Está en la página 1de 30

METÁFORAS

1. LA ESCALERA
Hace muchos años existía una persona muy feliz, llena de energía y vitalidad. Avanzaba por su vida
encontrándose con muchas personas en el camino. Algunas de ellas tenían problemas y no dudaba en
ayudarles. A otras, en cambio, les pedía ayuda. Una mujer le pidió ayuda para caminar, y le dio su pierna.
Continuó caminando y se tropezó, intentó pedir ayuda, pero nadie le entendía, parecía que hablaba otro
idioma. Más tarde, un hombre le pidió ayuda para construir una casa, y le dio su brazo. Continuó
caminando, se montó en su coche y se dio cuenta de que no podía conducir, de nuevo pidió ayuda, pero
nadie le entendió. Después, un niño le pidió ayuda para escuchar música, y le dio sus orejas. Continuó
caminando y no escuchaba a los demás. Por último, se encontró a una niña ciega, y le dio sus ojos para
ver... Continuó caminando y se topó con una escalera, se dio cuenta que no podía subirla. Ya no era feliz,
no tenía energía ni vitalidad y estaba llena de heridas.

2. LA BUFANDA
Érase una vez, hace tiempo, nació una pequeña bebé. Su familia era muy feliz, tenía unos padres
maravillosos y el hermano mayor que siempre la cuidaba. La niña crecía muy feliz y alegre, le encantaban
los largos paseos con su padre y su hermano por el campo. Le gustaba sentir el aire fresco en su cara,
sentir el olor del campo y escuchar el canto de los pájaros. Se sentía muy feliz.

Ella tenía unos ojos muy grandes y muy bonitos y todos los familiares la adoraban, porque era una niña
encantadora. Tenía una bufanda de punto muy bonita y muy suave, era una bufanda especial, única,
porque se la hizo ella misma con sus manos, la llevaba siempre y le gustaba a todo el mundo.

Ella era una niña muy cariñosa y siempre daba todo su amor y cariño a su familia. Notaba que cuando ella
estaba con sus familiares y cuando les daba toda su atención, se ponían muy contentos y felices. Un día se
dio cuenta de que, probablemente, su bufanda era mágica. Le gustó mucho la idea de que su bufanda
pudiera ayudar a los demás, a hacerlos más alegres, más felices y contentos y por eso decidió no
quitársela nunca.

Al principio, no prestaba mucha atención al calor que pasaba con la bufanda, porque estaba segura de que
la magia de su bufanda estaba ayudando a su familia y ella podía aguantar un poquito más. Poco a poco la
bufanda empezaba a agobiarla. A veces, se atrevía a quitársela, se sentía libre otra vez, pero, al mismo
tiempo, sentía mucha culpa por haberse quitado su bufanda y por no haber ayudado a sus seres queridos.
Se preocupaba mucho por ellos. ¿Qué pasaría con ellos si se quitara su bufanda mágica, cómo se
sentirían? Entonces, decidió ponérsela una y otra vez.

Así pasaban los años y ella se sentía cada vez más triste y agobiada por la bufanda, hasta que un día
demasiado caluroso no aguanto más, porque sentía que no podía respirar, la bufanda se había ido
apretando más y más. Ella necesitaba este oxígeno para respirar, para cuidar de sí misma y para vivir. En
este mismo momento entendió que no podía llevar más su bufanda mágica, si seguía con su bufanda, al
fin y acabo se acabaría ahogando y decidió quitársela. Sintió este aire fresco que hace tiempo no sentía,
esta libertad y alegría que tanto añoraba. Se dio cuenta de que su bufanda no tenía magia, solamente le
hacía daño y la agobiaba, ella no quería seguir así. Recordó a sus seres queridos y pensó que, si quisieran,
podrían estar contentos y felices porque son responsables de sus vidas y ninguna bufanda les puede
ayudar.

3. EL COFRE DEL TESORO

1
1. Presentamos una caja cerrada, a ser posible con un candado.
2. Informamos de que la caja tiene dentro algo muy valioso que puede hacer feliz a mucha gente,
no hay nada parecido en el mundo (no decimos qué es). Generamos curiosidad.
- Realizamos preguntas abiertas que ayuden al paciente a reflexionar, como, por ejemplo:
¿Qué te gustaría que hubiera dentro? o ¿Qué crees que puede ser?
3. A continuación, estropeamos la caja: la rayamos con un rotulador, escribimos malas palabras en
ella…
4. Le preguntamos: ¿sigues queriendo saber lo que hay dentro?
5. La caja está cerrada con candado, por lo que no nos es posible obtener con facilidad lo que hay
dentro. Le preguntamos: ¿si yo tuviera la llave del candado, te gustaría que la abriera?
6. Por último, abrimos la caja y mostramos lo que hay dentro.
- Dos propuestas de tesoro serían: objetos o fotos relacionadas con el paciente que sean
importantes para él (fotos de un lugar donde a él le gusta estar, por ejemplo), o, de
forma más general y simbólica, objetos dorados (por ejemplo, monedas de chocolate).

Mensaje que queremos transmitir:

Tú eres una persona valiosa y lo que tienes para contar, expresar, etcétera, es importante e

interesante, independientemente de lo que te hayan hecho creer.

4. EL JARDÍN
Piensa que eres un jardinero y tu vida es el jardín que tienes que cuidar. Las plantas que hay en él
simbolizan toda nuestra vida.

Las plantas son: nuestra familia, amigos, aficiones, trabajo, etc., a partir de aquí podemos realizarnos
diversas preguntas:

- ¿Todas están igual de cuidadas?


- ¿Cuáles necesitan más cuidados?

Por otro lado, debemos plantearnos si el jardín tiene demasiadas plantas, ya que esto ocasionará que no
podamos atenderlas a todas de la forma en que nos gustaría, provocando que algunas se marchiten.

Además, en nuestro jardín también tenemos semillas que hemos plantado, que son nuestros objetivos.
¿Por qué hemos elegido esas semillas y no otras?

El crecimiento de las plantas requiere su tiempo, hay algunas que crecen más rápido que otras, pero otras,
que si no son cuidadas con paciencia no obtendremos ninguna planta.

Por otro lado, cuando plantamos una semilla, podemos pensar en todos los detalles que va a tener esa
planta cuando crezca y cuando llega el momento, nos encontramos con que la planta no era de los colores,
tamaño o forma que queríamos, en cambio, de otras plantas no esperábamos nada y nos permiten disfrutar
de pequeñas sorpresas. ¿Nos desespera aquello que no se ajusta a nuestras expectativas?

Por último, en el jardín habitan malas hierbas, que son aquellas que simbolizan nuestros miedos, nuestras
inseguridades, dudas, completos, etc. Si nos dedicamos a estar continuamente arrancándolas, dejamos de
lado el resto del jardín, provocando que se marchiten el resto de plantas. Todos los jardines tienen malas
hierbas. ¿Dedicamos más tiempo a pensar en las malas hierbas o en regar las plantas?

5. EL PIANO DE COLA

2
Pensemos que las teclas de este piano emiten una melodía no armónica y desagradable para los oídos
(conductas impulsivas, malas relaciones interpersonales, autolesiones etc.), imaginemos que es así como
hemos aprendido a tocar y que por más que practicamos, no somos capaces de tocar una melodía que nos
guste.

¿Qué pasaría si abrimos la tapa del piano?: el sonido sería más intenso y más desagradable, pero
podremos ver que las cuerdas no están bien afinadas. Eso hace que unas cuerdas estén muy tensas y otras
demasiado flojas (falta de autoestima, de regulación emocional, rumiaciones, hogar inestable, abusos,
falta de vínculo).

¿Cómo podría tocar y disfrutar de unas melodías más agradables? Puedo mantener la tapa de piano
abierta e ir viendo que cuerdas son las que necesito ir ajustando y que llaves debo utilizar en cada
momento.

6.

LA BANDA ELÁSTICA
No permitas que te estiren demasiado. Di “no” sin sentirte culpable y establece límites. El elástico es
como el estrés: necesitamos un poco en nuestras vidas para sentir que vibramos, de lo contrario, como una
banda de caucho blando, nos sentiremos desenganchados. Pero si te estiran demasiado, puedes romperte.

7. EL ROTULADOR
Ponle color a tu mundo. Si ves las cosas en blanco y negro pensarás únicamente desde ángulos
extremistas y de forma poco saludable.

8. EL AUTOBÚS
Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son
pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una
única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una
apariencia peligrosa.

Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciéndole lo que tiene que
hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y
desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi
todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen
conducir tranquilo.

3
Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se
enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora
no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos
del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.

De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a
dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le
ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta,
ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar
que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen.

Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en
el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de
estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que
nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos
pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso
usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús
donde no les pueda ver.

¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús! Ellos no
giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor es usted, no
deje que decidan los pasajeros.

9. LA DESESPERANZA CREATIVA (para la depresión)


Imagina que la depresión en la que te encuentras ahora se parece al juego de tirar la cuerda con un
monstruo grande. A veces, sientes que no vas a conseguir ganar, cuanto más tiras, más fuerte tira el
monstruo hacia su terreno.

Te das cuenta que entre los dos hay un abismo sin fondo y, si pierdes, sabes que serás arrastrado al
interior del abismo y no podrás salir.

Pero imagínate que para ganar en realidad tienes que hacer otra cosa completamente diferente. Tal vez
para ganar no tienes que tirar excesivamente de la cuerda, sino descubrir la manera de soltarte de ella.

- La persona y la cuerda representan lo que se quiere controlar de la depresión: la forma de sentir


o los propios sentimientos.
- El monstruo es el miedo paralizante, por el cual dejamos de hacer muchas cosas o, al contrario,
nos lleva a hacer muchas cosas para evitar sentirlo. El monstruo puede tener diferentes formas:
emociones, personas, eventos o situaciones.
- La cuerda sería el control

Para ganar la batalla al miedo, solamente tenemos que soltar el control, es decir, soltar la cuerda.

El monstruo siempre va a estar ahí, pero ahora sabes que ya no te arrastrará al abismo, porque en lugar de
tirar y pelear con él, ahora solo aceptas su presencia.

Mensaje que se quiere transmitir:

Los intentos de controlar nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones no son


estrategias efectivas para reducir el malestar e, irónicamente, generan todo lo contrario: aumentan el
sufrimiento psicológico.

4
10. EL PEZ
Imagina que eres un pez que disfruta nadar por mar abierto. Todos los días nadas a diferentes lugares que
disfrutas visitar, con personas con las que te gusta estar.

