Está en la página 1de 11

XXIV

«TU ERES»

Formas de las hiancias.


El verbo ser.
Del tú al otro.
La tortuga y los dos patos.
La entrada en la psicosis.

Comenzaré mi breve discu rso semanal regañándolos,


aunque, cuando los veo ahí, tan gentilmente sentados en
una época tan avanzada del año, me viene más bien a la mente
este ve rso: C'est vous qui etes les fideles... (Los fieles son
ustedes...).
Mantendré, empero, mi propósito, que tiene que ver con
la última reunión de la Sociedad.
Está claro que si los caminos por donde me acompañan
pueden llevar a algún lado, no están tan bien desbrozados
como para que no les sea incómodo mostrar que reconocen
el punto en que alguien en ellos se desplaza. Pero, no es una
razón para que se queden mudos: aunque sólo fuera para
hacer ver que tienen una idea del asunto. Podrían mostrarse
embarazados al hablar, pe ro nada ganan callándose. Me dirán
que así ganan el pasar por tapados, pero en grupo, y que, en
suma, de esa forma, es mucho más soportable.
Al respecto, no puede dejar de impactar lo que algunos
filósofos, que son justamente los del momento, y a los que
me refiero de vez en cuando discretamente, han fo rmulado:
que el hombre, entre todos los entes, es un ente abierto. La
apertura del ser fascina a todo el que se pone a pensar. Esa
especie de afirmación pánica que especifica nuestra época, no

421
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

puede _dejar de aparecer en algunos momentos como un equi­ objetos de los cuales ven ya a primera vista hasta qué punto
librio y una compensación para lo que expresa el término tan difieren en su catálogo.
familiar de tapado, a saber, como se señala de modo senten­ Hoy, retomaremos las cosas donde las dejamos la vez
cioso, un divorcio entre los prejuicios de la ciencia cuando se pasada.
trata del hombre, y la experiencia de éste en lo que sería su
autenticidad. Esa gente se esfuerza por volver a descubrir
que, sin dudas, lo que está en en el fondo del pensamiento
no es privilegio de los pensadores, sino que en el más mínimo 1
acto de su existencia, el ser humano, cualesquiera sean sus
desvaríos acerca de su propia existencia, sigue siendo a pesar
de todo, precisamente cuando quiere articular algo, un ser A propósito de la manera en que introduje estas lecciones
abierto. sobre el significante me han dicho lo siguiente: Usted trae un
En este nivel se supone que se mantienen los que verdade­ poco las cosas por los pelos, es fatigante, no se sabe r:7-uy bien
ramente piensan, los que lo dicen. Estén seguros, en todo a dónde quiere llegar, pero a pesar de todo, retroactivam�nte,
caso, que yo no me mantengo ahí, aunque algunos intenten uno sí ve que hay alguna relación entre su punto de partida y
difundir la idea contraria. Al menos, en ese nivel no se sitúa el punto al que ha llegado. Este modo de expresar las cosas
ni se concibe la realidad que está en juego cuando exploramos prueba que nada perderemos volviendo a recorrer una vez
la materia analítica. más el camino.
Sin duda es imposible decir algo sensato de ella, salvo La cuestión es limitada. No pretendo cubrir todos los
volverla a situar en lo que llamaremos las hiancias del ser. temas de algo tan enorme como la observación del preside�te
Esas hiancias, empero, han asumido ciertas formas, y esto es Schreber, ni con más razón, el campo entero de la paranoia.
lo que hay de precioso en la experiencia analítica: indudable­ Pretendo esclarecer sólo un pequeño campo, me dedico a
mente para nada está cerrada al aspecto cuestionador y cues­ algunos fenómenos sin reducirlos a un mecanismo que les
tionable de la posición humana, pero le aporta algunos deter­ sería ajeno, sin insertarlos a la fuerza en las categoría� al uso,
_
minantes. Obviamente, si se toman estos determinantes por en el capítulo Psicología del programa de la clase de F1losofia,
determinados, el psicoanálisis es precipitado por el camino intento pensarlo por referencia a nociones un poco más elabo­
de los prejuicios de la ciencia, que deja escapar toda la esen­ radas que conciernen a la realidad del lenguaje. Pretendo que
cia de la realidad humana. Manteniendo sin embargo, las la naturaleza de este esfuerzo permite formular de un modo
cosas sencillamente a este nivel, y tampoco colocándolas de­ distinto la pregunta sobre el origen, en el sentido preciso del
masiado alto, puede darse a nuestra experiencia el justo acen­ determinismo, o sobre la ocasión de la entrada en la psicosis,
to de lo que llamo la razón mediocre. lo que a fin de cuentas implica determinaciones en sentido
El año que viene -la conferencia de Frarn;ois Perrier fue estricto etiológicas.
lo que me lanzó, porque aún no sabía qué iba a hacer­ Hago la pregunta; ¿qué hace falta para que Eso hable?
tomaré la relación de objeto, o pretendida tal, como tema del Este es en efecto uno de los fenómenos más esenciales de
seminario. Quizá lo introduciré mediante una comparación la psicosis. El hecho de expresarlo así está por naturaleza
entre los objetos de la fobia y los fetiches, dos series de destinado a descartar los falsos problemas, a saber los que se

