Está en la página 1de 7

"¿hay Una Nueva Moral Sexual?

: Travestismo"

(*) Jornadas: Tiempos En La Dirección De La Cura. Escuela Freudiana De Buenos Aires; 2000

Analía Stepak

"Es preciso que el hombre masculino o femenino, acepte tenerlo y no tenerlo a partir del
descubrimiento de que no lo es" Jacques Lacan.

¿Es acaso la sexualidad, como lo propone Michel Foucault una "producción moderna"? No
podríamos en modo alguno acompañar dicha afirmación. Sin embargo, ¿qué estatuto darle a
ciertos fenómenos, tal vez representativos de la tan mentada post-modernidad: ofertas de
sexo telefónico, privilegio de encuentros sexuales anónimos, sexo en avisos clasificados,
reuniones de swingers, prácticas de filiación no biológica, etc.? ¿Darían cuenta del estallido de
ciertas categorías dentro de las cuales se podría situar la emergencia de la sexualidad como
hecho singular?

¿Se tratará de inventar un "nuevo psicoanálisis", "más acorde" que pudiera dar respuesta a
estas nuevas prácticas sociales (o a cambios culturales en referencia a la sexualidad) o de
hacer una lectura pertinente de las mismas?

En relación a estas llamadas "nuevas prácticas" nos interesa interrogar el fenómeno del
travestismo en particular.

Es sabido que últimamente los travestis tienen casi tanta convocatoria como las prostitutas.

¿Cuál sería la lógica que subtiende a este fenómeno cada vez más popular?

¿Es su emergencia demostrativa de una nueva subjetividad?

Se trata de sujetos que realizan esfuerzos singulares, químicos, quirúrgicos y estéticos para
feminizarse. Aparentemente, intentan "hacerse mujeres" y desafiar lo real. Montar
escenificaciones en las cuales esconden, bajo sus ropas, un falo reluciente que deja pasmado
a quien lo mira.

- Página 1 de 7 -
Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Indentificado al falo que porta, el travesti se siente obligado a encarnarlo, siempre y cuando
nada indique que él no puede serlo.

Mientras se esmera sistemáticamente en "producirse" como una mujer, contraría la afirmación


acerca de que las mujeres "no tienen".

Se presentan todo falo, restituyendo su fantasma en la escena que montan. Apuestan al


efecto sorpresa que se producirá en el partenaire, con una estética a veces grotesca,
tendiente a la belleza, que velaría la castración. Belleza y exacerbación de rasgos
feminizantes sin los cuales se haría indispensable que el sujeto se confronte con lo que lo
afecta.

En relación a los travestis proponemos, como en otros casos, que se trata del ejercicio de un
goce, en el que se recorta un objeto pulsional privilegiado: es la pulsión escópica que se
destaca y que sostiene un despliegue, un montaje que apunta a capturar la mirada atenta de
quien observa —como formando parte de la escena—, así como al efecto que produce en el
exhibirse.

En el intento de relevar el estatuto gozoso de la mirada, queremos destacar la fascinación que


ejercen los travestis sobre gran cantidad de neuróticos, quienes circulan en largas filas de
autos mientras seleccionan a su partenaire ocasional ante la vista azorada de los transeúntes.

Si bien no podríamos decir que quienes se ven convocados por esta galería de personajes
sean sujetos de estructura semejante, en esta oportunidad nos interesa plantear la arista que
compete a la fascinación neurótica por los travestis. Sin olvidar que la neurosis es subsidiaria
de una sexualidad perversa y polimorfa, también cabría aquí recordar la afirmación freudiana:
"la neurosis como negativo de la perversión".

El hecho de que ciertos neuróticos recorran compulsivamente las calles habitadas por
travestis nos ubica frente a un interrogante:

¿Qué lugar ocupa el fantasma en relación al deseo neurótico? Investigar esta cuestión nos
dará acaso la clave de lo que implica que, en la economía neurótica, el fantasma —soporte de
deseo— es tomado en préstamo de la determinación de goce del perverso.

No hay duda de que la posición del sujeto en relación al falo va a ser lo que le permita situarse
como hombre o como mujer. Si efectivamente acordamos con Lacan que la subjetividad está
focalizada en la caída del falo, no sólo nos centraremos en la emergencia del deseo sino
también en los vericuetos del goce.

- Página 2 de 7 -
Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Un relato:

Sacha, empresario de mediana edad, padre abnegado, formal y cortés, anhela reconstruir una
vez más su vida. Lo que lo trae al análisis es el relato de ciertas compulsiones que dificultan
su cotidianeidad. Si bien refiere no sentirse desprovisto —cuenta con hijos, trabajo, dinero y
alguna que otra propiedad—, sus días se ven alterados por todo tipo de impedimentos
relacionados con su aseo personal y su relación con las mujeres. Sus dificultades se ponen de
manifiesto claramente si ellas son muy bonitas o despiertan su deseo; no puede abordarlas.
Frente a las que no le interesan tanto, se siente demandado, exigido o fastidiado. Si bien su
interés por las mujeres es notable no las comprende, nunca sabe lo que realmente quieren.

