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SANTA MARIANA DE JESUS

AZUCENA DE QUITO

“Ven, esposa de Cristo; recibe la corona que el


Señor te tiene preparada desde la eternidad.”

MISA DE FIESTA 2023


Fiesta en la Arquidiócesis de Quito

Arquidiócesis de Quito
Primada del Ecuador
1
Arquidiócesis de Quito.

Quito, 23 de mayo de 2020.

Para fortalecer la devoción de Santa Mariana de Jesús, primera santa


ecuatoriana y celebrar su entrega, consagración y amor a Dios y a sus
hermanos, presento este folleto que contiene la celebración de su fiesta
litúrgica y que puede difundirse e imprimirse. Que este sea un signo de unidad
en nuestra Iglesia particular al celebrar a la Azucena de Quito.

Este folleto está preparado en base:

 La Eucología aprobada para Ecuador,


 Las lecturas de la Palabra de Dios han sido tomadas del
Leccionario, aprobado para Ecuador de la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana. Tomo IV.

Nihil Obstat.

+ALFREDO JOSÉ ESPINOZA MATEUS, SDB.


Arzobispo de Quito y Primado del Ecuador

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SANTA MARIANA DE JESÚS 1

Nacida en la ciudad de Quito el 31 de


octubre de 1618, era hija del capitán
Jerónimo de Paredes Flores y
Granobles y la aristócrata Mariana
Jaramillo. Huérfana desde los siete
años, fue tutelada por su hermana
mayor, de nombre Jerónima y su
esposo, quienes la criaron como hija
suya y comprendieron su inclinación
hacia la vida penitente.

Entre sus guías espirituales más célebres se encontraba el padre


Hernando de la Cruz. El 6 de noviembre de 1639, y por consejo
de sus confesores, se hizo terciaria de San Francisco de Asís, ya
que en la Compañía de Jesús no hay tercera orden, como ella
tanto hubiera deseado.

Durante una época en que los terremotos asolaban la Presidencia


de Quito, un sacerdote de la iglesia de La Compañía ofreció su
vida durante el sermón, a lo que Mariana respondió ofreciendo
la propia en su lugar. Aquella misma mañana al salir del templo
ella manifestó que comenzó a sentirse enferma, hecho que
coincidió con el cese de los movimientos telúricos de acuerdo a
la crónica de la época.

Durante la convalecencia de la enfermedad que le aquejaba tras


el sacrificio ofrecido, parte de los tratamientos médicos
consistían en sacarle sangre que la muchacha de servicio echaba
en una maceta del huerto, y en la misma nació días después una

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Tomado de http://enciclopediadequito.blogspot.com/2016/12/santa-
mariana-de-jesus.html

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azucena. Siendo por eso que se la llama "la azucena de Quito", y
en la mayor parte de sus representaciones aparece con ésta flor
entre sus manos o cerca de ella.

Murió el viernes 26 de mayo de 1645, a la temprana edad de 27


años. Se encontraba acompañada en sus aposentos por tres
sacerdotes jesuitas que la habían cuidado durante sus últimos
días. Su entierro fue precedido por un inmenso cortejo fúnebre,
y a la misa acudieron los más importantes personajes de la
ciudad, así como cientos de pobres a los que alguna vez había
ayudado.

El proceso de su elevación a los altares inició el 20 de julio de


1694, mediante Cédula Real de Carlos II, fue beatificada el 20
de noviembre de 1853 por el papa Pío IX y posteriormente
canonizada el 4 de junio de 1950 por Pío XII.

Santa Mariana de Jesús fue la primera santa ecuatoriana y su


festividad se conmemora anualmente el día de su muerte. Sus
restos, considerados reliquias sagradas, reposan en un sarcófago
de oro bajo el altar mayor de la Iglesia de la Compañía, en Quito.

El 30 de noviembre de 1945, la Asamblea Nacional


Constituyente de Ecuador le otorgó el título de Heroína de la
Patria. Una escultura con su imagen se encuentra en la fachada
posterior de la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano.

