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La tecnología blockchain ha revolucionado el mundo de los negocios en todas sus aristas. Digo
bien cuando utilizo un verbo en uso del pasado y no, como es común detectar en escritos
actuales, sosteniendo una situación presente del estilo “está generando”. La tecnología
señalada ha modificado incluso las calificaciones tradicionales para determinados tipos de
bienes y, con ello, ha creado mercados que, sin ella, no podrían haber sido desarrollados.
La novedad no solamente invade las formas de pago y nos invita a desparramar ¿regueros de
tinta “digital”? discutiendo la naturaleza jurídica del dinero sino que construye una nueva
industria asociada a sus necesidades; industria derivada de nuevas necesidades con modelos
de negocios soportados en bases o estructuras que, a la fecha, no podremos encontrar
expresados en textos académicos de vieja circulación.
Nuevas formas de conducir la realidad, sobre la base de registros distribuidos, inalterables (por
el alto costo de dicho fraude, no por su imposibilidad técnica) implican darnos a la clásica
pregunta que todo curso de grado en materia de derecho realiza al alumno ¿para que sirve el
derecho?. Al margen de que conocemos que se trata normas reguladoras del orden social
hemos aprendido que a este orden social se llega mediante el consenso que reconoce una
realidad social. El derecho viene, en consecuencia, a regular una realidad social que, al
momento, se encuentra desarrollando y se advierte necesidad regulatoria para protección de
la sociedad toda.
La regulación normativa no solamente es deseable sino que también necesaria para acercar
seguridad jurídica a un contexto de negocios en constante desarrollo.
Este artículo no trata sobre las dificultades a las que nos enfrenta la nueva “criptoeconomía”
sino sobre las herramientas (clásicas) que debemos considerar al momento de realizar un
análisis de las consecuencias jurídicas en el plano fiscal derivado de un negocio soportado en
nuevas las nuevas herramientas bajo referencia.
Sostengo que es una falacia pretender que el “nuevo herramental técnico” deriva en una
transmutación de la fiscalidad asociada al negocio subyacente sino que, independientemente
del vehículo utilizado, el analista fiscal deberá considerar todos los aspectos del negocio que
encierra una representación determinada soportada en tecnología.
Una de las “nuevas realidades” más disruptivas pueden ser los NFT (token no fungibles).
Recordemos que un token es una representación de una realidad subyacente y que esta
realidad puede ser un bien (tangible o intangible), un flujo de fondos, un derecho, una
prestación futura, entre otras cuestiones1.
En este contexto sostengo que la siguiente pregunta es incorrecta: ¿cómo tributa un NFT?.
Dicha interrogante, así como pretender asignar entidad suficiente para derivar en
consecuencias fiscales, con el ordenamiento actual, a la estructura negocial soportada en
nuevas tecnologías, incluso abusando de analogar los resultados obtenidos con figuras
conocidas del derecho civil, no se ajusta a los parámetros interpretativos que, de momento,
debemos seguir para efectos determinar las consecuencias jurídicas en el plano fiscal de la
riqueza que trasunta sobre estas nuevas formas negociales.
1 “Taxing Virtual Currencies: An Overview of Tax Treatments and Emerging Tax Policy Issues” – OCDE 2020. Disponible en
https://www.oecd.org/tax/tax-policy/taxing-virtual-currencies-an-overview-of-tax-treatments-and-emerging-tax-policy-issues.htm
El derecho fiscal, como norma de orden público, es indisponible para los particulares. Las
consecuencias derivadas de su ordenamiento no pueden ser modificadas por el contribuyente
sobre la base del ropaje que asigne a un negocio o acto determinado. Nuestro máximo tribunal
ya nos ha advertido de la subsidiariedad del derecho civil respecto de las prescripciones dadas
por el derecho fiscal6 dado que la rama jurídica del derecho privado y la rama orientada al
espectro fiscal actúan en “planos diferentes”7.
6 Fallos (249:256)
7 Fallos (251:379)
De lo señalado anteriormente resulta que, salvo cuando estemos frente a negocios realizados
con token de pago (monedas digitales), es incorrecto preguntarse “cual es la fiscalidad
asociada a tal o cual token” sino que la consulta a realizar requiere previamente describir el
negocio para, posteriormente, analizar las consecuencias fiscales del mismo;
CONCLUSIONES
Si bien no hay espacio a dudas de que estamos frente a una “nueva realidad”, así como que
esta nueva realidad ha modificado, en algunos casos, las bases mismas de los negocios (o
esquemas negociales) que hoy consideramos tradicionales; realidad que ha permitido incluso
obtener rentas a menores de edad por actividades habituales de esparcimiento (rentas
obtenidas con severas consecuencias fiscales según montos alcanzados) así como rentas
derivadas de esas actividades (esparcimiento, juegos en líneas) realizadas por clousters de
profesionales (e-games) con nuevos medios de pagos y nuevas realidades (representaciones),
reclamamos un marco normativo ajustado al marco antes descripto.
Un “NFT” puede habilitar ingresos en “varias etapas”. De lo dicho cada etapa deberá disponer
de su análisis correspondiente; análisis que dependerá del activo / negocio subyacente en
cuanto a la necesidad de dilucidar la naturaleza jurídica del derecho/bien que se transmite. El
derecho civil será una herramienta subsidiaria del derecho fiscal dado que esta última rama
aprehende las definiciones del derecho civil solo cuando el vehículo no sea manifiestamente
extraño a la función económica pretendida en su uso así como cuando dicho “vehículo” no
hubiera sido transmutado en definiciones dentro de la particular rama sustantiva señalada.