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(Parte primera)
Antecedentes
1. Los dos barcos escatológicos
2. El famoso Y2K (el efecto año 2000)
3. ¿Qué espera realmente el Señor de Su Iglesia en estos últimos días? (sólo un
atisbo)
4. No es lo mismo una cosa que otra
o ¿Todo es "por fe"...?
o La "fe" como excusa para el egoísmo
Antecedentes
Desde el principio experimenté un sano afán en conocer la verdad de Dios en todos sus
aspectos, y eso me llevó a estudiar y aprender, no sólo lo concerniente a cuestiones de la
vida y proceder cristianos, sino también en cuanto al aspecto profético de la Palabra,
dándome cuenta de que la Biblia es un libro eminentemente profético.
Pasé mucho tiempo flotando en los mares de la escatología, a la vez, y sin darme cuenta,
en dos diferentes e imaginarios barcos, que navegan en dos direcciones diferentes
también.
Va a buen puerto, a recibir al Señor en las nubes. Sube a los cielos con toda la verdadera
Iglesia, es testigo del paso de la Iglesia por el Tribunal de Cristo, es testigo también de
las Bodas, y luego desciende con todos los santos glorificados, con el Señor como
capitán, a proclamar el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los
enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo
de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado (1 Ts. 4:13-
18; 2 Co. 5:10; Ap. 19:7; Zac. 14:5; Is. 61:2-3)
Realmente, y por años me mareé bastante con tanto trajín y con tantas olas. Por un lado
esperaba la venida del Señor a por su Iglesia de un momento a otro, por otro lado creía
que la Iglesia tenía la encomienda del Señor de establecer el Reino en este mundo, antes
de Su venida, y pensaba... ¿Cómo va a haber tiempo material para hacer toda esa tarea,
si el Señor ya viene? Y ¿Cómo va la Iglesia a establecer el Reino en esta tierra sin el
Rey presente?
No me salían los números. En ese momento, fui consciente de estar en dos barcos a la
vez, navegando en direcciones opuestas, hasta que, definitivamente me quedé en un solo
barco, el de bandera premilenarista, y en él avanzo seguro en el rumbo que marca la
Biblia, sin lugar a dudas... y hasta aquí valga esta metáfora marinera.
...Y llegaba el año 2000. Una gran mayoría esperaba el paso del terrible "efecto del año
2000", en inglés el famoso, ya caduco y olvidado Y2K.
Ese fue el momento en el que muchos pensaban que el mundo se iba a pique por la
caída de todas las computadoras. Muchos hicieron un buen negocio con todo ello, y los
falsos profetas y profetisas también, porque se les escuchó más que nunca antes.
Pero llegó el uno de enero del año 2000, y nada, absolutamente nada ocurrió en el
mundo, y todo lo que profetizaron esos profetas y profetisas, quedó reducido a simple y
vano vapor de humo.
Los deseos de muchos de ver el ansiado avivamiento quedaron truncados, aunque esto
no fue del todo en vano. Gracias a lo ocurrido, y no sólo en cuanto a mi persona, sino a
más hijos de Dios, fue motivo para hacerse la gran pregunta:
"...hasta Berea...recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las
Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hch. 17:10-11)
Veamos. Si uno espera que Dios ha de convertir a naciones enteras (por supuesto, la de
uno), y que por tanto vamos a tener una labor indescriptible en "discipular a las
naciones" (caso este que en ningún lugar encontramos en la Biblia), pues eso tiene y
tendrá toda una serie de consecuencias en la vida del que así procede.
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (Efesios 1:3)
Si uno cree que todas las obras y bendiciones de Dios para Sus hijos, las cuales Dios ha
dispuesto en términos de eternidad, son para aquí y ahora, entonces también eso tiene y
tendrá toda una muy importante serie de consecuencias en la vida del que así cree.