422 423
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

suscitan diciendo que, en las psicosis, el eso está consciente. No es simplemente porque se lo endilgo a cualquiera
Cada vez más prescindimos de esta referencia, de la que el -en efecto me lo puedo decir tanto a mí como a ustedes, y
propio Freud dijo siempre que, literalmente, no se sabía don- aun a todo tipo de cosas, puedo tutear algo que me es total­
de ponerla. Desde el punto de vista económico, nada es más mente ajeno, puedo tutear a un animal, puedo tutear a un
__ dudoso que su incidencia: es algo totalmente contingente. objeto inanimado- el asunto no es ése. Examinen bi�n el
�to, de verdad nos colocamos en la tradición freudiana aspecto formal, gramatical, de las co�as, al cual, p�r �i�rto,
diciendo que, después de todo, lo único que tenemos que se reduce para ustedes cualquier especie de uso del significan­
pensar, es que eso habla. te. A pesar suyo, le ponen significaciones. ¡ Si hay algo en lo que
Eso habla. ¿Pero por qué habla? ¿Por qué eso habla para creen es en la gramática! Todo vuestro paso para la escuela
el sujeto mismo? ¿Por qué eso se presenta como una palabra, se resume aproximadamente, en cuanto ganancia intelectual,
y esa palabra, es eso, y no es él? Ya abordamos el asunto a a haberles hecho creer en la gramática. Claro que no les dije­
nivel del tú, del tú alejado, como se me hizo notar, al que ron que era eso, porque no se habría alcanzado el objetivo.
llegaba intentando simbolizarles el significante con el ejemplo Deténganse, pues, en frases como éstas: si echas una mira­
de la carretera principal. Ese punto tú, lo vamos a retomar, da fuera, te despachamos. O también: tú ves el puente, enton­
puesto que de todos modos nuestro avance de la vez anterior ces doblas a la derecha. El tú aquí no tiene para nada el valor
se centró en torno a él, así como algunas de las objeciones subjetivo de una realidad cualquiera del otro, es totalmente
que me hicieron. equivalente a un emplazamiento o a un punto; intr�duce la
_ ,
Prestémosle atención a ese tú, si es cierto, como pretendo, condición o la temporalidad, tiene el valor de una con¡uncion.
que alrededor de la profundización de su función debe situar­ Esto puede parecerles aventurado, pero les aseguro que si
se la aprehensión originaria de aquello hacia lo cual los tuviesen alguna práctica de la lengua china, se convencerían.
conduzco y sobre lo cual les estoy rogando que ieflexionen. Uno puede divertirse mucho con los caracteres chinos, con
La última vez, alguien me hacía la objeción gramatical de éste por ejemplo, que es el signo de la mujer y el signo de la
que había cierta arbitrariedad en reunir tú eres el que me boca. El tú es alguien a quien uno se dirige dándole una
seguirás con tú eres el que me seguirá, porque los elementos orden, esto es, como conviene hablarle a las mujeres. Se
no son homólogos. En ambos casos no se trata del mismo el pueden decir mil cosas más en las que no nos demoraremos,
que ya que el primero puede ser elidido, de modo que se quedémonos en el tú. El tú bajo esta forma puede ser emplea­
desprenda tú me seguirás. do para formular la locución como si, y bajo esta otra forma
De una vez podemos señalar que tú me seguirás es una es empleado para formular sin ambigüedad alguna un cuando,
orden. Tú eres el que me seguirás, si lo· escuchamos en su o un si, introductorio de una condicional.
.
sentido pleno, no es una orden, sino un mandato, implica en Si la cosa es menos evidente en nuestras lenguas, y si
la presencia del otro, algo desarrollado que supone la presen­ tenemos algunas resistencias para comprenderlo y admitirlo
cia. Está aquí supuesto todo un universo instituido por el en los ejemplos que acabo de darles, sólo se debe a los
discurso, en el seno del· cual tú eres el que me seguirás. prejuicios de la gramática, que les impiden escuchar. Los
Comencemos deteniéndonos primero en ese tú, para hacer artificios del análisis gramatical y etimológico los fuerzan a
el señalamiento, que parece obvio, pero que no es tan común, poner ese tú en segunda persona del singular. Por supuesto
de que el susodicho tú no tiene ningún sentido propio. que es la segunda persona del singular pero se trata de saber

