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La violencia familiar ha representado en los últimos años un fenómeno con graves repercusiones
en la salud física y mental de las personas que son víctimas de éste problema, existen diversas
concepciones de violencia psicológica, una de ellas corresponde específicamente a los daños
psíquicos y emocionales que son consecuencias de quien sufre la violencia psicológica a través de
la intimidación y coacción, para llegar al nexo causal de tales secuelas se utiliza como estrategia la
psicología del testimonio, sobre todo cuando ésta forma de violencia es ejercida en menores de
edad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define este tipo de violencia (Ver Krug, Dahlberg,
Mercy, Zwi y Lozano, 2003) como “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado
de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o
tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daño psicológico, trastorno del
desarrollo o privaciones.” (sic)
En este marco, se define la violencia familiar (Cantera, 2002) como “un comportamiento
consciente e intencional que, por acción o inhibición , causa a otro miembro de la familia un daño
físico, psíquico, jurídico, social, económico, moral o personal en general”. (Sic).
La violencia psicológica se considera un tipo de violencia familiar que evidentemente puede variar
de una situación a otra, pero que inevitablemente provoca numerosas secuelas en el área
emocional de quien la sufre, siendo mucho más negativo el efecto en personas menores de edad y
sobre todo cuando las víctimas están en el pleno desarrollo de su primera infancia considerada
ésta hasta antes de los 12 años de edad, pues éste tipo de violencia en particular se enfoca en el
control sobre la víctima.
La violencia psicológica actúa desde la necesidad y la demostración de poder por parte del
agresor(a). Se busca la dominación y sumisión mediante presiones emocionales que también
pueden considerarse los “chantajes emocionales” disfrazados de un falso afecto por lo que éste
tipo de violencia en un primer momento puede resultar “invisible” pero que aun así causa en la
víctima trastornos psicológicos, desestructuración psíquica, agravar o causar enfermedades físicas
e incluso provocar el suicidio.
En todos los casos es una conducta que causa un perjuicio a la víctima, siendo el tipo de agresión
más frecuente en los contextos de malos tratos y degradantes en el ámbito doméstico, aunque
pueda estar oculta o disimulada bajo patrones, modelos culturales y sociales que la invisibilizan.
Abuso verbal: Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar, utilizar juegos mentales e ironías para
confundir, poner en tela de juicio la comprensión o el entendimiento de la víctima.
Intimidación: Asustar con miradas, gestos o gritos. Arrojar objetos o romperlos. Cambios bruscos y
desconcertantes del ánimo del agresor(a), así como irritabilidad por cosas mínimas, manteniendo
a la víctima en un estado de alerta permanente.
Amenazas: De herir, golpear, dañar físicamente, amenazar con irse, con no volver a verse o correr
de la casa.
Desprecio y abuso emocional : Tratar al otro(a) como inferior, tomar decisiones importantes sin
tomar en cuenta la opinión de la otra persona.
LA COACCIÓN.
La coacción se puede definir como la fuerza o violencia que se ejerce hacia alguien para obligarlo a
que diga algo o ejecute una conducta o comportamiento no voluntario y/o deseado. Dicha fuerza
o violencia puede ser de expresión diversa, como la física, la psíquica, la moral o bien puede darse
una mezcla que combine todas ellas, utilizando como vía de realización la manipulación y el
condicionamiento para lograr sus fines. La coacción inhibe la voluntad de las personas y va en
contra de la dignidad de la persona humana en sus expresión axiológica, su sano desarrollo en
cualquier etapa de su vida y claro está del libre desarrollo de la personalidad, por lo que también
puede ser considerada una acción de vejación, trato cruel, inhumano y degradante de
consecuencias y secuelas graves para quien la sufre, en las esferas cognitivas, autovalorativas y de
autoestima que impiden el sano desarrollo físico y psíquico de quien la padece.
Erik Erikson, nos dice que el yo (ego), en los seres humanos, representa el agente de la
personalidad encargado de coordinar las necesidades del individuo con las demandas impuestas
por su ambiente.
La identidad del yo (ego) es una continuidad o igualdad interna y se relaciona con la elaboración
de compromisos a largo plazo. Cuando se logra un sentido de identidad se experimenta un estado
emocional placentero, de estar bien con los demás y consigo mismo, de aceptar su cuerpo y
valorar a las personas cercanas.