No es lo mismo creer que estamos ya reinando, a creer que somos siervos (Jn. 18:36; 1
Co. 4:8)
No es lo mismo creer que ya tenemos todas las bendiciones y privilegios, a creer que
eso no es todavía (1 Co. 4:8; 1 Jn. 3:2)
No es lo mismo creer que conquistamos las naciones, a creer que es Cristo el que
conquistará las naciones (Ap.19:11ss)
No es lo mismo creer que las religiones falsas caerán, cuando cada vez surgen nuevas y
más dispares abominaciones por todas partes (Mt. 24:5,11-12)
No es lo mismo creer que los gobernantes y las naciones enteras se rinden a Cristo, que
ver que ocurre todo lo contrario (Mt. 10:25; Hch. 24:25; 26:24,28)
No es lo mismo creer que los reyes y potentados, así como los humildes, y las gentes en
general en este tiempo caerán de rodillas confesando sus pecados y recibiendo a Cristo,
que creer y ver que es más bien todo lo contrario (Ap. 9:20-21; 11:18; 18:3)
No es lo mismo creer que las riquezas de este mundo pasarán a manos de los cristianos,
que ver que los cristianos cada vez estamos más en todo tipo de estrechura (como
siempre ha sido) (Jn. 16:33)
No es lo mismo creer que Cristo vendrá cuando el mundo le esté esperando, a creer que
el tiempo de la segunda venida de Cristo será como el tiempo de los días de Noé o de
Lot (Lc. 17:26,28)
No es lo mismo creer que la política y el gobierno de las naciones estarán en las manos
de la Iglesia, que creer que la Iglesia partirá con el Señor antes de los juicios del
Altísimo (1 Ts. 4:13-18; 1 Ts. 1:10)
No es lo mismo creer que el mundo se rendirá a Cristo, a creer que Cristo hará que el
mundo se rinda a él (S. 2: 5 ss; Ap. 2: 27)
No es lo mismo creer que la Iglesia conquista el mundo para Cristo, a creer que es el
Padre el que pone a Sus enemigos por estrado de Sus pies (S. 110:1; 1 Co. 15:27)
¿Saben cuál es el más peligroso de los engaños del diablo? Aquel que es agradable al
oído del que está dispuesto a creer cualquier cosa porque cree que "todo es por fe".
Por un mal concepto de lo que es "por fe" se llega a creer y hacer cualquier cosa.
El diablo está encantado con las malas interpretaciones de frases bíblicas como: "Al que
cree todo le es posible" (Mr. 9:23)
Muchos creen que todo está basado en "creer", pero olvidan que es creer conforme a lo
que es de Dios, no conforme al parecer de cada cual, a pesar de la buena intención, la
cual no basta.
Muchos dicen que todo "es por fe", y así creen cualquier cosa; pero olvidan que es por
fe sólo que es según la fe de Dios, no el sueño, el deseo, la interpretación al uso de cada
uno, aún y sonando el asunto muy "espiritual".
Por eso el diablo hace su agosto con ese tipo de creyentes que todo lo creen. Y,
díganme, ¿Verdad que la idea de contemplar la Iglesia reinando aquí y ahora en este
mundo es deseable, atractiva? Pero ¿es digna de ser creída? y – por qué no – "por fe"?
Hay un reto que debemos asumir: el de creer y obedecer a Dios, por encima de nuestro
entendimiento y voluntad (Jn. 4: 34)
Pedro se dejó llevar por su propia apreciación de las cosas espirituales cuando le dijo a
Cristo que tuviera compasión de sí mismo y no fuera a la cruz; y ya sabemos la
respuesta del Señor (ver Mt. 16: 22, 23). Pedro habló esas palabras guiado por un falso
sentido de la espiritualidad y la misericordia; y cómo le agrada al diablo ese tipo de
conducta.
Como cristianos, desearíamos que este mundo literalmente se rindiera a los pies de
Cristo; que en esta dispensación, todos – o al menos – la mayoría de los hombres se
entregaran a él, y así recibieran la vida eterna. Ese es un encomiable sentimiento; pero,
¿es realmente inspirado?
Como cristianos, en nuestra humanidad, y conforme a nuestra lógica, es fácil llegar a la
conclusión de que existiendo un Dios Todopoderoso que ama a los hombres, sería fácil
para él salvarlos, más aún cuando Cristo fue a la cruz justamente para eso.
Esa es la lógica humana, no obstante siendo así, los hombres dejarían de ser hombres
para convertirse en seres controlados desde afuera, en este caso por Dios. Ese no es el
estilo del Altísimo.
Como cristianos, anhelamos ver un mundo feliz en Cristo; una sociedad formada por
individuos que amen a Dios porque le conozcan y le sigan. Sin embargo, como
cristianos debemos entender que esto último es el Cielo, no la tierra.
Para Pedro era más importante lo que le fuera a ocurrir a su Maestro; para Cristo lo más
importante era obedecer al Padre.