Sin embargo, existen pescadores que constantemente arrojan ganchos y trampas para pescar. Tú caes en
cada uno de estos ganchos, te tiran y te hacen daño, pero sobre todo, te alejan del lugar donde querías
estar o de donde estabas en ese momento.

- El pez eres tú
- Los ganchos representan todos los pensamientos, preocupaciones y emociones a los que decides
engancharte y que te alejan de lo que es importante para ti.

No se trata de evitar esos ganchos, sino de verlos, aceptar que están y elegir ¿qué es lo que me va a
acercar a lo que me importa en este momento? ¿Repasar todas mis preocupaciones o disfrutar este
momento con mi familia?

5
11. LA OLA EN LA PLAYA
Imagina una gran playa de arena blanca. En su orilla, constantemente están rompiendo olas de todos los
tamaños. Algunas de ellas son pequeñas y dan ganas de bañarse para jugar con ellas, otras, por el
contrario, son muy grandes y de aspecto amenazante. Sin embargo, cuando llegan a la orilla todas ellas
acaban por desaparecer sin provocar daño.

Ahora imagina que alguien decidiera luchar contra las olas. No tendría mucho sentido, ¿verdad? Al fin y
al cabo, el agua no puede causar ningún daño a la playa, lo único que conseguiría esa persona sería
cansarse y sentirse frustrada.

- La playa eres tú. Al igual que ella puedes resistir prácticamente cualquier cosa que te ocurra.
- Las olas representan tus pensamientos y emociones, no pueden hacerte daño.

Es cierto que algunas de las olas que rompan en la playa darán mucho miedo. Puede que te hagan sentir
mal momentáneamente, incluso, puede parecer que nunca van a irse. Sin embargo, al final, todas ellas
acabarán disolviéndose en la arena.

Mensaje que queremos transmitir:

Los pensamientos y sentimientos no pueden hacernos daño.

12. LA BARRA DE SUSHI


Imagina que estás sentado frente a una barra con una cinta transportadora de sushi en un restaurante de
comida japonesa y todos esos platos van pasando por la barra. En el centro está el chef, creando todos
esos platos.

- El chef es tu mente.
- Los platos representan los pensamientos, las sensaciones y las emociones que aparecen una y
otra vez a lo largo del día.

Algunos de los platos de sushi pueden ser muy atractivos, otros, pueden ser muy poco atractivos y otros
pueden ser neutrales y simples. Con los pensamientos, sensaciones y emociones que van apareciendo en
el día ocurre lo mismo, algunos pueden ser muy placenteros, realmente nos gustan y nos queremos aferrar
a ellos; otros son desagradables y queremos alejarnos de ellos; y otros son neutrales, ni positivos ni
negativos.

Durante todo el día el chef de sushi de nuestra mente crea todos estos platos tan diferentes y la barra con
su cinta transportadora sigue mostrándonoslos una y otra vez, por lo que los pensamientos, sensaciones y
emociones siguen surgiendo a lo largo del día.

Podemos aprender a estar atentos al ir y venir de los pensamientos y emociones, del mismo modo que
podemos dar un paso atrás y observar el mostrador de sushi.

- Cuando un plato desagradable aparece en el mostrador, no necesariamente tenemos que darle la


espalda asqueados.
- Cuando aparece uno agradable no tenemos por qué correr a cogerlo.

Así, podemos hacer lo mismo con nuestros propios pensamientos y emociones, podemos dar un paso
atrás con una actitud abierta y curiosa, observando calmadamente como vienen y van a su propio ritmo.

Mensaje que queremos transmitir:

Debemos aprender a observar nuestros pensamientos, sensaciones y emociones sin obsesionarnos ni


dejándonos que nos controlen.

6
Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=78ky7syT8X0&ab_channel=LuciaLoureiroLuciaLoureiro

13. EL TIGRE HAMBRIENTO


Imagina que te despiertas una mañana y te encuentras, justo delante de tu puerta, a un adorable cachorro
de tigre juguetón que está maullando. Por supuesto, lo metes dentro de tu casa y lo adoptas como
mascota. Después de jugar con él un rato, observas que está maullando sin parar y, entonces, te das cuenta
de que debe tener hambre. Le das un poco de carne, ya que te imaginas que eso es lo que deben comer los
tigres. Haces lo mismo cada día y, día tras día, tu mascota de tigre crece un poquito más.

Al cabo de dos años, la comida diaria de tu tigre pasa de ser pedacitos de hamburguesa a vacas enteras. Al
poco tiempo tu tigre ya no maúlla cuando tiene hambre, en cambio, él te ruge ferozmente cuando piensa
que es la hora de comer. Tu adorable mascota se ha convertido en una bestia salvaje incontrolable
dispuesta a destrozarte sino consigue lo que quiere.

Tu lucha con tus pensamientos y emociones dolorosas puede compararse con este tigre imaginario. Cada
vez que le das poder a tu preocupación o a tu dolor alimentándolo con la carne. es decir, todo lo que haces
que te ayuda a evitar pensamientos y emociones negativas, ayudas a que tu tigre del dolor y la
preocupación crezca y se haga más fuerte. Alimentarlo de este modo parece lo correcto, a nadie le gusta
sentir malestar y el tigre del dolor ruge ferozmente diciéndote que lo alimentes con lo que quiere o te
comerá. Sin embargo, cada vez que lo alimentas, ayudas a que el dolor y la preocupación se vuelvan más
fuertes, más intimidantes y que tengan más control de tu vida.

Mensaje que queremos transmitir:

Acepta tus pensamientos, preocupaciones y emociones tal y como son, ya que si las evitas se harán más
grandes y desagradables.

14. EL ANILLO (para la autoestima)


Hace mucho tiempo, un joven discípulo acudió a su maestro en busca de ayuda. Su gran preocupación era
que sentía que no valía para nada y que no hacía nada bien. Quería que los demás le valorasen más.

El maestro sin mirarlo, le replicó: “Me encantaría poder ayudarte pero en estos momentos estoy ocupado
con mis propios quehaceres. Quizás si me ayudases a solucionarlos podría acabarlos antes y ayudarte”. El
discípulo aceptó a regañadientes ya que de nuevo sintió que sus preocupaciones eran poco valoradas.

El maestro le entregó un anillo que llevaba en el dedo y le dijo: “Coge un caballo y cabalga hasta el
mercado más cercano. Necesito que vendas este anillo para pagar una deuda. Y lo más importante es que
trates de conseguir la mayor suma posible pero no aceptes menos de una moneda de oro por él”. Y así el
discípulo cabalgó hasta el mercado más cercano para vender el anillo.

Empezó a ofrecer el anillo a diferentes mercaderes que mostraban interés en él hasta que les decía el
precio: una moneda de oro. La mayor parte de los mercaderes se reían al escuchar la suma, salvo uno de
ellos que amablemente le indicó que una moneda de oro era muy valiosa para darla a cambio del anillo.
Frustrado y cansado, el discípulo cabalgo de nuevo a casa del maestro sabiendo que no había podido
cumplir con el encargo que le había hecho.

“Maestro, no he podido vender tu anillo por una moneda de oro”, le dijo cabizbajo. “Como mucho
ofrecían un par de monedas de plata, pero no he podido convencer a nadie sobre el verdadero valor del
anillo”. “Tienes razón en algo”, le contestó el maestro. “Necesitamos conocer el verdadero valor del
anillo”. “Coge de nuevo el caballo y ve a visitar al joyero del pueblo. Pregúntale por el verdadero valor
del anillo. Y sobre todo no se lo vendas”.

7
Y así cabalgó de nuevo hasta el joyero del pueblo quien, tras examinar detenidamente el anillo, dictaminó
que éste valía ¡58 monedas de oro!. “¿¿58 monedas de oro??” replicó el joven asombrado. Y con esa
buena noticia cabalgó de nuevo a devolverle el anillo a su maestro.

El maestro, le pidió que se sentase y que escuchase lo que tenía que decirle: “Tú eres como este anillo:
una joya única y valiosa. Y como tal sólo puede evaluarte un experto. ¿Qué haces por la vida
pretendiendo que cualquiera dictamine tu valor?”

15. JARRÓN KINTSUGI (para la resiliencia)


Los japoneses creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso, por
eso reparan los objetos rotos con oro. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, éstos se acentúan
y celebran, se han convertido en una prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la
resiliencia, la capacidad de recuperarse y hacerse más fuerte.

16. EL DILEMA DEL ERIZO


En un día muy helado, un grupo de erizos que se encuentran cerca sienten simultáneamente la necesidad
de juntarse para darse calor y no morir congelados.

Cuando se aproximan mucho, sienten el dolor que les causan las púas de los otros erizos, lo que les
impulsa a alejarse de nuevo.

Sin embargo, como el hecho de alejarse va acompañado de un frío insoportable, se ven en el dilema de
elegir: herirse con la cercanía de los otros o morir. Por ello, van cambiando la distancia que les separa
hasta que encuentran una óptima, en la que no se hacen demasiado daño ni mueren de frío.

Mensaje que queremos transmitir:

A veces, por cuestión de supervivencia emocional o física nos quedamos en lugares o cerca de personas
que nos hacen daño, porque alejarnos nos resulta más doloroso todavía o no sabemos cómo hacerlo.
Cuando te hagan daño pide que dejen de hacerlo y, si no lo hace, sal de ese lugar o relación. Si no puedes
hacerlo solo, busca ayuda.

8
17. EL BARCO Y LA TORMENTA
Imaginemos que tu vida transcurre en un barco en altamar, donde usualmente eres el único tripulante a
bordo. Conocer la dirección hacia la cual estás navegando resulta motivante y le da sentido a tu viaje,
aunque eso no te asegura que el camino sea siempre agradable.

Navegando van a existir diversos factores que no dependen de vos: el viento puede variar, ciertos
elementos pueden averiarse temporalmente, a veces será de noche y en algunas ocasiones vas a atravesar
fuertes tormentas. ¿Qué sucede en esos momentos en los que los cambios del contexto parecen tomar
dominio de la situación?

Muchas veces podemos huir de la tormenta y obsequiarnos la sensación de estar a salvo, aunque esto
tenga un precio muy alto a largo plazo: alejarnos del lugar hacia el cual realmente queremos ir. En
algunas otras ocasiones, cuando la tormenta es muy grande como para escapar, permanecemos en
contacto con aquello que no queremos percibir: podemos dejar de navegar, echar anclas, lamentarnos y
preguntarnos por qué el clima es así; podemos discutir con las nubes y el viento, pretendiendo cambiarlas
por un ambiente más amable.

