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EL DISCURSO EN EL POLITEAMA

Manuel Gonzales Prada

I que se va, manchada con la guerra civil


Señores: de medio siglo, con la quiebra
fraudulenta i con la mutilación del
Los que pisan el umbral de la vida territorio nacional.
se juntan hoi para dar una lección a los
que se acercan a las puertas del Si en estos momentos fuera
sepulcro. La fiesta que presenciamos oportuno recordar vergüenzas i renovar
tiene mucho de patriotismo i algo de dolores, no acusaríamos a unos ni
ironía: el niño quiere rescatar con el oro disculparíamos a otros. ¿Quién puede
lo que el hombre no supo defender con arrojar la primera piedra?
el hierro.
La mano brutal de Chile
Los viejos deben temblar ante los despedazó nuestra carne i machacó
niños, porque la generación que se nuestros huesos; pero los verdaderos
levanta es siempre acusadora i juez de vencedores, las armas del enemigo,
la jeneración que desciende. De aquí, de fueron nuestra ignorancia i nuestro
estos grupos alegres i bulliciosos, saldrá espíritu de servidumbre.
el pensador austero i taciturno; de aquí,
el poeta que fulmine las estrofas de
acero retemplado; de aquí, el
historiador que marque la frente del
culpable con un sello de indeleble
ignominia.

Niños, sed hombres, madrugad a


la vida, porque ninguna jeneración
recibió herencia más triste, porque
ninguna tuvo deberes más sagrados que
cumplir, errores más graves que II
remediar ni venganzas más justas que
satisfacer. Sin especialistas, o más bien
dicho, con aficionados que presumían
En la orjía de la época de omniscientes, vivimos de ensayo en
independiente, vuestros antepasados ensayo: ensayos de aficionados en
bebieron el vino jeneroso i dejaron las Diplomacia, ensayos de aficionados en
heces. Siendo superiores a vuestros Economía Política, ensayos de
padres, tendréis derecho para escribir el aficionados en Lejislación i hasta
bochornoso epitafio de una jeneración ensayos de aficionados en Tácticas i
Estratejias. El Perú fué cuerpo vivo,
espuesto sobre el mármol de un La nobleza española dejó su
anfiteatro, para sufrir las amputaciones descendencia dejenerada i
de cirujanos que tenían ojos con despilfarradora: el vencedor de la
cataratas seniles i manos con temblores Independencia legó su prole de
de paralítico. Vimos al abogado dirijir militares i oficinistas. A sembrar el
l'hacienda pública, al médico emprender trigo i estraer el metal, la juventud de la
obras de injeniatura, al teólogo jeneración pasada prefirió atrofiar el
fantasear sobre política interior, al cerebro en las cuadras de los cuarteles i
marino decretar en administración de apergaminar la piel en las oficinas del
justicia, al comerciante mandar cuerpos Estado. Los hombres aptos para las
de ejército...Cuánto no vimos en esa rudas labores del campo i de la mina,
fermentación tumultuosa de todas las buscaron el manjar caído del festín de
mediocridades, en esas vertijinosas los gobiernos, ejercieron una insaciable
apariciones i desapariciones de figuras succión en los jugos del erario nacional
sin consistencia de hombre, en ese i sobrepusieron el caudillo que daba el
continuo cambio de papeles, en esa pan i los honores a la patria que exijía el
Babel, en fin, donde la ignorancia oro i los sacrificios. Por eso, aunque
vanidosa i vocinglera se sobrepuso siempre existieron en el Perú liberales i
siempre al saber humilde i silencioso! conservadores, nunca hubo un
verdadero partido liberal ni un
Con las muchedumbres libres verdadero partido conservador, sino tres
aunque indisciplinadas de la grandes divisiones: los gobiernistas, los
Revolución, Francia marchó a la conspiradores i los indiferentes por
victoria; con los ejércitos de indios egoísmo, imbecilidad o desengaño. Por
disciplinados i sin libertad, el Perú irá eso, en el momento supremo de la
siempre a la derrota. Si del indio lucha, no fuimos contra el enemigo un
hicimos un siervo ¿qué patria coloso di bronce, sino una agrupación
defenderá? Como el siervo de la Edad de limaduras de plomo; no una patria
media, sólo combatirá por el señor unida i fuerte, sino una serie de
feudal. individuos atraídos por el interés
particular y repelidos entre sí por el
I, aunque sea duro i hasta cruel espíritu de bandería. Por eso, cuando el
repetirlo aquí, no imajinéis, señores, más oscuro soldado del ejército invasor
que el espíritu de servidumbre sea no tenía en sus labios más nombre que
peculiar a sólo el indio de la puna: Chile, nosotros, desde el primer jeneral
también los mestizos de la costa hasta el último recluta, repetíamos el
recordamos tener en nuestras venas nombre de un caudillo, éramos siervos
sangre de los súbditos de Felipe II de la Edad media que invocábamos al
mezclada con sangre de los súbditos de señor feudal.
Huayna-Capac. Nuestra columna
vertebral tiende a inclinarse.

