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Capítulo:
Introducción
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Al recorrer la historia en los 100 años siguientes a la fundación de la
Casa de Orates, la respuesta a esta interrogante tiende a inclinarse
hacia la segunda posibilidad. Es frecuente encontrar, en los escritos de
psiquiatras de este período, reclamos sobre las pésimas condiciones
en que se encontraban las personas recluidas en este establecimiento,
con denuncias sobre el aspecto fúnebre y sombrío del nuevo edificio
construido en 1858 en la calle Olivos, el trato muchas veces peor que
el dispensado a presidarios, el hacinamiento, la falta de higiene y la
alta mortalidad (cercana al 20% al año). ¡El edificio había sido
construido con 272 plazas para ambos sexos y en 1894 llegaba a
alojar a 897 personas!
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contaba con 34 pabellones aislados de 2 o 3 pisos, diseminados en
medio de jardines, sobre una superficie de 45.080 metros cuadrados,
con diversos talleres (carpintería, zapatería, sastrería, colchonería,
etc.), anfiteatro, salones de estar, oficinas amplias para médicos, otras
múltiples dependencias y un terreno para una colonia agrícola de 8 a
10 hectáreas, rodeado de paisajes hermosos y vista inmejorable a la
cordillera de los Andes. El doctor Zilleruelo, desbordante de entusiasmo
y optimismo, predice que “…la inauguración del Manicomio Nacional
hará época en los anales del progreso y un timbre de orgullo para
todos los chilenos, por cuanto será la prueba más palpable de que no
hemos permanecido indiferentes al movimiento reaccionario nacido a
favor de los infelices alienados” (1).
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como: el hospital psiquiátrico, para internaciones agudas de 1 a 3
meses de duración; el asilo de temperancia, para tratamiento de
personas con alcoholismo; el manicomio propiamente tal, para los que
requieren larga estadía por no mejorar en un plazo de 4 meses; la
colonia agrícola para que 200 asilados puedan trabajar en cultivos y
crianza de aves y cerdos; un pabellón con 18 camas para niños con
enfermedad mental; y el Policlínico Neuro-Psiquiátrico para consultas
externas.
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fundamental, la Casa de Orates, cuya arquitectura de tipo carcelario
dista mucho de corresponder a nuestra época” (4).
Cuadro 1
La Salud Pública en Chile en el Siglo XIX
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Cuadro 2
Modelo de atención en salud mental en Chile a principios del
Siglo XIX
Referencia cuadro 2:
7. Camus P. Filantropía, medicina y locura: la Casa de Orates de
Santiago, 1852 – 1894. Historia, Vol 27, 1993: 89-140. Numhauser J.
Desarrollo de la medicina psicosomática en los últimos cien años (1890-
1990) Rev Psiquiatría (1990); VII:389-394
Cuadro 3
Cronología de Políticas de Salud Mental durante la
Beneficencia Pública (1810-1952)
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de Santiago, estudia funcionamiento de “Casa de Locos” de San
Andrés en Lima
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Gráfico 1. Número de personas internadas en la Casa de Orates
(Manicomio Nacional) desde 1852 a 1932.
Gráfico elaborado en base a información obtenida en Medina E, Escobar
E, Quijada M (eds.). De Casa de Orates a Instituto Psiquiátrico:
Antología de 150 años. Ediciones Sociedad Chilena de Salud Mental,
Santiago 2002.
El gráfico que se muestra representa el número de personas internadas
en la Casa de Ortates desde 1852 a 1932. A la izquierda tenemos el
eje vertical donde se ordenan los números correspondientes a la
cantidad de personas internadas, desde abajo hacia arriba se lee que
indican: “500”, “1000”, “1500”, “2000”, “2500”, “3000” y “3500”. El
eje horizontal indica el paso de los años en grupos de 10, indicando, de
izquierda a derecha:”1852”, “1862”, “1872”, “1882”, “1892”, “1902”,
“1912”, “1922” y “1932”. En el gráfico se representa cómo desde 1852
a 1862 el numero de personas internadas era menor a 500,
manteniéndose así, pero en incremento, hasta 1882. En el tramo de
1882 a 1892 se observa una subida mayor a la anterior, sobrepasando
las 500 personas. Entre 1992 y 1902 se observa un fuerte incremento,
pasando de menos de 1000 personas a casi 1500 personas. Entre 1902
y 1912 se produce un incremento de tan solo un centenar de personas,
pero vuelve a subir hacia 1922 sobrepasando las 2000 personas
internadas. El último y mayor incremento, se observa entre 1922 y
1932 donde el número de personas internadas llega a ser casi de 3500.
