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CRITERIOS DE INTERVENCIÓN

INTERPROFESIONAL EN CASOS
DE ABUSO SEXUAL INFANTIL

Leonardo Rodríguez Cely


Camila Arbeláez Gómez
Mayra Ardila Puentes

CON LA CONTRIBUCIÓN DE:


Natalia Gómez Muñoz

2019
© Leonardo Rodríguez Cely
© Camila Arbeláez Gómez
© Mayra Ardila Puentes

Impresión
STUDIO SELECTION
Calle 9 # 10-60

Diseño de Caratula
Mateo Peña Sánchez

Diagramación y edición
Natalia Gómez Muñoz

Primera edición
Bogotá, D.C., Colombia, mayo 2019
ISBN

El texto puede reproducirse total o parcialmente citando la fuente

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AUTORES Y COLABORADORES

Psicólogo egresado de la Pontificia Universidad Javeriana (P.U.J,


Colombia), Magíster en Educación en la misma universidad. Realizó los
estudios del Máster en Psicología Clínica, Legal y Forense en la
Universidad Complutense de Madrid, posteriormente se doctoró en el
programa Criminología y Delincuencia Juvenil en la Universidad de
Castilla La Mancha (España). Coordinador del énfasis en Psicología
Jurídica y docente de la Pontificia Universidad Javeriana. Ejerció la
Presidencia de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica
(2012-2016) y actualmente es miembro honorario. Autor de varios
artículos y libros indexados.

Psicóloga egresada de la Pontifica Universidad Javeriana. Miembro de la


Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica (AIPJ). Prácticas en el
proyecto Familias, vínculos y violencias en el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar (ICBF). Énfasis en Psicología jurídica en la modalidad
de casos especiales de violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil en el
Grupo de Investigación Crear Pensamiento Forense. Asistente de
investigación en el proyecto titulado Mujeres y Prisión en Colombia:
desafíos para la política criminal desde un enfoque de género, en convenio
con la Cruz Roja Internacional (CICR), el Centro de investigación y
Docencia Económicas de México (CIDE) y la Vicerrectoría académica de
la Pontificia Universidad Javeriana.

Psicóloga egresada de la Pontificia Universidad Javeriana. Miembro de la


Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica. Prácticas en el proyecto
Familias, vínculos y violencias en el Programa Madre Canguro Integral
(PMCI). Énfasis en Psicología jurídica en la modalidad de casos especiales
de violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil en el Grupo de
Investigación Crear Pensamiento Forense. Asistente de investigación en el
proyecto titulado Mujeres y Prisión en Colombia: desafíos para la política
criminal desde un enfoque de género, en convenio con la Cruz Roja
Internacional (CICR), el Centro de investigación y Docencia Económicas de
México (CIDE) y la Vicerrectoría académica de la Pontificia Universidad
Javeriana.

Psicóloga egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana de


Bucaramanga, Colombia. Experiencia en comisarías de familia, hogares de
paso del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). Atención
psicosocial en casos de violencia intrafamiliar, consumo de sustancias
psicoactivas, abuso sexual infantil y seguimiento en Procesos
Administrativos de Restablecimiento de Derechos. Diseño y aplicación de
programas de promoción y prevención en la Corporación Forja País y el
Instituto Penitenciario y Carcelario (INPEC). Vinculada actualmente al
Grupo de Investigación Crear Pensamiento Forense (COLCIENCIAS) y
miembro de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica (AIPJ).

Agradecemos a nuestras colegas Paola Perilla G. y Alejandra Alvarado R. por los aportes a este libro

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CONTENIDO

LISTA DE ABREVIATURAS ................................................................... 7

PRÓLOGO ............................................................................................. 8

INTRODUCCIÓN .................................................................................. 11

CAPÍTULO 1. CONSIDERACIONES GENERALES .................................. 14


Estadísticas ............................................................................................................................. 14
Fundamentos conceptuales del abuso sexual infantil ............................................................ 16
Etiología del Abuso Sexual Infantil .........................................................................................18
Tipos de conductas en el ASI .................................................................................................. 21
La influencia de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) en el
Abuso Sexual Infantil ............................................................................................................. 23
Factores de riesgo y vulnerabilidad ....................................................................................... 25
Características del abusador .................................................................................................. 25
Características de la víctima .................................................................................................. 26
Características de la familia ................................................................................................... 26
Características del contexto social ......................................................................................... 28
Efectos del abuso sexual infantil en la víctima ....................................................................... 31
Manifestaciones físicas ........................................................................................................... 31
Manifestaciones emocionales y conductuales ....................................................................... 32
Manifestaciones sexuales ....................................................................................................... 32

CAPÍTULO 2. PAPEL DE LOS PROFESIONALES .................................. 34


1.PSICOLOGÍA................................................................................................ 34
Prevención.............................................................................................................................. 34
Atención ................................................................................................................................. 37
Evaluación .............................................................................................................................. 40
2.MEDICINA FORENSE ...................................................................................47
Prevención.............................................................................................................................. 47
Atención ................................................................................................................................. 48
3.DERECHO ................................................................................................... 53
4.FUNCIONES DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS ....................................... 57
4.1Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ..........................................................57
4.2Fiscalía General de la Nación ............................................................................................ 58
4.3Policía Nacional ................................................................................................................. 61
4.4Policía Judicial-Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) ............................................... 63
4.5Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses .............................................. 63
4.6Comisarías de Familia....................................................................................................... 64
4.7Personería ......................................................................................................................... 66
4.8Instituciones Operadoras y Entidades Contratistas ......................................................... 66
5.TRABAJO SOCIAL ........................................................................................67

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6.EDUCACIÓN ................................................................................................ 69
7.PAPEL DE LA FAMILIA ................................................................................ 72
Prevención .............................................................................................................................. 72
Conclusiones Preliminares ..................................................................................................... 74

CAPÍTULO 3. ANÁLISIS DE GUÍAS Y PROTOCOLOS ...................................... 75

CAPÍTULO 4. CRITERIOS DE INTERVENCIÓN INTERPROFESIONAL ........... 78


Protocolo Integral ................................................................................................................... 78
Procesos estandarizados de seguimiento y evaluación .......................................................... 78

BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 80

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LISTA DE ABREVIATURAS

APF Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración de Justicia


ASI Abuso Sexual Infantil
CAIVAS Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual
CBCA Análisis de Contenido Basado en Criterios
CCP Center for Child Protection
CDN Convención sobre los Derechos de Niño
CTI Cuerpo Técnico de Investigación
DIJIN Dirección de Investigación Criminal
DSM Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales
ECPAT End Child Prostitution and Trafficking
EPS Entidad Promotora de Salud
ESCNNA Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes
ETS Enfermedades de Transmisión Sexual
FNG Fiscalía General de la Nación
FPNU Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas
HHS Department of Health and Human Services
ICBF Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
INMLCF Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
IPS Institución Prestadora de Salud
ITS Infecciones de Transmisión Sexual
IVE Interrupción Involuntaria del Embarazo
NNA Niños, Niñas y Adolescentes
OIM Organización Internacional para las Migraciones
OMS Organización Mundial de la Salud
ONU Organización de las Naciones Unidas
PARD Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos
SDS Secretaria Distrital de Salud
SIM Sistema de Información Misional
SPOA Sistema Penal Oral Acusatorio
SRA Statement Reality Analysis
SVA Statement Validity Analysis
TEPT Trastorno de Estrés Postraumático
TIC Tecnologías de la Información y de la Comunicación
UNICEF Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
UNODC Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
URI Unidad de Reacción Inmediata
VIH Virus de Inmunodeficiencia Humana
VS Violencia Sexual

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PRÓLOGO

El abuso sexual contra niñas, niños, adolescentes, y como bien se dice en el primer
párrafo, es un flagelo, un grave flagelo.

Ya en el segundo párrafo se nos recuerdan terribles casos de actualidad en Colombia,


para inmediatamente después reseñar el abandono de las víctimas y el clamor social
que demanda las más graves penas para los agresores, incluida la pena de muerte.

La introducción concluye señalando las fallas del sistema, desde la falta de pericia de
los denominados expertos, hasta la revictimización en el proceso, pasando por la
descoordinación institucional. Y así de forma concreta, concisa, nos presenta como se
estructura un libro de pocas páginas, y mucho contenido.

Los autores Rodríguez Cely; Arbeláez Gómez; y Ardila Puentes nos presentan unas
estadísticas impactantes, que pareciera son solo el 6% de los casos reales de abusos,
pues el resto son callados y conforman un doloroso agujero negro.
La comparativa con otros países, nos aproxima a cifras similares. El chirrido inaudible,
el dolor, la impotencia, el sufrimiento, la indefensión no encuentran un eco que conlleve
medios, técnicas, conocimiento, evidencia, para prevenir y tratar.

Quien tiene el honor de escribir este prólogo, ha conocido de la mano de Leonardo y la


Universidad Javeriana, un atisbo de esta lacra que asola el mundo. También el profesor
Rodríguez Cely conoce de primera mano la realidad en España y su abordaje. Es más,
hemos compartido en la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica, el devenir
de los distintos países, y primordialmente el afrontamiento en Chile de la mano de
Isabel Salinas y Elías Escaff desde los CAVAS (Centros de Atención a Víctimas de
Abusos Sexuales). También en la Universidad del Norte en Barranquilla he codirigido
tesis doctorales que versaban sobre el tema que aquí nos concita como profesionales
que buscamos aunar la teoría y la práctica.

El libro que tenemos entre manos define el abuso sexual infantil y lo hace de forma
precisa, inclusiva. Y desde ahí, desde el ámbito de la definición, subrayando que se trata
de una de las formas más graves de violencia contra la infancia, nos aproxima al
secretismo que envuelve el ambiente donde acontece, el desamparo que acompaña, el
atrapamiento, hasta llegar en ocasiones al sentimiento de autoculpabilidad, de
desconcierto, que incluso lleva a retractarse de lo denunciado.

Fui el primer Defensor del Menor en España y presidente de la red de defensores del
menor europeos, y aprecié el sufrimiento callado, hondo, invasivo, de muchos niños, su
lucha interna, su desprotección, su exposición a amenazas, a chantajes emocionales.
Una confluencia y choque de presiones de oleajes, que deja la autoestima a la deriva,
que induce a la disonancia cognitiva, a la quiebra emocional, incluso a la disociación,
responsabilizándose de su propio sufrimiento, generando culpabilidad donde solo hay

8
una víctima inocente. Y digámoslo ya, detrás de cada niña o niño víctima de abusos
sexuales hay al menos un bastardo, y más que posible, probable, un cobarde que calla.

El libro se adentra en las causas y motivaciones que llevan indiciariamente a cometer


delitos sexuales, incidiendo en que es un verdadero reto para la psicología, esclarecer la
etiología. De la mano de muchos y reconocidos autores en la materia, desvela los
distintos modelos explicativos.

Continúa describiendo las distintas formas de abuso sexual infantil, siendo que algunas
de ellas “buscan preparar el terreno para un acceso más intrusivo al cuerpo de la
víctima”.
La distancia relacional ente víctima y victimario supone una esencial diferenciación,
primordialmente para la víctima, siendo que en los abusos sexuales extrafamiliares no
existe confusión en su papel de víctima. La prostitución, la pornografía, se engloban en
la denominada explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes. Reseñar
que los datos aportados son de gran actualidad. Con respecto a la asimetría de poder,
se señala y cuantifica el matrimonio forzado.
Las maravillosas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), por contra
conllevan el abuso sexual infantil online, que se diversifica en ciberacoso sexual y en
ciber-abuso sexual (“Grooming”; “Sexting”).

Leonardo Rodríguez Cely, Camila Arbeláez Gómez, Mayra Ardila Puentes, con la
contribución de Natalia Gómez Muñoz se adentran con suma precaución en las posibles
características del abusador, y delicadeza en las características de la víctima, siendo que
cualquier niña o niño puede ser víctima potencial de abuso sexual.

Los factores de riesgo en la unidad familiar son descritos, al igual que las características
del contexto social. La docena de mitos construidos alrededor del Abuso Sexual Infantil,
son reveladoras. Aquí los autores se basan en el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (U.N.I.C.E.F.). Estos mitos son un grave lastre contra el objeto del libro.
“Criterios de intervención interprofesional en casos de abuso sexual infantil”.
Y llegamos a los efectos del abuso sexual infantil en la víctima, sus manifestaciones
físicas, emocionales, sexuales y conductuales. Este libro dice exactamente lo que hay
que decir, bebe de las mejores fuentes, no sobra un dato o una palabra.

Querida lectora, lector, no intente subrayar este volumen. Lo subrayará todo. El libro
nace en Colombia, pero su visión y su valía es internacional.

El capítulo 2 nos habla del papel de los profesionales y en este caso de los psicólogos en
ámbitos cual el de la prevención; la atención; la evaluación. Obviamente se detiene en
aspectos relevantes cual la credibilidad del testimonio. Asimismo, señala con acierto los
indicadores que se identificaron en la mayoría de los casos de denuncias falsas. Con
similar claridad y concisión se adentra en las funciones de la Medicina Forense y el
Derecho. Recalcando en las funciones de las Instituciones Públicas (son muy de
agradecer las aportaciones ideográficas). Continúa con el Trabajo Social, la Educación.
Y el papel de las familias.
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Nos señalan estos expertos autores, tres principios que han de seguirse en el abordaje
del abuso sexual infantil: inmediación de la prueba. Concentración de la prueba.
Intervención mínima.

El capítulo 3 se centra en analizar las guías y protocolos internacionales más


reconocidos.
Termina este magnífico y necesario libro con un cuarto capítulo que nos trae los
criterios de intervención interprofesional. A partir de aquí una extensa, actualizada
bibliografía.

Mucho más que un libro, un manual de intervención, un salvavidas para niños dañados
por seres manipuladores, egoístas, irrespetuosos, deleznables. Si algo me ha generado
sufrimiento en mi dilatada carrera profesional son estos casos. Y estupor y desgarro
cuando el agresor era otro menor, al que exploraba en Fiscalía.

Tengo mucho interés en ver el libro publicado, para referenciarlo, releerlo, tenerlo a
mano.

Javier Urra
Académico de Número de la Academia de Psicología de España
Embajador de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica

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INTRODUCCIÓN

A pesar de la importante producción investigativa y especialmente después la segunda


mitad del siglo XX y comienzos del siglo XXI, sobre el grave problema de las formas de
abuso sexual infantil y los retos que impone los avances tecnológicos se ha puesto en
evidencia la alta vulnerabilidad y los factores de riesgo para la explotación sexual con
fines comerciales y formas de abuso sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA) con el
uso de las redes sociales como Instagram, Facebook, Twitter, Whatsapp, Youtube,
Snapchat, entre otras; las altas estadísticas, la casuística, la reincidencia de estos
delitos, la impunidad y los correspondientes subregistros unido a los casos que no se
denuncian, muestran el estruendoso fracaso de las instituciones del Estado, la sociedad
y la familia para detener el grave flagelo del abuso sexual en contra de los niños, niñas
y adolescentes.

Citando algunos de los impactantes titulares de los medios de comunicación en


Colombia como “Caso Yuliana Samboní: la niña de 7 años secuestrada, torturada,
abusada y asesinada por un reconocido arquitecto” (07 de diciembre de 2016, BBC
Mundo). “Murió niña de dos años maltratada y abusada por su padrastro y su madre en
Piedecuesta, Santander” (12 de agosto de 2015, Blu Radio). “Por un arete familiares
identificaron a niña abusada y calcinada a manos de chofer en Fundación” (30 de
septiembre de 2018, El Heraldo). “En Barranquilla, capturan a soldado por drogar y
violar a su hijastra” (19 de julio de 2018, El Tiempo). “Hablan denunciantes sobre acoso
y abuso sexual en el futbol femenino colombiano, entre ellas varias adolescentes” (25 de
febrero de 2019, W-Radio). “Cada día se conocen 48 casos de agresiones sexuales contra
niños en el país” (25 de abril de 2017, El Tiempo). “Por abuso sexual investigan a 91
profesores de colegios de Bogotá” (13 de febrero de 2017, El Espectador). “11.290 casos
de abuso sexual a menores en el 2017: ICBF” (21 de enero de 2018, Caracol Radio).
“Cada hora del día 228 niños y niñas son abusados y explotados sexualmente en
América Latina” (UNICEF, 2013).

Todos estos casos, plantean serios interrogantes sobre la efectividad de las políticas
públicas y de aquellas instituciones inscritas en los sectores de justicia, salud, educación
y las colectividades sociales encargadas del desarrollo y promoción de los diversos
programas dirigidos a la promoción, prevención, evaluación, atención y seguimiento de
los casos que se denuncian a diario y que han llevado a tal frustración y clamor colectivo,
que hoy se pide la cadena perpetua para los abusadores, la castración química y la pena
de muerte; en contraste con el abandono de las víctimas en procesos legales
interminables, dispendiosos, costosos donde la revictimización sigue imperando en los
procesos legales que, después de pronunciado el sentido de fallo son las víctimas
nuevamente las olvidadas en “los procesos de reparación integral”, dada la ineficiencia
e ineficacia de las instituciones del Estado Colombiano para atender las complejas
necesidades y repercusiones que tienen estos delitos para las víctimas y sus familias.

La sentencia de Casación No. 40478 ejemplifica lo que está ocurriendo con algunos casos
de abuso sexual infantil en Colombia. En el mes de julio del año 2009 la progenitora de

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un niño de 6 años de edad realizó una denuncia penal por tocamientos en sus genitales
por parte de su abuelastro. Estos hechos se conocieron por un informe psicológico, que
refirió que el niño era víctima de maltrato al interior del hogar y existía sospecha de
actos sexuales abusivos.

Durante las sesiones de psicoterapia, que no superaron el mes, la psicóloga afirma que
el niño le relató los tocamientos sexuales, sin embargo, la profesional no documentó en
la historia clínica estas revelaciones. Adicionalmente, utilizó el Test de la Figura
Humana de Machover, mencionando que había sospecha de abuso sexual debido a que
en el dibujo se observaba que “(…) los genitales estaban expuestos (…)”; esta historia
clínica inicia el 3 de agosto de 2009 y termina el 28 de agosto del mismo año, fechas
anteriores a la denuncia. En diciembre del 2009 se realiza la entrevista psicológica
judicial al niño, cuyo resultado fue Indeterminado. Sin embargo, este procedimiento
resultó incompleto puesto que no se realizó una transcripción literal de lo dicho por el
niño, además de no dejar constancia sobre el estado emocional y psicológico del
evaluado, aunque este era el objetivo central del dictamen.

Más adelante, en audiencia de juicio oral se concluye que en el testimonio del niño se
había observado “deterioro emocional” y se calificó su actitud como un grave estado de
alteración emocional debido a que guardó silencio respecto a los hechos. Empero, en el
video no se permite constatar esta reacción, además de no contar con una parte del
testimonio pues no quedó registrado por una falla técnica.

Durante los meses de noviembre (2011), marzo y junio (2012) se llevó a cabo la audiencia
de juicio oral, que finalizó con la decisión de declarar al procesado autor responsable de
la conducta punible, según el juez, el niño había guardado silencio por una alteración
emocional o miedo que sufre al tener que referirse a los hechos. Así mismo, en segunda
instancia el tribunal afirmó que “al abordar el tema del abuso sexual”, “evidenció
deterioro emocional”, “entró en crisis” y “simplemente guardó silencio al respecto”. Es
al llegar al recurso de casación en donde se hacen evidentes múltiples irregularidades
durante el proceso y se absuelve de toda responsabilidad penal al acusado, quien había
sido condenado a 156 meses de prisión por actos sexuales con menor de 14 años,
agravado en concurso homogéneo (Corte Suprema de Justicia, 2015).

Como este existen muchos otros casos de Abuso Sexual Infantil que presentan errores
en su atención; exámenes físicos y psicológicos que terminan en conclusiones erradas
debido a: I) la falta de experiencia y conocimientos especializados, II) el poco uso de las
técnicas de entrevista, la cámara de Gesell y la grabación en video, III) la toma de
decisiones basada en creencias como “los niños y niñas siempre dicen la verdad” o “los
niños tienden a presentar confusiones, guiones y falsas memorias producto de sus
fantasías y su poca maduración en el desarrollo psicológico”, entre otros aspectos
(Kvitko, 2006). De acuerdo con una investigación realizada por las facultades de
Ciencias Jurídicas y Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana en el Consultorio
Jurídico de la misma institución, se identificó que las víctimas de violencia sexual son
revictimizadas por las autoridades debido a la falta de capacitación y supervisión que
reciben quienes atienden estos casos; se evidenció en los funcionarios el
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desconocimiento de guías y protocolos, la existencia de prejuicios, cargas laborales
excesivas, carencia de procesos de prevención y seguimiento a las víctimas, falta de
políticas públicas y poca articulación entre las entidades que forman parte de la ruta de
atención para esta problemática (Coronado, Quiñones, Sampedro y Suelt, 2014)

Desde la política pública colombiana, el Abuso Sexual Infantil (ASI) se entiende desde
una perspectiva integral, sin embargo, esto no se materializa en la atención que se
brinda a los niños, niñas y adolescentes víctimas de estos delitos. Por el contrario, cada
profesional e institución se especializa en su área de conocimiento sin tener un eje
articulador, lo que dificulta el trabajo interdisciplinario, interinstitucional e
interprofesional.

Por lo mencionado anteriormente es pertinente desarrollar este texto que permita


mostrar la importancia del abordaje integral del Abuso Sexual Infantil. Para esto, se
desarrollan cuatro apartados; en el primero, Consideraciones generales, se realiza una
contextualización del ASI; en el segundo apartado denominado Papel de los
profesionales, se describen las funciones que cumplen cada uno de ellos en el abordaje
de este fenómeno; posteriormente, en la sección Análisis de guías y protocolos se
retoman los principales hallazgos acerca de la eficacia y eficiencia de estas
herramientas; por último, se exponen los criterios propuestos para una atención
interprofesional en los casos de ASI.

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CAPÍTULO 1. CONSIDERACIONES GENERALES

Cualquier forma de violencia sexual contra la infancia y adolescencia es una problemática


de salud pública que tiene consecuencias en cada uno de los contextos donde el niño,
niña o adolescente (NNA) se desarrolla. De ahí que en la intervención para la protección
de los NNA contra este tipo de violencia se incluya un abordaje integral. Por lo tanto, es
importante preguntarse ¿Cuál es la situación en Colombia con respecto a las conductas
de violencia sexual infantil? Esto permitirá tener una aproximación contextualizada de
la problemática que debe abarcarse mediante un trabajo interprofesional; sin embargo,
no sólo las estadísticas dan a conocer este fenómeno como tal, así que surge otro
interrogante ¿Cuáles son los principales fundamentos conceptuales del Abuso Sexual
Infantil? En la medida que los profesionales conozcan mejor su definición, los tipos de
conductas, principales indicadores, factores criminógenos, de protección, riesgo y
vulnerabilidad podrá abordar con mayor facilidad la problemática y proporcionar una
atención integral de calidad.

Estadísticas

En este orden de ideas, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses


(INMLCF) (2017) en sus estadísticas registró en el año 2016 la realización de 21.399
exámenes médico legales por presunto delito sexual en Colombia, de los cuales en
mujeres el mayor número de casos está entre los 10 a 13 años, y en hombres entre los 5
a 9 años. Del total de las valoraciones, el 86% se realizaron a personas entre los 0 y 17
años. Respecto al año anterior, se reportó un decremento de 2,06 puntos que se
traduce en una tasa de 43,90 reconocimientos médico legales por cada 100.000
habitantes. Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), En el año 2016
fueron atendidos 10.727 niños, niñas y adolescentes mediante un Proceso
Administrativo de Restablecimiento de Derechos por ser víctimas de violencia sexual.

En el año 2017, por su parte, se presentaron la mayor cantidad de casos de presunto


delito sexual en Colombia, pues hubo un aumento del 11,21% respecto al año anterior.
Según cifras del INMLCF, Por cada 100.000 habitantes la tasa de violencia sexual fue
de 48,28, la más alta desde el año 2008. En 20.663 de los 23.798 casos presentados (el
86,83%) las víctimas fueron niños, niñas y adolescentes, y 13.450 de estos fueron
cometidos contra menores entre los 5 y 13 años. En cuanto al sexo de las víctimas, en
hombres el mayor número de casos está entre los 5 a 9 años, mientras que en mujeres
se encuentra entre los 10 a 13 años. (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, 2018).

Estos rangos de edad pueden deberse a dos circunstancias, la primera por la etapa del
desarrollo fisiológico en la que se encuentran los niños/as desde los 5 hasta los 13 años.
Cavanaugh y Kail (2015) describen que a partir de la niñez intermedia se presenta un
crecimiento físico estable que persiste hasta la adolescencia; en los niños es común un
decrecimiento de grasa desde los seis hasta los ocho años, por lo tanto, los músculos
aumentan en la longitud, anchura y grosor. En el caso de las niñas, a partir de los nueve
o diez años su crecimiento se acelera a causa de los cambios hormonales, un rápido

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desarrollo de los órganos de reproducción y la aparición de características sexuales
secundarias, así como el crecimiento y la maduración de los órganos sexuales. Por tal
motivo, esta población es más vulnerable a ser víctima de conductas sexuales abusivas.

La segunda circunstancia puede ser que para los NNA entre los 5 y 13 años es más fácil
revelar o comunicar el abuso del cual están siendo víctimas, razón por la cual la mayoría
de los casos corresponden a estas edades. Por el contrario, los niños/as más pequeños
no tienen los recursos para comunicar estas situaciones, lo que permite inferir que en
los casos sin denunciar (subregistros) influyan factores como la etapa del desarrollo que
dificultan el descubrimiento del ASI.

Respecto al presunto agresor, en el 2016 se presentaron 17.284 (88%) casos en los que
era una persona cercana a la víctima, como un familiar (43,34%), un conocido (25,97%),
un amigo (9,67%) o la pareja/expareja (9,19%). Mientras tanto, un agresor desconocido
representó el 6,48% de los casos (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, 2017). Las cifras del año siguiente son similares, pues en el 86,65% de los
casos el agresor era cercano a la víctima, específicamente familiares (45,08%),
conocidos (23,96%), amigos (9,10%) o parejas/exparejas (8,50%). Por su parte, un
6,02% de los casos fueron presuntamente cometidos por un desconocido (Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2018).

