Colombia).

El gremio explicó que, a la fecha, estos productos tienen gravámenes de entre 1% y 3,8%, pero
ahora bajarán a 0%. Lea más en Noticias Empresariales.

Y agregó que de esos casi 1.000 bienes, Colombia le exportó a EE. UU., entre enero y
octubre de 2021, US$4.642 millones. Allí se destacan plásticos, vidrios, aluminio, maquinaria
eléctrica, cementos, muebles de madera, rubies, zafiros y esmeraldas trabajadas, entre otros.

“En la medida en que se reduzcan las costos y limitaciones no arancelarias del comercio entre
los dos países se van a aprovechar mejor las oportunidades que brinda el TLC con Estados
Unidos”, dijo María Claudia Lacouture, directora de AmCham Colombia.

Dentro de los agrícolas destacan productos con algún tipo de transformación, en el que los
bienes secos o conservados se llevan buena parte del protagonismo.

Entre los 24 que quedarán libres de aranceles en 2022 están huevos, fríjoles, harina de maíz,
azúcar, whisky, ron, vodka, carne de res y carne de gallina, por mencionar algunos.

AmCham Colombia explicó que las exportaciones de carne, que tenían cuotas en toneladas
permitidas por año, quedarán libres. Es decir, podrán acceder al mercado estadounidense de
forma ilimitada.

Sin embargo, se deben tener en cuenta las normas fitosanitarias que se deben cumplir.

Por el lado de los bienes no agrícolas destacan productos como cementos, cloruro de hidrógeno,
ácido sulfúrico, óxidos de hierro, algodón, vendas, gasas, desechos farmacéuticos y demás
insumos para esta industria.

Además, están incluidos caucho, papel, calzado, vidrios, hierros, aceros, válvulas, equipos
electrónicos, motocicletas, bicicletas, entre otros.
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De acuerdo con el Ministerio de Comercio, productos como atún en diferentes presentaciones,


cangrejos y camarones se incluyen como ‘No agrícolas’ por tener proceso de transformación al
ser conservados, enlatados o preparados, es decir, se consideran agroindustriales.

“De acuerdo con las cifras y los productos que van a quedar sin arancel para Colombia, de cara
a 2022, se hace relevante destacar que el gran potencial está centrado en el sector no
minero-energético”, dijo Lacouture.

Y agregó que el reto es aprovechar las oportunidades de esos bienes intermedios que EE. UU.
está demandando, para ser parte de la cadena productiva y de suministro de ese país, que se
traducen en ventas nacionales estadounidenses o se reexportan a terceros países.
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LECTURA RECOMENDADA
La Amazonía colombiana se ha
convertido en un “botín de guerra”
Antonio José Paz Cardona en 14 octubre 2021

La Amazonía colombiana enfrenta una crisis ambiental y de seguridad sin precedentes que tiene
en grave riesgo a los defensores ambientales. Aunque esta crisis viene gestándose desde hace
décadas, ha cambiado significativamente desde la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno
colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016.

Ese es uno de los principales mensajes del informe ‘Un Clima Peligroso’, realizado por Fundación
Ideas para la Paz (FIP) y Adelphi, con apoyo de las organizaciones WWF, Fundación para la
Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), Sociedad Zoológica de Frankfurt (FZS) Colombia,
Amazon Conservation Team (ACT), Fundación Gaia Amazonas, Tropenbos y la Dirección Territorial
Amazonía de Parques Nacionales Naturales de Colombia.

De acuerdo con el informe, la intensificación del acaparamiento de recursos y de actividades


económicas ilegales como los cultivos de uso ilícito y el narcotráfico, la minería, la ganadería y la
agricultura, no solo impulsaron la degradación ambiental y la deforestación en la región, sino que
también aumentaron la violencia. Según cifras del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales (IDEAM), el 70 % de la deforestación en el país durante 2020 se concentró en la
Amazonía cuando se perdieron 109 302 hectáreas de bosque, en comparación con las 98 256
registradas en 2019.

Incendio forestal en la Amazonía colombiana. Foto: Informe Un Clima Peligroso.


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“Vemos una crítica situación de inseguridad en la Amazonía, la cual es generalizada, no se trata solo
de una zona o sector. Hay peligro para funcionarios y población civil que hacen defensa de su
territorio y recursos naturales”, le dice Rodrigo Botero, director de la FCDS a Mongabay Latam.

Violencia y deforestación en aumento

La región amazónica ha sido de gran interés para los diversos grupos armados ilegales involucrados
en el conflicto, entre ellos guerrillas, grupos paramilitares, narcotraficantes y crimen
organizado, y más recientemente disidentes de las FARC. El informe ‘Un Clima Peligroso’ asegura
que todos estos actores utilizaron la región como zona de retaguardia, territorio para la extracción de
recursos y para ejercer control territorial, militar, político y social. Además, que la Amazonía era un
activo estratégico debido a sus extensas fronteras con Venezuela, Brasil, Perú y Ecuador, y a su lejanía
de los centros de control gubernamental.

A pesar de esto, los departamentos amazónicos han presentado dinámicas diferentes. El reporte señala
que Caquetá, Meta, Guaviare y Putumayo han sido los más afectados por la violencia, el
conflicto armado y la deforestación, pero también los que tienen mayores niveles de integración
económica y presencia estatal. Por el contrario, los departamentos de Guainía, Amazonas y Vaupés
han experimentado menores niveles tanto de conflicto como de deforestación, pero se han
caracterizado tradicionalmente por una menor presencia del Estado central y una menor integración
económica con el centro del país.

Quemas en la Amazonía colombiana. Foto: Luis Barreto WWF-UK.

Aunque se podría pensar que en Amazonas, Vaupés y Guainía la situación ambiental y de seguridad
tiene escasos problemas, Rodrigo Botero comenta que los han tenido desde hace mucho tiempo, solo
que debido a esa menor presencia del Estado se han reportado históricamente menos
denuncias y las problemáticas no se han expresado en forma de deforestación, pero sí de otras formas.
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“Por ejemplo, la frontera [los tres departamentos son fronterizos] es una gran autopista de ilegalidad,
no solo con Venezuela sino con Brasil y Perú. Ahí los problemas se expresan en términos de tráfico
de droga, armas, oro, coltán, madera, pescado y hasta de migrantes”, afirma Botero. Y es que
toda la Amazonía, en palabras del director de la FCDS, “se ha convertido en un botín de guerra”.

Precisamente, Juan Carlos Garzón, investigador de la Fundación Ideas para la Paz y uno de los
autores del informe, asegura que lo más complejo de lo que sucede en la región es la interacción
entre el deterioro de condiciones de seguridad y el deterioro de las condiciones ambientales, lo
cual produce una gran crisis.

Minería ilegal de oro en el río Caquetá, Amazonas – Colombia. Foto: Informe Un Clima Peligroso.

El informe destaca al acaparamiento de tierras, los cultivos de coca para usos ilícitos, la minería
ilegal y el aumento en el número de vías no autorizadas como cuatro factores que explican la
creciente dinámica de violencia y degradación ambiental de la región amazónica colombiana.

Cifras de 2020 de la FCDS indican que el acaparamiento de tierras se da en el llamado Arco


colombiano de la deforestación, justo en los límites con otros ecosistemas como los Andes y la
Orinoquía, pasando por importante áreas protegidas como los parques nacionales Tinigua, Sierra de
la Macarena y Serranía de Chiribiquete —en su zona norte y en las cercanías del río Camuya en el
límite oriental del parque— y el límite oriental de la Reserva indígena Nukak.

Así mismo, los cultivos de coca para usos ilícitos dominan principalmente en los parques Sierra de la
Macarena, Tinigua, Serranía de Chiribiquete, La Paya y la Reserva Nacional Nukak, así como en el
resguardo indígena Nukak y diversos bosques de Guaviare, Caquetá, Putumayo y el sur del Meta.
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Cultivos de coca en la Amazonía colombiana en 2020. Fuente: FIP basado en UNODC.

Datos del Departamento Nacional de Planeación (DNP) refieren que la minería ilegal se concentra
en la cuenca baja del río Caguán, el río Putumayo y el río Caquetá, así como sus afluentes, y en
varias zonas dentro de los parques Río Puré, Cahuinarí, Yaigojé-Apaporis y Puinawai.

Finalmente, información de la FCDS también da cuenta que las vías ilegales se expanden sobre todo
en el Arco Amazónico Noroccidental, en los municipios de La Macarena (Meta) y San José del
Guaviare (Guaviare), que contienen el 48 % de las nuevas vías detectadas, la mayoría de ellas en
dirección a áreas protegidas y resguardos indígenas.

