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Indios de punas i serranías, escribir, i veréis si en un cuarto de siglo
mestizos de la costa, todos fuimos se levanta o no a la dignidad de hombre.
ignorantes i siervos; i no vencimos ni A vosotros, maestros d'escuela, toca
podíamos vencer. galvanizar una raza que se adormece
bajo la tiranía del juez de paz, del
III gobernador i del cura, esa trinidad
embrutecedora del indio.
Si la ignorancia de los gobernantes
i la servidumbre de los gobernados Cuando tengamos pueblo sin
fueron nuestros vencedores, acudamos a espíritu de servidumbre, i militares i
la Ciencia, ese redentor que nos enseña políticos a l'altura del siglo,
a suavizar la tiranía de la Naturaleza, recuperaremos Arica i Tacna, i entonces
adoremos la Libertad, esa madre i sólo entonces marcharemos sobre
enjendradora de hombres fuertes. Iquique i Tarapacá, daremos el golpe
decisivo, primero i último.
No hablo, señores, de la ciencia
momificada que va reduciéndose a Para ese gran día, que al fin
polvo en nuestras universidades llegará porque el porvenir nos debe una
retrógradas: hablo de la Ciencia victoria, fiemos sólo en la luz de
robustecida con la sangre del siglo, de nuestro cerebro i en la fuerza de
la Ciencia con ideas de radio jigantesco, nuestros brazos. Pasaron los tiempos en
de la Ciencia que trasciende a juventud que únicamente el valor decidía de los
i sabe a miel de panales griegos, de la combates: hoi la guerra es un,
Ciencia positiva que en sólo un siglo de problema, la Ciencia resuelve la
aplicaciones industriales produjo más ecuación. Abandonemos el
bienes a la Humanidad que milenios romanticismo internacional i la fe en los
enteros de Teolojía i Metafísica. auxilios sobrehumanos: la Tierra
escarnece a los vencidos, i el Cielo no
Hablo, señores, de la libertad para tiene rayos para el verdugo.
todos, i principalmente para los más
desvalidos. No forman el verdadero En esta obra de reconstitución i
Perú las agrupaciones de criollos i venganza no contemos con los hombres
estranjeros que habitan la faja de tierra del pasado: los troncos añosos i
situada entre el Pacífico i los Andes; la carcomidos produjeron ya sus flores de
nación está formada por las aroma deletéreo i sus frutas de sabor
muchedumbres de indios diseminadas amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a
en la banda oriental de la cordillera. dar flores nuevas i frutas nuevas! ¡Los
Trescientos años há que el indio rastrea viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!
en las capas inferiores de la
civilización, siendo un híbrido con los IV
vicios del bárbaro i sin las virtudes del
europeo: enseñadle siquiera a leer i
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¿Por qué desesperar? No hemos sangre. Sin paciencia de aguardar el
venido aquí para derramar lágrimas bien, exijimos improvisar lo que es obra
sobre las ruinas de una segunda de la incubación tardía, queremos que
Jerusalén, sino a fortalecernos con la un hombre repare en un día las faltas de
esperanza. Dejemos a Boabdil llorar cuatro jeneraciones.
como mujer, nosotros esperemos como
hombres. Si somos versátiles en amor, no lo
somos menos en odio: el puñal está
Nunca menos que ahora conviene penetrando en nuestras entrañas i ya
el abatimiento del ánimo cobarde ni las perdonamos al asesino. Alguien ha
quejas del pecho sin virilidad: hoi que talado nuestros campos i quemado
Tacna rompe su silencio i nos envía el nuestras ciudades i mutilado nuestro
recuerdo del hermano cautivo al territorio i asaltado nuestras riquezas
hermano libre, elevémonos unas convertido el país entero en ruinas de
cuantas pulgadas sobre el fango de las un cementerio; pues bien, señores, ese
ambiciones personales, i a las palabras alguien a quien jurábamos rencor eterno
de amor i esperanza respondamos con i venganza implacable, empieza a ser
palabras de aliento i fraternidad. contado en el número de nuestros
amigos, no es aborrecido por nosotros
¿Por qué desalentarse? Nuestro con todo el fuego de la sangre, con toda
clima, nuestro suelo ¿son acaso los la cólera del corazón.
