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ARTÍCULOS

¿QUÉ NORMA ENSEÑAR? CÉSAR HERNÁNDEZ

La norma lingüística coincide con el uso de la lengua dominante o con el uso prestigioso de
unos grupos de hablantes. Según Coseriu, es norma todo aquello fijado socialmente en la
técnica del habla que coincide con el conjunto formalizado de las realizaciones tradicionales
del sistema. Martinet, por su parte, distingue entre norma personal activa, que regula el uso
que hace el hablante de su propia lengua, y norma pasiva, la que permite al hablante
aceptar los diversos usos de otros hablantes. De acuerdo con Seriu, norma es todo aquello
fijado socialmente en la técnica del habla que coincide con el conjunto formalizado de las
realizaciones tradicionales del sistema. Para Dubois, la norma es el sistema de
instrucciones que definen lo que debe elegirse entre los usos de una lengua.

Pero existen otras, que propugnan la imposición de unos modelos de corrección, las
llamadas normas prescriptivas. Tratan de imponer esta norma a toda la comunidad
lingüística, rechazando y menospreciando el resto de variedades. Estas han sido
rechazadas por ser ajenas a la objetividad. Por todo esto, es preferible hablar de normas
lingüísticas. Se consideran como un conjunto de realizaciones regulares de la lengua, que
no pueden ser incorrectas si son generales y si no rompen el sistema.

No obstante, por encima de todas estas variedades existe la norma general que nos permite
entendernos y que garantiza la unidad y existencia de una lengua. Sirve de “lengua común”
a todos los hablantes y coincide con lo que hoy se llama norma estándar.

Según los lingüísticas de la Escuela de Prada, la norma o lengua estándar debe basarse en
la lengua literaria. Sin embargo, esto no es posible por las diferencias existentes entre los
estilos de los autores y porque la lengua poética literaria sobrepasa a la lengua estándar.

Las propiedades distintivas de la lengua estándar son: la intelectualización, capacidad de


adaptarse a todo tipo de enunciados; la estabilidad flexible, capaz de adaptarse a las
necesidades comunicativas; el arrigo, inserción en una tradición cultural viva en uno o varios
entornos sociales; y la urbanización o disponibilidad, calidad y extensión de la lengua
estándar en la comunidad que la habla.

La lengua estándar no solo ha de servir como marco de referencia sino que además debe
cumplir con una función unificadora a la vez que separadora, en la que los hablantes de una
lengua potencia su identidad y se distinguen de las otras. La norma estándar se conforma e
implanta lentamente, y el pueblo hablante la va a adoptando

La lengua estándar se diferencia de los dialectos en su sentido geográfico. Difiere en rasgos


lingüísticos y en factores extralingüísticos. Pero ambos son variedades lingüísticas dentro
de un continuum (Labov). Algunos dialectos tienen prestigio mientras otros una marca
negativa.

En cuanto a las variantes diastráticas, estas manifiestan unas escasas desviaciones


respecto a la lengua común y raramente quiebran las estructuras del sistema.

La norma estándar es flexible, relativamente uniforme, heredera, capaz de enriquecerse y


de potenciarse. Lingüísticamente hablando, podemos decir que la lengua es un conjunto de
dialectos geográficos y sociales que responden a un sistema común, que es lo que da
fundamento estructuración a esa lengua.

Nosotros nos inclinamos por aceptar y potenciar una norma lingüística estándar
panhispánica pero respetando todas sus variedades. Así, existe una norma general que
permite comunicarse a todos los hispanohablantes de cualquier lugar.

En una mesa redonda celebrada en el II Simposio de la Lengua Española, en Las Palmas,


quedó claro que había que enseñar una lengua culta estándar. Se debe enseñar tanto esa
norma como en esa norma. Esta ha de tener un alto prestigio y una buena aceptación, evita
los vulgarismos, dialectismos y regionalismos, y todo rasgo informal. Además, posee el
carácter de intelectualización. Se utiliza en los diálogos, exposiciones, difusiones periódicas,
discursos, informes y publicidad.

La lengua estándar, pues, coincide con la culta aunque en un grado mayor de flexibilidad, y
es la que debe enseñarse y en la que debe enseñarse. Hablar bien, expresarse con riqueza
y comprender cualquier texto es el objetivo último y primario de toda enseñanza, de todas
las materias. Hay que lograr que todo hispanohablante, al terminar sus estudios obligatorios
sepa expresarse con fluidez, precisión y agilidad.

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