Como cristianos, una cosa es lo que nos gustaría que fuese, otra bien distinta es la que
es, y va a ser, conforme a Dios.
Siguiendo esta misma línea de pensamiento, prosigo. Dirigidos por la insistencia de los
falsos profetas de los últimos años, cabe decir, con mucha ligereza y falta de respeto a la
Escritura, hoy por hoy muchos enarbolan la falsa bandera del "avivamiento mundial",
pretendiendo hacer creer a los demás algo así como que Dios va a hacer que las gentes
en masa se rindan a Cristo, pero les digo lo que la Biblia dice: Dios no va a hacer eso.
Olvidan que la palabra "avivamiento" ni siquiera viene en la Biblia, y que en todo caso,
sólo se puede aplicar a aquellos que ya están vivos, y necesitan fortalecerse en el
Espíritu de Dios, caso de Timoteo, aconsejado por Pablo (ver 2 Ti. 1: 6)
Otra vez digo. Todo muy deseable, pero no cierto. Y no es cierto porque la Palabra de
Dios dice todo lo contrario, y además por boca del mismo Señor Jesucristo:
"Como en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían,
bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca,
y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot;
comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot
salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día
en que el Hijo del Hombre se manifieste" (Lucas 17: 26-30)
¿No es cierto que estas palabras distan mucho del concepto explicado de "avivamiento
mundial" al final de este tiempo de gracia?
Por otro lado, pareciera como que las palabras de Jesús destilan derrota y fracaso. En
todo caso es la derrota y el fracaso del hombre pecador que desecha a Dios, no un
fracaso atribuible al Altísimo, de la misma manera que tampoco lo fue la obra de la
cruz, razón de nuestra salvación.
Ese concepto, especie de ying-yang "cristiano", o dualismo "cristiano", tan propio del
G12 y de otras malas hierbas, es imposible encontrarlo en las Escrituras. Yahwéh es el
Creador, y el diablo, una simple y finita criatura.
Se equivocan mucho, y hacen equivocar, los que enseñan que existe una especie de
dualismo, una constante pugna entre el bien y el mal en este mundo, y que
paulatinamente el bien irá imponiéndose y echando fuera el mal, supuestamente por
mano de la Iglesia, hasta que toda la tierra sea llena del conocimiento de Dios, y
entonces Cristo pueda volver.
Enseñan esos falsos maestros que, enemigos de Cristo como el pecado, la carne, el
diablo, serán erradicados paso a paso, poco a poco por la labor de una Iglesia muy
militante encabezada por unos muy ungidos líderes, al ir estableciendo el Reino en la
tierra.
Enseñan que el bien se impondrá sobre el mal. Los malos serán destruidos, mientras los
cristianos ya reinamos aquí y ahora. Luego, cuando el Padre lo haya decidido enviará a
Cristo a este mundo salvado y rescatado por la labor de los ungidos y el resto de los
santos. Otros creen que Cristo no será necesario que retorne físicamente porque está
"corporizado" en la Iglesia.
Estos falsos maestros dominionistas, fuera de contexto citan las palabras de Pablo:
Escribe del siguiente modo el dominionista Daniel Cipolla, en "Una visión atrevida";
"... que el reino de los cielos baje con poder, descienda con poder a través de los hijos
del reino, se arme una convulsión, una revolución y un establecimiento del reino de
Dios en las naciones antes del gran día de la venida de nuestro Señor Jesucristo, es el
día de la vara de almendro"
Esa manera de entender las cosas finales no es en absoluto conforme a la Biblia, sino
conforme a la imaginación humana inspirada por el mismo diablo; es conforme a la
mente de aquel Pedro carnal al cual Jesús llamó Satanás por un momento.
En segundo lugar, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido (Dn.
2: 44b). Será el Señor Jesucristo, en su venida en gloria quien lo hará:
"Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen
en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó" (Daniel 2: 34)
"...una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de
barro cocido, y los desmenuzó" (Daniel 2: 34)
"y en los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás
destruido..."(Daniel 2: 44)
Esos reyes son los diez mandatarios que estarán junto con la Bestia Anticristo reinando
en este mundo por "una hora" (Ap. 17: 12), eso será durante la Gran Tribulación.