últimos del Universo? En la tierra no
hai oro par`adquirir las riquezas que Ya que hipocresía i mentira
debe producir una sola Primavera del forman los polos de la Diplomacia,
Perú. ¿Acaso nuestro cerebro tiene la dejemos a los gobiernos mentir
forma rudimentaria de los cerebros hipócritamente jurándose amistad i
hotentotes, o nuestra carne fué amasada olvido. Nosotros, hombres libres
con el barro de Sodoma? Nuestros reunidos aquí para escuchar palabras de
pueblos de la sierra son hombres lealtad i franqueza, nosotros que no
amodorrados, no estatuas petrificadas. tememos esplicaciones ni respetamos
susceptibilidades, nosotros levantemos
No carece nuestra raza la voz para enderezar el esqueleto
d'electricidad en los nervios ni de destas muchedumbres encorvadas,
fósforo en el cerebro; nos falta, sí, hagamos por oxijenar est'atmósfera
consistencia en el músculo i hierro en la viciada con la respiración de tantos
sangre. Anémicos i nerviosos, no organismos infectos, i lancemos una
sabemos amar ni odiar con firmeza. chispa que inflame en el corazón del
Versátiles en política, amamos hoi a un pueblo el fuego par’amar con firmeza
caudillo hasta sacrificar nuestros todo lo que se debe amar, i para odiar
derechos en aras de la dictadura; i le con firmeza también todo lo que se
odiamos mañana hasta derribarle i debe odiar.
hundirle bajo un aluvión de lodo y
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¡Ojalá, señores, la lección dada hoi
por los Colejios libres de Lima halle Verdad, hoi nada podemos, somos
ejemplo en los más humildes caseríos impotentes; pero aticemos el rencor,
de la República! ¡Ojalá todas las frases revolvámonos en nuestro despecho
repetidas en fiestas semejantes no sean como la fiera se revuelca en las espinas;
melifluas alocuciones destinadas a i si no tenemos garras para desgarrar ni
morir entre las paredes de un teatro, dientes para morder ¡que siquiera los
sino rudos martillazos que retumben por mal apagados rujidos de nuestra cólera
todos los ámbitos del país! ¡Ojalá cada viril vayan de cuando en cuando a
una de mis palabras se convierta en turbar el sueño del orgulloso vencedor!
trueno que repercuta en el corazón de (De “Pájinas libres”, 1888)
todos los peruanos i despierte los dos
sentimientos capaces de rejenerarnos i *El antiguo teatro Politeama se
salvarnos: el amor a la patria i el odio a ubicaba en el centro de Lima, en la
Chile! Coloquemos nuestra mano sobre cuadra 12 del Jr. Lampa. Tenía un
el pecho, el corazón nos dirá si aforo para 2000 personas
debemos aborrecerle... aproximadamente. Se incendió en 1911.
Posteriormente fue demolido.
Si el odio injusto pierde a los Este discurso fue leído por el
individuos, el odio justo salva siempre a ecuatoriano Miguel Urbina el 28 de
las naciones. Por el odio a Prusia, hoi julio de 1888.
Francia es poderosa como nunca.
Cuando París vencido se ajita, Berlín FRASES CÉLEBRES DE MANUEL
vencedor se pone de pie. Todos los días, GONZÁLEZ PRADA
a cada momento, admiramos las
proezas de los hombres que triunfaron “En resumen, hoy el Perú es
en las llanuras de Maratón o se hicieron organismo enfermo: donde se aplica el
matar en los desfiladeros de las dedo brota pus” (Propaganda i ataque,
Termópilas; i bien, "la grandeza moral 1888).
de los antiguos helenos consistía en el
amor constante a sus amigos i en el POEMAS DE MANUEL
odio inmutable a sus enemigos. No GONZALEZ PRADA
fomentemos, pues, en nosotros mismos
los sentimientos anodinos del guardador AMAR SIN SER QUERIDO
de serrallos, sino las pasiones
formidables del hombre nacido para Un dolor jamás dormido,
enjendrar a los futuros vengadores. No una gloria nunca cierta,
diga el mundo que el recuerdo de la una llaga siempre abierta,
injuria se borró de nuestra memoria es amar sin ser querido.
antes que desapareciera de nuestras
espaldas la roncha levantada por el Corazón que siempre fuiste
látigo chileno. bendecido y adorado,
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tú no sabes, ¡ay!, lo triste
de querer no siendo amado. TRIOLET
Si eres nieve, ¿por qué tus vivas llamas? ¡Corazones hay tan yertos!