424 425
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

simple,
para qué sirve. En otros términos, nuestro tú está emparenta­ definido cierto registro del lengu aje, llamado locutorio
en­
do con ciertos elementos existentes en las lenguas sin flexión, el tú no es manifiesto. Hay una especie de límite que comi
o!
za con la seña, quiero decir con la señal articulada.
¡Fueg
lenguas que, entre otras cosas, tienen la ventaja de servir para
qu e
abrirnos un poco la mente. Disponen en efecto de partículas, es indu dablemente una frase, basta pronunciarla para ver
alguna reacción provoca. Luego viene el impe rativo Ven,
que son unos curiosos significantes cuyos empleos, como los
, por
de nuestro tú, son singularmente múltiples, y de una amplitud qu e nada necesita. Una etapa más y el tú está implicado
bamo s hace
qu e llega a veces a engendrar en nu estras gramáticas razona­ ejemplo en esa orden en futuro de la qu e hablá
de
das cierta desorientación. Por otra parte, bastaría escribir de rato, ese tú que es un enganche en el discurso, un modo
repre senta
un modo fonético para percatarse de que las diferencias de situarlo en la curva de la significación que nos
se le
tonalidad o de acento del significante tú, tienen incidencias Sau ssure, paralela a la curva del significante. Con el tú
signi ficaci ón.
qu e v�� m ucho más allá de la identificación de la persona, y hace picar el anzu elo al otro en la onda de la
que difieren completamente de ella desde el punto de vista Ese término que sirve para identificar al otro en un punto
estra
de la significación. de esa onda, si seguimos nuestra aprehensión, inclu so nu
una
Dar auton�mía de significado al tú no deja de presentar metáfora, hasta su término radical, es a fin de cu entas
..
dific ultades. Digamos que tiene, a grosso modo, un valor de puntuación. . .
introducción, de prótasis, como se dice, de lo que está puesto Reflexionen sobre lo siguiente, que se destaca especial­
ntu a­
antes. Es la forma más general de designar lo qu e precede el mente en las formas de las lengu as no seccionarias: la pu
. el
enunciado de lo que da a la frase su importancia. ción es lo qu e juega ese papel de enganche decisivo, hasta
r de cabo a rabo
Si ent :áramos �n detalles habría muchas cosas más que extremo de que un texto clásico pu ede varia
_ qu e
decir. Sena necesano hacer un uso intenso de fórmulas como según la pongan en un pu nto o en otro. Diría incluso
la
ese basta con que tú ... que usamos para librarnos de nuestro esa variabilidad se u sa en gran medida para acrecentar
;
interlocutor. Es algo que tiene tan poco que ver con el que, riqu eza de interpretación, la variedad de sentidos de un texto
ón al
que muy espontáneamente el lapsus desliza a hacer esto. Se esa intervención qu e llamamos comentario en su relaci
apre­
ha convertido en algo que se declina, que se inflexiona: el texto tradicional, juega precisamente sobre el modo de
do, la p nt ación .
basta con que tú... no tiene valor de reducción de ese algo hender o de fijar, en un caso determina u u

La pregunta es ésta: si el tú es un significante, u na


que permitía algunos comentarios semánticos muy escla­
a
recedores. puntu ación con la cual el otro es fijado en un punto . d� �
Lo importante es que capten que de ningún modo tiene significación, ¿qué se requiere para promoverlo a la subJetlvi­
ro
el tú u? valor unívoco, y que por tanto no nos permite para dad? Ese tú, Iio fijado en el su strato del discurso, en su pu
_ q e
modo de ser -ese tú que por sí mismo no es tanto lo
u
nada hipostasiar al otro. El tú es en el significante lo que yo
él,
llamo un modo de hacer picar el anzuelo al otro, de hacerle designa al otro, como lo que nos permite operar sobre
o
picar el anzuelo del disc urso, de engancharle la significación. pero qu e además está siempre presente en nosotros en estad
No se confunde para nada con el alocutor, a saber aquel a de suspensión, comparable en todo a esos otolitos que men­
nos
quien se habla. Esto es evidente, puesto que mu y a menu do cionaba yo el otro día, qu e, con un poco de artificio,
a
está ausente. En los imperativos en que el loc utor está impli­ permiten conducir adonde queremos con un electro-i ?1án
los pequeños crustáceos -ese tú que para nosotros mism os,
cado del modo más manifiesto, y en torno a los cu ales se ha