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26 de mayo
SANTA MARIANA DE JESÚS PAREDES
Y FLORES,
Virgen.

Fiesta en la Arquidiócesis de Quito

Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores nació en Quito el 31 de octubre de


1618. Después de una vida extraordinaria de santidad, especialmente de
penitencia y mortificación, murió en Quito el 26 de mayo de 1645. Pío IX la
beatificó en 1850, el 7 de octubre, y Pío XII la canonizó el 9 de Julio de 1950.
Su cuerpo se venera en el templo de la Compañía de Jesús de Quito,
canónicamente dedicado a la Heroína Nacional.

RITOS INICIALES

Monición: Queridos hermanos, nos hemos reunido para


celebrar la fiesta de santa Marianita de Jesús, azucena de Quito.
Modelo de entrega a Dios y sacrificio por sus hermanos. Ella,
desde su consagración laical, entregó su vida al servicio del
Evangelio, catequizando a los niños y jóvenes, transmitiendo su
pasión por el Señor. Celebremos esta Eucaristía, dando gracias
a Dios, por habernos concedido a Santa Mariana de Jesús y
sigamos su ejemplo de entrega y generosidad. Iniciemos nuestra
celebración cantando.

ANTÍFONA DE ENTRADA

Ven, esposa de Cristo; recibe la corona que el Señor te tiene


preparada desde la eternidad. (T.P. Aleluya.)

P. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu


Santo.
R. Amén.

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P. La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.
R. Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL
P. Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados
misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso,
y ante ustedes hermanos
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios,
nuestro Señor.
P. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

/Señor, ten piedad de nosotros/


/Cristo, ten piedad de nosotros/
/Señor, ten piedad de nosotros/

HIMNO DE ALABANZA
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

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Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo,
en la Gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que entre los halagos del mundo
hiciste florecer a santa Mariana de Jesús
como lirio entre espinas, por su virginal pureza
y continua penitencia,
concédenos, te rogamos, que,
por sus méritos e intercesión,
merezcamos tenerte siempre con nosotros,
creciendo continuamente en tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.

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LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Esta es la morada de Dios con los hombres

Lectura del libro del Apocalipsis


21,1-5a

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el


primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el
mar ya no existía. También vi que descendía del cielo, desde
donde está Dios, la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
engalanada como una novia que va a desposarse con su
prometido. Oí una gran voz, que venía del cielo, que decía:
“Esta es la morada de Dios con los hombres; vivirá con ellos
como su Dios y ellos serán su pueblo. Dios les enjugará
todas sus lágrimas y ya no habrá muerte ni duelo, ni penas
ni llantos, porque ya todo lo antiguo terminó”.

Entonces el que estaba sentado en el trono, dijo: “Ahora yo


voy a hacer nuevas todas las cosas”.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 44.

R. Escúchame, hija mía, y presta oído.

Escúchame, hija mía, y presta oído,


olvida tu nación y tu familia:
prendado está el rey de tu hermosura,
ante él, que es tu Señor, la frente inclina. R.

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Revestida de oro y de brocados,
majestuosa penetra la princesa;
la llevan ante el rey
y un grupo de doncellas va tras ella. R.

En gozoso cortejo
del palacio del rey cruzan las puertas.
A cambio de tus padres tendrás hijos
que nombrarás príncipes sobre la tierra. R.

SEGUNDA LECTURA
Aprecien todo lo santo.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses


4,4-9.

Hermanos: Alégrense siempre en el Señor; se lo repito:


¡alégrense! Que la benevolencia de ustedes sea conocida
por todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada;
más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios
en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz
de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus
corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Por lo demás, hermanos, aprecien todo lo que es verdadero
y noble, cuánto hay de justo y puro, todo lo que es amable
y honroso, todo lo que sea virtud y merezca elogio. Pongan
por obra cuanto han aprendido y recibido de mí, todo lo que
yo he dicho y me han visto hacer; y el Dios de la paz estará
con ustedes.
Palabra de Dios.

