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APROXIMACIÓN A LA ESPIRITUALIDAD DE LOS PADRES DE

ORIENTE

I. Introducción a la Espiritualidad Oriental.


I.1. Claves de acercamiento a los autores y a las obras
Para penetrar intuitivamente en los maestros de la espiritualidad oriental pediremos la ayuda de dos
cuentos de los maestros jasídicos y una historia casi contemporánea…
Cuando el gran rab Israel Baal Shem-Tov veía que se acercaba una desgracia al
pueblo judío, tenía la costumbre de ir a recogerse en un rincón determinado del bosque; allí
encendía un fuego, recitaba una determinada oración y se realizaba el milagro, quedando
revocada la desgracia.
Más tarde, cuando su discípulo, el célebre Maguid de Mezeritch, debía intervernir
ante el cielo por idénticos motivos, se iba al mismo rincón del bosque y decía: «Señor del
universo, escucha. Yo no sé cómo encender un fuego, pero todavía soy capaz de recitar la
oración». Y se realizaba el milagro.
Posteriormente, el rabí Moshé-Leib de Sassov, para salvar a su pueblo, iba también al
bosque y decía: «Yo no sé cómo encender un fuego, pero puedo localizar el rincón y esto
debería bastar». Y bastaba; también allí se realizaba el milagro.
Luego le llegó el turno de conjurar la amenaza al rabí Israel de Rizhin. Sentado en su
sillón, ponía su cabeza entre las manos y hablaba a Dios: «Yo soy incapaz de encender un
fuego, no conozco la oración y ni siquiera puedo localizar el rincón en el bosque. Lo único
que sé hacer es contar esta historia. Y esto debería bastar». Y bastaba 1.
***
Aquel día el gran rabí Israel Baal Shem-Tov, célebre por sus poderes sobre cielo y
tierra, trató una vez más de forzar la mano del Creador.
Encendido de impaciencia, había intentado ya en varias ocasiones poner fin a las
pruebas del exilio; esta vez estuvo a punto de triunfar; el Mesías iba a aparecer por la puerta
entreabierta y consolaría a los niños y a los ancianos que sólo a él esperaban. La dispersión no
había durado demasiado, los hombres se iban a unir en la alegría.
Escandalizado, Satán se apresuró a protestar ante Dios invocando las leyes -‒que él
calificaba de inmutables‒ de la historia, de la razón y sobre todo de la justicia; pero ¿por qué
se mete el hombre donde no le importa? ¿Acaso se merece el mundo ya la liberación? La
venida mesiánica sólo puede realizarse cuando se cumplan ciertas condiciones; ¿se cumplen
ya?
Y Dios ‒que también ama la justicia‒ tuvo que reconocer lo bien asentados que
estaban estos argumentos: Lo ijsar dara, la humanidad aún no estaba preparada para acoger a
su salvador. Y por haber osado forzar el orden de la creación, Israel Baal Shem-Tov fue
castigado; se encontró en una isla lejana, desconocida, prisionero de bandidos o demonios. A
su alrededor sólo tenía a su fiel compañero y escritor personal Reb Tseví-Hersh Soifer, que
jamás había visto a su maestro tan abrumado ni tan abatido:
‒Rabí, haz algo, dí algo.
1
ÉLIE WIESEL, Celebración jasídica. Semblanzas y leyendas, Sígueme, Salamanca 2003, 160-161.