El peligro constante para los defensores ambientales

Las dinámicas de ilegalidad han llevado a un incremento en la violencia contra los líderes ambientales
amazónicos. “Cada vez más, sus esfuerzos de conservación y protección ambiental son vistos como
amenazas directas a los intereses económicos de los grupos armados ilegales y de poderosos actores
económicos y políticos”, se lee en el reporte.
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Guardianes comunitarios del bosque, Caquetá-Colombia. Foto: Informe Un Clima Peligroso.

La firma del Acuerdo de Paz, así como la desmovilización y el desarme parcial de las FARC fueron
importantes impulsores de estos cambios pues crearon un vacío de poder que facilitó la entrada de
diferentes grupos armados ilegales. También propiciaron un mayor interés en la explotación de
recursos de la Amazonía colombiana, en contra de la agenda de conservación y protección de los
líderes, organizaciones y comunidades ambientales.

ONG internacionales han dado cuenta del recrudecimiento de la violencia, por ejemplo, el número de
defensores ambientales asesinados en Colombia aumentó en más del 150 % entre 2018 y 2020,
pasando de 24 a 64 según Global Witness. Además, entre 2016 y 2020, el proyecto ‘Tierra de
Resistentes’ reportó el asesinato de por lo menos nueve defensores del ambiente en los departamentos
de la Amazonía.

“Este aumento de la violencia letal contra los líderes ambientales y sociales ha estado acompañado
del desplazamiento forzado de comunidades locales e indígenas y de la pérdida de sus medios de vida
tradicionales. Por ejemplo, pueblos indígenas han sido desplazados de las zonas rurales de los
departamentos de Amazonas y Putumayo como consecuencia de las presiones ejercidas por grupos
armados ilegales, incluyendo el reclutamiento o utilización de jóvenes para sus operaciones”, dice el
informe y añade que líderes sociales, organizaciones ambientales y pueblos indígenas de algunas
zonas de los departamentos de Putumayo y Caquetá también están en grave riesgo, principalmente en
los municipios de Puerto Guzmán, San José del Fragua, Curillo y Solita.
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Fuente: informe Un Clima Peligroso.

Para Rodrigo Botero, este es el “triste reciclaje” de una guerra contra grupos armados que ahora tienen
características más complejas. Según dice, son un sinnúmero de grupos y cada uno impone sus normas
de manera violenta, erosionando todo el capital social que se había logrado construir durante años en
la Amazonía.

Juan Carlos Garzón de la FIP comenta que en un territorio donde el Estado no ha estado para proteger
a las comunidades, finalmente son los propios líderes, con organizaciones ambientales y sociales,
quienes terminan tratando de establecer mecanismos para protegerse. “Van desde lo más básico,
hablarse entre ellos sobre sus rutinas y cuidarse mutuamente, hasta tener interlocución con los actores
armados para procurar protección”, asevera.

Estos métodos de autoprotección son el resultado de la falta de confianza en el Estado. Varias


personas y organizaciones locales entrevistadas en el informe ‘Un Clima Peligroso’ expresaron su
preocupación por las narrativas que estigmatizan a los defensores del ambiente y los líderes sociales,
así como a las comunidades locales. Ya la Comisión Interamericana de Derechos Humanos había
señalado en 2019 que líderes políticos y funcionarios públicos a menudo califican de “guerrilleros” a
comunidades y líderes porque se ubican en las mismas zonas que los grupos armados ilegales.
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El abuelo Marcelino y su hijo, pueblo indígena en Araracuara, sosteniendo el mambe y ambil


provenientes de plantas sagradas de la región en el departamento de Caquetá en la Amazonía
colombiana. Foto: Informe Un Clima Peligroso.

“Como consecuencia, muchos líderes ambientales y miembros de las comunidades agredidas dudan
en denunciar las amenazas y los crímenes ante las autoridades pertinentes, ya que temen que se haga
caso omiso de sus reclamos o, peor aún, que aumente su nivel de riesgo”, dice el reporte.

Las respuestas del Estado

El informe también analiza las respuestas que el Estado le ha dado a la crisis en la Amazonía
Colombiana. En primer lugar mencionan el ‘Acuerdo final para la terminación del conflicto y la
construcción de una paz estable y duradera’, firmado entre el Gobierno y las FARC en 2016. Este
documento se basa en el entendimiento compartido de que la larga historia de conflicto armado de
Colombia tiene sus raíces en la división rural-urbana y la falta de presencia del Estado en algunas de
sus regiones y, por lo tanto, la construcción de paz requiere un enfoque territorial.

El Acuerdo pone un fuerte énfasis en las cuestiones ambientales y de gobernanza de la tierra. De


hecho, su primer punto es una reforma rural integral que fomente el desarrollo y la equidad económica
y social en el campo, incluyendo una serie de iniciativas de reforma agraria para cerrar la brecha
rural-urbana. Sin embargo, en la actualidad no se cuenta con la asignación presupuestal necesaria
para lograr sus objetivos y, según ha dicho la Procuraduría colombiana, su implementación ha estado
rezagada.
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Zona deforestada en la Amazonía de Colombia. Foto: FZS.

Rodrigo Botero, director de la FCDS, lo sintetiza de la siguiente manera: “no habrá paz ambiental
mientras no haya paz agraria. Y esta última empieza por los reconocimientos de los derechos de la
tierra para las poblaciones campesinas y étnicas”.

Una de las principales respuestas del Gobierno para combatir la deforestación y las economías ilegales
en la Amazonía colombiana ha sido la acción militar denominada ‘Operación Artemisa’, que
comenzó en abril de 2019. Según fuentes gubernamentales, la esta estrategia contribuyó a prevenir y
detener la deforestación mediante la recuperación de 12 358 hectáreas de tierra en parques nacionales,
el rescate de 9137 aves, mamíferos y reptiles en peligro de extinción y la detención de 81 personas
por diferentes delitos ambientales, entre abril de 2019 y febrero de 2021.

Sin embargo, el alcance y los resultados de Artemisa han sido cuestionados. Juan Carlos Garzón
dice que hay un escenario donde se necesita una respuesta de la fuerza pública, pero el problema es
cómo se ha hecho y hacia quiénes han sido dirigidos los operativos. “Hay un gran vacío en términos
de priorización e inteligencia”, destaca.
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Fuente: informe Un Clima Peligroso.

Para él, las labores se dirigen a los eslabones más débiles de la cadena (los campesinos), además que
la mayoría de las personas capturadas luego no son procesadas. “Se han interrumpido procesos de
diálogo y concertación, comunidades dispuestas a colaborar y avanzar en la protección del ambiente
y parar la deforestación se han visto de frente con operaciones de las fuerzas militares”, dice.

Garzón también menciona que el poder disuasivo de estas acciones militares es muy bajo porque se
hace el operativo y a las pocas semanas otra vez están las personas en el mismo territorio. “Parte de
lo bueno que ha pasado en la Amazonía viene de acuerdos de la gestión comunitaria. La
deforestación en la región podría ser peor si no fuera por el trabajo de las comunidades y las
organizaciones ambientales”.

Para el investigador de la FIP, las operaciones militares no están teniendo los impactos esperados y,
por el contrario, generan un malestar hacia el Estado, reduciendo la posibilidad de que comunidades
e instituciones gubernamentales trabajen conjuntamente.
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Deforestación en la Amazonía colombiana. Foto: Luis Barreto WWF-UK.

Opciones para enfrentar la crisis

Ante el complejo panorama de la región amazónica en Colombia, los autores de ‘Un Clima
Peligroso’ hacen recomendaciones específicas de corto, mediano y largo plazo, divididas en cinco
líneas de acción.

La primera es mejorar la protección de los defensores ambientales y las comunidades locales con la
coordinación de acciones en las instancias locales, departamentales, nacionales e internacionales.

“Lo urgente es la protección de las comunidades y eso suena muy lógico, pero no necesariamente es
la prioridad en el ámbito de la seguridad. Por ejemplo, la prioridad de Artemisa no es proteger
comunidades sino disminuir la deforestación”, dice Juan Carlos Garzón.

Para él, “la respuesta no solo es qué más tenemos que hacer, sino qué evitamos hacer”. En ese sentido,
dice, las operaciones de seguridad deberían tener como perspectiva no hacer daño, evitar efectos
colaterales y generar confianza con las comunidades.
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Fuente: informe Un Clima Peligroso.

La segunda línea de acción recomendada en el informe es abordar el control de la deforestación y las


actividades ilegales como parte de una estrategia de paz más amplia. “Hay que reconocer que sin las
comunidades es muy difícil conseguir los objetivos de la protección ambiental; esto no va a funcionar
solo por la fuerza”, comenta Garzón.

