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CONTRAPORTADA:
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Prólogo
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considerado puente, porque describe la psiconeurofisiología de los procesos
psicogénicos; en otras palabras, cómo las emociones estimulan al cerebro para
que produzca síntomas físicos. Después de atravesar este puente (algo que
parece más difícil de lo que en realidad es), la segunda parte cubre los distintos
trastornos de origen emocional, comenzando por el SMT, la enfermedad que me
introdujo en el campo de la medicina psicosomática, e incluye trastornos físicos
como los dolores de cabeza, las alergias, los problemas gastrointestinales y las
afecciones de la piel.
La tercera parte aborda los tratamientos para todas estas dolencias.
Para aquellos que puedan estar interesados, el apéndice cubre los aspectos
más académicos del proceso muerte-cuerpo (o psicosomático).
Una advertencia para el lector: lo que sigue es una descripción de mi
experiencia clínica y de las teorías derivadas de mi trabajo. Nadie debería dar por
sentado que sus síntomas tienen un origen psicológico hasta que un médico haya
eliminado la posibilidad de una enfermedad grave.
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Introducción:
Una perspectiva histórica
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fisiológica de los músculos). El SMT es un doloroso pero inofensivo cambio en el
estado de los músculos.
Pero ¿qué sucede con las señales neurológicas y los síntomas en las piernas
y los brazos? Durante un tiempo pensé que debían de ser causados por una
compresión estructural en la columna o por esa misteriosa «inflamación» tan cita-
da por otros profesionales. Sin embargo, a medida que el número de
inconsistencias aumentaba, me vi obligado a concluir que el proceso que
provocaba el dolor muscular también era el causante de los síntomas nerviosos.
Pero ¿cuál era ese proceso?
Cuando los médicos realizan el historial del paciente, normalmente preguntan
sobre enfermedades o síntomas pasados o presentes. Comprobé que el 88% de
mis pacientes tenía un historial de enfermedades gastrointestinales menores tales
como acidez, síntomas preulcerosos, hernia de hiato, colitis, colon espástico,
síndrome de irritación intestinal y otras reacciones inducidas por la tensión como el
dolor de cabeza, la migraña, el eccema y la micción frecuente. Aunque no todos
los médicos están dispuestos a aceptar que estos problemas estén relacionados
con fenómenos emocionales o psicológicos, mi experiencia clínica como médico
de familia y mi propio historial médico hacen que me sienta muy tranquilo con esta
conclusión. Por ejemplo, durante varios años he padecido frecuentes dolores de
cabeza, con las típicas visiones de «luces» que preceden el inicio del dolor.
Alguien me sugirió que la base de estos dolores podía ser la rabia reprimida. La
siguiente vez que vi las luces —presagio de jaqueca—, me senté e intenté pensar
cuál era esa rabia que estaba reprimiendo. No conseguí encontrar una respuesta,
pero por primera vez en mi vida el dolor de cabeza no se manifestó. Fue una clara
prueba de que el dolor de cabeza era causado por fenómenos emocionales.
Por lo tanto, era lógico suponer que los dolores de espalda también pudiesen
formar parte del mismo grupo de trastornos de origen emocional. Cuando puse a
prueba esta hipótesis y le dije a los pacientes que creía que su dolor se debía a la
«tensión», me sorprendió comprobar que aquellos que aceptaban el diagnóstico
mejoraban. Aquellos que lo rechazaban seguían igual.
En aquellos primeros tiempos, todos mis pacientes acudían a sesiones de
fisioterapia, y yo le pedí al fisioterapeuta que les dijera que el objetivo de la terapia
era solamente proporcionar un alivio provisional de los síntomas y que la
verdadera recuperación dependía de que se reconociera la naturaleza del
proceso. Aquellos que mejoraron estuvieron de acuerdo con el diagnóstico. Fue
algo parecido a mi experiencia con el dolor de cabeza: el reconocimiento de una
causa emocional en la génesis de los síntomas servía de alguna manera para
eliminar esos síntomas. Tendrían que pasar muchos años antes de que llegara a
comprender la razón de este fascinante y misterioso fenómeno.
En aquel tiempo se me hacía difícil decirles a los pacientes que su dolor era
causado por la «tensión». Cualquier médico se reiría de esa idea; la persona
corriente se sentiría insultada si uno le sugiriese que sus síntomas físicos estaban
«en la cabeza». Esta es una frase que yo evitaba a causa de su connotación
peyorativa, aunque muchas veces era el propio paciente el que la mencionaba. En
ocasiones conseguía explicar satisfactoriamente la conexión entre la tensión y el
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dolor, pero me veía obstaculizado por mi propia falta de comprensión de la
psicodinámica implicada. Otras veces mencionaba ciertas características
personales que eran muy corrientes entre los pacientes con SMT, y explicaba
cómo podían producir tensión y ansiedad. También señalé que los síntomas eran
una expresión física de la ansiedad y que los individuos perfeccionistas,
meticulosos, responsables, compulsivos y muy trabajadores eran más proclives al
SMT. No pude proporcionar una definición clínica del vocablo tensión, pero era
una palabra con la que la gente se podía identificar. Psicológico y emocional eran
términos peyorativos que parecían insinuar que el paciente tenía algo raro;
también evité la palabra psicosomático porque para la mayoría significaba que el
dolor era falso o imaginario. Pero seguí haciendo el mismo diagnóstico y mi tasa
de éxito comenzó a subir sustancialmente. En ese momento sentí que comprendía
la naturaleza de la dolencia y que podía predecir con alguna precisión quién iba a
experimentar una mejoría y quién no.
Durante el examen físico, casi todos los pacientes experimentaban
sensibilidad a la palpación de ciertos músculos, independientemente del lugar del
cuello o de la espalda en que sentían dolor. Por ejemplo, alguien podía sentir dolor
únicamente en el lado derecho de la región lumbar pero luego también lo
experimentaba cuando apretaba la parte superior de los hombros (músculo
trapecio superior), la musculatura paraespinal lumbar y la parte exterior de las
nalgas (glúteos). Este hecho indica que el síndrome se origina en el sistema
nervioso central (cerebro) y no en una anormalidad estructural local.
Hacia la mitad de la década de los setenta yo ya había concluido que la
mayoría de los síndromes dolorosos de la espalda, el cuello y los hombros,
acompañados de los dolores frecuentemente observados en las piernas y los
brazos, eran el resultado de un proceso inducido psicológicamente. Es decir, se
trataba de un clásico problema psicosomático en que factores emocionales
desencadenaban una reacción en ciertos tejidos del cuerpo, lo cual producía dolor
y otros síntomas neurológicos.
¿Cuál era la naturaleza de esta reacción? El tratamiento de fisioterapia
consistía en la aplicación de calor profundo (ultrasonido), masaje profundo y la
realización de ciertos ejercicios. La mayor parte de los pacientes experimentaba
como mínimo un alivio temporal. Como yo sabía que estos tratamientos
aumentaban la circulación local de la sangre, era lógico concluir que la causa de
los síntomas era una reducción del flujo sanguíneo hacia los tejidos implicados. La
circulación de la Sangre está controlada por un subsistema del sistema nervioso
central conocido como el sistema nervioso autónomo. Muchas de las otras
patologías psicosomáticas (la úlcera péptica, la colitis, la migraña y los dolores de
cabeza) también están bajo el control del sistema nervioso autónomo. Nada podría
ser más simple: algo en el cerebro decide iniciar este proceso; los centros
autónomos son activados, y en una fracción de segundo se reduce la circulación
de sangre hacia las zonas implicadas. Esto quiere decir que los tejidos no reciben
su dosis completa de oxígeno, lo que es casi con certeza la causa de los
síntomas. Esto encaja con el descubrimiento de dos investigadores alemanes en
1975, según el cual existe una pequeña deficiencia de oxígeno en el núcleo de las
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células musculares de los pacientes con dolor de espalda, así como con los
estudios, publicados en la literatura médica, de un equipo de reumatólogos suecos
en la década de los ochenta.
Como esta premisa de que la falta de oxígeno era la causante del dolor
ofrecía una explicación lógica de los síntomas, seguí avanzando en ella. Además,
incluso si la causa del dolor acabase siendo algún otro proceso inducido por el
cerebro, seguía estando claro que el tratamiento definitivo debía orientarse hacia
él, y no hacia los tejidos locales.
Les dije a mis pacientes que sus espaldas estaban sanas. Les expliqué que
tenían un trastorno inofensivo que debía ser tratado a través de la mente y no del
cuerpo. Toma de conciencia, comprensión, conocimiento e información eran los
medicamentos mágicos que iban a curar este trastorno —ninguna otra cosa iba a
servir.
En 1979 comencé a reunir a los pacientes y a darles una conferencia sobre los
detalles físicos y psicológicos del SMT. El razonamiento estaba claro: si la
información era la cura, yo debía buscar la mejor manera de proporcionarla. Hoy
en día, estas conferencias son la piedra angular del programa terapéutico y
parecen ser todo lo que necesita la gran mayoría de mis pacientes (entre un 80 y
un 90% de ellos) para seguir avanzando hacia una curación total.
Mi visión del problema a inicios de la década de los ochenta queda bien
reflejada en una carta que le escribí al columnista del New York Times Russell
Baker, cuya columna del 16 de agosto de 1981 tenía por título «¿Dónde se han
ido todas las úlceras?». Como pensé que era algo que le iba a interesar, el 23 de
septiembre de ese mismo año le envié la siguiente carta:
Al cabo de unos días recibí la siguiente nota, reproducida aquí con la amable
autorización del señor Baker:
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síntomas psicosomáticos (es decir, derivados de la conexión psicosomática). Muy
pocas personas, si es que hay alguna, viven sin experimentar una o más de estas
manifestaciones, ya que éstas reflejan la organización evolutiva de la psique
humana. Y lo más importante, estas manifestaciones demuestran que no hay
separación entre la mente y el cuerpo; que los dos están inextricablemente
interconectados. Uno no puede estudiar la patología de las enfermedades
humanas sin tomar en cuenta el papel de la psique. Mi experiencia con los
síndromes de dolor más comunes me ha demostrado la insensatez de descuidar
los componentes emocionales de la enfermedad humana. En algunos casos las
emociones desempeñarán un papel secundario; en otras, el principal. Descuidar
esta dimensión es una omisión tan grande como ignorar el papel de los
microorganismos en una enfermedad.
¿Qué emociones son tan terribles para hacer que el cerebro someta a alguien
a un fuerte dolor físico y a espantosos síntomas neurológicos? La respuesta a esta
pregunta es básica para la comprensión no sólo de estos síndromes dolorosos
sino de la gama completa de trastornos psicosomáticos.
Los conflictos siempre están presentes en el inconsciente, nacidos de los
varios elementos que constituyen el mosaico de la psique humana. Estos
conflictos generan el desarrollo de emociones que no pueden ser toleradas y que,
por lo tanto, deben ser reprimidas. Como estos sentimientos indeseables parecen
querer manifestarse, la mente tiene que hacer algo para evitar que lleguen a la
conciencia. De ahí vienen los síntomas derivados de la conexión mente-cuerpo.
Este libro explora la naturaleza y el contenido de estos sentimientos indeseables y
explica por qué la mente elige camuflar la agitación emocional mediante el dolor
físico.
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Primera parte
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1
La psicología de los trastornos psicosomáticos:
una historia de dos mentes
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narcisismo, es normal y saludable si se desarrolla adecuadamente, ya que el
narcisismo indica un yo más o menos cohesionado. Señaló la existencia de una
línea de desarrollo para el narcisismo que va desde éste hasta la plena madurez.
Según Kohut, el narcisismo nunca es abandonado y constituye un fenómeno
potencialmente saludable que, en un ambiente favorable, se desarrolla hasta
alcanzar las formas maduras de la autoestima.
Sin embargo, lo que me interesó especialmente fue la referencia que hizo
Kohut a lo que llamó rabia narcisista. Sugirió que el trauma emocional
experimentado durante los años de desarrollo infantil era el responsable de esta
rabia. Yo pensé que quizá podía haber algo de esta rabia en todos nosotros, y me
pregunté si la presión sobre este yo inherentemente narcisista que reside en todos
nosotros podría producir la rabia-ira que parecía ser la responsable de los
trasturnos psicosomáticos. Esta idea está desarrollada más «tensamente en la
sección que sigue.
Con estos antecedentes, podemos examinar ahora qué es lo que sucede
exactamente en el inconsciente y qué da lugar a los síntomas físicos.
Unos meses antes de los hechos que Helen describe en mi carta, yo la había
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curado de su dolor de espalda. Al cumplir cuarenta y siete años, recordó haber
sufrido abusos sexuales a manos de su padre durante su infancia y adolescencia.
Helen decidió entrar en un grupo de apoyo para mujeres adultas víctimas de
incesto. El día de la primera reunión la espalda comenzó a dolerle, pero como
había sido paciente mía no se preocupó ya que conocía la razón psicológica que
estaba detrás de ese dolor. Para describir lo que sucedió a continuación, es mejor
usar las propias palabras de Helen: «Fui a la reunión con las otras seis mujeres e
Intenté controlarme y no dejarme llevar por mis emociones y mi infelicidad frente a
personas que acababa de conocer. Quería ver si este tipo de grupo era el indicado
para mí. Pero por mucho que intentara mantener una cierta distancia, me vi
abrumada por la cantidad de dolor y sufrimiento que el abuso sexual había
causado en las vidas de estas mujeres —y también en la mía».
Durante las cuarenta y ocho horas siguientes, el dolor fue aumentando
gradualmente hasta obligar a Helen a quedarse postrada en cama: estaba
paralizada por el sufrimiento. Le dijo a su marido que no entendía por qué sentía
tanto dolor. Como había seguido mi tratamiento, comprendía el propósito
psicogénico del dolor y se preguntaba por qué la terapia habitual no estaba
funcionando.
Él le respondió: «Estás hablando de cuarenta años de Ira reprimida». Esto es
lo que sucedió a continuación (según cuenta en su carta):
r
Y entonces, en un instante, comencé a llorar. A llorar como nunca he llorado. A
derramar lágrimas llenas de ira, de angustia y de desesperación. Lágrimas
duras y profundas, lágrimas sin control, que eran mucho más que una queja
sobre mi dolor de espalda. Y me escuché a mí misma decir cosas como: «por
favor, protégeme, no quiero salir nunca de debajo de estas mantas, tengo tanto
miedo; por favor protégeme, no he hagas daño, quiero cortarme las venas, por
favor, déjame morir, tengo que escapar, me siento enferma» y muchas otras
cosas más. No podía parar, y Dios lo bendiga, mi marido me abrazó durante
todo el tiempo. A medida que lloraba y que exteriorizaba todos estos
sentimientos, fue como si hubiese, literalmente, un canal o una tubería entre mi
espalda y mis ojos, a través del cual el dolor fluía hacia fuera. Yo SENTÍA cómo
el dolor fluía hacia fuera a medida que lloraba. Fue una experiencia extraña e
increíble. Supe —realmente supe— que lo que estaba sintiendo en ese
momento era exactamente lo mismo que sentí cuando niña, cuando nadie me
protegió ni cuidó de mí, el mismo miedo, el mismo dolor, la misma soledad, Ia
misma vergüenza, el mismo horror. Mientras lloraba volví a ser nuevamente esa
niña y reconocí las emociones que había sentido toda mi vida y que siempre
había considerado absurdas o, como mínimo, extrañas. Quizá había perdido
toda conexión con mi cuerpo y había reprimido todo lo que sentí cuando era
joven. Pero los sentimientos estaban ahí y ahora fluían hacia fuera de mi ser.