La ocurrencia de violencia sexual también se ve influenciada por la distribución


geográfica. Según el INMLCF el 88,60% de los casos registrados se presentaron en la
cabecera municipal y apenas el 8,77% en la parte rural (vereda y campo). Esta misma
institución establece que dichas cifras no reflejan efectivamente el fenómeno que se
reproduce diariamente en el contexto rural, puesto que existen subregistros. Es decir,
caos que no son conocidos por el sistema médico legal colombiano bien sea por la
dificultad que tienen las personas para denunciar, para desplazarse hacia las
instituciones donde puedan recibir ayuda, o por los patrones culturales de esta
población (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2018).

Como se mencionó previamente estas estadísticas sólo evidencian los casos que han
sido denunciados y atendidos por el INMLCF, por lo tanto, no refleja el total de NNA
víctimas de abuso sexual en Colombia. Acuña (2014), explica que sóloel 6% de los casos
de abuso sexual son reportados a las autoridades, esto puede deberse, según diversos
autores, a situaciones como la estigmatización del evento; la ausencia de confianza o
miedo a contar; el difícil acceso a servicios de salud o justicia; la dificultad para detectar
los casos de abuso sexual en ausencia de signos físicos; aspectos culturales, sociales o
familiares que dificultan el reconocimiento del abuso o normalizan este tipo de
agresión; sentimientos de la víctima derivados de la experiencia (miedo, resignación,
vergüenza, culpa o baja autoestima); cercanía con el abusador; y el temor de contar (De
los Ríos y Orpinas, 1999; Caballero, Martínez, Ramos, Romero y Saltijeral, 2001; Buka,
Kessler y Molnar 2001; Baquero, Botero, Pinzón y Ross, 2009; Finkelhor, Hamby,
Ormrod, y Turner, 2011).
Al respecto, el INMLCF explica que esta situación es una problemática de salud colectiva

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que aún no se ha logrado caracterizar en toda su dimensión (Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2017). Aun así, con las estadísticas ya mencionadas
es evidente que una gran cantidad de niños, niñas y adolescentes están siendo víctimas
de abuso sexual, lo que significa que no están funcionando las estrategias de prevención,
atención, evaluación y seguimiento en el contexto familiar, educativo, social y en las
políticas públicas.

Ahora bien, en otros países los resultados son similares. Save the Children (2012)
retoma lo encontrado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la
violencia contra la infancia, la cual estableció que, en 21 países de ingreso alto y medio,
por lo menos el 7% de las mujeres (variando hasta 36%) y el 3% de los hombres
(variando hasta 29%) afirmaron haber sido víctimas de violencia sexual durante su
infancia, además entre el 14% y el 56% del abuso sexual hacia el sexo femenino y hasta
el 25% del abuso sexual hacia el sexo masculino fue perpetrado por parientes, padrastros
o madrastras. Adicionalmente retoma las estadísticas de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) en las cuales se encontró que una de cada cinco mujeres y uno de cada 10
hombres afirman haber sido víctimas de abusos sexuales en su infancia; esta misma
organización, junto con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
(UNODC) y la OMS en el año 2014, realizaron un informe sobre 133 países, y reportaron
que una de cada cinco mujeres ha sufrido abusos sexuales en la infancia. Forns, Guilera,
Gómez y Pereda (2009), por su parte, realizaron un meta-análisis en el cual analizaron
65 artículos sobre ASI en 22 países y en sus resultados encontraron que el 7,9% de los
hombres y 19,7% de las mujeres han sufrido alguna forma de abuso sexual antes de los
18 años.

Los datos mencionados reflejan un aumento significativo de casos de abuso sexual


infantil en los últimos años, lo cual atenta gravemente contra la estabilidad social
debido a su potencial de destrucción, además de generar nuevos círculos de violencia
que alteran el desarrollo integral de los individuos; esto quiere decir que los programas
y políticas públicas existentes no son eficientes, eficaces y actualizadas de acuerdo con
los avances de la problemática.

Por este motivo, la violencia sexual debe entenderse como un fenómeno


multidimensional que tiene implicaciones en aspectos individuales, familiares, sociales,
culturales, políticos, legales, y debe ser abordado desde una perspectiva integral en la
que intervengan profesionales de las áreas de psicología y medicina forense, derecho,
trabajo social y educación, entre otros. De igual manera, que esté orientada una serie
de campañas para las familias, sus funciones y sus límites para la protección del NNA.

Fundamentos conceptuales del abuso sexual infantil

Previo a mencionar las funciones de los profesionales en estos casos, y plantearse un


abordaje integral es necesario entender el concepto de Abuso Sexual Infantil y sus
elementos constitutivos. En primer lugar, el Acta para la Prevención y el Tratamiento
del Maltrato Infantil (2010) del U.S. Department of Health and Human Services (HHS)
define el Abuso sexual infantil como: “a. la utilización, la persuasión, la inducción, la

16
seducción o la coerción de un niño o niña para realizar [o participar de] —incluida la
ayuda a otra persona para el mismo fin— cualquier tipo de conducta sexual explícita, o la
simulación de dicha conducta con el fin de producir una representación visual de esta, o
b. la violación, el tocamiento, la prostitución o cualquier otra forma de explotación
sexual de un niño o niña, o el incesto” (p. 31).

Por otra parte, Save the Children (2012), hace referencia a este concepto como “una de
las formas más graves de violencia contra la infancia y conlleva efectos devastadores en
la vida de los niños y las niñas que lo sufren” (p.7), además “supone la imposición de
comportamientos de contenido sexual por parte de una persona un adulto u otro menor
de edad hacia un niño o una niña, realizado en un contexto de desigualdad o asimetría
de poder, habitualmente a través del engaño, la fuerza, la mentira o la manipulación”
(p.7).

Dentro del marco legal colombiano, esta conducta está definida en la Ley 1146 de 2007
Artículo 2 de la siguiente manera: “Para efectos de la presente Ley se entiende por
violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes, todo acto o comportamiento de tipo
sexual ejercido sobre un niño, niña o adolescente, utilizando la fuerza o cualquier forma
de coerción física, psicológica o emocional, aprovechando las condiciones de
indefensión, de desigualdad y las relaciones de poder existentes entre víctima y agresor”
(p.1).

Adicionalmente, varios autores han retomado el Síndrome de Acomodación durante el


proceso del ASI propuesto por Summit el cual consiste en una secuencia de cinco
comportamientos o patrones conductuales. No obstante, se debe tener cuidado con la
utilización de estos conceptos en la evaluación forense, puesto que el mismo autor del
síndrome aclaró que su intención era generar un instrumento para el campo de la salud
con el fin de avanzar en el estudio de esta problemática, más no para servir como opinión
técnica en un proceso o como prueba del abuso (Intebi, 2007; Alarcón, Aragonés, Bassa,
Farran, Guillén, Juncosa, López, Querol y Toro, 2010; Espinosa, 2012; Köhnken,
Manzanero, Muñoz, Scott, 2014; Müller, 2015).

El primer comportamiento es el secreto, el cual constituye una de las precondiciones


del abuso y un elemento indispensable para que este se mantenga. El victimario hace
uso de coerción emocional, física o de amenazas y hace creer al niño, niña o adolescente
que descubrir los hechos hará que una gran crisis se desencadene.

Posteriormente se explica el desamparo; “es habitual educar a los niños(as) para que
sean amables y cariñosos con las personas que conocemos y forman parte de nuestro
entorno, mientras que los alertamos sobre los desconocidos” (Müller, 2015, p. 28).
Contrario a lo que se cree, el perpetrador en la mayoría de los casos hace parte del
entorno del niño(a) o adolescente y las conductas abusivas serán percibidas por él como
una traición, ya que quien se suponía debía protegerlo no lo hizo. Lo anterior generará
sentimientos de desprotección y pondrá a la víctima en una posición de indefensión.
Debido a que el abuso sexual, en la mayoría de los casos, es un proceso recurrente y el

17
niño, niña o adolescente debe seguir con su vida cotidiana guardando ese gran secreto,
comienzan a funcionar en él mecanismos adaptativos -como la disociación- que le
permiten acomodarse a la situación traumática. A este momento Summit lo denomina
atrapamiento y acomodación.

Posteriormente ocurre el develamiento o momento de revelación, que puede darse


después de mucho tiempo, cuando el abuso ya ha cesado o incluso nunca descubrirse. Si
se revela en la niñez es común que ocurra de manera desprevenida (haciendo alusión a
algún evento o reproduciendo las conductas por medio de “juegos”, cuando aparece un
adulto protector o mediante una situación conflictiva. Por otro lado, en la adolescencia
la revelación puede ocurrir por el deseo de autonomía, por situaciones de violencia
intrafamiliar o por embarazo. En ambos casos puede darse también por la identificación
de indicadores físicos o psicológicos que realice el personal especializado. Es
importante resaltar que el descubrimiento del abuso no garantiza que estas conductas
se detengan.

En este momento es primordial la respuesta de los adultos, quienes deben ser una fuente
de apoyo para la víctima. Si esto no ocurre, y el niño, niña o adolescente es señalado de
mentiroso, es posible que termine por retractarse. Summit reconoce que el momento de
la retractación, muy común en los casos de Abuso Sexual Infantil, ocurre producto de
la culpa por acusar al agresor, por no mantener a la familia unida o debido al
cumplimiento de las amenazas del victimario. Müller (2015) afirma que “ante la
respuesta indiferente, nula o escasa del medio pueden llegar a decir que esta es una
invención, que no ha ocurrido, prefieren asumir un rol de perturbado, perverso y
desequilibrado para lograr mantener una aparente armonía y estabilidad en su familia”
(p. 29).

En muchos casos ocurre que los adultos creen más en la retractación que en la
revelación inicial, generando mayores riesgos psicológicos en la víctima. Por el
contrario, el retractarse es un indicador más de la posible ocurrencia del abuso debido
a los elementos mencionados anteriormente (Salinas, 2011).

Etiología del Abuso Sexual Infantil

El estudio acerca de las motivaciones y las causas que llevan a algunos adolescentes,
hombres y mujeres a cometer delitos sexuales, es uno de los más grandes retos de la
psicología, por ello desde los últimos años muchos investigadores se han dedicado a
estudiar esta problemática, encontrándose que para intentar explicar y comprender la
etiología de este tipo de desviaciones sexuales es necesario hacerlo desde una
perspectiva multicausal que integre teorías, enfoques y modelos (Milner, J., 1991;
Barbaree y Langton, 2006; Beech, Mandeville Norden y Goodwill, 2012; Echeburúa y
Redondo, 2010; Fergusson, McLeod y Horwood, 2013; Ryan, 2016; Sigurdsson,
Gudjonsson, Asgeirsdottir y Sigfusdottir, 2010; Martínez-Catena y Redondo, 2016;
Finkelhor, 1984; Beitchman y col. 199 citado en Alonso, Kerman, & Pavía, 2009; Peters
1988; Mullen y col. 1993 citado en Alonso, Kerman, & Pavía, 2009; Christiansen y
Blake,1990).

18
Varios autores coinciden que uno de los modelos que explicaría la agresión sexual, es
aquel donde experiencias traumáticas en la infancia o en la adolescencia influyen
significativamente en el desarrollo de conductas de abuso sexual (Marshall, Marshall,
Serran y Fernández, 2006; Redondo y Martínez García, 2012; Marshall, Laws y
Barbaree, 2013); El abuso infantil modifica la genética de las víctimas y transforma la
actividad de genes relacionados con el desarrollo del sistema nervioso y con la
regulación del sistema inmune, es decir, las experiencias vitales de la infancia pueden
llevar a una impronta genética (D. Mehta, T. Klengel, K. N. Conneely, A. K.
Smith,Altmann, T. W. Pace, M. Rex-Haffner, A. Loeschner, M. Gonik, K. B. Mercer, B.
Bradley, B. Muller-Myhsok, K. J. Ressler, E. B. Binder, 2013). Además, vivencias como
el abandono familiar, la victimización sexual, la negligencia, problemas de aprendizaje,
maltrato y rechazo afectivo, podrían generar déficits severos en la empatía, el control
de impulsos, la comunicación, la autoestima, las habilidades sociales y el aislamiento
social, siendo estas algunas de las características específicas de muchos agresores
sexuales (Carcedo & Reviriego, 2007; Figuero y Otero, 2005; Cohen y Strayer, 1996;
Porter, Newman, Tansey y Quayle, 2015; Agnew, 2014; Hulme y Middleton, 2013;
Hendriks y Bijleveld, 2004; Geng, Xia y Qin, 2012; Becker y Johnson, 2001; Hamby,
Finkelhor y Turner, 2012; Van Wijk, 1999; Ford y Linney, 1995; Katz, 1990; Martínez y
De Paul, 1993; Brown, Walker, Gannon y Keown, 2013; Beavin, 2015; Mann y Barnett,
2013; Covell & Scalora, 2002; Kirsch & Becker, 2007); este tipo de delincuentes también
suelen presentar comportamientos externalizantes como sentimientos de soledad,
ansiedad social, tristeza y fantasías sexuales desviadas (McCuish, Lussier y Corrado,
2015, Becker y Hunter, 1997; Van Wijk et al., 2006, Ellis Lee,1991).

Otro modelo que ha intentado explicar la etiología de los agresores sexuales está
fundado en los estilos de crianza, donde estudios han encontrado que los estilos
parentales negligentes, la incongruencia educativa, la falta de normas y reglas asertivas
y la desvinculación emocional de los padres hacia los hijos puede incrementar la
vulnerabilidad de los niños, niñas y adolescentes, generando repertorios sexuales
desviados y comportamientos antisociales (Maniglio,2012; Mancini, Reckdenwald y
Beauregard, 2012; Marshall y Marshall, 2014). Estas familias suelen presentar carencia
de cuidados parentales o relaciones entre los miembros del hogar extremadamente
rígidas y distantes e incluso la existencia de episodios cotidianos de maltrato, deserción
escolar, consumo de alcohol, drogas o abuso sexual (González, Martínez, Leyton, &
Bardi, 2004; LaFree Gary D,1982; Joel S, Milner y Herce, 1994; Hanson & Morton-
Bourgon 2005). Autores como Trepper y Barret citados en González, Martínez, Leyton
y Bardi (2004) mencionan que en la aparición del abuso sexual se tienen que enlazar
factores socioambientales como variables culturales, factores de la familia de origen del
abusador, factores psicológicos individuales y factores del sistema familiar, como por
ejemplo la distorsión de roles.

En otros estudios se ha encontrado que muchos agresores sexuales habrían tenido


experiencias sexuales más variadas, atípicas y traumáticas que la generalidad de los
adolescentes de su misma edad, incluyendo la pornografía con imágenes violentas o con
implicación de niños, niñas o adolescentes (Barbaree y Langton, 2006; Cale, Smallbone,
Rayment- McHugh y Dowling, 2015, Marshall; Laws y Barbare, 2013; Seto y Eke, 2015;
19
Romero, 2006). Aunque hay pocos estudios longitudinales sobre las acciones precoces
en los agresores sexuales, Malamuth, Linz, Heavey, Barnes & Acker citado en Valencia,
Labrador y Peña (2010), realizaron una investigación de diez años de seguimiento a un
grupo de estudiantes de bachillerato, encontrando resultados relevantes, al contrastar
las tres mediciones elaboradas por medio de encuestas a lo largo de cuatro años que
estuvieron escolarizados, al final de la investigación mostraron que el 14% de los
participantes había reportado haber tenido algún intento de violación hacia otra persona
y el 34% aceptó haber cometido al menos un acto de agresión sexual.

Entre otros modelos, se encuentra el cognitivo que ha demostrado que los agresores
sexuales adultos a menudo tienen numerosas “distorsiones cognitivas”, creencias y/o
actitudes irracionales, tanto de sus presuntas víctimas como justificadores del uso de la
fuerza y la violencia en las relaciones sociales (Spraggon, 2002; Snowdon, 1982; Abel,
Gore, Holland, Camps, Becker y Rathnner, 1989; Wakefield y Underwager, 1991; Craig,
Browne, Beech y Stringer, 2006; Fitzpatrick y Weltzin, 2014; Merdian, Curtis, Thakker,
Wilson y Boer, 2014, Whitaker et al, 2008; Scott, South y Felson, 1990; Scully, 1988).
Igualmente, estas percepciones sociales erróneas provocan déficits en la intimidad
interpersonal, la regulación emocional y otras deficiencias socio- cognitivas necesarias
para la estabilidad emocional y la interacción social adecuada (Covell & Scalora, 2002,
citado en Alarcón, 2008).

Desde una mirada psicopatológica autores como Echuburúa y Guerricaechavarria


(2000), Vásquez (2005) y Ahlmeyer, Kleinsasser, Stoner y Retzlaff (2003) refieren
haber encontrado que los delincuentes sexuales en su gran mayoría manifiestan rasgos
evitativos, limites, neuróticos, introvertidos, esquizoides, antisociales y con un alto
grado de dependencia; además resaltan que la pedofilia puede estar ligada con otras
parafilias.

En una revisión realizada por Alarcón en el 2008, que incluyó 31 artículos consultados
en bases de datos como ScienceDirect, PsycInfo y PsyArticles, se relacionan los
resultados encontrados desde las diferentes posturas y modelos descritos,
corroborando que existen características y vivencias que pueden incidir en el desarrollo
de las conductas sexuales desviadas, que van desde familias negligentes en el cuidado y
la protección, ambientes adversos, apegos inseguros, desconfianza, asociación con pares
negativos y relaciones disfuncionales con los padres y en algunos casos, haber sido
víctimas de abuso físico y/o sexual (Hanson & Bussière, 1998; Lyn & Burton, 2004;
citado en Alarcón, 2008); problemas de violencia y agresión con su pareja sentimental,
preferencia por la soledad y poca tolerancia a temas de contenido sexual (Covell &
Scalora, 2002; Hanson & Morton-Bourgon 2005; Kirsch, & Becker, 2007 citado en
Alarcón, 2008).

También encontró que en algunas investigaciones los agresores sexuales tenían un


índice de coeficiente intelectual (IQ) más bajo que en agresores no sexuales (Cantor,
Blanchard, Robichaud & Christensen, 2005). Varios investigadores aluden que los bajos
niveles de IQ pueden estar relacionados con lesiones cerebrales sufridas durante la
infancia, generando perturbaciones en el desarrollo neurocognitivo (Christensen,

20
Strong, Cantor & Klassen 2002, citado en Alarcón, 2008). Aunque estas investigaciones
muestran hallazgos significativos en los puntajes de Coeficiente Intelectual, consideran
importante hacer más estudios al respecto.

Desde la perspectiva del Modelo biológico, autores como Kelly & Lusk, 1992 citado en
Cortés & Cantón, 2004; Keown, 2008, describen la existencia de hormonas, genes,
neurotransmisores y lesiones en estructuras cerebrales que podrían influir en el
comportamiento agresivo y a su vez elevar la excitación sexual sin un control sobre está
(Mayanagi, Sekino, Ogashiwa y Ishijima, 1970 citado en Ortega-Escobar, Alcázar-
Córcoles, 2016; Haller, 2014). En relación con las alteraciones del lóbulo frontal, cabe
mencionar que esta estructura cerebral, se encarga principalmente del funcionamiento
ejecutivo, como la inhibición de respuestas, la modulación verbal de comportamiento y
la planeación, por ello, se ha encontrado que las lesiones del lóbulo frontal están
vinculadas con alteraciones en el control de los impulsos que contienen las conductas
hipersexuales (Elliot y Biever, 1996; Méndez, Chow y Ringman, 2000; Bradford, 2000
y Van der Kolk, 1988).

Tipos de conductas en el ASI

Ahora bien, el Abuso Sexual Infantil se puede manifestar mediante dos formas de
conductas. Autores como Faller, Finkelhor, Sedlack y Broadhurst han descrito actos
sexuales que pueden clasificarse en comportamientos con contacto y otros sin contacto.
Respecto a los segundos, se incluyen acciones como la exhibición de genitales,
voyeurismo, la exposición de un niño, niña o adolescente a contenido pornográfico e
inducirlo a desnudarse o masturbarse en presencia del agresor. Por otra parte, la
manipulación genital y digital son ejemplos de conductas con contacto (Fernández y
Ramírez, 2011).

De igual forma, el ICBF (2007) enuncia diferentes comportamientos de violencia


sexual, como el incesto, violación, tocamientos con o sin ropa, alentar o permitir a un
niño, niña o adolescente que toque de manera inapropiada a un adulto, y conductas de
abuso sexual sin contacto físico, como la seducción verbal, solicitud indecente, realizar
actos sexuales en presencia de los NNA, la masturbación, pornografía, exhibición de los
genitales o gestos sexuales para obtener gratificación sexual, espiarlos mientras se
visten, bañan o realizan sus labores de aseo. Esta misma institución hace énfasis en que
el abuso sexual va más allá del contacto físico e incluye cualquier manifestación que
perjudique psicológicamente a un NNA en lo que respecta a temperamento y
personalidad, además aspectos psicosomáticos y psicopatológicos. (Citado en Herrera,
Lozano, Martínez y Mebarak, 2010).

Respecto a estas diferentes formas de abuso sexual, Grau, Martínez, Navales, Pereda y
Polo, (2007), realizaron un estudio en España con una muestra de 593 denunciantes.
Entre sus resultados obtuvieron que las conductas sexuales más frecuentes son los
tocamientos encima o debajo de la ropa (64,39%), luego le siguen la penetración vaginal
(9,27%), masturbaciones y penetración anal (3,41%), penetración oral (1,95%), y por
último los comportamientos sin contacto físico (proposiciones y/o exhibicionismo)
(3,41%). Estas estadísticas reflejan que la mayoría de las víctimas pueden no presentar

21
indicadores físicos del abuso, por lo que surge la necesidad de profesionales altamente
especializados en la identificación de otro tipo de indicadores.

Sea cual sea el tipo de conductas, estas se caracterizan por ser progresivas debido a que
tienen el objetivo de “preparar el terreno para un acceso más intrusivo al cuerpo de la
víctima” (p. 30). Este tipo de actos, que pueden ser encubiertos, permiten al ofensor
examinar las reacciones y resistencia de la futura víctima, generar confusión respecto a
lo que es o no “normal” y preparar las condiciones para el fin último que terminaría
siendo el contacto sexual (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF),
2015).

Otra forma de distinguir el Abuso Sexual Infantil es la expuesta por Barudy con base en
la distancia relacional entre víctima y victimario. En el abuso sexual extrafamiliar el
agresor no es un miembro de la familia, pudiendo ser un conocido o total desconocido.
En este tipo de abuso el niño, niña o adolescente termina reconociéndose como víctima
e identificando al adulto como agresor más fácilmente. Por otro lado, el abuso sexual
intrafamiliar se caracteriza por el contacto sexual que lleva a cabo un pariente
consanguíneo o perteneciente al sistema familiar nuclear (padres, hermanos, abuelos,
tíos, padrastros o hermanastros). La agresión en este caso presenta elementos
característicos distintivos, debido a que el agresor manipula el vínculo familiar
haciendo uso del poder que su rol le confiere. El abuso generalmente se lleva a cabo
más de una vez y así se conforma una dinámica del secreto, lo que complejiza su
revelación y esta resulta tardía (citado en Villanueva, 2013).

La Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA) es otra de


las formas de ASI, la cual “comprende el abuso sexual por adultos y la remuneración en
metálico o en especie al niño o niña y a una tercera persona o varias. El niño es tratado
como un objeto sexual y una mercancía” (Congreso Mundial Contra la Explotación
Sexual, 1996, p.1). Dentro de las principales formas en las que se desarrolla este delito se
encuentran la utilización del en la prostitución, en la pornografía infantil, la trata con
propósitos sexuales, explotación sexual en viajes y turismo, y el matrimonio forzado
(End Child Prostitution And Trafficking (ECPAT), 2014).

En Colombia las conductas de ESCNNA han sido difíciles de identificar y tipificar en los
delitos ya establecidos en la ley, debido a que estos casos son registrados como
violaciones o actos sexuales abusivos (ECPAT, 2014). No obstante, el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar y la Organización Internacional para las Migraciones
(OIM) (2015) reportaron que de los NNA ingresados al Proceso Administrativo de
Restablecimiento de Derechos (PARD) entre los años 2011, 2012 y 2013, se
identificaron 2.135 casos de Explotación Sexual Comercial de NNA, los cuales fueron
84,26% del sexo femenino, el 54,99% adolescentes de 12 a 17 años, y en su mayoría
situaciones de prostitución y de pornografía infantil. Adicionalmente, el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar y el Ministerio del Trabajo (2018) retoman los datos
del Sistema de Información Misional (SIM), encontrando que para el 2016 se registraron
333 casos de PARD por explotación sexual comercial infantil, y en el año 2017, 314 casos.

22
Según la Policía Nacional- Dirección de Investigación Criminal e INTERPOL entre el
2014 y 2018 se registraron 2.567 casos de ESCNNA. Adicionalmente, del 2003 al 2012
se reportaron 1.293 delitos relacionados con la explotación sexual en la infancia a nivel
nacional, de los cuales el 85% de los casos en Colombia fueron por los delitos de
inducción a la prostitución (650), estímulo a la prostitución de menores de edad (253)
y pornografía con menores de edad (195) (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
y Organización Internacional para las Migraciones, 2015; Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar y el Ministerio del Trabajo, 2018).

Por último, frente al matrimonio forzado, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud


reportó que el 13.3% de niñas y adolescentes se encontraban unidas conyugalmente, lo
que se incrementa en el contexto rural con un 21.5%. De ellas, un 43.5% eran por lo
menos 6 años menores a su pareja, lo que quiere decir que se hallan en condiciones de
asimetría de poder con respecto a su cónyuge (Profamilia, 2015).

La influencia de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación


(TIC) en el Abuso Sexual Infantil

Estas formas de conducta se han visto influenciadas por el uso de nuevas tecnologías,
originando el Abuso Sexual Infantil Online. Carbonell, Montiel, y Salom (2014) lo
definen como toda implicación de un NNA, quien aún no tiene edad de consentimiento,
en cualquier actividad sexual de forma online; esta también puede darse producto de la
coerción, violencia, abuso de superioridad, de confianza o cuando exista una situación
de vulnerabilidad; adicionalmente, abarca la producción, distribución, descarga y vista
de material de abuso de menores de edad.