Apuntes -Seminario de Espiritualidad de los Padres de la Iglesia de Oriente/ 1


‒Soy incapaz. No sé hacerme obedecer.
‒Pero ¿y vuestros conocimientos secretos, vuestros yijudim, vuestros dones divinos?
¿Qué ha sido de todo ello, rabí?
‒Están olvidados ‒dijo el maestro‒. Han desaparecido. Se han desvanecido. Todo mi
saber me ha sido retirado; no me acuerdo de nada.
Vio a su compañero hundirse en la desesperanza, y experimentó una conmoción que
le obligó a actuar.
‒Ánimo ‒dijo‒. No está todo perdido. Tú estás ahí realmente. Tú nos puedes salvar.
No tienes más que recordarme lo que has aprendido de mí. Una parábola, una oración, bastará
un rescoldo de mi enseñanza.
Lamentablemente, Reb Tseví-Hersh había olvidado todo también; como su maestro,
era un hombre sin memoria.
‒¿No te acuerdas de nada? ‒exclamó el Baal-Shem‒. ¿Realmente no recuerdas nada?
‒Nada, rabí. Excepto…
‒… ¿Excepto qué?
‒El álef-bet.
‒Entonces, ¿a qué esperas? ¡Empieza! ¡Rápido!
Obediente como siempre, el escriba comenzó a pronunciar lentamente, con esfuerzo,
las primeras palabras sagradas que contienen todos los misterios del universo:
‒Álef, bet, guímel, dálet…
Y el maestro, cada vez más excitado, repetía con él:
‒Álef, bet, guímel, dálet…
Después, comenzaron de nuevo. Y el Baal-Shem declamaba el alfabeto con tal fervor
que terminó cayendo en éxtasis. Y como es sabido, cuando el Baal-Shem entraba en éxtasis
nada era imposible. Incluso sin darse cuenta acertaba a cambiar de sitio y de condición;
rompía las cadenas, revocaba la maldición. Maestro y escriba se encontraron juntos, sanos y
salvos, más ricos y más nostálgicos que antes.
El Mesías no había llegado2.
***
- De todo cuanto Manolo me enseñó sobre el desierto, lo que más útil de resultó fue la forma
de sobreponerme a la sed, y sobre todo al hambre, si más ayuda que una almendra.
- ¿Qué pretendes decir con “una almendra”? -había preguntado Caragato-. ¿cómo puede nadie
sobreponerse al hambre y la sed con una simple almendra?
- Chupándola.
- ¿Chupando una almendra? -Se había asombrado su sobrino mayor-. La almendra no tiene
nada para chupar. Es una semilla dura que no se disuelve por mucho que lo intentes.
- En eso estriba precisamente la gracia.
2
Ibid., 17-18.

Apuntes -Seminario de Espiritualidad de los Padres de la Iglesia de Oriente/ 2


La singular historia de la almendra había sido, los dos primos lo recordaban muy bien, uno de
los escasos motivos de discusión que habían tenido con su tío Feliciano durante los muchos
años que dedicó a contarles sus múltiples andanzas por el desierto.
- Cuando patrullábamos por el interior del Territorio en épocas de excesivo calor -aseguraba-,
llevábamos siempre a mano un puñado de almendras crudas. Tras el desayuno, que era la
única comida fuerte que solíamos hacer durante el día, nos metíamos una almendra en la boca
y comenzábamos a darle vueltas con la lengua, rozándola contra el paladar, los dientes o los
carrillos, pero sin decidirnos a morderla.
- ¿Y qué conseguíais con eso?
- En primer lugar, saliva.
- ¿Saliva?
- ¡Mucha saliva! Si no estás hablando y pretendes obtener saliva tienes que “aspirar” de las
glándulas salivares, que en ese momento te proporcionan muy poca y la tragas casi
automáticamente. El estómago pierde su utilidad porque no contiene nutrientes. Sin embargo,
en cuanto le das vueltas a una almendra en la boca se produce una gran cantidad de saliva que
la envuelve y le va extrayendo, de forma casi imperceptible, sus muchos nutrientes 3.