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Indios de punas i serranías, escribir, i veréis si en un cuarto de siglo
mestizos de la costa, todos fuimos se levanta o no a la dignidad de hombre.
ignorantes i siervos; i no vencimos ni A vosotros, maestros d'escuela, toca
podíamos vencer. galvanizar una raza que se adormece
bajo la tiranía del juez de paz, del
III gobernador i del cura, esa trinidad
embrutecedora del indio.
Si la ignorancia de los gobernantes
i la servidumbre de los gobernados Cuando tengamos pueblo sin
fueron nuestros vencedores, acudamos a espíritu de servidumbre, i militares i
la Ciencia, ese redentor que nos enseña políticos a l'altura del siglo,
a suavizar la tiranía de la Naturaleza, recuperaremos Arica i Tacna, i entonces
adoremos la Libertad, esa madre i sólo entonces marcharemos sobre
enjendradora de hombres fuertes. Iquique i Tarapacá, daremos el golpe
decisivo, primero i último.
No hablo, señores, de la ciencia
momificada que va reduciéndose a Para ese gran día, que al fin
polvo en nuestras universidades llegará porque el porvenir nos debe una
retrógradas: hablo de la Ciencia victoria, fiemos sólo en la luz de
robustecida con la sangre del siglo, de nuestro cerebro i en la fuerza de
la Ciencia con ideas de radio jigantesco, nuestros brazos. Pasaron los tiempos en
de la Ciencia que trasciende a juventud que únicamente el valor decidía de los
i sabe a miel de panales griegos, de la combates: hoi la guerra es un,
Ciencia positiva que en sólo un siglo de problema, la Ciencia resuelve la
aplicaciones industriales produjo más ecuación. Abandonemos el
bienes a la Humanidad que milenios romanticismo internacional i la fe en los
enteros de Teolojía i Metafísica. auxilios sobrehumanos: la Tierra
escarnece a los vencidos, i el Cielo no
Hablo, señores, de la libertad para tiene rayos para el verdugo.
todos, i principalmente para los más
desvalidos. No forman el verdadero En esta obra de reconstitución i
Perú las agrupaciones de criollos i venganza no contemos con los hombres
estranjeros que habitan la faja de tierra del pasado: los troncos añosos i
situada entre el Pacífico i los Andes; la carcomidos produjeron ya sus flores de
nación está formada por las aroma deletéreo i sus frutas de sabor
muchedumbres de indios diseminadas amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a
en la banda oriental de la cordillera. dar flores nuevas i frutas nuevas! ¡Los
Trescientos años há que el indio rastrea viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!
en las capas inferiores de la
civilización, siendo un híbrido con los IV
vicios del bárbaro i sin las virtudes del
europeo: enseñadle siquiera a leer i