Dentro del Abuso Sexual Infantil Online se encuentran dos formas de conductas; la
primera es el Ciberacoso sexual, en el cual el agresor emplea técnicas agresivas,
coercitivas y/o intimidatorias para conseguir lo que desea del NNA. La segunda es el
Ciberabuso sexual, que consiste en el uso de técnicas sin agresividad, como el
acercamiento amistoso o seductor que permite establecer un vínculo emocional entre
víctima y agresor. Dentro de esta última, se incluyen formas como el Grooming y el
Sexting (Carbonell, Montiel y Salom, 2014).

El Grooming, es la búsqueda con fines sexuales de niños, niñas y adolescentes mediante


el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) (ECPAT, 2014),
utilizando estrategias que una persona adulta desarrolla para ganarse la confianza del
NNA; en el caso de la utilización por parte del victimario de la red digital, la conducta
se denomina CyberGrooming (Romero, 2017). El Sexting por su parte, es la acción de
enviar o recibir textos, imágenes o videos sexualmente explícitos a través de un teléfono
celular; esta conducta es frecuente en los adolescentes que intercambian estas imágenes
o videos, con personas con quienes mantienen relaciones muy cercanas (ECPAT, 2014).
Si bien esta acción no se encuentra tipificada como un delito, Almendros, Borrajo,
Calvete y Gámez (2015) manifiestan que la práctica de este contacto sexual incrementa
la probabilidad de ocurrencia de la victimización sexual online, más aún cuando este
23
material es enviado a personas que únicamente se conocen por el medio digital.

Cuando esto sucede, surge la modalidad de conducta llamada Sextorsión, definida por
Romero (2017) como los chantajes que el agresor realiza cuando el NNA envía o publica
imágenes con contenido sexual a través de internet. Este mismo autor realizó un estudio
haciendo uso de 1.705 registros de denuncia sobre ESCNNA en el Sistema Penal Oral
Acusatorio (SPOA) entre los años 2012 y 2015, encontrando que el Sexting tiene
incidencia en los delitos de Sextorsión (19,7 %) y pornografía con personas menores de
18 años (38%), debido a que la víctima envía múltiples imágenes con buenas
intenciones y estas son utilizadas por los victimarios para llevar a cabo las conductas ya
mencionadas. Adicionalmente, en 717 de los casos analizados se encontró que el agresor
utilizó algún tipo de red social para obtener contacto con la víctima; de este número total
67,2% usó Facebook, 16,9% WhatsApp, 4 % por medio de videos y 3,8 % Facebook y
WhatsApp. Este mismo autor identificó que la pornografía con menores de 18 años es
la modalidad de delito más frecuente (38 %), seguida de la Sextorsión (22,5 %), el
Sexting (19,7 %,) y el Grooming (19,1%,).

Respecto al material que circula en internet, para el 2016 la organización Internet


Watch Foundation (IWF) reportó 57.335 Localizadores Uniformes de Recursos (URL)
que mostraban contenido sexual con NNA, en los cuales el 53% de las víctimas tenían
10 años o menos y el 45% eran niños/as de 11 a 15 años. En Colombia, Romero (2017)
estableció que del material de pornografía infantil que circula por internet el 81% son
niñas y el 13 % niños; también encontró que para el año 2014, existían 89.758 sitios web
dedicados a estas formas de delito.

Es importante mencionar que recientemente se ha identificado una nueva conducta


sexual denominada Pseudo-utlización de NNA en pornografía, End Child Prostitution
and Trafficking (ECPAT) (2014) explica que consiste en la producción de pornografía
infantil sin involucrar a una persona menor de edad real en la creación del material, por
lo tanto, se realiza usando gráficos de computadora, herramientas de modelaje 3D,
dibujos animados o dibujos que muestran al NNA llevando a cabo actividades sexuales,
dándole forma a cuerpos de adultos, con el fin de agregar rostros de niños, niñas y
adolescentes.

De acuerdo con la UNODC (United Nations Office on Drugs and Crime, 2015), la
implementación de estas conductas en el medio digital permite que sea más fácil para los
victimarios la Explotación Sexual Comercial de NNA puesto que se agilizan las
actividades, se expanden las redes y se reducen los costos de las operaciones que
implican reclutar, publicitar, organizar y comunicarse a través de móviles u otros
dispositivos; así mismo, los agresores pueden tener mayor control sobre las víctimas en
el cumplimiento de sus actividades y el rastreo de sus movimientos mediante el Sistema
de Posicionamiento Global (GPS). Las TIC pueden facilitar el acceso a las víctimas y al
material, aumentar las ganancias de las empresas delictivas, reducir el riesgo de
identificación de los perpetradores y agravar el daño para las víctimas.

24
Factores de riesgo y vulnerabilidad

En la literatura se han identificado diversas características en el contexto del NNA que


pueden convertirse en factores de riesgo para la ocurrencia de Abuso Sexual Infantil. Se
debe tener en cuenta que en una situación de abuso no es necesario que estén presentes
todos estos elementos, así como la presencia de estos no garantiza que esta suceda.

Características del abusador

Si bien en la literatura pueden encontrarse múltiples tipologías de abusadores sexuales,


cada caso tiene características tan particulares que pueden no encajar en ninguna de
ellas, por lo que es necesario realizar un análisis complejo de las dinámicas en las que
se da cada caso de abuso sexual. Sin embargo, diversos autores han caracterizado a estos
agresores de la siguiente forma:

En primer lugar, puede ser un hombre reservado, poco viril, que al exterior del núcleo
familiar se presenta como alguien púdico y moralista, en casos religioso. Se muestra
sumiso y puede inspirar ternura, simpatía, lástima y deseo de protección. La relación
víctima/victimario está definida por la presencia de ternura, inocencia y abnegación
hacia el menor de edad, ya que la sexualidad del adulto es infantil e inmadura; esto
puede estar conectado a comportamientos fóbicos y aversivos hacia la sexualidad adulta
(Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000; Perrone, 2000; Perrone y Nannini, 2005;
Perrone y Nannini, 2007).

Cuando estos comportamientos configuran una psicopatología propiamente dicha, el


perfil descrito corresponde a la pedofilia, comportamiento definido como “excitación
sexual intensa y recurrente derivada de fantasías, deseos sexuales irrefrenables o
comportamientos que implican la actividad sexual con uno o más niños prepúberes
(generalmente menores de 13 años)”. El individuo tiene como mínimo 16 años y es al
menos cinco años mayor que el niño, niña o adolescente (Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V, 2014, p. 377).

A estos sujetos, parte o no de la unidad familiar, se les confía el cuidado de los hijos
precisamente por la atracción que ejercen sobre ellos.

El otro tipo de abusador se caracteriza por su agresividad, pues su actitud consiste en


someter a su víctima haciendo uso de violencia física, psicológica y humillaciones. Su
búsqueda es de placer genital por lo cual no hay preocupación por lo vivenciado por la
víctima. Sus motivaciones giran en torno a la venganza, la reafirmación dominadora o
el sadismo basado en el placer que les produce torturar a otros. Debido a estos
elementos constitutivos se identifica, cuando hay patología, una estructura psicopática
egocéntrica acompañada de la incapacidad de sentir empatía (Echeburúa y
Guerricaechevarría, 2000; Perrone y Nannini, 2007).

Comúnmente, el perpetrador tiene dificultades para establecer relaciones sexuales con


adultos por lo que prefiere hacerlo con niños, niñas o adolescentes, obteniendo
gratificación sexual especialmente al interactuar con ellos. Aparentemente tiene una

25
vida sexual activa y satisfactoria con parejas de edad apropiada, pero ante ciertas
circunstancias, como situaciones de tensión excesiva en las cuales su autoestima se ve
amenazada, reacciona impulsivamente utilizando como pareja sexual a un NNA de
manera que pueda descargar su ira. Esto puede estar acompañado de un consumo
excesivo de alcohol y otras sustancias psicoactivas (Echeburúa y Guerricaechevarría,
2000; Perrone y Nannini, 2007).

Otros autores identifican en los victimarios historias de infancia con características


específicas, Save the Children (2012) describe el maltrato físico, psicológico o sexual,
poca capacidad de empatía, distorsiones cognitivas, consumo de pornografía infantil y
trastornos de personalidad psicopática. Adicionalmente, familias de origen
caracterizadas por la violencia de género y los estereotipos machistas.

Si bien han sido pocos los autores que han descrito las madres como perpetradoras del
abuso, Perrone y Nannini (2007) afirman que su rasgo común, a diferencia de los
abusadores de sexo masculino, es el amor “sacrificado” hacia la víctima, sin demandar
reciprocidad y sin coerción ni violencia. Las mujeres generalmente se benefician de la
relación maternal y los gestos cotidianos que no pueden ser claramente connotados
como abusivos, para obtener placer sexual.

Características de la víctima

Cualquier niño, niña o adolescente puede ser víctima potencial de abuso sexual, dado
su desconocimiento del tema, impotencia y dependencia. Sin embargo, existen algunos
factores que pueden hacerlos más vulnerables. Intebi establece que esta población se
caracteriza por tener una edad entre los 8 y los 13 años (citada en Villanueva, 2013),
mientras que el ICBF (2007), identifica que la edad de mayor riesgo está entre los 11 y
15 años. Esta misma institución menciona que ser de sexo femenino, tener bajos
recursos económicos y culturales, antecedentes de otras formas de maltrato infantil y
haber desarrollado baja autoestima, sumisión a la autoridad y poca confianza en los
adultos aumenta el riesgo de ser víctima de Abuso Sexual Infantil (citado en Herrera,
Lozano, Martínez y Mebarak, 2010).
Otros factores que hacen más propensos a los niños, niñas o adolescentes son los
trastornos del desarrollo, discapacidades cognitivas o sensoriales (Franco y Ramírez,
2016), así como la falta de vínculos de apego seguro y carencias afectivas dentro de la
familia (Save the Children, 2012). Por lo general estos NNA cumplen un doble rol en el
sistema familiar, puesto que por un lado se sacrifican con el fin de proteger la cohesión
familiar, al tiempo que son privilegiados por gozar de una atención especial por parte
del padre abusador, recibiendo regalos y halagos frecuentes. Esta dinámica compleja es
vivida por la víctima de manera confusa y traumática (Villanueva, 2013).

Características de la familia

La organización familiar también se convierte en un factor que facilita o dificulta la


aparición de Abuso Sexual Infantil. Diversos autores han señalado que en las familias
reconstituidas es más frecuente la aparición de estas conductas debido a que en los
procesos de separación, divorcio y nuevos matrimonios los lazos de filiación pueden
26
quebrantarse, pues muchos de estos ya no tendrán una legitimidad “natural” como
ocurre con los padrastros o madrastras; esto produce que el sentimiento de
responsabilidad del adulto con respecto al niño, niña o adolescente se vuelva difuso. Por
otra parte, es frecuente dentro de las familias monoparentales el Abuso Sexual Infantil
en situaciones como las visitas de fin de semana donde el padre, o en un hogar donde
la madre sea ausente debido a causas laborales, relaciones extraconyugales,
alcoholismo, depresión, negligencia, entre otros (Perrone y Nannini, 2007; Villanueva,
2013).

Adicionalmente, mencionan que en las familias aparentemente bien estructuradas la


presencia de conductas abusivas tiene una caracterización particular, la cual radica en
que se muestra una imagen al público totalmente distinta a lo que ocurre en su interior;
todos sus miembros están obligados a demostrar bienestar, sobre todo los niños (as) o
adolescentes que son víctimas. Usualmente en estas familias el padre ejerce una tiranía
basada en la ley del silencio mencionada anteriormente, bajo la cual se calla con el fin
de proteger a la familia del sufrimiento o la crisis que causaría una revelación. De
acuerdo con esta dinámica, la madre es borrada y no brinda ningún tipo de apoyo a sus
hijos, incluso por seguir siendo leal a su esposo (Perrone y Nannini, 2007; Villanueva,
2013).

Sin importar el tipo de familia, el secreto se guarda también por la presencia de amenazas
verbales acompañadas de violencia física. Con todos estos elementos, el NNA víctima
no encuentra cómo escapar del sistema, del que además es dependiente, y su principal
objetivo se vuelve mantener la cohesión familiar (Perrone y Nannini, 2007; Villanueva,
2013).

Otros elementos identificados como factores de riesgo en la unidad familiar tienen que
ver con la violencia como única herramienta de comunicación, lo cual genera un ciclo
de comportamientos abusivos y violentos que se repiten entre generaciones; esta
dinámica favorece el mantenimiento de secretos, entre ellos la ocurrencia del Abuso
Sexual Infantil (Fuentes, 2012). Asimismo, Save the Children (2001) establecen que
cuando las habilidades de comunicación y resolución de problemas son limitadas, es
decir, cuando al niño, niña o adolescente no se le permite expresar sus sentimientos y
necesidades dentro del contexto familiar, puede ocurrir el abuso sexual con mayor
facilidad. Esta falta de asertividad y tendencia a la sumisión dificulta que haga frente al
abuso, lo detenga o lo revele.

Adicionalmente, son familias en donde se ejerce el poder de manera abusiva y no


equitativa, con distancia emocional, incapacidad para responder a las necesidades de
los niños, niñas o adolescentes, falta de información sobre el desarrollo infantil y de la
sexualidad, y presencia de otras formas de violencia, como el maltrato infantil y la
violencia de género (Save the Children, 2012). Respecto a las redes de apoyo, Fuentes
(2012) afirma que son limitadas, pues sus miembros son personas con pocos amigos,
compañeros de trabajo o de escuela, así como pocas interacciones con su comunidad.

En cuanto a la relación entre los padres, cuando uno de estos es el victimario, una

27
problemática de pareja podría correlacionarse con la aparición de conductas de Abuso
Sexual Infantil dentro del sistema familiar. Por el contrario, una unión conyugal sólida
constituiría un factor de protección para la aparición de este fenómeno. La falta de
actividad sexual entre los cónyuges o este tipo de actividad de manera extraconyugal
podría traer como consecuencia la pérdida de intimidad y límites entre la pareja y el
abuso aparecería como la continuidad de esta actividad sexual. Se observa también en
muchos casos la aceptación del abuso por parte de uno de los miembros de la pareja, lo
cual puede deberse a factores como el miedo, la dependencia o la creencia de que la
mujer deberá proteger a su marido sin importar la situación. Todos estos elementos
terminan traduciéndose en la persistencia de las conductas de abuso consideradas
como desviaciones perdonables o comprensibles (Perrone y Nannini, 2007; Villanueva,
2013).

Cabe destacar que las madres de los niños, niñas o adolescentes que han sido abusados
sexualmente a nivel intrafamiliar también tienen unas características particulares. En su
mayoría presentan un vínculo maternal débil e inmadurez afectiva manifestada en la
búsqueda permanente de una pareja, lo que termina por poner en peligro a los niños,
niñas y adolescentes. Adicional a esto, son mujeres que defienden la cohesión familiar
por sobre todas las cosas, por lo que la dependencia material o afectiva con respecto a su
pareja impide que se cuestione la relación entre víctima y victimario y decida hacerse “la
sorda y ciega” con el fin de mantener la estabilidad familiar aparente. De igual forma, el
discurso de la madre está enmarcado por elementos como el agotamiento, pues se
muestran como mujeres muy ocupadas por su trabajo o manifiestan síntomas de
depresión y fragilidad emocional (Vázquez, 1995; Barudy, 1998; Navarro, 1998; Perrone
y Nannini, 2007).

Características del contexto social

Una serie de elementos socioculturales que también influyen en que ocurra el Abuso
Sexual Infantil pueden ser la falta de conciencia del niño, niña o adolescente como
sujetos de derechos (los NNA son particularmente dependientes de los adultos
encargados de su protección), estereotipos de género, validación social de la violencia
dentro de las relaciones cercanas, uso de las redes sociales sin supervisión, tolerancia
de ciertas formas de agresión física, aceptación de cierto tipo de relaciones sexuales con
niños, niñas o adolescentes, desconocimiento de la trascendencia que tienen las
vivencias en la infancia para el desarrollo del NNA, costumbres culturales que
promueven el matrimonio temprano y falsas creencias sobre la sexualidad infantil y
adulta (Pulido y Yeste, 2010; Save the Children, 2012).

Respecto a este último elemento, se han construido mitos alrededor del Abuso Sexual
Infantil, los cuales se convierten en obstáculos o interferencias al momento de la
intervención. Tanto el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) (2015),
como Müller (2015) recogen los siguientes:

1.“El abuso sexual, como otros tipos de violencia, es un problema de las clases bajas”
Por el contrario, este tipo de violencia no distingue clases sociales, género ni religión.

28
Ocurre en muchos casos que en los estratos más altos se oculta de manera más exitosa
esta conducta o se contrata a importantes abogados que logran desestimarla. Si bien es
cierto que condiciones económicas desfavorables actúan como un factor potenciador
del estrés y que situaciones de hacinamiento facilitan el acceso del abusador sexual a su
víctima, estos deben ser vistos como factores de riesgo y no como características
determinantes para que ocurra (UNICEF, 2015).

2.“El abuso sexual es un hecho raro, poco frecuente, que les ocurre a pocos niños”
Estudios han confirmado que la tasa de abusos es mucho mayor a la evidenciada en las
estadísticas. Lo anterior se debe, entre muchos factores, a que esta forma de violencia
tiene entre sus elementos constitutivos el secreto, lo que dificulta su revelación y
posterior reporte (UNICEF, 2015).

3.“Los ofensores sexuales son personas que sufren de alguna patología en particular
o abusan sexualmente bajo los efectos del alcohol”
Hasta la fecha no hay un solo perfil de ofensor sexual, por lo que la conducta puede
deberse a múltiples elementos; “De acuerdo con el testimonio de múltiples víctimas
muchos ofensores sexuales cometen estos abusos estando alcoholizados, pero también
estando sobrios” (UNICEF, 2015, p. 49). Müller (2015) afirma que el abusador sexual
no necesita estar bajo los efectos de sustancias psicoactivas para cometer estas
conductas, puesto que la mayoría de ellas son pensadas, planeadas y ejecutadas con
plena conciencia de la situación.

4.“Los hombres tienen una impulsividad sexual que no pueden frenar”


Si bien en algunos ofensores se identifican dificultades en la esfera sexual, esto no es
generalizable. Por esto, la literatura ha identificado que tendría que ver más con
aspectos de la socialización de género e ideologías de la sociedad patriarcal, que con un
aspecto de impulsividad en el sexo masculino. Adicionalmente, este planteamiento no
explicaría las conductas de violencia sexual ejercidas por mujeres (UNICEF, 2015).

5.“Los niños son seductores y provocan al adulto”


Es común que el ofensor utilice este tipo de argumentos, lo cual deja ver un alto grado
de distorsión perceptual y cognitiva y una herramienta para justificar su conducta. Si
bien se habla de placer sexual tanto en victimario como en víctima, este tiene
connotaciones distintas para ambos. En el caso del niño, niña o adolescente víctima se
trata de una respuesta biológica natural frente a la estimulación, mientras que para el
adulto hay una búsqueda intencional de satisfacción de sus necesidades sexuales, de
poder o de otro tipo. El victimario toma la respuesta biológica del NNA como la
aceptación o el consentimiento –que realmente no existe- para continuar con la
conducta, cuando en realidad este no la comprende (UNICEF, 2015).

6.“El abuso sexual es cometido por personas extrañas a la víctima”


Según las estadísticas, la mayor cantidad de niños, niñas o adolescentes víctimas han
sido abusadas sexualmente por personas dentro de su familia, como padres, padrastros
o parejas de la progenitora. Lo anterior ocurre debido a factores como la facilidad para
el acceso al NNA, para continuar con el abuso y guardar el secreto (UNICEF, 2015).

29
7.“Si un niño es abusado sexualmente, seguro lo contará de inmediato”
Uno de los elementos esenciales del Abuso Sexual Infantil es el secreto, haciendo uso
también de coerción física y amenazas. Adicionalmente, el victimario hace creer al niño,
niña o adolescente que este es parte activa del abuso sufrido, aumentando el miedo y la
culpa. Con todo lo anterior se hace más fácil que el NNA guarde silencio (UNICEF,
2015).

8.El mito de la ausencia de secuelas, el olvido y la adaptación


Estos mitos son comunes en el uso de frases como “ellos no se dan cuenta”, “los niños
se adaptan a todo” o “es mejor que no lo hablen, así se olvidan”. Contrario a esto, el abuso
sexual deja lesiones y secuelas a corto, mediano y largo plazo, lo cual también puede
depender de múltiples factores que terminan por atenuar o acrecentar la sintomatología
y su gravedad (UNICEF, 2015). Según Müller (2015), estos mitos son mantenidos por
los familiares de las víctimas, e incluso por profesionales de la salud quienes terminan
legitimando este tipo de creencias.

9.“Los niños son poco creíbles, fantasean, mienten”


Esta ha sido una de las discusiones centrales en los casos de Abuso Sexual Infantil. Sin
embargo, no es posible para los niños, niñas o adolescentes fantasear o inventarse
detalles de una actividad sexual sobre la cual no tienen conocimiento. Así pues,
investigaciones han demostrado que, si el profesional entrenado cuenta con las
herramientas necesarias a la hora de evaluar, será capaz de identificar si el relato es o
no compatible con un hecho de abuso sexual infantil, haciendo uso de guías y protocolos
especializados para casos de ASI que permitan un discurso libre y espontáneo
(UNICEF, 2015).

10.“El niño muestra sentimientos positivos hacia el ofensor, entonces es imposible


que haya habido abuso”
El adulto que abusa despliega también una faceta cariñosa y protectora con el NNA. “La
paradoja de apegarse afectivamente a la persona que daña cuando debería proteger de
cualquier daño, es irresoluble y será la matriz de la mayoría de los síntomas
postraumáticos complejos en los niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual”
(UNICEF, 2015, p.54).

11.“El abuso sexual que ocurre dentro de las familias es una cuestión privada”
Por esta razón se piensa que debería resolverse exclusivamente dentro del seno familiar.
En oposición a esto, al ser una forma de vulneración de los derechos de niños, niñas y
adolescentes es competencia del estado garantizar su protección cuando las figuras
parentales no lo han hecho. Este mito genera que el abuso sea una dinámica controlada
por los secretos y su develamiento no ocurra. (UNICEF, 2015).

12.“Las madres son siempre cómplices de los abusos de sus hijos/as”


Si bien es posible encontrar casos en los que las progenitoras son cómplices, e incluso
son quienes abusan, es cada vez más común encontrar que estas mujeres son co-víctimas
de esos malos tratos, en donde el abuso sexual “forma parte de un cuadro general de
violencia de género, donde esa madre está sumida en su propia victimización e
30
indefensión (...)” (Müller, 2015, p. 89).

Otra forma de explicar los factores de riesgo es haciendo uso del modelo ecológico de
Bronfenbrenner, tal como lo desarrolla Wtodarczyk (2016):

• Microsistema: experiencias familiares tempranas (desintegración o


desorganización familiar, disfunciones maritales, padres que no brindan apoyo
y una estructura familiar patriarcal), riesgo de exposición a la violencia/contacto
con el perpetrador (sexualización traumática, trastornos disociativos, abuso del
alcohol, participación en conductas desviadas, estigmatización y baja
autoestima), mayor riesgo de que el abusador elija acción violenta (percibir a la
víctima como un objetivo fácil, ver la violencia como justificada, la capacidad
reducida de la víctima para responder de una manera asertiva y efectiva a
relaciones sexuales no deseadas propuestas).

• Exosistema: falta de recursos (bajo nivel socioeconómico, condiciones de vida


riesgosas, crianza anticipada o única, divorcio), falta de alternativas (debido a la
debilidad de los lazos familiares, falta de apoyo y aislamiento social).

• Macrosistema: tendencia cultural a culpar la víctima, el concepto de feminidad


basado en la diferenciación niña buena/niña mala.

De igual forma, existen factores que reducen la probabilidad de ocurrencia del abuso.
En el microsistema se destacan un apego seguro, buenas relaciones familiares y fuertes
habilidades parentales. En cuanto al exosistema, son importantes el apoyo en la
comunidad local y servicios sociales funcionales. Por último, el macrosistema abarca la
educación sexual adecuada, la prevención del abuso infantil, y el reconocimiento de los
derechos de los niños, niñas o adolescentes (Wtodarczyk, 2016).

Efectos del abuso sexual infantil en la víctima

Teniendo en cuenta lo abordado hasta el momento, es importante mencionar los efectos


que tiene el Abuso Sexual Infantil en sus víctimas. Si bien Save the Children (2012)
explica que “la ausencia o la presencia de algunas de estas manifestaciones o síntomas
no comprueban por sí mismas la existencia o no de un abuso sexual hacia un niño o una
niña” (p.16), el profesional debe conocer las consecuencias y sintomatología, con el fin
de tener elementos de detección e intervención.

Manifestaciones físicas

Los indicadores clínicos más comunes en el Abuso Sexual Infantil son los mencionados
por Franco y Ramírez (2016), estos son la dificultad para caminar o sentarse; ropa
interior rasgada, manchada o ensangrentada; irritaciones, abrasiones y/o hematomas
en pubis, cara interna de muslos y de rodillas; enrojecimiento, erosiones y/o lesiones
en región intraoral; hematomas por succión en cuello y/o mamas; hemorragia genital o
rectal; vulvitis y vulvovaginitis (dolor, picazón, inflamación y/o flujo); Enfermedades de

31
Transmisión Sexual (ETS) no adquiridas por vía perinatal; embarazo temprano;
dificultad para orinar y/o defecación dolorosa; dolor abdominal; irritación genital o
anal; ruptura o dilatación himenal mayor a 5-6 milímetros; dilatación anal refleja
mayor a 15 milímetros. Save the Children (2012) por su parte, señala la enuresis y
encopresis.