Externa Interna
Lógica Irracional
Intelectual Emocional
Controlada Salvaje
Madura Infantil
Preocupada por los demás Narcisista, ensimismada
Busca la perfección Se siente presionada —ira
Intenta ser bondadosa Se siente presionada —ira
Culpable Despreocupada
Valiente Miedosa
Independiente Dependiente
Segura de sí misma Baja autoestima
Civilizada Salvaje
Moral Amoral
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La represión de la ira consciente
1. Un conflicto interno.
2. El estrés y las tensiones de la vida diaria.
3. La ira residual proveniente de la infancia o la niñez.
Ira - no enfado
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Trauma en la infancia y la niñez
Las experiencias de la infancia y de la niñez son las que realizan las primeras
contribuciones a nuestro depósito de ira. La historia de Helen nos proporciona un
doloroso ejemplo del que es sin duda el tipo más grave de trauma emocional
infantil: el abuso sexual. El abuso emocional y el físico son igualmente destructivos
para el desarrollo psicológico del niño.
El abuso emocional puede producirse bajo el disfraz de; «educación».
Estrictas reglas de conducta, como «a los niños se les debe ver pero no oír» o
«los niños buenos y las niñas buenas no tienen rabietas», y las ideas rígidas sobre
la que está bien y lo que está mal (la educación religiosa puede imponer esto) son
ejemplos bien conocidos. Además, los hijos de padres con graves problemas
psicológicos como el alcoholismo, la drogadicción, la depresión, la ansiedad y la
psicosis también suelen sufrir traumas duraderos.
Si una madre tiene grandes deficiencias psicológicas, los delicados procesos
de la interacción madre-hijo y el establecimiento de la independencia emocional,
que ocurren durante los primeros meses de vida, pueden verse perturbados, Si
una mujer fue muy dependiente de su propia madre, es posible que sienta la
necesidad de aferrarse a su hijo porque esto la hace sentirse más segura. Puede
usar el amor del niño para cubrir la ausencia de amor de su marido o de sus
padres. El padre también desempeña un importante papel en el desarrollo infantil.
Debe ser un modelo para el niño y el precursor de una pareja para la niña. Si
piensa que la educación de los niños le corresponde a la mujer, sus hijos van a
tener problemas. Tanto el padre como la madre pueden tener expectativas
exageradas con respecto a sus hijos —sean de tipo académico, atlético o
artístico—, creando así una gran presión que puede no ser soportable.
Los resentimientos inconscientes pueden producirse en entornos
perfectamente normales. Y esto no quiere decir que los padres sean «malos»,
crueles» o «inadecuados».
Los sentimientos de inferioridad reprimidos propician el desarrollo de rasgos
de la personalidad que son casi universales en las personas con SMT. Estas
personas tienen tendencia a ser perfeccionistas, compulsivas, meticulosas y
ambiciosas; están muy motivadas, son muy críticas consigo mismas y por regla
general tienen éxito. Paralelamente a estos rasgos existe una compulsión por
agradar, por ser una buena persona, por ser servicial y evitar los conflictos. En
resumen, la gente con SMT siente una gran necesidad d buscar la aprobación de
los demás en cualquiera de sus formas: amor, admiración o respeto.
¿Y qué tiene de malo buscar la perfección y ser buena persona? Nada en
absoluto desde el punto de vista de la sociedad y de la carrera profesional, pero
las negativas con secuencias inconscientes pueden ser extremadamente
importantes.
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Rasgos de la personalidad
BAJA AUTOESTIMA
EL PERFECCIONISMO
«BUENISMO»
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serviciales, a menudo hasta el punto de sacrificar sus propias necesidades.
Sienten un gran deseo de agradar; quieren ser apreciadas por todo el mundo. Las
influencias culturales religiosas pueden acentuar esta tendencia. La sociedad
exige que uno sea un buen hijo, un buen marido, una buena esposa, un buen
padre, una buena madre o un buen compañero de trabajo. Esta poderosa
motivación, como el perfeccionismo, parece provenir de profundos sentimientos de
insuficiencia.
¿Qué tiene de malo esforzarse por ser perfecto y bueno? ¿Acaso no beneficia
eso a todo el mundo? Desde un punto de vista interpersonal y social, es algo
maravilloso, pero también genera una gran cantidad de rabia interior. Aunque
conscientemente queramos ser buenos y hacer el bien, el yo narcisista no siente
ese imperativo moral. De hecho, reacciona con rabia ante esta imposición.
Agrégale a esto la rabia inconsciente que se produce cuando nuestros esfuerzos
no son debidamente apreciados y, sobre todo, la que sentimos hacia nosotros
mismos por no haber alcanzado nuestras expectativas.
Recuerda, el inconsciente a menudo es irracional. Una joven madre que
acaba de tener un bebé va a estar muy preocupada por hacer bien las cosas, y
casi no va a dormir por las noches. Totalmente concentrada en el hecho de ser
madre, no va a percibir la rabia inconsciente que siente hacia su bebé. A muchos
de mis pacientes les ha costado aceptar la idea de que los padres puedan sentir
rabia hacia sus hijos.
HOSTILIDAD Y AGRESIÓN
CULPA
DEPENDENCIA
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39. Cambio en el número de reuniones familiares
40. Alteración de los hábitos alimenticios
41. Vacaciones
42. Navidad
43. Infracciones menores de la ley
Tanto el estrés negativo como el positivo generan rabia inconsciente, esté uno
conscientemente enfadado o no. La rabia acumulada se convierte en ira, y la
temible ira inconsciente lleva al desarrollo de síntomas físicos.
Esta última categoría es a veces una de las más sutiles. Sin embargo, suele
ser la causante de la aparición del dolor en muchos hombres y mujeres de más de
cincuenta años, el envejecimiento enfurece, algo en lo que nunca había pensado
hasta que lo experimenté en carne propia. Algunos de mis pacientes han tomado
conciencia de este hecho pero la mayoría no se daba cuenta de lo intensos que
eran sus sentimientos a este respecto.
El cociente ira/alivio
El concepto de equivalencia
El SMT es sólo uno entre un grupo de trastornos físicos. Todos ellos cumplen
la misma función en lo que respecta a la conexión mente-cuerpo y, por lo tanto,
todos son equiparables entre sí. De hecho, cualquier trastorno físico que atraiga la
atención de una persona —por ejemplo, una fractura o una aguda infección
respiratoria— puede reemplazar transitoriamente el síndrome mente-cuerpo. Este
síndrome doloroso suele desaparecer ante la llegada del nuevo trastorno físico,
sólo para volver a reaparecer después de su marcha.
En un estudio realizado en 1975, se comprobó que el 88% de los pacientes
con SMT presentaban historiales en los que figuraban hasta cinco trastornos
psicosomáticos, incluyendo una variedad de síntomas estomacales como acidez,
indigestión, gastritis y hernia de hiato; problemas del tracto gastrointestinal inferior,
como el colon espástico, el síndrome de intestino irritable y el estreñimiento
crónico; enfermedades alérgicas, como la fiebre del heno y el asma; una gran
variedad de afecciones de la piel, como el eccema, el acné, la urticaria y la
psoriasis; jaqueca; infecciones frecuentes del tracto urinario o del sistema
respiratorio y mareos o zumbido en los oídos (no asociado a ninguna enfermedad
del oído). No todo el mundo coincide en que todos éstos sean trastornos
psicosomáticos, pero lo que he comprobado en mi práctica clínica es que sí lo son.
Estos trastornos suelen venir en tándem, lo que sugiere que todos cumplen la
misma función psicológica. El hecho de que fueran tan comunes en los pacientes
con SMT es lo que me llevó concluir que el síndrome también era un trastorno
psicosomático.
El factor miedo
El miedo es otro factor equivalente al dolor que puede ser más efectivo que
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éste para lograr el objetivo de distrae la atención de la rabia reprimida. El miedo al
dolor, a la actividad física, a las lesiones o a una anormalidad de la columna es
suficiente para perpetuar el SMT, incluso ante la ausencia de dolor. La mente
únicamente está interesada en mantener nuestra atención en el cuerpo; el miedo
ante cualquiera de estos fenómenos logrará este objetivo tan bien como el propio
dolor real. Por esto nuestro programa terapéutico busca no sólo el fin del dolor,
sino también la eliminación del miedo.
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2
La mecánica de los
procesos psicosomáticos
El concepto Mente-Cuerpo
Allan Walters, un neurólogo canadiense, sugirió el uso del término dolor local
psicogénico en lugar de dolor histérico, el término usado por Freud y sus colegas,
ya que estaba claro que muchos pacientes no eran histéricos, a pesar de que la
causa de su dolor fuera emocional. El término conversión también fue usado en
tiempos de Freud, e indicaba que un estado emocional había sido convertido en
uno físico. En esta categoría, los estados emocionales provocan síntomas en el
sistema motor, en el sistema sensorial o en los sentidos como la vista y el oído, sin
producir ninguna alteración fisiológica en el cuerpo, tal como puede verse en la
figura 1.
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En esta representación el sistema límbico abarca toda la materia cerebral que
genera emociones; las células cerebrales que forman el sistema límbico se
encuentran entre las más importantes de esta categoría. Es en estas estructuras
donde se originan los estados emocionales inconscientes que demandan síntomas
físicos (estados que han sido descritos en el capítulo 1). La «caja negra» se refiere
a esa parte aún no identificada del cerebro —y a los procesos que tienen lugar en
ella— que estimula la actividad en los centros cerebrales que producirá una entre
una variedad de reacciones anormales en el sistema motor, en el sistema
sensorial o en los sentidos especiales como la vista y el oído. Estos síntomas son
percibidos como el resultado de la mera actividad cerebral; no existe ninguna
reacción identificable en el cuerpo que permita explicarlos. Eran comunes en
tiempos de Freud pero hoy se ven con menos frecuencia, probablemente porque
ya no estén de moda.
Edward Shorter, un historiador de la medicina de la Universidad de Toronto, lo
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expresó con mucha claridad en su libro, From Paralysis to Fatigue (De la parálisis a
la fatiga): la elección del síntoma mente-cuerpo se basa en lo que está de moda en
un momento dado y en aquello que ha sido legitimado como «físico» por los
médicos.
Trastornos autoinmunes
Cáncer
Trastornos cardiovasculares
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La neurofisiologia de los trastornos mente-cuerpo (psicosomáticos)
El mito de la somatización
Es una cruel ironía que la causa de los trastornos más comunes no sea
reconocida por los proveedores de atención médica. La mayoría de las dolencias
que nos aquejan son de tipo mente-cuerpo. Éstas son algunas estadísticas
(recopiladas por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud para el año 1992)
sobre el número de visitas al médico:
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Dolor de garganta 17 millones
Dolor de espalda 14 millones
Dolor de estómago 12 millones
Dolor de cabeza 10 millones
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El sistema límbico del cerebro (véanse las figuras 1 y 2) es un importante
centro de emociones. Dos estructuras en el sistema límbico, la amígdala y el
hipotálamo, son especialmente ricos en receptores neuropéptidos.
Según la doctora Pert, «la llamativa pauta de distribución neuropéptida en las
áreas del cerebro que regulan los estados de ánimo, así como su papel como
mediadores de la comunicación a través de todo el organismo, convierten los
neuropéptidos en el candidato ideal para ser el mediado bioquímico de la
emoción».
Los neuropéptidos han sido encontrados en muchos lugares, como en el bazo
y la médula espinal. Los monocitos, células del sistema inmunológico del cuerpo,
tienen receptores neuropéptidos y viajan por todo el cuerpo.
El estudio de los neuropéptidos y sus receptores nos presenta un panorama
en que informaciones de todo tipo, Incluyendo la emocional, circulan por todo el
cuerpo, permitiendo que los órganos y los sistemas se afecten mutuamente. La
distinción entre cerebro y cuerpo desaparece, ya que funciones que
supuestamente se originaban en exclusiva en el cerebro ahora son encontradas
en otros sitios, y viceversa. La insulina, que se creía era producida únicamente en
el páncreas, ahora se sabe que es creada y almacenada en el cerebro, y existe
una gran concentración de receptores de insulina en el sistema límbico.
Estos son estudios espléndidos y con seguridad habrá muchos más en el
futuro. Sin embargo, todavía tenemos la «caja negra», ese factor misterioso que
despierta tantas preguntas. ¿De qué forma el cerebro hace lo que hace? ¿Cuál es
el proceso que nos permite comunicarnos unos a otros? ¿Cómo se producen las
emociones? ¿Cómo decide el cerebro producir una reacción psicosomática y
elegir su localización?
Estas preguntas probablemente no pueden ser respondidas por la ciencia de
laboratorio. Es posible que requieran una nueva epistemología, es decir, una
nueva forma de pensar sobre estas materias y de estudiarlas. Entretanto tenemos
que avanzar de la mejor manera que podamos, haciendo nuestras observaciones,
poniéndolas a prueba y usándolas, aunque no podamos explicar exactamente
cómo funcionan. Benjamín Franklin dijo una vez que «lo más importante para
nosotros no es conocer la forma en que la naturaleza ejecuta sus leyes; basta con
conocer esas leyes».
Teniendo en mente el trabajo de la doctora Pert, si observamos las figuras 1 y
2, podemos ver fácilmente cómo una emoción puede estimular un trastorno físico,
ya sea a través del sistema nervioso autónomo o mediante una alteración de la
función inmune. Esto no es hipotético. Esto sucede. Sólo es difícil de explicar en el
nivel más básico, el nivel de la «caja negra».
Examinemos ahora estos trastornos psicosomáticos comunes.
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Segunda Parte
Las manifestaciones
físicas de los
trastornos
psicosomáticos
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Introducción al síndrome de miositis tensional:
manifestaciones en la zona lumbar y en las piernas
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Los nervios implicados en el
dolor en la zona lumbar y en las piernas
Piensa en el sistema nervioso como una red eléctrica de un tipo especial: los
cables parten del cerebro, bajan por la médula espinal y se conectan con otros
que van hasta lo músculos, transportando mensajes para el movimiento. Estos
cables son conocidos como fibras nerviosas motoras. Lo que el sistema nervioso
tiene de especial es que otras fibras nerviosas van en la otra dirección: de la piel,
los músculos, las articulaciones y los tendones, llevando mensajes de dolor,
temperatura, posición del resto de las partes del cuerpo y muchas otras
sensaciones, de vuelta al cerebro para que éste sepa lo que está ocurriendo y lo
que debe hacer. A éstas se las llama fibras nerviosas sensoriales. Los nervios
espinales se ramifican desde la médula espinal (que va desde el cuello hasta el
hueso sacro) hacia fuera y están compuestos de fibras motoras y de fibras
sensoriales. Son los que llevan tanto los mensajes que van al cerebro como los
que parten de él.
Es importante conocer la relación anatómica entre los discos intervertebrales
de la columna y los nervios espinales adyacentes. Los discos están situados entre
las vértebras para actuar como amortiguadores y facilitar los movimientos de giro.
De esta forma, uno identifica la localización de un disco mediante las dos
vértebras entre las que está insertado: por ejemplo, los discos lumbar 4-lumbar 5
(L4-L5). (Hay siete vértebras cervicales, doce torácicas y cinco lumbares.)
A cualquier altura de la columna, los nervios se ramifican desde la médula
espinal hacia fuera, uno a cada lado, pasando por uno de los discos
intervertebrales. Los nervios espinales L5 pasan por el disco L4-L5. Los nervios
espinales S1 pasan por el disco situado entre la última vértebra y el sacro, el disco
L5-S1.
Esta cercanía anatómica es la fuente de muchos problemas; si el paciente
tiene una hernia del disco L4-L5 y presenta un dolor en las piernas, la culpa del
dolor recaerá siempre en la hernia, aunque según mi experiencia ésta sea
raramente la responsable. Este diagnóstico es la base para una gran cantidad de
cirugías de columna.
Si los músculos lumbares son los afectados por el SMT, los nervios que
pueden estar implicados son los espinales lumbares.