La gloria se la lleva Cristo, no la Iglesia (la cual ni siquiera ha sido todavía glorificada)
Por lo tanto, que la Iglesia sea artífice más o menos directo, co-causante del imaginario
"gran avivamiento mundial", no es algo que el Señor espera de ella. Lo que el Señor
espera de la Iglesia es justamente, ni más ni menos, lo que la encomendó hacer:
"...id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura...id, y haced discípulos a
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo" (Mr. 16: 15; Mt. 28: 19)
Existe una insalvable diferencia entre hacer discípulos a todas las naciones, y discipular
las naciones.
Hace algunos años, un pastor británico le decía a alguien que no veía gravedad alguna
en creer algo que escatológicamente no fuera correcto, ya que al final todo vendrá a ser
conforme a la voluntad de Dios. Ese razonamiento tan impropio y rebosante de ligereza,
era fruto de una ignorancia manifiesta, y por qué no, de poco apego a la Palabra.
Si Dios nos ha revelado algo, ¿será que no es importante? ¿Es que Dios habla de balde?
Naturalmente que hay consecuencias por creer lo que no hay que creer al respecto de lo
que hemos estado viendo.
Vamos a ver algunas de las consecuencias en este estudio, que no van a ser todas, ni
muchos menos, por falta de espacio.
El creer que los cristianos estamos conquistando las naciones y estableciendo el Reino
en esta tierra para que vuelva Cristo, que llegará un momento en que todo el planeta se
rendirá a Cristo de una manera o de otra, y por mano de la Iglesia, no sólo es mentira,
sino que esa mentira está llevando a muchos a mucho mal: engaño espiritual;
triunfalismo; fanatismo; fantasía e irrealidad; idolatría (a los líderes "ungidos");
frustración; inseguridad en cuanto a la fe; rechazo de la fe; apostasía, etc...
Muchas han sido, son y van a ser en este sentido, las oraciones no contestadas
levantadas con mucho fervor y pasión, pero que no pasan del techo de la sala de
reunión, del congreso, o de la pieza, porque no casan con la revelación bíblica. Van a
ser obras de heno y hojarasca que el fuego consumirá (1 Co. 3: 12, 13)
El creer que los cristianos ya reinamos, no sólo es mentira, sino que esa mentira está
llevando a muchos a mucho mal: fanatismo; engaño espiritual (con sus obvias
consecuencias); inmadurez; exigencias; carnalidad; fantasía e irrealidad; ambición y
codicia; orgullo; pésimo testimonio; burla del Evangelio (por parte de los impíos), etc.
El creer que los cristianos tenemos el derecho de disfrutar de todas las bendiciones y
privilegios ahora (sanidad total, posición económica, trabajo, relaciones, etc. etc.), así
como que vamos a liderar todas las instituciones, las sociedades, los gobiernos, "el
mundo a los pies de la Iglesia", etc. etc. no sólo es mentira, sino que esa mentira está
llevando a muchos a mucho mal: a creer más mentiras; a esperar lo
inesperable; fantasía e irrealidad; exigencias; desilusión; pérdida de la fe (cuando no
ocurre lo que se espera "por fe"); ridículo ante los impíos; burla de los cristianos;
pésimo testimonio; confusión; abandono; etc. etc.
Unos pocos se enriquecen a costa de muchos ingenuos, a los cuales se les enseña a que
deben "pactar con Dios" para obtener esto o aquello, lo cual significa que deben dar
dinero o bienes al "ministerio" de esos charlatanes engañadores. Esto es un escándalo.
Muchísimos impíos nada quieren saber del Evangelio por causa de esas prácticas y
abusos, y muchos cristianos se apartan también.
El creer que los cristianos estamos en este mundo para provocar y ver el "gran
avivamiento mundial" no sólo es mentira, sino que esa mentira está llevando a mucho
mal: un ecumenismo brutal(cuantos más seamos no importa cómo, mejor; lo importante
es la "unidad" por encima de lo que creamos, y todo con la escusa del "amor")
Argumentan que en esa unidad de todos los que se llaman cristianos, el mundo conocerá
que Cristo vino, pero no es así; olvidan que no es en esa falsa unidad, sino en la perfecta
unidad:
"Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad..." (Juan 17: 23)
El querer "ganar el mundo para Cristo" y para eso adoptar y adaptar tantas cosas del
mismo, está haciendo que el mundo esté entrando a bocajarro en las iglesias, y en las
vidas de muchos creyentes.