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En Chile, transcurridos dos años desde la creación del Servicio de
Nacional de Salud, los Drs. Jorge Torreblanca y Víctor Jadresic, ambos
con gran influencia política en la época y con una destacada trayectoria
profesional solicitan autorización y financiamiento a las autoridades
para crear en el Hospital del Salvador un Servicio de Medicina
Psicosomática y Psiquiatría Social que diera cuenta de los cambios
ocurridos en el mundo. El año 1954 el Director General del servicio el
Dr. Guillermo Valenzuela nombra a los Drs. Jorge Torreblanca y al Dr.
Víctor Jadresic en comisión de servicio para llevar a cabo el
mencionado proyecto que viene a integrar corrientes emergentes de la
época y que incorpora un equipo multidisciplinario en un gran hospital
general para el tratamiento de enfermedades mentales. El Jefe de
dicho servicio fue el Dr. Jorge Torreblanca y Jefe de Clínica el Dr.
Víctor Jadresic quienes llevaron a cabo con éxito esta iniciativa pionera
en nuestro país. El flamante servicio contó con alrededor de 30
funcionarios entre médicos psiquiatras e internistas, enfermeras,
sicólogos, asistentes sociales, artistas, kinesiólogos, recepcionistas,
secretarias y personal auxiliar y tuvo el apoyo de la Rectoría de la
Universidad de Chile (9).
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Matte Blanco, quién ganó el cargo de Profesor Titular de la cátedra el
año 1949. La Clínica Psiquiátrica Universitaria fue concebida
específicamente para llevar a cabo atención de pacientes en forma
ambulatoria, atención de pacientes hospitalizados y en su interior se
contó desde sus inicios con laboratorios de investigación
neuropsiquiátricas. El Profesor Ignacio Matte Blanco consiguió el
financiamiento del proyecto, participó personalmente en su diseño y
supervisó su construcción. Es conocida la orientación psicoanalítica del
Profesor Matte Blanco y los importantes aportes que él realizó a esta
disciplina; sin embargo al interior de la Clínica estimuló la
experimentación, la epidemiología, las terapias de relajación, la
narcohipnosis y la terapia gestáltica, entre otras iniciativas (10-13).
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encontraba el psiquiatra y en la base la población –en el nivel D5- que
debía ser educada en los problemas de salud mental. La pirámide
contemplaba niveles intermedios como el D2 que integraba a
profesionales que recibían formación de parte de los psiquiatras, el
nivel D3 integrado por técnicos en salud mental, profesores, sacerdotes
y religiosas y otros agentes comunitarios, y el nivel D4 integrado por
líderes comunitarios que jugaban un rol como monitores de salud
mental (15). Este programa funcionó hasta el año 1973 y marcó un
camino a seguir para las futuras generaciones.
Cabe destacar que el Gobierno de la Unidad Popular (1970-1973)
contempló entre sus 40 medidas programáticas una sobre los
problemas del alcohol. La medida se tituló “Control del Alcoholismo” y
planteó que “Combatiremos el alcoholismo no por los medios
represivos, sino por una vida mejor y erradicaremos el clandestinaje”.
Consecuente con esta medida política, el 7 de diciembre de 1971 se
promulgó el Reglamento para la Administración y Distribución del
Fondo Especial Destinado a la Rehabilitación de Alcohólicos (16), como
parte de la Ley 16.744 de Accidentes del Trabajo y Enfermedades
Profesionales del año 1968 (este reglamento debía haberse elaborado
dentro de 180 días de promulgarse la Ley 16.744, pero no existió
voluntad política para hacerlo previamente). Este Reglamento lleva la
firma del Presidente de la República de ese momento, Dr. Salvador
Allende, quien ya cuando fuera Ministro de Salubridad, Previsión y
Asistencia Social (1939-1942) había señalado “Los datos y cifras …
demuestran cuan apreciable es la influencia de la intoxicación
alcohólica en los cuadros de morbilidad y mortalidad del país, y por
consiguiente, cuan agudo es el problema que se plantea el Gobierno,
dentro de un plan serio de mejoramiento del estado sanitario” (17).
