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Justicia Transicional

Módulo 6. Sectores en condición de vulnerabilidad


y actores trascendentes en contextos transicionales

Personas que son víctimas y victimarias

En el marco de los enfrentamientos


contemporáneos entre agentes
estatales y fuerzas insurgentes,
grupos criminales u otros grupos
armados, es complejo hablar de
“buenos/as” y “malos/as”. Lo que
se antoja es retomar de Ernesto
Sábato su planteamiento de “los dos
demonios”. Independientemente
de la cantidad, ninguna de las
partes beligerantes en un conflicto
armado interno está exenta de
Presidencia de la República Mexicana. (2015). Militares [fotografía].
haber cometido graves violaciones Tomada de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/6d/
de derechos humanos u otras Desfile_Militar_Conmemorativo_del_CCV_Aniversario_del_Inicio_de_la_
atrocidades. Más allá de los “nobles Independencia_de_M%C3%A9xico._%2821286677690%29.jpg
ideales” que se proclamen y los
“buenos propósitos” que digan buscarse (“la defensa de la democracia”, “la liberación
nacional” o “el bien común”) es conocido, además, que en tales grupos han participado
personas que fueron víctimas y a la vez victimarias. Un par de escenarios son los que a
continuación se mencionan.

En cuanto al Protocolo Facultativo de dicha Convención, relativo a la participación de


niños en los conflictos armados, se tiene que sus artículos 1 y 2 mandan a los Estados
parte de la misma a adoptar “todas las medidas posibles para que ningún miembro de sus
fuerzas armadas menor de 18 años participe directamente en hostilidades”, velar “porque
no se reclute obligatoriamente en sus fuerzas armadas a ningún menor de 18 años y elevar
la edad mínima para el reclutamiento voluntario de personas en sus fuerzas armadas
nacionales por encima de la fijada en el párrafo 3 del artículo 38 de la Convención sobre
los Derechos del Niño, teniendo en cuenta los principios formulados en dicho artículo, y
reconociendo que en virtud de esta Convención los menores de 18 años tienen derecho a
una protección especial”.

1
En el tercer artículo del citado Protocolo se establece —entre otros asuntos— que…

Cada Estado parte que permita el reclutamiento voluntario de menores de edad


en sus fuerzas armadas establecerá “medidas de salvaguardia” para garantizar
como mínimo que dicho reclutamiento “es auténticamente voluntario”.

Que “se realiza con el consentimiento informado de los padres o de las personas
que tengan su custodia legal”.

Que quienes se enlistan “están plenamente informados de los deberes que


supone ese servicio militar”.

Finalmente, para los efectos de esta reflexión, se debe considerar el artículo siguiente,
el cual plantea que los “grupos armados distintos de las fuerzas armadas de un Estado
no deben en ninguna circunstancia reclutar o utilizar en hostilidades a menores de 18
años”; para ello, los Estados parte “adoptarán todas las medidas posibles” para impedir ese
reclutamiento y las legales “necesarias para prohibir y castigar esas prácticas”.

En la realidad, generalmente, la normativa internacional antes referida no se respeta. Por


lo tanto, cuando el reclutamiento forzado ocurre en el marco de una confrontación bélica
interna se están violando derechos fundamentales de la niñez y la adolescencia; quienes
sufren esas violaciones son víctimas, que luego, sumidas en la dinámica de la guerra,
pueden pasar a convertirse en victimarias con su anuencia o también de manera forzada,
como en el caso de la ilegal “obediencia debida”.

El otro escenario a considerar, a manera de ejemplo, es el de aquellas personas que


perdieron toda su familia como parte de un ataque armado indiscriminado contra la
población civil no combatiente. En esas circunstancias, muchas veces personas adultas
­­—pero también jóvenes, adolescentes, niñas y niños— deciden incorporarse, ya sea a las
fuerzas armadas gubernamentales o a las no estatales, según sea el caso. Siendo víctimas
sobrevivientes de esas atrocidades, al igual que en el caso anterior, pueden también
convertirse en victimarias.

2
(s. a.) (2012). Marcha [fotografía].
Tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Marcha_Yosoy132_-_4.jpg

Ambos escenarios y otros que plantean un enorme desafío en lo relativo a —por ejemplo—
las sanciones como personas victimarias y la reparación integral como víctimas, constituyen
un asunto relevante que no debe pasar inadvertido en el marco de los procesos de Justicia
Transicional. Para ello, se propone reflexionar acerca de la creación de normas, parámetros
y mecanismos especiales que tomen en cuenta las condiciones particulares de cada caso,
en función de decidir qué hacer, considerando los derechos de las víctimas; es decir, de
las personas y las comunidades que afectaron con su actuar. También se debe discurrir al
respecto y determinar sobre su calidad de personas victimarias, teniendo en cuenta las
situaciones que las orillaron a cometer crímenes y las responsabilidades de quienes les
ordenaron cometerlos.

Se trata de un debate complejo que no ha sido resuelto siempre de la misma manera,


sobre todo en las políticas de reparación.

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