La tercera línea es fortalecer la implementación de las políticas ambientales y climáticas teniendo en


cuenta su dimensión de paz y conflicto. El cuarto punto tiene que ver con reconocer y fortalecer el
papel de las comunidades locales en la protección del ambiente y, finalmente, transformar las causas
fundamentales de la crisis y fomentar la resiliencia a largo plazo al cambio climático y los conflictos.

Para Rodrigo Botero, director de la FCDS, es muy importante la presencia y coordinación del Estado
en la Amazonía porque “actualmente cada sector jala para su propio lado y no hay ejercicios concretos
de construcción territorial conjunta que permita que poblaciones, ambiente y funcionarios no sigan
siendo carne de cañón ante esta conflictividad”.

Por su parte, Juan Carlos Garzón asegura que es muy difícil avanzar en el tema ambiental si no hay
condiciones básicas de seguridad y sin que las comunidades tengan confianza en el Estado. “Este
informe es un llamado de urgencia: se está complicando el trabajo en la Amazonía y no se había
visto algo así de complejo en el pasado reciente”, destaca.
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EL "CONSENSO DE WASHINGTON"
¿PARADIGMA ECONÓMICO DEL CAPITALISMO TRIUNFANTE?

Josep F. Mària Serrano, SJ22.

imponer un modelo único, hecho a imagen y semejanza del que propugna la nueva derecha anglosajona puede, a la
larga, provocar desastres tan agudos como el propio "socialismo real"". LINDE, L.M. op.cit. 5.
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LECTURA RECOMENDADA
CULTURAS Y GLOBALIZACIÓN

MARIO VARGAS LLOSA


1999

Uno de los argumentos más frecuentes contra la globalización -­­se lo escuchó en los
alborotos contestatarios de Seattle, Davos y Bangkok-­­ es el siguiente: La desaparición de las
fronteras nacionales y el establecimiento de un mundo interconectado por los mercados
internacionales infligirá un golpe de muerte a las culturas regionales y nacionales, a las
tradiciones, costumbres, mitologías y patrones de comportamiento que determinan la
identidad cultural de cada comunidad o país. Incapaces de resistir la invasión de productos
culturales de los países desarrollados -­­o, mejor dicho, del superpoder, EE.UU -­­, que,
inevitablemente, acompañan como una estela a las grandes trasnacionales, la cultura
norteamericana (algunos arrogantes la llaman la 'subcultura') terminará por imponerse,
uniformizando al mundo entero, y aniquilando la rica floración de diversas culturas que
todavía ostenta. De este modo, todos los demás pueblos, y no sólo los pequeños y débiles,
perderán su identidad -­­vale decir, su alma-­­ y pasarán a ser los colonizados del siglo XXI,
epígonos, zombis o caricaturas modelados según los patrones culturales del nuevo
imperialismo, que, además de reinar sobre el planeta gracias a sus capitales, técnicas,poderío
militar y conocimientos científicos, impondrá a los demás su lengua, sus maneras de pensar,
de creer, de divertirse y de soñar.

Esta pesadilla o utopía negativa, de un mundo que, en razón de la globalización, habrá


perdido su diversidad lingüística y cultural y ha sido igualado culturalmente por EU., no es,
como algunos creen, patrimonio exclusivo de minorías políticas de extrema izquierda,
nostálgicas del marxismo, del maoísmo y del guevarismo tercermundista, un delirio de
persecución atizado por el odio y el rencor hacia el gigante norteamericano.

Se manifiesta también en países desarrollados y de alta cultura, y la comparten sectores


políticos de izquierda, de centro y de derecha. El caso tal vez más notorio sea el de Francia,
donde periódicamente se realizan campañas por los gobiernos, de diverso signo ideológico,
en defensa de la "identidad cultural' francesa, supuestamente amenazada por la
globalización.

Un vasto abanico de intelectuales y políticos se alarman con la posibilidad de que la tierra


que produjo a Montaigne, Descartes, Racine, Baudelaire, fue árbitro de la moda en el vestir,
en el pensar, en el pintar, en el comer y en todos los dominios del espíritu, pueda ser invadida
por McDonald's, Pizza Huts, Kenctucky Fried Chicken, el rock y el rap, las películas
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de Hollywood, los bluejeans, los sneakers y los poloshirts. Este temor ha hecho, por ejemplo,
que en Francia se subsidie masivamente a la industria cinematográfica local y que haya
frecuentes campañas exigiendo un sistema de cuotas que obligue a los cines a exhibir un
determinado número de películas nacionales y a limitar el de las películas importadasde
EU.

Asimismo, esta es la razón por la que se han dictado severas disposiciones municipales
(aunque, a juzgar por lo que ve el transeúnte por las calles de París, no son muy respetadas)
penalizando con severas multas los anuncios publicitarios que desnacionalicen con
anglicismos la lengua de Moliere. Y no olvidemos que José Bové, el granjero convertido en
cruzado contra la malbouffe (el mal comer), que destruyó un McDonald's, se ha convertido
poco menos que en un héroe popular en Francia.

Aunque creo que el argumento cultural contra la globalización no es aceptable, conviene


reconocer que, en el fondo de él yace una verdad incuestionable. El mundo en el que vamos
a vivir en el siglo que comienza va a ser mucho menos pintoresco, impregnado de menos
color local, que el que dejamos atrás. Fiestas, vestidos, costumbres, ceremonias, ritos y
creencias que en el pasado dieron a la humanidad su frondosa variedad folclórica y
etnológica van desapareciendo, o confinándose en sectores muy minoritarios, en tanto que
el grueso de la sociedad los abandona y adopta otros, más adecuados a la realidad de nuestro
tiempo. Éste es un proceso que experimentan, unos más rápido, otros más despacio, todos
los países de la Tierra. Pero, no por obra de la globalización, sino de la modernización, de la
que aquella es efecto, no causa. Se puede lamentar, desde luego, que esto ocurra, y sentir
nostalgia por el eclipse de formas de vida del pasado que, sobre todo vistas desde la cómoda
perspectiva del presente, nos parecen llenas de gracia, originalidad y color. Lo que no creo
que se pueda es evitarlo. Ni siquiera países como Cuba o Corea del Norte, que, temerosos de
que la apertura destruya los regímenes totalitarios que los gobiernan, se cierran sobre sí
mismos y oponen toda clase de censuras y prohibiciones a la modernidad, consiguen
impedir que esta vaya infiltrándose en ellos y socave poco a pocosu llamada 'identidad
cultural'. En teoría, sí, tal vez, un país podría conservarla, a condición de que, como ocurre
con ciertas remotas tribus del África o la Amazonia, decida vivir en un aislamiento total,
cortando toda forma de intercambio con el resto de las naciones y practicando la
autosuficiencia. La identidad cultural así conservada retrocedería a esa sociedad a los niveles
de vida del hombre prehistórico.

Es verdad, la modernización hace desaparecer muchas formas de vida tradicionales, pero,


al mismo tiempo, abre oportunidades y constituye, a grandes rasgos, un gran paso adelante
para el conjunto de la sociedad. Es por eso que, en contra a veces de lo que sus dirigentes o
intelectuales tradicionalistas quisieran, los pueblos, cuando pueden elegir libremente, optan
por ella, sin la menor ambigüedad.

En verdad, el alegato a favor de la 'identidad cultural en contra de la globalización, delata una


concepción inmovilista de la cultura que no tiene el menor fundamento histórico. ¿Qué
culturas se han mantenido idénticas a sí mismas a lo largo del tiempo? Para dar con ellas
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hay que ir a buscarlas entre las pequeñas comunidades primitivas mágico-­­religiosas, de


seres que viven en cavernas, adoran al trueno y a la fiera, y, debido a su primitivismo, son
cada vez más vulnerables a la explotación y el exterminio.

Todas las otras, sobre todo las que tienen derecho a ser llamadas modernas -­­es decir vivas -­­
, han ido evolucionando hasta ser un reflejo remoto de lo que fueron apenas dos o tres
generaciones atrás.

Ese es, precisamente, el caso de países como Francia, España e Inglaterra, donde, sólo en el
último medio siglo, los cambios han sido tan profundos y espectaculares, que, hoy, un
Proust, un Lorca y una Virginia Wolf, apenas reconocerían las sociedades donde nacieron, y
cuyas obras ayudaron tanto a renovar.

La noción de Identidad cultural es peligrosa, porque, desde el punto de vista social


representa un artificio de dudosa consistencia conceptual, y, desde el político, un peligro
para la más preciosa conquista humana, que es la libertad.