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El Dr. Luis Custodio Muñoz (1897-1982) fue el primer Jefe de la
Sección Salud Mental, de la Dirección General del Servicio Nacional de
Salud (SNS) de Chile, desde 1960 hasta su jubilación en 1968. Uno de
los médicos psiquiatras chilenos pioneros en el alcoholismo desde la
perspectiva de la salud pública. Sus trabajos incorporaron a los
estudios epidemiológicos clásicos acciones intersectoriales preventivas
en las cuales la salud, la psicología y la educación se combinaron para
el logro de objetivos muy destacados para su época (21).
21. Medina E. el Dr. Luis Custodio Muñoz Muñoz. Rev. Psiquiatría 1991,
VIII: 835-839
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representantes del Ministro de Salud en las regiones incluyendo la
Región Metropolitana (23).
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En este contexto de grandes transformaciones en el sector salud,
centradas más en su estructura administrativa y su financiamiento, no
hubo espacio para definiciones sanitarias que expresaran la voluntad
política de la autoridad de mejorar significativamente las condiciones
de salud mental de la población o la oferta de servicios.
Las responsabilidades de salud mental en el Ministerio de Salud fueron
ocupadas, al inicio de régimen militar, por profesionales vinculados al
Hospital Militar, con interés por las políticas públicas, pero con mínima
destinación horaria y escasísimo espacio de movimiento respecto a la
toma de decisiones sustantivas (26).
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La culminación del trabajo ministerial en este período es la publicación
del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría 1989/1990 (28,31), que
recoge las experiencias anteriores y, sin cuestionar las insuficiencias
existentes (difícil de hacer en un régimen no democrático), se propone
la mejor administración de los recursos usando criterios de salud
pública. Este Plan, sin embargo, no alcanzó a ser implementado, al
producirse la transición desde el gobierno militar al democrático.
34.Lailhacar, R., Torres, H., Chandía, R., Luarte, L., Chaparro, R.,
Montenegro, M. & Varela, E. Juventud, drogas y neoprén. Leo
Ediciones 1982. Santiago de Chile
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geográfica de los centros, así como también del tipo de trabajo
primordialmente grupal y también preventivo que estaba implicado en
sus acciones de fomento de las organizaciones laborales, la comunidad
terapéutica y las actividades de recreación. Sin embargo, esta acción
no provenía de una concepción básica de intervención comunitaria ni
de una estrategia de intervención comunitaria (33).
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Sus aportes dieron pié, en 1991, al inicio del gobierno del Presidente
Patricio Aylwin, el primero democrático post dictadura, a la creación
del Programa de Reparación y Atención Integral de Salud (PRAIS),
como respuesta del sector salud al compromiso de reparación
asumido por el Estado con la víctimas de la represión política,
durante el período dictatorial.
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proyectos de salud mental a fondos de la cooperación internacional. De
esta manera surgen 4 programas nacionales que ayudarían a abrir
camino para la salud mental y a posicionarla con mayor visibilidad en
los Servicios de Salud del país: salud mental en la atención primaria,
reparación integral en salud y derechos humanos (PRAIS), red de
centros comunitarios de salud mental familiar (COSAM) y prevención
en alcohol y drogas (“Quiero Mi Vida Sin Drogas”).
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recursos frescos. Cientos de profesionales y técnicos se sintieron
interpretados con estas políticas y participaron en forma activa,
comprometida y creativa en su implementación en las distintas
regiones y localidades del país.
Entre los años 1997 y 1999, la Unidad de Salud Mental, con el apoyo
de diversos profesionales y organizaciones de profesionales, desarrolló
una campaña comunicacional dentro del propio sector, hacia otros
sectores más relacionados con la salud mental, hacia parlamentarios y
hacia la población general a través de los medios de comunicación.
Esta campaña se orientó a mostrar la alta prevalencia de los trastornos
mentales y la evidencia sobre la efectividad de los tratamientos
disponibles. Un hito importante de esta campaña fue el lanzamiento de
un libro que resumía los principales estudios epidemiológicos realizados
en Chile y las principales estadísticas sobre los trastornos mentales
(43).
