0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
16 vistas2 páginas
La Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que un menor de edad no tuvo una defensa adecuada en su proceso penal porque el defensor que lo asistió ante el Ministerio Público no contaba con una cédula profesional de abogado ni la experiencia requerida, anulando así la sentencia condenatoria.
Descripción original:
amparo Directo en Revisión 140/2015 defensa técnica de menores infractores
Título original
abstrac ADR 140 2015 defensa técnica de menores infractores
La Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que un menor de edad no tuvo una defensa adecuada en su proceso penal porque el defensor que lo asistió ante el Ministerio Público no contaba con una cédula profesional de abogado ni la experiencia requerida, anulando así la sentencia condenatoria.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que un menor de edad no tuvo una defensa adecuada en su proceso penal porque el defensor que lo asistió ante el Ministerio Público no contaba con una cédula profesional de abogado ni la experiencia requerida, anulando así la sentencia condenatoria.
En el año 2014, en el Estado de Michoacán, una persona menor de
edad, a través de su defensor particular, presentó una demanda de amparo en contra de la sentencia dictada por un tribunal de apelación, el cual confirmó la sentencia en la que se le declaró culpable del delito de daño en los bienes.
El menor sostenía que, cuando se tomó su declaración ante el
agente del Ministerio Público -misma que sirvió como prueba para declararle culpable-, no estuvo asistido por un defensor público con cédula profesional que le acreditara como abogado.
Empero, su petición de amparo fue negada, por lo que interpuso
un recurso que llevó su caso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Al abordar el estudio del caso, la Suprema Corte partió de
puntualizar que el sistema de justicia para adolescentes, si bien es un sistema especial que persigue la orientación, protección integral y tratamiento de los menores, sigue siendo de naturaleza penal, en razón de versar sobre conductas ilícitas.
Por este motivo, el derecho humano de toda persona a recibir
asistencia no sólo jurídica, sino adecuada, cuando enfrente algún proceso judicial es igualmente una prerrogativa de todo menor de edad. En este sentido, la defensa adecuada implica que la asistencia jurídica para la persona acusada sea técnica, esto es, brindada por un perito en derecho; pero además, que la defensa sea efectiva, es decir, proporcionada por una tercera persona que posea los conocimientos técnicos en Derecho, suficientes para actuar de manera diligente, con el fin de proteger los derechos procesales de la persona acusada.
Además, advirtió la Corte que este sistema de justicia se
caracteriza por la especialización de sus instituciones, tribunales y autoridades, lo que se traduce en que policías, agentes del Ministerio Público, juzgadores, defensores y, en general, quienes participen en la procuración e impartición de justicia para adolescentes, cuenten con la suficiente capacitación en la materia, que los autorice a ejercer tales funciones.
En este caso, la Suprema Corte consideró que el hecho de que
el menor de edad no haya estado asistido por un defensor que contara con cédula profesional de licenciado en derecho y al menos dos años acreditados de ejercicio en la abogacía, era razón suficiente para estimar que no satisfizo la exigencia constitucional de cumplir con el derecho fundamental a contar con una defensa adecuada.
Lo anterior en virtud de que en el expediente se observó que la
persona que asistió al menor no se identificó en la diligencia, ni exhibió la cédula profesional que justifique sus conocimientos técnicos en la rama del derecho, y mucho menos que contaba con los conocimientos especializados exigidos por el régimen constitucional.