Por ejemplo, digamos que el nervio espinal lumbar que va hacia la ingle, el L1,
está implicado en el proceso del SMT; sufre una leve deficiencia de oxígeno. No
contiene ninguna fibra involucrada en el SMT, pero las fibras sensoriales le
comunican al cerebro lo que está pasando en la zona de la ingle. Cuando las
fibras sensoriales sufren una deficiencia de oxígeno, pueden surgir síntomas
variados, incluyendo todo tipo de dolores, escozor o sensaciones de presión,
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hormigueo o entumecimiento. Cualquiera de estos síntomas en la ingle, y
ocasionalmente en el escroto o la vulva, está indicando que los nervios espinales
L1 están implicados.
Los nervios espinales L2-L3 o L4 llevan importantes fibras motoras hasta los
músculos anteriores del muslo (el cuádriceps). Si uno o más de estos nervios
espinales están implicados, el movimiento reflejo de la rodilla puede ser débil o
nulo. El músculo cuádriceps también puede estar débil. El L4 contribuye junto con
L5 a la acción del músculo que levanta el pie y los dedos del pie, lo que permite
evitar los tropiezos al caminar. La debilidad de estos músculos da lugar al pie
caído; el pie caído (parcial o total) es muy común en el SMT.
Los discos espinales lumbares 2, 3, 4 y 5 proporcionan una función sensorial
a la parte frontal y lateral de la pierna. Al dolor en el muslo anterior y lateral se le
suele llamar meralgia parestésica, un término descriptivo, aunque nadie conoce su
causa. El dolor es claramente una manifestación del SMT.
Si alguien tiene una hernia de disco a nivel del disco L5-S1, que puede afectar
al S1, el primer nervio espinal sacro, y tiene dolor o algún síntoma en la parte
frontal de la pierna, uno debe suponer que la patología de disco no es la res-
ponsable del dolor porque el S1 sirve a la parte posterior de la pierna. Por el
contrario, la gente con hernia de disco en L4-L5 —que afecta el quinto nervio
espinal lumbar, L5— suele sentir dolor en la parte posterior de la pierna, lo que
prueba nuevamente que la patología discal no es la responsable del dolor, dado
que la parte trasera de la pierna está abastecida por los nervios espinales S1 y S2
y no por el L5. Los nervios espinales están involucrados a menudo en el SMT y
son la causa del dolor en estos casos.
Estas discrepancias diagnósticas me sugirieron que la hernia de disco podía
no ser la causante del dolor. A veces la localización de la hernia encajaba con los
síntomas. Esto puede ser más que una coincidencia, y hoy en día creo que el
astuto cerebro es consciente de la existencia de la hernia y elige
premeditadamente localizar los síntomas en esa zona.
Ciática
Hay otro importante nervio periférico que a menudo está implicado en el dolor
de piernas del SMT —el nervio ciático—. El término ciática es conocido por todo el
mundo; aunque los médicos y los pacientes lo usan como diagnóstico, se refiere
únicamente al dolor en las piernas. A los pacientes se les suele decir que el disco
herniado está haciendo presión sobre el nervio ciático, lo que produce dolor. Pero
esto es una imposibilidad anatómica. Lo que el médico quiere decir es que el disco
58
herniado está presionando uno de los nervios espinales cuyas ramificaciones
conectan con el ciático. Cinco nervios espinales mandan ramificaciones hacia el
nervio ciático —L3, L4, L5, S1, S2—. La lógica neurofisiológica sugiere que
aunque la continua compresión de un nervio pueda ser dolorosa por corto período
de tiempo, pronto daría lugar a una pérdida total de sensibilidad porque el nervio
no podría seguir funcionando en una situación de compresión permanente. En la
práctica, he comprobado que los nervios lumbares espinales o el propio nervio
ciático están frecuentemente implicados en el proceso del SMT y que la causa de
los síntomas no es la compresión de los nervios, sino la privación de oxígeno. Por
eso la gente con «ciática» siente dolor en tantos lugares distintos de la pierna y
con tantas variaciones de síntomas (a veces el dolor pasa de una pierna a otra).
Una anormalidad estructural, como una hernia de disco, no podría producir un
cuadro clínico semejante. Además, muchos pacientes con ciática no muestran
ninguna anormalidad estructural en las radiografías y otros estudios de imagen.
¿Cómo puedo estar seguro de que el causante del dolor sea el SMT y no el
disco u otra anormalidad estructural? A lo largo de muchos años, he visto a miles
de pacientes con problemas de disco y otras anormalidades estructurales a
quienes se les dijo que estos cambios eran los responsables del dolor. Sus
historiales y exámenes físicos indicaban un diagnóstico de SMT; recibían el
tratamiento correspondiente y mejoraban rápidamente, a menudo después de
semanas o meses de dolor incapacitante.
Condicionamiento
pavloviano - programación
60
Éste es un extracto de una carta que describe maravillosamente bien el
proceso de programación:
Dos meses después de haber iniciado su programa, mis síntomas casi habían
desaparecido por completo. Pero mucho más importante fue la desaparición
de mi constante miedo a hacerme daño. Quizá el momento en el que supe que
estaba «curado» fue cuando reuní el coraje para subirme a la bicicleta estática
que llevaba años acumulando polvo en una esquina de mi habitación. En el
pasado, cada vez que intentaba usarla, aunque fuese un minuto, la espalda
comenzaba a dolerme y luego seguía molestándome durante días o semanas.
Ningún quiropráctico u ortopedista me dio nunca una explicación para esto, ya
que podía montar en una bicicleta de diez velocidades (cuando la espalda no
me estaba fastidiando demasiado) sin ningún problema, a pesar de inclinarme
sobre el manillar en esa posición encorvada que me pidieron que evitara.
Usted me enseñó que m aversión a la bicicleta estática era una reacción
condicionada; que yo creía que me había lesionado en ella en algún momento
y anticipaba más lesiones si la probaba de nuevo. Después de algunas
semanas mirando con desconfianza condenada máquina, me sentí listo. La
primera vez que probé, a pesar de que sólo pedaleé durante cinco minutos,
supe que la pesadilla había terminado. Estaba convencida de que ya no
pasaría nada y que la podía usar sin problemas. Y así fue. Poco a poco fui
aumentando la duración e intensidad del ejercicio. De hecho, debo reconocer
que me sentí tan bien con esta nueva libertad que me convertí en un usuario
un poco fanático de ese aparato.
61
El examen físico de los pacientes con dolor en la zona lumbar y en las
piernas
Anormalidades estructurales
OSTEOARTRITIS DEGENERATIVA
63
podía esperarse, ya que se trataba de «anormalidades normales».
LA ESTENOSIS ESPINAL
65
tratamiento conservador en el 98% de los casos.
Un grupo de investigación informó haber encontrado hernias de disco lumbar
en las mielografías de 108 pacientes sin dolor de espalda. Sin embargo, les
siguieron la pista y encontraron que después de tres años el 64% de ellos había
desarrollado síntomas nerviosos, y los investigadores concluyeron que estos
síntomas se debían a la hernia original.
Yo tengo muchas dudas de que sea así y creo que estos pacientes
desarrollaron el SMT. La idea de sintomatología tardía está en contradicción con
un estudio realizado por un grupo de médicos de la Universidad de Roma y de
L'Aquila, según el cual el 63% de los pacientes con hernia de disco documentada
mediante resonancia magnética, y que habían recibido un tratamiento no
quirúrgico, mostraban una reducción del tamaño de la hernia cuando se repetían
las resonancias entre seis y quince meses después.
Un grupo de la Universidad George Washington presentó un interesante
estudio en la revista Spine en 1984. Las tomografías computarizadas de pacientes
con dolor en la zona lumbar fueron revisadas por neuroradiólogos que
desconocían el historial clínico de los pacientes. Encontraron anormalidades de
disco, estenosis, y otros cambios debidos al envejecimiento en el 35,4% de las 52
personas del grupo. El porcentaje subía al 50% cuando se trataba de personas
con más de cuarenta años. Estas son “anormalidades normales” y en la mayoría
de los casos no producen ningún dolor.
Richard Deyo, John Loeser y Stanley Bigos, de la Universidad de Washington,
escribieron que sólo entre el 5 y el 10% de los pacientes con hernia de disco
lumbar necesitaban cirugía, aunque creían que ésta era necesaria si la hernia se
documentaba mediante una tomografía computarizada o una resonancia
magnética, estaba acompañada del dolor característico y de debilidad neurológica
y no respondía a un tratamiento conservador.
He comprobado que estos criterios para la cirugía no son confiables, porque el
SMT puede producir un dolor «característico» y cambios neurológicos, y persistir
durante semanas o meses si no es diagnosticado o tratado adecuadamente.
Un estudio más reciente, y que despertó mucho interés en la prensa, apareció
en el New England Journal of Medicine. El estudio fue realizado por Maureen
Jensen y sus colegas. Se le practicaron resonancias magnéticas a 98 personas
sin historial de dolor en la zona lumbar o en las piernas. El 36% de ellas tenían
discos normales en todos los niveles, el 52% un disco abultado en uno o más
niveles, el 27% presentaba una protrusión discal y el 1% una extrusión. Su
conclusión: «El descubrimiento (mediante resonancia magnética) de abultamientos
o protrusiones en gente con dolor en la zona lumbar puede ser a menudo una
coincidencia».
En 1987 hice un control de seguimiento de 109 pacientes cuyo dolor de
66
espalda había sido atribuido a una hernia de disco. En cada caso, la hernia estaba
documentada por una tomografía computarizada. Estos pacientes fueron tratados
entre 1984 y 1986, antes del advenimiento de la resonancia magnética. De
cualquier forma, la hernia podía ser detectada con precisión por la tomografía
computarizada. A cada paciente se le había diagnosticado SMT basándose en el
historial médico y en un examen físico, lo que significaba que la hernia no era la
causante del dolor. Todos participaron en mi programa educacional, y cuando
fueron entrevistados entre uno y tres años después del tratamiento, 96 pacientes
(el 88%) estaban o bien totalmente sin dolor o bien lo suficientemente
restablecidos para llevar una vida normal sin ninguna restricción física ni miedo.
Once (el 10%) había experimentado alguna mejoría pero seguían con algún tipo
de restricción física. Sólo dos personas (el 2%) no había mejorado en absoluto.
Durante los años en que fueron tratados, no hice ningún esfuerzo por saber si
los pacientes potenciales eran receptivos a la idea de que su dolor era inducido
emocionalmente, lo cual quiere decir que algunos no pudieron aceptar plenamente
el diagnóstico. Los pacientes que no pueden aceptar la causalidad psicológica no
mejoran. Ahora los selecciono antes de admitirlos en nuestro programa
La investigación médica hace bien en buscar las pruebas que confirmen las
teorías diagnósticas y los nuevos tipos de tratamiento. La mejor prueba de la
veracidad del diagnóstico de SMT está en el hecho de que más del 90 % de los
pacientes que trato en la actualidad (a menudo después de años de dolor
recurrente e incapacitante) queda permanentemente sin dolor. No puedo imaginar
una prueba más convincente para confirmar que el SMT es el diagnóstico
correcto. El factor crítico, en ésta o en cualquier otra epidemia, es el diagnóstico.
Mientras la comunidad médica continúe rechazando el diagnóstico de SMT, la
epidemia va a continuar.
Otros diagnósticos estructurales también deben ser mencionados, ya que se
les suele echar la culpa del dolor de espalda.
ESCOLIOSIS
ESPONDILOLISTESIS
EL SÍNDROME PIRIFORME
OSTEOARTRITIS DE LA CADERA
68
Otra adición importante a la lista de anormalidades estructurales
erróneamente acusadas de causar dolor es la cadera artrítica. Los cambios
degenerativos en la articulación de la cadera son bastante comunes y también lo
es el dolor del SMT en la nalga. Siguiendo la pauta habitual, el dolor es atribuido a
la articulación de la cadera, y se realiza una cirugía de cadera incluso cuando la
degeneración es relativamente leve. He intervenido en algunos casos antes de
que se realizara la cirugía y he tratado al paciente con éxito sin necesidad de que
pase por el quirófano. Además, he visto a otros que se han operado y han
continuado teniendo dolor.
Anormalidades congénitas
Otros diagnósticos
FIBROMIALGIA
69
1. Historial de dolor difuso. La definición oficial luego enumera una serie de
partes del cuerpo, abarcando todo el tronco y zonas de los brazos y las
piernas.
2. Dolor a la presión con el dedo en once de dieciocho puntos sensibles. Los
puntos están en ambos lados (bilateral) de las nueve localizaciones
siguientes:
a. Occipucio (base del cráneo)
b. Cervicales inferiores (nuca)
c. Músculo trapecio (parte superior del hombro)
d. Músculo supraespinal (parte alta de la espalda, cerca de los
omoplatos)
e. Segunda costilla (cerca del centro del pecho)
f. Epicóndilo lateral (zona del codo)
g. Glúteo (parte alta y externa de la nalga)
h. Gran trocánter (detrás del prominente hueso de la cadera)
i. Rodilla (parte interior)
71
El lugar del dolor es el músculo.
Sólo he dado una rápida descripción de estos trastornos porque un examen
exhaustivo de todos ellos estaría más allá del alcance y del propósito de este libro.
Lo que se debe afirmar de manera inequívoca es que todos estos trastornos son
psicogénicos, es decir, inducidos por fenómenos emocionales inconscientes. La
fibromialgia, el SDM y el SAT forman todos parte del SMT. La multitud de estudios
que se han hecho por todo el mundo para comprenderlos sólo puede identificar los
detalles o las consecuencias de estos procesos, pero no su causa. Hasta ahora,
nadie ha realizado Investigaciones que permitan comprobar que estos procesos
son psicogénicos. Hasta que se realicen estas investigaciones, los médicos van a
seguir sin saber qué hacer. El éxito consistente que he obtenido al tratar el SMT,
incluso cuando ha sido originalmente diagnosticado como fibromialgia, SDM o
SAT, debería señalar el camino que hay que seguir.
72
El examen neurológico era normal. La amplitud de movimiento estaba limitada
en ambos hombros; sentía dolor a la presión con el dedo en la parte superior de
los hombros, la zona externa de las nalgas y a los lados de ambos muslos (las
bandas iliotibiales).
Su historial y su examen físico sugerían dos diagnósticos: SMT y dolor local
psicogénico (véase el capítulo 2).
Participó en nuestro programa e inmediatamente comenzó con sesiones de
psicoterapia individual y de grupo. Comprendió rápidamente los conceptos del
diagnóstico, pero el progreso en la psicoterapia fue lento. Sin embargo, ocho
meses después de haber comenzado a trabajar con nuestro equipo, ya fue capaz
de cuidar en cierta medida de su bebé. Después de doce meses, ya aguantaba
estar levantada durante cinco horas seguidas, y tras dieciséis meses mantenía la
funcionalidad durante la mitad del día. Esta mujer continuó mejorando lenta pero
progresivamente, hasta llegar a ser una madre y ama de casa a tiempo completo.
Además, volvió a jugar al tenis y a esquiar, y como demostración de su completa
mejoría tanto psicológica como física, estaba lista para tener su segundo hijo.
Este resultado no hubiese sido posible sin un correcto diagnóstico y una
psicoterapia efectiva, ya que ambos fueron cruciales. Sus síntomas eran
claramente psicogénicos. Poderosos factores emocionales pueden inducir
descargas patológicas de los nervios simpáticos.
SÍNDROME POSPOLIO
73
TENSIÓN-MIALGIA
74
El tratamiento convencional del dolor
en la zona lumbar y en las piernas
76
4
Manifestaciones en la parte alta de la espalda,
el cuello, los hombros y los brazos
Al igual que sucede con la zona lumbar, el dolor puede irradiarse hasta el
brazo y la mano, junto con sensaciones de entumecimiento, hormigueo y
debilidad. Los reflejos del tendón pueden ser menores o nulos y es posible que
haya una mensurable debilidad muscular. Las estructuras nerviosas responsables
77
de estos síntomas son los nervios espinales cervicales o el plexo braquial, que
recibe ramificaciones de los nervios espinales cervicales C5, C6, C7 y C8, y el
nervio torácico espinal T1. El plexo braquial luego se divide en todos los nervios
periféricos que sirven al brazo y la mano, como el radial, el mediano y el ulnar.