Desde luego, no niego que un conjunto de personas que hablan la misma lengua, han nacido
y viven en el mismo territorio, afrontan los mismos problemas y practican la misma religión
y las mismas costumbres, tenga características comunes, Pero ese denominador colectivo no
puede definir cabalmente a cada una de ellas, aboliendo, o relegando a un segundo plano
desdeñable, lo que cada miembro del grupo tiene de específico, la suma de atributos y rasgos
particulares que lo diferencian de los otros. El concepto de identidad, cuando no se emplea
en una escala exclusivamente individual y aspira a representar a un conglomerado, es
reductor y deshumanizador, un pase mágico-­­ideológico de signo colectivista que
abstrae todo lo que hay de original y creativo en el ser humano, aquello que no le ha sido
impuesto por la herencia ni por el medio geográfico, ni por la presión social, sino que resulta
de su capacidad para resistir esas influencias y contrarrestarlas con actos libres, de invención
personal.

En verdad, la noción de identidad colectiva es una ficción ideológica, cimiento del


nacionalismo, que, para muchos etnólogos y antropólogos, ni siquiera entre las comunidades
más arcaicas representa una verdad. Pues, por importantes que para la defensa del grupo
sean las costumbres y creencias practicadas en común, el margen de iniciativa y de creación
entre esos miembros para emanciparse del conjunto es siempre grande y las diferencias
individuales prevalecen sobre los rasgos colectivos cuando seexamina a los individuos en
sus propios términos y no como meros epifenómenos de la colectividad.
Precisamente, una de las grandes ventajas de la globalización, es que ella extiende demanera
radical las posibilidades de que cada ciudadano de este planeta interconectado – la patria de
todos-­­ construya su propia identidad cultural, de acuerdo a sus preferencias y
motivaciones íntimas y mediante acciones voluntariamente decididas.
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Pues ahora no está obligado como en el pasado y todavía en muchos lugares en el presente,
a acatar la identidad que, recluyéndolo en un campo de concentración del que es imposible
escapar, le imponen la lengua, la nación, la iglesia, las costumbres, etc, del medio en que
nació. En este sentido, la globalización debe ser bienvenida porque amplía de maneranotable
el horizonte de la libertad individual.

El temor a la americanización del planeta tiene mucho más de paranoia ideológica que de
realidad. No hay duda, claro está, de que, con la globalización, el impulso del idioma inglés,
que ha pasado a ser, como el latín en la Edad Media, la lengua general de nuestro tiempo,
proseguirá su marcha ascendente, pues ella es un instrumento indispensable de las
comunicaciones y transacciones internacionales. ¿Significa esto que el desarrollo del inglés
tendrá lugar en menoscabo de las otras grandes lenguas de cultura? En absoluto. La verdad
es más bien la contraria. El desvanecimiento de las fronteras y la perspectiva de un mundo
interdependiente se ha convertido en un incentivo para que las nuevas generaciones traten
de aprender y asimilar otras culturas (que ahora podrán hacer suyas, si lo quieren), por
afición, pero también por necesidad, pues hablar varias lenguas y moverse con desenvoltura
en culturas diferentes es una credencial valiosísima para el éxito profesional en nuestro
tiempo.

Quisiera citar, como ejemplo de lo que digo, el caso del español. Hace medio siglo, los
hispanohablantes éramos todavía una comunidad poco menos que encerrada en si misma,
que se proyectaba de manera muy limitada fuera de nuestros tradicionales confines
lingüísticos. Hoy, en cambio, muestra una pujanza y un dinamismo crecientes, y tiende a
ganar cabeceras de playa y a veces vastos asentamientos, en los cinco continentes. Que en
E.U. haya en la actualidad entre 25 y 30 millones de hispanohablantes, por ejemplo, explica
que los dos candidatos, el gobernador Bush y el vicepresidente Gore, hagan sus campañas
presidenciales no sólo en inglés, también en español.

¿Cuántos millones de jóvenes de ambos sexos, en todo el globo, se han puesto, gracias a los
retos de la globalización, a aprender japonés, alemán, mandarín, cantones, árabe, ruso o
francés? Muchísimos, desde luego, y esta es una tendencia de nuestra época que,
afortunadamente, sólo puede incrementarse en los años venideros. Por eso, la mejor política
para la defensa de la cultura y las lenguas propias, es promoverlas a lo largo y a lo ancho del
nuevo mundo en que vivimos, en vez de empeñarse en la ingenua pretensión de vacunarlas
contra la amenaza del inglés. Quienes proponen este remedio, aunque hablan mucho de
cultura, suelen ser gentes incultas, que disfrazan su verdadera vocación: el nacionalismo. Y
si hay algo reñido con la cultura, que es siempre de propensión universal,es esa visión
parroquiana, excluyente y confusa que la perspectiva nacionalista impone a la vida cultural.
La más admirable lección que las culturas nos imparten es hacernos saberque ellas no
necesitan ser protegidas por burócratas, ni comisarios, ni confinadas dentro debarrotes, ni
aisladas por aduanas, para mantenerse vivas y lozanas, porque ello, más bien, las folcloriza
y las marchita. Las culturas necesitan vivir en libertad, expuestas al cotejo continuo con
culturas diferentes, gracias a lo cual se renuevan y enriquecen, evolucionan y adaptan a la
fluencia continua de la vida. En la antigüedad, el latín no mató al griego, por el
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contrario la originalidad artística y la profundidad intelectual de la cultura helénica


impregnó de manera indeleble la civilización romana y, a través de ella, los poemas de
Homero, y la filosofía de Platón y Aristóteles llegaron al mundo entero.

La globalización, no va a desaparecer a las culturas locales; todo lo que haya en ellas de


valioso y digno de sobrevivir encontrará en el marco de la apertura mundial un terreno
propicio para germinar. En su célebre ensayo “Notas para la definición de cultura” T.S.
Elliot predijo que la humanidad del futuro vería un renacimiento de las culturas locales y
regionales, y su profecía pareció entonces bastante aventurada.

Sin embargo, la globalización probablemente la convierta en un realidad del siglo XXI, y ha


y que alegrarse de ello. Un renacimiento de las pequeñas culturas locales devolverá a la
humanidad esa rica multiplicidad de comportamientos y expresiones, que – es algo que suele
olvidarse o, más bien, que se evita recordar por las graves connotaciones morales que tiene
– a partir de fines del siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX, el Estado-­­ Nación aniquiló, y a veces
en el sentido no metafórico sino literal de la palabra, para crear las llamadasidentidades
culturales nacionales. Estas se forjaron a sangre y fuego muchas veces, prohibiendo la
enseñanza y las publicaciones de idiomas vernáculos, o la práctica de religiones y
costumbres que disentían de las proclamadas como idóneas para la Nación, de modo que,
en la gran mayoría de países del mundo, el Estado-­­Nación consistió en una forzada
imposición de una cultura dominante sobre otras, más débiles o minoritarias, que fueron
reprimidas y abolidas de la vida oficial. Pero, contrariamente, a lo que piensan esos
temerosos de la globalización, no es tan fácil borrar del mapa a las culturas, por pequeñas
que sean, si tienen detrás de ellas una rica tradición que las respalde, y un pueblo que, aunque
sea en secreto, las practique. Y lo vamos viendo, en estos días, en que, gracias al
debilitamiento de las rigidez que caracterizaba al Estado-­­Nación, las olvidadas, marginadas
o silenciadas culturas locales, comienzan a renacer y dar señales de vida a veces muy
dinámica, en el gran concierto de este planeta globalizado.

La globalización, plantea muchos retos, de índole política, jurídica, administrativa, sin duda.
Y ella, si no viene acompañada de la mundialización y profundización de la democracia -­­ la
legalidad y la libertad – puede traer serios perjuicios, facilitando, por ejemplo, la
internacionalización del terrorismo y de los sindicatos del crimen. Pero, comparados a los
beneficios y oportunidades que ella trae, sobre todo para las sociedades pobres y atrasadas
que requieren quemar etapas a fin de alcanzar niveles de vida dignos para los pueblos,
aquellos retos, en vez de desalentarnos, deberían animarnos a enfrentarlos con entusiasmo
e imaginación. Y con el convencimiento de que nunca antes, en la larga historia de la
civilización humana, hemos tenido tantos recursos intelectuales, científicos y económicos
como ahora para luchar contra los males atávicos: el hambre, las guerras, los prejuicios y la
opresión.
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LECTURA RECOMENDADA
LA TRANSFORMACIÓN PETER DRUCKER66

Peter Druker

Introducción

Cada pocos centenares de años ocurre en la historia del Occidente una notable
transformación. Cruzamos lo que en un libro anterior (Las nuevas realidades, 1989) llamé
una "divisoria". En el término de pocos decenios, la sociedad se reacomoda en su visión
mundial; en sus valores básicos; en su estructura social y política; en sus artes; en sus
instituciones claves. Cincuenta años después hay un mundo nuevo. Y las personas que
nacen entonces no pueden siquiera imaginar el mundo en que vivieron sus abuelos y en
que nacieron sus propios padres.