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¿Por qué desesperar? No hemos sangre. Sin paciencia de aguardar el
venido aquí para derramar lágrimas bien, exijimos improvisar lo que es obra
sobre las ruinas de una segunda de la incubación tardía, queremos que
Jerusalén, sino a fortalecernos con la un hombre repare en un día las faltas de
esperanza. Dejemos a Boabdil llorar cuatro jeneraciones.
como mujer, nosotros esperemos como
hombres. Si somos versátiles en amor, no lo
somos menos en odio: el puñal está
Nunca menos que ahora conviene penetrando en nuestras entrañas i ya
el abatimiento del ánimo cobarde ni las perdonamos al asesino. Alguien ha
quejas del pecho sin virilidad: hoi que talado nuestros campos i quemado
Tacna rompe su silencio i nos envía el nuestras ciudades i mutilado nuestro
recuerdo del hermano cautivo al territorio i asaltado nuestras riquezas
hermano libre, elevémonos unas convertido el país entero en ruinas de
cuantas pulgadas sobre el fango de las un cementerio; pues bien, señores, ese
ambiciones personales, i a las palabras alguien a quien jurábamos rencor eterno
de amor i esperanza respondamos con i venganza implacable, empieza a ser
palabras de aliento i fraternidad. contado en el número de nuestros
amigos, no es aborrecido por nosotros
¿Por qué desalentarse? Nuestro con todo el fuego de la sangre, con toda
clima, nuestro suelo ¿son acaso los la cólera del corazón.
últimos del Universo? En la tierra no
hai oro par`adquirir las riquezas que Ya que hipocresía i mentira
debe producir una sola Primavera del forman los polos de la Diplomacia,
Perú. ¿Acaso nuestro cerebro tiene la dejemos a los gobiernos mentir
forma rudimentaria de los cerebros hipócritamente jurándose amistad i
hotentotes, o nuestra carne fué amasada olvido. Nosotros, hombres libres
con el barro de Sodoma? Nuestros reunidos aquí para escuchar palabras de
pueblos de la sierra son hombres lealtad i franqueza, nosotros que no
amodorrados, no estatuas petrificadas. tememos esplicaciones ni respetamos
susceptibilidades, nosotros levantemos
No carece nuestra raza la voz para enderezar el esqueleto
d'electricidad en los nervios ni de destas muchedumbres encorvadas,
fósforo en el cerebro; nos falta, sí, hagamos por oxijenar est'atmósfera
consistencia en el músculo i hierro en la viciada con la respiración de tantos
sangre. Anémicos i nerviosos, no organismos infectos, i lancemos una
sabemos amar ni odiar con firmeza. chispa que inflame en el corazón del
Versátiles en política, amamos hoi a un pueblo el fuego par’amar con firmeza
caudillo hasta sacrificar nuestros todo lo que se debe amar, i para odiar
derechos en aras de la dictadura; i le con firmeza también todo lo que se
odiamos mañana hasta derribarle i debe odiar.
hundirle bajo un aluvión de lodo y