427
426
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

en tanto que lo dejamos libre o en suspensión dentro de En alemán al igual que en francés, ese famoso verbo ser dista
nuestro propio discurso, es siempre capaz de ejercer esa con­ mucho de ser un verbo simple, y hasta de ser un solo verbo.
ducción contra la cual nada podemos, salvo contrariarla y Es evidente que la forma suis no es de la misma raíz que es,
responderle -ese tú, ¿ qué hace falta para promoverlo a la est, etes, y que fut, (la misma diferencia del castellano entre
subjetividad, para _ que, bajo su forma significante, presente soy y eres, es, fue), y tampoco hay estricta equivalencia con
en el discurso, se vuelva tal que lo supongamos sostener algo la forma été. Si fut tiene su equivalente en latín, al igual que
que es comparable a nuestro ego y que no lo es, es decir el suis y la serie es, été viene de otra fuente, stare (la misma del
mito del otro? verbo estar en castellano). La distribución es igualmente dife­
Esta es la pregunta que nos interesa, ya que tampoco es rente en alemán donde sind se agrupa con bist, mientras que
tan sorprendente escuchar a personas sonorizar su discur­ en francés la segunda persona está agrupada con la tercera.
so interior a la manera de los psicóticos, apenas un poquito Se han delimitado aproximadamente tres raíces para las len­
más de lo que nosotros mismos lo hacemos. Los fenómenos guas indoeuropeas, las que corresponden a somos, a es y a
de mentismo fueron descritos desde hace mucho tiempo. Son fue, que se vincula con la raíz phusis en griego, ligada con la
comparables en todo al testimonio que recogemos de un psi­ idea de vida y de crecimiento. Para las otras, Heidegger
cótico, salvo que el sujeto no se cree bajo el efecto de un insiste en las dos caras, Sten que se acerca a stare, tenerse de
emisor de parásitos. pie por sí solo, y Verbahen, durar, sentido vinculado asimis­
Diremos con toda simpleza que ese tú supone un otro mo a la fuente phusis. Para Heidegger, la idea de sostenerse
que, en suma, está más allá de él. ¿Cómo se produce esto? derecho, la idea de vida, y la idea de durar serían entonces lo
Nuestro próximo paso deberá situarse en torno al análisis del que nos brinda un análisis etimológico, completado por el
verbo ser. análisis gramatical, y la noción de ser surgiría entonces de
una especie de reducción y de indeterminación arrojada sobre
el conjunto de esos sentidos.
Resumo, para darles una idea de la cosa. Debo decir que
2 un análisis de este orden por naturaleza tiende a elidir, a en­
mascarar aquello en lo que intenta iniciarnos Heidegger, a
saber lo que es absolutamente irreductible en la función del
No podemos agotar todo. lo que nos proponen, acerca verbo ser, la función de cópula pura y simple. Sería equivoca­
del análisis del verbo ser, los filósofos que centraron su medi­ do creer que esta función aparece por un progresivo viraje de
tación en torno a la cuestión del Dasein, especialmente Hei­ estos diferentes términos.
degger, quien ha empezado a considerarlo desde el ángulo Hacemos la pregunta: ¿en qué momento y mediante qué
gramatical y etimológico en algunos textos, bastante fielmen­ mecanismo el tú, tal como lo hemos definido en tanto puntua­
te comentados en unos artículos que J ean Wahl les dedicó ción, modo de enganche significante indeterminado, llega a la
hace poco. subjetividad? Pues bien, creo que es esencialmente cuando
Heidegger da mucha importancia al significante, a nivel está captado en la función copular en estado puro, y en la
del análisis de la palabra y de la conjugación como se dice función ostensiva. Y por esta razón elegí las frases ejemplares
corrientemente, digamos con más exactitud de la declinación. de las que partimos: tú eres el que ...