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ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Jn 14,23.

R. Aleluya, Aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.

EVANGELIO
“Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos,
y se las has revelado a la gente sencilla.”

Lectura del santo Evangelio según san Mateo


11, 25-30

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre,


Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente
sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! El
Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce
al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí, todos los que estén fatigados y agobiados por


la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y
aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga
es ligera”.
Palabra del Señor.

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Elementos para la homilía

De la Homilía pronunciada por Pío XII, papa, en la


canonización de santa Mariana de Jesús

Sigamos las huellas de Cristo

Aunque Mariana brillaba por la integridad de su inocencia, para


expiar más bien los pecados de los demás que los suyos propios,
extenuaba su cuerpo virginal con suplicios voluntarios, y
especialmente con severos ayunos, atormentándolo con ásperos
cilicios y azotándolo con durísimas disciplinas. Recorría las
estaciones de la pasión de Jesucristo llevando una pesada cruz y
recordando piadosamente los dolores del divino Redentor; y, amando
intensamente a quien tanto la había amado, derramaba abundantes
lágrimas. Se entregaba brevemente al sueño, a veces sobre el suelo, a
veces sobre unos troncos desnudos, y la mayor parte de la noche se
entregaba a la oración o a la contemplación de las cosas divinas, las
rodillas en tierra y el ánimo levantado a Dios.

No todos entienden como se debiera, sobre todo en nuestros tiempos,


este género de vida penitente; no todos lo tienen la estima que
deberían; más aún: muchos en la actualidad le dan poca importancia,
o lo consideran una incomodidad, o lo olvidan completamente. Pero
es de advertir que, después de la miserable caída de Adán, con la que
todos quedamos manchados de una culpa hereditaria y fácilmente
inclinados a secundar la atracción de los vicios, la penitencia es
absolutamente necesaria para nosotros, según aquellas palabras: Si
no hacéis penitencia, todos pereceréis de la misma manera.

Porque nada vale más para reprimir los turbios movimientos del alma
y sujetar a la razón los apetitos naturales. Y cuando por medio de la
lucha salimos vencedores en esta batalla, aunque deberíamos, pisando
las huellas de Jesucristo, crucificar en cierto modo nuestra carne, sin

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embargo, es dulce gozar también en esta vida de aquellos goces
sobrenaturales que superan tanto a los placeres terrenos, cuanto
supera el alma al cuerpo y el cielo excede a la tierra. Porque tiene la
santa penitencia, tiene el castigo de sí mismo voluntariamente
recibido, una cierta dulzura celestial que los caducos y perecederos
bienes no pueden dar.

Esto experimentó con muchísima frecuencia Mariana de Jesús


Paredes. Y cuando, impulsada por el amor de Dios y la caridad
al prójimo, se mortificaba con ásperos castigos para expiar las culpas
de los otros, perdidos los sentidos y arrebatada en éxtasis, gozaba algo
de la beatitud sempiterna.

Formada así y perfeccionada con la gracia divina, no sólo se dedicó


a su propia salvación, sino, en cuanto pudo, también a la de los demás.
Porque, aunque no pudo ir a las gentes remotas para predicarles el
Evangelio como vivamente deseaba, sin embargo, animaba a la
piedad con la palabra, el ejemplo y la virtud a todos aquellos que se
encontraban cerca de ella, y los exhortaba a comenzar o a insistir en
el camino recto con oportunas razones.

Aliviaba con largueza las miserias de los pobres, socorría las


dolencias de los enfermos, y, cuando las gravísimas calamidades
públicas, como los terremotos y la peste, atacaban y aterrorizaban a
sus conciudadanos, lo que no podía conseguir por el trabajo humano,
se esforzaba por impetrarlo pidiéndolo en la oración y ofreciendo su
vida en expiación al Padre de las misericordias.
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ORACIÓN DE LOS FIELES

P. Hermanos, al celebrar la fiesta de santa Mariana de


Jesús, azucena de Quito, elevemos, por su intercesión,
nuestras humildes peticiones, diciendo: R. Padre de amor
y misericordia, escúchanos.

