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CRONISTA • ECONOMÍA Y POLÍTICA • ECONOMIA POPULAR

CABA

Cómo funciona la ley de la Economía Popular,


que formaliza los emprendimientos en las
villas
A un año de su implementación ya regularizaron su situación 1500 unidades productivas. La norma busca
maneras para que puedan acceder al crédito, los vincula con los privados y les posibilita ser proveedores del
Estado.

BELÉN PAPA ORFANO ESCUCHAR


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Actualizado el 21/12/2021 21:39

En el Barrio 31 el macrismo camina cómodo. Es quizás la villa donde se


llevaron a cabo los principales trabajos de urbanización y que hoy
muestra los mayores índices de integración con el resto de la Ciudad de
Buenos Aires. Allí también se ven los primeros resultados de la Ley de
Economía Social y Popular aprobada a fines de 2020 por la Legislatura
porteña con la que se busca formalizar los emprendimientos de los
vecinos e insertarlos en las cadenas de valor a base de tender puentes
con el sector privado y público.

A pocas cuadras de uno de los ingresos al barrio, cerca de la estación de


trenes, funciona el Centro de Desarrollo Emprendedor y Laboral,
también conocido como la oficina de Horacio Rodríguez Larreta en el
Barrio 31. Allí la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat porteño María
Migliore recibe a la prensa para hacer una evaluación de los primeros
meses de implementación de la ley.

En diciembre de 2020 la Legislatura porteña sancionó la Ley de


Economía Social y Popular, con el acompañamiento del Frente de Todos
y la abstención de la Izquierda. La norma brinda marcos legales para los
emprendimientos informales, abre posibilidades de financiamiento
para estos sectores considerados de riesgo por los bancos, habilita la
posibilidad de que sean proveedores del Estado y fomenta la
vinculación con el ámbito privado.

"Primero tenemos que reconocer el trabajo que se viene haciendo en los


barrios populares. En los sectores populares se trabaja y mucho. El
Estado tiene que tener una mirada de reconocer ese trabajo para poder
formalizarlo e integrarlo a las cadenas de valor formal de la ciudad",
sostiene Migliore.

Desde que se sancionó la ley ya se insertaron en este proceso de


formalización unas 1500 "unidades productivas", así se denominan bajo
el paraguas de la economía popular, que abarca a unas 5000 personas de
todos los barrios populares de la ciudad.

Para la ministra de Rodríguez Larreta "el próximo paso que hay que dar
en materia de desarrollo es pensar una política social que vaya muy de la
mano de la economía popular, pero también entendiendo que si no hay
una macroeconomía ordenada y un ciclo de crecimiento es muy difícil
cualquier impacto que se pueda tener en ese sentido, sobre todo en un
gobierno local".

Por otra parte, Migliore considera que el modelo del Estado


asistencialista ha quedado caduco. "Hoy si vos decís que a los planes hay
que cambiarlos por trabajos, no vas a encontrar persona que no esté de
acuerdo. La discusión está en cómo logramos eso. Ahí sí hay que poner
en crisis el paradigma del empleo genuino que está en crisis en todo el
mundo", evaluó la ministra.

Y agregó: "El trabajo tradicional como se conocía hasta ahora no es lo


que nos va a dar una solución de corto plazo y a escala. Hay que
construir muchos caminos nuevos, muchos marcos normativos nuevos.
Hay que hacer un trabajo de conversación que yo creo que se empieza a
dar, veo mucho más consensos del que por ahí hay en otros sectores".

Su cartera, según explicó, trabaja por un lado las políticas de integración


social urbana - "el lugar donde naces no puede condicionar tu futuro"-; y
por otro parte, pone la mirada en fortalecer y reconocer el trabajo de la
economía popular que, admite, "es un mundo que tenemos que
terminar de comprender".

Cuando el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat puso la mirada en


este sector descubrió tres barreras estructurales que impiden iniciar un
camino hacia la formalización: 

Límites en su capacidad para producir


Canales de comercialización inestables y endogámicos
Financiamiento. Aunque tengan capacidad de pago el sistema
bancario los considera de riesgo.

CINCO PUNTOS PARA ENTENDER LA LEY DE ECONOMÍA


SOCIAL Y POPULAR

1 - Creación de un registro

La norma indica que para poder comenzar el camino de la formalización


las unidades productivas deben inscribirse en el Registro de Unidades
Productivas de la Economía Popular y Social (Rupepys).
"Como este sector es muy heterogéneo nos parecía bueno empezar a
generar información, ver cómo se organizan, en qué ramas. Se anotaron
1500 unidades productivas en los últimos meses", explicó la ministra.

2- Herramientas para asistir y acompañar los procesos productivos


Según explicó la ministra se pusieron en marcha convenios con
universidades y grupos empresarios como IDEA para llevar adelante
programas de mentoreo a las unidades productivas. Los empresarios se
pusieron a disposición para revisar procesos productivos y cadenas de
valor con el fin de optimizar recursos.

3 - Proveedores del Estado

El Gobierno de la Ciudad adaptó los sistemas de compras para que las


unidades productivas de la economía popular puedan comenzar a ser
proveedoras del Estado. Según precisó Migliore en los últimos meses se
adquirieron en su mayoría productos textiles, gráfica y catering.

4 - Vinculación con los privados

Además de los programas de mentoreo el Gobierno porteño funciona


como puente para que las unidades productivas comercialicen con las
empresas, desde regalos empresarios, hasta convertirse en proveedores.
"Se esta dando un cambio de paradigma grande en el mundo
empresarial, les interesa comprar con impacto social. Sobre todo a las
empresa que buscan el triple impacto. Buscan incorporar en sus cadenas
de valor a estas unidades productivas", indicó.

5 - Inclusión financiera
Por un lado, la ley habilita herramientas de inclusión financiera para los
comercios de los barrios populares para poder aceptar, por ejemplo, la
Tarjeta Alimentar.

En tanto, para las unidades productivas que se hayan anotado en el


registro se crearon líneas de crédito especiales en el Banco Ciudad.
Estarán destinadas a aquellas unidades que se convierten en
proveedoras del Estado, pero que aún no tienen la capacidad para
producir mucho en un corto plazo. Con una orden de compra pública
pueden acceder al financiamiento.

En tercer lugar se creó el Fondes, un fideicomiso en el que tanto el


Estado como las empresas aportan fondos que luego se convertirán en
préstamos para las unidades productivas. Comenzará a funcionar en
febrero.

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