Esta importante colección de nervios (plexo) está localizada bajo el músculo
trapecio superior. No se puede llegar hasta ella al presionar el trapecio superior,
pero es una zona que suele verse afectada cuando el SMT está activo en ese
músculo, lo que significa que partes del plexo van a sufrir una leve deficiencia de
oxígeno. Es característico del SMT que cuando una gran estructura nerviosa como
el nervio ciático o el plexo braquial está implicada, sólo algunas partes de esta
estructura le vean afectadas. Por esta razón la ciática no es una dolencia de un
solo síntoma. Muchas partes distintas de la pierna —la parte anterior, posterior, los
lados...— pueden doler. Es posible que el dolor se desplace de un lugar a otro,
afectando sólo al muslo, o que afecte únicamente al pie. Lo mismo ocurre con el
plexo braquial, de modo que a veces sólo se siente dolor alrededor del hombro y
en la parte superior del brazo, o en distintas zonas del brazo y de la mano. He
visto todas las variaciones imaginables. Esto no sería así si la causa del dolor
fuese un problema estructural.
En raras ocasiones he observado una cierta debilidad en el músculo que
mantiene el omoplato en su sitio, lo que produce una protuberancia de este hueso.
Este músculo está conectado con el largo nervio torácico de Bell, al cual llegan
ramificaciones de los nervios espinales cervicales C5 y C6. El SMT puede
involucrar a los nervios espinales o al largo nervio torácico.
79
Diagnósticos convencionales
Cuando el dolor se limita a los músculos del cuello y del hombro, puede ser
atribuido a un esguince. Si no hay síntomas en los brazos y en las manos, las
radiografías, las tomografías computarizadas o las resonancias magnéticas
muestran invariablemente algún tipo de anormalidad estructural. Los espolones
óseos (osteofitos) son comunes y pueden producir un estrechamiento de las
aberturas través de las cuales emergen los nervios espinales (foramina
intervertebral). Sin embargo, una de estas aberturas tendría que ser virtualmente
eliminada antes de causarle algún problema al nervio emergente. A pesar de esto,
los médicos continúan afirmando que el nervio sufre un «pinzamiento» y
consideran que ésta es la causa del dolor en los brazos y en las manos. Tal como
ocurre con la zona lumbar y las piernas, a menudo uno puede encontrar en un
examen físico cambios neurológicos que no tienen correlación anatómica con la
localización del espolón. Y al igual que sucede con las piernas, los síntomas se
deben al SMT y no al espolón.
Una vez más la literatura médica apoya la idea de que las anormalidades
estructurales son rara vez la causa del dolor. Un estudio publicado por los
investigadores del Medical College of Wisconsin en 1986 demostró que los
cambios degenerativos (osteoartritis) en el cuello, incluyendo la formación de
espolones, el estrechamiento del espacio del disco y el engrosamiento óseo eran
comunes, especialmente a medida que uno envejecía, y muy a menudo no
producían ningún dolor.
Latigazo cervical
Al igual que sucede con la zona lumbar, uno de los diagnósticos más comunes
en el área cervical es la hernia de disco. A pesar de que en el cuello hay una
mayor proximidad del tejido herniado a la médula espinal, se están acumulando
cada vez más evidencias de que estas hernias pueden no ser peligrosas y que se
puede usar con ellas un tratamiento conservador (no quirúrgico). Estas son
buenas noticias, ya que mi trabajo indica que, al igual que con la zona lumbar, la
hernia no es la responsable del dolor ni tampoco de los síntomas neurológicos en
los brazos —la culpa la tiene el SMT.
A lo largo de más de cuarenta años, las evidencias han demostrado que las
anormalidades estructurales en la región cervical raramente producen síntomas.
Donald McRae, del Instituto Neurológico de Montreal, publicó un trabajo en 1956
en el que afirmaba que cualquiera con más de treinta de años de edad podía tener
una hernia de disco en el cuello y no presentar síntomas.
Diecinueve años más tarde, Alian Fox y sus colegas del Centro Médico de la
Universidad de Nueva York informaron que habían encontrado anormalidades en
la columna cervical que ocupaban mucho espacio (como los tumores) y que no
producían ningún síntoma en absoluto. Como consecuencia de estos resultados,
advertían en contra de atribuir el dolor a las hernias de disco y a los espolones
óseos.
Más recientemente, Joel Saaly y algunos de sus colegas informaron del
exitoso tratamiento no quirúrgico de veinticuatro pacientes con hernia cervical de
disco y dolor en los brazos. Ninguno de ellos experimentó un empeoramiento de
los síntomas neurológicos en los brazos y la mayoría reinició sus actividades
físicas normales. Un estudio similar fue realizado en Londres en el año 1996 por
Keith Bush y sus colegas.
Yo sabía hace años de la inocencia de los discos intervertebrales pero no he
podido hacer públicos mis hallazgos excepto a través de mis libros. Un estudio en
que documentaba la curación del 88% de los pacientes de un grupo ton SMT que
tenía hernia de disco lumbar ha sido rechazado por siete revistas médicas.
82
Síndrome del desfiladero torácico
Como ha sucedido con los problemas de dolor en la zona lumbar, los errores
de diagnóstico y el mal manejo de la situación han causado que la lesión por
estrés repetitivo haya adquirido proporciones epidémicas. En 1993 se estimó que
la lesión por estrés repetitivo (LER) le estaba costando a las grandes empresas de
los Estados Unidos veinte mil millones de dólares al año y era responsable del
56% de las enfermedades relacionadas con el trabajo. El síndrome del túnel
carpiano, uno de los componentes más importantes de la LER, era responsable de
un aumento del 467% en las solicitudes de incapacidad en los Estados Unidos
entre 1989 y 1994. Los analistas industriales son muy conscientes de que el
problema ha seguido aumentando desde 1994.
Como el propio término indica, los síntomas son atribuidos a tareas
repetitivas, como trabajar con un ordenador. En muchos casos, la implicación de
los músculos, nervios y tendones se combina con síntomas en el cuello, los
hombros, los brazos y las manos, a menudo a ambos lados. Los pacientes se
quejan de dolor, entumecimiento, hormigueo y debilidad, síntomas que han sido
causados o agravados por las tareas que realizan en sus trabajos. En muchos
casos, el síndrome del túnel carpiano es el diagnóstico principal. Dolor,
entumecimiento y hormigueo afectan a la mano y son atribuidos a la compresión
del nervio mediano por un poderoso ligamento que cruza la muñeca, el flexor
retinaculum. Sin embargo, un experto en este tema ha sugerido que las
83
manifestaciones de los trastornos son explicadas mejor por el tipo de leve
anormalidad vascular que es característica del SMT.
Estos son algunos historiales clínicos de gente con LER:
Tratamiento convencional
86
5
Tendinitis en la rodilla
Aunque cualquier tendón del cuerpo puede ser afectado por el SMT, algunos
lo son con más frecuencia que otros.
La rodilla es uno de los lugares más comunes. El dolor puede presentarse en
cualquier parte de esta articulación, tanto en la parte delantera como en la trasera,
ya que alrededor de ella se insertan muchos tendones. El más grande es el tendón
rotuliano, que contiene en su interior la rótula; es el tendón del cuádriceps, un
músculo que soporta el peso del cuerpo y que evita que la rodilla ceda al caminar
o al correr. El dolor se localiza normalmente sólo en una parte del tendón, ya sea
arriba o debajo de la rótula. Hay muchos otros, incluyendo los tendones de los
músculos isquiotibiales y los de otros músculos por debajo de la rodilla. Los
ligamentos que se encuentran alrededor de la articulación son importantes
estructuras que también pueden verse afectadas por el dolor. Todo esto se puede
comprobar fácilmente mediante un examen físico: el tendón afectado duele al ser
presionado. El problema no afecta a la articulación de la rodilla en sí, sino a los
tendones que se insertan en los huesos que rodean esta articulación. El dolor en
la rodilla suele achacarse a una afección conocida como condromalacia. Se trata
de una alteración de la cara interior de la rótula, diagnosticada mediante una
radiografía y, según mi experiencia, indolora. Una vez más tenemos una situación
en que el dolor es achacado a una anormalidad detectada mediante radiografía, y
esto ocurre porque el médico no conoce la existencia del SMT. El dolor puede
también ser achacado a una rótula inestable o a ese viejo chivo expiatorio, la
artritis. Ocasionalmente, se dice que una pequeña lesión en el menisco (cartílago)
es la causante del dolor. Las lesiones de menisco pueden verse en las
resonancias magnéticas y son a menudo indoloras, pero se les echará la culpa de
un dolor que realmente ha sido causado por una tendinitis del SMT. A menudo
estos pacientes serán sometidos a una artroscopia. Hace poco vi a un paciente
que había sufrido una operación de este tipo. Después de la cirugía seguía
sintiendo dolor, y el médico realizó una segunda artroscopia porque
supuestamente había un pliegue de tejido que lo producía. Pero el dolor continuó.
Aunque este paciente vino a verme por un problema espalda, le dije cuál era la
verdadera naturaleza de su dolor en la rodilla y así pudo resolver ambos
simultáneamente.
87
Aunque es menos común, la tendinitis puede venir acompañada de una
inflamación de la rodilla. Cuando observé esto por primera vez, me sentí un poco
inseguro al decirle al paciente que la inflamación formaba parte del SMT. A la luz
del consistente éxito de mis tratamientos, hoy en día me siento muy cómodo con
este diagnóstico.
Tendinitis en el hombro
88
He dicho a menudo que la resonancia magnética ha sido una ventaja a
medias para la gente con síndromes de dolor. La hernia de disco, la lesión de
menisco en la rodilla y el desgarro del manguito rotador del hombro, todos los
cuales dependen de la resonancia magnética para su identificación, han dado
lugar a muchas cirugías bien intencionadas pero innecesarias.
Codo de tenista
Tendinitis en el pie
89
A menudo se suele achacar erróneamente el dolor pies al hecho de tener pies
planos.
Periostitis tibial
Éste es un término que les resultará familiar a los atletas, los entrenadores y
los médicos especialistas en medicina deportiva. La periostitis tibial se caracteriza
por dolor en la parte frontal de la pierna, entre la rodilla y el pie. Al igual que
muchos otros síndromes de dolor, la periostitis ha sido siempre un misterio en lo
que respecta a su diagnóstico. Normalmente asociada a la actividad deportiva, es
otro ejemplo de tendinitis del SMT. Estudios recientes han mostrado cambios
radiográficos en la tibia, pero yo me sigo inclinando por atribuir el dolor al SMT.
La tibia, el gran hueso que está debajo de la rodilla, puede palparse con
facilidad en la parte frontal de la pierna, ya que se encuentra justo por debajo de la
piel. Conectado a la tibia a lo largo de una gran parte de su extensión se halla el
importante músculo tibial anterior. En la pierna derecha, puedes sentir el tibial
justo a la derecha de la tibia. Este músculo se encarga de levantar el antepie
durante el ciclo de la marcha o de la carrera: su importancia es obvia. (Para dejar
dolorido este músculo, camina lo más rápido que puedas durante al menos treinta
minutos.) La gente con periostitis tibial siente dolor al presionar ese músculo. El
tendón del músculo tibial está conectado con la tibia a lo largo de toda su
extensión. La periostitis tibial es una tendinitis del SMT. El dolor muscular posterior
al ejercicio físico desaparecerá en uno o dos días. Cuando el dolor persiste y se
intensifica, quiere decir que el SMT es la causa.
Esta es una situación muy común entre los atletas, incluso entre aquellos que
están en mejor forma física: el atleta está practicando su deporte cuando de
repente siente un agudo dolor en parte posterior del muslo. Como el inicio es muy
agudo, se da por sentado que el dolor es provocado por una lesión muscular.
Tras haber observado un cierto número de distensiones en los isquiotibiales
en los jugadores profesionales de fútbol americano, y teniendo en cuenta las
circunstancias en que estas lesiones se producen y la rápida recuperación de los
atletas, me siento muy inclinado a pensar que los jugadores están experimentando
90
un ataque agudo de tendinitis del SMT. Recuerdo sobre todo a un jugador que
había sufrido una distensión en los isquiotibiales durante un partido. Se dijo que
había recibido un tratamiento intensivo para prepararlo para el partido siguiente y,
efectivamente, estuvo listo para jugar a la semana siguiente. Jugó la mayor parte
del partido pero al final del tercer cuarto tuvo que ser sustituido por haber sufrido
una distensión en los isquiotibiales —esta vez en la otra pierna—. Cuando los
periodistas le preguntaron qué creía que había pasado, dijo que había
sobrecargado esta pierna porque se había lesionado la otra la semana anterior.
Esta idea es ridícula; no hubo cambios en su forma de correr, ninguna evidencia
de que cojeara. Lo observé con atención y no pude ver ninguna razón para una
lesión cuando desarrolló el nuevo dolor —simplemente comenzó a cojear—. Se
trataba de un hombre muy tenso, la estrella de su equipo, el jugador con quien
todos contaban. Las presiones sobre él debían de haber sido enormes. No me
extraña que fuese propenso a episodios frecuentes de SMT.
91
6
El dolor crónico
La enfermedad de Lyme
94
7
Las reacciones físicas a los estados emocionales son el pan de cada día.
Estás a punto de tener un accidente en la carretera y el corazón se te dispara. Te
levantas para dar un discurso ante mucha gente, y sientes la boca seca y
mariposas en el estómago. Sudas copiosamente al enfrentarte a una situación
difícil. Reprimes un ataque de rabia y todas estas reacciones se producen al
mismo tiempo.
El cuerpo está íntimamente conectado a la mente, y en especial a las
emociones. ¿Cómo podría ser de otro modo? Los trastornos que voy a describir a
continuación son un poco más complicados que los mencionados hasta ahora, y
todos parecen cumplir la misma función que el SMT, es decir, están diseñados
para distraerte de la ira inconsciente.
Muchos trastornos físicos son equivalentes del SMT. Al igual que los
síndromes dolorosos, la mayoría de estos trastornos son básicamente inofensivos.
Se los divide en siete categorías, y se trata de trastornos de:
1. El sistema gastrointestinal
2. El sistema circulatorio
3. La piel
4. El sistema inmunológico
5. El sistema genitourinario
6. El mecanismo cardíaco
7. índole variada
95
Trastornos gastrointestinales
98
sugería que la migraña era el resultado de la rabia reprimida. Como estaba llegan-
do a la conclusión de que los factores psicológicos eran algo muy común en los
problemas médicos del día a día, estuve abierto a esa idea. Cuando comenzaron
las siguientes «luces» premonitorias, me senté y me puse a pensar sobre qué
rabia podía estar reprimiendo. Años después descubrí lo que era, pero en ese
momento no tenía la menor idea. Sin embargo, para mi gran sorpresa, el dolor de
cabeza nunca se volvió a presentar. Tampoco he vuelto a tener otra migraña
desde entonces, aunque las «luces centelleantes» han continuado. Las «luces»
me anuncian que estoy reprimiendo la rabia y a veces tengo que pensar mucho
para descubrir la razón de esta rabia. En ocasiones, la razón es obvia.
Hay una lección muy importante que se desprende de esta experiencia, y que
se aplica al SMT y a todos los trastornos equivalentes: en muchos casos el mero
hecho de reconocer que un síntoma pueda tener un origen emocional es suficiente
para hacerlo desaparecer. Yo no sabía por qué razón me encontraba
inconscientemente enfadado, pero estaba dispuesto a aceptar que algo
psicológico era responsable de mi dolor de cabeza. Esto bastó para eliminarlo
definitivamente.