El tema del desarrollo del yo (ego) es de suma importancia, por condiciones propias de la niñez, el
menor no se detiene a pensar o reflexionar en cómo ha sido su vida sino hasta que llega a la vida
adulta, sin embargo, es conveniente detenerse a pensar en como el niño(a) está enfrentando sus
primeras etapas de vida para alcanzar un mejor desarrollo de vida en el futuro.
Una de las aportaciones más importantes de Erik Erikson a la psicología son sus ocho etapas del
desarrollo. Erikson, explica el desarrollo en etapas como las facetas de la vida por las cuales todo
ser humano tiene que transitar sin excepción.
Cada etapa está asociada a una crisis, que deberá ser superada por todo el apoyo de quienes
fungen significativamente en la crianza y cuidados de los niñ@s. Cada crisis es un conflicto que
surge por la interacción de la maduración fisiológica y los requerimientos que la sociedad propone.
Por ello se tienen tanto potencialidades positivas como negativas. Si el conflicto o crisis se resuelve
correctamente, la parte positiva se realiza y se agrega al desarrollo del yo (ego), por otro lado si el
conflicto o crisis no se resuelve satisfactoriamente se lleva a cabo la potencialidad negativa y se ve
afectado el desarrollo del yo (ego).
En cada etapa se desarrollará o emergerá una virtud que influirá en las actitudes de la persona en
los períodos posteriores y en su desarrollo general. También de la misma manera, se desarrollarán
los rituales con los cuales cada persona debe adquirir porque la sociedad lo exige, costumbres,
creencias, valores y patrones.
https://www.laquerelladigital.com/intimidacion-y-coaccion-como-violencia-y-dano-psicologico-
en-la-infancia-parte-i/
Significado de Coacción
Qué es Coacción:
Como coacción se denomina la presión, fuerza o violencia de tipo físico,
psíquico o moral que se ejerce sobre una persona para obligarla a que
haga o diga algo contra su voluntad. La palabra, como tal, proviene del
latín coactĭo, coactiōnis.
La coacción, también conocida como violencia privada, puede ejercerse por
medio de amenazas, fuerza o violencia. La persona que es víctima de coacción,
por su parte, sabe que corre un peligro inminente y, por esta razón, siente que
no tiene libertad para actuar voluntariamente, de modo que obedece a quien
lo está coaccionando.
Como tal, el término coacción es empleado en diversas disciplinas, como
las ciencias políticas, el derecho, la psicología y la sociología.
Coacción en Derecho
En el ámbito jurídico, como coacción se denomina el poder legítimo por el cual
el derecho tiene la potestad de imponer el cumplimiento de las leyes. En este
sentido, el único ente que tiene poder legítimo para coaccionar es el
Estado, que debe hacer cumplir la normativa y anunciar castigos para quien
no la cumpla. De allí que la coacción legal se encuentre establecida en el
código penal de cada país, donde se estipula cuáles son los comportamientos
sujetos a castigo por parte del Estado.
Coacción y coerción
Coacción y coerción son términos muchas veces usados como sinónimos. Sin
embargo, la coerción es la presión ejercida sobre alguien para forzar su
voluntad o su conducta. En este sentido, la coerción es de naturaleza interna o
psicológica, pues incide sobre la conciencia y sobre la razón. La coacción, en
cambio, supone la fuerza o violencia por medio de la cual se obliga a una
persona a hacer o decir algo en contra de su voluntad.
Vea también Coerción.
Coacción al voto
Como coacción al voto se denomina la presión que se ejerce sobre los
electores para obligarle a votar por un candidato, impidiéndole que elija
libremente el que le dicte su conciencia o su razón. Como tal, puede ejercerse
por medio de amenazas o presiones directas o indirectas, que implican la
pérdida de determinados favores o beneficios. Otro mecanismo de coacción al
voto es el traslado de electores a los centros de votación.
La coacción al voto es típica de sistemas electorales corruptos o degradados,
así como de países donde se verifica un deterioro de las libertades
democráticas. De hecho, muchos gobiernos dictatoriales se han valido de la
coacción al voto para permanecer en el poder manteniendo una fachada
democrática.