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«TU ERES EL QUE ME SEGUIRAS»

El Otro es un lugar.
El tú del Superyó.
Devolución y constatación.
La voz media.
El llamado del significante.

Soy mucho más yo. Antes era un parayó, que creía ser el
verdadero, y que era absolutamente falso.
En todo caso, quiero precisar que somos muchos los que
hemos apoyado el Frente popular.

Estas frases, que están testificadas, las recogí en la gramá­


tica de Damourette y Pichon, obra considerable y harto ins­
tructiva, aunque sólo sea por la enorme cantidad de documen­
tos clasificados en forma sumamente inteligente, a pesar de
los errores de conjunto y de detalle que pueda tener.
Las dos frases, hablada la una, escrita la otra, muestran
que aquello en torno a la cual haré que reflexionen hoy, no
es un artificio forjado, una sutileza literaria equivocadamente
implantada.
La primera frase obviamente ha sido recogida, Pichon lo
indica mediante iniciales, de una paciente en análisis, Sra. X.,
fecha tal. Soy mucho más yo, dice, sin duda muy satisfecha
de algún progreso realizado en su tratamiento, antes era un
parayó que creía ser ... A Dios gracias, la lengua francesa, a
menudo ambigua en lo hablado, permite aquí, gracias al en­
cuentro entre el silencio consonántico y una vocal inicial,
distinguir perfectamente de qué se trata. El verbo está en

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primera persona del singular, soy yo, el que creía. A través 1


del relativo, la primera persona se transmitió a la proposición
relativa.
Me dirán: es obvio. Eso me contestó hace poco una mujer Interrumpimos la vez pasada en el momento de examinar
encantadora cuyo interés por estos temas intentaba yo desper­ qué esclarecimiento nuevo puede aportar el progreso que
tar proponiéndole el problema de la diferencia que hay entre hicimos en lo concerniente a la función del significante al
soy la mujer que no te abandonaré y soy la mujer que no problema candente, actualizado confusamente por la función
te abandonará. Debo decir que no tuve ningún éxito. No de la relación de objeto, y presentificado tanto por la estruc­
quiso interesarse por ese matiz, a pesar de su importancia, tura como por la fenomenología de la psicosis, al problema
que ya ustedes habrán percibido. candente que es el problema del otro.
Basta el uso para manifestarlo, ya que en la misma frase, Les mostré hasta el momento la duplicidad de ese otro,
la Sra. X. continúa: Soy mucho más yo. Antes, era un parayó, entre el otro imaginario y el Otro con mayúscula, ese Otro
que creía ser el verdadero, y que era absolutamente falso. al que me' refiero en ese breve comentario que le� comuniqué
Creo que no hay frase que se exprese con más exactitud. en la última sesión del año pasado, que acaba de aparecer en
El era absolutamente falso, el parayó ése. De yo en la primera la Evolution Psyquiatrique con el título de La Cosa Freu­
parte de la frase pasa a ser él en la segunda. diana.1
Hay varias así en Pichon, todas bastante picantes, y siem­ Pido disculpas por citarme, mas para qué sirve pulir las
pre de actualidad: En todo caso, quiero precisar que somos propias fórmulas si no es para utilizarlas. Digo: Luego, el
muchos los que hemos apoyado el Frente popular, votado por Otro es el lugar donde se constituye el yo (je) que habla con
sus candidatos, y que creíamos perseguir un ideal muy distin­ el que escucha. Digo esto luego de algunos comentarios sobre
to, una acción muy distinta, una realidad muy distinta, el hecho de que siempre hay un Otro más allá de todo
etcétera. diálogo concreto, de todo juego interpsicológico. La fórmula
Si prestan atención encontrarán ejemplos como éstos a que cité debe ser tomada como punto de partida, se trata �e
montones. La cuestión es saber si la personización que está saber a qué conduce.
en la principal pasa o no la pantalla, la lente que está a la Quisiera que apreciasen toda la diferencia que hay entre
entrada de la relativa. La pantalla es manifiestamente neutra, una perspectiva tal y la que hoy es confusamente aceptada.
no variará. Se trata pues de saber en qué consiste el poder de Decir que el Otro es el lugar donde se constituye el que
penetración, si se puede decir, de la personización ante­ habla con el que escucha es algo muy diferente que partir de
cedente. la idea de que el otro es un ser.
Veremos que este pequeño punto de lingüística se encuen­ Estamos intoxicados en el análisis desde hace algún tiem­
tra de modo muy viviente en otras lenguas. Pero, evidente­ po por temas incuestionablemente surgidos del discurso lla­
mente, sería necesario investigar otras formas de sintaxis. mado existencialista, donde el otro es el tú, el que puede
Volveremos enseguida a ello. responder, pero de un modo que es el de la simetría, el de la
completa correspondencia, el alter ego,· el hermano. Se tiene