Me sucedió algo parecido cuando comencé a realizar los diagnósticos de
SMT, aunque en esa época no lo relacioné con mis migrañas. Les decía a mis
pacientes que sus dolores de espalda eran inducidos por el estrés y la tensión, y si
estaban abiertos a esa idea, mejorarían. Durante muchos años, aunque sabía que
este enfoque funcionaba, no comprendía por qué. La explicación se halla en la
primera y en la tercera parte de este libro. Pero la importancia de esta observación
no debería pasar desapercibida: un síntoma físico es eliminado por el proceso del
pensamiento. No se trata de un fenómeno mágico. Al desplazar tu atención de la
dimensión física a la psicológica, haces desaparecer un síntoma físico. Yo
personalmente lo he hecho con migrañas, alergias al polen, síntomas
gastrointestinales y reacciones dermatológicas. Mis pacientes mencionan
frecuentemente experiencias similares, y lo mismo sucede con sus parejas.
El último de los trastornos circulatorios, el fenómeno de Raynaud, se refiere a
la tendencia que tienen las extremidades, manos y pies, a reaccionar
excesivamente ante el frío y ponerse blancuzcas o incluso azules. Esta es una
reacción excesiva a la respuesta normal del sistema nervioso autónomo ante el
frío que consiste en restringir el flujo de sangre a las extremidades con objeto de
conservar el calor. Obviamente, esta reacción es inducida psicológicamente y se
trata de un ejemplo más de la hiperactividad del sistema nervioso autónomo al
reaccionar a los estímulos emocionales.
99
Trastornos de la piel
Las alergias
101
Mi experiencia personal con la urticaria es ilustrativa. Después de enrolarme
en el ejército en 1943, me presenté voluntario para entrar en las Fuerzas Aéreas.
Mientras estudiaba en la Universidad de Alabama y asistía a clases de vuelo con
un instructor en un avión ligero, comencé a despertarme por las mañanas con una
terrible urticaria en el rostro. Después de algunas pruebas, el médico del ejército
encontró que era alérgico a una gran cantidad de alimentos que luego evité
cuidadosamente, pero seguí con mi urticaria. Entonces nos trasladaron a un
puesto del ejército en Tejas en donde íbamos a ser clasificados como pilotos,
marines o artilleros. Pero allí se nos dijo que las Fuerzas Aéreas habían decidido
que ya no necesitaban más gente. Todos fuimos enviados de vuelta al lugar de
donde veníamos — en mi caso al Departamento Médico—. Los ataques de
urticaria se acabaron.
Mi experiencia es un claro ejemplo de las dos mentes de las que he hablado.
Mi mente consciente quería luchar contra los nazis, pero la respuesta de la
inconsciente fue: «¿Acaso no sabes que los vuelos de combate son peligrosos?
¿Te has vuelto loco?». Esto produjo la secuencia de acontecimientos psicológicos
que terminaron en urticaria.
¿Y qué papel tuvieron los alimentos a los que era supuestamente alérgico? Le
podríamos hacer la misma pregunta a alguien que tiene una fuerte reacción
alérgica a una picadura de insecto. Obviamente existe una conexión, pero está
claro que la picadura o los alimentos no fueron los causantes, sino sólo una parte
del proceso. Una emoción inconsciente hace que el sistema inmunológico
reaccione unte ese alimento o esa picadura de avispa.
La ciencia médica continúa aprendiendo sobre los detalles de las reacciones
alérgicas y sobre cómo funciona el sistema inmunológico. Se trata de un sistema
muy complicado; debemos tener cuidado para evitar confundir los componentes y
mecanismos de una máquina con aquello que la hace funcionar. La electricidad es
lo que hace que se active un motor eléctrico, no sus componentes.
La ciencia médica moderna estudia los detalles de las enfermedades pero
rechaza que procesos emocionales Inconscientes puedan ser la causa. Y cuando
la medicina convencional estudia el papel de la psicología como posible causante
de patologías, tiende a examinar emociones percibidas como la ansiedad y la
depresión, y se basa en perfiles psicológicos para categorizar a la gente.
Desgraciadamente, las emociones percibidas y los perfiles psicológicos no nos
dicen nada sobre lo que está ocurriendo en el inconsciente.
Si alguien me hubiese hecho un examen psicológico cuando tenía urticaria, no
le habría servido de nada. Yo era un joven lleno de entusiasmo por luchar contra
el enemigo me encantaba volar y no estaba ansioso o deprimido. Por otro lado, un
psiquiatra con una orientación psicoanalítica o un psicólogo que sospechara del
origen emocional de la urticaria habrían descubierto rápidamente lo que estaba
sucediendo en mi mente. Sin embargo, no todo el mundo necesita a un
psicoterapeuta para descubrir lo que le pasa cuando tiene el SMT o uno de los
102
trastornos equivalentes —la mayoría de la gente sólo necesita conocimiento-.
Todos generamos sentimientos inconscientes; y algunas veces son lo
suficientemente problemáticos como para dar lugar a síntomas físicos.
Infecciones
103
El síndrome de Epstein-Barr
Trastornos genitourinarios
Los equivalentes del SMT en esta categoría tienen que ver con anormalidades
en la frecuencia y el ritmo cardíaco
La taquicardia paroxismal auricular se caracteriza por una frecuencia cardíaca
muy alta que comienza de repente y, según mi experiencia, es precipitada por una
situación emocional. Va a ser necesaria una intervención médica para hacer que
la frecuencia cardíaca vuelva a la normalidad en el caso de que esto no ocurra
espontáneamente.
Los latidos ectópicos son muy comunes y parecen ser el resultado de
emociones inconscientes más sutiles, según mi experiencia personal con este
trastorno. Siempre deben ser evaluados para eliminar la enfermedad cardíaca.
Aunque más comunes en reposo, también pueden producirse durante una intensa
actividad física. Los latidos ectópicos en alguien con prolapso de la válvula mitral
son erróneamente atribuidos al prolapso. La única relación que tienen estos dos
trastornos es que ambos son consecuencia del estrés. Hablaré más adelante
sobre el prolapso de la válvula mitral en la sección correspondiente.
105
Trastornos de índole variada
La hipoglucemia
El mareo
Tinitus
106
se trata de un equivalente del SMT. Muchos pacientes con SMT han indicado que
han tenido estos síntomas en algún momento del pasado y han comentado que
desaparecieron cuando comenzó a dolerles la espalda. Es difícil evitar la
conclusión de que cumplen la misma función psicológica que el SMT.
La disfonía espasmódica
110
8
Aunque existe una relación directa y clara entre las emociones y el SMT (y
otros trastornos equivalentes), sólo hay sugerentes observaciones de que los
procesos inconscientes participen en la génesis de los trastornos que voy a
abordar a continuación. Como se trata de enfermedades más graves y que a
menudo ponen en peligro la vida del paciente, la posibilidad de que las emociones
puedan desempeñar un importante papel etiológico exige un estudio intensivo.
Creo que una gran parte de las investigaciones que se han realizado al respecto
es defectuosa porque no considera la posibilidad de que las emociones puedan
contribuir a desencadenar estas enfermedades y, por lo tanto, no incluye ese
factor en el diseño de la investigación, estudios recientes han dejado pocas dudas
de que el cerebro está íntimamente implicado en una variedad de sistemas
corporales que se creía funcionaban autónomamente. Sin
embargo, los investigadores toman en cuenta los factores emocionales sólo en el
contexto de su influencia en el desarrollo de una enfermedad autoinmune, de un
cáncer o de una infección, pero no como su causa.
Enfermedades cardiovasculares
112
Hipertensión
Arteriosclerosis, aterosclerosis,
endurecimiento de las arterias
115
Cáncer
116
años, los psicólogos han asociado esta enfermedad con la melancolía y la
depresión. Los acontecimientos traumáticos en la vida de una persona son a
menudo los precursores del cáncer. Algunos pacientes de cáncer son
emocionalmente contenidos, otros se sienten impotentes y desesperanzados, y
muchos tienen una historia de malas relaciones con sus padres. Todas estas
características también han sido observadas en pacientes con SMT y otros
trastornos equivalentes. Pero ¿por qué las personas con SMT contraen una
enfermedad básicamente benigna en lugar de un cáncer?
Una parte esencial de la teoría del SMT es que muchos aspectos de la vida
son fuentes de presión, tal como lo expliqué en la primera parte de este libro, y
que estas presiones inducen una ira interna. La interacción psicodinámica entre el
perfeccionismo, el «buenismo» y la ira es un ejemplo. Los acontecimientos
estresantes de la vida producen ira en el inconsciente; los abusos sufridos en la
infancia y los problemas con los padres a veces dan lugar a una ira permanente.
El hecho de que la ira acumulada dé lugar al SMT y equivalentes, a una
enfermedad autoinmune, a trastornos cardiovasculares o al cáncer puede
depender de la magnitud de ira y de la profundidad o el poder de la represión. Al
menos así lo indica la teoría del SMT. La gente que sufre una gran pérdida
personal como la muerte del padre, de la madre o de la pareja puede generar
enormes cantidades de ira, la suficiente para producir cáncer. La razón por la cual
muchos factores psicológicos han sido relacionados con esta enfermedad es que
todos inducen ira interna. En mi opinión, éste es el denominador común que da
lugar a una variedad de reacciones psicosomáticas, algunas benignas, otras
malignas. Obviamente, si uno va a utilizar la psicoterapia en un esfuerzo por
revertir un proceso psicosomático, hay que trabajar con las fuentes de la ira y no
con la ira en sí.
Mi experiencia con el SMT me ha proporcionado una oportunidad única para
teorizar sobre el tema. He tratado con éxito un trastorno que en la mayoría de los
casos es claramente el resultado de la ira reprimida, y lo he hecho enseñándole a
los pacientes a reconocer este hecho y, en el caso de que fuera necesario,
haciendo que acudiesen a un psicoterapeuta. Como veremos en la tercera parte
de este libro, entre el 85 y el 90% de los pacientes pueden ser tratados con éxito
sin necesidad de psicoterapia. El hecho de que mi programa pueda ser o no
aplicado a personas con enfermedades autoinmunes, cardiovasculares o
cancerosas es un asunto que requiere más investigación. Es posible que se pueda
aplicar el mismo principio, pero sospecho que el proceso terapéutico resultaría
mucho más difícil con estas enfermedades más graves que con el SMT.
Esto me recuerda una reciente cura milagrosa del cáncer de la que informó
inicialmente la revista Vogue. A Alice Epstein se le diagnosticó un cáncer de riñón
extremadamente maligno y se le dijo que no le quedaba mucho tiempo de vida.
Ella rechazó esta prognosis, comenzó a examinar detenidamente su vida e inició
un tratamiento de psicoterapia. Sobrevivió a su enfermedad y contó sus
experiencias en un libro.
117
Norman Cousins y otros llevan años abordando este tema.
Existen muchas preguntas por responder y misterios que resolver en el campo
de la medicina psicosomática. Por ejemplo, ¿qué es lo que determina si el cerebro
va a elegir cáncer o una enfermedad cardiovascular o autoinmune cuando la ira
está escondida más profundamente? Va a ser más fácil identificar los procesos
patofisiológicos implicados en cada caso que determinar por qué ha sido cáncer,
artritis reumatoide o enfermedad de la arteria coronaria.
El Homo sapiens representa el pináculo de la evolución, al menos en este
sistema solar. La gloria máxima de nuestra especie es la mente, que sin duda
continúa evolucionando, pero que ya es bastante asombrosa. El poder del habla y
el pensamiento creativo, por mencionar sólo dos de sus capacidades, son tan
especiales y complejos que aún no tenemos ni idea de cómo funcionan.
El estudio de las emociones también está en su infancia, y en tal medida que
muchos médicos aún no son conscientes del impacto de las emociones sobre la
función corporal. El objetivo de este libro es llamar la atención hacia esta
conexión.
118
Tercera parte
119
9
El programa terapéutico:
el poder del conocimiento
Dado que estás leyendo este libro, es posible que hayas padecido un
síndrome doloroso durante semanas, meses o años. La cantidad de tiempo no
afecta al diagnóstico de SMT, ni tampoco el hecho de que hayas tenido episodios
recurrentes de dolor que comenzaron con una lesión o un accidente. Piensa que
ésta es tu primera consulta conmigo. Tu dolor puede estar localizado en la zona
lumbar, acompañado de entumecimiento, hormigueo o debilidad en cualquier parte
de una o ambas piernas. O puede localizarse en la parte media o superior de la
espalda. O quizá en el cuello y en el hombro, con dolor, entumecimiento, hormi-
gueo o debilidad en uno o ambos brazos, o en las piernas. Es posible que se halle
en la zona de la articulación del hombro, en el codo, la muñeca, los dedos, la zona
de la cadera, la rodilla, el tobillo, la parte superior o la planta del pie, en uno o
ambos lados.
Todas éstas son manifestaciones comunes del SMT.
El dolor puede ser peor durante el día o durante la noche. Quizá sea intenso
al despertar y cuando intentas levantarte, mejorando gradualmente a medida que
el día avanza, o puede que te encuentres mejor por las mañanas y el dolor vaya
aumentando a lo largo del día. El dolor puede aumentar o disminuir al estar
sentado, al caminar o al permanecer de pie sin moverse. Es probable que tengas
miedo de agacharte o de levantar objetos pesados; si no eres capaz de hacer
estas cosas, no vas a serlo de realizar tu trabajo, correr o practicar cualquier
deporte. Puede que tengas miedo de realizar cualquier actividad física, por muy
fácil que sea.
O puede que sigas siendo una persona activa que practica incluso deportes
vigorosos, a pesar del dolor. Puede que el dolor se presente en momentos
intempestivos, ilógicos y no cuando debería presentarse.
Todos éstos son escenarios comunes para las personas con SMT y ejemplos
clásicos de cómo estas personas son programadas para sentir dolor en ciertos
momentos y en asociación con distintas actividades y posturas físicas.
La mayor parte del tiempo tienes la impresión de que hay algo que no va bien
120
en tu espalda, en tu cuello o en tus hombros, algún defecto estructural, una
degeneración o un deterioro de partes de tu columna, una hernia de disco,
fibromialgia, un desgarro o un esguince muscular, una tendinitis en alguna parte...
Normalmente estos diagnósticos están confirmados por radiografías, tomografías
computarizadas o resonancias magnéticas, y es muy probable que tu dolor haya
empeorado considerablemente desde que te enteraste de lo que mostraban estas
pruebas.
Puede que tu vida esté literalmente dominada por el síndrome doloroso; es
algo que te atormenta a lo largo del día. Has acudido a muchos médicos y has
probado infinidad de tratamientos distintos, pero aunque a veces mejoras durante
un tiempo, el problema siempre regresa.
Tus amigos y tu familia se muestran comprensivos y siempre te están
advirtiendo que tengas cuidado.
He aprendido todas estas cosas de ti al redactar tu historial. El examen físico
o bien no reveló ninguna anormalidad neurológica o bien reveló una variedad de
pequeñas anormalidades como la pérdida del reflejo del tendón, alguna leve
debilidad o un cambio en la percepción de un estímulo doloroso, como por ejemplo
un pinchazo. Algunos de vosotros teníais una capacidad de movimientos
extremadamente limitada; otros podíais moveros con gran agilidad. Sin embargo,
casi todos vosotros sentíais dolor cuando yo presionaba ciertos músculos en la
parte lateral de las nalgas, en la zona lumbar y en la parte superior de los
hombros. Además, el 80% de vosotros sentisteis dolor cuando presioné los largos
tendones de ambos muslos.
