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(…)Cuando una mujer accede a ser demasiado "bien educada", los instintos de

estos impulsos se ocultan en su más oscuro inconciente, lejos de su alcance


automático. Se dice entonces que sus instintos están heridos. Lo que tendría que
producirse de una manera natural no se produce en absoluto o sólo se produce después
de demasiados tirones y sacudidas, explicaciones racionales y luchas consigo misma.
Al definir el exceso de domesticación con el término de captura, no me refiero a
la socialización, es decir, al proceso mediante el cual se enseña a los niños a
comportarse de una manera más o menos civilizada. El desarrollo social reviste una
importancia decisiva. Sin él, una mujer no podría abrirse camino en el mundo.
Pero un exceso de domesticación es como prohibir bailar a la esencia vital. En el
estado saludable que le es propio, el yo salvaje no es dócil ni estúpido. Está alerta y
reacciona en cualquier momento y ante cualquier movimiento. No está encerrado en
una sola pauta absoluta y repetida, válida para todas las circunstancias. Tiene una
opción creativa. La mujer cuyo instinto está herido no tiene ninguna opción.
Simplemente se queda atascada.
Hay muchas maneras de quedarse atascada. La mujer que tiene el instinto
herido suele delatarse porque le cuesta pedir ayuda o reconocer sus propias
necesidades. Sus instintos naturales de lucha o de huida están drásticamente reducidos
o se han extinguido. El reconocimiento de las sensaciones de satisfacción, disgusto,
recelo y cautela y el impulso de amar plena y libremente están inhibidos o exagerados.
Como en el cuento, uno de los más insidiosos ataques al yo salvaje consiste en
inducir a la mujer a comportarse como es debido dándole a entender que recibirá una
(hipotética) recompensa. Aunque este método puede (subrayo el "puede") inducir
transitoriamente a una niña de dos años a ordenar su habitación (y a no tocar sus
juguetes hasta que no haya hecho la cama) (6), jamás de los jamases dará resultado en
la existencia de una mujer vital. A pesar de que la coherencia, el cumplimiento de una
acción hasta el final y la organización son esenciales para el desarrollo de la vida
creativa, la perentoria orden de la anciana de comportarse "con corrección" destruye
cualquier oportunidad de desarrollo.
La arteria central, el núcleo, el tronco cerebral de la vida creativa es el juego, no la
corrección. El impulso de jugar es un instinto. Si no hay juego, no hay vida creativa. Si
eres buena, no hay vida creativa, Si te sientas quietecita, no hay vida creativa. Si sólo
hablas, piensas y actúas con discreción, habrá muy poco jugo creativo. Cualquier
grupo, sociedad, institución u organización que anime a la mujer a denostar lo
excéntrico; a recelar de lo nuevo e insólito; a evitar lo ardiente, lo vital, lo innovador; a
despersonalizar lo personal, está pidiendo una cultura de mujeres muertas.
Janis Joplin, la cantante de blues de los años sesenta, es un buen ejemplo de
mujer fiera cuyos instintos resultaron heridos por las fuerzas que aplastaron su
espíritu. Su vida creativa, su inocente curiosidad, su amor a la vida y su actitud un
tanto irreverente en relación con el mundo en los años de su desarrollo fueron
despiadadamente censurados por sus profesores y por muchas de las personas que la
rodeaban en la sureña comunidad baptista blanca de su época, en la que tanto se
ensalzaban las virtudes de la "buena chica".
A pesar de que era una excelente estudiante y una pintora de considerable
talento, las demás chicas la sometieron a ostracismo por no llevar maquillaje (7) y lo
mismo hicieron sus vecinos por su afición a subir a la cumbre de una rocosa colina de
las afueras de la ciudad para cantar con sus amigos y por su interés por la música de
jazz. Cuando al final huyó al mundo del blues, estaba tan muerta de hambre que ya no
supo comprender cuándo tenía que detenerse. Sus límites eran muy inestables, es
decir, carecía de límites en cuestión de sexo, alcohol y drogas (8).
Hay algo en Bessie Smith, Anne Sexton, Edith Piaf, Marilyn Monroe y Judy
Garland que sigue la misma pauta de instinto herido que es propia del hambre del
alma: el intento de "encajar",(… ). Podríamos elaborar una lista muy larga de mujeres
de talento con el instinto herido (..)