Prefiere mirarlas vestidas pues a veces su sexo le produce impresión. Las elige delicadas y
muy finas. Además, es necesario que ellas no lo avancen, que sean suaves, ¡en fin!, una lista
de requerimientos no tan fáciles de hallar. Cuando por fin encuentra una mujer que cumple
con todas las cualidades y se liga a ella de modo estable, su interés decae, después de
algunos meses se le acaba el deseo. Cada vez que hace un viaje gasta plata y la pasa bien,
cuando vuelve se separa de ella.

Experto mundial en calles de putas y travestis, encuentra, en la noche, en los suburbios,


alguien que "está en el medio", ni hombre ni mujer; recalca que a él no le gustan los hombres.
No cuestiona el pago pues el trato es claro: se trata de un trámite rápido, casi una transacción
comercial. ¿Cuánto es? Tanto dinero y ¡chau! Luego se sentirá sucio, anormal, casi
devastado.

Fue un niño sumiso y obediente que pasó a ser un adolescente transgresor: montaba escenas
que hacía ver a su padre, al tiempo que despuntaba su sexualidad con "empleaditas"
degradadas, mientras el padre "hacía la vista gorda".

Si bien se resiste a relatar las fantasías que sostienen los encuentros con los travestis
—encuentros que lo dejan angustiado y desalentado—, es posible subrayar un elemento que se
repite: cada vez que se frustra un intento con una mujer, o no se cumplen las expectativas
previstas, antes de que emerja la angustia enfila con su auto hacia las calles habitadas por
travestis. Agotado por intentar entender a las mujeres, un día decidió optar por lo que suponía
más fácil. Sin embargo, esta elección le hace mucho ruido, tanto que decide la consulta.
Necesita que el análisis lo pula —dice—, que le revele cómo piensan las mujeres, si no, un día

- Página 3 de 7 -
Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
se levantará a Cris Miró y no tratará más de entenderlas. Supone que no hay que creerles,
ellas son demasiado vivas; con las prostitutas y los travestis todo es más fácil.

Hay cosas que dice no querer averiguar, por ejemplo el mito familiar que pone en duda que su
padre lo sea efectivamente. Linaje paterno de origen dudoso, que habla de un padre que, si
bien era muy derecho comercialmente, le debía a cada santo una vela. La muerte lo encuentra
lleno de deudas que Sacha se resistió a levantar pero sin embargo lo hizo.

Del padre recibe un legado: la depresión, además de varios suicidios inexplicables en


personajes masculinos cercanos y queridos que dan cuenta de frustraciones irremontables,
seres que no han podido afrontar los fracasos, ya sea económicos o personales denotando un
fondo melancólico que les hace la vida invivible.

La vía materna también lleva a cuestas las trazas de un duelo mudo, el de una niña, única
sobreviviente de una masacre pero que hizo oídos sordos a las balas, silenció el recuerdo de
sus muertos y borró las huellas de su orfandad para inventarse la alegría que la caracterizaba.
Aparente disfrutadora de la vida —aunque no del matrimonio— baila, bebe, sale (todo con cierto
matiz compulsivo), disfraza su deseo señalando una incógnita insondable al pequeño
predilecto.

Este niño tan amado, fue abandonado prematuramente sin explicaciones, internado en un
instituto a causa de desavenencias conyugales. Está lleno de preguntas que, al no haber sido
pronunciadas, no obtuvieron respuesta.

El hijo es nombrado en la lengua materna como "pajarito", feiguele (palabra extranjera que
adora y pronuncia con ternura), un nombre que no deja de sorprendernos al reconocerlo como
propio de una mujer; rasgo unario que lo representa, que conmemora la irrupción de un goce,
pajarito que le impide tachar su pene del mapa del narcisismo y presentifica una vez más
hasta qué punto gozar del propio órgano puede hacer de obstáculo para gozar del cuerpo de
una mujer.

Falóforo reluciente o caído del mapa erógeno, nunca está a la altura de las circunstancias,
entonces emergen los rituales: no puede, no le atraen, no funciona.

A posteriori, provoca sistemáticamente alguna escena en la que se pone en riesgo,


transgrede, se expone a algún peligro que luego lo atormenta. Sostiene su deseo como
imposible, vive al borde de la cornisa, agregando un poquito más de goce... que
inevitablemente da paso a la angustia, ya sea en relación al riesgo que corrió o a la
compulsión que lo habita.