Gracias al examen físico y al historial pude concluir que tenías SMT y mi
siguiente paso fue decirte lo que eso significaba. Te advertí que las anormalidades
estructurales que te habían detectado anteriormente no eran la causa de tu dolor y
que iba a presentar evidencias en ese momento y a lo largo de mis conferencias
para respaldar esa conclusión. El dolor, el agarrotamiento, la sensación de ardor o
de presión, el entumecimiento, el hormigueo y la debilidad eran causados por una
leve deficiencia de oxígeno en los músculos, nervios y tendones implicados en
cada caso. En sí misma, esta deficiencia es inofensiva. Aunque este síndrome
pueda producirte un dolor más intenso que cualquier otra cosa en la medicina
clínica, no te va a dejar ninguna secuela cuando los síntomas desaparezcan.
Luego te expliqué por qué el cerebro había decidido reducir el flujo sanguíneo
hacia esas áreas, produciendo los síntomas de dolor. Te expuse que la ira, la
rabia y otros poderosos sentimientos en el inconsciente amenazaban con irrumpir
en la conciencia y que el dolor tuvo que ser creado como una maniobra de
distracción para evitar que eso ocurriera. En la mayoría de los casos, tú tomaste
conciencia de los importantes factores psicológicos como el estrés en tu vida, el
perfeccionismo y el «buenismo» o un trauma infantil, que eran los responsables de
tu dolor. Te tranquilizó saber que la curación vendría con la comprensión del
proceso. Te dije que todo esto iba a quedar claro después de dos conferencias
121
sobre el tema, ya que no había tiempo suficiente para presentar la historia
completa durante la consulta. En total, pasamos unos cuarenta y cinco minutos
juntos.
Este compendio realizado durante la consulta inicial da una idea de cuál va a
ser el programa terapéutico. Tenemos que frustrar la estrategia del cerebro. Para
lograrlo, aliento a los pacientes a que:
Rechacen el diagnóstico estructural, las razones «físicas» del dolor (el SMT es
un tipo distinto de proceso físico).
Reconozcan la base psicológica del dolor.
Acepten la explicación psicológica y todas sus ramificaciones como algo normal
entre las personas con buena salud en nuestra sociedad.
122
El principio de la simultaneidad
Los síntomas del SMT a menudo comienzan en asociación con una conocida
anormalidad estructural —por ejemplo, el dolor en la espalda y en las piernas de
alguien cuya tomografía computarizada o resonancia magnética muestra una
hernia de disco en la posición adecuada para servir de explicación a los
síntomas—. En estos casos, la velocidad con que una persona se ve libre de estos
síntomas nos confirma que la hernia de disco no era la responsable del dolor.
La presencia de una anormalidad de disco constituye un obstáculo para los
pacientes que no son conscientes de que ésta es una demostración de la astucia
e ingeniosidad de la mente cuando quiere crear una maniobra de distracción
física. La mente es consciente de todo lo que sucede en el cuerpo, incluyendo la
localización de la hernia de disco, las lesiones de menisco y los desgarros del
manguito rotador del hombro. Puede sonar extraño, pero la experiencia demuestra
que el cerebro iniciará el dolor del SMT en el lugar donde exista una anormalidad
estructural. El cerebro hace esto para impresionarte y para mantener tu atención
centrada en el cuerpo. Del mismo modo, la mente iniciará el dolor en el lugar de
una antigua lesión.
La tendencia a atribuir el dolor a una anormalidad estructural es irresistible y
en algunos casos puede ser legítima, pero en la mayoría claramente no lo es; el
SMT es por regla general la verdadera causa del dolor. Un médico que esté
familiarizado con el SMT sabrá hacer la distinción.
Afortunadamente, nuevos estudios están facilitando la tarea de convencer a
los pacientes de que las anormalidades estructurales son muy comunes y rara vez
producen dolor. Uno de los más impresionantes apareció en el New England
Journal of Medicine en julio de 1994. Un grupo de investigadores del Hoag
Memorial Hospital de Newport Beach, en California, y la Cleveland Clinic
informaron que habían encontrado protuberancias y protrusiones en las resonan-
cias magnéticas de los discos lumbares de sesenta y cuatro pacientes (entre un
total de noventa y ocho) que nunca habían sentido dolor de espalda. Este es sólo
uno entre los muchos estudios recientes que prueban que las anormalidades
estructurales no causan dolor de espalda. A pesar de esto, casi todos los médicos
y otros profesionales de la salud siguen atribuyendo el dolor a las anormalidades
estructurales.
123
Reconoce la base psicológica del dolor
Acepta lo psicológico
Debemos decirnos a nosotros mismos: «Está bien ser como somos: ilógicos,
inconscientemente iracundos, como un niño con un ataque de rabia. Es parte de
nuestra humanidad y es universal».
He enumerado tres principios del tratamiento: rechaza lo físico, reconoce y
124
acepta lo psicológico. ¿Cómo podemos cumplir estos objetivos en la práctica? Las
siguientes son algunas estrategias.
Piensa psicológicamente
Haz una lista de todas las presiones en tu vida, ya que todas ellas
125
contribuyen a tu ira interior. Existen las presiones autoimpuestas, típicas del
meticuloso perfeccionista o del «buenista», y las del día a día, incluyendo
acontecimientos «felices» como el matrimonio y los hijos, ya que éstos también
representan una gran presión. También deberías incluir en la lista la rabia que es
un remanente de la infancia.
Los pacientes han opinado que este ejercicio es de gran ayuda. Recuerdo a
un hombre que dijo haber quedado sorprendido al ver lo larga que era su lista.
Los pacientes suelen preguntar: «¿No empeoraré las cosas al concentrarme
en todos los problemas y dificultades de mi vida?». Paradójicamente no, porque lo
que ha dado lugar a trastornos como el SMT, la acidez, el dolor de cabeza, la
ansiedad y la depresión es el hecho de no haber comprendido el impacto de estos
problemas sobre la mente interior. Al identificar y afrontar conscientemente las
fuentes de estas presiones, reduces su potencial efecto negativo sobre el
inconsciente.
Esta parte del tratamiento es esencial para la gente muy ocupada que no tiene
un momento durante el día para pensar en nada que no sea su trabajo. El
tratamiento para el SMT y equivalentes consiste en liberarse de estos trastornos
mediante el pensamiento. Esto se hace mejor en silencio y soledad, de modo que
hay que encontrar un momento cada día en que te puedas sentar y pensar sobre
lo que se necesita para mejorar.
El conocimiento es la cura
128
psicológico bastará para que surta efecto. Otros necesitarán más información
sobre cómo funciona la estrategia, y otros precisarán psicoterapia. Pero en todos
los casos el conocimiento es esencial para la «curación», porque al hacer que la
gente tome conciencia de lo que está sucediendo tanto en el nivel físico como en
el psicológico estaremos frustrando la estrategia del cerebro. (He puesto la
palabra curación entre comillas para recordarte que el SMT no es una
enfermedad: una persona mejora y el dolor desaparece, pero realmente no hay
nada que «curar».) Al desplazar la atención del cuerpo a la psique estamos inu-
tilizando el dolor, quitándole su razón de ser y revelando lo que estaba intentando
esconder. En un pequeño número de casos, la persona debe experimentar
realmente la emoción, como la ira o la profunda tristeza, antes de que el dolor pue-
da cesar. Esto siempre requiere la ayuda de un psicoterapeuta cualificado.
Recuerdo un paciente en la cincuentena que albergaba un perdurable
sentimiento de rabia hacia su madre, un sentimiento del cual era parcialmente
consciente. Sin embargo, su dolor persistió hasta que fue capaz, con la ayuda de
un psicoterapeuta, de experimentar su rabia reprimida.
Como muestra del papel crucial que tiene el conocimiento, muchas personas
han tenido éxito en eliminar el dolor por el mero hecho de haber estudiado mis
libros sobre el SMT, especialmente el más reciente, Libérese del dolor de espalda.
Este es un extracto de la carta que me envió James Campobello, fechada el 13 de
noviembre de 1991:
Le escribo para agradecerle lo que ha hecho por mí. Su libro Libérese del
dolor de espalda me ha salvado de una vida de incapacidad física.
Tengo cuarenta y tres años y, hasta que comenzó mi problema de espalda,
nunca había tenido ninguna lesión o enfermedad grave. En marzo de 1989
comenzaron los síntomas. Primero fue una leve rigidez en la zona lumbar y
hacia el final de la semana ya sentía un dolor intenso y debilitante, con
espasmos continuos. Durante dos años sufrí un dolor prácticamente constante
en la espalda, que fluctuaba entre leve e intenso, pero nunca desaparecía por
completo. Sin entrar en muchos detalles, puedo decir que era profundamente
desgraciado. No podía permanecer sentado durante más de media hora, no
podía agacharme, no podía levantar peso ni montar en bicicleta durante más
de dos minutos. Había renunciado a realizar todas las actividades que me
gustaban. Trabajaba de pie, descansaba con frecuencia echándome sobre el
129
escritorio y pasaba el tiempo libre echado en el suelo del cuarto de estar de mi
casa.
Recorrí toda la gama de especialidades médicas (y seudo-médicas), y no sirvió de
nada. Vi a cinco médicos distintos, incluyendo a los mejores especialistas en
espalda de la zona. Seguí tres programas terapéuticos diferentes, con cinco
terapeutas distintos. Probé el yoga, la acupuntura y la quiropráctica. Nada sirvió;
siempre que mejoraba un poco, en breve volvía a empeorar.
Sin embargo, después de leer (y releer) su libro y aplicar lo que propone, mi
espalda pasó de incapacitada a normal en alrededor de dos meses. Hoy en día
hago todo lo que solía hacer —sentarme normalmente, montar en bicicleta, con-
ducir durante horas, practicar deporte, agacharme y levantar peso como una
persona normal—, cosas a las que pensé que iba a tener que renunciar para
siempre. Hace ya más de seis meses que estoy totalmente restablecido. Me
mostré escéptico, por decirlo suavemente, cuando me dieron su libro. Casi no
terminé de leerlo, porque su teoría simplemente no me parecía creíble. Sin
embargo, los rasgos de la personalidad descrita se parecían mucho a los míos, así
que finalmente lo terminé (pero seguí siendo un escéptico). Mi novia, que fue
quien encontró el libro y meló compró, lo leyó una semana después y me instó a
que lo leyera de nuevo. (De hecho, me dijo algo como: «Si no te ves reflejado en
cada página de ese libro, entonces quiere decir que estás loco o ciego. Vuelve a
leerlo».) Por pura desesperación, y con un reticente reconocimiento de que el
concepto básico se aplicaba a mí, volví a leer el libro.
Comencé a mejorar gradualmente pero de forma sostenida. En ese momento
llamé para pedir una cita con usted, con la esperanza de completar la curación y
participar en las conferencias para grupos que forman parte de su tratamiento. Sin
embargo, en el mes anterior a mi cita, volví a leer el libro cuatro veces más, seguí
aplicando su sistema y continué mejorando. Cuando llegó el día de mi cita, me di
cuenta de que ya no la necesitaba. Después de seis semanas, me encontraba
prácticamente restablecido. Durante esa época, dejé de ir a la fisioterapia y al
quiropráctico, renuncié a tomar pastillas y a realizar los ejercicios de estiramiento
para la espalda. No he realizado ninguna actividad especial para la espalda desde
entonces —y me siento estupendamente.
Si no lo hubiese vivido, no lo habría creído. Supuestamente, mi problema se
debía a defectos estructurales de la columna. Se me había diagnosticado una
serie de problemas vertebrales y de disco, y estaba a punto de someterme a
cirugía. (¡No puedo decirle lo agradecido que estoy de que me haya salvado de
esa operación!)
En primer lugar tienes que decidir que vas a probar en serio el sistema del doctor
Sarno, ya que sólo funciona en aquellas personas que hacen un gran esfuerzo por
aplicarlo. Tienes que creer que va a funcionar en tu caso o, si no, has de estar tan
desesperado como para hacer todo lo que esté en tu mano por aplicarlo.
No creí en el sistema cuando leí el libro por primera vez. Soy muy escéptico por
naturaleza. No creía en poderes mentales de ningún tipo y había perdido la
esperanza en los milagros. Sin embargo, estaba desesperado. Sentía dolor todo el
tiempo. Mi vida consistía en estar de pie para realizar el poco trabajo del que era
capaz y en estar echado sobre una colchoneta en el suelo durante el resto del día.
De modo que aunque no pensé que sirviera para algo, mi mujer me convenció de
que probara. Tú puedes hacer lo mismo. Así pues, en primer lugar tienes que
comprometerte a que vas a probar el sistema del libro. No cuesta dinero pero tie-
nes que estar dispuesto a dedicarle algún tiempo cada día durante un mes como
mínimo. Vale la pena que lo pruebes. ¿Qué tienes que perder?
No creo que haya una única manera de hacerlo, pero te voy a contar lo que ha
funcionado en mi caso. Te recomiendo que lo pruebes.
1. Lee unas treinta páginas del libro cada día. No lo hagas mecánicamente,
¡reflexiona sobre lo que estás leyendo! Presta atención a lo que dice el doctor
Sarno y piensa en cómo se aplica a ti. Es muy fácil estar poco atento, así que haz
un esfuerzo y concéntrate en las ideas. Presta especial atención cuando leas
partes que te recuerden a ti mismo. Además, recuerda continuamente que las
personas mencionadas en el libro tenían problemas similares al tuyo, y todas
mejoraron. Cuando termines de leerlo, vuelve a comenzarlo al día siguiente.
Tienes que leerlo continuamente durante un mes o más. Y has de prestar atención
cada vez que lo leas.
2. Dedica un tiempo cada día para pensar sobre los problemas que puedan estar
molestándote, sobre qué cosas puede haber en tu vida y en tu mente que estén
causándote dolor de espalda. Pasa al menos treinta minutos cada día pensando
sobre esto. Yo solía pasar quince minutos por la mañana, después de levantarme,
y luego treinta por la tarde. Usa este tiempo para lo siguiente: Piensa en todas las
cosas que puedan estar molestándote —en el trabajo o la universidad,
responsabilidades familiares, problemas financieros, etcétera—. Sé lo más
específico que sea posible. No puedes decir simplemente: «Me preocupa mi
trabajo» —eso no es suficiente—. Debes intentar identificar cada ítem específico.
Me resultó útil redactar una lista para seguirles la pista. (Cuando eres muy
131
específico, se te ocurren un buen montón de cosas.) Préstale atención a todas las
áreas de tu vida, pequeñas y grandes. Ten en cuenta no sólo los problemas más
obvios, sino también aquellos que estén escondidos. Presta atención a los
problemas tanto reales como imaginarios que pueden estar afligiéndote.
Una vez los hayas identificado, divídelos en dos categorías: aquellos sobre los que
puedes hacer algo y aquellos que están más allá de tu control. Sé realista al
decidir dónde encaja cada uno. Respecto a los que sí puedes hacer algo,
comienza a actuar desde ahora. Haz todo lo que puedas por resolverlos, o como
mínimo inténtalo. Respecto a los otros, dite a ti mismo que sabes que te molestan,
pero que debes aceptarlos —y sobre todo, que no vas a dejar que te causen más
dolor de espalda—. Recuerda, no tienes que eliminar tus problemas para que la
curación funcione, sólo ser consciente del proceso.
Piensa en cómo eres —qué hay en ti que permite que estos problemas te causen
tanto dolor—. Yo presento las típicas características que describe el doctor Sarno:
perfeccionista, colérico, muy motivado, ambicioso, algo compulsivo e impaciente
con la gente. Estos son los rasgos que forman parte de mi personalidad y que
llevaron a mi mente a desarrollar el dolor de espalda. Una de mis compañeras de
trabajo es una mujer alegre, agradable y de trato fácil, pero desarrolló un dolor de
espalda tan intenso como el mío, y el libro también la curó. (Tardó unos tres
meses, por cierto, pero hoy en día se encuentra perfectamente.) Intenta averiguar
qué es lo que dentro de ti necesita esa maniobra de distracción. ¿Qué es lo que le
permite al dolor desarrollarse y persistir? Sé sincero contigo mismo. De nuevo,
recuerda que no tienes que cambiar tu personalidad para que el sistema funcione
—sólo comprenderla y luchar contra ella.
