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Los renovadores religiosos han recurrido con frecuencia al procedimiento de dar autoridad mediante

antedatación. Los reformadores religiosos del siglo vi, y luego los del IV, situaron el origen de sus sistemas
religiosos y cultuales en la época de formación de la comunidad étnica y política de Israel, y lo condensaron en
el personaje de Moisés, que habría recibido directamente de Yahvé las tablas de las leyes  . Los escasos datos
de la época muestran que la situación religiosa en Palestina, entre los siglos xv y x, era muy compleja. En las
ciudades prevalecían varias divinidades, con sus respectivas organizaciones de culto.
Los panteones eran análogos por su tipología, pero diferían en los detalles. Cuando David y Salomón
unificaron la región, la fundación del templo de Yahvé en Jerusalén, como edificio anejo del palacio
real, conllevó la elección de una divinidad como centro del panteón oficial del reino y como divinidad
dinástica.  A sí mismo en la época monárquica, la presencia de una divinidad dinástica no excluye otros
cultos. Se seguía practicando el culto a otras divinidades, y a otros conjuntos de divinidades. Además, hay
otros templos de Yahvé fuera de Jerusalén. Se ha constatado que estos dioses se podrían identificar con
Yahvé, pero conservan peculiaridades de culto, patrimonio mitológico y clero.
La instrumentalización teológica de los dioses extranjeros vencedores, y el hecho de que la explicación se
centre en la relación entre el dios y su pueblo, revelan un gran desinterés por todos los dioses que no sean el
propio dios nacional. Pero a medida que la maquinaria imperial se tragaba a estos pueblos, perdían su
individualidad de culto y tradiciones, y su capacidad de recuperación. Los que permanecen fieles a la
observancia de la ley se consideran supervivientes del desastre nacional en un mundo de paganos. Estos
supervivientes, aparentemente vencidos y marginados, saben que son privilegiados, pues constituyen el único
núcleo de fieles de Yahvé. Todo esto tiene sentido si hay esperanzas de que la situación dé un vuelco, de modo
que la fidelidad al dios y a la ley vuelva a coincidir con la prosperidad política y económica. La esperanza de
un renacimiento político parece posible cuando el imperio persa permite el regreso de los desterrados a
Judea, la reconstrucción del templo de Jerusalén , la aplicación de la ley de dios en el ámbito civil, y la
formación de un núcleo de autonomía nacional. También aspiran a una restauración política, que la situación
general no permite llevar a cabo.
La diferencia entre el imperialismo asirio y el babilonio, tanto en su duración como en sus
métodos. Compárese la cohesión de los que regresaron del exilio babilonio con la asimilación de los
samaritanos. Jerusalén, que se había librado del enérgico tratamiento de aculturación asirio, logró transformar
el exilio babilonio y la pérdida de identidad política  y nos ha transmitido como corpus de textos genéricamente
religiosos el producto de su esfuerzo de reescribir su propia historia en función de la difícil situación final.
LA REFUNDACIÓN HISTORIOGRÁFICA
En Palestina ha habido una investigación más intensa que en cualquier otra región de Oriente Próximo, y puede
que del mundo. Si la historia política y cultural de Israel tuviera que ser reconstruida sobre la base de estos
hallazgos, tendríamos una visión muy pobre los fenómenos políticos, culturales y de población son escasas
comparados con los de áreas vecinas, sobre todo en la Edad del Hierro.
Ante todo, en la capital, Jerusalén, pese a las constantes excavaciones, se han hallado pocos restos de la edad
monárquica, así mismo , unos escritos de carácter especialmente profético e historiográfico, constituyen una
documentación muy valiosa acerca de las fases finales de la historia de Israel dentro de la periodización
histórica, pero el aspecto formal y la madurez historiográfica se remontan a una época tardía, y no es de recibo
la afirmación, muy extendida, de que la historiografía israelita se anticipa prodigiosamente a la griega y está
mucho más avanzada que la historiografía contemporánea de Oriente Próximo.

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