Vivimos una transformación de este tipo que está creando la sociedad postcapitalista. Tal
es el tema de este libro.

Una transformación semejante ocurrió en el siglo XIII —cuando el mundo europeo casi de
la noche a la mañana se centró en la nueva ciudad — con la aparición de los gremios urbanos
como nuevos grupos dominantes de la sociedad, con el revivir del comercio a largadistancia;
con la nueva arquitectura gótica, eminentemente urbana y en realidad prácticamente
burguesa; con la nueva pintura de los sieneses; con el retorno a Aristóteles como fuente de
toda sabiduría; con las universidades urbanas que reemplazaron como centros de cultura a
los monasterios en su aislamiento rural; con las nuevas órdenes urbanas de los dominicos y
los franciscanos que surgieron como portadoras de religión, de conocimientos, de
espiritualidad; y a la vuelta de unos pocos decenios con el paso del latín a los idiomas
vernáculos y con Dante que creó la literatura europea.

Doscientos años más tarde, ocurrió la siguiente transformación en los sesenta años
transcurridos entre la invención de Gutenberg de tipos móviles para imprimir, en 1455, y
con ellos la aparición del libro impreso; y la Reforma protestante de Lutero en 1517. Éstos
fueron los decenios del florecimiento del Renacimiento, que culminó entre 1470 y 1500 en
Florencia y Venecia; del redescubrimiento de la antigüedad; del descubrimiento europeo de

66
La Sociedad postcapitalista. Norma 1994
PROGRAMA DE CONTADURÍA PÚBLICA

América; de la infantería española, el primer ejército permanente desde las legiones


romanas; del redescubrimiento de la anatomía y con ella de la investigación científica; y de
la adopción general de los números arábigos en el Occidente. Tampoco una persona que
viviera en 1520 podría haber imaginado el mundo en que vivieron sus abuelos y en el cual
nacieron sus propios padres.

La siguiente transformación comenzó en 1776 — año de la Revolución Norteamericana,


año en que Watt perfeccionó la máquina de vapor y Adam Smith escribióLa riqueza de las
naciones. Llegó a su término cuarenta años después — en Waterloo —cuarenta años durante
los cuales nacieron todos los "ismos" modernos. El capitalismo, el comunismo y la
Revolución Industrial surgieron durante esos decenios. Esos años vieron igualmente la
creación — en 1809 — de la universidad moderna (Berlín) y también de la escolaridad
universal. Esos cuatro decenios trajeron la emancipación de los judíos — y en 1815 los
Rothschilds se habían convertido en la gran potencia que eclipsó a reyes y príncipes. Esos
cuarenta años produjeron, en realidad, una nueva civilización europea. Tampoco una
persona que hubiera nacido en 1820 podría imaginar el mundo en que vivieron sus abuelos
y en el cual nacieron sus propios padres.

Nuestro tiempo, 200 años después, es nuevamente un período de transformación. Pero ésta
no se limita ahora a la sociedad occidental y a la historia occidental. Uno de los cambios
fundamentales es que ya no hay historia "occidental" ni siquiera civilización "occidental";
sólo hay historia universal y civilización universal — aunque ambas occidentalizadas. Es
discutible si la transformación actual empezó con el surgimiento del primer país no europeo,
el Japón, como una gran potencia económica, o sea hacia 1960 — o con el computador, es
decir, cuando la información se hizo central. Yo propondría como comienzola Declaración de
los Derechos de los Veteranos Norteamericanos después de la Segunda Guerra Mundial, que
les dio a todos los soldados que regresaban de la guerra el dinero paraasistir a la universidad,
cosa que no habría tenido ningún sentido treinta años antes, al terminar la Primera Guerra
Mundial. Esa Declaración de Derechos y el entusiasmo con que fue recibida por los veteranos
de los Estados Unidos señaló el paso a la sociedad de conocimientos. Los futuros
historiadores posiblemente considerarán esto como el hecho más importante del siglo XX.

Claramente estamos aún en medio de esta transformación, y si la historia nos puede servir
de guía, no se terminará hasta el año 2010 o 2020. Pero ya ha cambiado el panorama político,
económico, social y moral del mundo. Quizá ninguna persona nacida en 1990podrá
imaginar el mundo en el que vivieron sus abuelos (es decir, mi generación) y en el cual
nacieron sus propios padres.

El primer esfuerzo afortunado por entender la transformación que convirtió la Edad Media
y el Renacimiento en el mundo moderno, la transformación que comenzó en 1455, nisiquiera
se intentó hasta cincuenta años después, con los Comentarios de Copérnico, escritos entre
1510 y 1514; con El príncipe de Maquiavelo, escrito en 1513; con la síntesis y la
trascendencia de todo el arte del Renacimiento que dejó Miguel Ángel en el techo de la
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Capilla Sixtina entre 1510 y 1512; y con el restablecimiento de la Iglesia Católica en el


Concilio de Trento entre 1545 y 1563.

La transformación siguiente — la que ocurrió hace 200 años y que fue introducida por la
Revolución Norteamericana — se comprendió y se analizó por primera vez sesenta años más
tarde, en los dos volúmenes de La democracia en América, de Alexis de Tocqueville,
publicados en 1835 y 1840, respectivamente.

Hemos avanzado ya bastante en la nueva sociedad postcapitalista para poder reexaminar y


revisar la historia social, económica y política de la era del capitalismo y del Estado-­­nación.
Este libro, por tanto, echará un nuevo vistazo al período que estamos dejando atrás — y
algunas de las cosas que se ven desde este nuevo punto de vista serán para el lectorgrandes
sorpresas (como lo fueron para mí).

Sin embargo, prever lo que será el mundo postcapitalista en sí mismo sigue siendo
arriesgado. Qué nuevos interrogantes surgirán y dónde estarán los grandes problemas del
futuro, creo que ya lo podemos discernir con cierto grado de probabilidad. En muchas
áreas también podemos describir lo que no funcionará. Las respuestas a la mayoría de las
preguntas están todavía en gran parte ocultas en el seno del futuro. De lo que sí podemos
estar seguros es de que el mundo que va a salir del actual reajuste de valores, creencias,
estructuras sociales y económicas, conceptos y sistemas políticos y hasta visiones
mundiales, será distinto de cuanto se pueda imaginar hoy. En algunos campos, y
especialmente en la sociedad y su estructura, ya han ocurrido desplazamientos
fundamentales. Que la nueva sociedad será a la vez no socialista y postcapitalísta es casi
seguro. Y es también seguro que su recurso principal será el conocimiento. Esto significa,
igualmente, que tendrá que ser una sociedad de organizaciones.

Seguro es también que en política ya hemos pasado de los 400 años del Estado-­­nación
soberano a un pluralismo en que el Estado-­­nación será una de las unidades de integración
política, y no la única. Será un componente, — aunque un componente clave — en lo que yo
llamo el "Estado postcapitalista", un sistema en el cual compiten y coexisten estructuras
transnacionales, regionales, de Estado-­­nación, y locales, y hasta tribales.

Estas cosas ya han ocurrido. Por consiguiente, se pueden describir. Hacerlo es el propósito
de este libro.

Sociedad postcapitalista y estado postcapitalista

Hace apenas unos pocos decenios, todo el mundo "sabía" que una sociedad postcapitalista
tenía que ser marxista. Hoy todos sabemos que marxista es lo que no será la próxima
sociedad. Pero casi todos sabemos también, o por lo menos presentimos, que los países
desarrollados se están alejando de todo lo que se pueda llamar capitalismo. El mercado, sin
duda, seguirá siendo el integrador eficaz de la actividad económica. Pero como sociedades,
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los países desarrollados ya han entrado en el postcapitalismo, que rápidamente se está


volviendo una sociedad de nuevas clases y con un recurso central como núcleo.

Dos clases dominaban la sociedad capitalista: los capitalistas, que eran los propietarios y
controlaban los medios de producción, y los trabajadores — los "proletarios" alienados,
explotados, dependientes, de Karl Marx (1818-­­1883). Los proletarios primero se
convirtieron en la clase media acomodada como resultado de la "Revolución de la
Productividad" — la revolución que empezó justamente por la época de la muerte de Marx,
en 1883, y llegó a su culminación en todos los países desarrollados poco después de la
Segunda Guerra Mundial. Hacia 1950, el trabajador industrial, que ya no era proletario, pero
seguía siendo un obrero — pareció dominar la política y la sociedad en todos esos países;
pero luego, con el advenimiento de la "Revolución Administrativa", los obreros de la
industria manufacturera empezaron a declinar rápidamente, en números y, más aún, en
poder y posición social. Para el año 2000 no habrá ningún país desarrollado en que los
trabajadores tradicionales que hacen y mueven bienes constituyan más de una sexta o una
octava parte de la fuerza laboral.