1
Escritos, tomo I, pág. 145, editorial Siglo XXI. [T.]

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una idea fundamentalmente recíproca de la intersubjetividad. se ve amenazado es capaz de egoísmo cohio los otros vivien­
Agréguenle las confusiones sentimentales que se inscriben tes. Dios, cuando se ve amenazado en su independencia por
bajo la rúbrica del personalismo, y el libro de Martin Buber ese desorden del que es el primer responsable, manifiesta
sobre el Yo y el Tú, y la confusión será definitiva e irremedia­ reacciones espasmódicas de defensa. No obstante, la alteridad
ble, salvo que retornemos a la experiencia. que conserva es tal que permanece ajeno a las cosas vivientes,
Lejos de haber aportado cosa alguna al esclarecimiento y sobre todo desprovisto de toda comprensión respecto a las
del fundamento de la existencia del otro, la experiencia exis­ necesidades vitales de nuestro Schreber.
tencialista no hizo más que suspenderla cada vez más radical­ Que hay para Schreber un otro que es uno, ya lo indica
mente a la hipótesis de la proyección -con la que todos el inicio singularmente picante, humorístico, de uno de los
ustedes viven, por supuesto- según la cual el otro no es más capítulos de sus Memorias, donde dice que en modo alguno
que una cierta semblancia humana, animada por un yo (je) es él un paranoico. El paranoico es alguien que relaciona
reflejo del mío. todo consigo mismo, es alguien cuyo egocentrismo es invasor
Animismo, antropomorfismo, están ahí siempre listos pa­ -leyó a Kraepelin- pero yo, dice, soy completamente dife­
ra surgir, y a decir verdad imposibles de refutar, así como rente, es el Otro quien relaciona todo conmigo. Hay un Otro,
las referencias someras a la experiencia del lenguaje tomada y esto es decisivo, estructurativo.
en sus primeros balbuceos. Se nos hace ver que el dominio Entonces, antes de hablar del otro como algo que se
del tú y del yo (je) no es adquirido de inmediato por el niño, coloca o no a cierta distancia, que somos o no capaces de
adquisición que se resume para el niño a fin de cuentas, en abrazar, de estrechar, incluso de consumir en dosis más o
pode"r decir yo (je) cuando le dijeron tú, en comprender que menos rápidas, se trataría de saber si la fenomenología misma
cuando se le dice tú vas a hacer esto, él debe decir en su de la forma en que las cosas se presentan en nuestra experien­
registro yo voy a hacer esto. cia no obliga a un abordaje diferente y, precisamente, el que
Esta concepción simétrica da pie entre los analistas para adopto cuando digo -antes de ver cómo va a ser más o
algunas verdades primeras, para afirmaciones sensacionales menos realizad� que el Otro debe ser considerado pri­
del estilo de la siguiente, que escuché en boca de alguien que mero como un lugar, el lugar donde se constituye la
pertenece a lo que llaman el otro grupo: No puede analizarse palabra.
a alguien para quien el otro no existe. Las personas -ya que hoy nos han interesad� deben
Me pregunto qué quiere decir eso, que el otro no existe. salir de algún lado. Salen primero de modo significante, en­
Me pregunto si esta fórmula conlleva siquiera un valor de tiendan bien, formal. La palabra se constituye para nosotros
aproximación, por reducido que sea. ¿De qué se trata? ¿De a partir de un yo (je) y un tú. Son dos semejantes. La palabra
una vivencia, de un sentimiento irreductible? Tornemos nues­ los transforma, dándoles cierta relación justa, pero -y sobre
tro caso Schreber, para quien toda la humanidad pasó un esto quiero insistir- una distancia que no es simétrica, una
tiempo en estado de sombras hechas a la ligera; pues bien, relación que no es recíproca. En efecto, el yo (je) nunca está
hay claramente un otro para él, un otro singularmente acen­ donde aparece en forma de un significante particular. El yo
tuado, un Otro absoluto, un Otro totalmente radical, un (je) está siempre ahí a título de presencia que sostiene el
Otro que no es ni un lugar, ni un esquema, un Otro de conjunto del discurso, en estilo directo o en estilo indirecto.
quien afirma que es un ser viviente a su manera y que cuando El yo (je) es el yo (je) del que pronuncia el discurso. Todo lo