Existe una forma un tanto contraintuitiva, a la cual no solemos estar muy acostumbrados: continuar
navegando hacia la dirección deseada, aceptando la tormenta tal cual es, sin intentar pelear con ella y
sabiendo que, por más aterradora que se vea, es sólo un fenómeno climático normal que se irá en unos
momentos, ¡no existen tormentas eternas! En este punto hay una incómoda verdad: a nadie le agrada
verse avasallado por una tormenta, no obstante ¿valdría la pena permanecer en contacto con ésta sí
gracias a ello te estuvieras acercando hacia donde quieres ir?

Entonces, al encontrarse con una tormenta de la cual no podemos escapar podemos observar dos grandes
alternativas: una implica estar en contacto con el malestar de atravesarla, la otra... también, pero con un
pequeño detalle agregado: el sufrimiento. El sufrimiento de maldecir hacia las nubes, de pensar en lo
injusto que resulta ese cambio climático, de luchar inútilmente por ponerle fin.... el sufrimiento que nos
genera el dejar de navegar.

Aquellas ocasiones en las que experimentamos la disposición a continuar navegando sin intentar controlar
lo inevitable, podemos contemplar detalles que quizás ignorábamos hasta entonces. Diversas tempestades
nos otorgan cierta maestría en el manejo de las velas, nuestra experiencia desarrolla habilidades para
atravesar los momentos críticos, podemos conocer las herramientas que tenemos a mano y adquirir
dominio sobre su uso. Eso no elimina el malestar generado por el clima, por supuesto, pero nos ayuda a
dirigirnos hacia lo que es realmente importante.

¿Cómo querrías actuar la próxima vez que te encuentres atravesando una tormenta?

18. EL INVITADO INDESEADO


Imagina que un día decides dar una fiesta para todos tus amigos. Coges tu teléfono y empiezas a invitar
gente. Quieres que sea una gran fiesta, así que dices “todos estáis invitados”. Cuando llega el gran día,
preparas el lugar para la fiesta, estás realmente contento y pronto los invitados comienzan a llegar.

Después de un rato, todos han llegado y te lo estas pasando realmente bien. Entonces suena el timbre, y
piensas ¿Quién podrá ser? Seguramente me debo haber olvidado de alguien. Ahí está una persona, que
definitivamente no querías en tu fiesta, es tu vecino Brian. Brian, debe de ser una de las personas más
molestas que conoces, es rudo, gruñón, se queja mucho y no es muy dado a la higiene personal. Es la
última persona que querrías en tu fiesta, pero antes de que te des cuenta entra en tu casa, sin ni siquiera
saludar. Se acerca a tus huéspedes y es mal educado. Se sirve por sí mismo comida y bebida, y en general
actúa de una forma extraña con tus amigos. Y de una forma comprensible, te sientes molesto,
avergonzado y enfadado.

9
Antes de que pase mucho tiempo te acercas a Brian y le dices “ya está, quiero que te vayas”. Una vez que
se va te sientes aliviado, vuelves a la fiesta y empiezas a pasártelo bien, pero después de un rato se
escucha el timbre de nuevo. Y cuando vas a ver quién es, te das cuenta de que Brian ha regresado. Antes
de que puedas detenerlo, abre la puerta y entra corriendo a la fiesta nuevamente. De modo que lo buscas,
lo encuentras y lo hechas nuevamente. En esta ocasión, sin embargo, decides que te vas a asegurar de que
no vuelva a entrar. Así que optas por quedarte en la puerta y asegurarte de que no vuelva a entrar. Y esto
funciona, Brian no puede entrar y te sientes bien que así sea. El problema es que te das cuenta, que te
estas perdiendo la fiesta. Puedes escuchar a todos afuera, divirtiéndose. Tú también quieres estar allí con
ellos, pero como no soportas a Brian, no te puedes arriesgar a entrar nuevamente. Realmente quieres
disfrutar de la fiesta y no sabes que hacer, pero el pensamiento de que Brian podría volver te incomoda.

Después de un tiempo caes en la cuenta, que de hecho esta fiesta es muy importante para ti, y quieres
estar con tus amigos, al menos asegurarte de que están bien. Así que decides entrar nuevamente, y te dices
a ti mismo: “si Brian entra, que entre”. Brian entra y empieza a ser molesto nuevamente, pero esta vez
algo es distinto. No lo ignoras, porque es bastante difícil ignorarlo, pero decides seguir adelante con la
fiesta, hablando con tus amigos y empiezas a notar cosas interesantes. En primer lugar, te das cuenta de
que, aunque Brian este ahí, lo estas pasando bien. Por supuesto sería mejor si se fuera, pero al menos no
estas atascado en la puerta, perdiéndote la fiesta. En segundo lugar, percibes que cuando no estas
intentando librarte de él, se calma un poco, sigue siendo molesto, sigue siendo mal oliente, pero no es tan
malhumorado. Después empiezas a notar otras cosas, que no habías visto antes, como que tiene un
extraño sentido del humor, aunque esté enterrado bastante profundo en él. Incluso contemplas que hace
un par de amigos.

Mensaje que queremos transmitir:

Esto es lo que ocurre cuando se intenta controlar los propios pensamientos o emociones.

19. LAS ARENAS MOVEDIZAS


Imagina que vas caminando, llevas tiempo andando por un camino que cada vez resulta más complicado,
te encuentras con muchos obstáculos, vas cortando la vegetación que te impide el paso, entonces das un
paso más y sin saber cómo, te ves inmerso en unas arenas movedizas. Se trata de una masa viscosa,
sientes un miedo terrible, pero cuanto más intensos y rápidos son tus movimientos por salir de ella lo
antes posible, la presión que esta ejerce sobre ti es cada vez mayor. Al sentir que no puedes salir, que
estas atrapado, el miedo se hace cada vez más intenso, lo sigues intentando, una vez más, otra…

Cada vez tienes menos superficie de tu cuerpo fuera de la arena, el miedo se incrementa, piensas en la
muerte, no hay escapatoria. ¿Qué alternativa podría existir?

De repente notas cómo si extiendes tu cuerpo y avanzas muy lentamente, poco a poco cómo si nadases en
cámara lenta, puedes avanzar. Avanzas lento, pero a un ritmo progresivo, con cada avance te encuentras
más tranquilo/a y consciente de que te diriges hacia una meta concreta, salir de esta masa viscosa.
Durante el camino, quieres llegar más rápido a la meta, y notas como la arena te traga de nuevo, el terror
aparece y te preguntas ¿habrá servido para algo todo este avance?

Empiezas a pensar en que definitivamente, el avance era una ilusión y que estas abocado a hundirte en
esas arenas, sin remedio. Decides volver a expandir tu cuerpo, volver a intentarlo, continúas avanzando
lento, durante todo el trayecto. Al cabo de un tiempo, tus manos tocan la orilla, haces presión, te
impulsas, y caes exhausto en tierra firme.

Mensaje que queremos transmitir:

En determinadas situaciones la solución más rápida no es la más adecuada. El miedo facilita que nos
aferremos con fuerza a una única solución, por lo que es muy probable, que en ese momento sea
complicado que nos paremos y decidamos que pasos llevar a cabo para avanzar. La estrategia rápida,

10
consistente en intentar aplacar el miedo rápidamente huyendo o escapando de la situación angustiante, es
mucho más probable, que la estrategia lenta, reflexionar sobre el problema y los pasos secuenciales a
seguir.

20. LA PELOTA EN LA PLAYA


Estás en la playa, es un día tranquilo, despejado. La luz satura cada rincón de ese escenario perfecto. Sin
embargo, tú no te sientes bien. Estás ansioso, en ti se acumulan un gran número de emociones, todas
juntas, todas revolviéndose de manera casi dolorosa: sientes miedo, vergüenza, angustia, rabia…

Todo ese universo emocional se contiene en una pelota. Este objeto simboliza lo que hay en tu interior,
aquello que sientes y que te turba de manera desesperada. Es tan molesta esa sensación que lo único que
deseas es que desaparezca. ¿Y cómo lo haces? Acercándote hasta la playa y hundiendo esa pelota en el
agua.

Visualiza con definición esa imagen: imagínate esforzándose en sumergir ese objeto. No quieres que
nadie lo vea ni lo perciba. Lo único que ansías es que desaparezca para siempre, que las corrientes del
océano se la lleven para siempre. Ahora bien, cada vez que lo sumerges, la pelota vuelve a ascender. Es
más, cuantas más fuerza ejerces, esta vuelve a emerger con mayor impulso, golpeándote incluso a ti
mismo y haciéndote perder el equilibrio…

La pelota simboliza tus emociones: tu ansiedad, tus miedos, tu rabia, tu vergüenza… Dimensiones que
llevas tiempo escondiendo. Sin embargo, ya sabes qué efecto tiene hacer esto último, todo empeora aún
más y se escapa de tus manos. La estrategia más adecuada es dejar de sumergir este objeto. Debemos
dejar de perder la energía, de luchar contra lo que no es posible ni saludable: esconder las emociones o
sumergirlas no sirve. Como tampoco es adecuado, acumular aún más ese malestar.

Debemos coger la pelota e ir hasta la orilla para sentarnos tranquilamente con ella. ¿El objetivo?
Deshincharla. Hay que lograr que todo el aire interno que hay en ella desaparezca. De ese modo, nos
sentiremos mucho mejor, más aliviados. No obstante, primero hay que saber dónde está la válvula, ese
botón que está conteniendo el aire.

Aquí, la metáfora de la pelota en la playa debe servirnos para que cada uno de nosotros hallemos nuestra
estrategia particular para lograr que nuestra ansiedad, miedo o vergüenza encuentre su salida. Hay que
encontrar ese «mecanismo» que nos permita comprender por qué nos sentimos así, facilitándonos el
acceso al sendero que nos libere de ese malestar.

Lograrlo no es fácil, pero al menos, con esta herramienta recordaremos que el ovillo de nuestros
emociones no puede ocultarse ni sumergirse. El mundo emocional se acepta, se entiende y se libera.

21. DESGRACIA O BENDICIÓN


Un pobre chino suscitaba la envidia de los más ricos de la región porque poseía un caballo blanco
extraordinario. Cada vez que le ofrecían una fortuna por el animal, el anciano respondía: “Este caballo es
mucho más que un animal para mí, es un amigo, no puedo venderlo.”

Un día, el caballo desapareció. Los vecinos reunidos delante del establo vacío empezaron a dar opiniones:
“Pobre idiota, era previsible que te robaran este animal. ¿Por qué no lo vendiste? ¡Qué desgracia!” El
campesino se mostró más circunspecto: “No exageremos, dijo. Digamos que el caballo ya no se encuentra
en el establo. Eso es un hecho. Todo lo demás no es más que una apreciación por vuestra parte. ¿Cómo
saber si es una suerte o una desgracia? Solo conocemos un fragmento de la historia. ¿Quién sabe lo que
pasará?”