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¡Ojalá, señores, la lección dada hoi
por los Colejios libres de Lima halle Verdad, hoi nada podemos, somos
ejemplo en los más humildes caseríos impotentes; pero aticemos el rencor,
de la República! ¡Ojalá todas las frases revolvámonos en nuestro despecho
repetidas en fiestas semejantes no sean como la fiera se revuelca en las espinas;
melifluas alocuciones destinadas a i si no tenemos garras para desgarrar ni
morir entre las paredes de un teatro, dientes para morder ¡que siquiera los
sino rudos martillazos que retumben por mal apagados rujidos de nuestra cólera
todos los ámbitos del país! ¡Ojalá cada viril vayan de cuando en cuando a
una de mis palabras se convierta en turbar el sueño del orgulloso vencedor!
trueno que repercuta en el corazón de (De “Pájinas libres”, 1888)
todos los peruanos i despierte los dos
sentimientos capaces de rejenerarnos i *El antiguo teatro Politeama se
salvarnos: el amor a la patria i el odio a ubicaba en el centro de Lima, en la
Chile! Coloquemos nuestra mano sobre cuadra 12 del Jr. Lampa. Tenía un
el pecho, el corazón nos dirá si aforo para 2000 personas
debemos aborrecerle... aproximadamente. Se incendió en 1911.
Posteriormente fue demolido.
Si el odio injusto pierde a los Este discurso fue leído por el
individuos, el odio justo salva siempre a ecuatoriano Miguel Urbina el 28 de
las naciones. Por el odio a Prusia, hoi julio de 1888.
Francia es poderosa como nunca.
Cuando París vencido se ajita, Berlín FRASES CÉLEBRES DE MANUEL
vencedor se pone de pie. Todos los días, GONZÁLEZ PRADA
a cada momento, admiramos las
proezas de los hombres que triunfaron “En resumen, hoy el Perú es
en las llanuras de Maratón o se hicieron organismo enfermo: donde se aplica el
matar en los desfiladeros de las dedo brota pus” (Propaganda i ataque,
Termópilas; i bien, "la grandeza moral 1888).
de los antiguos helenos consistía en el
amor constante a sus amigos i en el POEMAS DE MANUEL
odio inmutable a sus enemigos. No GONZALEZ PRADA
fomentemos, pues, en nosotros mismos
los sentimientos anodinos del guardador AMAR SIN SER QUERIDO
de serrallos, sino las pasiones
formidables del hombre nacido para Un dolor jamás dormido,
enjendrar a los futuros vengadores. No una gloria nunca cierta,
diga el mundo que el recuerdo de la una llaga siempre abierta,
injuria se borró de nuestra memoria es amar sin ser querido.
antes que desapareciera de nuestras
espaldas la roncha levantada por el Corazón que siempre fuiste
látigo chileno. bendecido y adorado,

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tú no sabes, ¡ay!, lo triste
de querer no siendo amado. TRIOLET

A la puerta del olvido Algo me dicen tus ojos;


llama en vano el pecho herido: Más lo que dicen no sé.
Muda y sorda está la puerta; Entre misterio y sonrojos,
que una llaga siempre abierta Algo me dicen tus ojos.
es amar sin ser querido.
EL AMOR ¿Vibran desdenes y enojos,
O hablan de amor y de fe?
Si eres un bien arrebatado al cielo Algo me dicen tus ojos;
¿Por qué las dudas, el gemido, el llanto, Más lo que dicen no sé.
la desconfianza, el torcedor quebranto,
las turbias noches de febril desvelo? TRIOLET

Si eres un mal en el terrestre suelo Para verme con los muertos,


¿Por qué los goces, la sonrisa, el canto, Ya no voy al camposanto.
las esperanzas, el glorioso encanto, Busco plazas, no desiertos,
las visiones de paz y de consuelo? Para verme con los muertos.

Si eres nieve, ¿por qué tus vivas llamas? ¡Corazones hay tan yertos!
Si eres llama, ¿por qué tu hielo inerte? ¡Almas hay que hieden tanto!
Si eres sombra, ¿por qué la luz derramas? Para verme con los muertos,
Ya no voy al camposanto.
¿Por qué la sombra, si eres luz querida?
Si eres vida, ¿por qué me das la muerte? De Minúsculas (1901)
Si eres muerte, ¿por qué me das la vida?

AVES SIN NIDO


Clorinda Matto de Turner

Capítulo XXXII

La luna, en sus primeras horas de Manuel consultaba con frecuencia


menguante, suspendida en un cielo sin su reloj de oro, inquieto y pensativo.
nubes, derramaba su plateada luz, que si Los punteros marcaban la hora, y
no da calor ni hiere la pupila como los tomando su sombrero salió con paso
rayos solares, empapa la Naturaleza de acelerado.
una melancolía dulce y serena, y brinda
atmósfera tibia y olorosa en esas noches La sala azul del Imperial,
de diciembre, creadas para los profundamente iluminada por elegantes
coloquios del amor.