La curación de los instintos heridos empieza con el reconocimiento de que se ha
producido una captura seguida de un hambre del alma y que se han alterado los límites
de la perspicacia y la protección. El proceso que dio lugar a la captura de una mujer y a
la consiguiente hambre del alma se tiene que invertir. 
Según la visión de la psicología analítica, la represión tanto de los instintos,
impulsos y sentimientos negativos como la de los positivos da lugar a que éstos habiten
en un reino de sombras. Mientras el ego y el superego intentan seguir censurando los
impulsos de la sombra, la misma presión generada por la represión parece algo así
como una burbuja en la pared lateral de un neumático. Al final, cuando el neumático
empieza a dar vueltas y se calienta, la presión que hay detrás de la burbuja se
intensifica y da lugar a que ésta estalle hacia fuera, liberando todo su contenido
interior.
Pero la sombra también puede contener los divinos, deliciosos, bellos y
poderosos aspectos de la personalidad. Sobre todo en el caso de las mujeres, la sombra
contiene casi siempre unos aspectos muy hermosos del ser que la cultura ha prohibido
o a los que apenas presta apoyo. En el fondo del pozo de la psique de demasiadas
mujeres se encuentra la creadora visionaria, la astuta narradora de cuentos, la
previsora, la que sabe hablar bien de sí misma sin menosprecio, la que puede mirarse a
la cara sin pestañear, la que se esfuerza por mejorar su arte. Los impulsos positivos de
la sombra en las mujeres de nuestra cultura suelen girar a menudo en torno al permiso
para crear una vida hecha a mano.(…)
Estos aspectos descartados, menospreciados e "inaceptables" del alma y el yo no
se limitan a permanecer ocultos en la oscuridad, sino que más bien se dedican a
conspirar con el fin de establecer cómo y cuándo entrarán en acción para poder
alcanzar la libertad. Borbotean en el inconciente, hierven a fuego lento hasta que un
día, por muy hermética que sea la tapa que los cubre, estallan hacia fuera y hacía arriba
en un desbordado torrente dotado de voluntad propia.
La vida de la sombra se produce cuando las escritoras, las pintoras, las bailarinas, las
madres, las buscadoras, las místicas, las estudiantes o las viajeras dejan de escribir,
pintar, bailar, hacer de madres, buscar, escudriñar, aprender, hacer prácticas. Es
posible que dejen de hacerlo porque aquello a lo que han dedicado tanto tiempo no ha
dado el resultado que ellas esperaban o no ha recibido la acogida que se merecía 0 por
otras innumerables razones. Cuando la que hace algo se detiene por el motivo que sea,
la energía que fluye naturalmente de ella le desvía hacia el mundo subterráneo, en el
que aflora dónde y cuándo Puede.(..)
Cuando la mujer trata de comprimir su vida en un pulcro y precioso paquetito, lo único
que consigue es empujar a presión toda su energía vital hacia la sombra
(...)
la mujer salvaje puede simular vivir "una existencia corriente" mientras rechina
los dientes, pero siempre hay que pagar un precio. (…)Una mujer puede ser
exteriormente educada e incluso cínica mientras se desangra por dentro.
O, como Janis Joplin, puede intentar adaptarse hasta que ya no puede más, en
cuyo caso su naturaleza creativa, corroída y asqueada por el hecho de verse obligada a
descender a la sombra, estalla violentamente para rebelarse contra los dogmas de a
"buena crianza", actuando con una imprudencia que pone en peligro sus cualidades y
su vida.(..)
Las mujeres engañan de esta manera…(..). ¿Están escribiendo? Sí, pero en
secreto, lo cual significa que no cuentan con ningún apoyo e ignoran los efectos de lo
que hacen. ¿La estudiante quiere vivir su vida? Sí, pero en secreto, lo cual quiere decir
que no tendrá ninguna ayuda ni ninguna guía. ¿La actriz se arriesga a ofrecer una
actuación completamente original, o presenta pálidas imitaciones que la convierten en
un remedo en lugar de ser un modelo? ¿Y qué decir de la ambiciosa mujer que finge no
ser ambiciosa, pero que se muere de ganas de conseguir logros para sí misma, para los
suyos para su mundo? Es una ardiente soñadora, pero se limita a seguir afanosamente
hacia delante en silencio. Es terrible no tener un confidente, una guía, alguien que la
anime un poquito.