428 429
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

¿ Cu�! es el elem:nto que, alza ?do el tú, le hace superai, Observen que dar a la gente lo que demanda no es algo
_ completamente inútil. Se trata sencillamente de saber si es
su funcion mdetermmada de martilleo, y comienza a hacer
de él, si no una s_ubjetividad, al menos algo que constituye un provechoso. De hecho, si incidentalmente tiene algún efecto,
_ es en la medida en que sirve para completarle su vocabulario.
pnmer paso hacia el tú eres el que me seguirás? Es el eres
�ú el_ que me seguirá. Es una extensión, que, a decir verdad, Los que operan con las relaciones de objeto creen designarlas
implica la asamblea presente de todos los que, unidos o no efectivamente, y en consecuencia, sólo rara vez, y por puro
en una comunidad, se supone que constituyen su cuerpo, azar, se produce un efecto provechoso. Completar su vocabu­
_ lario puede permitir al sujeto extraerse él mismo de la impli­
son el soporte del discurso en el que se inscribe la ostensión.
Ese eres tú, corresponde a la segunda fórmula, a saber tú eres cación significante que constituye la sintomatología de la neu­
el que me seguirá. rosis. Por eso, las cosas siempre caminaron mejor cuando esa
Tú eres �l que me seguirá supone, digo, la asamblea imagi­ adjunción de vocabulario, ·esa Nervenanhang, para expresar­
_ nos con el vocabulario de nuestro delirante, guardaba aún
naria de quienes son soportes del discurso, la presencia de
testigos, incluso del tribunal ante el cual el· sujeto recibe la algún frescor. Después, lo que disponemos en nuestros cua­
advertencia o el consejo al cual es conminado a responder. dernitos como Nervenanhang, ha bajado mucho de valor, y
En verdad, a menos de contestar yo te sigo, es decir de no cumple cabalmente la función que se puede esperar en
o�edecer, no hay, a ese nivel, otra respuesta posible para el cuanto a la resubjetivación del sujeto, con lo cual designo la
SUJeto, salvo gua:�ar el mensaje en el estado mismo en que le operación de extraerse de esta implicación significante, en
es enviado, _ modificando a lo sumo la persona, e inscribirlo la que hemos distinguido la esencia y las formas mismas del
como un elemento de su discurso interior, al cual, quiéralo 0 fenómeno neurótico. Para manejar correctamente esa relación
no, tiene que responder si no lo sigue. Dado el terreno en de objeto,. habría que comprender que, en esa relación, él, el
que esta indicación lo conmina a responder, a decir verdad, neurótico, es a fin de cuentas el objeto. Hasta es por eso que
la única forma sería precisamente que el sujeto no lo siguiera se ha perdido como sujeto y que se busca como un objeto.
de nmgun _ _ modo en este terreno, es decir que se rehúse a En el punto al que llegamos, no hay ninguna medida
escuchar. A partir del momento en que escucha, está conduci­ común entre nosotros mismos y ese tú tal como lo hemos
do. El :echazo a escuchar es una fuerza de ·1a que ningún hecho surgir. Hay ostensión, seguida forzosamente por reab­
_
S�Jeto dispone realmente, salvo preparación gimnástica espe­ sorción, conminación seguida por disyunción. Para tener una
cial. En este registro se manifiesta efectivamente la fuerza relación auténtica con el otro, en este plano y a ese nivel, es
propia del discurso. necesario que éste responda: tu es celui que je suis (tú eres el
En otros términos, en el nivel que hemos alcanzado, el que yo soy o tú eres el que yo sigo). i Aquí, nos coordinamos
, con su diapasón, y es él quién guía nuestro deseo.
tu, es el otro tal como lo hago ver mediante mi discurso, tal
como lo designo o lo denuncio, es el otro en tanto está
1
cal?tado en la ?stensión en relación a ese todos que supone el En todo este pasaje, Lacan utiliza las posibilidades que le ofrece la
homofonía existente en francés entre la primera persona del singular del
umverso del discurso. Pero al mismo tiempo, saco al otro de
verbo ser, yo soy, y la misma persona del verbo seguir, yo sigo. Asimismo,
ese �niverso, lo objetivo en él, eventualmente le designo sus juega con tu es, tú eres, interpretándolo como tues, matas, y tues, «túas»,
_
relaciones de obJeto, cuando lo que pide es exactamente eso, . «haces tú». Tu es celui qui me tues: tú eres el que me matas o tú eres el
como es el caso del neurótico. Esto puede llegar lejos. que me haces tú, el que me «túas». [T.]

430 431
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

Tu es celui que je suis, se presta a juego de palabras vale nada. Si tú quieres el respeto de tus vecinos, elévate
(soy/sigo). Se trata de la identificación con el otro, pero si hasta la noción de las distancias normales, esto es, a una
nos guiamos mutuamente en nuestra identificación recíproca noción general del otro, del orden del mundo y de la ley.
hacia nuestro deseo, por fuerza coincidiremos en él, y coinci­ Este tú parece haber desconcertado a los comentaristas, y a
diremos de manera incomparable, porque es en tanto je suis decir verdad, pienso que nuestra tutuidad de hoy los familia­
toi, que je suis (en tanto soy tú, soy/sigo) -aquí la ambigüe­ rizará con el registro en juego.
dad es total. Je suis no es solamente seguir, es también yo Demos un paso más. El asunto es que el otro sea recono­
soy, y tú, tú eres, y también tú, el que, en el punto de cido como tal. ¿ Qué es pues necesario para que el otro sea
encuentro, me harás tú/me matarás (me tueras). Cuando el reconocido como tal? ¿ Qué es ese otro? Es, a fin de cuentas,
otro es tomado como objeto en la relación de ostensión, sólo el otro en tanto que figura en la frase de mandato. Aquí
podemos encontrarlo como una subjetividad equivalente a la tenemos que detenernos un instante.
nuestra en el plano imaginario, el plano del yo o tú, uno u El reconocimiento del otro no constituye un paso inacce­
otro, y todas las confusiones son posibles en lo tocante a la sible, pues vimos antes que la alteridad evanescente de la iden­
relación de objeto. Que nosotros mismos somos el objeto de tificación imaginaria del yo, sólo encuentra al tú en un mo­
nuestro amor, es el tú eres el que me haces tú/me matas. mento límite en que ninguno de los dos podrá subsistir junto
Observemos la feliz circunstancia qu_e ofrece en francés el con el otro. El Otro con mayúscula es necesario que sea
significante, con los diferentes modos de comprender tu es reconocido más allá de esa relación, aún recíproca, de exclu­
(tú eres/matas/muerto), que podemos utilizar hasta el infinito. . síón, es necesario que en esta relación evanescente, sea reco­
Si les dijera que lo hacemos el día entero: en lugar de decir nocido como tan inasible como yo. En otras palabras, ha de
to be or not ... to be or ... podemos decir tu es celui qui me... ser invocado como lo que no conoce de él mismo. Este es el
tu es..., etcétera (tú eres el que me... tú eres/matas... , etc.). Es sentido de tú eres el que me seguirás.
el fundamento de la relación con el otro. En toda identifica­ Si lo examinan detenidamente, si tú eres el que seguirás es
ción imaginaria, el tu es (tú eres/matas/muerto) culmina en la delegación, hasta consagración, lo es en tanto que la respuesta
destrucción del otro, y a la inversa, porque esta destrucción no es un juego de palabras, sino un te sigo, soy, soy lo que
en este caso está simplemente en forma de transferencia, se acabas de decir (je te suis, je suis, je suis ce que tu viens de
escabulle en lo que llamaremos la tutuidad. dire). Hay un uso de la tercera persona, absolutamente esen­
Habría podido citar al respecto un análisis particularmen­ cial al discurso en tanto que designa lo tocante a su propio
te desesperante y estúpido del tipo de los que encontramos objeto, es decir, lo que fue dicho. Yo lo soy, lo que tú acabas
en el célebre Meaning of Meaning, que alcanza cosas nunca de decir, que en este caso quiere decir exactamente: yo soy
vistas en el estilo puro ronroneo. Igual que ese famoso pasaje muy precisamente lo que ignoro, porque lo que tú acabas de
en que se trata de incitar a la gente que tiene aunque sea algo decir es absolutamente indeterminado, no sé a dónde me lleva­
de virtud a tener al menos la coherencia de completar su rás. La respuesta plena al tú eres el que me seguirás, es yo lo
campo. Uno de ellos dice algo así: Tú que no puedes soportar soy.
el tú, mátame (tue-moi). Es una concepción razonable: sí no Conocen la fábula de la Tortuga y los dos Patos. La
·puedes soportar la verdad del tú, tú siempre podrás ser desig­ tortuga llega al momento crucial en que los patos le proponen
nado como lo que tú eres, a saber, un sinvergüenza que no llevarla a las Américas, y todo el mundo espera ver a la