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1. Por la Iglesia, en la diversidad de comunidades e
instituciones cristianas: para que manifieste al
mundo la riqueza del misterio de la cruz, roguemos
al Señor. R.
2. Por nuestra patria el Ecuador, y por todas las
naciones de la tierra; para que, siguiendo el ejemplo
de bondad, alegría y sencillez de santa Mariana de
Jesús, sean constructores de paz y fraternidad,
roguemos al Señor. R.
3. Por los laicos que se dedican a diversas tareas
eclesiales: para que sean luz de Cristo, como lo fue
la Azucena de Quito, en medio de la ciudad, con su
vida de entrega y consagración a Dios y a los niños,
roguemos al Señor. R.
4. Por los creyentes y no creyentes que entregan su
vida, sus bienes con gran generosidad de ánimo, por
causas nobles y justas, al servicio de los más
necesitados: para que no desfallezcan y perseveren
en su empeño, roguemos al Señor. R.
5. Por quienes sufren en su cuerpo el dolor de la
enfermedad, para que el Señor les conceda alivio y
salud, roguemos al Señor. R.
Se pueden añadir otras intenciones particulares.

P. Dios todopoderoso y eterno: humildemente te


suplicamos que, por la intercesión de santa Mariana de
Jesús Paredes y Flores, sintamos sobre nosotros el efecto de
tu bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
O bien:

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P. Hermanos, imploremos el amor de Dios, por la
intercesión de santa Mariana de Jesús, que testimonió su
adhesión a Cristo mediante el ejercicio de la fe, esperanza y
caridad, diciendo: R. Padre de amor, escúchanos.
1. Para que la Iglesia, animada por el Espíritu Santo,
sea testigo ante los hombres de la nueva creación,
que ha sido inaugurada por la Pascua de Cristo,
roguemos al Señor. R.
2. Para que las mujeres de nuestro tiempo, a ejemplo de
santa Mariana de Jesús, primera santa ecuatoriana,
manifiesten la corresponsabilidad social y eclesial, la
riqueza de dones y carismas que el Señor les ha
otorgado, roguemos al Señor. R.
3. Para que el Señor conceda a las familias cristianas la
gracia de ser, en la Iglesia y en el mundo, signo del
amor de Dios que crea, redime y santifica, roguemos
al Señor. R.
4. Por quienes sufren en su cuerpo el dolor de la
enfermedad, para que el Señor les conceda alivio y
salud, roguemos al Señor. R.
Se pueden añadir otras intenciones particulares.

P. Padre de amor, bendito seas, porque nos has dado el


ejemplo y la compañía de los santos, tus siervos y amigos,
y por la preciosa intercesión de santa Mariana de Jesús,
concédenos el gozo de vivir nuestra fe conforme a nuestro
bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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LITURGIA EUCARÍSTICA
P. Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de
ustedes sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

R. El Señor reciba de tus manos este Sacrificio para


alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el
de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, te proclamamos admirable


en tu virgen santa Mariana de Jesús
y humildemente rogamos a tu Divina Majestad
que, así como te complaces en los méritos de esta virgen,
aceptes igualmente complacido
el culto que tu pueblo te tributa.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.

PREFACIO

Significado de la vida consagrada a Dios.

P. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.
P. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
P. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

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En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios omnipotente y eterno.

Pues en los santos


que, por el reino de los cielos,
se consagraron a Cristo,
celebramos tu providencia admirable,
por la cual, vuelves a llamar a la santidad original
al género humano
y le haces pregustar los dones
que habrá de poseer en el cielo.

Por eso, con todos los Ángeles y Santos,


te alabamos, proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,


Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

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PLEGARIA EUCARISTICA III

CP Santo eres en verdad, Padre,


y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.

CC Por eso, Padre, te suplicamos


que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y  la Sangre de
Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que nos mandó celebrar estos misterios.

Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,

tomó pan,
y dando gracias, te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.