Es muy difícil arrancar pequeños retazos de vida de esta manera, pero muchas
mujeres lo hacen a diario. Cuando una mujer se siente obligada a robar
subrepticiamente la vida, significa que está viviendo al límite de la subsistencia. Roba
la vida cuando los oye a ellos, quienesquiera que sean los "ellos" de su vida. Actúa con
aparente calma y desinterés, pero dondequiera que haya una rendija de luz, su
moribundo yo pega un salto, corre hacia la más cercana forma de vida, se anima, suelta
una coz hacia atrás, se abalanza como una loca, baila como una tonta, se agota e
intenta regresar a la negra celda antes de que alguien se dé cuenta de que se ha ido.(…)
Como se ve, hay algo en el alma salvaje que no nos permite subsistir para
siempre con retazos fragmentarios de vida, pues, en realidad es de todo punto
imposible que la mujer que aspira a la conciencia robe pequeñas bocanadas de aire
puro y después se conforme sólo con eso. ¿Recuerdas cuando eras niña y descubriste
que no podías matarte conteniendo la respiración? Por mucho que intentemos aspirar
un mínimo de aire o ninguno en absoluto, un poderoso fuelle asume el mando, algo
violento y exigente que, al final, nos obliga a aspirar el aire a la mayor rapidez posible.
Inhalamos con ansia y nos llenamos los pulmones hasta que volvemos a respirar con
normalidad.
Por suerte, en la psique/alma hay algo muy parecido. Se apodera de nosotras y
nos obliga a aspirar grandes bocanadas de aire puro. Sabemos que no podemos
subsistir robando sorbitos de vida. La fuerza salvaje del alma femenina exige tener
acceso a toda la vida. Podemos permanecer en estado de alerta y ver las cosas que son
adecuadas para nosotras.
A veces la colectividad ejerce presión sobre una mujer para que sea una "santa",
para que sea instruida y políticamente correcta, para que lo tenga todo "bien junto y
ordenado" de tal manera que cada uno de sus esfuerzos sea una obra perfecta. Si nos
acobardamos ante la colectividad y nos sometemos a las presiones que ésta ejerce para
que nos adaptemos estúpidamente a sus normas, nos salvaremos del exilio, pero, al
mismo tiempo, pondremos traidoramente en peligro nuestras vidas salvajes. (…)
Algunos piensan que ya pasó la época en que se maldecía a la mujer salvaje y,
cuando ésta se comportaba de acuerdo con el yo natural de su alma, se la calificaba de
"equivocada" y de "mala". Pero no es así. Lo que ha cambiado son los tipos de conducta
que se consideran `incontrolados" en el caso de las mujeres. Por ejemplo, hoy en día en
distintos lugares del mundo, si una mujer adopta una postura política, social,
espiritual, familiar o medioambiental, si se atreve a decir que el rey va desnudo o si
habla en nombre de los que sufren o los que no tienen voz, con demasiada frecuencia
se examinan sus motivos para averiguar si se ha "desmadrado", es decir, si se ha vuelto
loca.
El destino final de una niña salvaje nacida en el seno de una comunidad rígida
es la ignominia de verse esquivada por los demás. Los que la esquivan tratan a la
víctima como si no existiera. Le niegan el interés espiritual, el amor y otras necesidades
psíquicas. El propósito de todo ello es obligarla a adaptarse a las normas so pena de
matarla espiritualmente y/o expulsarla de la aldea para que languidezca hasta morir en
el desierto.
Si se esquiva a una mujer, ello se debe casi siempre a que ha hecho o está
apunto de hacer algo de carácter salvaje, las más de las veces algo tan sencillo como
expresar una opinión ligeramente distinta o vestirse con un color considerado
impropio, es decir, se debe tanto a cosas muy pequeñas como a cosas grandes. Hay que
recordar que una mujer oprimida no es que se niegue a encajar sino que no puede
encajar sin morir al mismo tiempo. Está en juego su integridad espiritual, por lo cual
tratará de liberarse por todos los medios a su alcance por muy peligrosos que éstos
sean.
(...)