Manifestaciones emocionales y conductuales

En las revisiones realizadas por Kendall-Tackett, Williams y Finkelhor (1993) acerca de


las consecuencias que tiene el abuso sexual en niños, niñas y adolescentes, encontraron
que eran frecuentes los problemas psicológicos externalizados por medio de conductas
como la crueldad, delincuencia, problemas de conducta, tendencia a la fuga, autolesión y
comportamiento agresivos. En general, el síntoma más frecuente en los estudios de
estos autores fue el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) (citados en Fernández y
Ramírez, 2011). Blix (2004) afirma que este trastorno se caracteriza por un estado
alterado de sobrevivencia en el que la vida es percibida como una amenaza, y ante la
cual se activan respuestas defensivas que terminan convirtiéndose en síntomas como el
insomnio, la pérdida o aumento de apetito, dolores de cabeza y debilidad muscular,
entre otros (Citado en Delgadillo, González y Velázquez, 2013).

Otros tipos de consecuencias según Beisert y Izdebska (2012) son los problemas
emocionales, distorsión de la autoimagen (depresión y comportamiento
autodestructivo), trastornos somáticos y disociativos (ansiedad y tensión, pesadillas,
trastornos del sueño y la alimentación, diversas formas de disociación), problemas de
autoestima (sentimientos de aislamiento, autoestima baja) y problemas interpersonales
(dificultad para relacionarse con los demás, pérdida de confianza, sentirse traicionado,
miedo a las parejas sexuales, susceptibilidad a la re victimización) (citados en
Wtodarczyk, 2016).

En este orden de ideas, en la mayoría de víctimas de Abuso Sexual Infantil están


presentes síntomas como miedos, fobias, sentimiento de culpa, estigmatización,
ideación y conducta suicida, conformidad compulsiva, hostilidad, agresividad, ira,
trastorno oposicionista desafiante (Pereda, 2009 citado en Save the Children, 2012),
conductas regresivas, trastornos del habla, pérdida de interés en actividades
recreativas, abandono de hábitos, preocupación excesiva por la higiene, demasiada
sumisión frente al adulto, episodios o ataques similares a brotes psicóticos, adicciones
y delincuencia (Müller, 2015).

Adicionalmente, Save the Children (2012) identifica deficiencias en la dimensión


cognitiva, como disminución del funcionamiento de los procesos básicos, bajo
rendimiento académico, conductas hiperactivas, problemas de atención, concentración
y trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Manifestaciones sexuales

Uno de los indicadores más comunes para la detección de Abuso Sexual Infantil es la

32
presencia de conductas sexualizadas que el niño, niña o adolescente no manifiesta de
manera natural y por ende, no las comprende. Algunas de estas conductas abiertamente
eróticas son la masturbación compulsiva, imitación de actos sexuales, uso de vocabulario
sexual inapropiado, curiosidad sexual excesiva, y conductas exhibicionistas (Save the
Children, 2012). El ponerse objetos en la vagina o el ano, comportamiento seductor,
juego de índole sexual con muñecos, la solicitud de estimulación sexual a adultos o
pares, y el conocimiento inusual sobre temas sexuales para su edad (Fernández y
Ramírez, 2011). Adicionalmente, suelen presentar dificultades para diferenciar las
relaciones afectivas de las sexuales (Franco y Ramírez, 2016).

Posteriormente, en la adultez puede desarrollarse miedo a la sexualidad, culpa, falta de


satisfacción, deseo sexual bajo, baja autoestima como pareja sexual, problemas para
tener un orgasmo, evasión o búsqueda compulsiva de actividad sexual y prostitución
(Wtodarczyk, 2016).

Los efectos mencionados anteriormente pueden verse atenuados o agravados


dependiendo de múltiples factores, entre ellos la duración, frecuencia (episodio único,
reiterativo o crónico) e intensidad del hecho; el uso o no de violencia física; las edades
tanto de la víctima como del victimario; el número de perpetradores; el sexo de la
víctima; las características de personalidad del NNA y la percepción que este tenga de
la experiencia de victimización; la influencia del entorno de la víctima sobre todo en el
momento de la revelación del abuso y su apoyo posterior; finalmente, la implicación en
un proceso judicial (Salinas, 2011; Fuentes, 2012), ya que este tipo de circunstancias
pueden terminar agudizando los daños o generando una victimización secundaria.

Adicionalmente, suelen ser más complejas las secuelas cuando el abuso sexual se
presenta dentro del sistema familiar puesto que este supone sentimientos
contradictorios en cuanto a la confianza, la protección y el apego que se supone debería
tenerse (Salinas, 2011; Villanueva, 2013).

La gravedad de las consecuencias producidas por este tipo de maltrato también está
mediada por la clase de abuso sexual sufrido. Ramírez (2008) estableció diferencias
significativas entre un grupo de niños, niñas y adolescentes que habían sufrido abuso
sexual con penetración y aquellos que habían sido sometidos a otros actos de índole
sexual; esto se traducía en peor funcionamiento cognitivo, una autoestima más baja y
poca capacidad de apego hacia sus pares (citado en Fernández y Ramírez, 2011).

“Se requiere canalizar los estudios del ASI acerca de sus efectos inmediatos, así como
la implementación de proyectos de prevención teniendo en cuenta los factores de
riesgo previamente identificados, además de profundizar en el diseño de
herramientas clínicas que permitan intervenir de una manera adecuada con miras a
minimizar, hasta donde sea posible, la amplia variedad sintomatológica que acarrea
a corto y largo plazo” (Herrera, Lozano, Martínez y Mebarak, 2010).

33
CAPÍTULO 2. PAPEL DE LOS PROFESIONALES

Como se mencionó al inicio del texto, el Abuso Sexual Infantil es una problemática que
tiene incidencia en todos los contextos del niño, niña o adolescente que lo sufre, y por
esto se hace necesario un abordaje desde una perspectiva integral en la que los
profesionales de Psicología, Medicina Forense, Derecho, Trabajo Social y Educación
intervengan desde la prevención, la atención y evaluación; asimismo, la familia cumple
ciertas funciones en el desarrollo de estos procesos. De acuerdo con esto se responderán
las siguientes preguntas ¿Cuáles son las funciones de estos profesionales en el abordaje
de los casos de ASI? ¿De qué manera se articulan estas funciones? ¿Cuáles son las
problemáticas más comunes en su abordaje?

1. PSICOLOGÍA

En el abordaje integral del Abuso Sexual Infantil los profesionales en Psicología pueden
actuar desde distintos campos, como lo son el diseño, aplicación y seguimiento de
programas de prevención, la atención psicoterapéutica y la evaluación psicológica en el
ámbito forense. Para esto la Resolución 000459 de 2012, explica que el psicólogo
forense se encarga, a solicitud de la autoridad competente, de la evaluación de la víctima
y posterior realización de un informe pericial. El profesional en psicología clínica por
su parte tiene como función el acompañamiento psicoterapéutico de la víctima y su
grupo familiar.

Cabe destacar, que cualquiera de estos profesionales puede ser llamado por la
administración de justicia solicitando conceptos acerca de determinadas temáticas,
dependiendo de su experticia; siempre y cuando declare sobre lo que conoce desde su
ejercicio profesional, puede aportar elementos valiosos al juez para determinar si la
niña, niño o adolescente fue víctima de abuso sexual (Resolución 000459 de 2012).

Prevención

Los programas de prevención que lleve a cabo el profesional en psicología deben actuar
sobre la información, las actitudes y conductas para detectar situaciones de riesgo,
comprender sistemas de creencias, normas y valores, facilitar la revelación, conocer
cómo se debe actuar ante estas situaciones, dónde hallar a los profesionales que
atienden esta problemática, entre otros temas (Rodríguez, s.f.).

Se debe tener en cuenta que para que estos programas sean efectivos, deben dirigirse a
todos los miembros que se ven inmersos en el ASI: menores de edad, padres, madres,
profesionales de distintas áreas y la comunidad en general. Dependiendo de las
características de cada una de estas poblaciones, el programa tendrá unos objetivos
específicos. Por un lado, los programas preventivos para los adultos deben orientarse a
reconocer la responsabilidad de protección de la infancia y las conductas que favorezcan
en el adulto una mejor comunicación con él, entre otros aspectos. En caso de estar
dirigidos a niños, niñas y adolescentes, buscarán desarrollar habilidades para la
autoprotección y la capacidad de comunicar el abuso sexual, de pedir y encontrar ayuda

34
tanto para sí mismos como para alguien cercano. Finalmente, cuando se orienten hacia
la comunidad, el objetivo será la adquisición de conocimientos básicos sobre qué es y
qué no es ASI, saber discriminar las conductas abusivas o de riesgo, promover el diálogo
sobre estos temas, y diferenciar la sexualidad libremente aceptada de la imposición que
implica el abuso (Rodríguez, s.f.).

Los estudios acerca de los programas de prevención sugieren que la participación en


estos puede incrementar el interés de los niños, niñas y adolescentes en esta
problemática, motivándolos a buscar información adicional en sus padres y educadores,
o en medios de comunicación. Adicionalmente, los programas más breves y sencillos
demuestran ser altamente eficaces, especialmente cuando se cuenta con la
participación de los padres de familia. Respecto a esto, autores como Finkelhor,
Asdigian y Dziuba- Leatherman han establecido que la comunicación entre padres e
hijos/as es un factor que aumenta la eficacia de estos programas. Así pues, se
consideran más significativas las intervenciones cortas que cuenten con cierta
continuidad, lo que permita a los NNA recibir este tipo de información en diferentes
ocasiones, ampliando su grado de conocimiento. De acuerdo con este estudio, lo
aprendido en estos programas no sólo se mantiene ocho meses después de ejecutados
(según un seguimiento realizado), sino que incluso se pueden apreciar algunas mejoras
significativas con el paso del tiempo (Sánchez y López, 2006).

En un meta-análisis realizado acerca de la efectividad que tenían los programas de


prevención realizados en instituciones educativas (Wortele, Saslawsky, Miller, Marrs y
Britcher, 1986; Saslawsky y Wurtele, 1986; Snyder, 1986; Wolfe, MacPherson, Blount y
Wolfe, 1986; Dawson, 1987; Fryer et al, 1987; Harvey, Forehand, Brown y Holmes,
1988; Poche, Yoder y Miltenberger, 1988; Crowley, 1989; Kolko, Moser y Hughes, 1989;
Blumberg, Chadwick, Fogarty, Speth y Chadwick, 1991; Hazzard, Webb, Kleemeier,
Angert y Pohl, 1991; Kraizer, 1991; Grenderl, 1991; Oldfield, Hays y Megel, 1996; Tutty,
1997; Lee y Tang, 1998; He´bert, Lavoie, Piche y Poitras, 2001; Dake, Price y Murnan,
2003; Del Campo, Sánchez y Sánchez, 2006; Krahé y Knappert, 2009; Daigneault,
He´bert, McDuff y Frappier, 2012; Chen, Fortson y Tseng, 2012; & C¸ eC¸ en- Erog˘ul
& Kaf Hasirci, 2013) se encontró que entregaban información acerca del Abuso Sexual
Infantil a los estudiantes, junto con estrategias para evitar y afrontar este tipo de
situaciones, así como la forma de buscar ayuda. Los temas desarrollados incluyeron
reglas de seguridad, propiedad del cuerpo, partes privadas, distinción entre toques
apropiados e inapropiados, tipos de secretos y a quién contarlos. Lo encontrado en este
estudio demuestra que las habilidades y el conocimiento de autoprotección de los niños
se pueden aumentar mediante la participación en este tipo de programas en las escuelas
(Shlonsky, Walsh, Woolfenden & Zwi, 2016).

La principal estrategia utilizada para prevenir el abuso sexual infantil ha consistido en la


ejecución de programas escolares orientados a que los niños, niñas y adolescentes
adquieran conocimientos y destrezas de autoprotección para hacer frente a potenciales
abusadores. Pero sería importante preguntarse si realmente los programas que se llevan
a cabo dentro de las instituciones educativas generan un impacto eficaz y eficiente en los

35
niños, niñas y adolescentes.

Autores como Walsh, Zwi, Woolfenden y Shlonsky en el 2015, realizaron un metaanálisis


sobre la efectividad de los programas educativos para la prevención del abuso sexual
infantil, que incluyó 24 estudios, realizados con un total de 5802 participantes en
escuelas de primaria y secundaria en los Estados Unidos, Canadá, China, Alemania,
España, Taiwán y Turquía. Aunque se utilizó una variedad amplia de programas, hubo
muchas características comunes que incluyeron la enseñanza de las reglas de seguridad,
la propiedad corporal, las partes privadas del cuerpo, distinguir los tipos de
tocamientos, de secretos y a quién contarle.

Esta revisión encontró pruebas de que los programas escolares de prevención del abuso
sexual infantil fueron eficaces para aumentar las aptitudes de los niños y niñas en los
comportamientos protectores y el conocimiento de los conceptos de prevención del
abuso sexual (medidos según cuestionarios o viñetas), independientemente del tipo de
programa. Los niños expuestos a un programa de prevención del abuso sexual infantil
tuvieron mayores probabilidades de revelar el abuso, en comparación con los niños que
no estuvieron expuestos. Los estudios aún no han medido de forma adecuada los efectos
beneficiosos a largo plazo de los programas en cuanto a reducir la incidencia o la
prevalencia (o ambas) del abuso sexual infantil en los participantes del programa.

Existen investigadores que se han dedicado a realizar revisiones de diferentes


programas de prevención del abuso sexual infantil (MacMillan, MacMillan, Offord,
Grifftih y MacMillan 1994; Finkelhor, Asdigian y Dziuba-Leartherman,1995, Finkelhor
y Dziuba-Leartherman, 1995; Rispens, Aleman y Goudena al., 1997, Bolen, 2003). Entre
los estudios más revisados y citados se encuentran los de MacMillan y colaboradores
(1994) cuya revisión incluyó 19 estudios publicados en revistas entre los años de 1979 y
1993.

Finkelhor, Asdigian, Dziuba-Leatherman (1995), evaluaron a 2000 jóvenes que en


algún momento de su vida habían participado en intervención preventiva, encontrando
que el 40% de los participantes logró usar las estrategias adquiridas en situaciones de
la vida real. Aunque esto suena alentador, es importante mencionar que estos reportes
entregados por los jóvenes no especificaban el tipo de victimización o evento abusivo al
que estuvieron expuestos. De acuerdo con Repucci, Land y Haugaard, (1997) citado en
Martínez, (2000), este es un tema que requiere mayor profundización.

En otros estudios como el de Póo, Obreque, & Matamala, (2002) fue desarrollado un
programa en Argentina creado a partir de un video interactivo de prevención del abuso
sexual infantil y se aplicó en 10 establecimientos, participando 250 niños en el desarrollo
de habilidades de autocuidado. El programa fue evaluado con una metodología
cualitativa que identificó: representaciones sociales de los niños y niñas respecto a
límites corporales, relación con los extraños, confianza con padres, educadores y
conciencia de riesgo del abuso sexual infantil.

De acuerdo con lo anterior, los programas de prevención del abuso sexual infantil, no

36
se pueden abordar sólo desde las instituciones educativas, es indispensable el trabajo
con grupos interdisciplinarios, que involucren la familia y la comunidad en general.
Indiscutiblemente, lograr intervención en prevención eficaz y eficiente a través de los
diferentes garantes desde la escuela, permitirá que la red de victimarios disminuya y así
también las víctimas, fortaleciendo la salud mental de las comunidades (Prieto, 2004).

Así como los estudios de efectividad de los programas de prevención han despertado
interés en los investigadores, también otros han estudiado los efectos colaterales que
generan este tipo de estrategias. Entre los efectos más citados se encuentra el incremento
de ansiedad, temores y aprehensión frente a los adultos y el contacto físico con ellos,
generando desconfianza generalizada y malestar frente a las muestras de afecto y cariño
(Binder y MacNeil, Hazzard, Miltenberg y Thiesse-Duffy, Wurtele y Miller-Perrin citado
en Repucci, Land y Haugaard 1998; Hindman,1992).

Atención

Teniendo en cuenta el impacto negativo que tiene el Abuso Sexual Infantil para la
víctima y su familia, es importante una intervención inmediata con el fin de atenuar la
crisis desencadenada a partir del suceso. Esta crisis es entendida por el Fondo de
Población de las Naciones Unidas y la Secretaría Distrital de Salud, (2008) como
situaciones emocionalmente amenazantes, en las cuales el individuo muestra un alto
riesgo de desplegar estrategias de afrontamiento “mal- adaptativas”, o de quedar
inmovilizado emocionalmente.

Cualquier acto de violencia sexual amerita asumirse como una urgencia en la cual el
profesional debe detectar, evaluar y controlar la presencia de posibles riesgos vitales en
el paciente, derivados de su condición mental, tales como los riesgos de autoagresión,
heteroagresión o de quedar expuesto a revictimización. Tales riesgos pueden estar
presentes tanto en los episodios agudos de violencia sexual, como en el contexto de
violencia sexual crónica. (Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Secretaría
Distrital de Salud, 2008).

Los primeros auxilios psicológicos es el procedimiento inicial que debe llevarse a cabo
una vez el menor de edad llega a la institución médica o judicial, con el objetivo de
estabilizarlo emocionalmente. No obstante, esta función no es delegada únicamente al
psicólogo clínico puesto que cualquier profesional que se encuentre debidamente
entrenado puede brindar esta atención (Resolución 000459 de 2012). Los primeros
auxilios abarcan los siguientes componentes:

• Orientación y apoyo a la víctima en torno a su revelación sobre la agresión sexual


sufrida.
• Apoyo inmediato y constante durante el proceso de conducción de la valoración
e intervenciones por el médico general.
• Promover la desculpabilización de la víctima.
• Permitir que la víctima y sus acompañantes se expresen desde las emociones y
no desde la racionalidad.
• No presionar a hablar de los hechos ocurridos.
37
• Dar explicaciones sobre los posibles síntomas que pueda tener la víctima.
• Orientar e informar adecuadamente a la víctima y su familia sobre sus derechos y
las rutas de atención.
• Apoyar la búsqueda de mecanismos individuales, familiares, sociales e
institucionales para la protección de la víctima.
• Activar estrategias y rutas de protección.

Posterior a los primeros auxilios psicológicos, se deben llevar a cabo acciones que son
competencia únicamente del psicólogo clínico debidamente preparado. La primera de
ellas es la Intervención en crisis la cual debe realizarse como parte de la atención inicial
para toda víctima de violencia sexual. Su objetivo es reducir las posibles consecuencias
negativas que puedan derivarse del evento traumático, a partir de la identificación y el
fortalecimiento de recursos personales, familiares y sociales, así como la búsqueda de
soluciones factibles ante problemas específicos (Resolución 000459 de 2012).

Ahora bien, el profesional en psicología clínica para poder realizar esta intervención
debe tener conocimiento de los siguientes elementos: para iniciar es pertinente
centrarse en el motivo de la consulta, posteriormente en el desarrollo de la sesión
identificar y entender el problema; facilitar la descarga emocional, expresión de
sentimientos y normalización de síntomas; movilizar recursos y habilidades personales,
familiares y sociales; evaluar el estado mental de la víctima, recontextualizando los
síntomas como reacciones esperables ante la situación sufrida que pueden ser superados
mediante acciones específicas. Se debe finalizar con recomendaciones y sugerencias
generales, acuerdos terapéuticos específicos y un resumen final con retroalimentación
por parte de la víctima (Resolución 000459 de 2012).

Durante este proceso, se recomienda hacer uso de las siguientes estrategias


terapéuticas:

1.Permitir a la víctima hacer elecciones durante la entrevista: con el fin de facilitar que
retome la percepción de control sobre sí misma y sus circunstancias.
2.Permitir que elija el sitio donde quiere sentarse
3.Indicar que en cualquier momento puede suspender la entrevista, si así lo desea.
4.Hacerle saber que puede hablar de lo que le parezca pertinente, por medio de frases
como “No tiene necesidad de compartir todo lo ocurrido. Tal vez haya cosas que le
parezca que en este momento debe guardar”.
5.Respetar el ritmo impuesto por la víctima y las pausas que necesite tomarse durante
la entrevista.
6.Facilitar la expresión de emociones y significados otorgados a lo ocurrido:
7.Afirmar con la cabeza, con la mirada; hacer alguna anotación o expresión verbal que
animen a la persona a sentirse cómoda hablando.
8.Observar la comunicación no verbal.
9.Preguntar por sus necesidades, preocupaciones, ansiedades y dificultades.
10.Formular las preguntas de manera abierta, para que faciliten la comunicación.
11.Aceptar tranquilamente el silencio, la información angustiante y el dolor de la otra
persona el tiempo que sea necesario sin perder la calma o llenar el silencio con cualquier
comentario.
12.Tener contacto visual como signo de aceptación y de escucha.
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13.Poner el foco de atención en cómo se siente y se comporta la persona respecto a lo
ocurrido más que en los hechos producto de investigación, por ejemplo, en sus
emociones y percepciones, y detectar cuáles de estas emociones pudieran ser
problemáticas en el futuro (por ejemplo, autoacusación o vergüenza severas).
14.El objetivo de este espacio no es saber la verdad ni conocer detalles de lo ocurrido.
15.Resignificar los sentidos y significados otorgados por la víctima: de modo que la
adaptación y solución de problemas resulte más fácil.
16.Ayudarla a comprender que la agresión sexual no fue su responsabilidad.
17.Emplear técnicas de ubicación en un futuro en el cual ya se hayan superado los
efectos de la victimización.
18.Resignificar los signos y síntomas mentales encontrados, eliminando sus
connotaciones negativas, y entendiéndolos como una parte más de las estrategias de
afrontamiento.

Por el contrario, existen ciertas acciones y actitudes por parte del profesional que
limitan los alcances de la Intervención en crisis (Resolución 000459 de 2012), algunas
de estas son:

1.Decir “le entiendo perfectamente” o “imagino por lo que está pasado”, porque aparte
de inadecuado, es falso.
2.Aplicar rígidamente programaciones preestablecidas independientemente de las
necesidades percibidas en la víctima.
3.Ignorar, restar importancia o negar los sentimientos de la otra persona.
4.Fingir que se ha comprendido, cuando no es así.
5.Cambiar del tema que resulta importante para la persona por incomodidad personal.
6.Dar consejos.
7.Intentar tranquilizar forzosamente, tratar de animar o quitarle importancia al asunto.
8.Juzgar o criticar lo que la persona hizo durante la agresión o después de ella.
9.Insistir con preguntas sobre los detalles de la experiencia.
10.Es importante mencionar que, al ser un ejercicio de escucha únicamente, se debe
evitar intervenir el relato parafraseando o corrigiendo palabras utilizadas por la víctima.

Una vez terminada la intervención en crisis, el psicólogo clínico debe decidir si la víctima
requiere ser remitida a la consulta externa para continuar un proceso de psicoterapia
por psiquiatría, psicología clínica, o si requiere la atención de algún otro profesional
(Resolución 000459 de 2012) Adicionalmente, realizará un seguimiento del impacto
que ha tenido la intervención tanto para la víctima como para su grupo familiar.

Lo mencionado anteriormente, hace referencia a la atención primaria. Sin embargo, el


área de psicología abarca otras formas de intervención, como la psicoterapia
propiamente dicha. El Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Secretaría
Distrital de Salud (2008) mencionan la utilización de la terapia individual y grupal
convocando a la víctima, su familia, las personas que le brindan apoyo, u otro grupo que
el terapeuta identifique como significativo.

Diversos estudios e investigaciones han demostrado que no hay mayor eficacia de un


tratamiento sobre otro, pues debido a la complejidad y diversidad de los trastornos y

39
problemas relacionados con el Abuso Sexual Infantil, los programas buscan combinar
diferentes técnicas que se adapten a las necesidades de cada paciente (Jehu, Klassen y
Gazan, 1986; Carver, Stalker, Stewart y Abraham, 1989; Roberts y Lie, 1989; Martsolf y
Draucker, 2005; Harvey y Taylor, 2010 citados en Beltrán y Rull, 2011). En los estudios
revisados por Beltrán y Rull (2011) y Portillo (2004) (Pasarela, Méndez y Mari, 2010;
Córdoba y Vallejo, 2012) se formulan las siguientes recomendaciones para llevar a cabo
un proceso terapéutico con NNA víctimas de abuso sexual: a) combinación de técnicas;
b) flexibilidad terapéutica; c) la formulación del tratamiento debe ser diferente si se ha
dado o no contacto físico (contacto íntimo, vaginal o anal, o exhibicionismo, obligar al
menor a realizar actividades sexuales); d) tener en cuenta características del niño (edad,
capacidad verbal, madurez emocional); e) el número de sesiones, así como la duración
del tratamiento y la frecuencia se recomienda en sesiones semanales de una hora de
duración aproximadamente; y f) la intervención de los profesionales de la salud mental
(psicólogos y/o psiquiatras) involucrados en este tipo de procesos terapéuticos debe
apoyarse en una intervención multidisciplinar.

De acuerdo con el meta-análisis propuesto por Beltrán y Rull (2011) los enfoques
teóricos más utilizados en la mayoría de procesos psicoterapéuticos son: el enfoque
psicodinámico grupal e individual, y el enfoque cognitivo-conductual, estableciéndose
como motivo de consulta principal la sintomatología psicológica o malestar psicológico
asociados con los siguientes síntomas: a) ansiosos; b) afectivos; c) distorsiones
cognitivas; d) baja autoestima; y, e) sentimiento de culpa (Gorey, Ritcher y Snider,
2001; Grosz, Kempe y Kelly, 2000; Romano y De Luca, 2006; Hébert y Bergeron, 2007;
Kimborough, Langenberg, Chesney y Berman, 2010; Price., 2005 citados en Córdoba y
Vallejo, 2012); se destacan también las terapias sistémicas, de enfoque feminista, y de
Mindfulness. Adicionalmente, como técnicas de psicoterapia se plantean: a) la
reestructuración cognitiva; b) el entrenamiento de habilidades específicas de
afrontamiento; c) las técnicas de habilidades específicas de control; d) las estrategias de
entrenamiento en asertividad; e) el entrenamiento en habilidades de resolución de
problemas; f) conversaciones; g) teatro; h) redacciones, i) relajación; y, j)
musicoterapia.

Evaluación

A diferencia de las funciones que cumple el psicólogo clínico, el profesional en el área


forense actúa a partir de la demanda del órgano judicial o de las partes integrantes del
litigio con el objetivo de realizar una evaluación psicológica forense que sea útil para la
resolución del caso, es decir no debe ayudar a las partes, sino al esclarecimiento de los
hechos, independientemente de que perjudiquen o beneficien a la parte evaluada y/o
demandante de la evaluación (Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración
de Justicia (APF), 2018).