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que se dice tiene bajo sí un yo (je) que lo pronuncia. En el palabras. Les ruego tomen la frase en su conjunto, porque
interior de esa enunciación aparece el tú. no hay frase que pueda separarse de la plenitud de su signifi­
Estas son verdades primeras, tan primeras que corren el cación. Te apunta a algo que está tan lejos de ser un otro
riesgo de ponerse a buscar más allá de sus narices. No hay que diría que es el resto de quienes se obstinan en vivir
otra cosa que entender más que la que acabo de señalar. Que luego de ese discurso: si la sabiduría dice que el único fin
el tú está ya en el seno del discurso es una evidencia. Nunca para todo es la muerte, sólo os queda morir. Esta ya basta
hubo tú en otra parte más que donde se dice tú. Para comen­ para mostrarles que la función de la segunda persona en esta
zar debemos encontrarlo ahí, en esta vocalización, tú. Parta­ ocasión es, precisamente, apuntar a lo que no es persona
mos de ahí. alguna, a lo que despersonaliza.
En cuanto al yo (je), ¿es él también una moneda, un De hecho, ese tú que ahí es muerto, 2 lo conocemos perfec­
elemento fiduciario que circula en el discurso? Espero po­ tamente gracias a la fenomenología de la psicosis, y gracias a
der responderles enseguida, pero formulo desde ya la pre­ la experiencia común, es el tú que en nosotros dice tú, ese tú
gunta para que no la pierdan de vista, y sepan adónde que siempre se hace escuchar más o menos discretamente,
quiero llegar. _
ese tú que habla por sí solo, y que nos dice ves o eres
siempre el mismo. Al igual que en la experiencia de Schreber,
ese tú no necesita decir tú para ser realmente el tú que nos
El tú está lejos de dirigirse a una persona inefable, o a esa habla. Basta un poquito de disgregación -Schreber tuvo una
especie de más allá donde las tendencias sentimentalistas a la buena dosis- para que diga cosas como no ceder a la prime­
moda existencialista quisieran colocar el acento primero. En ra incitación.
el uso es algo completamente distinto. Esto apunta hacia algo no nombrado, que reconstruimos
No siempre el tú es el tú pleno al que tanta importancia en Schreber como la tendencia homosexual, pero puede ser
se atribuye y que como saben yo mismo, dado el caso, evoco otra cosa, ya que las invitaciones, las conminaciones no son
con ejemplos primordiales. Tú eres mi amo, tú eres mi mujer: escasas, sino constantes. Esta frase, en efecto, es la regla de
doy a estas fórmulas gran importancia para llegar a compren­ conducta de muchos: No cedan a su primer impulso, podría
der la función de la palabra. ser el adecuado, como suele decirse. ¿Acaso justamente se
Se trata hoy de volver a centrar el alcance dado a ese tú, les enseña más que a no ceder nunca a la primera incitación?
que de ningún modo tiene siempre ese uso pleno. Reconocemos aquí a nuestro viejo y buen amigo el superyó,
Los conduciré a algunas observaciones lingüísticas. que de golpe se presenta en su forma fenoménica, más que
La segunda persona de ningún modo se emplea siempre en forma de amables hipótesis genéticas. Este superyó es efec­
con este acento. Cuando en el uso corriente se dice: Uno tivamente algo así como una ley, pero es una ley sin dialéctica,
puede pasearse por ese lugar sin que lo aborden, no se trata de y no por nada se lo reconoce, con mayor o menor razón, en �l
ningún tú, de ningún lo en realidad. El lo (vous) es casi un imperativo categórico, con lo que llamaré su malsana neutrali­
reflexivo del Uno (On), es su correspondiente. dad, cierto autor lo llama el saboteador interno.
Algo más significativo: Cuando se llega a ese grado de Ese tú, sería un error desconocer que también está ahí
sabiduría, no te queda más que morir. Allí también, ¿de qué
te, de qué tú se trata? Indudablemente no dirijo a nadie estas 2
Homofonía en francés entre tu (tú) y tue (muerto). [T.]