El hecho de ser buena, ordenada y obediente en presencia del peligro interior o
exterior o con el fin de ocultar una grave situación de la psique o de la vida real priva a
una mujer de su alma. La aísla de su sabiduría y de su capacidad de actuar. Como la
niña del cuento que no protesta demasiado, que intenta disimular su hambre y
aparentar que no arde nada en su interior, las mujeres modernas padecen el mismo
trastorno consistente en normalizar lo anormal. Se trata de un trastorno que está a la
orden del día en muchas culturas. El hecho de normalizar lo anormal hace que el
espíritu, que en condiciones normales se apresuraría a corregir la situación, se hunda
en el tedio, la complacencia y, en último extremo, en la ceguera(..)
(…) La normalización de lo anormal incluso en el caso de que no quepa la menor
duda de que ello va en detrimento de la propia persona se aplica a todas las palizas que
se propinan a las naturalezas físicas. emocionales, creativas, espirituales e instintivas.
Las mujeres se enfrentan con esta cuestión cada vez que los demás las aturden para
obligarlas a hacer otra cosa que no sea defender la vida de su alma contra las
proyecciones invasoras de carácter físico, cultural o de otro tipo.
Nuestra psique se acostumbra a las descargas dirigidas contra nuestra
naturaleza salvaje. Nos adaptamos a la violencia contra la sabia naturaleza de la
psique. Procuramos ser buenas normalizando lo anormal y, como consecuencia de ello,
perdemos nuestra capacidad de huir. Perdernos la capacidad de defender los
elementos del alma y de la vida que a nuestro juicio son más valiosos.
(…)
Perdemos tantas cosas significativas cuando abandonamos la vida hecha a
mano que necesariamente tienen que producirse toda suerte de lesiones en la psique,
la naturaleza, la cultura, la familia, etc. El daño a la naturaleza es concomitante con el
aturdimiento de la psique de los seres humanos. Ambos van -y deben considerarse
unidos. cuando un grupo comenta lo mucho que se equivoca lo salvaje y el otro grupo
replica que lo salvaje ha sufrido un agravio, hay algo que falla drásticamente. En la
psique instintiva, la Mujer Salvaje contempla el bosque y ve en él un hogar para sí
misma y para todos los seres humanos. Pero otros, al contemplar el mismo bosque
quizá lo vean como un terreno sin árboles e imaginen sus bolsillos llenos a rebosar de
dinero. Se trata de graves fracturas en la capacidad de vivir y dejar vivir de manera que
todos podamos vivir.(..)
Aunque no cabe duda de que se aprenden muchas cosas, disolviendo las propias
proyecciones (eres cruel, me haces daño) y contemplando hasta qué extremo nosotras
somos crueles y nos hacemos daño, la investigación no tiene en modo alguno que
acabar aquí.
La trampa que hay en el interior de la trampa es pensar que todo se arregla
disolviendo la proyección y buscando la conciencia que tenemos dentro. Eso es cierto
algunas veces y otras no. En lugar de perder el tiempo con el paradigma de "o eso/o lo
otro" -aquí afuera ocurre algo o nos ocurre algo a nosotros-, es más útil emplear un
modelo de "y/y". Este modelo tiene en cuenta la cuestión interior y la cuestión exterior,
permite una investigación más exhaustiva, es mucho más curativo en todas direcciones
y presta su apoyo a las mujeres para que pongan en tela de juicio el statu quo con más
confianza, para que no se miren únicamente a sí mismas sino que miren también el
mundo que accidental, inconciente o maliciosamente ejerce presión sobre ellas. El
paradigma del "y/y" no debe utilizarse como modelo de reproche al propio yo o a los
demás, sino más bien como un medio de sopesar y juzgar el sentido de la
responsabilidad tanto interior como exterior y lo que se tiene que cambiar, pedir o
sombrear. Detiene la fragmentación cuando una mujer trata de reparar todo lo que
tiene a su alcance sin menospreciar sus propias necesidades ni apartarse del mundo.
(…)Casi todas las mujeres han sido capturadas por lo menos durante algún
tiempo y algunas durante períodos muy prolongados. Algunas sólo han sido libres in
utero. Y, durante su cautiverio, todas pierden cantidades variables de instinto.
Algunas pierden el instinto que percibe quién es una buena persona y quién no
y, como consecuencia de ello, suelen extraviarse.
Otras ven mermada su capacidad de reaccionar ante las injusticias y se
convierten en involuntarias mártires dispuestas a tomar represalias.