Con la manida excusa de que no hay que juzgar a nadie (cosa que no es cierta), muchos
son muy permisivos con el mal, aduciendo que el motivo es ganar a muchos para
Cristo.
La cantante mejicana Yuri, la cual participa en los festivales del ecuménico Luis Palau,
se presentó en el nuevo centro nocturno de West Hollywood, "The Factory", una
discoteca gay de Los ángeles; según la intérprete, apoyar a un club de este estilo no va
en contra de sus creencias, "yo no soy quién para juzgarlos. Yo voy a llevarles mi
música y mi alegría" –dijo. (Agencia Órbita)
El "algo nuevo de Dios" (se cree que Dios está haciendo "algo nuevo", no revelado en
las Escrituras necesariamente, y hay que aceptarlo "por fe", porque es la manera de que
se produzca el "avivamiento", ya que – dicen – es el poder del Espíritu Santo en acción.
Pero veamos que dice la Escritura:
"Se levantarán falsos ungidos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de
tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos" (Mt. 24: 24)
Sigo: falsos milagros (milagrería), caída de polvo de oro (falso), aceite en las manos...
Encuentros del G12 o del D12 (ya usan otros nombres pero es lo mismo), idolatría,
regresiones, psicodramas, psicología ocupando el lugar de la fe escritural, falsas
liberaciones, falsas maldiciones generacionales (en Cristo las maldiciones se han roto,
sólo toca echar fuera demonios, en todo caso); salidas del cuerpo (proyección astral o
bilocación), levitación, trances (manifestación demoníaca en realidad), etc. etc.
Además, la maldad está aumentando en este mundo a todos los niveles, como el Señor
mismo dijo que iba a ocurrir (Mt. 24: 12), y esto es así porque Dios va a juzgar este
mundo con toda la severidad, y espera que la maldad alcance su punto más álgido.
Escuchen bien:
"El Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud" (Romanos
9: 28)
La misericordia y paciencia de Dios para este mundo que ha dado la espalda a Su Hijo
está llegando a su fin, y empezarán los juicios hasta la consumación de Su ira santa.
¿Qué es lo que de veras espera Cristo de Su Iglesia en estos últimos días? Pues
exactamente lo que esperó de la iglesia primera. Nada ha cambiado. Nada ha cambiado
mientras la Iglesia permanece todavía en esta tierra.
Este mensaje de tantos "profetas" que se ha estado vertiendo en los últimos lustros de
que la iglesia primitiva se quedó muy corta frente a la iglesia del final de los tiempos, la
cual estará rebosante de poder y unción, no es más que una mentira diabólica.
La Iglesia debe proseguir hasta aquel día, en esta tierra como extranjera y llena del
poder del Espíritu Santo.
La Iglesia existe sobre la tierra para dar testimonio de Cristo al mundo, predicando el
Evangelio (Mr. 16: 15; Hch. 1 8); haciendo discípulos y bautizándolos (Mt. 28: 19);
soportando la persecución cuando sea preciso (2 Ti. 3: 12), influenciando la sociedad,
siendo sal y luz (Mt. 5: 13, 14), buscando mediante la oración y el buen testimonio, el
cambio de los corazones de los hombres (1 Ti. 2: 1). Debe luchar espiritualmente contra
las fuerzas del enemigo, bajo la dirección del Espíritu Santo (Ef. 6: 12). Debe echar
fuera demonios y creer que las señales del Señor seguirán a la proclamación del
Evangelio (Mr. 16: 16-18), etc. etc.
La verdadera Iglesia nunca será más que una minoría, menospreciada y rechazada
como lo fue su Maestro (Mt. 7: 13, 14; 22: 14; Lc. 12:32; Jn. 15:20). No seamos
ingenuos. No olvidemos que el mundo detesta el Reino de Dios y el Espíritu. Así como
la Iglesia y el mundo son antagónicos, así el Reino de Dios y el mundo son antagónicos.
Por eso el apóstol Juan nos exhorta a no amar el mundo (1 Juan 2: 15-17)
Sólo aquellos que hayan sido llamados por el Padre (Jn. 6: 65), podrán espiritualmente
salir del mundo para ser parte de la Iglesia, y consecuentemente ser súbditos del Reino
de los Cielos. El mundo entonces será su enemigo, pero Cristo su Señor y amigo.
FIN