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como observador: ve todo, escucha todo, anota todo. Es ron aun otro punto. No puedo extenderme demasiado sobre
precis_:1mente lo que ocurre en Schreber, y es su modo de la relación que existe entre el superyó, que no es más que la
. función del tú, y el sentimiento de realidad. No necesito
relac1on con eso que se expresa en él mediante ese tú incansa­
ble, incesante, que lo incita a respuestas sin sentido alguno. insistir por la sencilla razón de que está acentuada en todas
T�ngo ganas de citar la vieja expresión, Nadie lo sospecha, las páginas de la observación del presidente Schreber. Si el
que f1guraba_ otro�a en los anuarios telefónicos a propósito sujeto no duda de la realidad de lo que escucha, es en función
, de ese carácter de cuerpo extraño que presenta la intimación
de una pohcia pnva�a. �e percibe ahí hasta qué punto se
. del tú delirante. ¿Necesito evocar la filosofía de Kant, que
trata de un ideal. Que feliz sería todo el mundo si en efecto
nadie sospechase. Pero, por más que se esté oculto tras una sólo reconoce como realidad fija el cielo estrellado encima de
cortina, los zapatones siempre sobresalen. Algo parecido pasa nuestras cabezas y la voz de la conciencia dentro de ellas?
con el superyó. Pero, desde luego, él no sospecha nada. Ese extranjero, como dice el personaje de Tartufo, es el verda­
�ada es _ menos sospechoso que lo que se nos presenta por dero dueño de casa, y le dice tranquilamente al yo: A usted
mtermed10 de este tú. le toca salir de ella. Cuando el sentimiento de extrañeza
Es increíb!e q:1e po�amos oÍ�i�ar esa arista primera que afecta en algún lado, nunca es por el lado del superyó; es
. , siempre el yo quien se siente perdido, es el yo quien pa­
nuestra experiencia analmca mamf1esta: el tu está ahí como
un cuerpo extraño. Un analista, Isakower, llegó a compararlo sa al estado tú, es el yo quien se cree en estado de do­
con lo que se produce en u� pequeño crustáceo del género ble, es decir expulsado de casa, mientras el tú queda due­
_ ño de las cosas.
de los langostmos cuya propiedad particular es tener al co­
mienzo de su ��is�encia, su cámara vestibular -órgan'o regu­ La experiencia es eso. No por ello debemos quedarnos
. ahí. Pero, en fin, hay que recordar estas verdades para com­
lador del eqmhbno- abierta al medio marino. Más tarde
esa cámara vestibular se cerrará e incluirá cierto número d; prender dónde está el problema de estructura.
pequeña� partículas esparcidas en el medio, que le facilitarán Puede parecerles raro que mecanice así las cosas, y quizás
la adopción de la posición vertical u horizontal. Los animali­ imaginen que no he pasado de una noción elemental del
tos, al comienzo de su existencia, se zampan ellos mismos en discurso que enseño, que todo está contenido en la relación
la c�ncha unos cuantos granitos de arena, y luego la cámara del yo (je) al tú, del yo al otro.
se cierra por un proceso fisiológico. Basta entonces sustituir Al respecto, los lingüistas -para no hablar de los psicoa­
los granitos de arena por pequeñas partículas de limadura nalistas- comienzan a balbucear cada vez que abordan la
para que sea posible, con un electroimán, llevar a los encanta­ cuestión del discurso. Incluso es lamentable ver que Pichon,
dores bichitos hasta el fin del mundo, o ponerlos a nadar en la notable obra de la que hablé, cree tener que recordar
patas arriba. como base de su definición de los repartitorios verbales -co­
Según ls�kower ésta es la función del tú en el hombre, y mo se expresa él- que hay que partir de la idea de que el
yo lo tomar ta con gusto como apólogo para dar a entender discurso se dirige siempre a otro, al alocutor. Y entonces
. . comienza con el plano locutorio simple que encontramos
la expenenc1a del tú, pero en su más bajo nivel. Descuidar
que ella culmina en el tú como significante es desconocerlo en el imperativo Ven. De él no se necesita decir mucho:
todo de su función. Ven supone un yo (je), supone un tú. Hay por otra parte
Los analistas -la vía que sigo no es solitaria- delimita- un plano narrativo que será un delocutorio, donde siem-