11
La gente se burló del anciano. Lo consideraban desde hacía mucho como una mente simplona. Quince
días más tarde, el caballo blanco volvió. No lo habían robado, simplemente se había ido a solazarse al
campo y, de su escapada, traía consigo una docena de caballos salvajes. Los lugareños se volvieron a
reunir. “Tenías razón, no era una desgracia, sino una bendición. Yo no llegaría hasta ahí, dijo el
campesino.

Conformémonos con decir que el caballo blanco ha vuelto. ¿Cómo saber si es buena suerte o mala? No es
más que un episodio. ¿Se puede conocer el contenido de un libro leyendo solo una frase?” Los lugareños
se dispersaron, convencidos de que al anciano se le iba la cabeza. Recibir doce caballos preciosos era,
indudablemente, un regalo del cielo. ¿Quién podía negarlo? El hijo del campesino emprendió la doma de
los caballos salvajes. Uno lo tiró al suelo y lo pisoteó. Los lugareños acudieron una vez más a dar su
opinión: “¡Pobre amigo!

Tenías razón, estos caballos salvajes no te han sido de provecho, ahora tu hijo único está lisiado. ¿Quién
te va a ayudar en los días de tu vejez? Realmente eres digno de compasión. Veamos, replicó el
campesino, no corráis tanto. Mi hijo ha perdido el uso de sus piernas, nada más. ¿Quién dirá lo que esto
nos habrá aportado? La vida se presenta a trocitos, nadie puede predecir el futuro.”

Algún tiempo más tarde, estalló la guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llamados a filas, menos el
inválido. “Anciano - se lamentaron los lugareños - tenías razón, tu hijo ya no puede andar, pero se queda
junto a ti, mientras que nuestros hijos van a que los maten”.

“Os lo ruego - contestó el campesino - no juzguéis apresuradamente. Vuestros jóvenes están enrolados en
el ejército, el mío permanece casa, eso es lo único que podemos decir. Dios es el único que sabe si esto es
para bien o para mal”.

Mensaje que queremos transmitir:

No debemos sacar conclusiones apresuradas basándonos en pocos datos, debemos valorar todas las
perspectivas.

22. EL CAMELLO SIN CUERDA


Una caravana que iba por el desierto se detuvo cuando empezaba a caer la noche. Un muchacho,
encargado de atar a los camellos, se dirigió al guía y le dijo:

- Señor, tenemos un problema. Hay que atar a veinte camellos y sólo tengo diecinueve cuerdas.
¿Qué hago?
- Bueno -dijo el guía-, en realidad los camellos no son muy lúcidos. Ve donde está el camello sin
cuerda y haz como que lo atas. Él se va a creer que lo estás atando y se va a quedar quieto.

El muchacho así lo hizo. A la mañana siguiente, cuando la caravana se puso en marcha, todos los
camellos avanzaron en fila. Todos menos uno.

- Señor, hay un camello que no sigue a la caravana.


- ¿Es el que no ataste ayer porque no tenías soga?
- Sí ¿cómo lo sabe?
- No importa. Ve y haz como que lo desatas, si no va a creer que siguen atado. Y si lo sigue
creyendo no caminará.

Mensaje que queremos transmitir:

Los límites no los impone la realidad, sino nuestras propias creencias. Somo como el camello, atados sin
cuerda.

12
23. EL TARRO DE PIEDRAS
Un día, un viejo profesor de la fue contratado para dar una formación sobre la planificación eficaz de su
tiempo a un grupo de quince ejecutivos de grandes compañías norteamericanas. Este curso constituía uno
de los cinco talleres de su jornada de formación. El viejo profesor no tenía entonces sino una hora para
“hacer pasar su materia”. Parado, delante de ese grupo de élite (que estaba listo a anotar todo lo que el
experto le iba a enseñar), el viejo profe los miró uno por uno, atentamente, y les dijo “Vamos a hacer un
experimento”.

Debajo de la mesa que lo separaba de sus alumnos, el profesor movió un inmenso tarro de vidrio de más
de 4 litros, que puso delicadamente en frente suyo. Luego sacó alrededor de doce piedras tan grandes
como bolas de tenis y las depositó cuidadosamente, una por una en el gran tarro. Cuando el recipiente se
llenó hasta el borde y era imposible agregarle una sola piedra más, levantó lentamente los ojos hacia sus
alumnos y les preguntó:

- ¿Les parece que el tarro está lleno?


- Sí. – respondieron todos.

Esperó unos segundos y agregó: “¿Están seguros?” Entonces, él se agachó de nuevo y sacó de debajo de
la mesa un recipiente lleno de piedrecillas. Con mucho cuidado, él agregó las piedritas sobre las piedras
grandes y sacudió ligeramente el tarro. Las pequeñas piedras se infiltraron entre las grandes… hasta el
fondo del tarro. El viejo profesor levantó nuevamente los ojos hacia su auditorio y reiteró su pregunta:

- ¿Les parece que el tarro está lleno?

Esta vez sus brillantes alumnos comenzaron a entender su manejo. Uno de ellos respondió:
“¡Probablemente no!”

- Bien - respondió el viejo profesor.

Se agachó nuevamente y esta vez sacó de debajo de la mesa una bolsa de arena. Con mucho cuidado
agregó la arena al tarro. La arena rellenó los espacios existentes entre las piedras y las piedritas. Una vez
más, preguntó: “¿Les parece que el tarro está lleno?” Esta vez sin pensarlo dos veces y en coro, los
brillantes alumnos, respondieron:

- ¡No!
- ¡Bien! - respondió el viejo profesor.

Y como se esperaban sus prestigiosos alumnos, el hombre cogió la botella de agua que estaba sobre la
mesa y llenó el tarro hasta el tope. El viejo profesor levantó entonces los ojos hacia su grupo y preguntó:

- ¿Qué gran verdad nos demuestra esta experiencia?

Sin estar loco, el más audaz de sus alumnos, reflexionando sobre el tema de este taller, respondió:

- Esto demuestra que incluso cuando creemos que nuestra agenda está completamente copada, si
lo deseamos realmente, podemos agregar más citas, más cosas para hacer.
- No - respondió el viejo profesor - No es eso. La gran verdad que nos muestra esta experiencia es
la siguiente: Si uno no mete las piedras grandes primero en el tarro, jamás podría hacer entrar el
resto después.

Hubo un gran silencio, en el que cada uno estaba tomando conciencia de la evidencia de estos propósitos.
El viejo profesor, dijo entonces:

- ¿Cuáles son las piedras grandes en sus vidas? ¿Su salud? ¿Su familia? ¿Sus amigos? ¿Realizar
sus sueños? ¿Hacer lo que aman? ¿Aprender? ¿Defender una causa? ¿Relajarse? ¿Tomarse el
tiempo…? ¿O cualquier otra cosa? Lo que hay que retener, es la importancia de meter esas
PIEDRAS GRANDES en primer lugar en la vida.

13
Quiero que se den cuenta que este tarro representa la vida. Las piedras son las cosas importantes
como la familia, los hijos, la salud, los amigos… Son cosas que, aún si todo lo demás lo
perdiéramos y solo éstas quedaran, nuestras vidas aún estarían llenas. Las piedrecillas son las
otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el coche, etc. La arena es todo lo demás… las
pequeñas cosas.
Si ponemos primero la arena en el tarro, no habría espacio para las piedrecillas ni para las
piedras. Lo mismo ocurre con la vida. Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas
pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes. Presta atención a las
cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, dedica tiempo a revisar tu salud, ve
con tu pareja a cenar, practica tu deporte o afición favoritos, siempre quedará tiempo para
limpiar la casa y reparar la llave del agua.
Ocúpate de las piedras primero, de las cosas que realmente importan. Establece tus prioridades,
el resto es solo arena…

24. LA VENTANA
Me encanta mirar por la ventana. Cuando vuelvo de trabajar y me siento en el sillón a contemplar la
ciudad disfruto de las vistas. Me imagino todas las cosas que pueden pasar allí abajo, es como si fuera la
directora de mi propia película. Me gusta pensar en la vida de la gente: “seguro que ese hombre está
escribiendo una novela policíaca en secreto y ese chico siempre está dando consejos a todo el mundo. Y
ese señor de ahí no olvida a su gran amor”.

¿Pero sabéis qué? Un día apareció una misteriosa mancha en mi ventana. Intenté quitarla por todos los
medios pero fue imposible, la froté y puse todos los productos que me dijeron, incluso cambié el cristal
pero la mancha siempre aparecía. No podía entenderlo, yo quería ver el mundo como lo veía antes sin la
mancha. Me ponía muy triste pensar que ya no podía ser la directora de mi propia película y que el mundo
ya no se vería igual

Pero un día entendí algo, solo estaba mirando a la mancha. Estaba enfadada con la mancha y eso me
impedía mirar por la ventana. Porque el hecho de que estuviera allí tapando parte de mi vista, no
significaba que no pudiese mirar. Comprendí que mi enfado no estaba en la mancha, estaba en mí. No me
tiene por qué gustar que esté pero no es la responsable de mi felicidad, puedo imaginar nuevas películas:
“el escritor ahora escribe sobre ciencia ficción y agujeros negros y el gran amor de ese señor era la
astrología”.

En cuanto a mí, quizás la mancha siga ahí eternamente, pero muchas veces ni siquiera reparo en que está,
porque ahora decido dónde quiero mirar.

Vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=See5sj6pFvQ&ab_channel=ANSIEDADAMADAGCANALTV

25. ZANAHORIAS HUEVOS Y CAFÉ


Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y lo difíciles que le resultaban las cosas. No sabía
cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que
cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre
fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó
huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.

14
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el
padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro
plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo:

- Querida, ¿qué ves?


- Zanahorias, huevos y café - fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le
pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le
pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija
preguntó:

- ¿Qué significa esto, padre?

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían
reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua
hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina
protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los
granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

- ¿Cuál eres tú? - le preguntó a su hija - Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?
¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te
vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?
¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has
vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un
corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor.
Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano
de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor
mejoren.

Y tú, ¿cuál de los tres eres?

26. LA RANA EN EL HOYO (efecto Pigmalión)


Un grupo de ranas iba atravesando el bosque y dos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo.
Inmediatamente, el resto de las ranas se reunió alrededor del hoyo. Como vieron que este era muy
profundo y que no había posibilidad alguna de que salieran del mismo, les dijeron a las dos que se dieran
por muertas, que ya no había ninguna solución.