En los casos de Abuso Sexual Infantil, los principales campos de acción para el
profesional en psicología forense son determinar la credibilidad del testimonio
haciendo uso de técnicas tanto para su obtención como para el análisis posterior;
valorar el estado y afectación emocional del menor de edad, identificando la presencia

40
de lesiones y secuelas psicológicas derivadas del hecho delictivo, por medio de
indicadores emocionales, características conductuales y síntomas clínicos; evaluar los
procesos básicos (Senso-percepción, atención, memoria, lenguaje, pensamiento) y la
presencia de psicopatología (Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración
de Justicia (APF), 2018).

En Colombia a estos profesionales también se les solicita realizar evaluaciones con el


fin de establecer el daño psíquico ocasionado por el hecho ilícito, para la aplicación de
mecanismos como la indemnización y la reparación, en el marco de incidentes de
reparación integral. Según el INMLCF (2011) cuando se presenta un deterioro de las
funciones psíquicas en la víctima, el ejercicio forense está orientado a asistir al órgano
judicial con la determinación de las acciones de restauración que se consideren
pertinentes. De acuerdo con esto el objetivo de la pericia será determinar si la víctima
presenta sintomatología psíquica significativa producto del hecho delictivo, es decir, el
estado actual de la persona siempre en comparación con el estado anterior, su
pronóstico, tratamiento recomendado y duración de este con el fin de restaurar su
estado emocional.

En la realización de la evaluación psicológica forense el profesional es solicitado en


calidad de perito, es decir como un experto que posee un conocimiento especializado
acerca de una determinada ciencia, técnica o arte, y que es encargado, bien sea por una
de las partes del proceso o por designación judicial, de verificar unos hechos y
expresarlos al juez por medio de un informe técnico científico en el cual emite un
concepto (Ospina, 2016).

El primer paso para llevar a cabo esta pericia consiste en revisar el expediente del caso en
cuestión, que suele contener el escrito de acusación, informes de entrevistas y
evaluaciones realizadas anteriormente, tanto al NNA como a su familia, historias
clínicas y documentos de otras instituciones; para esta revisión se recomienda utilizar
la metodología conocida como análisis de contenido (Rodríguez, s.f.). Teniendo en
cuenta lo encontrado, el psicólogo forense organiza los hechos en orden cronológico y
plantea hipótesis que permitan la objetividad e imparcialidad. La Asociación de
Psicólogos Forenses de la Administración de Justicia (APF) (2018) afirma que, ante una
situación como el abuso sexual a niños, niñas y adolescentes, se debe contemplar no
sólo la supuesta ocurrencia de tales hechos, sino hipótesis alternativas como la
sugestión, inducción, coacción, falsedad, inadecuada interpretación de determinados
signos, ganancia secundaria, así como la presencia de simulación, disimulación o
engaño.

Una vez planteados los objetivos de evaluación y las hipótesis respectivas, el psicólogo
forense inicia la recolección de información. El Protocolo de Evaluación Básica en
Psiquiatría y Psicología Forense del INMLCF (2009), describe que a la hora de emitir
un concepto la entrevista es el instrumento más importante, puesto que permite
obtener información sobre una persona. Este procedimiento incluye el examen del
estado mental y un diálogo con la persona evaluada que abarque tanto su historia de
vida como el hecho que es motivo de investigación.

41
Esta misma institución, específica que el tipo de entrevista varía de acuerdo al
profesional y su experticia. No obstante, en el protocolo se recomienda el uso de una
técnica semiestructurada, que permita la espontaneidad y al tiempo haya control por
parte del entrevistador sobre la conversación. Así mismo se recomienda que se
desarrolle en un espacio que favorezca la privacidad, la comunicación y el contacto
visual entre evaluador y evaluado.

Cuando se trata de un niño, niña o adolescente el profesional en psicología forense debe


ser más cuidadoso y riguroso con la aplicación de la entrevista. Por lo tanto, la Guía para
la realización de pericias psiquiátricas o psicológicas forenses en niños, niñas y
adolescentes presuntas víctimas de delitos sexuales del INMLCF (2010) recomienda:

1. Antes de iniciar la entrevista, debe explicarse el procedimiento al menor de edad que


será evaluado y contar tanto con su asentimiento, como con el consentimiento
informado de su representante legal. Esta explicación tendrá unas características
específicas de acuerdo con la etapa en la que se encuentre el niño, niña o adolescente.

2.Es importante también aclarar los límites en la confidencialidad de la información


obtenida y explicar el proceso administrativo y judicial posterior (Rodríguez s.f.)

3.Se recomienda realizarle una entrevista al cuidador o acompañante en la cual se


indague por el funcionamiento global del niño/a antes de los hechos, detalles de la
revelación y las reacciones psicológicas alrededor del mismo, así como su condición
actual. Adicionalmente, se exploran antecedentes perinatales y su proceso de
desarrollo.

4.En la entrevista con el menor de edad es importante que el evaluador se tome el


tiempo necesario para establecer rapport. Luego de esto, el psicólogo debe identificar el
estado psicológico y emocional del niño/a antes, durante y después de los hechos
investigados, así como sus sentimientos frente a lo ocurrido.

5.Es necesario también evaluar las dimensiones sensoperceptivas, cognitivas y


afectivas. Esta entrevista debe realizarse a solas con el menor de edad siempre y cuando
sea posible; de no serlo, se recomienda que el acompañante sea ubicado en un lugar
donde no haya contacto visual con el entrevistado.

6.Adicionalmente se sugiere limitar el uso de dibujos, juguetes y muñecos


anatómicamente correctos con el fin de obtener conclusiones probatorias sobre la
ocurrencia de Abuso Sexual Infantil, puesto que no cuentan con evidencia científica
suficiente (Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración de Justicia (APF),
2018); estas herramientas son útiles únicamente para identificar el conocimiento
anatómico con el que cuenta el menor.

Teniendo en cuenta los presupuestos básicos de la entrevista a un menor de edad


planteados por el INMLCF, el psicólogo forense debe hacer uso de un protocolo de
entrevista reconocido científicamente a nivel nacional e internacional, debido al nivel

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de complejidad que tiene entrevistar a esta población en los casos de Abuso Sexual.
Algunos de los más utilizados son la Entrevista Paso a Paso (Yuille, Hunter, Joffe y
Zaparniuk), Guía de Poole y Lamb-Protocolo de Michigan, Protocolo NICHD (National
Institute of Child Health and Human Development), Entrevista de Corner House
SATAC-RATAC, la Entrevista Cognitiva (Geiselman y Fisher), Elaboración narrativa
(Saywitz y Snyder) y Protocolo del Center for Child Protection (CCP) (Cantón y Cortés,
2000; Hernández 2011).

Ahora bien, mediante un análisis de diferentes protocolos se han identificado algunos


principios fundamentales; la Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración
de Justicia (APF) (2018) describe los siguientes:

• Creación del rapport: es un clima de confianza y sintonía entre el entrevistador y


el menor de edad evaluado, junto con la explicación de la tarea a realizar, sus
reglas y/o condiciones especiales para que en todo momento estén informados
y comprendan el alcance de la tarea exigida.

• Fase previa o de entrenamiento: en la cual se dialoga acerca de temas neutrales,


no comprometidos con los incidentes investigados, para ayudar a la
acomodación y adaptación del niño(a) o adolescente. Esto es útil para evaluar
determinadas capacidades cognitivas necesarias para testificar (lenguaje y
capacidad narrativa, memoria, atención, percepción, inteligencia).

• Fase sustancial: se pasa de la fase neutra a dirigir la atención del menor de edad
hacia la persona y situación objeto de la investigación, de forma que a partir de
este enfoque se puedan desarrollar los principios básicos del interrogatorio
forense: invitación o relato libre, abiertas, preguntas encadenadas, preguntas
aclaratorias y en casos excepcionales, preguntas más dirigidas y/o centradas. En
esta fase será necesario recuperar el recuerdo del presunto abuso que el niño,
niña o adolescente posea, con el máximo detalle y la mínima contaminación por
parte del entrevistador. Es en esta fase en la que se pueden introducir diferentes
técnicas de recuperación del recuerdo (Por ejemplo: la Entrevista Cognitiva,
únicamente cuando sea viable) para así obtener la máxima precisión y exactitud
en el recuerdo de los hechos investigados.

• Cierre o etapa final: se disminuye la intensidad emocional por medio de


actividades de índole lúdica o dialogando acerca de temas informales, con el fin
de evitar que el entrevistado finalice con la imagen mental de los incidentes
relatados.

De acuerdo con la edad del menor y la etapa del desarrollo en la que se encuentre, la
entrevista debe seguir unos criterios específicos. La Asociación de Psicólogos Forenses
de la Administración de Justicia (APF) (2018) establece que cuando el niño(a) es menor
de tres años no se recomienda la realización de una entrevista por lo que la información
puede ser recopilada a través del expediente recibido y entrevistas colaterales. En caso
de que el menor esté entre los cuatro y seis años sí es posible llevar a cabo este

43
procedimiento teniendo en cuenta las limitaciones que tienen ellos en sus procesos
básicos y en la diferenciación de realidad y fantasía. A partir de los seis años, es posible
obtener un testimonio con suficientes detalles acerca del hecho. Por otro lado, los
adolescentes entre 14 y 18 años pueden ser entrevistados de forma más directa debido
a la etapa del desarrollo en la que se encuentran.

Independientemente del caso la entrevista debe ser grabada en video, o en su defecto


en audio con el objetivo de que este material pueda ser utilizado por otros profesionales
involucrados en el proceso judicial, y así evitar que el menor sea entrevistado
nuevamente; esto permite que el niño, niña o adolescente no sea revictimizado. Cuando
no se disponga de estos medios, la información deberá recogerse de forma textual,
incluyendo también el lenguaje no verbal.

Es a partir de este elemento que el perito en psicología puede realizar la evaluación de


la credibilidad del testimonio, la cual es definida como la apreciación que hace el
evaluador acerca de la exactitud que tiene una declaración, lo cual le permite concluir
si ese relato es creíble o no (Arce y Fariña, 2005); cabe destacar que, sin importar los
objetivos de la evaluación, el profesional debe aplicar este procedimiento. Entre los
métodos más reconocidos científicamente se encuentran el Statement Reality Analysis
SRA (Undeutsch), el Statement Validity Analysis (SVA), Análisis de Contenido Basado
en Criterios (CBCA, Steller y Köhnken), el Reality Monitoring (Johnson y Raye), la
posterior adaptación por parte de Spörer, y el Sistema de Evaluación Global (SEG, Arce
y Fariña). La valoración sobre la actividad fisiológica y otros factores no verbales
durante el relato del menor de edad pueden servir como complemento para el análisis
(Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración de Justicia (APF), 2018). Para
esto es importante hacer uso de la metodología observacional, con el objetivo de
operacionalizar las conductas y emociones observadas en el evaluado por medio de
indicadores, evitando juicios de valor y datos sin fundamento (Maffioletti y Salinas,
2005).

Adicional a lo mencionado hasta el momento, el psicólogo forense debe hacer uso de


pruebas psicométricas y psicodiagnósticas de acuerdo con los objetivos planteados. La
Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración de Justicia (APF) (2018)
recomienda el uso limitado y cuidadoso de técnicas proyectivas, teniendo en cuenta la
falta de estandarización y validación de este tipo de métodos en el campo jurídico y
forense.

Respecto a este tema, la Ley 1090 de 2006, en el Capítulo 6 establece:

Artículo 47. El psicólogo tendrá el cuidado necesario en la presentación de resultados


diagnósticos y demás inferencias basadas en la aplicación de pruebas, hasta tanto estén
debidamente validadas y estandarizadas. No son suficientes para hacer evaluaciones
diagnósticas los solos tests psicológicos, entrevistas, observaciones y registro de
conductas; todos estos deben hacer parte de un proceso amplio, profundo e integral.

En este orden de ideas el profesional puede hacer uso de otras técnicas para recolectar

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información, por medio del contacto con profesionales del entorno del niño, niña o
adolescente (profesores, pediatras, psicólogos, etc.) y entrevistas colaterales a los
familiares y conocidos (Abad y Pereda, 2013). La utilización de estas fuentes le permite
al evaluador adecuar la entrevista de acuerdo con las particularidades del NNA (etapa
del desarrollo, procesos básicos, características de personalidad, intereses, entre otros)
y obtener más datos para el contraste de hipótesis (González, González-Guerrero,
Manzanero, Muñoz, Sotoca y Terol, 2016).

Una vez finalizado el proceso de recolección es necesario plasmar en un informe todo


el proceso de evaluación, incluyendo la triangulación y el análisis de los resultados, la
posterior interpretación de acuerdo con la literatura científica y las respectivas
conclusiones.

En el Abuso Sexual Infantil se complejiza la labor de obtener una evidencia distinta a la


propia declaración del NNA, debido a la falta de indicadores físicos, psicológicos y
conductuales que pueden atribuirse exclusivamente a estas conductas; adicionalmente
es poco frecuente contar con testigos de los hechos. Por esta razón, durante el proceso
judicial la valoración de la credibilidad del testimonio constituye el principal objetivo
en la pericia realizada por los psicólogos forenses (Manzanero, 2001; Ruiz-Tejedor,
2004; Scott, Manzanero, Muñoz y Kohnken, 2014; Vázquez, 2005 citados por Ruiz-
Tejedor, 2017). De acuerdo con esto, Ruiz-Tejedor (2017) realizó una investigación en
la cual se identificaron una serie de indicadores para realizar una mejor discriminación
de las denuncias falsas o no fundamentadas en estos casos, teniendo en cuenta las
consecuencias que estas tienen, tanto sobre el desarrollo psicológico y afectivo del
menor, como para el proceso judicial.

Múltiples autores han abordado el tema de las falsas alegaciones en los casos de ASI,
las cuales pueden darse por diversas razones, como la motivación del NNA por intereses
personales o por ayudar a otros; un error de interpretación que produce que el menor
relate un hecho falso; la presión de un tercero al NNA para dar un testimonio inventado,
entre otros. Sin embargo, Ruiz- Tejedor (2017) se enfocó en las situaciones en las que
los menores son instrumentalizados, mayoritariamente en los contextos de litigio entre
los progenitores. Los indicadores que se identificaron en la mayoría de los casos de
falsas denuncias son:

• Indicadores de carácter psicológico


Mayor presencia de síntomas físicos, comportamentales, emocionales y sexuales, pero
menor congruencia clínica y afectiva de estos; presencia de sugestionabilidad reflejada
en la expresión de términos que desconocen y recitan de forma aprendida,
respondiendo además de forma aquiescente ante las preguntas del entrevistador.

• Indicadores de carácter familiar


Niveles educativos altos; estilos de crianza autoritarios; mayor presencia de
progenitores separados o sin una convivencia estable y la custodia ejercida
mayoritariamente por la madre. Respecto a esto, se identifica que en el 92% de los casos
el padre es a quien se acusa, y por consiguiente la madre es quien interpone la denuncia.

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Adicionalmente se indica la existencia de litigio entre los progenitores, acompañado de
interferencias parentales.

• Indicadores relacionados con la denuncia


Conducta abusiva caracterizada por uso de violencia de tipo físico; eclosión del conflicto
por miembros de la familia nuclear; existencia de gran cantidad de pruebas periciales,
grabaciones, escritos o dibujos; un relato poco amplio con mayor presencia de
verbalizaciones aisladas, mientras que el denunciante atribuye todo el relato al NNA.

Respecto a este último elemento, es común que el niño, niña o adolescente describa la
conducta sexual haciendo uso de vocabulario adulto y aporte pocos detalles (Pereda,
2009 citado por Ruiz- Tejedor, 2017).

Para terminar, es importante tener en cuenta que en los casos de falsas denuncias es más
probable que el NNA sufra de victimización secundaria al haber sido examinados con
anterioridad por otros profesionales, además de tener un riesgo más alto de presentar
el fenómeno de falsa memoria (Ruiz-Tejedor, 2017).

Según estudios realizados, se ha establecido que no hay suficiente evidencia para


señalar una única metodología de evaluación psicológica en los casos de Abuso Sexual
Infantil, y se recomienda, por el contrario, el uso de un enfoque multidimensional y
comprehensivo que permita la articulación, desarrollo, estandarización y adaptación de
técnicas e instrumentos psicológicos, clínicos y con propiedades psicométricas,
teniendo en cuenta que esta problemática afecta a uno de los grupos sociales más
vulnerables, de manera física, psicológica y social. Lo anterior, considerando que al
realizar una evaluación psicológica eficiente y eficaz, se aumenta la probabilidad de
detener el abuso, prevenir nuevas vulneraciones, identificar posibles consecuencias y
favorecer el bienestar de los niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas (Arch y
Pereda, 2012).

Por tanto, es pertinente resaltar la importancia que tiene el desarrollo de instrumentos


de evaluación psicológica forense que estén caracterizados por adecuados sustentos
teóricos, con el fin de que los resultados se tornen válidos y fiables debido a la
complejidad, dificultades técnicas y controversia que genera dentro del ámbito clínico-
forense; especialmente por la revelación del abuso y el contexto en el que se da, los
cuales están influenciados por factores culturales que también deben tenerse en cuenta
en el desarrollo de la evaluación. Adicionalmente, los resultados obtenidos deben
relacionarse con toda la información que esté disponible dentro del caso, con el objetivo
de crear una perspectiva holística que genere mayores garantías a la valoración y
credibilidad de testimonio. Este tipo de evaluaciones psicológicas forenses a niños,
niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual continúan siendo un desafío para los
profesionales que intervienen de manera interdisciplinar debido a la complejidad del
fenómeno, y por esto es primordial continuar con el mejoramiento de los instrumentos
de evaluación para optimizar los resultados en el tratamiento psicológico y jurídico del
NNA y reducir el riesgo a la victimización secundaria (Arch y Pereda, 2012).

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Por último, la labor de los profesionales que atienden los casos de Abuso Sexual Infantil
se ve influenciada por errores cometidos en aspectos éticos, teóricos, metodológicos y
técnicos. Según Rodríguez, Ochoa, Perilla & Amaya (2018) las principales falencias se
encuentran en la falta de competencia por parte de los profesionales para atender a los
requisitos técnico-científicos de las guías, protocolos, técnicas e instrumentos avalados
por la comunidad científica. De acuerdo a lo anterior, se identifican dificultades en: a)
el cumplimiento de las normas correspondientes en dichos casos; b) la realización de
entrevistas forenses; c) la utilización de programas metodológicos para correlacionar la
información obtenida en la evaluación, administración, sistematización, análisis e
interpretación de instrumentos psicométricos y psicodiagnósticos; d) el uso de la
Cámara de Gesell; y e) las técnicas de credibilidad del testimonio.

En cuanto a los aspectos éticos algunos profesionales no cumplen con los requisitos del
consentimiento informado; metodológicamente se denotan dificultades en la
justificación de guías y protocolos utilizados y poca correspondencia entre los objetivos
e hipótesis planteadas, los instrumentos y los procesos de sistematización, análisis e
interpretación de los datos. Finalmente, respecto a los elementos técnicos se observan
conceptos que carecen de parámetros técnico-científicos, poco manejo de constructos
teóricos y técnicas de credibilidad del testimonio con estándares internacionales,
además de aceptación por parte de la comunidad científica (Rodríguez, Ochoa, Perilla
& Amaya, 2018).

2. MEDICINA FORENSE

Prevención

Las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS) tienen un papel fundamental en la


prevención de la violencia sexual debido a que pueden aprovechar el contacto con
diferentes servicios y programas con las comunidades para promover, entre otros
elementos, la salud sexual y reproductiva, así como la construcción e implementación
de programas de sensibilización para usuarios y personal de las instituciones.
Adicionalmente, los profesionales de la salud tienen entre sus funciones la promoción
de una cultura del cuidado a los NNA, vínculos afectivos saludables y hábitos de
autocuidado que posibiliten a las personas identificar señales de violencia sexual y
actuar frente a esto. Por último, una de las estrategias de prevención que deben
desarrollar estos profesionales, sin excepción, es la atención humanizada y de calidad
que termina promoviendo comportamientos que se convierten en factores protectores
para la prevención de situaciones de violencia incluida la violencia sexual (Fondo de
Población de Naciones Unidas (FPNU), 2011).

Los profesionales en medicina deben trabajar en red y articularse con otros


profesionales e instituciones con el fin de desarrollar programas de salud colectiva que
orienten a las personas sobre factores protectores, factores de riesgo, indicadores de
detección y acciones rutas de atención (Secretaría Seccional de Salud y Protección
Social de Antioquia, 2011).

47
Atención

De acuerdo con el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF)


el área de Medicina forense, mediante la realización de exámenes medicolegales, busca
estudiar y analizar el material probatorio útil a la investigación judicial en diversos
campos del derecho. En los casos de Abuso Sexual Infantil, la función del perito de
Medicina forense es la realización de un Informe pericial sexológico que incluye una
entrevista médico-forense y un examen medicolegal el cual recupera elementos
materiales probatorios en la persona examinada que serán útiles dentro de la
investigación.

Para el profesional de medicina, realizar un diagnóstico asociado a la ocurrencia de


Abuso Sexual Infantil es un verdadero reto puesto que, como lo exponen Álvarez,
González, Quirós y Soto (2016), se deben tener en cuenta aspectos como el tiempo
transcurrido desde la agresión y el tipo de abuso. Si es una agresión sexual aguda o
violación que ocurrió en menos de 72 horas, es posible encontrar en la exploración física
evidencias que apoyen el diagnóstico en especial si esta revisión se realiza a la mayor
brevedad posible.

Por el contrario, si el abuso sexual es crónico, por medio de tocamientos o una


penetración vaginal/anal ocurrida hace meses o años y se ha repetido en varias
ocasiones, es probable que no existan evidencias físicas puesto que la mucosa vaginal y
anal generalmente sana sin dejar estigma de trauma. Por esta razón, el diagnóstico se
basa en las evaluaciones realizadas por un equipo interdisciplinario (medicina y
psicología/psiquiatría) teniendo en cuenta la versión del paciente, la familia y la
evaluación psicológica, elementos que tendrán un mayor peso a la hora de establecer un
diagnóstico. (Álvarez, González, Quirós y Soto, 2016).

El Reglamento Técnico para el Abordaje Forense Integral en la Investigación del


Delito Sexual (2009) desarrollado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses (INMLCF) establece el procedimiento para llevar a cabo tanto la
entrevista médico-forense, como el examen médico-legal. Es importante mencionar que
durante las primeras 72 horas desde el momento de la ocurrencia del hecho esta
valoración es una urgencia médico legal y debe ser atendida como tal. Para la realización
de estos procedimientos debe tenerse en cuenta que el espacio garantice privacidad,
tenga buena iluminación y ventilación, disminuya la ansiedad y las posibilidades de
distracción. Se recomienda que la entrevista se realice a solas con el evaluado y
posteriormente, para el examen ingrese un acompañante con el fin de evitar
interpretaciones erradas acerca del ejercicio del profesional.

Previo al inicio de la entrevista, el profesional debe explicar a la víctima en qué consisten


los procedimientos y sus objetivos, para después diligenciar el consentimiento
informado por parte del examinado, y de ser necesario, de los representantes legales.

En los casos de ASI, Álvarez, González, Quirós y Soto (2016) explican que el
entrevistador debe obtener el consentimiento informado del representante legal del

48
niño, niña o adolescente antes de cualquier intervención o procedimiento. Es necesario
que esta revisión no sea un proceso forzado, por lo que siempre hay que explicar los
objetivos enfatizando en el uso de instrumentos, utilizando un lenguaje comprensible
tanto para la familia como para el NNA de acuerdo con su edad, desarrollo y
características de su personalidad. Lo anterior con el objetivo de generar un ambiente de
confianza y disminuir el temor.

Según el Reglamento Técnico para el Abordaje Forense Integral en la Investigación


del Delito Sexual (INMLCF, 2009) se inicia con la entrevista médico-forense, también
denominada anamnesis (Ministerio de Salud de Chile, 2016) en la cual se abordan los
siguientes temas:

1.Antecedentes personales, sociales y familiares


2.Se recomienda iniciar la entrevista con temas neutros como la escolaridad, la
composición del hogar, ocupación, hábitos, aspiraciones, entre otros aspectos. En caso
de ser un NNA es útil indagar por su unidad familiar, la ocupación de sus padres,
amistades y pasatiempos.
3.Relato de los hechos
4.En este momento de la entrevista se realiza un recuento acerca de las circunstancias
de modo, tiempo y lugar, así como establecer la relación entre víctima y victimario. En
lo posible, se busca un relato cronológico y secuencial de los hechos.
5.Otros antecedentes
6.Adicional a lo recogido en el primer punto, se exploran antecedentes de consumo de
sustancias psicoactivas o farmacológicas; antecedentes sexuales y gineco-obstétricos
que permitan establecer la presencia previa de enfermedades; antecedentes legales,
sobre todo si le han realizado este tipo de valoraciones previamente; antecedentes
médico- quirúrgicos que sean útiles para realizar diagnósticos diferenciales.
7.Cuando la víctima sea un niño, niña o adolescente se recomienda explorar por el
conocimiento que tiene sobre la sexualidad, dónde lo aprendió y quién se lo enseñó. El
relato del NNA debería guardar relación con la etapa del desarrollo en la que se
encuentra.

Posteriormente, se lleva a cabo el examen médico legal el cual se compone de los


siguientes procedimientos:

• Valoración psíquica neurológica


Se realiza con el fin de determinar aspectos tales como el desarrollo psicomotor en
niños, niñas y adolescentes, la preexistencia de un trastorno mental y/o discapacidad,
signos de intoxicación exógena, estado psicoafectivo y emocional durante la valoración.
Adicionalmente, aquí se incluyen los hallazgos del examen del estado mental.

• Inspección de prendas
Estos objetos pueden ser utilizados como elementos materiales probatorios o evidencia
física puesto que suelen contener fluidos, evidencia proveniente de la escena o
alteraciones que orienten sobre la manera cómo ocurrieron los hechos. De ser así, se
deberá cumplir con los procedimientos de cadena de custodia.