132
5. No te rindas. Créeme, sé lo deprimente y desalentador que es. No obstante,
hay esperanza. Pero para que el sistema funcione, tienes que dedicarle el tiempo
necesario y poner todo de tu parte.
El placebo y el nocebo
133
consiguió controlar la úlcera, comenzó a sentir intensos dolores en el cuello. En
ese momento comenzó a tratarse conmigo y mejoró rápidamente después de que
se le diagnosticara SMT.
Sin embargo, muchos pacientes tienen recaídas en la zona donde fue
realizada la cirugía cuando ésta ha funcionado como placebo.
El programa
Como los pacientes con SMT se hallan en un estado de ira, deben de haber
sido heridos en su narcisismo. Al expresar esa ira somáticamente, acuden a
un médico convencional que les aconseja guardar cama o una cirugía. Esto
los hiere aún más en su narcisismo y los debilita, lo cual hace que aumente su
ira. Sintiéndose impotentes, se meten en sus camas y, como usted ha
explicado tan claramente, se sienten aún más heridos en su narcisismo y aún
más impotentes.
Sin embargo, a diferencia de los padres faltos de empatía, cuando estas
personas finalmente van a verlo, usted les da la bienvenida y les devuelve la
confianza en sus posibilidades, además de ayudar a calmar y apaciguar esos
sentimientos de ira. También les proporciona una experiencia de similitud
esencial al presentarles a otras personas con SMT. De esta forma no sólo los
hace conscientes de los aspectos desechados de su ira, sino que los ayuda a
reducirla. Usted activa una percepción de poder (yo grandioso) después de
que esa percepción ha sido debilitada y disminuida. Puede hacerlo
rápidamente, porque la ira no es vista como un impulso, sino como un
producto de desecho posterior a una herida en el narcisismo, la cual es
disminuida por su empatía al proporcionarle al sujeto las funciones de
afirmación (reflejo), apaciguamiento (idealización) y similitud esencial
(igualdad). Obviamente, el paciente sigue siendo vulnerable a lesiones
adicionales, y a la ira, lo que explica por qué algunos de nosotros
regresamos.
Una vez que los pacientes comprenden que en el SMT la ira es la culpable y
que tiene su origen en un trauma de la infancia, en la necesidad de ser perfecto y
bueno o en toda una serie de presiones del día a día, suponen que todos estos
factores estresantes tienen que ser eliminados para que ellos puedan mejorar. La
lógica dicta que si la ira es la causa, como el demonio, ésta debe ser exorcizada.
Si la ira pudiese escapar del inconsciente y expresarse, como en el caso de Helen,
137
esto produciría seguramente una «curación». Por desgracia, esto rara vez es
posible. La ira ha sido reprimida, no la sentimos y, por lo tanto, no podemos lidiar
con ella.
Tampoco nos es posible cambiar nuestra personalidad y dejar de intentar ser
perfectos y buenos. Si tomamos conciencia de poseer estas características,
podemos modificar nuestro comportamiento y aminorar los efectos negativos que
éstas tienen sobre nosotros, pero básicamente seguimos siendo la misma persona
de siempre. Incluso con el psicoanálisis, una actividad que investiga las
profundidades emocionales de la persona, nuestra personalidad no cambia.
Cuanto mejor nos conozcamos, menos nos asustarán los sentimientos como la ira.
Aunque ésta nunca desaparece y seguimos generándola, una vez la
reconocemos, se hace menos amenazadora y pierde algo de su capacidad para
hacernos daño.
El estilo de vida tampoco suele cambiar demasiado. Afortunadamente, la
experiencia ha demostrado que es el conocimiento, y no el cambio, el que produce
la curación. Esto requiere repeticiones en el proceso de aprendizaje.
El factor tiempo
Psicoterapia
139
Los psicoterapeutas suelen comentar: «Estamos tan ocupados resolviendo
sus profundos conflictos interiores respecto a su matrimonio —o respecto a algún
otro asunto emocional— que ya ni siquiera habla del dolor».
La psicoterapia es un proceso lento, no una solución mágica. Pero como
aborda asuntos que afectan virtualmente a todos los aspectos de nuestras vidas,
el tiempo que se le dedica está bien empleado, no importa cuánto sea.
Una gran desventaja de la psicoterapia es su coste. Esto se está convirtiendo
en un grave problema porque los proveedores de servicios médicos se muestran
cada vez más reacios a cubrir los gastos de la psicoterapia. Esta tendencia refleja
una triste y peligrosa ignorancia respecto a lo que es realmente importante para la
buena salud.
Preguntas
Respuesta: Ya hace muchos años que dejé de recetar la fisioterapia como parte
del tratamiento del SMT. Aunque los fisioterapeutas eran estupendos y
enfatizaban la base psicológica del dolor, cada sesión hacía que el paciente
centrase su atención en el cuerpo, lo cual era incompatible con mi objetivo
terapéutico principal —ignorar lo físico y concentrarse únicamente en Io
psicológico—. La misma idea se aplica a cualquier programa de ejercicios
diseñado para tratar la espalda, ya sea mediante estiramientos, fortalecimiento o
cualquier tipo de movimientos.
De modo que les aconsejo a mis pacientes que dejen de realizar los ejercicios
diseñados para proteger la espalda o para ayudarla de alguna forma. La espalda
no necesita protección. Los ejercicios de calentamiento antes de realizar cualquier
140
actividad deportiva son adecuados para un mejor rendimiento, pero los específicos
son innecesarios.
La actividad física de cualquier tipo es altamente recomendada, ya que tiene un
gran valor para la salud tanto física como psicológica.
141
Ten en cuenta que reprimimos la rabia que daña nuestra imagen de nosotros
mismos. Por ejemplo, si tengo una gran necesidad de buscar la aprobación de
los demás y alguien hace algo que me enfurece, voy a reprimir
automáticamente esa rabia porque destruye la imagen de «buena persona»
que tengo de mí mismo. La represión es una consistente reacción
inconsciente que nunca falla. Nos enfadamos por dentro y no lo
exteriorizamos.
Finalmente, la rabia de la que eres consciente puede ser lo que se conoce
como rabia desplazada. Es decir, te enfadas con algo relativamente poco
importante, como un embotellamiento de tráfico o el mal servicio en un
restaurante, en lugar de enfadarte con tu pareja o tus padres, porque tu
psique simplemente no permite esta última opción. Esto es muy común entre
mis pacientes.
P: Todo el mundo sabe que soy una persona tranquila y controlada, que sé llevar
muy bien las cosas y que nunca estoy preocupado. ¿Por qué diablos tengo dolor
de espalda?
P: No hay nadie mejor que yo para superar las dificultades. ¿Cómo es posible que
me duela la espalda?
P: Creo saber de dónde proviene mi ira interior; de hecho, estoy seguro de que
tiene que ver con el hecho de que mi madre siempre me estaba denigrando
cuando era niño. ¿Por qué entonces no desaparece el dolor?
R: Las preguntas como ésta son muy comunes. Existen tres razones posibles
para la persistencia de los síntomas. Una de ellas es que los pacientes no
142
saben lo enfadados que están interiormente. Ser consciente de esto puede
resultar de gran ayuda, ya que los pacientes experimentan una reducción del
dolor cuando se dan cuenta de que hierven de rabia por dentro. Además de
reconocer su rabia, algunas personas necesitan sentirla directamente. Luego,
si su sintomatología no mejora, podrían pensar en seguir un tratamiento de
psicoterapia. Algunas veces, aquello que está estimulando la ira no es lo que
el paciente piensa. En estos casos, la psicoterapia puede ser también la mejor
opción.
Reincidencia
¿Puede volver el dolor? Sí, pero es muy poco frecuente. Los controles de
seguimiento así lo indican. El índice de curaciones «permanentes» está entre el 90
y el 95%.
Este alto índice de «curación» se halla muy influenciado por el hecho de que
durante mucho tiempo mis pacientes han tenido que pasar por una preselección
antes ser admitidos en mi programa. No tendría sentido tratar a personas que, sea
por el motivo que sea, no son capaces de aceptar la idea de que un trastorno
físico pueda ser psicológicamente inducido. El reconocimiento y la aceptación de
esa idea es esencial para la recuperación.
Cuando se produce una reincidencia (rara vez grave), puedo realizar o no un
examen, dependiendo de las circunstancias. El paciente ha de regresar a las
conferencias y a las sesiones de grupo durante las que se discutirá y se
descubrirá la razón de la vuelta del dolor. Algunos deciden comenzar un
tratamiento de psicoterapia.
El dolor del SMT ha desaparecido por completo o casi por completo. Un pequeño
dolor, sin consecuencias físicas o emocionales, es admisible. Después de todo,
sólo somos humanos.
Están listos para la actividad física sin restricciones
145
Ya no sienten ningún miedo hacia cualquier tipo de actividad física.
Han abandonado todos los tratamientos físicos o farmacológicos.
Medicina alternativa
146
Uno de los enfoques alternativos respecto a la enfermedad es básicamente
correcto. Andrew Weil, un graduado de la Facultad de Medicina de Harvard,
enseña, al igual que Norman Cousins, que cada uno de nosotros tiene una gran
capacidad para la autocuración y que somos, como decía Cousins, «más fuertes
de lo que pensamos». En libros como Spontaneous Healing (La curación
espontánea), el doctor Weil ha documentado las muchas maneras en que
podemos luchar contra la enfermedad y mejorar nuestra salud usando métodos
que están más allá de la medicina convencional.
El enfoque terapéutico respecto al extendido problema médico descrito en
este capítulo es un ejemplo específico del potencial para la autocuración que
todos poseemos. Es una prueba de que somos, en efecto, más fuertes de lo que
creemos.
Una advertencia y una sugerencia: las numerosas cartas que he recibido de la
gente que ha leído mis libros sobre el dolor de espalda y que ha mejorado
representan una buena prueba del poder del conocimiento para revertir trastornos
psicosomáticos. Sin embargo, no debes dar por sentado que tu problema sea el
resultado de un proceso psicosomático a menos que hayas sido debidamente
examinado por un médico y se haya comprobado que no tienes ninguna enfer-
medad grave.
Esto no quiere decir que los diagnósticos psicosomáticos se realicen por
eliminación, es decir, porque no hay ningún otro. Sin embargo, como hay tan
pocos médicos que hagan un diagnóstico psicosomático, un individuo puede verse
forzado a llegar a esa conclusión por sí solo. Por esta razón es esencial eliminar
antes cualquier trastorno no psicológico.
Recibo muchas cartas y llamadas de personas que han llegado a la
conclusión de que tienen SMT y buscan una orientación adicional.
Desgraciadamente, por motivos tanto éticos como médicos me es imposible
aconsejarlas. Lo que sí puedo aconsejar (en el caso de que estén convencidas de
tener SMT o uno de sus equivalentes, hayan seguido los tratamientos de su
médico y continúen teniendo síntomas) es que consideren la posibilidad de iniciar
un tratamiento psicoterapéutico con un psiquiatra o un psicólogo de orientación
analítica.
Conclusión
¿Cuáles son los puntos más importantes que hay que recordar sobre los
trastornos psicosomáticos y sobre la forma de curarlos?
147
El SMT y los numerosos síndromes equivalentes son esencialmente
inofensivos, aunque esto resulte difícil de creer dada la intensidad de los síntomas.
Los síntomas psicosomáticos están extremadamente extendidos en la
sociedad occidental y no indican la presencia de ninguna enfermedad mental o
emocional ni constituyen ninguna anormalidad.
Somos mucho más fuertes de lo que creemos, y tenemos la capacidad para
influenciar en aquello que sucede en nuestros cuerpos. Pero debemos aprender la
forma de hacerlo.
En lo que respecta al grupo de trastornos psicosomáticos descritos en este
libro, el conocimiento del proceso, y sobre todo el conocimiento de los orígenes
emocionales, es esencial y casi siempre acaba en una «curación».
Nuestros mayores enemigos son el miedo y la información errónea. En el
ámbito de las emociones, tenemos dos mentes y no debemos cometer el error de
juzgar la mente inconsciente con las reglas aceptadas de la lógica y de la
racionalidad que son características de la consciente.
La mente y el cuerpo son un todo indivisible y están en constante interacción.
Esto da lugar a un maravilloso y asombroso organismo, poseedor de una
complejidad infinita.
148
Apéndice:
Temas Académicos
Esta sección está destinada a las personas que estén interesadas en los
aspectos más académicos de la medicina psicosomática y, por consiguiente,
contiene algunos términos técnicos. Debería interesar especialmente a los
psicólogos y psiquiatras que estén familiarizados con la literatura de la medicina
psicosomática.
Lo que sigue es un análisis de cómo la teoría del SMT se compara con las
teorías de la psicomatosis, antiguas y recientes.
150
Obviamente, debe intervenir algún otro factor sobre el cual sabemos muy
poco. Podríamos llamarlo «la ciencia de la mente», o, si adoptamos la
interpretación de Bruno Bettelheim sobre el trabajo de Freud, «la ciencia del alma
o del espíritu». Los métodos de las ciencias duras no pueden aplicarse a ésta.
Como hasta la fecha no hay forma de obtener datos objetivos sobre esta
dimensión de la experiencia humana, debemos basarnos en el conocimiento
empírico.
Freud se sentía justificadamente confiado, incluso arrogante, porque sabía
que había descubierto algo de suma importancia sobre el funcionamiento del
animal humano. El hecho de que sus teorías hayan sido modificadas con el tiempo
tiene poca importancia a la luz de su monumental contribución al conocimiento
humano. Como verdadero científico que era, Freud confiaba en sus observaciones
pese a que no pudieran ser explicadas en términos físico-químicos.
Hoy es un hecho bien conocido que los fenómenos mentales y emocionales
pueden estimular la actividad neuronal en el cerebro, un proceso mediante el cual
se elaboran reacciones químicas y físicas que son las progenitoras de síntomas
afectivos o físicos. La química cerebral no inicia la disfunción en este caso; la
química está al servicio de la psique. En el proceso mente-cuerpo, la máquina
fisioquímica es controlada por las emociones y no al contrario. (La palabra psique,
proveniente del griego, quiere decir «alma».)
Síntomas físicos
152
Según la teoría del SMT, por el contrario, los síntomas, tanto psicosomáticos
como psicogénicos, están diseñados para funcionar como una reacción de
protección frente a la rabia narcisista o algún otro sentimiento insoportable, y no
son un mecanismo para castigar o satisfacer un deseo inconsciente.
Una explicación dinámica alternativa a los síntomas de los pacientes de
Freud, basada en la teoría del SMT, sería que el crítico superego está
proclamando que los deseos inconscientes de esta mujer son peligrosos,
absurdos, infantiles e incluso inmorales, y no pueden ser tolerados. El yo
narcisista reacciona con rabia ante este juicio y los síntomas son inducidos por el
ego y el superego inconscientes como maniobra de distracción, ya que se teme
que los sentimientos indeseables acaben irrumpiendo en la conciencia.
En otro de los casos de Freud, un joven de catorce años experimentó «un tic
convulsivo, vómitos histéricos, dolores de cabeza, etcétera» cuando su padre
viudo llevó a casa una nueva esposa. Freud concluyó que el joven ya sentía una
ira reprimida contra su padre, quien le había recriminado que «jugara con sus
genitales». Aunque no lo dice explícitamente, Freud parece sugerir que los
síntomas del joven son un sustituto de la ira.
Según la teoría del SMT, la interpretación sería que el factor precipitante no
hizo más que aumentar la ira que el joven había acumulado, llevándola a un nivel
crítico en que amenazaba con acceder a la conciencia. El inicio de los síntomas
sirvió para desviar la atención de la ira. Nótese que una vez más un síntoma
vegetativo, el vómito, es identificado por Freud como histérico.