Las dos ranas ignoraron los comentarios y trataron de saltar con toda sus fuerzas para poder salir del
hoyo. Sin embargo, las demás ranas siguieron diciéndoles que se detuvieran, que no hicieran más
esfuerzo, que se dieran de una vez por muertas. Que todo lo que hicieran era inútil. Y siguieron así,
destruyendo con sus palabras cada intento de salida de las dos ranas.

De repente una de ellas, hizo caso a las otras que no paraban de hablar, y se dio por vencida. Se dejó caer
al suelo y murió. Cayó muerta … luchando, pero muerta igual, por escuchar los negativos de las demás.
La otra rana, sin embargo, continuó saltando tan fuerte como pudo.

Nuevamente el grupo de ranas siguió gritando y diciéndole que ya no sufriera ni se desgastara intentando
salir, que mejor se dejara morir como la otra. Sin embargo, la rana, sin quitarles la mirada, saltaba aún
más fuerte hasta que finalmente, logró salir.

15
Algo existe de especial en esta historia. Te comento que, esta rana … era sorda. No le era posible
escuchar lo que las demás le decían tratando de lograr derrotarla, muy por el contrario, ella pensaba que
“sus amigas” la estuvieron alentando todo el tiempo para que lograra salir del hoyo. Concentró todas sus
fuerzas en salir y no defraudar a quienes habían confiado en que ella si lograría salir. Y así lo hizo, logró
salir del hoyo.

Mensaje que queremos transmitir:

Los mensajes y creencias de los demás pueden influir en nuestro rendimiento. Si alguien nos valora,
aumenta nuestra probabilidad de éxito, pero, por el contrario, si alguien no confía en nuestras capacidades
influirá en nuestra autoestima y en el resultado. Debemos confiar en nosotros mismos, que nadie que diga
que no puedes lograr algo.

27. LOS MINEROS ATRAPADOS


Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo. De repente un derrumbe los dejó aislados sellando la
salida. En silencio cada uno miró a los demás. Con su experiencia se dieron cuenta de que el problema
sería el oxígeno. Si hacían todo bien les quedaba unas tres horas de aire, cuanto mucho tres horas y
media. Mucha gente de fuera sabía que estaban allí atrapados, pero un derrumbe como ese significaba
horadar otra vez la mina, ¿podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?

Los mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxígeno que pudieran. Acordaron hacer el menor
esfuerzo físico, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron en silencio en el suelo, era difícil
calcular el tiempo que pasaba, pero incidentalmente uno tenía reloj. Hacía él iban todas las preguntas
¿cuánto tiempo pasó? ¿cuánto falta? ¿y ahora? El tiempo se estiraba, cada minuto parecía una hora y la
desesperación agravaba más la tensión.

El jefe se dio cuenta que, si seguían así, la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía
matar. Ordenó al que tenía el reloj que sólo él controlara el paso del tiempo y avisara cada media hora.
Cumpliendo la orden, a la primera media hora dijo “ha pasado media hora”. Hubo un murmullo entre
ellos y una angustia que se sentía en el aire. El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba
el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a
nadie decidió que ellos no merecían morir sufriendo. Así que la próxima vez que les informó la media
hora habían pasado 45 minutos. No había manera de notar la diferencia.

Apoyado en el éxito del engaño de la tercera información la dio casi una hora después, así siguió el del
reloj, cada hora completa les informaba que había pasado media hora. La cuadrilla apuraba la tarea de
rescate, sabían en qué cámara estaban atrapados y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas.
Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos.
Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia…el que tenía el reloj.

Mensaje que queremos transmitir:

Nuestros pensamientos tienen poder sobre nuestro cuerpo y, en el caso de la ansiedad, pueden agravarla y
hacer que se dispare.

28. LOS DOS ORDENADORES


Dos personas se encontraban trabajando con sus respectivos ordenadores. A una de ellas, mientras estaba
escribiendo, le empezaron a aparecer mensajes en la pantalla de su ordenador. Mensajes que decían
“nunca solucionarás tu problema” “eres un inútil” “la gente te ve mal”. Cuando leyó estos mensajes
empezó a creérselos y a angustiarse, a sufrir terriblemente ¡¡¡Parecían tan ciertos!!! Entonces intentó
borrarlos de la pantalla, pero no pudo. Así que continuó trabajando. De vez en cuando, volvían a aparecer,

16
pero como sabía que no podía eliminarlos, no intentó hacer nada y siguió trabajando. A pesar de los
mensajes que a veces aparecían y le hacían sufrir, disfrutaba y se sentía bien consigo misma porque su
trabajo estaba quedando tal y como quería.

A la otra persona, le empezó a suceder lo mismo. Empezaron a aparecerle los mismos mensajes que a su
compañero: “nunca solucionarás tu problema”, “eres un inútil”. Entonces intentó eliminarlos, pero no lo
conseguía. Sufría muchísimo porque estaba totalmente convencida de que los mensajes eran ciertos. Y
además sufría porque no conseguía eliminarlos. Así que dejó de trabajar para pensar qué métodos podía
emplear para eliminar los mensajes. Estaba segura de que si no los borraba no podría continuar
trabajando. Así que empezó a probar un método tras otro, pero no conseguía nada. Los mensajes seguían
allí. Miraba a su compañero con rabia porque le veía trabajando e incluso parecía que estuviera
disfrutando con su trabajo. Pensó que su compañero podía trabajar porque no recibía los mismos
mensajes que ella. Así que siguió en su empeño por eliminarlos. Su sufrimiento iba en aumento: cada vez
tenía más mensajes negativos, fracasaba en todos sus intentos por eliminarlos y encima no avanzaba en su
trabajo. Se quedó encallada en esta situación.

Mensaje que queremos transmitir:

No debemos luchar contra nuestros pensamientos y emociones, por negativos que sean. Debemos aceptar
que están ahí y son parte de nuestra vida, pero eso no significa que no podamos conseguir nuestras metas
y objetivos.

29. LA GÁRGOLA
Imagínate que te sientes desanimado, triste… Y un día te das cuenta de que llevas una gárgola en tu
hombro. Como las gárgolas son de piedra, esta gárgola te pesa mucho, te hunde y te dificulta moverte
para realizar cualquier tipo de actividad. Pero, además, esta gárgola habla y te está susurrando
constantemente al oído. Pero es fría, dura y no tiene corazón así que los mensajes que te da son siempre
negativos, humillantes, te culpabiliza por todo. Si te encuentras mal, la gárgola te dice que te sentirás
siempre así, y lo peor es que crees todo lo que te susurra y te hace sentir cada vez peor.

Será imposible no escucharla, pero si aprendes a identificar cuáles son sus mensajes, sabrás que son
opiniones de la gárgola, y dejarás de creer en ellos. La gárgola gritará más para convencerte, pero con el
tiempo, si no se siente escuchada tal vez se marche de tu hombro.

30. LA BICICLETA
La vida es como montar en bicicleta.

Tramos llanos: en los tramos llanos se trata de mantener una cadencia de pedaleo, como en la vida, lo
importante en los momentos más tranquilos es mantener un ritmo. Si sopla viento en contra, protegerte
con otros compañeros o con la cuneta, y si sopla viento favorable, aprovecharlo y ganar en velocidad.

Cambiar la marcha: pero lo que más enseña el ciclismo es a afrontar las dificultades, las rampas de la
vida, las subidas. La primera estrategia para los que solo somos aficionados y no tenemos ni piernas, ni
corazón, ni pulmones para subir un puerto o una cuesta más larga de lo habitual sin despeinarnos, es
cambiar la marcha: bajar el plato, subir piñones. Podríamos decir que es adaptarnos a las circunstancias, a
nuestras posibilidades y a nuestras fuerzas: cambiar al plato pequeño de nuestro ritmo y añadir piñones. Si
nos queremos hacer los duros o gastamos las fuerzas al empezar la cuesta por no cambiar de marcha., no
podremos culminarla.

Dosificar las fuerzas: no podemos cebarnos y gastar todas las fuerzas de golpe: tenemos que dosificarnos.
En las "rampas" de la vida sucede igual, tendremos que ver la "longitud" de la dificultad, la "dureza" de la

17
pendiente y dosificar nuestras fuerzas y bajar el ritmo. Lo importante es seguir rodando, seguir avanzando
aunque sea más despacio.

No mirar al horizonte: cuando se sube alguno de esos tramos empinados, ayuda no mirar demasiado al
horizonte. Cuando lo haces, ves que hay una larga distancia que en el momento del esfuerzo parece que
no vas a poder recorrer, o lo que es peor, no ves el final de la subida. En los problemas de la vida ocurre
algo semejante: si miras al futuro no ves el final o lo ves tan lejano que te parece imposible, por lo que es
mejor mirar a corta distancia, a la próxima curva, el avanzar de la rueda...

Poner pie a tierra: en algunas cuestas las fuerzas ya no te permiten pedalear y tienes que poner pie a tierra.
¡No importa! Poner pie a tierra, supone tomarte un respiro, ser realista, recuperar fuerzas y avanzar más
despacio... pero avanzar.

Las subidas terminan: afortunadamente las subidas terminan, tienen una meta que parece no llegar nunca.
Después suele venir un alivio: un tramo llano o una bajada. En estos momentos recuperamos muchas
fuerzas, y la velocidad y el viento nos refrescan y las piernas se descargan. Los momentos complicados y
difíciles suelen terminar de una u otra forma y después, cuando ya han pasado y tomamos una bajada, nos
recuperamos, nos refrescamos... y olvidamos parte de la dureza de lo vivido.

Los pasos estrechos: a veces se ve a lo lejos que el camino se hace demasiado estrecho, que hay una
piedra, una rama o un obstáculo que nos va a impedir atravesarlo. Sin embargo, cuando ya estás cerca te
das cuenta de que hay espacio suficiente para pasar con la bicicleta y que no hay problema. En la vida
sucede igual: desde la distancia del tiempo agradamos las dificultades que nos esperan, pero más tarde,
cuando las tenemos encima las solemos ver más llevaderas y fáciles de afrontar. No agobiarse demasiado
por lo que pueda ocurrir: cuando llegue se afrontará.

Disfruta del paisaje: en las subidas y dificultades nos centramos en el esfuerzo que estamos haciendo. Es
bueno levantar la vista y disfrutar del paisaje que tenemos delante. La vida es un camino y aunque hay
subidas costosas y dolorosas, no dejemos de mirar y admirar lo maravilloso que tenemos a nuestro
alrededor.

