Está en la página 1de 4

El Regalo De La Gallina

Los filósofos discutieron qué era anterior, si el huevo o


la gallina, y nunca se pusieron de acuerdo. Hace 4.000
años, siendo entonces las gallinas salvajes, vivían en el
norte de la India sin que tuvieran protagonismo
culinario, pues en los menús se utilizaban huevos de
otras aves. Fue en Grecia donde se convirtió a la
gallina en ave de corral. A partir de ese momento los
huevos formaron parte de la repostería romana y
Apicius inventó las natillas (leche, miel y huevos
batidos). Al final del Medievo el uso del huevo de
gallina se extendió por toda Europa como ingrediente
de una alimentación modesta y cotidiana. Los
españoles llevaron las gallinas a América y cuajó una
de las mayores colonizaciones culinarias de la historia
de la gastronomía. Los antiguos persas, chinos y
griegos consideraban a los huevos como símbolo de la
creación. Los romanos los colocaban en las tumbas de
sus muertos, al igual que los indígenas de las islas del
Pacífico. Como se calcula que el mundo consume cada
año 250 billones de huevos, no hay duda en
calificarlos de alimento imprescindible.
Se Ofrece Abuelo En Adopción
Juan Peralta, un viudo de 80 años de edad, tuvo una
original idea para salir de la soledad en la que se
encuentra desde que murió su esposa hace 14 años.
Peralta colocó un aviso en un periódico Español donde
ofrece pagar 500 euros por mes a una familia que lo
adopte como abuelo. “Me han llamado de toda
España”, dijo pleno de alegría, acompañado por los
cuatro gatos con los que vive cerca de Madrid. El
aviso, publicado en el periódico NoticiasRT4, dice:
“Maestro de escuela retirado busca una familia que
quiera adoptar un abuelo. Se pagará”. Peralta dedicó
su vida profesional a enseñar latín y griego. “Muchas
de las familias quieren que les enseñe Horacio a sus
hijos o nietos”. Pero el abuelo recordó que su
problema no es particular. “En España hay muchas
personas de edad en esta situación”. La familia es
tradicionalmente importante en ese país, pero las
cambiantes estructuras a veces provocan la soledad de
los integrantes de más edad, que son dejados de lado.
Y ese fenómeno quedó en evidencia durante la ola de
calor que azotó Europa hace un año. La mayoría de las
7.660 personas que murieron eran ancianos que vivían
solos.
La Escuela
Piensa en los innumerables niños que a todas horas
acuden a la escuela en todos los países; contémplalos
con la imaginación yendo por las tranquilas y solitarias
callejuelas aldeanas, por las concurridas calles de la
ciudad, por la orilla de los mares y de los lagos, tanto
bajo el sol ardiente como entre tinieblas, embarcados
en los países surcados por canales, a caballo por las
extensas planicies, en trineos sobre la nieve, por valles
y colinas, a través de bosques y torrentes, subiendo y
bajando sendas solitarias montañeras, solos, o por
parejas, o en grupos, o en largas filas, todos con los
libros bajo el brazo, vestidos de mil diferentes
maneras, hablando en miles de lenguas. Desde las
últimas escuelas de Rusia, casi perdidas en los hielos,
hasta las de Arabia, a la sombra de palmeras, millones
de criaturas van a aprender, en cien diversas formas,
las mismas cosas; imagínate ese tan vasto hormiguero
de chicos de los más diversos pueblos, ese inmenso
movimiento del que formas parte, y piensa que si se
detuviese, la humanidad volvería a sumirse en la
barbarie. Ese movimiento es progreso, esperanza y
gloria del mundo.

Las Alas Son Para Volar


Ese día, Jorge me esperaba con un cuento.
Cuando se hizo mayor, su padre le dijo: “Hijo
mío: no todos nacemos con alas. Si bien es
cierto que no tienes obligación de volar, creo
que sería una pena que te limitaras a caminar
teniendo las alas que el buen Dios te ha
dado”. - Pero yo no sé volar – contestó el
hijo. - Es verdad... - dijo el padre. Y,
caminando, lo llevó hasta el borde del abismo
de la montaña. - ¿Ves, hijo? Este es el vacío.
Cuando quieras volar vas a venir aquí, vas a
tomar aire, vas a saltar al abismo y,
extendiendo las alas, volarás. El hijo dudó. -
¿Y si me caigo? - Aunque te caigas, no
morirás. Sólo te harás algunos rasguños que
te harán más fuerte para el siguiente intento –
contestó el padre. El hijo volvió al pueblo a
ver a sus amigos, a sus compañeros, aquellos
con los que había caminado toda su vida.

También podría gustarte