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Belleza y valor: el dinero tribal africano

La exposición temporal Belleza y valor: el dinero tribal africano organizada en el Museo de la


Casa de la Moneda de Madrid nos brinda a través de cuatro estancias una amplia muestra de
objetos adscritos a distintos territorios y etnias del continente africano, así como de diferentes
épocas e índole que fueron concebidos en su época como monedas, como una forma más de
intercambio de unos bienes por otros. Así, pasamos de encontrarnos con productos agrícolas
como semillas, minerales o las conchas de cauris tan codiciadas por los europeos para pagar los
esclavos negros que posteriormente acabarían en el continente americano; hasta objetos de
metal más elaborados con una forma más compacta o esquemática en los que se incluyen
representaciones de su mundo espiritual basado generalmente en la adscripción de poderes
sobrenaturales a elementos de la naturaleza que les rodeaba. El empleo de estos objetos fue tan
importante para los sociedades que hicieron uso de ellos que llegó incluso a sobrevivir al
colonialismo europeo del siglo XIX a un nivel local e incluso a algunos gobiernos locales
durante el siglo XX, por lo que no es de extrañar que, a pesar de la generalización del uso de la
moneda tal y como la concebimos en Occidente, muchas de estas “monedas” tribales aparezcan
representadas en los billetes de los países en los que alguna vez se emplearon.
La exposición está muy bien dispuesta en su conjunto, pero lo que más destaca de ella es el gran
choque cultural que supone el observar objetos que en otras culturas constituyeron una forma de
pago tan habitual como las monedas y los billetes que se usan hoy en día en todo el mundo. No
obstante, una vez superado ese asombro o, incluso, decepción inicial, estos artefactos nos
permiten acercarnos no solamente a la estructura económica de esos pueblos y a su concepción
del dinero o de las figuras que se encargaban de fabricarlo y que se hallaban revestidos de una
condición mágica de la que carecían los trabajadores de las cecas europeas, sino también a otra
forma de comprender el mundo o la realidad que nos rodea. Con todo, cabría destacar, como
aspectos negativos de esta exposición, la escasa duración del recorrido por las salas de la
misma, así como la ausencia de una explicación más profunda de las sociedades que las
utilizaron, la cual podría resultar de mayor interés para un público interesado en conocer la
historia de un continente completamente desconocida para una vasta mayoría del público
europeo u occidental.

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