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pre hay yo (moi) y tú (toi), pero en el que se apunta a río y de lo narrativo, observen cómo decimos con toda natu­
otra cosa. ralidad: ¿ Piensas lograrlo?
Cabe creer que tal repartición no lo satisface plenamente• En suma, quisiera llevarlos a una repartición de las funcio­
puesto que a propósito de la interrogación, se plantea un nes del lenguaje diferente a estos balbuceos alrededor de la
nuevo problema, que introduciremos con una disimetría, que locución, de la delocución y la alocución. Esto, en función
es simetría a condición de que consideremos que la cifra 3 es de la pregunta, la pregunta siempre latente, nunca hecha.
la mejor. Si ella surge, si ella nace, es siempre a causa de un modo
Si el narrativo es il vient (él viene), el interrogativo es de aparición de la palabra que podemos llamar de diferentes
vient-il? (¿viene él?) Pero no todo es simple en esta función. modos, la misión, el mandato, la delegación, o incluso por
Prueba de ello es que se dice le roi vient-il? (¿viene el rey?), referencia a Heidegger, la devolución. Es el fundamento o la
que muestra con claridad que t-il no es exactamente el mismo palabra fundante: Tú eres esto, mi mujer, mi amo, mil otras
sujeto en la interrogación que en la narración. Puede querer cosas. Ese tú eres esto, cuando lo recibo, me hace en la palabra
decir que si hay un rey, que venga, o si el rey viene. La otro que lo que soy.
pregunta es mucho más compleja a partir del momento en ¿Quién lo pronuncia? ¿Ese tú es el mismo que el tú que
que nos acercamos al uso concreto del lenguaje. El imperati'"' navega libremente. en los ejemplos que di? ¿Esta misión es
vo Ven crea la ilusión de una presencia simétrica, bipolar, de respecto a la pregunta, fenoménicamente, primitiva o se­
un yo (je) o de un tú. Pero, ¿acaso están también presentes el cundaria?
yo (je) o el tú cuando se hace referencia a ese tercer objeto La pregunta tiende a surgir cuando tenemos que respon­
que se llama la tercera persona? der a la misión. El tercero allí en juego -lo señalo al pasar­
La susodicha tercera persona no existe. Lo digo de paso en nada se asemeja a un objeto, el sujeto se refiere siempre al
para empezar a socavar algunos principios muy arraigados en discurso mismo. Al tú eres mi amo, responde un cierto ¿qué
ustedes por culpa de la enseñanza primaria de la gramática. soy?, ¿qué soy para serlo si es que lo soy? Ese lo no es el amo
No hay tercera persona, Benveniste lo demostró perfec• tomado como objeto, es la enunciación total de la frase que
tamente dice soy tu amo, como si tu amo tuviese sentido por el solo
Detengámonos un instante para situar la pregunta que el homenaje que de él recibo. ¿ Qué soy para ser lo que tú
.
SUJeto se hace, o más exactamente la pregunta que yo (je) me acabas de decir?
hago sobre lo que yo (je) soy o puedo esperar ser. Hay en la práctica cristiana una oración muy linda que es
En nuestra experiencia, sólo la encontramos expresad,:\ el Ave María. A nadie se le ocurre, por cierto, que empieza
por el sujeto fuera de sí mismo, y a pesar suyo. Pero es con las tres letras que los monjes budistas mascullan todo el
fundamental, porque es la pregunta que está en el fundamen­ día, AUM, debe haber ahí algó radical en el orden del signifi­
to de la neurosis, y es ahí donde la atrapamos por las orejas. cante, pero poco importa. Dios te salve María y -según
Esta pregunta, cuando aflora, la vemos descomponerse de otra fórmula popular- tendréis un hijo sin marido, dice la
mod� singul�r. Aflora en formas para nada interrogativas, cancioncilla. Por otra parte, esto no deja de estar relacionado
¡Pudiese yo (Je) lograrlo!, que están entre la exclamación, el con el sujeto del presidente Schreber. · La respuesta para nada
anhelo, la fórmula dubitativa. Si queremos darle un poquito es ¿ Qué soy?, sino Soy la sierva del Señor, hágase según
más de consistencia, expresarla en el dominio de lo delocuto- Vuestra palabra. Soy la sierva, quiere decir sencillamente Yo

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(je) me suprimo. ¿Qué soy yo (je) para ser la que vosotros