49
• Examen externo
Se lleva a cabo en estrecha relación con el relato del hecho referido por la persona
examinada, y tiene como objetivo establecer la presencia o ausencia de lesiones (huellas
de presión en cuello y brazos, signos de atadura en las extremidades, señales de
bofetadas o abrasiones en cara y orejas, huellas de mordedura o succión en lo senos o la
región pectoral, azotes en la espalda, equimosis en muslos y abdomen) y recuperar
evidencia biológica. Adicionalmente es útil para evaluar criterios clínicos y determinar
si hay signos de embarazo o de alguna Infección de Transmisión Sexual (ITS).

El Ministerio de Salud de Chile (2016) establece que este examen debe dividirse en dos
partes; en primer lugar, un examen general en el que se identifiquen lesiones en el
cuerpo, y posteriormente, un examen segmentado comenzando con la cara y el tórax,
luego el abdomen y por último las extremidades superiores e inferiores.
Adicionalmente, estos hallazgos deben registrarse en un esquema de figura humana.

• Examen de la cavidad oral


Con el objetivo de identificar lesiones traumáticas, fluidos y células del agresor, así
como para establecer la presencia de signos clínicos compatibles con Infecciones de
Transmisión Sexual (ITS). De ser necesario, se pueden estimar criterios odontológicos
para la valoración de la edad. Esto se realiza por medio de: recolección de evidencia
traza, examen de tejidos blandos, de estructuras dentales, procesos alveolares y
maxilares.

• Examen del área genital y anal


Se desarrolla por medio de una inspección visual externa y únicamente se hace uso de
la especuloscopia al tener sospecha de lesión vaginocervical o para tomar muestras para
estudios complementarios. Las posiciones más usadas para la realización de este
examen son: la posición ginecológica (la más usada en mujeres; sin embargo no se
recomienda en NNA); la posición de rana (recomendada en niñas pequeñas);
exploración en el regazo de la madre (en algunos casos es conveniente valorar a los
niños más pequeños en el regazo de la madre o acompañante con el fin de disminuir la
incomodidad); la posición genupectoral (generalmente utilizada para el examen de la
región anal y se recomienda cuando en la posición de rana se encuentra algún hallazgo
que no es lo suficientemente claro).

Inicialmente se realiza una inspección del área genital, valorando cuidadosamente el


estado de las partes externas con el fin de identificar la presencia de lesiones y signos
clínicos que hagan sospechar de Infección de Transmisión Sexual (ITS). Posteriormente
se hace una valoración del himen con el fin de establecer su forma, integridad y
elasticidad. En el caso de los genitales masculinos, debe revisarse el escroto y el pene,
observando cuidadosamente el prepucio, el frenillo, el surco balano-prepucial, el glande
y el meato urinario.

A continuación, se debe inspeccionar el área anal y perianal, su forma, tono, pliegues y


lesiones.

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• Registro y documentación de los hallazgos
Los hallazgos deben ser registrados en una descripción detallada y documentados por
medio de diagramas, calcos, fotografías, entre otros medios como ecografías y
radiografías. Álvarez, González, Quirós y Soto (2016) explican que, en este paso, es
importante hacer uso de dibujos y de la convención internacional de las “manecillas del
reloj” para describir las lesiones, teniendo en cuenta que la uretra toma la posición de
las 12 horas y la región anal 6 horas.

• Toma de muestras
La necesidad de tomar muestras será determinada por el perito de acuerdo con el
contexto del caso. Algunas de estas son: muestras en piel, cavidad oral, uñas, entre
otros; muestras vulvares, muestras vaginales, muestras del ano, estudios sobre tóxicos,
estudio sobre Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), y/o estudio de embarazo.

El Reglamento Técnico para el Abordaje Forense Integral en la Investigación del


Delito Sexual (INMLCF, 2009) menciona que en caso de que la víctima acuda al servicio
de salud antes de que la autoridad tenga conocimiento, estos profesionales están en la
obligación de realizar el respectivo examen médico y recolección de pruebas, además
de informar inmediatamente a la autoridad dejando constancia en la historia clínica y
entregando los elementos recolectados bajo cadena de custodia.

La Resolución 000459 de 2012 del Ministerio de Salud y Protección Social, establece


ciertos pasos para la atención integral de las víctimas de violencia sexual:

• Recibir de forma inmediata la víctima de violencia sexual en el servicio de


urgencias médicas. “La violencia sexual en las primeras 72 horas de ocurrida la
victimización, constituye una prioridad I dentro del triage de urgencias; luego
de 72 horas se puede clasificar como prioridad II, excepto que la víctima acuda
con ideación depresiva, suicida, sangrado vaginal o uretral severo secundario a
trauma, retraso menstrual con sangrado vaginal y dolor severo, agitación
psicomotora, confusión, alucinaciones, u otros síntomas y signos físicos o
psicológicos que indiquen alto riesgo para la vida o la salud, ante los cuales se
dará también prioridad I de triage independientemente del tiempo transcurrido
entre el momento de la victimización y el de la consulta” (p.18).
• En el contacto inicial con el servicio de urgencias o el servicio especializado para
la atención primaria de la víctima de violencia sexual, lo primero que debe
realizarse es una valoración del peligro inminente que pueda estar corriendo la
vida de la víctima, con el objetivo de brindar la estabilización necesaria.
• Realizar una completa valoración clínica inicial de la víctima para determinar
cuál es el cuidado médico indicado. Para esto es necesario llevar a cabo los
siguientes componentes:
a. Atención de urgencia.
b. Diagnóstico clínico y paraclínico de acuerdo con el tipo de violencia sexual.
c. Profilaxis y tratamiento de ITS-VIH/Sida.
d. Anticoncepción de emergencia (antes de 72 horas, excepcionalmente antes
de 120 horas).

51
e. Asesoría para Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
f. Recolección de evidencias.
g. Orientación a la familia.
h. Tomar las pruebas diagnósticas necesarias para explorar el estado de salud
de la víctima en la evaluación inicial.
• Asegurar una intervención terapéutica inicial especializada en salud mental para
la víctima durante la primera consulta.
• Planear los seguimientos clínicos requeridos, realizando a cada víctima de
violencia sexual un total de cinco consultas de control luego de efectuada la
atención inicial de urgencia, con la siguiente periodicidad: a las dos semanas,
cuatro semanas, tres meses, seis meses y doce meses.
• Remitir a otros profesionales de la salud requeridos para asegurar la atención
integral de las víctimas de violencia sexual.
• Remisión a protección y reporte al sector justicia, preferiblemente Fiscalía,
Policía Judicial, SIJIN, DIJIN, CTI o a la Policía Nacional- estaciones de policía,
líneas de denuncia, entre otras. Si se trata de una víctima menor de 18 años de
edad, se debe notificar al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) con
el fin de iniciar el Proceso de Restablecimiento de Derechos y que se tomen las
medidas de protección integral a las que tienen derecho las víctimas de violencia
sexual.
• Realizar los seguimientos rutinarios que requiere una víctima de violencia sexual
atendida por el sector salud.
• Efectuar un adecuado cierre de caso.

Para mayor información sobre esta ruta se sugiere revisar:


• El Modelo de Atención Integral en Salud para Víctimas de Violencia Sexual
realizada por el Ministerio de Protección Social y el Fondo de Población de las
Naciones Unidas (UNFPA) (2011)
• Protocolo de Atención Integral en la Salud para víctimas de violencia sexual,
propuesta por el Ministerio de Salud y Protección Social. Resolución N° 000459
de 2012.
• Guía de abordaje y seguimiento para la atención integral en salud de personas
víctimas de violencia sexual realizada por la Entidad Promotora de Salud (EPS)
SURA (2013).

En todos los casos de Abuso Sexual Infantil, el médico (a) debe tener presente la
atención humanizada de la víctima durante la valoración, la reiteración a la víctima de
que fue valiente al buscar ayuda ante la victimización sufrida, la explicación de todos
los procedimientos a realizar, y la solicitud del consentimiento informado.

Para finalizar, los hallazgos periciales pueden variar totalmente, encontrando casos en
donde el aparato genital queda totalmente destruido, hasta la absoluta ausencia de
signos físicos. En las víctimas adultas el diagnóstico tiene como base la denuncia y los
signos de violencia genital o extragenital; esto último es raro encontrarlo en los abusos
infantiles. Es importante señalar que, así como un examen genital negativo no descarta
la ocurrencia de abuso sexual, la mala interpretación médico-legal puede provocar que
se legitimen falsas denuncias (Rodríguez- Almada, 2010). De acuerdo con esto, una de

52
las dificultades más grandes para estos profesionales tiene que ver con la falta de
indicadores de certeza o especificidad que permitan confirmar la ocurrencia de ASI,
puesto que, en la mayoría de los casos, tal como lo explica Rodríguez-Almada (2010),
se identifican indicadores de sospecha que pueden ser causados por conductas sexuales
inapropiadas o tener otras causas. De ahí la importancia del trabajo interprofesional con
el fin de confirmar y descartar hipótesis.

Adicionalmente, en muchos de los casos de presunto abuso sexual el primer profesional


que tiene contacto con la víctima es el médico, por lo que este debe estar debidamente
capacitado para realizar los primeros auxilios psicológicos y no influir sobre el relato
que la víctima tiene de los hechos, teniendo en cuenta la importancia de este elemento
en el proceso judicial.

3. DERECHO

En los casos de Abuso Sexual Infantil, el área de Derecho tiene un papel fundamental
puesto que por medio de normas regula la protección a los niños, niñas y adolescentes,
sus derechos sexuales y el proceso legal a seguir en caso de que estos sean vulnerados.
En este orden de ideas es importante iniciar describiendo el marco legal que delimita
esta problemática en Colombia.

• Ley 12 de 1991

Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (CDN) y Constitución Política de
Colombia de 1991; tras haber reconocido que los niños, niñas y adolescentes (menores de
18 años) requieren de una asistencia especial, los Estados Partes de esta convención
deben tomar las medidas que sean necesarias con el fin de garantizar que esta población
esté protegida frente a cualquier forma de discriminación o castigo (Ley 12, 1991,
Artículo 2); de esta manera, la CDN tiene como fundamento el Interés superior del niño.

En el Artículo 19 la Convención deja claridad acerca de las medidas que se deben


adoptar con el fin de “proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o
mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual
(…)” (Ley 12, 1991, p.6). Entre las medidas se encuentran los programas sociales que
tengan como objetivo brindar asistencia al menor de edad y sus cuidadores, así como
programas de prevención, identificación, investigación y tratamiento de los casos en
donde se vean vulnerados sus derechos. Adicionalmente, el Artículo 34 establece que se
deberá proteger a los niños niñas y adolescentes “contra todas las formas de explotación
y abusos sexuales” (Ley 12, 1991, p.11). Ahora bien, cuando el menor de edad sea
víctima, se deberá garantizar la recuperación y reintegración de este a la sociedad, por
medio de atención médica y psicológica (Ley 12, 1991, Artículo 39).

Además de encontrarse regido por tratados internacionales, el Estado colombiano


establece, en el Capítulo 2 de su Constitución, la prevalencia que tienen los niños, niñas,
adolescentes y la protección de sus derechos. De acuerdo con esto, se menciona que la
familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de proteger a esta población contra
toda forma de violencia física o moral, abuso sexual, entre otros elementos,
53
garantizando su desarrollo integral (Constitución Política de Colombia, Artículos 44 y
45).

• Ley 1098 de 2006 Código de la Infancia y la Adolescencia

Nace como respuesta a la necesidad de generar programas orientados específicamente


a la protección de los niños, niñas y adolescentes en Colombia, teniendo como base la
protección integral, el interés superior del niño y la corresponsabilidad.

Protección integral: la cual incluye el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes


como sujetos de derechos, el cumplimiento de estos, la prevención de su vulneración y
la garantía de su restablecimiento de manera inmediata (Ley 1098, 2006, Artículo 7).

Interés superior de niños, niñas y adolescentes: imperativo que obliga a garantizar la


satisfacción integral de todos sus derechos y establece la prevalencia que tienen estos
frente a los de cualquier otra persona (Ley 1098, 2006, Artículo 8).

Corresponsabilidad: son actores responsables de garantizar el ejercicio de los derechos


de los menores de edad la familia, la sociedad y el Estado, y tendrán a cargo su atención,
cuidado y protección (Ley 1098, 2006, Artículo 10).

De acuerdo con esto, entre los derechos mencionados en la presente ley que están
relacionados con el Abuso Sexual Infantil se encuentra el derecho a la integridad
personal según el cual esta población debe ser protegida “contra todas las acciones o
conductas que causen muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico (…).
Tienen derecho a la protección contra el maltrato y los abusos de toda índole” (Ley
1098, 2006, Artículo 18, p. 4). Adicionalmente, en el Artículo 20 se especifica que los
menores de edad deben ser protegidos contra la violación, la prostitución, explotación
sexual, pornografía y cualquier otro acto que vaya en contra de su libertad, integridad y
formación sexual. Cuando estas conductas son cometidas sobre menores de seis años
tienen unos efectos diferenciados debido a la etapa del desarrollo en la que se
encuentran; por esta razón, el Artículo 29 hace referencia al derecho que tiene la
primera infancia de un desarrollo integral, puesto que es en ese momento donde se
determinan las bases para el desarrollo cognitivo, emocional y social del individuo (Ley
1098, 2006).

Ahora bien, el Artículo 19 hace referencia al derecho que tienen los menores de edad
que han infringido la ley a rehabilitarse y resocializarse mediante programas
garantizados por el Estado (Ley 1098, 2006). Esto cobra especial importancia cuando el
victimario de la conducta abusiva es otro menor de edad.

Volviendo al elemento de corresponsabilidad mencionado anteriormente, el Código de


la Infancia y la Adolescencia delimitan las obligaciones que tienen la familia, la sociedad
y el estado en el cumplimiento de los derechos de esta población.

En primer lugar, en el Artículo 39 se afirma que el grupo familiar debe promover “la
igualdad de derechos, el afecto, la solidaridad y el respeto” (Ley 1098, 2006, p. 11),

54
además del ejercicio responsable de los derechos sexuales y reproductivos. Por esto, se
debe evitar toda conducta que tenga como consecuencia malos tratos físicos, sexuales o
psicológicos.

En cuanto a los deberes que tiene la sociedad, además de respetar y promover la


protección de estos derechos, está en la obligación de generar acciones ante situaciones
que los amenacen, entre ellas el denunciar las situaciones de las que tenga conocimiento
(Ley 1098, 2006, Artículo 40). Finalmente, el Estado tiene el deber de prevenir
cualquier forma de violencia contra los niños, niñas y adolescentes, promoviendo
también la difusión de los derechos sexuales y reproductivos. En cuanto a la atención
de esta problemática, está en la obligación de garantizar un adecuado restablecimiento
de los derechos que han sido amenazados o vulnerados (Ley 1098, 2006, Artículo 41);
de acuerdo con esto, los profesionales deben prestar especial atención para que durante
este proceso la opinión del menor de edad sea escuchada y se respete su dignidad e
intimidad, velando porque no sea estigmatizado ni se le generen nuevos daños producto
del proceso judicial (Ley 1098, 2006, Artículo 193).

• Ley 599 de 2000: Código Penal Colombiano

Teniendo claridad acerca de los derechos que cobijan a niños, niñas y adolescentes en
Colombia y las obligaciones de la familia, la sociedad y el Estado para su cumplimiento,
es importante mencionar los delitos contra la libertad, integridad y formación sexuales
tipificados en el Título IV del Código Penal Colombiano (2000). Previo a esto, es
importante entender los conceptos de libertad, integridad y formación en el ámbito
sexual. El primero de ellos hace referencia al derecho que tiene el individuo a elegir,
aceptar, rechazar y autodeterminarse frente a la conducta sexual. Por otro lado, cuando
se habla de integridad y formación se hace referencia a la facultad de auto determinarse
en un futuro en materia sexual contando con las condiciones óptimas.

Para comenzar, dentro del Capítulo I. De la violación son descritos los delitos de Acceso
carnal violento, Acto sexual violento y Acceso carnal o acto sexual en persona puesta
en incapacidad de resistir; este último se refiere a una acción realizada por el victimario
para dejar a la víctima en un estado de inconsciencia o en condición de inferioridad
psíquica, lo cual limitará su comprensión y capacidad de consentimiento (Ley 599,
2000, Artículos 205, 206 y 207).

En segundo lugar, se mencionan los Actos sexuales abusivos en donde se encuentran el


Acceso carnal abusivo con menor de catorce años, los Actos sexuales con menor de
catorce años y el Acceso carnal o acto sexual abusivos con incapaz de resistir, el cual
consiste en realizar estas conductas con una persona que se encuentre en estado de
inconsciencia, padezca de algún trastorno mental o no esté en la capacidad de
comprender ni dar su consentimiento. Adicionalmente, es descrito el Acoso sexual
como el aprovechamiento de la superioridad de poder, edad, sexo, entre otros factores
para realizar conductas con fines sexuales de manera no consentida (Ley 599, 2000,
Artículos 208, 209, 210 y 210-A).

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Es posible dilucidar que los delitos contenidos en los capítulos anteriores presentan
unas características específicas. Por un lado, en los delitos del Capítulo I se hace
evidente el uso de violencia, la falta de consentimiento y el nexo de causalidad entre
estos dos factores, puesto que la violencia es usada con el fin de obligar a la víctima.
Contrario a esto, en las conductas del Capítulo II no se presenta violencia, sino un
aprovechamiento de las condiciones que tiene la víctima, quien a causa de su inmadurez
psicológica es incapaz de comprender y dar su consentimiento.

Ahora bien, el Capítulo III contiene algunas disposiciones que son comunes a los
capítulos ya mencionados. Por un lado, se nombran las Circunstancias de agravación
punitiva, entre las cuales se encuentran i) Si la víctima es menor de catorce (14) años y
ii) Si la víctima es pariente hasta cuarto grado de consanguinidad, cuarto de afinidad o
primero de civil. Por otra parte, es definido el concepto de Acceso carnal (Ley 599,
2000, Artículos 211 y 212).

Posteriormente, son definidas las conductas referentes a la Explotación sexual en


donde se encuentran las siguientes: Inducción a la prostitución, Constreñimiento a la
prostitución –la diferencia es que en la segunda se hace uso de violencia-, Proxenetismo
con menor de edad, Estímulo a la prostitución de menores, Demanda de explotación
sexual comercial de persona menor de 18 años, Pornografía con personas menores de
18 años, Turismo sexual, Utilización o facilitación de medios de comunicación para
ofrecer actividades sexuales con personas menores de 18 años y por último, la Omisión
de denuncia. Es importante resaltar que para todos los actos mencionados es una
circunstancia de agravación el hecho de realizarlos con un menor de 14 años, y que sea
parte de la unidad familiar del victimario (Ley 599, 2000, Artículos 213, 213-A, 214, 216,
217, 217-A, 218, 219, 219-A, 219-B).

Marco Legal de Interés

• Ley 1098 de 2006- Libro II. Sistema de Responsabilidad Penal para


Adolescentes.
• Ley 1652 de 2013 Por medio de la cual se dictan disposiciones acerca de la
entrevista y el testimonio en procesos penales de niños, niñas y adolescentes
víctimas de delitos contra la libertad, integridad y formación sexuales.
• Ley 1146 de 2007. Por medio de la cual se expiden normas para la prevención de
la violencia sexual y atención integral de los niños, niñas y adolescentes
abusados sexualmente.
• Ley 1336 de 2009. Por medio de la cual se adiciona y robustece la Ley 679 de
2001, de lucha contra la explotación, la pornografía y el turismo sexual con
niños, niñas y adolescentes.
• Resolución 000459 de 2012. Por la cual se adopta el Protocolo y Modelo de
Atención Integral en Salud para Víctimas de Violencia Sexual.
• Sentencias: AP3394-2017, SP1783-2018, AP4231-2017, AP2191-2018, Casación
N° 12.772.

56
4. FUNCIONES DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS

Debido a este amplio campo de acción las funciones del profesional dependen de la
institución en la que se desempeñe; según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
(ICBF, 2010) en casos de violencia sexual hacia un menor de edad, intervienen las
siguientes instituciones:

4.1 Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF)

El objetivo de esta institución es garantizar la protección integral de los niños, niñas,


adolescentes y sus familias, implementando políticas con el objetivo de identificar,
atender y denunciar casos de violencia sexual, y garantizando el restablecimiento de los
derechos que han sido vulnerados.

Dentro del ICBF los profesionales trabajan en Equipos Técnicos Interdisciplinarios


denominados Defensorías de Familia, y conformados por un Psicólogo, un Trabajador
Social, un Nutricionista y un Abogado quien se desempeña como Defensor de Familia.
Este último es reconocido como la autoridad competente para tomar las decisiones
durante el Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos (PARD).

• Lineamiento técnico para la atención a niños, niñas y adolescentes, con derechos


amenazados o vulnerados, víctimas de violencia sexual. Versión 2 (2018).
• Lineamiento técnico administrativo de ruta de actuaciones para el
Restablecimiento de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes víctimas de
violencia sexual (2016).
• Lineamiento técnico para el programa especializado de atención a niños, niñas
y adolescentes víctimas de violencia sexual (2010).
• Guía 7: Abuso Sexual y Rutas de Atención para Víctimas (2014).

RUTA DE ATENCIÓN 1
DETECCIÓN
Toda persona que conozca algún caso de violencia en contra de NNA.

1. A través de la línea gratuita: 018000 918080 ICBF


- Línea de Prevención de la violencia sexual: 018000 11 24 40.
- Línea 141 gratuita nacional para denuncia, emergencia y orientación.
RECEPCIÓN - Línea Única de atención de emergencias de la Policía Nacional 123.
2. CAIVAS (Si el agresor (a) es mayor de edad).
3. Centro Zonal (Si el agresor (a) es menor de 18 años).
- Envío de equipo interdisciplinario del centro zonal para verificación.
- En el caso de haber riesgo en la vida o integridad del NNA, se debe
reportar de inmediato a Policía de Infancia y Adolescencia para verificar
la situación.
- Al momento de la verificación es necesaria la presencia del defensor de
familia para la toma de decisiones.

1 Tomado del documento de rutas internas institucionales. Violencia intrafamiliar y violencia sexual.
(2018). http://sedboyaca.gov.co/wp-content/uploads/2018/02/20180208-circular-conjunta-anexo2-
ruta-interna-casos-violencia-intrafamiliar-sexual.pdf

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ATENCIÓN
1. Recepción de la denuncia (Defensor de Familia).
2. Instauración de denuncia (en el caso que requiera, Defensor de
Familia).
3. Atención a NNA cuyo agresor es menor de 14 años y familia (equipo
Interdisciplinario).
4. Verificación de Derechos (equipo Interdisciplinario) Art 52 ley 1098.
5. Valoración psicológica, socio familiar y nutricional por el equipo.
6. Apertura y medida de restablecimiento de derechos.
7. Aplicación de medidas de protección.
8. Evaluación de factores de protección en el entorno familiar:
• SI: Proceso de intervención psicosocial y terapéutico: Mitigación de
factores de riesgo.
• NO: Ubicación en familia extensa u hogar sustituto.

Centro Zonal: Equipo Interdisciplinario: Psicología, Trabajo Social, Nutrición, Defensor de familia

ACTIVACIÓN Realizar la remisión mediante oficio a:

• Medicina Legal para valoración.


• Comisaría de Familia.
• Policía Judicial y/o Fiscalía para iniciar el proceso de
investigación judicial.
• CESPA si el presunto agresor se encuentra entre los 14 a 18 años.

SEGUIMIENTO El Defensor de familia junto con su equipo interdisciplinario deben


realizar seguimiento en los casos de Violencia Sexual y verificar:

• El cumplimiento de la recepción del caso y del direccionamiento


para la atención.
• El tiempo y la calidad de respuesta.
• La Mitigación de las condiciones de vulnerabilidad-riesgo de la
vida e integridad de los NNA.
• Realizar el cierre al proceso administrativo de restablecimiento de
derechos, una vez se hayan restituido los derechos vulnerados.

4.2 Fiscalía General de la Nación

Tiene la función de recibir la denuncia, recoger evidencia médico-legal, llevar a cabo la


investigación dirigiendo a la policía judicial, y acusar a los presuntos agresores ante los
juzgados y tribunales competentes. De ser necesario, remitir a profesionales de la salud
para una atención especializada.

En caso de que la víctima sea un niño/a no es necesaria la denuncia, puesto que con el
aviso de cualquier persona es suficiente. Adicionalmente, cuando se determine que está
en riesgo físico o moral, debe ser remitido a la oficina de Bienestar Familiar (Fiscalía
General de la Nación, 2006).

• Guía para modelos de procesos y procedimientos (2006).


• Protocolo de investigación de violencia sexual: Guía de buenas prácticas y

58
lineamientos para la investigación penal y judicialización de delitos de violencia
sexual (2016).

RUTA DE ATENCIÓN2

DETECCIÓN
1. Información directa de las víctimas (si son menores de edad, a
través de su representante legal) en la sala de recepción de
denuncias del CAIVAS.
2. De oficio (por comunicación emitida por clínicas, hospitales y
centros de salud, por comisarías y defensorías de familia, por
instituciones educativas, etc.)
3. Información recibida a través de la línea gratuita.
4. Denuncias anónimas.
5. A través de la página web.
6. Informes de la policía de vigilancia.
7. Compulsa de copias realizadas por instituciones estatales o
privadas.

RECEPCIÓN Centros de Atención ciudadana

AGRESOR MAYOR DE 18 AÑOS Cuando el agresor


es un menor de 14
1. Sala de Recepción de Denuncias años, su atención y
CAIVAS. trámite
corresponde al
2. Ventanilla única de Correspondencia
ICBF.
(por medios de denuncias escritas).
3. Recepción de Denuncias en el CESPA
por parte de la Policía de Infancia y
Adolescencia
4. Oficinas de asignaciones (para
radicación de denuncias escritas).
5. Unidades de Reacción Inmediata URI.
6. Despachos de Fiscal en turnos de
disponibilidad (en los municipios que
cuentan con presencia de la FGN).
7. Acto Urgente: con detenido y sin
detenido en las dependencias del
CAIVAS.