En síntesis:
 La esperanza está en recuperar el alfabeto inicial, original, volver a mirar la creación
con los signos de la revelación. Volver a aprender el alfabeto divino, que son las
cosas. Volver a mirar la creación como escritura de Dios4.
 Aprender a leer y a declamar las letras de los padres espirituales. La manera de leer
los maestros espirituales.
 Los textos son algo vivo, en ellos cristaliza la vida del Espíritu. Buscamos esa vida
cristalizada en ese texto. Estudiar implica un trabajo: el trabajo de la lectura y del
conocimiento, pero también la aplicación y educación del afecto.
I.2. Orientale Lumen (Juan Pablo II)
Esta Carta apostólica de Juan Pablo II (2 de mayo de 1995) tiene un propósito original: no es
tanto una exposición doctrinal de la tradición cristiana oriental, ni una puesta a punto de la
teología ecuménica, cuanto una invitación pastoral: recuperar el pulmón oriental para
situarnos de un modo nuevo, con un lenguaje y un estilo evangelizador de “respiro pleno”,
ante el hombre contemporáneo y sus grandes retos. Es por eso, una muy buena herramienta
para continuar introduciéndonos en la espiritualidad oriental. Ofrece una síntesis de los
principales elementos que caracterizan esta tradición y nos ayuda a tomar conciencia de la
necesidad de integrar estas dimensiones de la espiritualidad cristiana para que sea
verdaderamente católica.
A. Ne evacuetur crux!

«Amadísimos hermanos, tenemos este objetivo común; debemos decir todos juntos, tanto en
Oriente como en Occidente: Ne evacuetur Crux! (cf. 1 Co 1, 17). Que no se desvirtúe la cruz
de Cristo, porque, si se desvirtúa la cruz de Cristo, el hombre pierde sus raíces y sus
3
Extraído de: VÁZQUEZ-FIGUEROA, Alberto, El mar de Jade, Ediciones B, Barcelona, 2014, Cap. 8.
4
Cf. fr. CARLOS MESTERS o. carm., Los dos Libros de Dios, artículo disponible en:
http://servicioskoinonia.org/agenda/archivo/obra.php?ncodigo=724

Apuntes -Seminario de Espiritualidad de los Padres de la Iglesia de Oriente/ 3


perspectivas: queda destruido. Éste es el grito al final del siglo veinte. Es el grito de Roma, el
grito de Constantinopla y el grito de Moscú. Es el grito de toda la cristiandad: de América, de
África, de Asia, de todos. Es el grito de la nueva evangelización» 5 (nº 3).

B. Una plena catolicidad

«En efecto, dado que creemos que la venerable y antigua tradición de las Iglesias Orientales
forma parte integrante del patrimonio de la Iglesia de Cristo, la primera necesidad que tienen
los católicos consiste en conocerla para poderse alimentar de ella y favorecer, cada uno en la
medida de sus posibilidades, el proceso de la unidad… Es necesario que también los hijos de
la Iglesia católica de tradición latina puedan conocer con plenitud ese tesoro y sentir así, al
igual que el Papa, el anhelo de que se restituya a la Iglesia y al mundo la plena manifestación
de la catolicidad de la Iglesia, expresada no por una sola tradición, ni mucho menos por una
comunidad contra la otra; y el anhelo de que también todos nosotros podamos gozar
plenamente de ese patrimonio indiviso, y revelado por Dios, de la Iglesia universal que se
conserva y crece tanto en la vida de las Iglesias de Oriente como en las de Occidente.» (nº 1).

C. Patrimonio privilegiado de la Iglesia de Oriente:


«En efecto, con respecto a cualquier otra cultura, el Oriente cristiano desempeña un papel
único y privilegiado, por ser el marco originario de la Iglesia primitiva» (nº 5).

«Hay algunos rasgos de la tradición espiritual y teológica, comunes a las diversas Iglesias de
Oriente, que caracterizan su sensibilidad con respecto a las formas asumidas por la
transmisión
del Evangelio en las tierras de Occidente…En esos rasgos se perfila la visión oriental del
cristiano, cuyo fin es la participación en la naturaleza divina mediante la comunión en el
misterio de la santísima Trinidad. …La participación en la vida trinitaria se realiza a través de
la liturgia y, de modo especial, la Eucaristía, misterio de comunión con el cuerpo glorificado
de Cristo, semilla de inmortalidad.
En la divinización y sobre todo en los sacramentos la teología oriental atribuye un papel muy
particular al Espíritu Santo: por el poder del Espíritu que habita en el hombre la deificación
comienza ya en la tierra, la criatura es transfigurada y se inaugura el Reino de Dios» (nº 6).