El capitalista probablemente llegó a su punto culminante más temprano aún a principios


del siglo y, ciertamente, no después de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, nadie
ha igualado en poder y visibilidad a personajes de la talla de Morgan, Rockefeller, Carnegie
o Ford en los Estados Unidos; Siemens, Thysen, Rathenau, Krupp en Alemania; Mond,Cunard,
Lever, Vickers, Armstrong en Inglaterra; de Wendel y Schneider en Francia; o las familias
propietarias de las grandes zaibatsu del Japón — Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo. Cuando
estalló la Segunda Guerra Mundial, ya todos habían sido reemplazados por "gerentes
profesionales"67 — el primer resultado de la Revolución Administrativa. Todavía hay muchas
personas ricas, por supuesto, y todavía siguen figurando en la página social de los periódicos,
pero ahora son "celebridades". Económicamente casi han dejado de tener importancia. Aun
en las páginas dedicadas a negocios, los que merecen toda la atención son los "empleados a
sueldo", es decir, los gerentes, y cuando se habla de dinero es de los "sueldos excesivos" y de
las bonificaciones de esos empleados contratados que personalmente poseen muy poco o
nada.

En lugar de los capitalistas de la vieja escuela, los que controlan cada vez más la oferta y la
distribución del dinero en los países capitalistas son las cajas de pensiones. En los Estados
Unidos, éstas eran propietarias en 1992 de la mitad del capital social de los negocios más
grandes del país y eran tenedoras de una proporción casi igual de la deuda fija de estas
compañías. Los propietarios beneficiarios de las cajas de pensiones son, desde luego, los
empleados del país. Si se define el socialismo — como lo definía Marx — como la propiedad
de los medios de producción ejercida por los empleados, entonces los Estados Unidos son
el país más socialista del mundo a la vez que siguen siendo el más capitalista. Las cajas de
pensiones son administradas por una nueva casta de capitalistas, empleados sin rostro,
anónimos, asalariados, los analistas de la inversión de los fondos y los gerentes de cartera.

67
La mejor relación, aunque limitada a manufactura en los Estados Unidos, se encuentra en el libro de Alfred D.
Chandler, The Visible Hand (Harvard University Press, 1977).
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Igualmente, importante es que el verdadero recurso dominante y factor de producción


absolutamente decisivo no es ya ni el capital, ni la tierra ni el trabajo. Es el conocimiento.
En lugar de capitalistas y proletarios, las clases de la sociedad postcapitalista son
trabajadores de conocimientos y trabajadores de servicios.

Paso a la sociedad de conocimiento

El movimiento hacia la sociedad postcapitalista empezó poco después de la Segunda Guerra


Mundial. Por primera vez escribí acerca de una "sociedad de empleados", incluso antes de
1950.68 Diez años después, hacia 1960, inventé los términos "trabajo de conocimiento" y
"trabajador de conocimiento". En mi libro de 1969, The Age of Discontinuity, hablé por
primera vez de la "sociedad de organizaciones". Este libro se basa, pues, en trabajo realizado
en el curso de más de cuarenta años; y la mayor parte de sus recomendaciones sobre política
y acción se han probado con éxito.

Sólo con el derrumbe del marxismo como ideología y del comunismo como sistema69 se vio
con toda claridad que hemos entrado en una sociedad nueva y diferente. Sólo entonces fue
posible escribir un libro como éste: un libro que no es predicción sino descripción, un libro
que no es futurista sino que pide acción aquí y ahora mismo.
La bancarrota moral, política y económica del marxismo y el colapso de los regímenes
comunistas no fueron "el fin de la historia", como lo proclamó un artículo al que se le hizo
mucha publicidad en 1989.70 Hasta los más firmes defensores del mercado libre vacilan en
celebrar el triunfo de éste como la Segunda Venida. Pero los acontecimientos de 1989 y 1990
fueron más que el final de una era; significaron el final de una clase de historia. Con el colapso
del marxismo y el comunismo se cerraron 250 años que habían sido dominadospor una
religión secular — yo la he llamado la fe en la salvación por la sociedad.71 El primer profeta
de esta religión secular fue Jean-­­Jacques Rousseau (1712-­­1778). La utopía marxista fue su
última destilación — y su apoteosis.

Sin embargo, las mismas fuerzas que destruyeron el marxismo como ideología y el
comunismo como sistema social también están volviendo obsoleto el capitalismo. Durante
250 años, desde la segunda mitad del siglo XVIII, el capitalismo fue la realidad social
dominante. Durante los últimos cien años, el marxismo fue la ideología social dominante.
Pero ambos están siendo rápidamente reemplazados por una sociedad nueva y muy distinta.
La nueva sociedad, que ya está aquí, es una sociedad postcapitalista.
Seguramente, digámoslo otra vez, utilizará el mercado libre como el único mecanismo
probado de integración económica. No será una sociedad anticapitalista. No será ni siquiera
no-­­capitalista. Las instituciones del capitalismo sobrevivirán aun cuando algunas, por

68
Por ejemplo, en mi libro The New Society (1949)
69
Ambos previstos en un libro mio, The New Realities - publicado en 1989 y escrito en 1987, varios años antes de
que ocurrieran estos hechos.
70
"The End Of History", por Francis Fukayama, The Nacional Interest, verano de 1989.
71
En mi libro Tfie New Realities (1989)
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ejemplo los bancos, puedan desempeñar papeles muy diferentes. Pero el centro de gravedad
de la sociedad postcapitalista — su estructura, su dinámica social y económica, sus clases
sociales y sus problemas — son distintos de los que dominaron durante los últimos 250 años
y definieron las cuestiones en torno a las cuales cristalizaron los partidos políticos, los
grupos sociales, los sistemas de valores de la sociedad, los compromisos personales y
políticos.

El recurso económico básico — "el medio de producción", para usar la expresión de los
economistas — ya no es el capital ni son los recursos naturales (la "tierra" de los
economistas) ni el "trabajo". Es y será el conocimiento. Las actividades centrales de creación
de riqueza no serán ni la asignación del capital a usos productivos ni el trabajo — los dos
polos de la teoría económica de los siglos XIX y XX, bien fuera clásica, marxista, keynesiana
o neoclásica. El valor se crea hoy por la productividad y por la innovación, ambas
aplicaciones del conocimiento al trabajo. Los grupos sociales dominantes de la sociedad de
conocimiento serán los "trabajadores de conocimiento" — ejecutivos instruidos que saben
asignar sus conocimientos a usos productivos — así como los capitalistas sabían asignar
capital a usos productivos; los profesionales de conocimiento y los trabajadores de
conocimiento. Prácticamente todas estas personas de conocimientos serán empleadas en
organizaciones. Sin embargo, a diferencia de los empleados bajo el capitalismo, serán dueños
de los medios de producción y de las herramientas de producción — lo primero pormedio
de sus cajas de pensiones que rápidamente están surgiendo en todos los países desarrollados
como los únicos verdaderos propietarios, lo segundo porque los trabajadoresinstruidos son
dueños de sus conocimientos y se los pueden llevar consigo adondequiera que vayan. El reto
económico de la sociedad postcapitalista será, por consiguiente, la productividad del trabajo
y el trabajador de conocimiento.

Pero el reto social de la sociedad postcapitalista será la dignidad de la segunda clase de dicha
sociedad: los trabajadores de servicios. Éstos por lo general carecen de la necesaria
educación para ser trabajadores de conocimiento. Y en todos los países, aun en los más
adelantados, constituyen una mayoría.

La sociedad postcapitalista estará dividida por una nueva dicotomía de valores y


percepciones estéticas. No serán las dos culturas — la literaria y la científica — de que
hablaba el novelista científico y administrador gubernamental inglés C. P. Snow (1905-­­
1980) en su libro The Two Cultures and the Scientific Revolution (1959) — aunque esa
división es bien real. La dicotomía será entre los intelectuales y los gerentes, aquellos
interesados en palabras e ideas, y éstos en personas y trabajo. Trascender esta dicotomía
en una nueva síntesis será una filosofía central y un reto educativo para la sociedad
postcapitalista.

¿Soslayando al Estado-nación?