Si eres llama, ¿por qué tu hielo inerte? ¡Almas hay que hieden tanto!
Si eres sombra, ¿por qué la luz derramas? Para verme con los muertos,
Ya no voy al camposanto.
¿Por qué la sombra, si eres luz querida?
Si eres vida, ¿por qué me das la muerte? De Minúsculas (1901)
Si eres muerte, ¿por qué me das la vida?
Capítulo XXXII
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arañas de cristal, tenía las mamparas de Manuel dominado por la ansiedad de
la puerta abiertas de par en par. los ojos: su mirada lo devoraba todo.
Margarita, recostada en uno de los -Sí -dijo con tímido acento la hija
asientos inmediatos a la mesa y las de Marcela, y Manuel, en el vértigo de
flores, jugaba con la orla de un pañuelo la dicha, acercó sus labios a los labios
blanco, con el pensamiento transportado de su amada y recibió su aliento, y
al cielo de sus ilusiones, y el silencio bebió la purísima gota del rocío de las
más imponente reinaba en su rededor. almas en el cáliz de la ventura para
quedar más sediento que antes.
Cuando asomó Manuel a la puerta,
ella cambió de posición con ligereza, y Margarita dijo conmovida:
su primera mirada se dirigió a la alcoba,
donde sin duda estaba Lucía. -¡Manuel...!
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encontrado humedecida por un sudor antes de su muerte, en el secreto que
frío; penetrando en su pensamiento, confió a Lucía -respondió don Fernando
habríamos visto cien ideas agolpadas con gravedad.
como abejas, disputándose la primacía
para brotar moduladas por la palabra. -Me place, don Fernando; el hijo
no es responsable en estos casos, y
Margarita, como aturdida por todo debemos culpar a las leyes de los
lo nuevo que pasaba en su corazón, mal hombres, y en ningún caso a Dios.
podía disimular su estado.
-Así es.
-Algo grave pasa a usted, Manuel
-dijo don Fernando fijándose en el Manuel, bajando algo la voz y aún
joven. la mirada avergonzada, dijo:
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Marcela, en los bordes del
-El obispo Claro, señor. sepulcro, confió a Lucía el secreto del
nacimiento de Margarita, quien no es la
Don Fernando, acercándose al hija del indio Juan Yupanqui, sino... del
joven y estrechándole contra su pecho, obispo Claro.
agregó:
-¡Mi hermana!
-Usted lo ha dicho, don Manuel;
¡no culpemos a Dios, culpemos a las -¡Mi hermano!
leyes inhumanas de los hombres que
quitan el padre al hijo, el nido al ave, el Dijeron a una voz Manuel y
tallo a la flor...! Margarita, cayendo ésta en los brazos
de su madrina, cuyos sollozos
-¡Manuel! ¡Margarita...! ¡Aves sin acompañaban el dolor de aquellas
nido...! -interrumpió Lucía, pálida como tiernas aves sin nido.
la flor del almendro, sin poderse
contener, y gruesas gotas de lágrimas MALCCOY
resbalaron por sus mejillas. Leyenda India – Clorinda Matto de
Turner
Manuel no alcanzaba a explicarse
aquel cuadro donde Margarita, muda, I
temblaba como la azucena juguete del
vendaval. Si bien es cierto que el cautiverio
ha hecho degenerar la raza indígena,
La palabra de don Fernando debía dejando caer denso velo sobre sus
finalizar aquella situación de agonía, facultades intelectuales, que al presente
pero su voz viril, siempre firme y parecen adormidas en la atonía, no
franca, estaba temblorosa como la de un menos verdad es la de que en sus
niño. El sudor invadía su frente noble y épocas primaverales, los indios dejan
levantada, y sacudía la cabeza en correr un tanto aquel funesto velo, y
ademán ya de duda, ya de asombro. como quien vuelve a la alborada de la
vida se entregan a las fiestas
Por fin, señalando a Margarita con tradicionales de sus mayores.
la acción, como recomendándola a los
cuidados de su esposa, y dirigiéndose a Una de ésas es el malccoy.