pr onto lindaría con l a persecución, imp lícito en el término
deds? Pero, hágase según Vuestra palabra. .
mismo seguir.
.
Este es el orden de réplica en juego en la palabra más . . . .,
c lara. Cuando l a devolución se present a de modo bastante Me dirán una vez más que el sigm ficante en cuesuon es
desarrollado, podemos estudiar l as relaciones recíprocas del pre ci samente una significaci?n. �es replicaré qu� la s�gnifica­
ción de l a se cu ción que est a en ,uego cu ando digo tu eres e�
tú, cuerpo extraño, con el significante que abrocha, que almo­
hadill a al sujeto. que me seguirá por doquier a quien rec ono� co co�o mi
Les ruego que nos detengamos hoy en al gunos ejemplos compañero, y que puede s_er l� respue�ta al _ tu eres mi �mo
cuyo alcance lingüístico es muy sensible para nosotros los del que siempre habl amos, implica la existe? c! a de determu�a­
,
franceses. do modo del significante. Voy a matenahzarselos de m-
mediato.
El seguir puede ser ambiguo en fra1:1cés, puede n� llevar
con sufici ente rapidez la marca de la ongm _ fi_ cante
_ ahdad sigm
3 de la dimensión del verdadero seguir. ¿ Seguir qué? Est o que­
da abiert o. ¿ Seguir tu ser, tu mensaje, tu pal abr a, tu grupo,
¿ Cuál es la diferencia entre tú eres el que me seguirás por lo que yo represent o? ¿ Qué �s? �s � n nudo, un punto ?e
.
doquier y tú eres el que me seguirá por doquier. 3 a presamie nto en un haz de sigmficacion es, al c�al el suJe­
_ _
Tenemos una principal en segunda persona, tú eres el. to ha o no accedido. Si el su,et o no ha accedido a el, entende­
Que es la pantalla. ¿Dejará o no pasar en la relación al tú? rá tú eres el que me seguirá por doquier, cuando �l otro le
Ven inmediatamente que es absolutamente imposible separar haya dicho seguirás, con s final, es decir en un s�nudo tot a�­
el tú del sentido del significante siguiente. La permeabil idad mente distinto, que cambia hast a el al cance mismo del tu.
.
de . la pantal la no depende del tú, sino del sentido de seguir y La presencia del tú en el seg�i:ás interesa la perso?ahza­
del sentido que yo, el que habla, coloco en él -ese yo que ción del sujeto a qui en uno se dmge. Cuando d�go, eJ��plo
habla no tengo por qué ser yo, es quizá quien escucha eso sensible tú eres la mujer que no me abandonara, mamfiesto
del eco que está bajo toda la frase-, del sentido puesto a esa una cer;eza mucho mayor en l o tocante al comportamiento
frase. de mi pareja que cuando digo tú e�es la 7:1-ujer que no m,e
Tú eres el que me seguirás por doquier, es por lo menos abandonarás. Para hacer sentir la diferencia que en frances
una elección, quizás única, un mandato, una devolución, una no se escuch a, m anifiest o en el pr imer cas o una certeza mucho

delegación, una inversión. Tú eres el que me seguirá por mayor, y en el segundo, una confianza mucho mayor. Est a
doquier es una constatación, que más bien nos inclinamos a confian za supone precis amente un vínculo mu cho más l axo