D. La urgencia pastoral de una espiritualidad reconciliada y esencial, centrada en la búsqueda


de Dios Padre
«El Espíritu vuelva límpida nuestra mirada, para que, todos juntos, podamos caminar hacia el
hombre contemporáneo que espera el gozoso anuncio. Si ante las expectativas y los
sufrimientos del mundo damos una respuesta unánime, iluminadora y vivificante,
contribuiremos de verdad a un anuncio más eficaz del Evangelio entre los hombres de nuestro
tiempo». (nº 4)

«A todas las Iglesias, tanto de Oriente como de Occidente, llega el grito de los hombres de
hoy que quieren encontrar un sentido a su vida». «Al hombre que busca el significado de la
vida, el Oriente le ofrece esta escuela para conocerse y ser libre, amado por aquel Jesús que
dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt
11, 28). A quien busca la curación interior, le dice que siga buscando: si la intención es recta y
el camino honrado, al final el rostro del Padre se dará a conocer, impreso como está en las
profundidades del corazón humano» (nº 12).

E. Prisioneros del presente. Discernimiento de la crisis espiritual de nuestro tiempo como crisis
de la «configuración del tiempo»
5
Discurso después del Vía crucis del Viernes Santo (1 de abril de 1994): L'Osservatore Romano, edición en
lengua española, 8 de abril de 1994, p. 3.

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«A menudo nos sentimos hoy prisioneros del presente: es como si el hombre hubiera perdido
la conciencia de que forma parte de una historia que lo precede y lo sigue. A esta dificultad
para situarse ante el pasado y el futuro con espíritu de gratitud por los beneficios recibidos y
por los que se esperan (…)» (nº 8).

F. Revitalización del horizonte de la esperanza en la memoria escatológica. La estrategia de la


«nueva evangelización»: mostrar a los hombres la belleza de la memoria
«Si la Tradición nos sitúa en continuidad con el pasado, la espera escatológica nos abre al
futuro de Dios… El Oriente expresa de modo vivo las realidades de la tradición y de la
espera. Toda su liturgia, en particular, es memorial de la salvación e invocación de la vuelta
del Señor. Y si la Tradición enseña a las Iglesias la fidelidad a lo que las ha engendrado, la
espera escatológica las impulsa a ser lo que aún no son en plenitud y que el Señor quiere que
lleguen a ser, y por tanto a buscar siempre caminos nuevos de fidelidad, venciendo el
pesimismo por estar proyectadas hacia la esperanza de Dios que no defrauda». «Debemos
mostrar a los hombres la belleza de la memoria, la fuerza que nos viene del Espíritu y que nos
convierte en testigos, porque somos hijos de testigos; hacerles gustar las cosas estupendas que
el Espíritu ha esparcido en la historia; mostrar que es precisamente la Tradición la que las
conserva, dando, por tanto, esperanza a quienes, aun sin haber logrado que sus esfuerzos de
bien tuvieran éxito, saben que otros los llevarán a término; entonces el hombre se sentirá
menos solo, menos encerrado en el ámbito estrecho de su propia actuación individual» (nº 8).

G. El monacato oriental: un “itinerario” de espiritualidad bautismal


«Quisiera ahora contemplar el vasto panorama del cristianismo de Oriente desde una altura
particular, que permite descubrir muchos de sus rasgos: el monaquismo. … Además, en
Oriente el monaquismo no se ha contemplado sólo como una condición aparte, propia de una
clase de cristianos, sino sobre todo como punto de referencia para todos los bautizados, en la
medida de los dones que el Señor ha ofrecido a cada uno, presentándose como una síntesis
emblemática del cristianismo. … Así pues, miraré al monaquismo, para descubrir aquellos
valores que considero hoy muy importantes para expresar la aportación del Oriente cristiano
al camino de la Iglesia de Cristo hacia el Reino» (nº 9).

- La Palabra de Dios es el punto de partida: cf. 10, b.