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arañas de cristal, tenía las mamparas de Manuel dominado por la ansiedad de
la puerta abiertas de par en par. los ojos: su mirada lo devoraba todo.

Margarita, recostada en uno de los -Sí -dijo con tímido acento la hija
asientos inmediatos a la mesa y las de Marcela, y Manuel, en el vértigo de
flores, jugaba con la orla de un pañuelo la dicha, acercó sus labios a los labios
blanco, con el pensamiento transportado de su amada y recibió su aliento, y
al cielo de sus ilusiones, y el silencio bebió la purísima gota del rocío de las
más imponente reinaba en su rededor. almas en el cáliz de la ventura para
quedar más sediento que antes.
Cuando asomó Manuel a la puerta,
ella cambió de posición con ligereza, y Margarita dijo conmovida:
su primera mirada se dirigió a la alcoba,
donde sin duda estaba Lucía. -¡Manuel...!

-¡Margarita, alma de mi alma! Yo Por la mente de Manuel cruzó un


vengo, yo he venido por ti -dijo Manuel recuerdo con oportunidad novelesca,
tomando la mano de la niña y llevó la mano al bolsillo, sacó la cajita
sentándose a su lado. de terciopelo, la abrió, y presentándole
la joya, dijo:
-¿De veras? Pero tú te vuelves -
replicó ella sin apartar su mano, que -¡Margarita, por ésta, te juro que
oprimía suavemente la de Manuel. mi primer beso de amor no ha de
mancharte...!
-¡No dudes ni un punto, querida
Margarita; voy a pedirte por mi esposa ¡Guárdala, querida mía; el ágata
a don Fernando...! tiene la virtud de fortificar el corazón...!
-¿Y sabrá mi madrina? -
interrumpió la muchacha. Margarita tomó casi
maquinalmente la cruz, cerró la caja y
-A los dos; tú... vas a ser mía -dijo la guardó en su seno con la ligereza del
el joven clavando su mirada en los ojos hurto, pues crujieron las mamparas de
de Margarita a la vez que llevaba la la alcoba y salieron Lucía y don
mano de ésta a sus labios. Fernando.

-¿Y si no quieren ellos? -observó Manuel apenas podía moderar sus


con inocencia Margarita bajando su impresiones.
mirada ruborosa.
-¿Pero tú me quieres?... Su semblante tenía el tinte de las
¡Margarita!... ¿Tú me quieres?... flores del granado, y un ligero temblor
¡Respóndeme, por Dios! - insistió agitó su organismo. Si hubiésemos
podido tomarle la mano, la habríamos

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encontrado humedecida por un sudor antes de su muerte, en el secreto que
frío; penetrando en su pensamiento, confió a Lucía -respondió don Fernando
habríamos visto cien ideas agolpadas con gravedad.
como abejas, disputándose la primacía
para brotar moduladas por la palabra. -Me place, don Fernando; el hijo
no es responsable en estos casos, y
Margarita, como aturdida por todo debemos culpar a las leyes de los
lo nuevo que pasaba en su corazón, mal hombres, y en ningún caso a Dios.
podía disimular su estado.
-Así es.
-Algo grave pasa a usted, Manuel
-dijo don Fernando fijándose en el Manuel, bajando algo la voz y aún
joven. la mirada avergonzada, dijo:

-Señor Marín -repuso él con voz -Don Fernando, mi padre fue el


temblorosa y frase entrecortada-. ¡Es... obispo don Pedro Miranda y Claro,
lo más grave que espero... en mi vida...! antiguo cura de Kíllac.
Amo a Margarita y he venido... a
pedirle su mano... con... un plazo de... Don Fernando y Lucía
tres años. palidecieron como sacudidos por una
sola corriente eléctrica; la sorpresa
-Manuel, tendría yo sumo placer, anudó la palabra en la garganta de
pero don Sebastián... ambos, y reinó un silencio absoluto por
algunos momentos, silencio que rompió
-Señor, ya sé su argumento, y es Lucía exclamando:
necesario que comience por destruirlo.
Yo no soy hijo de don Sebastián -¡Dios mío...! -y las coyunturas de
Pancorbo. Una desgracia, el abuso de sus manos entrelazadas crujieron bajo la
un hombre sobre la debilidad de mi forma con que la emoción las unió.
madre, me dio el ser. Estoy ligado a don
Sebastián por la gratitud, porque al Por la mente de don Fernando
casarse con mi madre estando yo en su pasó como una ráfaga el nombre y la
seno, le dio a ella el honor y a mí... me vida del cura Pascual, y se dijo:
prestó su apellido.
-¿La culpa del padre tronchará la
-¡Bendito seas! -dijo Margarita dicha de dos ángeles de bondad? -y
elevando las manos al cielo sin poder como dudando aún de lo que había
conservar su silencio. oído, preguntó de nuevo- ¿Quién ha
-¡Hija mía! -articuló Lucía. dicho usted?

-La hidalguía de usted nos obliga a Manuel se apresuró a decir, menos


usar del derecho que legó Marcela, turbado ya:

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Marcela, en los bordes del
-El obispo Claro, señor. sepulcro, confió a Lucía el secreto del
nacimiento de Margarita, quien no es la
Don Fernando, acercándose al hija del indio Juan Yupanqui, sino... del
joven y estrechándole contra su pecho, obispo Claro.
agregó:
-¡Mi hermana!
-Usted lo ha dicho, don Manuel;
¡no culpemos a Dios, culpemos a las -¡Mi hermano!
leyes inhumanas de los hombres que
quitan el padre al hijo, el nido al ave, el Dijeron a una voz Manuel y
tallo a la flor...! Margarita, cayendo ésta en los brazos
de su madrina, cuyos sollozos
-¡Manuel! ¡Margarita...! ¡Aves sin acompañaban el dolor de aquellas
nido...! -interrumpió Lucía, pálida como tiernas aves sin nido.
la flor del almendro, sin poderse
contener, y gruesas gotas de lágrimas MALCCOY
resbalaron por sus mejillas. Leyenda India – Clorinda Matto de
Turner
Manuel no alcanzaba a explicarse
aquel cuadro donde Margarita, muda, I
temblaba como la azucena juguete del
vendaval. Si bien es cierto que el cautiverio
ha hecho degenerar la raza indígena,
La palabra de don Fernando debía dejando caer denso velo sobre sus
finalizar aquella situación de agonía, facultades intelectuales, que al presente
pero su voz viril, siempre firme y parecen adormidas en la atonía, no
franca, estaba temblorosa como la de un menos verdad es la de que en sus
niño. El sudor invadía su frente noble y épocas primaverales, los indios dejan
levantada, y sacudía la cabeza en correr un tanto aquel funesto velo, y
ademán ya de duda, ya de asombro. como quien vuelve a la alborada de la
vida se entregan a las fiestas
Por fin, señalando a Margarita con tradicionales de sus mayores.
la acción, como recomendándola a los
cuidados de su esposa, y dirigiéndose a Una de ésas es el malccoy.
Manuel, continuó: Traduciendo libremente a! castellano
esta palabra, dinamos: la juventud con
-¡Hay cosas que anonadan en la sus umbrales encantados de amor y de
vida...! ¡Valor, joven...! ¡Infortunado ensueño; la primera ilusión del niño
joven...! trocado en hombre, la primera sonrisa
intencionada, después del reír de la
felicidad, que no deja cuenta clara para

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quien se reconcentre en su examen la carrera, al finalizar las labores
psicológico. consiguientes.