Otras sufren un debilitamiento del instinto de huida o de lucha y se convierten
en víctimas.
La lista es interminable.
En cambio, la mujer que conserva su mente salvaje rechaza los
convencionalismos cuando no son nutritivos ni sensatos.
(…) Janis hizo otro intento de adaptarse a las normas antes de iniciar el
descenso al abismo de la posesión. Se unió al grupo de otras poderosas pero lastimadas
mujeres que actuaban como chamanes ambulantes para las masas. Ellas también se
agotaron y cayeron del cielo. Frances Farmer, Billie Holiday, Anne Sexton, Sylvia Plath,
Sara Teasdale, Judy Garland, Bessie Smith, Edith Piaf y Frida Kahlo; por desgracia, la
vida de algunos de nuestros prototipos preferidos de salvajes artistas terminó
prematura y trágicamente.
Una mujer fiera no es lo bastante fuerte como para representar un ansiado
arquetipo para todo el mundo sin desmoronarse. La fiera tendría que estar inmersa en
un proceso curativo. No le pedirnos a una persona que se encuentra en vías de
recuperación que suba el plano al piso de arriba. La mujer que regresa necesita tiempo
para recuperar las fuerzas.

(…)Cuando, en los casos más extremos, la naturaleza salvaje ha sido


prácticamente aniquilada, cabe la posibilidad de que se produzca en la mujer un
deterioro y (...) lo más probable es que la mujer se sienta muerta. Que no se sienta ni
bien ni mal; simplemente que no sienta nada.
Desde un punto de vista psíquico, es bueno hacer un alto en el camino, crearse
un lugar donde descansar y recuperarse tras haber escapado de una carestía
alimenticia. No es demasiado tomarse uno o dos años para examinar las propias
heridas, buscar una guía, aplicar medicinas y pensar en el futuro. Uno o dos años son
muy poco tiempo. La fiera es una mujer que regresa. Está aprendiendo a despertar, a
prestar atención, a dejar de ser ingenua y desinformada. Asume la responsabilidad de
su propia vida. Para reaprender los profundos instintos femeninos reviste vital
importancia comprender ante todo de qué manera éstos fueron decomisados.
Tanto si las lesiones se infligieron al arte, las palabras, los estilos de vida, los
pensamientos o las ideas, y aunque la mujer se haya metido a sí misma en un enredo,
conviene que se abra paso a través de la maraña y siga adelante. Más allá del deseo y
del anhelo, más allá de los métodos cuidadosamente razonados acerca de los cuales nos
gusta hablar y hacer proyectos, una simple puerta está esperando que la crucemos, Al
otro lado están los nuevos pies. Crúzala. A rastras, en caso necesario. Del a de hablar y
de obsesionarte. Limítate a hacerlo.
No podemos controlar quién nos trae a este mundo. No podemos influir en la
educación que nos han dado; no podemos obligar a la cultura a convertirse
instantáneamente en hospitalaria. Pero la buena noticia es que, incluso tras haber sido
heridas, incluso en nuestro estado de fieras e incluso cuando nos encontramos todavía
en situación de cautividad, podemos recuperar nuestra vida.
El plan psicológico del alma para regresar al propio interior es el siguiente:
tomar medidas especiales de precaución y perderse poco a poco en lo salva)e, creando
estructuras éticas y protectoras que nos ayuden a conseguir las herramientas
necesarias para medir en qué momento algo es excesivo. (Por regla general, la mujer ya
es muy sensible al momento en que algo es demasiado poco.)
Por consiguiente, el regreso a la psique libre y salvaje tiene que llevarse a cabo
con audacia pero también con reflexión. En psicoanálisis nos gusta subrayar que para
convertirnos en sanadores/ayudantes es tan importante aprender lo que no hay que
hacer como lo que hay que hacer. El regreso a lo salvaje desde la cautividad tiene que
hacerse con las mismas precauciones. Vamos a examinarlo con más detenimiento.
Los peligros, las trampas y los cebos envenenados que acechan a la mujer
salvaje son los propios de su cultura. Aquí he enumerado los que son comunes a la
mayoría de las culturas. Las mujeres pertenecientes a distintas etnias y religiones
tendrán percepciones específicas adicionales. Estamos trazando en sentido simbólico
el mapa de los bosques en los que vivimos. Estamos señalando dónde habitan los
depredadores y describiendo su modus operandi. Dicen que una loba conoce todas las
criaturas de su territorio en varios kilómetros a la redonda. Este conocimiento le
permite vivir con la máxima libertad posible.