- Página 4 de 7 -
Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Es protagonista del acting out que escenifica: en algunas oportunidades simplemente se
calma al transitar por las calles de los travestis; Mientras que en otras, el pasaje al acto lo
lanza, a su pesar, a distintas transgresiones. Neurótico obsesivo que de su deseo nada quiere
saber, dramatiza una y otra vez ciertas escenas que lo dejan extenuado, deprimido, fuera de
combate por un tiempo.

Sin embargo, este desafío neurótico a la prohibición y a la ley del padre no es su bandera ni
se presenta como pretensión legislar con ley propia acerca del deseo. Simplemente es posible
situar cierta posición fantasmática que, desplegada en el análisis, revela la dialéctica del ser y
del tener, recordándonos la afirmación lacaniana: "para poder tener el falo, para poder servirse
de él, es preciso no serlo".

Sacha, niño falóforo, tapón de la falta materna, paga con su ser; Como todo neurótico, paga
con una libra de carne.

Esta apuesta al goce, aunque vacilante, es apostar a la existencia del Otro, mientras se
reniega fantasmáticamente de la castración y de la muerte.

Si ser hombre es ser inevitablemente castrado, Sacha se resiste, se interroga, falla, mira, se
hace mirar en una posición masculina vacilante.

Si bien las compulsiones que lo trajeron al análisis pierden parte de su fijeza para dar lugar a
ciertas preguntas, no podríamos afirmar que las mismas puedan ser sostenidas, tenemos
dudas de que este análisis vaya a ser soportado.

Hasta aquí la muerte sólo fue imaginada como suicidio, luego será necesario relevar ¿dónde
está el gusto por la vida? Gusto incalculable en tanto no tiene huellas ni precedentes en su
historia.

Afectado por el sexo intenta, como tantos otros, desentrañar la opacidad sexual.

Para concluir:

¿Se trata de los efectos de la post-modernidad o, en su defecto, de ubicar la dimensión de


goce tan ambigua en el ser que habla? Goce a ser situado en tanto la repetición insiste y hay
un punto de pérdida.

Si, tal como nos lo propone Lacan en el Seminario XVII, "La castración es la operación real
introducida por la incidencia del significante, sea el que sea en relación al sexo", no nos queda
otra alternativa que interrogar dicha castración en tanto "Sólo hay causa de deseo como

- Página 5 de 7 -
Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
producto de tal operación y el fantasma domina la realidad del deseo".

Si no hay progreso es porque hay pérdida, nombrada en términos de goce. Pérdida que da
cuenta de qué modo alguien puede pasar del objeto pulsional que lo atenaza con fijeza a un
lugar de objeto, a la posibilidad de desprender ese objeto del campo del Otro que, en tanto
caído, funcione como causa que habilite al deseo del sujeto.

¿Habrá entonces una nueva moral sexual, afectada por el post-modernismo?

Nos resulta casi gracioso, a esta altura del trabajo, evocar una afirmación que le hace Freud a
Putnam en 1909, antes de que Putnam muera:

"La moral sexual, tal como la define la sociedad, me parece despreciable. Me identifico mucho
más con una vida sexual mucho más libre."

Esta afirmación freudiana nos pone nuevamente en la senda, evocando que lo que se puede
hacer como hombre o como mujer el ser humano lo aprende del campo del Otro del cual
depende, del significante, a veces presentificado en toda su opacidad.

Entonces, a la altura del año 2000, ¿los analistas tendríamos que responder si hay o no hay
una nueva moral sexual?

Por nuestra parte, nos interesa sostener el desafío al cual la clínica nos convoca, produciendo
la lectura de las marcas literales que dan lugar a la diferencia, resituando la articulación del
falo con la castración.

Si no hay saber acerca del sexo será cuestión de avanzar, considerando la opacidad sexual,
cuestionando sus efectos.

Quisiéremos compartir una afirmación de Jann Matlock que nos resultó de sumo interés:

"La sexualidad no tiene ningún pasado pre-moderno, entonces quizá no tenga ningún futuro
post-moderno."

Bibliografía

- Página 6 de 7 -
Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Alouch, J. y Levi Strauss C., Butler J., Matlock J. y otros,

Grafías del Eros, historia, género e identidades sexuales, Editorial EDELP

Alouch, J.

EL sexo de la verdad, Cuadernos Litoral

Dor, Joel

Estructura y Perversiones, Editorial Gedisa

Freud, S.

El Fetichismo, Editorial Amorrortu

Lacan, J.

Seminario X, "La Angustia" (versión para la circulación interna de la E.F.B.A)

Seminario XIV "La Lógica del Fantasma" (versión para la circulación interna de la E.F.B.A)

Seminario XVII "El revés del Psicoanálisis", Editorial Paidós

Millot, C.

Ex-sexo, ensayos sobre transexualismo, Editorial Catálogo Paradiso

Revista Litoral Nro. 27 La opacidad sexual

- Página 7 de 7 -
Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados

También podría gustarte