Manuel, continuó: Traduciendo libremente a! castellano
esta palabra, dinamos: la juventud con
-¡Hay cosas que anonadan en la sus umbrales encantados de amor y de
vida...! ¡Valor, joven...! ¡Infortunado ensueño; la primera ilusión del niño
joven...! trocado en hombre, la primera sonrisa
intencionada, después del reír de la
felicidad, que no deja cuenta clara para
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quien se reconcentre en su examen la carrera, al finalizar las labores
psicológico. consiguientes.
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Pedro, tal vez más tranquilo, El balido de las ovejas y el bufar
comenzó a ver que sólo al lado de de los bueyes, los nidos de palomitas
Pituca se sentía bien, y los días de cenizas multiplicados en las ramas de
faena, en que tenía que suplir a su padre los algarrobos, las retamas y mámanos,
e iba al pueblo, taciturno y caviloso, anuncian en aquellos campos que ha
respiraba por la choza, por la manada y llegado la estación del otoño: los
por la zanja. tendales se preparan para la cosecha, el
agricultor suspira con inquietud
¡Pituca! se decía al tomar la ración codiciosa y las indiecitas casaderas
de coca ofrecida por su cacique, en comienzan a componer las cantatas del
cuyos campos labraba, sin otra yaraví con el cual han de celebrar el
recompensa. ¡Pituca! al mirar las llicllas malccoy.
coloradas y de puitos verdes tramados
con vicuña que lucían las esposas del Es el día de la faena.
alcalde o del regidor de su ayllu.
Un día, sentando a Pituca sobre su Los mayordomos, cabalgados en
falda: lomillos puestos sobre los lomos de
vetusto repasiri mayordomil, que de
—Urpillay —le dijo—. Mi padre, estos hay dos o tres en las fincas,
mi hermano mayor, el compadre recorren al galope las cabañas. Suena la
Huancachoque, todos tienen su mujer- bocina del indio segunda y pronto los
cita. ¿Quieres tú ser mi palomita prados se cubren de indios que llevan la
compañera? Yo correré el malcco este segadera y la coyunda con asa de fierro
año, ¡ay!, lo correré por ti, y si tengo tu lustroso.
palabra, no habrá venado que me Son los alegres afanes de la
dispute la carrera. cosecha Terminado el recojo de las
mieses, viene luego el malccoy.
—Córrela, Pedrucha —contestó
Pituca—, porque yo seré buena mujer- Aquella vez eran las planicies de,
cita para ti, pues dormida’ sueño* Hatunccolla, en la finca de mi padre, las
contigo, tu nombre sopla a mi oído los que servían de teatro a las- poéticas
machulas de otra vida, y despierta, fiestas de esos buenos indios.
cuando te ausentas, me duele el
corazón. Comenzaron a llegar las- -indias
acompañadas de sus hijas.
—Escupe al suelo —respondióle
Pedro abrazándola, y aquel compromiso En el solar de la izquierda, llama-,
quedó sellado así. do Tinaco, se reunieron los varones
Los maizales verdes esmeralda se para la designación de los malccos.
tornaron amarillos como el oro.
La voz unánime señaló a Pedro y a
Sebastián. Este último era un indiecito
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de carrillos de terebinto, trenza de los dos "mancebos se lanzaron al aire
azabache y mirada de cernícalo. En la como gamos perseguidos por tirano
comarca no le designaban con’ otro cazador.
nombre que con el de Chapacucha, y
tenía como tres cosechas de más sobre
la edad de Pedro. IV
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en cumplimentar a la dichosa pareja,
por cuya felicidad fueron todos los
yaravíes cantados en el malccoy
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