2 Tomado del documento de rutas internas institucionales. Violencia intrafamiliar y violencia sexual.
(2018). http://sedboyaca.gov.co/wp-content/uploads/2018/02/20180208-circular-conjunta-anexo2-
ruta-interna-casos-violencia-intrafamiliar-sexual.pdf

59
ATENCIÓN
Con detención: Sin detención:

1. Policía Judicial crea reporte de inicio 1.Policía Judicial crea reporte


y asigna número de noticia criminal. de inicio y asigna número de
2. Asignación de la investigación al noticia criminal.
fiscal del CAIVAS de conocimiento. 2.Asignación de la
3. Policía Judicial realiza las investigación al fiscal del
actividades de investigación necesarias CAIVAS de conocimiento.
para el trámite del caso y recopila los 3.Policía Judicial realiza las
Elementos Materiales Probatorios y la actividades de investigación
Evidencia Física. necesarias para el trámite del
4. Policía Judicial elabora informe caso y recopila Elementos
ejecutivo y entrega el caso al Fiscal del Materiales Probatorios y la
CAIVAS. Evidencia Física.
5. El Fiscal Delegado solicita 4.Policía Judicial elabora
audiencias ante Juez de Control de informe ejecutivo y entrega el
Garantías (legalización de captura, caso al Fiscal del CAIVAS.
formulación de imputación, imposición 5.Comunicación inmediata al
de medida de aseguramiento). defensor o comisario de
6. Comunicación inmediata al familia, dependiendo del lugar
defensor o comisario de familia, de los hechos y remisión de la
dependiendo del lugar de los hechos y víctima a medicina legal.
remisión de la víctima a Medicina 6.Si la víctima es menor de
Legal. edad, debe realizarse de
7. Si la víctima es menor de edad, debe forma inmediata la entrevista
realizarse de forma inmediata la forense por parte de los
entrevista forense por parte de los psicólogos del CTI.
psicólogos del CTI.

Casos CON acto Urgente / 36 horas

Atenciones Prioritarias

1.En el campo de la salud se debe activar el CÓDIGO VERDE, de igual forma en la URI
realizar actos urgentes y es necesario dar el número de la noticia criminal, asignarse un
fiscal para tratar el caso o las salas de recepción de denuncias.
2.El Fiscal que va a realizar investigación realiza un programa metodológico.
3.En caso de Violencia Sexual a un NNA se solicita protección (ICBF –Comisarías de
Familia) para dar inicio al procedimiento administrativo de restablecimiento de derechos
y se ordenan las medidas necesarias.
4.En el caso de que el comisario o funcionarios de ICBF no tomen las medidas de
protección el fiscal debe acudir ante el juez de control de garantías para que este disponga
las medidas de protección a la(s) víctima(s). Art. 153 – 154 Código de Procedimiento Penal
(Protección a testigos y víctimas en el marco de la VIF) Ley 1257 de 2008. Art. 18 Protección
a la(s) víctima(s). Recolectados los elementos materiales de prueba suficientes de los cuales
se puedan deducir la existencia del hecho y la responsabilidad del victimario, el fiscal acude
ante el juez de control de garantías para formular la imputación por el delito de VS;
igualmente, puede solicitar medida de aseguramiento.
5.Cuando víctima es menor de edad se debe solicitar medida de aseguramiento.
6.Si el fiscal lo considera necesario emite otras órdenes a policía judicial y dentro del plazo
de sesenta (60) días siguientes a la imputación debe acudir al juez de conocimiento para
acusar o para pedir la preclusión.
7.Luego de formulada la acusación continúa el proceso con la audiencia preparatoria y de
juicio oral, en el cual se practican todas las pruebas de la Fiscalía y de la defensa. Por último,
el juez dicta sentencia condenatoria o absolutoria.

60
ACTIVACIÓN
A través de oficios remisorios solicita a las instituciones
valoraciones.

1.En los casos VS solicita valoración por Medicina Legal o


Instituciones Prestadoras de Salud.
2.Solicita informes o historias clínicas en el momento que se requiera
en la investigación como material de prueba, a instituciones como
Comisaria de Familia, ICBF o Sector Salud.
3.En los casos intrafamiliares que se considera la posibilidad de
desarrollarse un trabajo previo en el municipio correspondiente, se
debe remitir a Comisaria de Familia, esto antes de iniciar los procesos
judiciales. Con el fin de iniciar medidas de protección y restitución de
derechos (La comisaría debe realizar trabajo previo con la familia,
antes de remitir a Fiscalía).
4.En el caso de ser un NNA es necesario remitir a ICBF para
restablecimiento de derechos y medida de protección cuando se
requiera.

4.3 Policía Nacional

Este organismo recibe la denuncia y remite a Medicina Legal, orienta a la víctima y


proporciona apoyo a las demás autoridades. Adicionalmente, la Policía de Infancia y
Adolescencia es la encargada de la investigación criminal de los delitos que afecten los
derechos y libertades de la infancia.

RUTA DE ATENCIÓN3

DETECCIÓN 1. NNA y adultos que conocen o son víctimas de Delitos Sexuales, dando
a conocer el caso a las autoridades.
2. En la línea de atención de emergencias 123.
3. Línea de atención al ciudadano-gratuita 018000-
910600/018000-910112.
4. En los Municipios y zona rural, el número de celular del comandante
o patrullero encargado.

RECEPCIÓN
1.Registro de la situación manifestada por NNA, jóvenes y adultos.
2.Policía con especialidad de Infancia y Adolescencia, encargado de
NNA.
3.Realizar un reporte de forma inmediata sobre la situación a las
instituciones competentes.
4.Para poder llevar a cabo los procedimientos es necesario que se haya
puesto la denuncia.
5.La Policía tiene atención las 24 horas del día, por lo tanto, en el momento
en que se informa sobre una situación de vulneración de derechos
brindan atención inmediata dirigiéndose al lugar de los hechos.

3 Tomado del documento de rutas internas institucionales. Violencia intrafamiliar y violencia sexual.
(2018). http://sedboyaca.gov.co/wp-content/uploads/2018/02/20180208-circular-conjunta-anexo2-
ruta-interna-casos-violencia-intrafamiliar-sexual.pdf

61
ATENCIÓN EN FLAGRANCIA
1.Verificar la situación
establecida en la denuncia. 1. Establecer medidas de
2.Revisar el estado de la protección de las víctimas NNA y
persona a nivel emocional y adultos, en caso de identificar
físico. que están en riesgo.
3.Si el NNA se encuentra solo, 2. Cuando el agresor es menor de
se debe ubicar a un familiar o edad, realizar el contacto con el
conocido que pueda CESPA, y cuando es mayor de
acompañar en el proceso. edad directamente con la
4.Garantizar el Fiscalía.
acompañamiento a los NNA, 3.Capturar al agresor con la
el traslado a juzgados, centros autorización previa del juez, la
hospitalarios o institución que orden para el arresto y la
atienda el caso, con el fin de asignación del fiscal que inicie
prevenir y controlar proceso de investigación.
alteraciones de la víctima. 4.También es posible capturar al
5.Acompañar al personal de agresor si se evidencian daños y
las instituciones en las visitas lesiones en la víctima, en caso de
al domicilio de las víctimas o ser NNA es necesario garantizar
del agresor, para conocer las la protección inmediata, revisar
condiciones de riesgo. el estado de la persona y
6.Apoyar a las autoridades trasladarla.
Judiciales, Defensores(as), 5.Generar Actos Urgentes,
Comisarios(as) de Familia, reporte inmediato que se realiza
Personeros(as) Municipales e a la Fiscalía sobre un caso, en el
Inspectores(as) de Policía en cual se presenta la noticia
las acciones de protección del criminal.
NNA y de su familia. 6.Verificar el caso y entregar un
reporte, se indaga sobre cómo
fueron los hechos, si existe
agresor, quién es la víctima,
lugar, cómo fue el abuso.

ACTIVACIÓN
1. En los municipios donde hay Centro Zonal de ICBF, la Policía
remite para las medidas de protección y restablecimiento de derechos.
2. En los municipios donde NO hay ICBF, la Policía remite a
Comisaría de Familia o Personería, puesto que forman parte del
Sistema Nacional de Bienestar Familiar.
3. La policía se apoya de la institución prestadora de salud más
cercana para la valoración médica y psicológica, con el fin de verificar
el estado de la persona, en primera instancia.
4. Si dentro del relato o la situación se conoce que es violencia sexual,
solicitar examen pericial a Medicina Legal:
a. Si el NNA está acompañado de algún miembro de la familia o
acudiente, ellos dan la aprobación para realizar el examen pericial.
b. Si no está el acompañante del NNA, se debe comunicar con el
Procurador de Familia o Defensor de Familia.
6. Debe dar conocimiento sobre la situación a Policía Judicial,
Fiscalía y/o Juzgado, para iniciar con el proceso judicial.
7. En los municipios donde no existe Medicina Legal, remitir para
la valoración en la Institución de Salud.

62
4.4 Policía Judicial-Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI)

Es el apoyo del Fiscal, en funciones como la inspección en el lugar del hecho, la


recolección de elementos materiales probatorios, y la realización de entrevistas e
interrogatorios con su respectiva grabación. Adicionalmente, en los casos en los cuales
las noticias criminales no son formales (anónimas, telefónicas, escritas, internet etc.)
las consolida y reporta al área de Fiscalía (Fiscalía General de la Nación, 2006). Las
entidades competentes tendrán el plazo de un año, para entrenar al personal en
entrevista forense.

• Protocolo de investigación de violencia sexual: Guía de buenas prácticas y


lineamientos para la investigación penal y judicialización de delitos de violencia
sexual (2016).
• Ley 1652 de 2013. Por medio de la cual se dictan disposiciones acerca de la
entrevista y el testimonio en procesos penales de niños, niñas y adolescentes
víctimas de delitos contra la libertad, integridad y formación sexuales.
• Manual Único de Policía Judicial. Versión N°2. Fiscalía General de la Nación.

ATENCIÓN
1. La entrevista forense al NNA víctima de violencia sexual es realizada
Ley 1652 de 2013
por personal debidamente entrenado del Cuerpo Técnico de Investigación
de la Fiscalía General de la Nación. Para la aplicación es necesaria la
previa revisión del cuestionario por parte del Defensor de Familia, sin
perjuicio de su presencia en la diligencia.
• En caso de no contar con los profesionales aquí referenciados, a la
autoridad competente le corresponde adelantar las gestiones pertinentes
para asegurar la intervención de un entrevistador especializado.
• El menor podrá estar acompañado por su representante legal o por un
pariente mayor de edad.

2. La entrevista forense se lleva a cabo en una Cámara de Gesell o en


un espacio físico acondicionado con los implementos adecuados a la
edad y etapa evolutiva de la víctima y debe grabarse, fijar en medio
audiovisual o en su defecto en medio técnico o escrito.
3. El personal entrenado presenta un informe detallado de la
entrevista realizada.
• Este primer informe debe cumplir con los requisitos establecidos en el
artículo 209 de este código y concordantes, en lo que le sea aplicable. El
profesional podrá ser citado a rendir testimonio sobre la entrevista y el
informe realizado.
• Durante la etapa de indagación e investigación, el niño, niña o
adolescente víctima de los delitos contra la libertad, integridad y
formación sexual, será entrevistado preferiblemente una sola vez. De
manera excepcional podrá realizarse una segunda entrevista teniendo en
cuenta el interés superior del niño, niña o adolescente.

4.5 Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses

Esta entidad se encarga de prestar auxilio y apoyo técnico-científico a la Fiscalía


General de la Nación y los organismos con funciones de policía judicial, así como al
imputado o su defensor cuando sea solicitado.

63
• Reglamento Técnico para el Abordaje Forense Integral en la Investigación del
Delito Sexual (2009).
• Guía para la Realización de Pericias Psiquiátricas o Psicológicas Forenses en
Niños, Niñas y Adolescentes Presuntas Víctimas de Delitos Sexuales (2010).

ATENCIÓN4 1. Práctica del examen médico legal a víctimas.


2. Apoya a las IPS para la toma de muestras y garantiza la cadena de
custodia.
3. Recomienda otros exámenes y actuaciones en materia de salud.
4. Realiza valoraciones psicológicas/psiquiátricas solicitadas por los
investigadores judiciales del CTI con el objetivo de identificar:
• Condiciones psicológicas antes, durante o después de los hechos.
• Riesgo de la persona a sufrir futuras victimizaciones.
• Si la víctima fue puesta o se encontraba en condiciones que alteraban
su estado emocional, su capacidad de comprender o de consentir los
hechos.
• Daños emocionales, cognitivos, comportamentales o relacionales que
puedan considerarse consecuencia de su victimización.
• Cambios en la estructura de personalidad, o alteraciones en las
condiciones o el proyecto de vida de la persona tras la ocurrencia de los
hechos
5. Remite el dictamen a Fiscalía o a Comisaría de Familia.

4.6 Comisarías de Familia

El profesional en Derecho que se desempeña en esta institución tiene las competencias


para recibir la denuncia, remitir a Fiscalía y solicitar el examen a Medicina Legal.
Adicionalmente las Comisarias de Familia realizan acompañamiento a la víctima y su
familia, los remite a centros especializados, y lleva a cabo un seguimiento del caso.
Además, practican rescates para darle fin a una situación de peligro para NNA, remiten
a las entidades de salud para atención en casos de urgencia, dicta medidas de protección
y restablecimiento de derechos en favor de NNA.

• Procedimiento de acceso a la justicia en Comisarías de familia (2010)


• Manual para realizar prevención de violencias intrafamiliar y sexual con padres,
madres, cuidadoras y cuidadores (s.f.).
• Ley de Infancia y Adolescencia (Ley 1098 de 2006)

4 Tomado del Protocolo de investigación de violencia sexual: Guía de buenas prácticas y lineamientos para
la investigación penal y judicialización de delitos de violencia sexual de la Fiscalía General de la Nación.
(2016). 


64
RUTA DE ATENCIÓN5

DETECCIÓN
NNA y adultos que conocen o son víctimas de Delitos Sexuales,
dando a conocer el caso a las autoridades.

RECEPCIÓN
1.Recibe la denuncia porque la víctima pone en conocimiento la
situación, ya sea un NNA o un adulto.
2.Realiza un informe y registro sobre la situación.
• En caso de no haber Defensor de Familia la ley 1098 (2006) art 98
establece que las funciones de este serán cumplidas por Comisaria
de Familia. En ausencia de los dos, se le atribuyen a Inspección de
Policía.

ATENCIÓN
1.Iniciar el Proceso para garantizar, proteger y reparar los derechos
del NNA.
2.Recopilación del relato de las personas involucradas en el suceso.
3.Activar el trabajo interdisciplinario con el fin de verificar y realizar
investigación sociofamiliar.
4.Adoptar las medidas de emergencia y de protección necesarias,
contempladas en la ley 575 (2000) en el art 5.
5.Realiza la verificación de derechos como lo establece la ley 1098, art
52
6.Denunciar la situación ante la Fiscalía.
7.Solicitar valoración médico legal al Sector Salud o Medicina Legal,
por tener competencias de Policía Judicial.

ACTIVACIÓN
1.Realizar las remisiones correspondientes. directamente a CAIVAS en
los casos de NNA.
2.En los municipios que no existe o no hay cercanía de CAIVAS, al Sector
Salud para la valoración de examen pericial.
3.A Medicina Legal para valoración médico-legal.
4.A la Fiscalía para instaurar la denuncia respectiva por la violencia
sexual.
5.Al ICBF para la atención del NNA, si el municipio tiene Centro Zonal.
6.Cuando se requiera,
58 orientar y gestionar la atención a servicios
especializados.

5 Tomado del documento de rutas internas institucionales. Violencia intrafamiliar y violencia sexual.
(2018). http://sedboyaca.gov.co/wp-content/uploads/2018/02/20180208-circular-conjunta-anexo2-
ruta-interna-casos-violencia-intrafamiliar-sexual.pdf

65
4.7 Personería

Vela por la protección del interés de la sociedad, vigila la conducta de los funcionarios
públicos y brinda asesoría a la comunidad sobre derechos humanos y civiles de los
ciudadanos.

RUTA DE ATENCIÓN
6
DETECCIÓN NNA que han sido vulnerados en sus derechos y/o han tenido una
experiencia de delitos sexuales, quienes denuncian el caso en
Personería con el fin de garantizar la atención.

RECEPCIÓN
• Si la denuncia es verbal orientar a la persona y elaborar un oficio
de remisión a la entidad competente.
• Si es escrita trasladar la queja a la autoridad competente.

ATENCIÓN • Verificar la garantía de derechos, haciendo respetar el proceso en la


atención de los casos de delitos sexuales.
• Iniciar atención por Comisaría y/o ICBF; por parte de la Personería
se debe realizar acompañamiento a las diligencias con el fin de
verificar el cumplimiento de los derechos y procedimientos
realizados.
• Realizar acompañamiento a las audiencias de VIF cuando es
solicitado por las partes o Comisaría, en el caso de haber aparte del
ASI maltrato en el hogar.
• Velar por la defensa de los derechos del NNA en los centros de
rehabilitación.

ACTIVACIÓN
• En los casos de Violencia o Delitos Sexuales a un NNA, es necesrio
remitir a ICBF para el restablecimiento de derechos y protección, si
no cuenta con un Centro Zonal con Comisaría de Familia.
• En caso de Violencia Doméstica, VIF o Delitos Sexuales remitir a
Comisaría de Familia.
• Recibir apoyo por parte de la policía para el acompañamiento en los
procedimientos adelantados por Comisaría.

4.8 Instituciones Operadoras y Entidades Contratistas

Por un lado, tienen a su cargo la sensibilización y capacitación de quienes atienden a las

6 Tomado del documento de rutas internas institucionales. Violencia intrafamiliar y violencia sexual.
(2018). http://sedboyaca.gov.co/wp-content/uploads/2018/02/20180208-circular-conjunta-anexo2-
ruta-interna-casos-violencia-intrafamiliar-sexual.pdf

66
víctimas de violencia sexual con el fin de garantizar un trato digno. Por otra parte,
brindan atención integral a estas víctimas.

Teniendo en cuenta las estadísticas presentadas y la complejidad de su atención, los


casos de Abuso Sexual Infantil desbordan la capacidad de las instituciones y sus
funcionarios lo que tiene implicaciones sobre la calidad de la atención. Adicionalmente,
muchos de estos profesionales, principalmente jueces y fiscales, no cuentan con
conocimientos especializados acerca de esta problemática y no son asesorados
adecuadamente, lo que hace más probable que sus decisiones estén influidas por su
sistema de creencias. Respecto a esto Acero, Parra, Rodríguez y Villarraga (2009)
afirman que las normas, valores y creencias configuran en los individuos una forma de
responder antes determinadas situaciones en todos los ámbitos de su vida, entre ellos
el laboral.

En este orden de ideas, realizaron una investigación en la que identificaron algunas


representaciones sociales que tienen jueces y fiscales colombianos y que terminan por
incidir en la administración de justicia; entre ellas se encuentran que se toma como
supuesto que los niños y niñas no son conscientes de lo que ocurre ante un hecho
abusivo; la prueba pericial psicológica se entiende como indicativa de los daños
causados y no como demostrativa de la conducta punible; se juzga con mayor severidad
a un procesado por ASI que por otros delitos, y se considera muy confiable el testimonio
de niños y niñas. ¿Qué implicaciones tiene la toma de decisiones teniendo como base
estos elementos? Así pues, las dificultades mencionadas terminan traduciéndose en
malas prácticas y altos costos para el sistema de justicia.

5. TRABAJO SOCIAL

La labor del Trabajador Social es muy importante en el abordaje de una sospecha de


delito sexual según el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Secretaría
Distrital de Salud (2008), puesto que debe articular los servicios interinstitucionales e
intrainstitucionales, al desplegar procesos de atención tanto individual como familiar
que garanticen una atención oportuna e integral a la víctima y su grupo familiar.

Este profesional debe partir de un análisis comprensivo de la situación del NNA que ha
sido víctima y de los contextos donde se desenvuelve. Para esto, se hace necesario
estudiar su contexto socio-familiar, vincular e institucional con el fin de realizar un
diagnóstico particular adecuado que abarque la historia individual, la cronicidad de la
violencia sexual, y de ser el caso de otras formas de violencia (Bagnasco, Gelso y Recio,
2015). Adicionalmente, reconocer factores protectores y de vulnerabilidad con los que
cuenta la familia.

Para llevar a cabo lo anterior, el Trabajador social debe realizar una entrevista
semiestructurada, individual o grupal, en las sesiones que sean necesarias. En este
procedimiento es importante identificar si las necesidades básicas del NNA están
siendo cubiertas de forma adecuada; establecer factores psicosociales predisponentes y
de riesgo a nivel socio-familiar; conocer el vínculo o relación entre víctima y agresor con

67
el fin de tomar medidas de protección; observar la actitud de la familia hacia la víctima
y el nivel de afectación de sus integrantes frente a los hechos ocurridos, así como las
reacciones del entorno ante la revelación; por último, debe evaluarse el estado en el que
se encuentran todos sus miembros para dar una oportuna intervención en crisis y apoyo
durante el proceso (Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Secretaría Distrital
de Salud, 2008).

Posteriormente, haciendo uso de este recurso y junto con un equipo interdisciplinario,


se diseñan las estrategias a implementar que se consideren pertinentes. Es importante
que el Trabajador social promueva una articulación constante con los miembros de la
familia, su contexto social y otras instituciones con el fin de fortalecer las redes de apoyo
del niño, niña o adolescente. Otra de sus funciones es el asesoramiento pertinente
acerca de los derechos que le asisten al NNA y a su grupo familiar, así como de la gestión
de recursos que sean necesarios durante su acompañamiento. Finalmente, realizará un
seguimiento de las acciones que han tomado otros organismos con respecto al caso en
cuestión (Bagnasco, Gelso y Recio, 2015).

De acuerdo con la información recopilada, el Fondo de Población de las Naciones


Unidas y la Secretaría Distrital de Salud (2008) proponen que este profesional tiene la
función de elaborar la historia social con la siguiente información:

1.Consentimiento informado
2.Registro de los datos de identificación de la víctima y del grupo familiar (vivienda,
educación y trabajo).
3.Composición del grupo familiar.
4.Datos sociodemográficos y económicos.
5.Dinámica familiar (roles, relaciones, vínculos familiares, si es posible de otros
contextos sociales; comunicación, mitos, creencias, circunstancias socioeconómicas),
esto con el propósito de identificar las dificultades en el funcionamiento familiar que
propicien la situación de vulnerabilidad y de agresión sexual, y los factores resilientes.
Esta información puede ser ilustrada a través del genograma y ecomapa.
6.Abordar aspectos de la historia de vida de la víctima y la familia con el fin de
identificar antecedentes de abuso sexual, crisis y conflictos; el origen y tipo de
dificultades personales y/o familiares no resueltas, las alternativas de solución
implementadas y su potencial de cambio.
7.Reconocer la red de apoyo familiar, social e institucional; igualmente las necesidades
de salud, protección y justicia.
8.Formular el diagnóstico social de acuerdo con la información obtenida.

De igual forma, este profesional debe formular un plan de acción de acuerdo con las
necesidades identificadas tanto en la víctima como en su familia, realizando un análisis
con el equipo interdisciplinario. El Fondo de Población de las Naciones Unidas y la
Secretaría Distrital de Salud (2008) así como Casado (2017) establecen las siguientes
acciones:

• Otras atenciones médicas especializadas, tratamiento en salud mental


(psicología y/o psiquiatría) o las requeridas.

68
• Establecer estrategias de protección y prevención intra o extrainstitucionales.
• Direccionar los trámites legales pertinentes para la denuncia y/o realizar
seguimiento mediante la contrarreferencia con la entidad remitente, siguiendo
la ruta de atención. Si es necesario se debe realizar el acompañamiento para el
trámite correspondiente.
• Coordinar actividades de remisión institucional e interinstitucional.
• Establecer un plan de seguimiento en conjunto con el grupo familiar, para
generar compromisos y garantizar la intervención clínica.
• Realizar visitas domiciliarias en los casos e instituciones requeridas, con el fin
de realizar seguimiento al grupo familiar, determinar necesidades e
implementar acciones que orienten los procesos requeridos.
• Realizar procesos de capacitación y actualización permanentes.
• Atender las solicitudes de las instancias legales para el manejo o seguimiento de
los casos.
• Coordinar acciones de protección que varían de acuerdo con el caso particular,
entre ellas el alojamiento temporal, aunque en miras de resguardar el Interés
superior del niño, niña o adolescente siempre se prefiere que permanezca en su
entorno familiar. Respecto a esto, Fuentes (2012) establece que este profesional
cuenta con las competencias para solicitar el retiro de su medio familiar ya que
no le provee las condiciones necesarias para su desarrollo. Así pues, tendrá que
analizar las razones para retirarlo siempre teniendo en cuenta lo que implica la
separación de un NNA de su hogar y el efecto que tiene sobre las relaciones
vinculares; para esto es muy importante el trabajo con otras áreas del
conocimiento.

Es por todo lo expuesto anteriormente que el ejercicio de este profesional se basa en la


realización de diagnósticos sociales y no psicológicos (Fuentes 2012), sin embargo, se
observa que uno de los principales problemas de esta área es la falta de especificidad de
las funciones que tiene que cumplir este profesional, por lo que termina realizando
acciones que le competen al psicólogo y a este último también se le solicita la realización
de procedimientos como las visitas domiciliarias. Por esta razón, dentro de la
investigación de Casado (2017) se señala la importancia de ampliar la formación de
profesionales del trabajo social en el abordaje del Abuso Sexual Infantil puesto que
podría contribuir a que su atención pueda darse en más niveles de los que se realiza
ahora. Adicionalmente, se señala la necesidad de protocolos para la atención de esta
problemática que describan las funciones de cada profesional con el fin de no generar
daño a las víctimas durante este proceso.

6. EDUCACIÓN

En los casos de Abuso Sexual Infantil las instituciones educativas en Colombia están
regidas por la Ley 1146 de 2007, Capítulo IV. El sector educativo y la prevención del
Abuso Sexual Infantil desde este contexto:

• Artículo 11. Identificación Temprana en el Aula. Los establecimientos


educativos oficiales y privados que ofrezcan educación formal en los niveles de

69
básica y media, deberán incluir elementos que contribuyan a la identificación
temprana, prevención, autoprotección, detección y denuncia del abuso sexual de
que puedan ser víctimas los educandos, dentro y fuera de los establecimientos
educativos.

• Artículo 12. Obligación de Denunciar. El docente está obligado a denunciar ante


las autoridades administrativas y judiciales competentes, toda conducta o
indicio de violencia o abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes del que
tenga conocimiento.