considerar como una constatación penosa. Del tú ése que me !ª


entre la persona que aparece en el tú �e. prim�ra parte_ de
seguirá por doquier, si la cosa tiene carácter verdaderamente la fr ase y la que aparece en la proposicion relativa . Precis a­
determinativo, · pronto estaremos hasta la coronilla. Si bien mente � orque es laxo aparece con una origi nalidad especial
tiene un aspecto que linda con el sacramento, tiene otro que respect o del significante, y supone que l a persona sabe de
qué clase de significante se trata en ese ·segui:, que lo asume.
3
También quiere decir que ell a puede no seguir.
En francés suivras (seguirás) y suivra (seguirá) son homófonos. [T.]
Voy a tomar una referencia que hace al carácter más radical
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de las relaciones del yo (je) con el significante . En las lengua4 La existencia de formas diferentes para los verbos en los
indoeuropeas antiguas, y en algunas superviv encias de las que el sujeto se constituye como tal, como yo (je), como el
lenguas vivas, existe la llamada voz media. La voz media se sequor latino, que implica, debido al sentid? pleno del verbo
distingu e d e la activa y la pasiva, según la aproximación que seguir, la presencia del yo (je) en la secución, nos pone :n
enseñan en la escuela, en qu e el sujeto en juego hace para sí camino de lo que está en juego en el h echo. de que en france�,
mismo la acción d el caso. Por ejemplo, hay dos formas dife• el verbo de la proposición r elativa se coordina o no se coordi­
rentes de decir Yo (je) sacrifico, según se sea el sacrificador o na con el tú de la principal. Se coordinará o no con el tú
el qu e ofr ec e el sacrificio. según el modo en que el yo (je) qu e está en juego, �sté
No entremos en este matiz de la voz media respecto a los interesado, cautivado, etiquetado, captado en el almohadilla­
verbos que tienen tres voces, ya que, como no la usamos, do del que hablaba el otro día, según el modo en que el
si empre la percibiremos mal. Lo instructivo son los verbos significante se enganche en la relación total del sujeto con el
que no tienen voz media. Para recogerlos de un artículo de discurso.
B envenist e sob re est e te ma en el Journal de psychologie nor­ Todo el contexto de tú eres el que me seguirás cambia
ma/e et pathologique de enero-marzo d e 1950, enteramente según el acento dado al significante, según las implicaciones
dedicado al lenguaje, son medios los siguient es verbos: nacer, del seguirás, según el modo de ser qu e está detrás �e ese
morir, seguir y empujar un movimiento, ser amo, estar acos­ seguirás, según las significaciones adheridas P?r el suJ eto a
tado, volver a un estado familiar, jugar, tener ganancias, su­ cierto registro del significante, según el bagaJ e con el 9-ue
frir, tener paciencia, experimentar agitación mental, tomar parte e l sujeto en la indet erminación d�l ¿qu� soy Yº. (¡e)?
medidas -que es el medeor del que todos ustedes están Poco importa que ese bagaje sea o n.o pn�ordial, adqm ido,
investidos como médicos-, hablar. En fin, es justamente 7
secundario, de de fensa, fundamental, poco importa su ongen.
todo el registro en juego en la experi encia analítica. Vivimos con cierto número de respu estas al ¿qué soy yo (je)?,
. Estos verbos en algunas lenguas sólo exist en en la voz generalme nte de lo más sosp e�hosas. Si ?'º (je) so! un
.
media. ¿Qué tienen en común? Se desprend e, luego de estu­ padre tiene un sentido, es un s entido de lo mas pro?lemauco.
diarlo, que ti enen en común qu e el sujeto se constituye en Si es común decirse, yo (je) soy un profesor, esto dep comple­
cuanto tal en el proceso o estado que el verbo expresa. tamente abierta la pregunta ¿profesor de qué? Si uno se dice,
No d en importancia alguna al término de proceso o esta­ entre mil id entificacione s posible s, yo (je) soy un francés, esto
do; la función verbal no se capta tan fácilment e en una supone la puesta entre parént�sis de todo lo q�e puede � epre­
cat egoría. El verbo es una función en la frase, y nada más. _ .
seritar la noción de pe rtenencia a Francia. Si dicen yo (Je) soy
No hay ninguna otra diferencia entr e el sustantivo y el verbo un cartesiano, quiere decir en la mayoría de los casos que no
fuera de su función en la f ras e. Proceso o estado, los sustanti­ ponen obstáculo alguno a lo qu e dic e Descartes, probable­
vos lo expresan igualment e bien. La implicación del sujeto ment e porque nunca lo han abierto. Cuando dicen yo (je) soy
no cambia en absoluto por el hecho de que el proceso o quien tiene ideas claras, se trata de saber por qué. Cuando
estado en ju ego esté expre sado e n forma v erbal. Si está expre-' dicen, yo (je) soy el que tiene carácter, todo el mundo pue ?e
sado en forma verbal es porque es el soporte de cierto núme­ preguntarles con todo derecho ¿cuál? Y cuando dicen yo (¡e)
ro de acentos significantes que sitúari al conjunto de la fras e siempre digo la verdad, pu es bien, no tienen miedo.
de modo temporal. Esta relación del significante determina el acento qu e ad-