Los últimos años 80 y los primeros 90 marcaron igualmente el final de otra era, otra clase
de historia. Si la caída del muro de Berlín en 1989 fue el acontecimiento culminante que
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simbolizó la caída del marxismo y del comunismo, la coalición transnacional contra la


invasión de Kuwait por Irak en febrero de 1991 fue el hecho culminante que señaló el fin de
400 años de historia en que el Estado-­­nación soberano fue el actor principal (y a menudo el
único) en el escenario político. Sin duda, los historiadores futuros contarán a febrero de 1991
entre las grandes fechas. No hay precedente para semejante acción transnacional. En
ninguna ocasión anterior las naciones — sin un solo disidente, y casi sin ninguna disensión
importante — antepusieron el interés de la comunidad mundial en derrotar el terrorismo a
sus propios sentimientos nacionales y, en muchos casos, aun a su propio interés nacional. No
existe precedente para el consenso casi universal de que el terrorismo no es una cuestión de
política que se pueda dejar a los gobiernos nacionales individuales. Requiere acción no
nacional sino transnacional.

Está muy difundida la creencia, especialmente entre los liberales de los Estados Unidos, de
que la guerra de 1991 contra Irak se emprendió para proteger el abastecimiento de petróleo
del Occidente. Nada podría estar más lejos de la verdad. El control de los pozos petrolíferos
de Kuwait y aun de Arabia Saudita por Irak habría servido muy bien a los intereses
económicos del Occidente. Habría significado petróleo mucho más barato. Pues mientras que
Kuwait y Arabia Saudita no tienen casi poblaciones nativas y, por consiguiente, no tienen
necesidad urgente de un ingreso petrolero inmediato, Irak está grandemente superpoblado,
y si no fuera por el petróleo, estaría casi totalmentedesprovisto de recursos naturales. Por
consiguiente, necesita vender todo el petróleo que pueda, mientras que a Kuwait y a Arabia
Saudita les interesa principalmente manteneraltos los precios, lo cual significa mantener
baja la producción. Esto explica, dicho sea de paso, por qué los Estados Unidos apoyaron
vigorosamente al régimen de Saddain Hussein en Irak, aun antes de la guerra Irak-­­Irán,
y por qué continuaron apoyándolo hasta el momento mismo en que Saddam atacó a
Kuwait, cometiendo así un acto obvio de terrorismo. Sospecho que ello también explica por
qué Saddam calculó mal; tiene quehaber estado convencido de que los Estados Unidos lo
dejarían salirse con la suya enaquella flagrante agresión a fin de asegurarse petróleo barato.
Y todos aquellos a quienes conozco en las grandes compañías petroleras estaban seguros,
cuando Irak invadió a Kuwait, de que el gobierno de los Estados Unidos no haría nada como
no fuera unos pocos ruidos de desaprobación.

En los 400 años transcurridos desde que el abogado y político francés Jean Bodin (1530-­­
1596) lo inventó (en su libro Six Livres de la République, 1576), el Estado-­ nación se había
convertido en el único órgano del poder político interno y externo. A partir de la Revolución
Francesa, es decir, en los últimos 200 años, también se convirtió en el portador de la religión
secular, la fe en la salvación por la sociedad. En realidad, el totalitarismo — tanto comunista
como nazi — fue la máxima destilación y la apoteosis de la doctrina del Estado-­­nación
soberano como único órgano del poder.

Hasta el día de hoy la teoría política y el derecho constitucional no conocen sino el Estado-­­
nación soberano, y éste, en los últimos cien años, se ha hecho constantemente más poderoso
y más dominador. Se ha transformado en el "megaestado". Hasta ahora es la
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única estructura política que entendemos, con la cual estamos familiarizados y que sabemos
construir de piezas prefabricadas y estandarizadas: un poder ejecutivo, un legislativo,
tribunales, servicio diplomático, ejércitos nacionales, etc. Desde el final de la Segunda Guerra
Mundial se han sacado de los antiguos imperios coloniales cerca de doscientos países
nuevos, y todos ellos se han organizado como Estados-­­nación soberanos. Y a esto es a lo que
aspiran las diversas partes del último de los imperios coloniales, el Imperio Soviético.

Y, sin embargo, durante 40 años, o sea desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial,
el Estado-­­nación soberano ha venido perdiendo constantemente su posición como único
órgano de poder. En lo interno, los países desarrollados se están convirtiendo rápidamente
en sociedades pluralistas compuestas por organizaciones. En lo externo, algunas funciones
gubernamentales se están haciendo transnacionales, otras regionales (es decir, en la
Comunidad Europea), otras se están tribalizando.

El Estado-­­nación no se va a marchitar hasta desaparecer. Puede que continúe siendo


durante largo tiempo el órgano político más poderoso, pero ya no será indispensable.
Compartirá cada vez más con otros órganos, otras instituciones, otros forjadores de política.
¿Cuál seguirá siendo su campo propio de acción? ¿Qué se llevará a cabo dentro del Estado
por instituciones autónomas? ¿Qué será supranacional? ¿Qué será transnacional?
¿Qué será separado y local?

Estos interrogantes serán cuestiones centrales de la política durante decenios. En sus


detalles específicos, el resultado es imprevisible. Pero el orden político será muy distinto
del de los últimos siglos, en los cuales los actores diferían en tamaño, riqueza, disposiciones
constitucionales y credo político, pero eran uniformes como Estados-­­nación, cada uno
soberano dentro de su territorio y cada uno definido por su territorio.

Estamos pasando — y en realidad, ya hemos pasado — al Estado postcapitalista.

El último de los que podríamos llamar los filósofos pre-­­modernos, Gottfried Leibnitz (1646-­­
1716), pasó gran parte de su vida en una inútil tentativa por restablecer la unidad del
cristianismo. Su motivación no era el temor de guerras religiosas entre católicos y
protestantes o entre las diversas sectas protestantes — ese peligro ya había pasado cuando
nació Leibnitz. Lo que él temía era que sin una fe común en un Dios sobrenatural aparecerían
religiones seculares; estaba convencido de que una religión secular casi por definición
tendría que ser una tiranía y suprimiría la libertad del individuo.

Un siglo después, Jean-­­Jacques Rousseau confirmó los temores de Leibnitz. Rousseau


afirmó que la sociedad podía y debía controlar al ser humano en general; que podía y debía
crear un "Nuevo Adán"; que podía y debía crear la perfección humana universal. Pero
también podía y debía subordinar el individuo a la volante genérale (la voluntad general) —
lo que los marxistas llamarían más tarde las leyes objetivas de la historia. A partir de la
Revolución Francesa la salvación por la sociedad se convirtió gradualmente en el credo
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dominante, primero del Occidente y después de la Segunda Guerra Mundial, de todo el


mundo. Por más que pretenda ser antirreligiosa, es una doctrina religiosa. Los medios, desde
luego, no son espirituales: prohibir el alcohol, matar a todos los judíos; psicoanálisis
universal; abolición de la propiedad privada. Pero la meta es religiosa: establecer el reino
de Dios en la Tierra creando al "Hombre Nuevo".

Durante más de cien años, el credo secular más poderoso y penetrante que prometía la
salvación por la sociedad fue el marxismo. La promesa religiosa del marxismo, mucho más
que su enrevesada ideología y su economía cada vez menos realista, constituyó su enorme
atractivo, especialmente para los intelectuales. Había muchas razones, por ejemplo, para que
los judíos orientales aceptaran una ideología que prometía poner fin a su persecución y a su
discriminación en la Rusia zarista o en Rumania. Pero el atractivo más poderoso para ellos
era la promesa de un paraíso terrenal, es decir, el atractivo del marxismo como religión
secular.

El comunismo fracasó como sistema económico. En lugar de crear riqueza creó miseria. En
lugar de crear igualdad económica creó una nomenklatura de funcionarios que gozaban de
privilegios económicos sin precedentes. Pero como credo, el marxismo fracasó porque no
creó al "Hombre Nuevo". Por el contrario, sacó a la luz y fortaleció todo lo peor del "Viejo
Adán": corrupción, codicia y concupiscencia del poder; envidia y desconfianza mutuas;
mezquina tiranía y sigilo; mentira, robo, denuncias y, sobre todo, cinismo. El comunismo,
como sistema, tenía sus héroes. Pero el marxismo, como credo, no tuvo un solo santo.

Tal vez el ser humano no tenga remedio. Tal vez tenía razón el poeta latino: la naturaleza
humana vuelve a entrarse a hurtadillas por la puerta de atrás, cuantas veces el bieldo la echa
fuera por la puerta principal. Quizá tengan razón los cínicos que afirman que no existe la
virtud, ni la bondad ni el altruismo, sino sólo el interés egoísta y la hipocresía (aun cuando
hay suficientes testimonios de lo contrario, como yo me lo recuerdo a mí mismo en mis horas
más negras).