432 433
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

tortuguita enarbolar su cayado de viajera: ¿La reina?, dice la cio son verdaderas palabras, voces evocadoras a las cuales
tortuga, si, verdaderamente, la soy (je la suis). Pichon se hace debe responder cada una de esas frases, el emblema del otro
acerca de esto graJ?des preguntas para saber si se trata de· una verdadero.
reina en estado abstracto o de una reina concreta, y especula, Acaban de ver en qué depende el tú del significante como
de manera desconcertante para alguien tan sutil en materia tal. La índole y la cualidad del tú que es llamdo a responder
gramatical y lingüística, en cuanto a saber si no ha debido dependen del nivel del significante vociferado. En consecuen­
decir yo soy ella. Si hubiera hablado de una reina existente, cia, cuando a éste le falta el significante que lleva la frase, el
hubiera podido decir muchas cosas, por ejemplo, yo soy la yo lo soy (je le suis) que responde sólo puede figurar como
reina, pero puesto que dice yo la soy, refiriéndose a lo que un interrogante eterno. Tú eres el que me ... ¿qué? A fin de
acaba de d(;cir, no hay que introducir ninguna distinción, · cuentas es la reducción al nivel anterior: tú eres el que me ...,
basta saber que ese la se refiere a lo que está implícito en el tú eres el que me..., etc., tú eres el que me ... matas (tues).
discurso. El tú reaparece indefinidamente. Sucede lo mismo cada vez
Lo implícito en el discurso es efectivamente lo que está que, en el llamado proferido al otro, el significante cae en el
en juego. Debemos detenernos un instante sobre esta palabra campo excluido para el otro, verworfen, inaccesible. El signi­
inaugural del diálogo, y medir la enormidad del tú eres el ficante produce en ese momento una reducción, pero intensi­
que me seguirás. Nos dirigimos al propio tú en tanto que ficada, a la pura relación imaginaria.
desconocido. Es lo que le da su facilidad, su fuerza también,
y hace que pase del tú eres al seguirás de la segunda parte,
persisitiendo en él. Persiste precisamente porque en el interva­
lo puede desfallecer. En esta fórmula, por tanto, no me dirijo 3
a un yo en tanto que lo hago ver, sino a todos los significan­
tes que componen el sujeto al que estoy opuesto. Digo todos Es precisamente el momento en que se sitúa el fenómeno
los significantes que posee, incluyendo sus síntomas. Nos tan singular que hizo que se halaran los pelos todos los
dirigimos a sus dioses y a sus demonios, y por esa razón, a comentaristas del presidente Schreber, el perplejizante asesi­
esa manera de enunciar la sentencia que hasta ahora llamé el nato de almas, como dice él.
mandato, la llamaré de ahora en adelante la invocación, con Este fenómeno que para él es la señal de la entrada en la
las connotaciones religiosas del término. psicosis, puede cobrar para nosotros, comentaristas-analistas,
La invocación no es una fórmula inerte. Mediante ella todo tipo de significaciones, pero sólo puede ser colocado en
hago pasar al otro mi propia fe. En los buenos autores, el campo imaginario. Se vincula con el cortocircuito en la
quizás en Cicerón, la invocación, en su forma religiosa origi­ relación afectiva, que hace del otro un ser de puro deseo, el
nal, es una fórmula verbal con la cual se intenta, antes del cual sólo puede ser, en consecuencia, en el registro del imagi­
combate, hacerse favorables a lo que hace rato llamaba los nario humano, un ser de pura interdestrucción. Hay en esto
dioses y los demonios, los dioses del enemigo, los significan­ una relación puramente dual, que es la fuente más radical del
tes. La invocación se dirige a ellos, y por eso pienso que el registro mismo de la agresividad. A Fretid, por cierto, no se
término de invocación es adecuado para designar la forma le escapó, pero lo comentó en el registro homosexual. Este
más elevada de la frase, en que todas las palabras que pronun- texto nos proporciona mil pruebas de lo que afirmo, y esto
434 435
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