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qui :re para el su�et� �a primera parte de la frase, tú eres el..., como siendo el de la palabra. Tú eres el que me seguirás por
segu� la parte significante haya si do conqui stada por él, y doquier. Naturalmente el S y el A son siempre recíprocos, y
asumida, o por el contrario verworfen, rechazada. en la medida en que es el mensaje del otro el que funda lo
Q u iero aún, antes de dejarlos, darles algunos otros que recibimos, el A está a nivel del tú, el a' minúscu la a
ejemplos. nivel de el que me, y el S a nivel de seguirás.
Si le digo a alguien tú eres el que debes venir el trasfondo ¿ Q ué sucede si falta el significante que da su peso a la
de significantes que esto supone no se vuelve ; encontrar si frase, y su acento al tú? ¿Si ese significante es escuchado,
digo tú eres el que debe llegar, 4 pues esto sencillamente es pero si nada en el sujeto puede responderle? La función de la
decir tú llegarás, y eso deja suponer: ¡Sí, pero en qué estado! frase se reduce entonces al solo alcance del tú, significante
Tú eres el que quieres lo que él quiere5 quiere decir tú libre, no enganchado en ningún lado. No hay ningún tú
ere� un pe queño �bstinado. Tú eres el que quiere lo que él electivo. El tú es exactamente aquel al que me di rijo, y nada
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quiere, qmere decir tú eres el que sabe querer.6 No se trata más. Si digo tú eres, el tú es el que muere. Exactamente esto
forzosamente de que tú seas el que me seguirás o el que no se observa en las frases interru mpidas de Schreber, que se
me segui rás, tú eres el que seguirá su camino hasta el final. detienen justamente en el punto en que va a surgir u n signifi­
Tú eres el que sabes lo que él dijo, no es el que seguirá su cante que permanece problemático, cargado de u na significa­
camino hasta el final. ción cierta, pero no se sabe cu ál. Signi ficación irrisoria, que
L� importancia de est�s disti nciones es mostrar que el indica la hiancia, el agujero, donde nada significante puede
cambio_ de a�ento, la plemtu d que el tú confiere al otro, y responder en el sujeto.
que es también lo que recibe de él, está vinculado esencial­ J u stamente en la medi da en qu e ese significante es llama­
mente al significante. do, evocado, interesado, surge a su alrededor el puro y simple
aparato de la relación al otro, el farfulleo vacío: Tú eres el
que me... El tipo mismo de la frase interru mpida del presiden­
te Schreber produce, obviamente, una presencia del otro tan­
4 to más radical, tanto más radicalmente otra, puesto qu e no
hay nada que la sitúe a ni vel signi ficante, con lo cual el
sujeto podría de algún modo coordinarse. Schreber lo dice:
¿Q ué suc�de cuando el signi ficante que está en juego, el si por u n instante el Otro lo abandona, lo deja caer, se
centro organizador, el punto de convergencia significativa produce u na verdadera descomposición. Esta descomposición
q ue constituye, es evocado, pero falta? del significante se produce alrededor de un punto de llamado
�odemos, a la vez, deducirlo de este enfoque y verlo constituido por la falta, la desaparición, la ausencia de deter­
confirmado en la experiencia. minado significante en tanto que en un momento dado, fue
Basta situar nuestra fórmula sobre el esquema que di llamado en cuanto tal.
Su pongan que se trate del me seguirás. Serán evocadas
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Homofonía en francés entre dois (debes) y doit (debe). [T.] todas las significaciones cercanas, estarán yo (je) estaría listo,
: Homofonía en francés entre veux (quieres) y veut (quiere). [T.] yo (je) estaría sometido, yo (je) estaría dominado, yo (je)
Homofonía en francés entre sait (sabe) y sais (sabes). [T.] estaría frustrado, yo (je) estaría escamoteado, yo (je) estaría

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LOS ENTORNOS DEL AGUJERO « TU ERES EL QUE ME SEGUIRAS»

alienado, yo (je) sería influenciado. Pero el seguirás en sentida problema de las consecuencias de determinada falta a nivel
pleno no estará ahí. del significante- introduciré la vez que viene.
¿Cuál fue en el caso del presidente Schreber la signific111
ción que fue abordada así? ¿ Qué significante fue llamado
entonces, cuya falta produjo una tal conmoción en un hombre 13 DE JUNIO DE 1956
que hasta ese momento se había acomodado perfectamente al
aparato del lenguaje, en tanto establecía la relación corriente
con sus semejantes? ¿La ausencia de qué significante puede
explicar que el machaqueo de la palabra se vuelva para él el
modo de relación electivo a un Otro, que la alteridad se vea
reducida al registro único de la alteridad absoluta, quebrandot
disipando la alteridad de todos los seres de su ambiente?
En esta pregunta nos detendremos hoy.
Desde ya les indico, para no dejarlos totalmente en sus­
penso, la dirección en la que vamos a investigar. Las palabras
claves, las palabras significantes del delirio de Schreber, el
asesinato de almas, la asunción de nervios, la voluptuosidad,
la beatitud, y mil otros términos, giran en torno al significan­
te fundamental, que nunca es dicho, y cuya presencia ordena,
es determinante. El mismo lo dice. A título indicativo, y
para reasegurarlos mostrando que estamos en un terreno que
es el nuestro, diré que, en toda la obra de Schreber, su padre
·está citado tan sólo una vez.
Está citado a propósito de su obra más conocida, si no la
más importante, que se llama Manual de gimnasia de alcoba.
Hice todo por conseguir ese libro, lleno de esquemitas. La
única vez que Schreber nombra a su padre, es en el momento
en que va a fijarse en ese librito si lo que le dicen las voces
sobre la actitud típica que debe ser la del hombre y la mujer
mientras hacen el amor es cierto. Reconozcan que es una
idea divertida buscar eso en un Manual de gimnasia de alco­
ba. Todos saben que el amor es un deporte ideal, pero de
todas maneras...
Por humorístico que sea el medio de abordaje, debe, sin
embargo, encaminarnos en la vía de lo que -tras haber
abordado desde el ángulo de la coherencia de la frase el

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