Sigue la rueda: si practicas el ciclismo con un compañero o compañera verás que es mucho más
llevadero. En la subida a un puerto, tener una rueda a la que seguir siempre es un alivio... y en otros
momentos tienes que entrar al relevo y ser tú el que tires del compañero. En las dificultades de la vida, se
sobre llevan mejor con compañía. En algunos momentos es el otro el que tira... "y tú vas a rueda", pero si
entras en los relevos, darás un respiro a tu compañero o compañera y ambos seguiréis avanzando y
escalando sin parar.

Si te paras te caes: si la bicicleta se para te caes, por tanto, siempre hay que estar en movimiento, más
despacio o más deprisa, pero no podemos parar. ¡Ánimo y siempre adelante!

31. LOS NIÑOS Y EL HIELO


Había dos niños que patinaban sobre una laguna congelada. Era una tarde nublada y fría, pero los niños
jugaban sin preocupación. Cuando de pronto el hielo se revienta y uno de los niños cae al agua. El otro
niño viendo que su amigo se ahogaba debajo del hielo, toma una piedra y empieza a golpear con todas su
fuerzas hasta que logra quebrarlo y así salvar a su amigo.

Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido se preguntaron ¿Cómo lo hizo? El hielo es
muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar con esa piedra y sus manos tan pequeñas. En ese
instante un anciano dijo: “yo sé cómo lo hizo”. ¿Cómo? Le preguntaron al anciano y él contestó: No había
nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

18
32. LA MAGA
La capa de la maga era superpoderosa. A ella le servía siempre que sentía que lo que le rodeaba tenía una
mala energía. Por ejemplo, cuando tenía miedo de perder a los amigos que ella había hecho, la capa
desprendía una magia especial y le hacía sentir mejor, la protegía.

Una magia que le ayudaba cuando tenía que hacer un truco de teletransporte. Esa magia la hacía sentir
fuerte y poderosa, la maga se sentía muy bien.

En algunas aventuras, se tenía que teletransportar a otra parte del mundo. A veces, hacía viajes a otros
planetas, planetas que tenían cosas super diferentes. Muchas cosas eran geniales, pero a veces eran un
poco tenebrosas y a la maga y a la capa no les gustaban mucho.

La capa siempre estaba con ella. Era su fiel amiga. La que siempre estaba ahí. Tenían conversaciones,
donde la capa le decía ‘’nunca sufrirás si como un hielo estás’’. La maga confiaba mucho en su capa,
nunca la había abandonado. Un día, en el camino a uno de esos súper viajes de teletransporte, La maga
fue encontrando piedras mágicas, La capa le dijo: ''cógelas y mucha magia harás''. Esas piedras contaban
con toda la sabiduría que le haría falta a la maga para sus viajes, en los que a veces se encontraba con
situaciones oscuras y tenebrosas.

Poco a poco, la maga, con mucho esfuerzo fue juntando muchas piedras. A veces era difícil conseguirlas,
pero se encontraba con otros magos en el camino que también la ayudaban a encontrarlas, le iban dando
pistas de dónde podrían estar. Llegó un día en que se encontró con un mago que le dijo: “la piedra más
fuerte es la que descubrirás en tu interior” cuando tu capa desaparezca la conocerás. La capa se sintió muy
triste al escuchar lo que dijo ese mago, ella siempre había estado con la maga, era su fiel amiga.

La maga quería mucho a su capa, siempre la había protegido de las situaciones difíciles y de tantos viajes
de teletransporte. Pero ahora entendió que esa capa no siempre la ayudaba, a veces hacía que no pudiera
conocer los planetas mágicos que la rodeaban como a ella le gustaría. Además, ahora tenía piedras para
poder pasar con éxito por los lugares más tenebrosos.

Así es como la maga decidió despedirse para siempre de la capa, agradeciéndole todo lo que le había
ayudado y dejándola ir con mucho amor. Siempre recordaría todo lo que la ayudó cuando todavía no tenía
piedras mágicas. Ahora son las piedras las que irán acompañándola en esos caminos que irá construyendo
ella en esos viajes de teletransporte.

19
33. VOLEMOS JUNTOS PERO NUNCA ATADOS
Cuenta una antigua leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron una pareja tomados de la mano a la
tienda del viejo brujo de la tribu, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, Toro Bravo, y
Nube Alta la hija del cacique y una de las mujeres más hermosas de la tribu. El joven empieza hablar y
dice: “Nos amamos”. La mujer dice: “Nos vamos a casar”.

Juntos dicen: “Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán.
Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado
del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte. Por favor – repitieron – ¿hay algo que podamos
hacer?”

El viejo los miró y se emocionó al ver a dos jóvenes, tan enamorados, tan deseosos de esperar su palabra.
Después de una larga pausa responde: “Hay algo, pero no sé, es una tarea muy difícil y sacrificada. La
pareja responde: “No importa”, “Lo que sea” ratificó Toro Bravo.

El brujo dice: “Bien, Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalar sola y sin más
armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo
atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste? La joven
asintió en silencio.

El brujo siguió diciendo: “Y tú, Toro Bravo, debes escalar la Montaña del Trueno; cuando llegues a la
cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás
atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta, ¡salgan ahora!”

Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión
encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur. El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos
jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas. El viejo les pidió que con
mucho cuidado sacaran el halcón y el águila de las bolsas. La pareja lo hace y esperan la aprobación del
brujo. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su linaje.

En eso el brujo pregunta: “¿Volaban alto?”. Responden los jóvenes: “Sí, sin duda. Como lo pediste… Y,
¿ahora?, preguntó el joven, ¿los mataremos y beberemos su sangre?”

El viejo responde: “No”. El joven propone: “¿Y si los cocinamos y comemos su carne?”.

Repite el brujo, “No, harán lo que les digo: Tomen las aves y átelas entre sí por las patas con estas tiras de
cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.”

El guerrero y la joven hicieron lo que les pidió el brujo y soltaron los pájaros. El águila y el halcón
intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en la tierra. Unos minutos después, irritadas
por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse. En eso el brujo les dice:
Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el
uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que, además, tarde o temprano,
empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor perdure entre ustedes, vuelen juntos pero
jamás atados.

34. LAS ALAS SON PARA VOLAR


Un padre le dijo a su hijo cuando se hizo mayor:

- Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino
que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
- Pero yo no sé volar – contestó el hijo.

20
- Ven – dijo el padre.

Lo tomó de la mano y caminando lo llevó al borde del abismo en la montaña.

- ¿Ves hijo?, este es el vacío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte aquí, respirar
profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las alas y volarás…

El hijo dudó.

- ¿Y si me caigo?
- Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que harán más fuerte para el siguiente
intento –contestó el padre.

El hijo volvió al pueblo a ver a sus amigos, a sus compañeros, aquellos con los que había caminado toda
su vida. Los más estrechos de mente dijeron: “¿Estás loco? ¿Para qué? Tu padre está medio loco ¿Para
qué necesitas volar? ¿Por qué no te dejas de tonterías? Y además, ¿quién necesita volar?”

Los mejores amigos también sentían miedo: ¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas
despacio? Prueba a tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol, pero… ¿desde la cima?

El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó…
desplegó sus alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas, pero desgraciadamente, se precipitó a tierra.
Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:

- ¡Me mentiste! No puedo volar. Probé, y ¡mira el golpe que me di! No soy como tú. Mis alas son
de adorno… – lloriqueó.
- Hijo mío – dijo el padre – Para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las
alas se desplieguen. Es como tirarse en un paracaídas: necesitas cierta altura antes de saltar. Para
volar hay que empezar asumiendo riesgos. Si no quieres, lo mejor quizá sea resignarse y seguir
caminando como siempre.

35. EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIÉN ERA


Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo,
un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales… Todo era
alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía
profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.

- No sé quién soy… -se lamentaba-.


- Te falta concentración… -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas
manzanas buenísimas… ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas…
- -No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!

Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás,
cada vez se sentía más frustrado. Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la
desesperación del árbol exclamó:

- No te preocupes. Tu problema no es tan grave… Tu problema es el mismo que el de muchísimos


seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo.
Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior…
- ¿Mi voz interior?… ¿Ser yo mismo?… ¿Conocerme?… -se preguntaba el árbol angustiado y
desesperado-. Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos
conceptos.

Finalmente, un día llego a comprender. Cerró los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su
voz interior susurrándole: “Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco
florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y

21
majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien
eres!, ¡sé quien eres!…”

Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en
el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Solo entonces el jardín fue
completamente feliz. Cada cual celebrándose a sí mismo.

36. LAS LLAVES DE LA FELICIDAD


En una oscura y oculta dimensión del Universo se encontraban reunidos todos los grandes dioses de la
antigüedad dispuestos a gastarle una gran broma al ser humano. En realidad, era la broma más importante
de la vida sobre la Tierra.

Para llevar a cabo la gran broma, antes que nada, determinaron cuál sería el lugar que a los seres humanos
les costaría más llegar. Una vez averiguado, depositarían allí las llaves de la felicidad.

- Las esconderemos en las profundidades de los océanos -decía uno de ellos-.


- Ni hablar -advirtió otro-. El ser humano avanzará en sus ingenios científicos y será capaz de
encontrarlas sin problema.
- Podríamos esconderlas en el más profundo de los volcanes -dijo otro de los presentes-.
- No -replicó otro-. Igual que sería capaz de dominar las aguas, también sería capaz de dominar el
fuego y las montañas.
- ¿Y por qué no bajo las rocas más profundas y sólidas de la tierra? -dijo otro-.
- De ninguna manera -replicó un compañero-. No pasarán unos cuantos miles de años que el
hombre podrá sondear los subsuelos y extraer todas las piedras y metales preciosos que desee.
- ¡Ya lo tengo! -dijo uno que hasta entonces no había dicho nada-. Esconderemos las llaves en las
nubes más altas del cielo.
- Tonterías -replicó otro de los presentes-. Todos sabemos que los humanos no tardarán mucho en
volar. Al poco tiempo encontrarían las llaves de la Felicidad.

Un gran silencio se hizo en aquella reunión de dioses. Uno de los que destacaba por ser el más ingenioso,
dijo con alegría y solemnidad:

- Esconderemos las llaves de la Felicidad en un lugar en que el hombre, por más que busque,
tardará mucho, mucho tiempo de suponer o imaginar…
- ¿Dónde?, ¿dónde?, ¿dónde? -preguntaban con insistencia y ansiosa curiosidad los que conocían
la brillantez y lucidez de aquel dios-.
- El lugar del Universo que el hombre tardará más en mirar y en consecuencia tardará más en
encontrar es: en el interior de su corazón.