• Artículo 13. Acreditación. Los docentes que tengan a su cargo el programa en


educación para la sexualidad, salud sexual y reproductiva en los
establecimientos oficiales y privados, deberán ser profesionales idóneos,
capacitados en ese campo de manera que posibiliten la detección y manejo de
cualquier caso de Abuso Sexual de sus estudiantes. Tales docentes deberán
acreditar su perfil de conformidad con las disposiciones y directivas emanadas
del Ministerio de Educación Nacional.

• Artículo 14. Cátedra de Educación para la Sexualidad. Los establecimientos de


educación media y superior deberán incluir en sus programas de estudio, con el
propósito de coadyuvar a la prevención de las conductas de que trata la presente
ley, una cátedra de educación para la sexualidad, donde se hará especial énfasis
en el respeto a la dignidad y a los derechos del menor.

Ahora bien, las personas que desarrollan su actividad profesional dirigida a niños, niñas
y adolescentes deben tener las competencias para detectar signos de posible Abuso
Sexual Infantil. Cabe destacar que, aunque los indicadores no son garantía de la
ocurrencia de abuso, si son evidencia de que algo está sucediendo con el NNA, por lo
que es importante realizar un seguimiento. Respecto a esto, es frecuente que, al notar
algún indicador, el miembro de la institución educativa sienta la necesidad de conocer
más detalles antes de decidirse a comunicarlo y termina por interrogar al NNA por
medio de una clase de entrevista. Esto último no debe ser llevado a cabo por alguien
distinto a un profesional capacitado, por lo que no se recomienda en los ámbitos
educativos (Fernández y Guerrero, 2016).

Por el contrario, cuando el docente se ve enfrentado a este tipo de situaciones,


Fernández y Guerrero (2016) recomiendan acercarse al NNA de manera relajada, en un
entorno donde se sienta cómodo y asegurándose de tener el tiempo suficiente; expresar
de manera neutral la preocupación por medio de frases como “Estoy preocupada por ti,
últimamente te ves algo triste, ¿te ha pasado algo?” y escuchar su respuesta de manera
atenta. Adicionalmente, se puede realizar un acercamiento a los padres del menor con
el fin de comunicarles lo observado de manera tranquila y discreta, mostrando interés
por algún cambio en el entorno familiar.

También puede ocurrir que el niño, niña o adolescente revele, de manera directa o
indirecta el abuso del que es víctima. En estos casos es importante:
70
1.Ser sensible a las necesidades del NNA. En este momento es especialmente
vulnerable, por lo que es necesario que sepa que el profesional le cree y que está dispuesto
a escucharlo y apoyarlo.
2. No posponer la revelación. El NNA debe ser escuchado en el momento que ha elegido
comunicarlo.
3.Mantener la calma y escuchar con atención. Lo cual le enseñará al NNA que puede
hablar de lo ocurrido con otras personas.
4.Es importante no mostrar las emociones puesto que podría desencadenar en el NNA
más ansiedad o miedo; no juzgar ni insultar; no interrumpir el relato; ser cálido y
cercano; en el momento en que la información sea lo suficientemente clara, no pedir
más detalles y orientar la conversación hacia el apoyo emocional. Una vez la
conversación finalice, agradecerle la confianza y explicarle que es importante
comunicarlo a un tercero por motivos de seguridad.
5.Dejar por escrito lo que se ha escuchado. Estas notas deben ser lo más fieles posible a
lo relatado por el NNA, haciendo uso de las palabras tal y como las usó, y describiendo
su comportamiento durante la revelación.
6.Posterior a esto, es necesario comunicarlo a los padres de inmediato y orientarlos
frente a los pasos a seguir. Cuando la revelación indique que el perpetrador es un
miembro de la familia nuclear, se debe poner en conocimiento a las autoridades sin
previa comunicación a los padres o cuidadores. Finalmente, respecto al manejo de esta
información, la institución educativa y sus miembros deben salvaguardar la identidad
de la víctima y el presunto victimario, salvo que la información sea solicitada por una
autoridad competente (Fernández y Guerrero, 2016).

De acuerdo con todo lo mencionado, la Alcaldía Mayor de Bogotá junto con la Secretaría
Distrital de Educación (2014) realizaron un documento orientado a ofrecer información
acerca de las formas de responder ante situaciones que afecten el adecuado ejercicio de
los derechos que tienen los niños, niñas y adolescentes; entre estas se encuentra la
violencia sexual. En primer lugar, los docentes y directivos deben activar rutas de acción
en el caso de identificar indicadores conductuales como: retraimiento, conductas
sexualizadas, tristeza, llanto sin razón aparente, excesivo temor al contacto físico
percibido como normal, personalidad sumisa, conducta agresiva, trastornos del sueño,
pseudomadurez y bajo rendimiento académico (Cantón y Cortés, 2000; Alcaldía Mayor
de Bogotá y Secretaría Distrital de Educación, 2014).

En presencia de estas señales, se debe entablar una conversación con el NNA con el fin
de preguntar acerca de lo observado. Si en este momento surgen más indicios acerca de
la ocurrencia de abuso sexual, se busca obtener mayor información con el fin de poder
completar el reporte a la autoridad competente. Esta será información general, pues en
ninguna circunstancia se deben llevar a cabo entrevistas a profundidad. En caso de que
el relato obtenido no corresponda con la presunta ocurrencia de esta problemática, el
docente debe realizar un seguimiento del NNA, puesto que los comportamientos
identificados igual pueden ser señal de alguna otra situación (Alcaldía Mayor de Bogotá
y Secretaría Distrital de Educación, 2014).

71
Una vez se ha remitido el caso a las autoridades (Comisaría de familia, Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar- ICBF o el Centro de Atención Integral a Víctimas de
Abuso Sexual- CAIVAS), la institución educativa debe establecer contacto con algún
familiar del niño, niña o adolescente teniendo en cuenta que no sea el presunto agresor,
con el fin de sensibilizar a la familia acerca del proceso de Restablecimiento de Derechos;
este es el momento también para dejar claridad acerca de los alcances y limitaciones que
tiene el profesional dentro de la institución educativa. Finalmente, se realiza un
seguimiento para asegurar que el NNA y su familia estén asistiendo a los procesos que
sean necesarios, reportar cualquier novedad, ofrecer información o asesoría y evitar que
esta sufra de victimización secundaria dentro de la institución.

Cuando el ASI es revelado dentro de la institución educativa, el error que se comete


comúnmente es realizar una especie de entrevista o cuestionario al niño, niña o
adolescente, lo cual puede tener implicaciones sobre su relato y el posterior proceso
legal. Así como lo afirman Fernández y Guerrero (2016) es de gran importancia no
influir sobre el recuerdo o la expresión que el NNA realiza del abuso pidiéndole detalles
o aclaraciones, puesto que debe declarar una sola vez ante un profesional que esté
capacitado para validar su testimonio. Adicionalmente, se debe evitar realizar promesas
que no se pueden cumplir, expresar angustia y tratar al NNA de manera diferente
después de la revelación, por ejemplo, sobreprotegiéndolo.

7. PAPEL DE LA FAMILIA

Prevención

Como escenario de socialización primaria, el sistema familiar debe promover y


fortalecer ciertos factores que protejan y hagan menos probable la ocurrencia de Abuso
Sexual Infantil. La fundación Plan (2007) identifica los siguientes:

1.Amor incondicional y reconocimiento.


2.Esto permite que el niño, niña o adolescente no necesite afecto por parte de terceros
que terminen por manipularlo y abusarlo, además de darle la certeza de poder acercarse
a sus padres o cuidadores ante cualquier circunstancia.
3.Relaciones cercanas.
4.Dedicar el tiempo suficiente, estar disponibles y mostrar interés por las actividades,
necesidades, sentimientos, logros y dificultades del niño, niña o adolescente.
5.Comunicación efectiva.
6.Tanto la libertad para hablar y expresarse, como los espacios para pedir orientación
desarrollan en los niños la confianza para decir lo que piensan y sienten y hace menos
probable la presencia de secretos (Urra, 2013).
7.Hablar de la existencia de violencia sexual con un niño, niña o adolescente puede
asustar a los adultos, sin embargo, este tipo de educación facilitará que identifique
situaciones de riesgo y pueda comunicarlo oportunamente. Teniendo en cuenta que las
nuevas tecnologías se prestan también para el desarrollo de conductas abusivas, los
padres deben informar a sus hijos acerca del uso adecuado y seguro del internet, además
de supervisar su uso cotidiano (Fundación Márgenes y Vínculos, 2015).

72
• Disciplina sin violencia
Enseñar límites a los niños, niñas y adolescentes sin violencia física o emocional
promueve en ellos la toma de decisiones basada en la reflexión y no en la obediencia a
ciegas hacia los adultos. Esta sumisión pone al NNA en una posición de fragilidad frente
a una situación de abuso. De esta manera, es recomendable un estilo de crianza desde
los derechos humanos, fortaleciendo los vínculos afectivos caracterizados por el respeto
y la equidad, sin importar el sexo o la edad. Esto hará que el NNA entienda que tiene
derecho a decir “No” explícitamente si se siente mal, incómodo o confundido en
determinadas situaciones. (Fondo de Población de las Naciones Unidas, 2011; Urra,
2013).

• Resolución pacífica de conflictos


Si los problemas son resueltos haciendo uso de violencia, el niño, niña o adolescente
podrían callar situaciones de riesgo por miedo a la reacción de los adultos, generando
en él sentimientos de inseguridad, confusión y temor. Por otra parte, se recomienda
evitar dejar a los niños/as al cuidado de otros menores de edad que, por el desarrollo de
su sexualidad, puedan acceder a los niños más pequeños como parte de los procesos de
experimentación. Finalmente, es importante abordar los antecedentes de violencia
sexual con el fin de identificarlos e intervenir en el rompimiento del ciclo
transgeneracional de la violencia (Fondo de Población de las Naciones Unidas, 2011).

Para finalizar, debe tenerse en cuenta que el factor protector más importante es el
ejemplo que le dan los padres a sus hijos(as), puesto que lo que ellos perciban de su
entorno determinará la forma en la que se enfrenten a todo tipo de situaciones.

Atención

El momento de la revelación en una situación de Abuso Sexual Infantil es impactante,


sobre todo para los padres del niño, niña o adolescente que está siendo víctima. Sin
embargo, las primeras reacciones que tengan los adultos son fundamentales para el
proceso posterior. Es por esta razón que la Fundación Márgenes y Vínculos (2015)
recomiendan:

1.Mostrar interés por el relato del niño, niña o adolescente y que sepa que el adulto le
cree. Sin embargo, es importante también evitar interrogarlo e ir más allá de lo que él
quiera compartir en el momento.
2.Mantener la calma y no mostrar emociones fuertes, ya que esto puede producir
preocupación y miedo en el NNA.
3.Hacerle saber que no tiene la culpa de lo sucedido, que el único responsable es el
agresor.
4.Infórmele y asegúrele que lo va a proteger, que impedirá que la situación ocurra
nuevamente y que el amor hacia él no va a cambiar.
5.Dígale que ha sido muy valiente en haber contado la situación y que se está orgulloso
de él.
6.Consultar de inmediato con un profesional.
7.Adicional a los elementos mencionados, es importante que, dentro de lo posible, la
revelación no altere la vida cotidiana del NNA, promoviendo que siga asumiendo su rol
como niño. Por esta razón es recomendable que siga escolarizado y disfrute de otro tipo
de actividades, pues al retirarlo de estos contextos puede sentir que está siendo

73
castigado (Fondo de Población de las Naciones Unidas, 2011; Urra, 2013).

Teniendo en cuenta el papel central que tiene la familia en la prevención del Abuso Sexual
Infantil, uno de los errores más comunes es negar la existencia de estas problemáticas,
limitando las estrategias de prevención en el niño, niña o adolescente.

En cuanto al afrontamiento de estas situaciones, los familiares del NNA pueden tomar
algunas posiciones que dificultan una adecuada recuperación; por un lado, no creerle,
haciéndole pensar que confundió la situación o que es un mentiroso. Por otro lado, el
abuso sexual puede aceptarse y centrar la vida del NNA desde esa situación,
sobreprotegiéndolo y prohibiéndole retomar sus actividades cotidianas. Cualquiera de
estos dos caminos puede generar un daño más grave en el niño, niña o adolescente.

Por último, es importante tener en cuenta que ante la revelación se presentan ciertos
miedos; por un lado, el NNA puede pensar que lo van a señalar como mentiroso o como
un provocador de la conducta sexual, además de temer por lo que pueda suceder con su
agresor. En cuanto a los padres, podrían preguntarse por el proceso judicial,
preocupados por el daño que este puede generar en su hijo y por la posibilidad de
demostrar que los hechos realmente sucedieron; en los casos en los que el agresor
resulta ser el padre, los miedos de la madre podrían estar orientados a ser una víctima
también o a ser abandonada (Urra, 2013). Esto debe ser tenido en cuenta por todos los
profesionales que tienen contacto con la víctima y su familia con el fin de llevar a cabo
un acompañamiento oportuno.

Conclusiones Preliminares

En el abordaje del Abuso Sexual Infantil es necesario tener en cuenta tres principios
que deben seguirse con el fin de garantizar una atención adecuada. En primer lugar, el
Principio de inmediación de la prueba se refiere al derecho que tienen, en este caso los
niños, niñas y adolescentes víctimas de estas conductas, de ser atendidos con carácter
prioritario por los profesionales que cumplen funciones en la restitución de los derechos
y las interconsultas que dieran lugar en cada caso, en cumplimiento de los protocolos
de los sectores de educación, salud y justicia. Adicionalmente, estos procedimientos
deben ser llevados a cabo en corto tiempo entre cada sesión; a este derecho se le
denomina Principio de concentración de la prueba. Finalmente, los NNA deben ser
atendidos de forma amplia e integral por los profesionales, guardando las evidencias y
evitando en todo caso la victimización secundaria tal como lo enuncia el Principio de
intervención mínima.

Así pues, cuando el trabajo que realizan estos profesionales no se articula,


incumpliendo con el factor de integralidad, es probable que se generen efectos negativos
en la víctima, o como se mencionó anteriormente, procesos de victimización secundaria
mediante acciones como: la ausencia o poca coherencia de los objetivos que se plantean
los distintos sectores que atienden la problemática; la falta de claridad acerca de las
funciones que tiene cada profesional, lo que se termina traduciendo en la repetición de
los procedimientos; la precariedad en la formación y capacitación de los profesionales
y los problemas de infraestructura. De esta forma, los derechos de esta población
terminan siendo nuevamente vulnerados, o incluso pueden llevarlos a la creación de
guiones, confabulaciones o retractación.
74
CAPÍTULO 3. ANÁLISIS DE GUÍAS Y PROTOCOLOS

El Abuso Sexual Infantil es una problemática con un alto nivel de complejidad para su
abordaje, por lo que se hacen necesarias guías y protocolos que orienten a los
profesionales en sus funciones dentro de los programas y procesos de prevención,
atención, evaluación y seguimiento. En Colombia, tanto las instituciones públicas como
las privadas han diseñado este tipo de herramientas con el objetivo de brindar una
atención integral a los niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de este
fenómeno. Esto ha generado que actualmente estén disponibles un gran número de
protocolos cuya calidad no ha sido monitoreada por medio de investigaciones que
midan su eficacia y eficiencia.

A continuación se retoma el análisis de guías y protocolos realizado por Abril, Alcántara,


Castañeda y Martínez (2016) en su investigación Abuso Sexual Infantil: Protocolos de
Protección Integral en Colombia, cuyo objetivo fue identificar cuáles de ellos cumplían
con los requisitos de Protección integral definidos en el Artículo 7 del Código de la
Infancia y la Adolescencia (Ley 1098 de 2006): “El reconocimiento como sujetos de
derechos, la garantía y cumplimiento de los mismos, la prevención de su amenaza o
vulneración y la seguridad de su restablecimiento inmediato en desarrollo del principio
del interés superior. La protección integral se materializa en el conjunto de políticas,
planes, programas y acciones que se ejecuten en los ámbitos nacional, departamental,
distrital y municipal con la correspondiente asignación de recursos financieros, físicos
y humanos”. Los principales hallazgos fueron:

• “Reconocimiento como sujetos de derechos, la garantía y cumplimiento de


estos”
Si bien todas las guías revisadas mencionan el marco legal relacionado con la protección
de la infancia, estas no profundizan en los artículos o leyes que guiarán el plan de acción,
lo que genera que estos elementos no se articulen con el contenido del protocolo y no
sean explícitos los derechos que se están protegiendo. Adicionalmente, carecen de bases
teóricas, metodológicas, socioculturales y de investigaciones previas sobre otros
protocolos nacionales e internacionales (Abril, Alcántara, Castañeda y Martínez, 2016).

• “Prevención de su amenaza o vulneración y la seguridad de su


restablecimiento inmediato en desarrollo del principio del interés superior”
Si bien los componentes de prevención, atención, evaluación y seguimiento se
encuentran presentes en el análisis, no todos están bien fundamentados ni se les da la
misma importancia, observando la prevalencia de propuestas orientadas a prevención y
atención. Adicionalmente, no se identifica una ruta jurídica clara que permita agilizar
el proceso de restablecimiento de derechos de los niños, niñas y adolescentes víctimas
de abuso sexual, y garantizar una intervención integral e integrada (interprofesional,
intersectorial e interinstitucional). Todo lo anterior impide que se garantice la justicia,
reparación y el derecho al debido proceso (Abril, Alcántara, Castañeda y Martínez,
2016).

75
• “La protección integral se materializa en el conjunto de políticas, planes,
programas y acciones que se ejecuten en los ámbitos nacional, departamental,
distrital y municipal”
Los protocolos no responden al cumplimiento de la protección integral por los
elementos mencionados a lo largo de esta sección. De igual forma no es posible
comprobar su ejecución, puesto que los documentos analizados no cuentan con
procedimientos claros de seguimiento y evaluación. Lo anterior impide que haya una
verificación del éxito o fracaso de las acciones propuestas para el cumplimiento de los
objetivos, y que la única herramienta disponible para evaluar el impacto de los
protocolos sean las alarmantes estadísticas en Colombia (Abril, Alcántara, Castañeda y
Martínez, 2016).

• “La correspondiente asignación de recursos financieros, físicos y humanos”


La mayoría de los protocolos no especifican estos elementos, y los que lo hacen son en su
mayoría elaborados por instituciones privadas.

Respecto al análisis de atención interprofesional realizado en el presente documento, la


mayoría de protocolos revisados se encuentran especializados en una sola disciplina,
mientras que las otras son brevemente descritas o en otros casos ni siquiera se
mencionan; de acuerdo con lo anterior, se observa mayor profundización en las áreas
de medicina y psicología, mientras que el trabajo social, el sector educativo, el derecho,
la familia y la comunidad no son desarrollados de forma especializada. Esto, según
Abril, Alcántara, Castañeda y Martínez (2016) produce que el menor de edad sea visto
como un ente aislado y no se conciba como un ser biopsicosocial.

Ahora bien, en otros países han sido desarrollados protocolos para el abordaje del
Abuso Sexual Infantil que pueden ser tomados como un modelo para la protección
integral de esta población. A nivel Latinoamérica, Abril, Alcántara, Castañeda y
Martínez (2016) destacan el protocolo Protección legal y sistema de atención integral
para la niñez y adolescencia en Cuba en la Misión Permanente ante la Oficina de las
Naciones Unidas en Ginebra y los Organismos Internacionales con sede en Suiza
(2013) de Cuba, debido a la implementación de diferentes elementos claves como la
fuerte asistencia social, acceso gratuito a los servicios de salud, educación, cultura y
recreación, la comunicación efectiva entre las instituciones gubernamentales y la
sociedad civil.

Entre los protocolos internacionales más reconocidos, se encuentra el Plan de Acción


del Gobierno Federal para la protección de los niños y adolescentes de la violencia y
la explotación sexual (2011) realizado en Alemania, el cual le da especial importancia al
estudio de los protocolos previos con el fin de mejorarlos y modificarlos a causa de los
cambios que tiene el contexto sociocultural, por ejemplo, incluyendo categorías como
la ciber victimización y fortaleciendo la protección de los menores de edad dentro del
mundo digital (Abril, Alcántara, Castañeda y Martínez, 2016).

Por otra parte, el protocolo de los Resultados del estudio "Optimus" en Suiza -
Victimización sexual de Los niños y adolescentes en Suiza (2011) es concebido como una
76
herramienta que surge del estudio del contexto cultural propio y es desarrollado, no sólo
para profesionales que trabajan en el abordaje de la problemática, sino que involucra al
conjunto de la sociedad. El protocolo español denominado Programa de prevención e
intervención en Abuso Sexual Infantil (2010) por su parte, cuenta con fases detalladas
para su desarrollo las cuales se dividen en las necesidades que deben atenderse en la
víctima y el victimario. Adicionalmente, incluye indicadores cualitativos y cuantitativos
para la evaluación (Abril, Alcántara, Castañeda y Martínez, 2016).

Para finalizar, se observa que en Colombia cada profesional está regido por un protocolo
especializado en su área y lleva a cabo los procedimientos sin tener conocimiento acerca
de las funciones que cumplen otros expertos en el abordaje del ASI. Por esta razón se
observa una falta de articulación que limita los alcances de la atención integral e
interprofesional a esta población.

77
CAPÍTULO 4. CRITERIOS DE INTERVENCIÓN
INTERPROFESIONAL

Retomando el análisis elaborado, los protocolos existentes no están generando un


impacto en el abordaje de esta problemática. Por esta razón es importante plantear
algunos criterios que permitan un abordaje interprofesional en los casos de Abuso
Sexual Infantil.

Protocolo Integral

Si bien existen un gran número de protocolos que recogen las funciones que debe llevar
a cabo cada profesional, estas no se encuentran adecuadamente articuladas, así como
tampoco existe una ruta de atención estructurada en donde sea claro en qué momento
debe intervenir cada uno de estos profesionales. Por lo tanto, el criterio más importante
en el abordaje del ASI es un protocolo integral que desarrolle la promoción, prevención,
evaluación, atención y seguimiento; incluya los procedimientos de cada uno de los
funcionarios y describa la ruta que debe seguir la víctima, con el fin de garantizar las
buenas prácticas en el trabajo interprofesional y evitar fenómenos como la
victimización secundaria. Adicionalmente, deben incluirse a la familia y la sociedad
como sujetos activos dentro de este proceso.

De acuerdo con esto, un protocolo integral debe contener: un metaanálisis de


protocolos nacionales e internacionales con el fin de tener conocimiento sobre los
avances en el abordaje del ASI; estadísticas actualizadas que recojan los datos de todas
las instituciones encargadas de atender este tipo de problemáticas; una
fundamentación conceptual y teórica aplicada a la labor de todos los profesionales, con
el objetivo de que ejecuten sus funciones con base en aspectos técnico científicos y no
en mitos o conocimientos específicos de cada área del conocimiento; el marco legal
correspondiente al país, que se articule con el contenido del protocolo y no sea sólo una
lista de leyes; los aspectos éticos y deontológicos que guían el ejercicio de los
profesionales; la descripción y aplicación de un adecuado seguimiento del NNA y su
familia una vez termine la etapa de evaluación dentro del proceso judicial, con el
propósito de facilitar su adaptación y disminuir la complejidad del daño psíquico.

Por último, una de las funciones de casi todos los profesionales es el desarrollo de una
entrevista al NNA lo cual aumenta el riesgo de victimización secundaria, construcción
de guiones, falsas memorias y sugestión; ¿De qué manera se podría delimitar la
aplicación de este procedimiento para evitar estos efectos negativos?

Procesos estandarizados de seguimiento y evaluación

Actualmente no se conocen datos acerca del impacto que tienen los protocolos en el
abordaje del Abuso Sexual Infantil, por lo que las estadísticas son la única herramienta
para determinar el éxito o fracaso de estos programas. Así pues, se observa la necesidad
de estandarizar procesos de seguimiento y evaluación con el fin de que las guías y
protocolos cumplan con los objetivos propuestos y se garanticen las buenas prácticas

78
en el ejercicio de los profesionales. Estas herramientas se encuentren en constante
revisión para disminuir al máximo los niveles de error. Adicionalmente, más que la
creación de nuevos protocolos es necesaria la actualización constante de los ya
existentes, la cual tenga en cuenta el nuevo conocimiento técnico científicos y los cambios
socioculturales, por ejemplo, la incidencia de las nuevas tecnologías en la ocurrencia de
ASI.

Equipo técnico interprofesional

La necesidad de articulación, además de plasmarse en un protocolo, debe aplicarse en


la práctica por medio de un equipo interprofesional especializado en casos de Abuso
Sexual Infantil, el cual ponga en común las necesidades y objetivos de cada caso
particular, con el fin de que se delimiten todos los procedimientos de acuerdo con el
profesional más adecuado, se proteja el indicio cognitivo original (primera versión) y se
evite la victimización secundaria.

Quienes integren estos equipos, independientemente de su campo de acción, deben


estar capacitados en técnicas de entrevista, primeros auxilios psicológicos, atención
humanizada, entre otros aspectos.

Comentarios Finales

En Colombia se ha venido aplicando un modelo de Justicia Restaurativa, sin embargo,


en el abordaje del Abuso Sexual Infantil sigue primando una justicia punitiva que deja la
reparación de las víctimas en segundo plano. Por lo tanto, es indispensable que la
actualización o la creación de guías y protocolos se enfoquen en garantizar el bienestar y
evitar cualquier forma de victimización secundaria en el niño, niña y adolescente.

Para concluir, el abordaje interprofesional de esta problemática podrá darse si se


desarrollan políticas públicas claras que incluyan investigaciones y trabajos
interdisciplinarios, lo cual permitirá también un cambio de paradigma orientado a
conocer el trabajo de otros y articularlo con el propio. En este orden de ideas, la
pregunta que debe plantearse en torno a la atención del ASI debería ser ¿Cómo
contribuye mi formación, junto con la formación de otros profesionales a la
prevención, atención y evaluación de esta problemática? No se conseguirá un trabajo
realmente integral hasta que se haga consciente la necesidad e importancia que tiene el
trabajo en conjunto para la eficiencia y eficacia en la atención de esta problemática.

79
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