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“En la era del Pleistoceno el oso andino se distribuía desde la Florida y el Golfo de
California en Estados Unidos, pasando por México y toda Centroamérica hasta el
sur de Bolivia, sureste de Brasil y la provincia de Buenos Aires en Argentina” Pérez,
(2001. p. 8). El primer reporte de Tremarctos ornatus que se realizó fue en 1825 en
un puerto de Chile, pero no fue correcta, su ubicación en ese lugar se pudo deber a
una introducción por mano del hombre de un oso de Perú o Bolivia a Chile y desde
ese momento también se introdujo a Europa (Pérez, 2001).
En Colombia, los primeros registros del oso de anteojos fueron tres especímenes
por los alrededores de Mitú, Vaupés en 1956. “Otros registros fueron una hembra
viva proveniente del río Ariari, Meta y un individuo de Restrepo, Meta; todos
identificados por Hernández-Camacho J. y publicados por Hershkovitz (1961)”
(Arias, 2014). Según estos registros se puede predecir que el oso de anteojos
puede distribuirse en el país en toda la zona Amazónica hasta la parte alta del río
Orinoco incluyendo a Venezuela (Herrán, R. 2022).
Pero después de 200 años sin tener ningún avistamiento o registro en el Norte de
Antioquia, Colombia. El 10 de noviembre de 2011 se registró la presencia del oso
andino y su posible retorno a esta zona del país, su observación se realizó en el
camino que dirige hacia el bosque del embalse de troneras en Carolina del Principe
(Arias, 2014). “Este registro abre la posibilidad de que el oso andino se encuentre
presente nuevamente en una zona donde aproximadamente hace más de 200 años
no se registraba y se consideraba en la actualidad localmente extinta” Arias, (2014.
p. 5).