es perfectamente coherente con nuestra definición de la fuen­ En una de mis presentaciones 'de enfermos mostré a un
te de la agresividad, y su surgimiento cuando se cortocircuita antillano, cuya historia familiar evidenciaba la problemática
la relación triangular, edípica, cuando ésta queda reducida a del ancestro original. Era el Francés que había ido a instalarse
su simplificación dual. allá, una especie de pionero, que había tenido una vida
Sin duda, en este texto faltan los elementos que nos permi­ extraordinariamente heroica, con altibajos extraordinarios de
tirían ceñir más ajustadamente las relaciones de Schreber con fortuna, y que se había convertido en el ideal de toda la
su padre, con un hermano supuesto, al cual Freud atribuye familia. Nuestro antillano, muy desarraigado en la región de
también gran importancia. Pero no necesitamos nada más Detroit donde llevaba una vida de artesano pudiente, se des­
para comprender que el registro del tú debe pasar obligatoria­ cubre un día en posesión de una mujer que le anuncia que va
mente por la mera relación imaginaria, en el momento en a tener un hijo. No sabe si es suyo o no, pero en todo caso,
que es evocado, invocado, llamado desde el Otro, desde el al cabo de pocos días se declaran sus primeras alucinaciones.
campo del Otro, por el surgimiento de un significante pri­ Apenas le han anunciado tú vas a ser padre, aparece un
mordial, pero excluido para el sujeto. Ese significante, lo personaje diciéndole tú eres Santo Tomás. Debe haber sido,
nombré la última vez: tú eres el que es, o el que será, padre. creo, Santo Tomás el dubitativo, y no Santo Tomás de Aqui­
Como significante, en ningún caso puede ser aceptado, en no. Las anunciaciones que siguen no dejan lugar a duda:
tanto que el significante representa un soporte indeterminado provienen de Elizabeth, a quien se le anunció ya tarde en su
en torno al cual se agrupan y se condensan cierto número, ni vida que iba a concebir un hijo.
siquiera de significaciones, sino de series de significaciones, En suma, el caso demuestra muy bien la conexión del
que convergen por y a partir de la existencia de ese registro de la paternidad con la eclosión de revelaciones, de
significante. anunciaciones que se refieren a la generación, a saber, a lo
Antes del Nombre-del-Padre no había padre, había toda que precisamente el sujeto, literalmente, no puede concebir,
clase de cosas. Si Freud escribió Totem y Tabú, es porque y no empleo esa palabra por casualidad. La pregunta por la
pensaba haber vislumbrado lo que había entonces, pero, indis­ generación, término de especulación alquímica, está siempre
cutiblemente, antes de que el término padre haya sido institui­ a punto de surgir como una respuesta de rodeo, un intento
do en determinado registro, históricamente no había padre. de reconstituir lo que no es aceptable para el sujeto psicótico,
Esta perspectiva sólo la propongo como concesión, porque para el ego cuyo poder es invocado sin que él pueda, hablan­
no me interesa en lo más mínimo. No m_e interesa la prehisto­ do estrictamente, responder.
ria, salvo para señalar que es probable que al hombre de En consecuencia, más allá de todo significante que pueda
Neanderthal le faltaran algunos significantes esenciales. Inútil ser significativo para el sujeto, la respuesta sólo puede ser la
ir tan lejos, pues esa falta, podemos observarla en los sujetos utilización permanente, y diría, constamentemente sensibiliza-·
que están a nuestro alcance. da, del significante en su conjunto. Observamos, en efecto,
Observen ese momento crucial con cuidado, y podrán que el comentario memorizador que acompaña todos los ac­
distinguir este paso en toda entrada en la psicosis: es el tos humanos, es vivificado de inmediato, sonorizado en sus
momento en que desde el otro como tal, desde el campo del formas más vacías y más neutras, y se· vuelve el modo de
otro, llega el llamado de un significante esencial que no puede relación ordinaria del ego que no puede encontrar su correla­
ser aceptado. to en el significante a nivel del cual es llamado.