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una demanda judicial en contra del Ministro de Salud y del Director del
Instituto Horwitz por no trasladar al hospital psiquiátrico alrededor de
120 personas sobreseídas a causa de una enfermedad mental y que se
encontraban en un recinto penitenciario, transgrediéndose así sus
derechos humanos. El tribunal de justicia acogió la demanda y frente al
inminente traslado de un grupo de estas personas al Instituto Horwitz,
los funcionarios del hospital se movilizaron para rechazar esta medida
por considerar que no tenían los recursos adecuados para hacerse
cargo de estos “reos insanos”. Todos los psiquiatras de dicho hospital,
con el apoyo del Colegio Médico, firmaron las renuncias a sus cargos,
las cuáles se harían efectivas en el caso de concretarse el traslado. Los
manifestantes cuestionaron las políticas específicas de psiquiatría
forense y las políticas generales de salud mental. La crisis finalmente
se solucionó con la conformación de una comisión que elaboró en pocas
semanas un Plan Nacional de Psiquiatría Forense y las bases para un
Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría (44).
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mental en todos los Servicios de Salud del país y el número de
personas que se atienden por distintos trastornos mentales, y
transformar el modelo de atención desde uno centrado en hospitales a
otro centrado en la atención primaria, las unidades ambulatorias de
atención especializada crecientemente descentralizadas y en las
comunidades locales (46,47). Es así como el porcentaje del
presupuesto destinado a salud mental dentro del presupuesto total de
salud ha aumentado del 1 al 3%, las camas de psiquiatría en hospitales
generales de 304 a 517, las plazas en hospitales de día de 160 a 740,
las unidades ambulatorias de salud mental y psiquiatría de 41 a 123, el
porcentaje de centros de atención primaria con psicólogos de 23 a
100% y las plazas en hogares y residencias protegidas de 488 a 1244
(48). A su vez, el número de personas bajo control aumentó de 18.224
a 275.410 para depresión, de 1.024 a 12.914 para esquizofrenia, de
5.921 a 42.572 para problemas por alcohol y drogas, de 598 a 6.043
para maltrato infantil, de 1.939 a 33.312 para violencia doméstica
contra la mujer, de 309 a 5.552 para Alzheimer y otras demencias, y
de 2.508 a 27.751 para trastornos hipercinéticos y de la atención (49).
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internacionales como un hecho histórico mundial. Ningún país de
similar nivel de ingresos ha tomado una decisión política sobre salud
mental de tanta trascendencia, la cual ha tenido repercusiones tanto en
el seguro público (FONASA) como en los privados (ISAPRES).
El primer Decreto Presidencial GES del año 2005, que definió los 25
problemas de salud iniciales, incluyó el primer episodio de
esquizofrenia. En el momento de tomar la decisión de qué problemas
incluir, existía amplio acuerdo de que al menos un problema de salud
mental debería estar representado, y se optó por aquel que
representaba el menor número de beneficiarios potenciales (alrededor
de 2.000 para todo el país, en comparación con aproximadamente los
250.000 que se estimaban para depresión). Este menor número
representaba tanto un menor costo como una menor complejidad para
su implementación. La gran importancia de esta medida radica en el
hecho de que no solo se garantizó el primer episodio sino que el
tratamiento farmacológico y psicosocial de por vida mientras persista el
diagnóstico de esquizofrenia.
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demandaba atención cada vez en mayor número. Sin embargo, no
faltaron en el Ministerio de Salud las voces que trataron de impedir que
la depresión estuviera en el GES. ¿Qué los motivaba a oponerse? ¿El
estigma de las enfermedades mentales que hace verlas fuera de la
salud pública o intereses personales para que otras enfermedades
ocuparan el lugar de la depresión? Afortunadamente, el ministro de
salud de la época inclinó la balanza de opiniones a favor de la
depresión, basado, seguramente, en su experiencia personal anterior
como director de un Servicio de Salud donde el Plan Nacional de Salud
Mental y Psiquiatría se había implementado con buenos resultados y
donde el programa de tratamiento integral de la depresión había
alcanzado un alto grado de desarrollo.