- La Eucaristía, culmen de la experiencia orante: cf. 10, e. g.
- Una liturgia que involucra a la persona en su totalidad: cf. 11, b.
- La paternidad espiritual es formación personalizada: cf. 13, a.
- La necesidad de paternidad: cf. 13, b.
- El monje intercede por el mundo. Epíclesis: cf. 14, a.
- El monje, hombre de la verdadera caridad. Evangelizador: cf. 14, b. c.
- En Oriente hay unidad entre espiritualidad y teología: cf. 15, a.
- La encarnación como misterio salvífico medicinal: cf. 15, b.
- La transfiguración y la antropología espiritual: cf. 15, c.
- El apofatismo como discurso que busca evitar la idolatría: cf. 16, a. b.
- El silencio de la adoración enriquece y orienta la teología, la oración, la predicación y
el compromiso: cf. 16, d.
- Atenta a la unidad cuando la diversidad ajena no se percibe como riqueza común: cf.
18, b.
______________
I.3. Conclusión

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La asignatura pretende que hoy podamos “empaparnos”, por el estudio serio –que implica el
trabajo de la lectura y del conocimiento, pero también la aplicación y educación del afecto–,
en la tradición espiritual cristiana en sus momentos constitutivos, tradición que se ofrece
como una corriente viva en los fragmentos de los textos antiguos de la espiritualidad. El
objetivo evangelizador de esta asignatura es ofrecer horizonte y esperanza en el momento
presente de la fe, avivándola desde sus raíces patrísticas. Nuestro estudio será, pues, un
ejercicio de la memoria cristiana, conducidos por los que han llegado a ser algunos de los
grandes “maestros de la memoria”.
Aunque podamos servirnos de los tratados de la Patrología y de la Historia de la Iglesia,
nuestra metodología no será exclusivamente histórica, sino que buscará sobre todo recuperar
el gusto y el ejercicio de la lectura “sapiencial”, lenta y sabrosa, aunque para ello tengamos,
como el maestro jasídico, que volver a aprender el alfabeto para poner un dique a la fuerza
destructora del olvido. Esto significa que, junto con el saber objetivo, hemos de empeñar en
nuestro trabajo toda la fuerza subjetiva de nuestra propia persona. Dicho de otro modo, si se
trata de estudiar a los grandes maestros espirituales, el modo, camino o método más
apropiado tiene que ser también auténticamente espiritual. La perspectiva del estudio de los
maestros de espiritualidad ha de ser, pues, histórica, pero no exclusivamente objetivizante.
La Constitución Dei Verbum enseña que hemos de leer la Sagrada Escritura en el mismo
Espíritu en el que fue escrita. Algo de esto hemos de aplicarlo a los textos que estudiaremos.
Se trata de leer a un autor espiritual. Si el texto se mueve interiormente en el ámbito del
Espíritu Santo, tenemos que buscar con todo empeño el gusto de este Espíritu al macerar
(meditación = manducatio) la letra, ablandando sus capas para encontrar las nutrientes de la
almendra. Cuanto más honda sea nuestra propia lectura, más descubriremos la sorpresa del
Espíritu en las expresiones del texto y en nuestra propia interioridad de lectores: Scriptura
cum legentibus crescit (Gregorio Magno).
Buscamos la comprensión, la inteligencia (intelligere). La vida del texto asimilada a mi
propio verbum cordis, mi intimidad irrepetible, mi vida personal. Comprender, de este modo,
tiene que ver con un encuentro personal que me hace nacer. Así pues, intelligere como intus-
legere, consiste en intuir, leer por dentro. Se intuye: se capta la personalidad global del autor
espiritual, se comprende lo no dicho, la persona en su misterio y su silencio por medio del
fragmento de la palabra expresada. A través de los pliegues escondidos del texto se llega a la
presencia de la persona. Este encuentro produce gozo en la comunión de los santos. Se unen
así en el estudio, inteligencia y contemplación.

Apuntes -Seminario de Espiritualidad de los Padres de la Iglesia de Oriente/ 6

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