¡Malccoy! Infinitas veces hemos Se reúnen todos los mocetoncitos


asistido a estas fiestas campesinas, de un ayllu, entrados en la edad, y el
compartiendo la sencilla alegría de más caracterizado de los indios, que ya
nuestros compatriotas, sentados sobre el está por lo regular jubilado de cargos,
surco abierto por el arado en tierra elige los dos que han de ser el malccoy
húmeda, apagando la sed, en igual correr la carrera: el que la gana, ha de
vasija de barro legendario, con la chicha casarse aquel año.
de maíz y cebada elaborada por la feliz
madre del malccoy, allá en esas Figúrese el lector los aprietos de
poéticas praderas del Cusco; así se los mancebos que ya tienen el corazón
llamen Calca, Urubamba o Tinta. Los en cuerpo de alguna ñusta.
nombres de aquellos indios casi los
podríamos apuntar, tan frescos viven en Su felicidad queda a merced de la
la mente. Pero entre ellos descuellan los pujanza de sus pies y pulmones.
de una pareja que aún vive resignada y
feliz tras la cima de los Andes, allá muy III
al otro lado de las saladas aguas de!
mar. Su historia no es un secreto, y Pedro y Pituca, nacidos en chozas
narrarla voy, ofreciéndola como el fruto vecinas, desde los tres años al cuidado
de nuestras observaciones. de las manadas de ovejas, habían
crecido compartiendo el pobre fiambre
II de mote frío y chuño cocido al vapor,
corriendo campos iguales y contándose
Conviene saber lo que es un cuentos al borde de las zanjas
malccoy, para la ordenada narración de festonadas de matecllos y de grama.
esta leyenda. Allí, en esos bordes, aprendieron tanto
los tejidos de sus hondas como el hilado
Todos los jóvenes varones que de los vellones que caían en el tiempo
frisan ya en los 16 años, están obligados de la trasquila.
a correr la carrera del malccoy (pichón).
Ya no eran niños.
Los padres se afanan y los hijos
llevan la mente abstraída, desde uno o Pituca, aunque la menor, entró la
dos meses antes, con la idea de la primera en la edad de las efervescencias
carrera. del alma que suspira por otra alma. Sus
negros ojos adquirieron mayor brillo y
Generalmente se elige la época de sus pupilas respiraban fuego.
los sembríos o de la cosecha para hacer

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Pedro, tal vez más tranquilo, El balido de las ovejas y el bufar
comenzó a ver que sólo al lado de de los bueyes, los nidos de palomitas
Pituca se sentía bien, y los días de cenizas multiplicados en las ramas de
faena, en que tenía que suplir a su padre los algarrobos, las retamas y mámanos,
e iba al pueblo, taciturno y caviloso, anuncian en aquellos campos que ha
respiraba por la choza, por la manada y llegado la estación del otoño: los
por la zanja. tendales se preparan para la cosecha, el
agricultor suspira con inquietud
¡Pituca! se decía al tomar la ración codiciosa y las indiecitas casaderas
de coca ofrecida por su cacique, en comienzan a componer las cantatas del
cuyos campos labraba, sin otra yaraví con el cual han de celebrar el
recompensa. ¡Pituca! al mirar las llicllas malccoy.
coloradas y de puitos verdes tramados
con vicuña que lucían las esposas del Es el día de la faena.
alcalde o del regidor de su ayllu.
Un día, sentando a Pituca sobre su Los mayordomos, cabalgados en
falda: lomillos puestos sobre los lomos de
vetusto repasiri mayordomil, que de
—Urpillay —le dijo—. Mi padre, estos hay dos o tres en las fincas,
mi hermano mayor, el compadre recorren al galope las cabañas. Suena la
Huancachoque, todos tienen su mujer- bocina del indio segunda y pronto los
cita. ¿Quieres tú ser mi palomita prados se cubren de indios que llevan la
compañera? Yo correré el malcco este segadera y la coyunda con asa de fierro
año, ¡ay!, lo correré por ti, y si tengo tu lustroso.
palabra, no habrá venado que me Son los alegres afanes de la
dispute la carrera. cosecha Terminado el recojo de las
mieses, viene luego el malccoy.
—Córrela, Pedrucha —contestó
Pituca—, porque yo seré buena mujer- Aquella vez eran las planicies de,
cita para ti, pues dormida’ sueño* Hatunccolla, en la finca de mi padre, las
contigo, tu nombre sopla a mi oído los que servían de teatro a las- poéticas
machulas de otra vida, y despierta, fiestas de esos buenos indios.
cuando te ausentas, me duele el
corazón. Comenzaron a llegar las- -indias
acompañadas de sus hijas.
—Escupe al suelo —respondióle
Pedro abrazándola, y aquel compromiso En el solar de la izquierda, llama-,
quedó sellado así. do Tinaco, se reunieron los varones
Los maizales verdes esmeralda se para la designación de los malccos.
tornaron amarillos como el oro.
La voz unánime señaló a Pedro y a
Sebastián. Este último era un indiecito