La recuperación del instinto perdido y la curación del instinto lesionado está
realmente al alcance de nuestra mano, pues éste regresa cuando una mujer presta
atención, escuchando, contemplando y percibiendo el mundo que la rodea y actuando
tal como ve actuar a las demás mujeres; con eficiencia, eficacia y sensibilidad. La
ocasión de observar el comportamiento de las restantes mujeres que conservan los
instintos intactos es esencial para recobrar el instinto. Al final, el hecho de prestar
atención, observar y comportarse de una manera integral se convierte en una pauta
con un ritmo determinado que se practica y se aprende hasta que vuelve a convertirse
en automática.
Si nuestra naturaleza salvaje ha sido herida por algo o por alguien, nos negarnos
a echarnos al suelo y morir. Nos negamos a normalizar esta herida. Recurrimos a
nuestros instintos y hacemos lo que hay que hacer. La mujer salvaje es por naturaleza
vehemente y talentosa. Pero, como consecuencia de su alejamiento de los instintos, es
también ingenua, está acostumbrada a la violencia y acepta sumisamente la
expatriación y la exmatriación. Los amantes, las drogas, la bebida, el dinero, la fama y
el poder no pueden reparar demasiado el daño que ha sufrido. Pero sí puede hacerlo un
gradual regreso a la vida instintiva. Para ello, una mujer necesita a una madre, una
madre salvaje "suficientemente buena". ¿Y a que no saben quién está esperando
convertirse en esta madre? La Mujer Salvaje se pregunta por qué razón la mujer tarda
tanto en estar con ella, no simplemente algunas veces o cuando le interesa sino de
manera habitual.
(…)
Una de las cosas más importantes que podemos hacer es entender la vida,
cualquier manifestación de vida, como un cuerpo viviente en sí mismo, que respira,
renueva sus células, cambia de piel y se desembaraza de los materiales de desecho.
Sería una estupidez pensar que nuestros cuerpos no producen materiales de desecho
más de una vez cada cinco años.
Sería necio creer que, por el hecho de haber comido hoy, mañana no estaremos
hambrientos.
Y también sería estúpido creer que, una vez resuelta una cuestión, la habremos
resuelto definitivamente, y, una vez aprendida una cosa, siempre seremos concientes
de ella. No, la vida es un gran cuerpo que crece y disminuye en distintas zonas y a
distintos ritmos. Cuando nos comportamos como el cuerpo, trabajando con vistas al
nuevo desarrollo, abriéndonos paso entre la mierda, respirando o descansando,
estamos muy vivas y nos encontramos en el interior de los ciclos de la Mujer Salvaje. Si
consiguiéramos comprender que nuestra tarea consiste en seguir realizando la tarea,
nos sentiríamos mucho más orgullosas y estaríamos mucho más tranquilas.
Es posible que, a veces, para conservar la alegría tengamos que luchar por ella, renovar
nuestras fuerzas y combatir a tope en la forma que consideremos más sagaz. Para
preparar el asedio puede que tengamos que prescindir de las comodidades durante
algún tiempo, Podemos pasarnos sin la mayoría de las cosas durante prolongados
períodos de tiempo, podemos prescindir prácticamente de todo menos de nuestra
alegría, de nuestras zapatillas hechas a mano.
El verdadero milagro de la individuación y la recuperación de la Mujer Salvaje
consiste en que todas iniciamos el proceso sin estar todavía preparadas, sin haber
cobrado la suficiente fuerza y sin saber 1 'o suficiente; iniciamos un diálogo con los
pensamientos y los sentimientos que nos cosquillean y retumban como truenos en
nuestro interior. Contestamos sin haber aprendido el lenguaje y sin conocer todas las
respuestas, sin saber exactamente con quién estamos hablando.
Pero, como la loba que enseña a sus crías a cazar y a cuidar de sí mismas, la
Mujer Salvaje brota en nuestro interior y nosotras empezamos a hablar con su voz y
asumimos su visión y sus valores. Ella nos enseña a enviar el mensaje de nuestro
regreso a las que son como nosotras.

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