Pero, ciertamente, el colapso del marxismo como credo significa el fin de la creencia en la
salvación por la sociedad. Qué vendrá luego, no lo sabemos — sólo podemos esperar y orar.
¿Tal vez nada más que una estoica resignación? ¿Tal vez el renacimiento de la religión
tradicional para atender a las necesidades de la persona en la sociedad de conocimiento? El
crecimiento explosivo de lo que yo he llamado las iglesias cristianas pastorales en los
Estados Unidos — protestantes, católicas, no sectarias — podría ser una señal.

Pero también podría serlo el resurgimiento del Islam fundamentalista. Pues los jóvenes del
mundo musulmán que con tanto fervor abrazan hoy el fundamentalismo islámico, hace 40
años habrían sido narxistas no menos fervorosos. ¿O habrá nuevas religiones?

Lo que no es probable que ocurra es más fácil de predecir que lo que probablemente
ocurrirá. No vamos a presenciar el rechazo de los valores materiales y la tecnología — el
"retorno a la Edad Media" que un escritor japonés, Taichi Sakaya (nacido en 1935) predijo
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en un libro publicado con gran éxito de librería a mediados de los años 80 (publicado en
inglés en 1991 por Kodansha International, Nueva York-­­Tokio-­­Londres, con el título The
Knowledge-­ Value Revolution). La difusión mundial de la información y la tecnología
seguramente hará esto imposible. (Aparte del hecho de que la tesis del señor Sakaya
descansa en la creencia del siglo XIX — desacreditada desde hace tiempo — de que los
hombres de la Edad Media despreciaban los bienes materiales. Todo lo contrario, los
codiciaban. Los obsesionaba su posesión con un apetito desordenado increíble. No carece de
bases la vieja burla marxista de que las Cruzadas fueron el viaje de compras más grande de
la historia. La Edad Media fue pobre no porque quisiera serlo sino porque la conquista
musulmana del mundo helénico y del Mediterráneo les cortó el acceso a los productores de
riqueza del mundo antiguo.)

Con todo, la redención, la autorrenovación, el perfeccionamiento espiritual, la bondad y la


virtud — el "Hombre Nuevo" para usar la expresión tradicional — probablemente se verán
más como existenciales que como una meta social y una prescripción política. El fin de la
creencia en la salvación por la sociedad sin duda señala un giro hacia lo interior. Pone
renovado énfasis en el individuo, en la persona. Aun puede llevar — o por lo menos así
podemos esperarlo — a un retorno a la responsabilidad individual.

El Tercer Mundo

Este libro se concentra más en los países desarrollados — en Europa, los Estados Unidos y el
Canadá, el Japón y los países recién desarrollados del continente asiático — que en los países
en vías de desarrollo del Tercer Mundo. Esto no quiere decir que yo considere a las naciones
menos desarrolladas como si no tuvieran importancia o fueran menos importantes. Eso sería
una tontería. Al fin y al cabo, las dos terceras partes de la población mundial viven en el
Tercer Mundo; y cuando llegue el fin del actual período de transición —alrededor del año
2010 o 2020 — el Tercer Mundo alojará a las tres cuartas partes. Pero también creo muy
probable que en los próximos diez o veinte años haya "milagros económicos" nuevos y
sorprendentes en que los países pobres y atrasados del TercerMundo se transformen de la
noche a la mañana en potencias económicas de rápido crecimiento. Incluso es posible que
haya más de estas transformaciones que las que ha habido en los últimos cuarenta años, es
decir, desde que se empezó a hablar de desarrollo económico. Todos los elementos de un
rápido desarrollo están dados en las áreas costeras urbanizadas de la China continental,
desde Tsientsin, en el norte, hasta Cantón, en el sur. Éstas tienen un enorme mercado
doméstico, una población altamente educada, con grandísimo respeto por el aprendizaje;
una vieja tradición empresarial; estrechos vínculos con los "chinos de ultramar", en
Singapur, Hong Kong y Taiwán, con acceso a su capital, sus redes comerciales, sus
poblaciones instruidas. Todo esto podría desatarse en una explosión de crecimiento
empresarial si la tiranía política y económica de Beijing pudiera ser desalojada
pacíficamente. Los países más grandes de la América Latina ofrecen un adecuado mercado
doméstico. México tal vez ya está en la etapa de "arranque". El Brasil puede sorprender a
todo el mundo por la velocidad de su transformación, una vez que haga acopio de valor
político para seguir el ejemplo reciente de México y abandone las políticas
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fracasadas (y hasta suicidas) en que se embarcó a partir de 1970. Nadie puede prever qué
sorpresas nos reservan los antiguos países comunistas de Europa oriental.

Pero también es mucho lo que está en juego para los países desarrollados en el Tercer
Mundo. A menos que en éste haya un rápido desarrollo, tanto económico como social, los
países desarrollados se verán inundados por hordas humanas de inmigrantes del Tercer
Mundo, que ellos no están en capacidad de absorber ni económica, ni social ni culturalmente.

Las fuerzas que están creando la sociedad postcapitalista y el Estado postcapitalista tienen
su origen en el mundo desarrollado. Son el producto y el resultado de su desarrollo. Las
soluciones de los retos de la sociedad postcapitalista y del Estado postcapitalista no se van
a encontrar en el Tercer Mundo. Si algo se ha visto totalmente refutado son las promesas de
los líderes del Tercer Mundo en los años 50 y 60 — Nehru en la India, Mao en la China, Castro
en Cuba, Tito en Yugoslavia, los apóstoles de la negritud en África o los neomarxistascomo el
Che Guevara. Todos prometieron que el Tercer Mundo encontraría solucionesnuevas y
diferentes y que, ciertamente, crearía un nuevo orden. El Tercer Mundo no ha cumplido las
promesas hechas en su nombre. Los retos, las oportunidades, los problemasde la sociedad
postcapitalista y del Estado postcapitalista sólo se pueden atacar donde se originaron. Y fue
en el mundo desarrollado.

Sociedad Estado conocimiento

Este libro abarca un campo muy amplio. Trata de la sociedad postcapitalísta; del Estado
postcapitalista; y de los nuevos retos al conocimiento mismo. Y, sin embargo, deja por fuera
mucho más de lo que trata de abarcar. No es una "historia del futuro". Es un vistazo al
presente.

Las áreas de discusión — sociedad, Estado, conocimiento — no se presentan en orden de


importancia. Eso colocaría a la cabeza la breve discusión sobre la persona educada con que
termina este volumen. Las tres áreas se presentan más bien en el orden en que son previsibles.
Con respecto a la sociedad postcapitalista, sabemos lo que ha ocurrido y porqué; sabemos
lo que va a suceder y por qué, por lo menos en líneas generales; y mucho de eso ya está
ocurriendo. En lo tocante al Estado postcapitalista tenemos hasta ahora únicamente
programas. Cómo se efectuarán los cambios que se necesitan es todavía una conjetura. Pero
sabemos lo que ha sucedido y por qué; podemos especificar lo que senecesita que
suceda y por qué. En cambio, con respecto al conocimiento sólo podemoshacer preguntas
— y confiar en que sean las preguntas adecuadas.

A menudo me preguntan si yo soy optimista o pesimista. Para cualquier sobreviviente de


este siglo ser optimista sería fatuo. Ciertamente, no nos acercamos siquiera al final de la
turbulencia, las transformaciones, los súbitos sacudimientos que han hecho de este siglo uno
de los más perversos, crueles y sangrientos en la historia humana. El que se engañe creyendo
que nos estamos acercando "al fin de la historia" se expone a sorpresas
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desagradables — sorpresas como las que afligieron al presidente norteamericano Bush


cuando se apuntó primero a la carta de la supervivencia del Imperio Ruso bajo Mijaíl
Gorbachov y luego al éxito de la Comunidad de Naciones Ex Soviéticas de Borís Yeltsin.

Nada que sea "post" es permanente o siquiera de larga duración. El nuestro es un período de
transición. Lo que será la sociedad futura, para no hablar de si realmente va a ser la sociedad
de conocimiento que algunos nos atrevemos a esperar, dependerá de cómo respondan los
países desarrollados a los retos de este período de transición, el período postcapitalista —
sus líderes intelectuales, sus líderes de los negocios, sus líderes políticos, pero, sobre todo,
cada uno de nosotros en nuestro trabajo y nuestra vida. Pero, en todo caso, éste es
seguramente el momento de hacer el futuro — precisamente porque todo está en flujo. Es
tiempo propicio para la acción.

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