Sobre el tema de la culpa, Freud dijo: «Finalmente comprendemos que
estamos frente a lo que podría llamarse un factor «moral», un sentimiento de culpa
que encuentra su satisfacción en la enfermedad y se niega a abandonar el castigo
o el sufrimiento. Tendríamos razón al considerar definitiva esta desalentadora
conclusión. Pero en lo que respecta al paciente, este sentimiento de culpa es
estúpido; no le dice que es culpable; él no se siente culpable, se siente enfermo.
Este sentimiento de culpa se expresa únicamente como una resistencia a la
recuperación que es extremadamente difícil de superar».
La resistencia a la recuperación se manifiesta por una continuación de los
síntomas. Freud concluyó que el sentimiento reprimido debe de ser la culpa,
puesto que el síntoma —llamémoslo dolor—es percibido como un castigo y la
persona debe de estar castigándose a causa de un sentimiento de culpa. Además,
Freud sugiere que los sentimientos de inferioridad «tan conocidos entre los
neuróticos» también son una consecuencia de la condenación del ego por el
hipercrítico superego.
Según el modelo del SMT, la falta de autoestima es la consecuencia de
muchos factores, incluyendo una mala crianza, las exigencias de la sociedad
moderna y factores genéticos. Los elevados ideales del superego son el resultado
de la necesidad de demostrarse a sí mismo y al mundo que uno puede ser bueno
153
y perfecto.
El modelo del SMT mantiene que no es la necesidad de castigarse a sí mismo
la que produce la continuación de los síntomas, sino la de desviar la atención de
los aterradores sentimientos que pueden quedar al descubierto. Este es un acto
más de autopreservación que de autoflagelación. No es una resistencia a la
recuperación, sino a la revelación.
El superego desempeña un papel crucial en la represión porque la irrupción
en la conciencia de sentimientos como la ira violaría sus idealistas estándares de
perfección. El ego participa en la represión y en la resistencia para que la totalidad
del individuo no sufra las consecuencias prácticas de una ira desatada, como la
condena, el rechazo y la represalia.
Según mi experiencia, los pacientes cuyos síntomas no responden a la terapia
albergan sentimientos reprimidos recónditos y complicados, y se necesita una
exploración en profundidad, es decir, psicoterapia.
¿Y qué hay de la culpa consciente? De acuerdo con la teoría del SMT, los
sentimientos inconscientes son los únicos que producen síntomas físicos. En El
ego y el id, Freud aborda la culpa consciente en las neurosis obsesivas y la
depresión, y afirma que no está claro por qué la culpa es tan fuerte en estos
trastornos, pero la atribuye a la actividad del superego.
Si uno sigue la teoría del SMT, la culpa es la consecuencia normal de las
exigencias del superego. Estas exigencias inducen una ira inconsciente que puede
dar lugar a síntomas físicos o a una variedad de síntomas afectivos como la
obsesión, la ansiedad o la depresión. La obsesión con los síntomas es común en
las personas con SMT, lo que sugiere que en estos pacientes la ira es muy grande
y las razones para ella muy apremiantes. La base para la elección, —es decir,
entre obsesión o depresión— sigue sin estar clara, pero en cualquier caso la ira
permanece escondida.
Como mencioné en el primer capítulo de este libro, la depresión, la ansiedad y
los síntomas obsesivo-compulsivos son todos equivalentes del SMT.
Los sentimientos conscientes, por muy desagradables, dolorosos y
amenazadores que sean, no producen síntomas. Los únicos que originan
síntomas (físicos o afectivos) son los sentimientos reprimidos e inconscientes.
La rabia narcisista
Más adelante Freud escribió: «La decreciente cantidad de afecto que recibe,
las crecientes exigencias de la educación, las críticas y el castigo ocasional, todo
esto le muestra finalmente lo mucho que se le ha despreciado. Estos son algunos
típicos y recurrentes ejemplos de las formas en que llega a su final el amor
característico de la infancia».
Esta es una contribución del maestro a la relevancia de la idea de la rabia
narcisista y de los profundos sentimientos de inferioridad que, en mi opinión, son
universales en la sociedad occidental moderna, con variaciones de persona a
persona en cuanto a su importancia. Se encuentran en el centro de la mayor parte
de la sintomatología psicogénica. Aunque Freud no menciona la rabia como una
de las consecuencias de esta pérdida del amor, dudo que hubiese rechazado la
idea.
Tengo que agregar, sin embargo, que no sólo es la pérdida del amor la que
contribuye a la rabia narcisista y a las heridas en la autoestima, sino también una
variedad de otras experiencias negativas en el proceso de desarrollo.
Freud se refirió frecuentemente a los profundos sentimientos de inferioridad
pero no los incluyó entre los factores que fomentan el desarrollo de síntomas y
neurosis. La teoría del SMT, en cambio, atribuye el perfeccionismo y el
«buenismo» a una baja autoestima.
Parece que la rabia generada en la infancia y la niñez es permanente —está
depositada en el banco, por decirlo de alguna manera—. Y se continúan
realizando depósitos en esta «cuenta de la rabia» a lo largo de toda la vida. Quizá
esto explica por qué algunas personas comienzan a tener síntomas físicos en la
niñez, algunas en la adolescencia, otras en su juventud, pero la gran mayoría en la
edad adulta, cuando las presiones y tensiones alcanzan su máximo nivel. Parece
haber un umbral cuantitativo en que el nivel de rabia, después de haber
aumentado lo suficiente como para amenazar con irrumpir de forma explosiva en
155
la conciencia, requiere una maniobra de distracción, que puede ser un síntoma
físico o una reacción afectiva indeseable como la ansiedad, las tendencias fóbicas
u obsesivas o la depresión.
Uno puede... aventurar la hipótesis de que una gran parte del sentimiento de
culpa generalmente debe de permanecer inconsciente, porque el origen de la
conciencia está íntimamente conectado con el complejo de Edipo, que forma
156
parte del inconsciente. Si cualquiera se sintiese inclinado a plantear la
paradójica afirmación de que el hombre normal no es sólo mucho más
inmoral de lo que cree sino también mucho más moral de lo que tiene
conciencia, el psicoanálisis, en cuyos descubrimientos descansa la primera
parte de la aseveración, no tendría ninguna objeción que hacer con respecto
a la segunda parte.
Estos dos grupos afectan a una enorme cantidad dé gente pero nunca son
diagnosticados como psicosomáticos. Los pacientes prefieren un diagnóstico
estructural y no psicológico, y los profesionales de una gran variedad de
disciplinas están dispuestos a complacerlos. El escenario es perfecto para una
epidemia.
Si un síntoma es tratado con éxito, como puede serlo la úlcera péptica
mediante el uso de poderosos agentes farmacológicos, la psique simplemente
buscará en otras partes. Esta es una observación muy común, y en la mayoría de
los casos la localización alternativa sigue dentro de la misma categoría. Por
ejemplo, la localización puede cambiar y es posible que el síntoma pase de un
dolor de estómago a uno de espalda, o de un dolor de cuello a uno de cabeza. Las
nuevas localizaciones dentro del SMT son frecuentes: por ejemplo, de la espalda
al cuello y del cuello a la rodilla o al hombro.
160
Creo que la elección de categoría, es decir, SMT y equivalentes, una
enfermedad autoinmune, un trastorno cardiovascular grave o un cáncer, puede
estar en función de la intensidad del estado emocional. Es posible que los estados
emocionales más intensos sean más reprimidos y que eso pueda ser un factor en
la elección de enfermedad.
Finalmente, he tenido muchos pacientes que han pasado de manifestaciones
psicosomáticas más graves a otras más benignas: de la bulimia o la anorexia
nerviosa al dolor de espalda, por ejemplo. Mi interpretación es que han mejorado
psicológicamente y ya no necesitan una maniobra de distracción tan poderosa.
Una vez más, la intensidad del estado psicológico es un factor en la elección del
síntoma.
Alexander fue más allá que Freud al sugerir que los síntomas vegetativos eran
el resultado de procesos conflictivos
y podían, por lo tanto, ser tratados mediante una terapia analítica.
La teoría y la práctica del SMT coinciden con Alexander y han demostrado que
estos síntomas son tratables. Mantienen que el conflicto principal se produce entre
el tiránico y despótico superego y el quejumbroso yo narcisista.
Heinz Kohut
Al ir más allá que Freud, tanto conceptual como históricamente, las teorías de
la psicogénesis y la psicosomatosis basadas en la experiencia con el SMT están
fundamentadas, en lo que respecta a su estructura, en los conceptos de psicología
del yo de Heinz Kohut, un destacado analista que publicó en la década de los
setenta y los ochenta.
Desde un comienzo estaba claro que ciertos rasgos de la personalidad tienen
un papel importante en la génesis de los trastornos psicosomáticos; se trata de las
compulsiones por ser perfecto o bueno que han sido inspiradas por el superego.
La pregunta era: ¿cuál es la conexión entre estos rasgos y los síntomas físicos?
La teoría de Kohut sobre la rabia narcisista cerró la brecha.
Kohut fue el creador de las bases teóricas de lo que se conoce como
psicología del yo. Una de las ideas fundamentales de su teoría es que existe un
proceso de desarrollo en la infancia en que el niño obtiene respuestas de su
madre (a la que se conoce como el objeto del yo en la jerga de la psicología del
yo) que son esenciales para su crecimiento y desarrollo normales. En óptimas
circunstancias, el yo del niño tiene experiencias en las que es admirado, elogiado
161
y valorado, llamadas reflejo del «yo grandioso». Experiencias tranquilizadoras
provenientes del sentimiento de haberse fusionado con la poderosa figura paterna,
unido a los reconfortantes sentimientos de similitud con la madre, contribuyen
adicionalmente al desarrollo de un yo saludable.
Kohut mantenía que la psicopatología estaba basada en «defectos de la
estructura del yo, en distorsiones del yo o en la debilidad del yo», y que éstos eran
el resultado de una incompatibilidad entre la madre y el niño (o la niña). La
contribución de la madre a esta incompatibilidad es evidente si presenta
problemas psicológicos pero también puede provenir de imperativos culturales o
sociales. Presumiblemente, la contribución del niño está basada en factores
genéticos.
El niño cuyas necesidades psicológicas no son atendidas adecuadamente se
convierte en un adulto con problemas, entre los cuales están los que conocemos
como trastornos de la personalidad narcisista, caracterizados por la rabia
narcisista.
Esta teoría representa una clara desviación del modelo clásico de
psicopatología, al sugerir que la rabia es el resultado de una deficiencia del yo. Por
lo tanto, según Kohut, la terapia debe estar diseñada para curar las heridas
narcisistas, por decirlo de algún modo, en lugar de confrontar al paciente con lo
que está sucediendo en el inconsciente; curar en lugar de revelar el conflicto.
¿Cómo se desarrolla esto en el adulto y, sobre todo, qué relación tiene con el
SMT?
Kohut teorizó que existe una línea separada de desarrollo para el narcisismo
que, adecuadamente alimentada durante la infancia y las siguientes etapas de la
vida, lleva a un yo adulto que es normalmente narcisista, maduro, integrado y
saludable. El estado patológico existe cuando el yo deficiente es herido fácilmente,
y se mantiene por lo tanto en un perpetuo estado de ira y rabia. La teoría de la
psicología del yo afirma que la rabia es un «producto de desintegración» posterior
a una herida narcisista y que los síntomas son una expresión física de la rabia.
La teoría del SMT ve la rabia como una reacción normal del niño residual en
cada uno de nosotros frente a una herida narcisista. Intelectualmente, nos
sentimos impulsados a encontrar una excusa lógica para la rabia, ya que se nos
hace difícil aceptar una reacción tan primitiva y excesiva ante la herida. Debemos
aceptar la rabia como algo normal para el niño residual que existe en nosotros.
La teoría del SMT necesitaba el concepto de la rabia narcisista para explicar
plenamente los trastornos psicosomáticos. Pero el modelo del SMT para la
psicosomatosis va más allá, sugiriendo que el narcisismo y la rabia narcisista son
universales. Esto está basado en la observación de que los síntomas
psicosomáticos son universales entre la gente normal de todas las edades y de
ambos sexos. De modo que razonamos hacia atrás, del soma a la psique. Si los
162
síntomas psicosomáticos existen para desviar la atención de la rabia inconsciente,
y todo el mundo tiene síntomas psicosomáticos, entonces todo el mundo debe de
albergar rabia inconsciente. Creo que esto es cierto y sugiero que la falta de
conocimientos sobre este hecho básico ayuda a explicar la epidemia de dolor y de
otros trastornos en la sociedad occidental.
Stanley Coen
Graeme Taylor
163
inconsciente [la cursiva es mía], uno esperaría una reducción en el número de
sueños. Pero esta introspección no da como resultado un menor número de
sueños».
Aquí hay un error importante. La introspección psicoanalítica no hace
consciente al inconsciente, sino que nos permite tomar conciencia de la existencia
de emociones reprimidas. En los muchos años que llevo diagnosticando y tratando
los trastornos psicosomáticos inducidos por la rabia reprimida, sólo he conocido a
una persona cuyos sentimientos irrumpieron de golpe en la conciencia (véase el
caso de Helen). Los psicoterapeutas que trabajan conmigo me dicen que sólo han
visto este proceso ocasionalmente. Pero esto no quiere decir que ya hemos
dejado de reprimir los sentimientos. Los sentimientos poderosos y atemorizantes
se repiten constantemente y continúan acumulándose y siendo reprimidos.
Obviamente, la introspección no da como resultado una menor cantidad de
sueños porque no hace consciente al inconsciente. El proceso de la represión es
extremadamente eficaz; por eso los síntomas afectivos y psicosomáticos son
universales. Ellos significan el triunfo de la represión.
Esto no significa que las emociones reprimidas no estén intentando acceder a
la conciencia. Esto está en el corazón del proceso psicosomático. Este impulso
hacia la conciencia, la amenaza de que aquello que está reprimido saldrá a la luz y
será sentido y expresado conscientemente es lo que crea la necesidad de una
maniobra de distracción y, por lo tanto, de síntomas físicos o afectivos.
Lear ha descrito este impulso como «un anhelo de expresión» o «una
unificación de pensamiento y sentimiento». Lo hace en el contexto de si lo que
Freud y Breuer llamaron catarsis era realmente eso o más bien el intento de
unificar pensamiento y sentimiento, que Lear consideró algo psicodinámicamente
muy distinto. Asevera que no era la descarga de sentimientos, sino su
reconocimiento, lo que efectuaba la curación. Esto es precisamente lo que he
observado en la mayoría de los pacientes con SMT que he tratado con éxito.
Para la mayoría de los pacientes con SMT, el mero hecho de hacerles tomar
conciencia de que sus síntomas son inducidos psicológicamente y enumerar los
principales factores psicológicos implicados es suficiente para eliminar los
síntomas. Como he señalado antes, la experiencia consciente de sentimientos
fuertemente reprimidos es un fenómeno relativamente raro. La psicoterapia de
orientación analítica puede, después de un largo período de tiempo, llevar a los
pacientes a experimentar emociones previamente reprimidas, pero es posible que
existan múltiples líneas de defensa que eviten que esto ocurra.
164
Neurobiología, psicobiología y desregulación
168
INDICE
Prólogo
Introducción: una perspectiva histórica ........
Primera parte. La psicología y fisiología de los trastornos psicosomáticos
1. La psicología de los trastornos psicosomáticos:
Una historia de dos mentes.
2. La mecánica de los procesos psicosomáticos
Segunda parte. Las manifestaciones físicas de los trastornos
psicosomáticos
3. Introducción al Síndrome de Miositis Tensional:
manifestaciones en la zona lumbar y en las piernas
4. Manifestaciones en la parte alta de la espalda, el cuello, los hombros y
los brazos
5. Manifestaciones en los tendones
6. El dolor crónico y la enfermedad de Lyme
7. Los equivalentes del SMT
8.Trastornos en los que las emociones pueden desempeñar un papel
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