Todos estuvieron de acuerdo. Concluyó la reunión de dioses. Las llaves de la Felicidad se esconderían
dentro del corazón de cada hombre.

37. EL TIEMPO VIVIDO


Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que,
necesariamente sabe qué es lo que está buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una
búsqueda. Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer
caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y
partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de
llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un

22
verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo
una especie de valla pequeña de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invita a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en
ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que
estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada
detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una
de las piedras, aquella inscripción…

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa
piedra no era simplemente una piedra, era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor
el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla,
decía: Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas.

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra,
una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el
tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba
apenas los 11 años… Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le
preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar - dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en
esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible
maldición que pesa sobre esta gente? ¿Qué los ha obligado a construir un cementerio de chicos?

El anciano sonrió y dijo:

- Puede Ud. serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja
costumbre. Le contaré.
Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo
aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que. a partir de allí, cada vez que uno
disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella.
A la izquierda, qué fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo. Por ejemplo:
- Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el
placer de conocerla? ¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?
- Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso. ¿cuánto
duró? ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana? ¿y el embarazo o el
nacimiento del primer hijo? ¿y el casamiento de los amigos? ¿y el viaje más deseado?
¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿horas?, ¿días?
Así vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos cada momento. Cuando alguien
se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para
escribirlo sobre su tumba, porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.

38. EL GRANJERO Y EL ASNO


Había una vez un granjero que tenía un asno muy, muy viejo. Un día, mientras el asno estaba caminando
por un prado, pisó sobre unas tablas que estaban en el suelo, se rompieron y el asno cayó al fondo de un
pozo abandonado. Atrapado en el fondo del pozo el asno comenzó a rebuznar muy alto.

23
Casualmente, el granjero oyó los rebuznos y se dirigió al prado para ver qué pasaba. Pensó mucho cuando
encontró al asno allí abajo. El asno era excesivamente viejo y ya no podía realizar ningún trabajo en la
granja. Por otro lado, el pozo se había secado hacía muchos años y, por tanto, tampoco tenía utilidad
alguna.

El granjero decidió que simplemente enterraría al viejo asno en el fondo del pozo. Una vez tomada esta
decisión, se dirigió a sus vecinos para pedirles que vinieran al prado con sus palas. Cuando empezaron a
palear tierra encima del asno, éste se puso aún más inquieto de lo que ya estaba. No sólo estaba atrapado,
sino que, además, lo estaban enterrando en el mismo agujero que le había atrapado.

Al estremecerse en llanto, se sacudió y la tierra cayó de su lomo de modo que empezó a cubrir sus patas.
Entonces, el asno levantó sus cascos, los agitó, y cuando los volvió a poner sobre el suelo, estaban un
poquito más altos de lo que habían estado momentos antes. Los vecinos echaron tierra, tierra y más tierra,
y cada vez que una palada caía sobre los lomos del asno, éste se estremecía, sacudía y pisoteaba. Para
sorpresa de todos, antes de que el día hubiese acabado, el asno apisonó la última palada de tierra y salió
del agujero a disfrutar del último resplandor de sol.

Mensaje que queremos transmitir:

En ocasiones sentimos que los problemas de nuestra vida nos entierran literalmente, pero ¿podríamos ser
más creativos frente a la adversidad?,¿Y si hubiera alguna forma en la que, como el asno de la historia,
pudiéramos encontrar la manera de pisotear las dificultades? Si hubiera un modo por el cual las mismas
cosas que ahora parecen estar amenazando tu existencia pudieran en realidad usarse para elevarte,
¿podrías entonces alcanzar esa vida que tanto anhelas? En esta historia el asno no podría haber salido del
pozo de no ser por la misma tierra que amenazaba con enterrarlo.

39. EL ELEFANTE ENCADENADO


Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba
poderosamente la atención el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por
una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la
estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la
cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con
su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir.

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye? Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos
me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia:

- Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del
elefante y la estaca.

Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la
respuesta: “El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era
muy, muy pequeño.” Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy
seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo
su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al
día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro…

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque cree que no puede. Tiene
grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha
vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

24
Mensaje que queremos transmitir:

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas
que nos restan libertad. Vivimos pensando que “no podemos” hacer un montón de cosas simplemente
porque alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en
nuestra memoria este mensaje: no puedo, no puedo y nunca podré. Muchos de nosotros crecimos
portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar ni
cuestionar. Esto es lo que nos pasa, vivimos condicionados por el recuerdo de una persona que ya no
existe en nosotros, que no pudo.

40. EL BAMBÚ JAPONÉS


Hace mucho tiempo, dos agricultores iban caminando por un mercado cuando se pararon ante el puesto de
un vendedor sorprendidos por unas semillas que nunca habían visto.

- Mercader, ¿qué semillas son esas?, le preguntó uno de ellos.


- Son de bambú. Vienen de Oriente y son unas semillas muy especiales.
- ¿Y por qué son tan especiales?, le dijo uno de los agricultores.
- Si las llevan y las plantan, verán por qué. Sólo necesitan agua y abono.

Así, los agricultores, motivados por la curiosidad, compraron algunas semillas de bambú, volvieron a sus
tierras y las plantaron. Pasado un tiempo, las semillas no germinaban mientras que el resto de los cultivos
seguían creciendo y dando frutos; entonces uno de los agricultores le dijo al otro:

- Aquél viejo nos engañó con esas semillas. De ellas no saldrá nada.

Y decidió dejar de cultivarlas. Aun así, el otro siguió haciéndolo. Seguía pasando el tiempo sin resultados,
hasta que un buen día, cuando el agricultor estaba a punto de dejar de regarlas, se sorprendió al
encontrarse con que el bambú había crecido. Y no sólo eso, sino que las plantas alcanzaron una altura de
30 metros en tan solo 6 semanas.

¿Cómo era posible que el bambú hubiese tardado 7 años en germinar y en sólo seis semanas hubiese
alcanzado tal tamaño? La verdad es que, durante esos 7 años de aparente inactividad, el bambú estaba
generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener
después la planta.

Del mismo modo ocurre en nuestra vida, el éxito tiene un largo proceso de desarrollo que requiere de
mucha paciencia, esfuerzo y dedicación, pero que una vez que germine tendrá un rápido crecimiento y
bases fuertes.

41. LAS ESTACIONES


Había un hombre que tenía cuatro hijos. Como buen padre quería que sus hijos aprendieran a no juzgar
las cosas rápidamente; entonces envió a cada hijo, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a una
gran distancia.

El primer hijo fue en Invierno, el segundo en Primavera, el tercero en Verano y el hijo más joven en
Otoño. Cuando todos ellos habían ido y regresado, el padre los llamo y juntos les pidió que describieran
lo que habían visto. El primer hijo menciono que el árbol era horrible, parecía seco, estaba sin hojas,
doblado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con finos brotes verdes y lo encontró
lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, dijo que estaba cargado de flores con un aroma
muy dulce y se veía muy hermoso, que era el árbol más lleno de gracia que jamás había visto. El último

25
de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, afirmó que había visto un árbol maduro, cargado
de fruto, empezándosele a caer algunas hojas pero pleno de vida.

Entonces el hombre les explico a sus hijos que todos tenían razón, pero una razón parcial porque ellos
solo habían visto el árbol en una de las estaciones de la vida. Les dijo que no deben de juzgar a un árbol, o
a una persona, por ver tan sólo una de sus temporadas, y que la esencia de lo que la vida es, el placer y el
amor que acompañan a la vida, solo puede ser medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.

Si te das por vencido en el invierno, habrás perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la
satisfacción del otoño. Persevera a través de las dificultades y malas rachas… mejores tiempos vendrán.

42. LOS LOBOS DE TU CORAZÓN


Un viejo indio le habló a su nieto:

- Me siento como si tuviera una terrible pelea entre dos lobos dentro de mi corazón. Uno es un
lobo furioso, violento, rabioso, arrogante, resentido, mentiroso y orgulloso. El otro es un lobo
amoroso, compasivo, alegre, sereno, humilde, bondadoso y empático.

El nieto preguntó:

- Abuelo, dime ¿cuál de los dos ganará la pelea en tu corazón?

El abuelo respondió:

- Aquel que yo alimente.

43. LOS SEIS SABIOS CIEGOS Y EL ELEFANTE


En una ocasión había seis ancianos sabios que no gozaban del don de la vista, siendo ciegos y empleando
el sentido del tacto para experimentar y conocer las diferentes realidades, seres y objetos del mundo.
Ninguno de estos sabios había visto jamás un elefante, y tras conocer que su rey disponía de uno le
solicitaron con humildad poder conocerlo. El monarca decidió concederles su petición y los llevó ante el
paquidermo, permitiendo que los ancianos se acercaran y lo tocaran.

Los sabios se aproximaron al animal y, uno por uno, tocaron al elefante con el fin de saber cómo era
dicho ser.

El primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo cual lanza. El segundo sabio
se aproximó y tocó la cola del elefante, respondiendo que en realidad era más bien como una cuerda. El
tercero entraría en contacto con la trompa, refiriendo que el animal se parecía más a una serpiente. El
cuarto indicaría que los demás debían estar errando, ya que tras tocar la rodilla del elefante llegó a la
conclusión de que se trataba de algo semejante a un árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del ser,
valorando que se parecía a un abanico. Por último, el sexto sabio llegó a la conclusión de que en realidad
el elefante era como una fuerte pared rugosa, al haber tocar su lomo.

Tras haber llegado a distintas conclusiones, los sabios empezaron a discutir respecto a quién poseía la
verdad. Dado que todos defendían sus posiciones con ahínco, recurrieron a la ayuda de un séptimo sabio
el cual podía ver. Este les hizo ver que en realidad todos ellos tenían parte de la razón, dado que habían
estado describiendo una única parte del conjunto del animal, a la vez que aún sin equivocarse ninguno de
ellos había podido conocerlo en su totalidad.

Mensaje que queremos transmitir:

26
Esta historia nos habla de la necesidad de tener en cuenta que nuestro punto de vista no es el único que
existe sobre la realidad: debemos valorar que las opiniones, creencias o conocimientos de otras personas
pueden ser tan válidas y verdaderas como las nuestras, sin necesidad de que ninguno de los dos esté
equivocado.

44. EL PROBLEMA
Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián
murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría
ese honor. «Voy a presentarles un problema dijo-. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián
del templo».

Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una
hermosa rosa roja y señaló: «Este es el problema».

Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la
frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos
estaban paralizados.

Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó
hacia el vaso con determinación, lo retiró del banco y lo puso en el suelo.

«Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy claro, les dije que estaban
delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser
resueltos.

Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que
debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma
de lidiar con los problemas: afrontarlos. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar
por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo».

45. ACUÉRDATE DE SOLTAR EL VASO


Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta:
“¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo, preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas
variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió: «El peso absoluto no es importante. Depende
de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me
dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, es
siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se vuelve.»

Y continuó: «Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento, son como el
vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler.
Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.»
¡Acuérdate de soltar el vaso!

46. LA MÁSCARA
Había una vez una niña que vivía oculta tras una máscara de madera, a través de ella miraba a los demás y
se miraba a sí misma. Además, esa máscara le ayudaba a evadirse de la realidad y a ocultar su
personalidad. Llevaba viviendo así escondida desde hacía tanto tiempo que ya ni se acordaba de cómo se
había creado esa máscara.

27
Cuando era pequeña le enseñaron a ser educada, estudiosa, responsable… sintió que tenía que ser
perfecta, y esa búsqueda de la perfección se convirtió en inseguridad y en temor. Esto le hizo sentirse
frágil, débil, vulnerable y profundamente confundida, dejó de creer en sí misma y empezó a colgarse
etiquetas que no eran reales, sino que ella se había creado. Temía ver algo en ella que no le gustase, temía
que los demás la viesen imperfecta y la rechazasen, entonces decidió ocultarse tras una máscara,
pensando que así evitaría que eso pasase.

Al principio vio que le funcionaba, con ella puesta se volvía invisible y se sentía protegida de todos los
males que la amenazaban. Cuando se la quitaba no le gustaba lo que veía ni lo que sentía, por eso decidió
acomodarse detrás de ella. Con el tiempo, se pegó tanto a su cara que se convirtió en su nuevo rostro.
Durante muchos años vivió bajo su nueva apariencia. Pero poco a poco, sin darse cuenta, fue dejando de
disfrutar de las cosas que antes le gustaban, los sentimientos de alegría, felicidad y amor fueron
desapareciendo y su lugar lo ocuparon la soledad, la tristeza y el dolor.

Al darse cuenta intentó quitársela, pero no fue capaz de hacerlo, ¿Que se lo impedía? ¿Estaba la máscara
definitivamente pegada a su cara, le faltaba la fuerza suficiente para despegarla, carecía de las
herramientas necesarias para quitársela? Sumida en sus cavilaciones, un día, mientras se dirigía a su casa
después de dar un paseo, tropezó con una piedra y se cayó. Al golpearse con el suelo, la máscara se
rompió. Al verse sin su máscara le entró el pánico, trató frenéticamente de recoger todos los pedazos y
reconstruirla para volver a ocultarse, pero era imposible, la máscara estaba destrozada. El nerviosismo, la
frustración y la ansiedad se apoderaron de ella, esto hizo que empezase a correr hacia su casa para poder
refugiarse en su cuarto, y ocultarse nuevamente de esas temidas miradas. En su camino de huida se
encontró con viejos conocidos, ella trató de rehuir sus miradas, pero ellos estaban tan ilusionados al ver
de nuevo su rostro que no dudaron en sonreírle dando muestras de felicidad y agrado.

Fue entonces cuando dejó de correr, ya no sentía miedo, su lugar lo ocupaba un sentimiento de
tranquilidad, amor y satisfacción. En ese momento pensó: “Si algo me hace sentir bien no puede ser malo,
no debo temerlo”. Y así, empezó de nuevo a descubrir el mundo, a ver la realidad bajo una nueva
perspectiva, a recobrar sus fuerzas. A partir de ese momento decidió que estaba preparada para exponerse,
para que otros conocieran su verdadero yo, perfecto e imperfecto a la vez, con sus virtudes y sus defectos,
la máscara ya no le hacía falta, ya no era débil y frágil. Se sintió por fin fuerte y segura.

47. EL MENSAJERO EMOCIONAL

Empecemos por el principio. Nuestro organismo nos manda mensajes con una intención constructiva. No
nos manda mensajes para hacernos daño (aunque a veces lo pueda parecer), sino que intentan avisarnos
de algo que puede sernos de ayuda. Para que reaccionemos, para que reevaluemos una situación, para que
aprendamos de cara al futuro. Y por suerte o por desgracia, recibimos mensajes a diario. Muchos
mensajes. De hecho, pensándolo bien podríamos decir que… ¡tenemos una compañía logística en toda
regla, como las empresas de mensajería!

Vamos a imaginarnos cómo funciona esto de la mensajería emocional. Tenemos un chico, el mensajero.
La compañía le transmite su misión de forma muy clara: “Te daremos una serie de paquetes que
contienen mensajes y tienes que entregarlos a tiempo y asegurarte que su destinatario los abra y los lea.
Como veamos que no cumples tu misión, te despediremos”. Lo primero que puede llamar la atención es
que se le dice de forma muy rotunda que tiene que entregar el mensaje. ¿Por qué? Porque puede estar la
vida de la persona en juego. Los sistemas automatizados de tu organismo no saben si tú te estás peleando
con tu jefe o con un león. Te manda el miedo cuando cree que te puede ser útil o la agresividad cuando
cree que es necesaria. Es decir, si esa emoción se activa es porque el sistema emocional ha detectado que
esa reacción te puede ayudar en ese momento.

Y otro tema clave. Le dicen que tiene que asegurarse de que el destinatario (=tú) recibe el mensaje, es
decir, que escuchas la emoción. Esto no sucede cuando nos traen un paquete de nuestra tienda online
favorita. En nuestro caso, recibir paquetes y no escucharlos no sirve de nada si el objetivo es prevenir

28
problemas y ayudarnos a tomar decisiones. Sin embargo, no tenemos por qué hacerles caso, es decir, el
mensajero se va contento si hemos abierto el paquete y comprendido el mensaje. Luego podemos seguir
el mensaje o no, al fin y al cabo las emociones también se equivocan, y no pocas veces.

En resumen, el mensajero tiene una motivación bastante alta para que nosotros recibamos los mensajes, y
por tanto, los paquetes. Y al principio viene relajado, con una sonrisa. No tiene por qué desconfiar. Según
el día, nos trae paquetes con un envoltorio de color rojo o azul, no es muy difícil imaginar lo que significa
cada color. Mientras nos llegan una gran mayoría de paquetes azules, todo va como la seda. Recibimos al
mensajero con ilusión, corremos a abrir la puerta, y escuchamos todos los mensajes en el quicio de la
puerta. Después, a veces, nos tomamos algo con el mensajero en nuestro salón. Estamos encantados con
él porque le consideramos en parte responsable, aunque no lo sea, de todas las buenas noticias que nos
trae.

Todo cambia, por desgracia, cuando en una época complicada empiezan a llegarnos paquetes rojos en
grandes cantidades. Al principio, bajamos y abrimos al mensajero con pereza, pero bajamos. Al poco
empezamos a protestar. Y a las pocas semanas, cuando desde la planta de arriba vemos llegar al
mensajero con muchos paquetes rojos pensamos: “¡Cuántas cosas tengo que hacer, ya bajaré después!”.
El mensajero, sorprendido, empieza a llamar al timbre. Y nosotros respondemos poniendo la música un
poco más alta. El mensajero, deja los paquetes en la puerta, esperando que bajarás después a por ellos.
Pero al día siguiente ve que siguen ahí. Y además trae nuevos paquetes. La mayoría rojos, por supuesto.
Es lo que le encargan, él no tiene la culpa, y no olvidemos, se está jugando su puesto de trabajo. Al
principio llama insistentemente y nada más; pero según pasan los días, llamará más y más fuerte. ¿Y eso
qué quiere decir? Fácil, nuestras reacciones emocionales se vuelven más intensas cuanto más tiempo
llevemos evitándolas.

Cuando el mensajero ve que nadie responde en varias semanas, empezará a hacer visitas por la noche,
suponiendo que en ese caso no hay excusas para no abrir la puerta. Nadie está tan ocupado de noche. Y
esto se traduce en pesadillas y otras alteraciones del sueño.

Y esto es sólo el principio. Este mensajero tiene muchos recursos y si aporreando la puerta no consigue su
objetivo, en un momento de desesperación intentará tirar la puerta abajo. Si un día, lo consigue, parecerá
que todo explota en el momento menos pensado. Y perderemos el control, es decir, sufriremos un súbito
desbordamiento que podría acabar en un ataque de pánico. Pero si sois previsores, habréis atrancado bien
la puerta para evitar que el mensajero la tire abajo. Esto genera otro problema adicional, al bloquear la
puerta evitamos los molestos paquetes rojos, pero dejamos de recibir también paquetes azules. Adiós a las
emociones agradables. Y eso implica menos disfrute, menos ilusión, y menos energía.

Nuestro mensajero no ceja en su empeño de entregar los paquetes pendientes. ¿Qué intentará ahora? Por
ejemplo, tratar de colar por la ventana de arriba los paquetes atados a piedras. En la vida real, estos son
los pensamientos automáticos o pensamientos rumiativos, pegajosos, de esos que no se van fácilmente. Y
si aun así seguimos sin dignarnos a bajar a abrir -algo que empieza a ser comprensible dado que se puede
intuir que el reencuentro con el mensajero va a ser muy áspero-, éste empezará a usar técnicas más
agresivas (taladradoras, gases lacrimógenos, cortar la luz, etc.). Esto son las cosas que sentimos
físicamente. Ese dolor de tripa, esa dermatitis, esa contractura… ¿de dónde vienen? Pues ya lo sabes, es el
mensajero.

Y hay que recordar algo muy importante. Como apuntábamos antes, el mensajero no te exige que te
comportes de acuerdo a la emoción, que es lo que muchas veces nos preocupa: “Es que si abro la
agresividad verás cómo al final acabo haciendo cosas de las que me arrepiento”. Quizá eso te haya pasado
pero no funciona así: el mensajero quiere que abras el paquete y entiendas lo que dice, aunque luego tú
decidas actuar de una forma diferente. Lo importante es recoger el mensaje, y entenderlo, pero no es
necesario asumir lo que dice.

En resumen, este mensajero puede estar alegre y tener una relación muy buena con nosotros o puede tener
una relación horrible, de absoluto conflicto. Cuanto mejor es esa relación, cuando el mensajero es siempre

29
bienvenido y se encuentra la puerta abierta, las emociones van a ser mucho menos dañinas, incluso hasta
suaves.

30

También podría gustarte