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Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.


CP Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!

CC Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial


de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia
y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre
de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo
y un solo espíritu.

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C1 Que él nos transforme en ofrenda permanente,
para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo san José, los apóstoles y los mártires,
santa Mariana de Jesús, azucena de Quito,
y todos los santos, por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.

C2 Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa Francisco,
a nuestro Obispo Alfredo José
a sus Obispos Auxiliares Danilo y David,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia
que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.

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CC. Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
RITO DE LA COMUNIÓN
P. Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos
confiadamente la oración que Jesús nos enseñó
Padre Nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

P. Líbranos, de todos los males, Señor,


y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria,
por siempre, Señor.

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P. Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles:
“la paz les dejo, mi paz les doy”.
No tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.

P. La paz del Señor sea siempre con ustedes.


R. Y con tu espíritu.

FRACCIÓN DEL PAN

P. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,


ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

P. Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del


mundo. Dichosos los invitados a esta cena del Señor.

R. Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,


pero, una palabra tuya bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cf. Lc 10, 42.

Esta Virgen sensata ha elegido la parte mejor y no se la


quitaran. (T.P. Aleluya.)

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Monición: Les invitamos a quienes nos siguen por los medios de
comunicación y redes sociales a realizar su comunión espiritual.
Creo, Jesús mío, que estás real
y verdaderamente presente
en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón
(Un momento de silencio para la oración personal)
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Ti
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Amén

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Señor, fortalecidos con esta Eucaristía,
te pedimos que, a ejemplo de santa Mariana de Jesús,
llevemos en nosotros las señales de la muerte de Cristo
y nuestra vida sea un esfuerzo continuo
por unirnos cada vez más a ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.

ORACIÓN A SANTA MARIANA DE JESÚS


frente al COVID-19

Santa Marianita de Jesús:


Tú vida fue un ejemplo de penitencia, paciencia
y entrega a Dios;
Renunciando a ti mismo,

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seguiste el camino de Jesús.
Ofreciste tu vida
en circunstancias difíciles para nuestra ciudad,
y asociándote a la Cruz del Señor:
te entregaste por tus hermanos quiteños.

Acudimos a ti en medio de la prueba


y la amenaza de la enfermedad.
Ayúdanos a seguir tu ejemplo
para asumir, con paciencia y generosidad,
este momento duro y difícil, que vivimos,
en el mismo amor con el que te entregaste a Jesucristo
y la misma devoción, que tuviste a la Santísima Virgen
María, nuestra Madre del cielo.
Ayúdanos, para que este tiempo de distanciamiento,
en nuestras casas, sea el espacio propicio
para fortalecer el amor de nuestras familias,
preocupándonos los unos por los otros:
restaurando el diálogo y las actividades en común
y reconociendo que cada uno es un regalo de Dios.

Azucena de Quito, que participas de la gloria de los


santos,
en el cielo, intercede ante Jesús, nuestro Señor, por
nosotros,
por los enfermos, por los niños, por los ancianos,
por las personas vulnerables y por el personal de salud,
por los sacerdotes y religiosos: todos somos tus hermanos.
Que, por tu mediación, Dios, nuestro Señor,
aleje de nosotros, la enfermedad
y, libres de todo peligro, podamos continuar sirviendo a
Cristo,

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a nuestros hermanos y a nuestra Patria, el Ecuador,
y, así, construyamos una nueva sociedad
en la que exista lugar para todos,
y en la que se haga presente el Reino de Dios. Amén.

 Sagrado Corazón de Jesús. En ti confío.


 Dulce Corazón de María. Sé la salvación del alma
mía.
 Santa Marianita de Jesús. Ruega por nosotros.

RITO DE CONCLUSIÓN
M. Queridos hermanos, elevemos nuestra oración a la
Santísima Virgen María, diciendo: (Dios te salve
María…; Dios te salve Reina y Madre...; etc.)

P. El Señor esté con ustedes


R. Y con tu espíritu.
P. La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
R. Amén.

P. Pueden ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.

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