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El tercer Decreto Presidencial GES del año 2007 que definió 16
problemas de salud adicionales, de modo de completar los 56
problemas que determinaba la Ley GES en ese momento, incluyó esta
vez el tratamiento del consumo perjudicial y dependencia de alcohol y
drogas en menores de 20 años. A diferencia de la esquizofrenia y la
depresión, donde el tratamiento GES es integral, con todas las
intensidades que se requieran según las necesidades de las personas,
esta vez solamente se garantizó el tratamiento de aquellos con cuadros
leves o moderados y exclusivamente con un plan ambulatorio básico.
Nuevamente aquí existían fuertes razones de salud pública para haber
ofrecido mejores garantías. Los problemas de alcohol y drogas son
altamente sentidos por la comunidad nacional porque no solo dañan a
los individuos que los sufren sino a sus familias y al resto de la
sociedad porque se asocian con inducción al consumo de otras
personas y con conductas violentas y delictuales; los modelos de
tratamiento que se han aplicado a través de un convenio entre el
Consejo Nacional de Control de Estupefacientes (CONACE) y el
Ministerio de Salud han sido evaluados como efectivos; el tratamiento
temprano del consumo perjudicial y dependencia en la adolescencia
previene muchos problemas futuros de salud, salud mental y de
infracciones a la ley.
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Gráfico 3. Evolución de la Cobertura del Programa Nacional de
Depresión (APS y Centros SM y Psiquiatría). Número de personas
atendidas.
El gráfico de columnas comparativas presenta por el eje vertical, a la
izquierda, el número de personas atendidas, partiendo de abajo hacia
arriba, de 0 a 50000, luego 100000, luego 150000, 200000, 250000 y
300000. En el eje horizontal se presentan grupos dos columnas
distinguidas en APS (a la izquierda) y Psiquiatría (a la derecha),
puestas a lo largo de los años: 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006,
2007, 2008 y 2009. Las columnas siguen un incremento gradual en la
cantidad de personas atendidas con el transcurso de los años, pero el
mayor incremento de observa en las columnas correspondientes a
APS, que en 2001 era menos de 5000 personas, pasando a casi
200000 personas en 2006 y llegando casi a las 300000 personas en
2009. En comparación las columnas de Psiquiatría, se observa que al
2001 representaban un número mínimo, que aunque se incrementa
sostenidamente, este incremento no es significativo sino hasta el 2006
y el 2007, donde se alcanzó una atención a casi 5000 personas al
2007, cifra que no superan al 2009.
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Gráfico 8. Aumento de inversión en Camas psiquiatría corta estadía en
hospitales generales.
Conclusiones
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La primera reforma de salud (1950-1973), si bien no posicionó a la
salud mental entre las prioridades nacionales y mantuvo un modelo
hospitalocéntrico, tuvo dos características fundamentales que dieron
bases muy sólidas para los logros alcanzados con la tercera reforma de
salud (1990-2010). En primer lugar, la creación del Servicio Nacional
de Salud permitió disponer en Chile de una red de centros de atención
primaria y hospitales públicos que fue ejemplar para América Latina
por sus logros sanitarios. Esta red, aunque debilitada durante la
reforma de la dictadura, facilitó enormemente la implementación de
dos planes nacionales de salud mental desde el retorno a la
democracia. En segundo lugar, nuestros psiquiatras visionarios de las
décadas sesenta y setenta del siglo pasado, llevaron gran parte de la
psiquiatría a hospitales generales y consultorios adosados de
especialidad, en un grado tal que ningún otro país de nuestra Región
haya alcanzado, facilitando así el posterior desarrollo de un modelo
descentralizado y ambulatorio.
El rico legado del enfoque de salud pública para la salud mental del
Profesor Marconi (1950-1973) y el movimiento internacional de salud
mental comunitaria y reforma psiquiátrica simbolizados por la
Declaración de Caracas (1990), en un terreno de construcción
democrática y desarrollo económico, permitieron grandes avances en
las políticas de salud mental en Chile en las últimas dos décadas y una
incorporación más acorde a su magnitud sanitaria en la tercera
reforma, a pesar de la oposición de algunas autoridades de salud.
Finalmente y tal vez de mayor importancia que todo lo anterior, se
debe destacar el hecho que las políticas propuestas de salud mental
pudieron ser llevadas a la práctica en cuanto interpretaron en gran
medida las necesidades de las personas con enfermedades y
discapacidades mentales y encontraron resonancia en muchos equipos
de salud y salud mental del país.