436 437
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO «TU ERES»

Precisamente, porque es llamado en el terreno donde no Schreber, y que termina por hacer de él la mujer de Dios. La
puede responder, el único modo de reaccionar que puede teoría de Freud es que el único modo que tiene Schreber de
vincularlo a la humanización que tiende a perder, es presenti­ eludir lo que resulta del temor a la castración es la Entman­
ficarse perpetuamente en �se comentario trivial de la corrien­ nung, la eviración, y sencillamente la desmasculinización, la
te de la vida que constituye el texto del automatismo mental. transformación en mujer: pero, después de todo, como el
El sujeto que pasó este límite ya no tiene la seguridad signifi­ propio Schreber lo indica en algún lado, ¿ acaso no es mejor
cativa usual, sino gracias al acompañamiento del comentario ser una mujer espiritual que un pobre hombre infeliz, oprimi­
perpetuo de sus gestos y actos. do, hasta castrado? En suma, la solución del conflicto intro­
Estos fenómenos presentan, en el caso del presidente ducido por la homosexualidad latente se encuentra en un
Schreber, un carácter excesivamente rico, pero no le son pro­ agrandamiento a la par del universo.
pios, porque entran en la definición misma del automatismo A grosso modo, la teoría de Freud es la que más respeta
mental. Esto justifica el uso mismo de la palabra automatis­ el equilibrio del progreso de la psicosis. No obstante, es
mo, que tanto se usó en la patología mental sin saber lo que indudable que las objeciones de la señora Macalpine merecen
se decía. El término tiene un sentido bastante preciso en darle el pie del diálogo a Freud, incluso completar una parte
neurología, donde califica ciertos fenómenos de liberación, de su teoría. Ella pone de manifiesto, como determinante en
pero su uso analógico en psiquiatría sigue siendo por lo el proceso de la psicosis, un fantasma de embarazo, evocando
menos problemático. Es, no :obstante, el término más preciso de este modo una simetría rigurosa entre las grandes faltas
en la teoría de Clérambault, si piensan en la distinción, hoy que pueden manifestarse con carácter neurotizante en cada
completamente olvidada, que hace Aristóteles entre el automa­ sexo. Se interna profundamente en esta dirección, y dice
ton y la fortuna. Si vamos directo al significante, es decir, en cosas muy entretenidas, que el texto permite sostener, inclusi­
esta ocasión, con todas las reservas que entraña una referencia ve la evocación en el trasfondo de una civilización heliolítica
como ésta, a la etimología, vemos que el automaton es lo que cuyo símbolo fundamental sería el sol, considerado femenino
piensa verdaderamente por sí mismo, sin vínculo con ese más y encarnado en la piedra, contrapunto de la promoción del
allá, el ego, que da su sujeto al pensamiento. Si el lenguaje falo en la teoría clásica. Se puede encontrar su correlato en el
habla por sí solo, aquí o nunca tenemos que utilizar el térmi­ nombre mismo de la ciudad donde está hospitalizado Schre­
no de automatismo, y esto da al término que usaba Cléram­ ber, Sonnenstein.
bault, su resonancia auténtica, su aspecto satisfactorio para A cada instante, en los análisis concretos de la gente
nosotros. menos neurótica, encontramos esas diabluras, esas trompeti­
Lo que acabamos de poner en evidencia nos permitirá llas del significante, donde se producen entrecruzamientos
ver, la vez que viene, lo que falta a los dos puntos de vista singulares de homonimias extrañas llegadas de todos los pun­
desarrollados por Freud y la señora Ida Macalpine. tos del horizonte, y que parecen dar una unidad, por lo
Freud postula una homosexualidad latente que entrañaría demás a veces 'inasible, tanto al conjunto del destino como a
una posición femenina: aquí está el salto. Habla de un fantas­ los síntomas del sujeto. Cuando se trata del momento de
ma de impregnación fecundante como si la cosa fuese obvia, entrada en la psicosis es cuando, sin duda, menos que nunca
como si toda aceptación de la posición femenina implicase conviene retroceder ante esta investigación.
por añadidura ese registro tan desarrollado en el delirio de Antes de terminar, quisiera señalarles la palabra significa-

438 439
LOS ENTORNOS DEL AGUJERO

tiva, incluso desdichada, que Flechsig dice a Schreber en el


momento de su recaída, cuando éste llega sumamente pertur­
bado a su consulta. Flechsig ya fue elevado por él al valor de
un eminente personaje paterno. Ya hubo antes una alerta o
una suspensión de la función de la paternidad, sabemos por
su testimonio que había esperado llegar a ser padre, que su
mujer, en el intervalo de ocho años que separó a la primera
crisis de la segunda, tuvo varios abortos espontáneos. Ahora
bien, Flechsig le dice que desde la última vez, se han hecho
enormes progresos en psiquiatría, que le van a aplicar uno de
esos sueñitos que serán muy fecundos.
Quizás ésta era precisamente la cosa que no había que
decir. A partir de entonces, nuestro Schreber ya no duerme, y
esa noche intenta colgarse.
La relación de procreación está implicada, en efecto, en la
relación del sujeto con la muerte.
Esto es lo que les guardo para la próxima vez.

27 DE JUNIO DE 1956

440

También podría gustarte