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de carrillos de terebinto, trenza de los dos "mancebos se lanzaron al aire
azabache y mirada de cernícalo. En la como gamos perseguidos por tirano
comarca no le designaban con’ otro cazador.
nombre que con el de Chapacucha, y
tenía como tres cosechas de más sobre
la edad de Pedro. IV

Chapacucha llevaba el alma Pituca tenía el corazón en los ojos.


enferma: su dolor casi podía
distinguirse al través de la indiferencia Llevaba pendiente del brazo una
con la cual se adelantó de la fila cuando guirnalda de claveles rojos y yedra
escuchó su nombre. morada, como las llevan casi todas las
mujeres para coronar al ganancioso.
Toda la alegre comitiva se fue
derecho al campo de Hatunccolla. Veinte pasos más, y Pedro
traspasó el lindero.
Al salir, se cruzó entre Pedro y
Sebastián este breve diálogo. La victoria quedó por él.
Chapacucha, con calmosa indiferencia,
Sebastián. —¿Tienes tu novia fue el primero que abrazó a su vencedor
aquí? diciéndole al oído: —Tuya es, pero,
¡me duele por mi madre!
Pedro. —Presente y muy hermosa.
¿La tuya? La algazara no tuvo límites,
coronas, flores y abrazos fueron para
Sebastián. —Duerme en el seno de Pedrucha, a quien preocupaba un solo
Aüpamama. Murió la pobre de pena pensamiento. Pituca tardaba en
cuando me llevaron en la leva para abrazarlo porque es usanza aguardar
servir de redoblante en el batallón 6º de que lo hagan los mayores. Por fin,
línea, dispersado en las alturas de adelantóse hermosa y risueña con la
Quilinquilin. felicidad del alma, y antes que coronase
las sienes de Pedrucha vio caer a sus
En aquel momento llegaron al pies todas las flores con que aquel
lugar donde aguardaban las mujeres. La estaba adornado, señalándola ante La
mirada de su madre produjo ligera asamblea y diciendo en voz alta: —Esta
reacción en el semblante de es la virgen que he ganado.
Chapacucha, y con rapidez prodigiosa
quedaron él y su contendor, adornados Los indios tienen el corazón lleno
con la lliclla colorada, terciada como de ternura y de generosidad, sus goces
banda, un birrete de lana de colores y se confunden íntimamente. Chapacucha
ojotas con tientos corredizos. Se midió y su madre olvidaron que formaban
la distancia, la señal de la bocina sonó y número en la contienda, y sólo pensaron

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en cumplimentar a la dichosa pareja,
por cuya felicidad fueron todos los
yaravíes cantados en el malccoy

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