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“Bienaventurados los que tienen sed de justicia pues ellos eran saciados “(Mateo

5:6).

Entender la cuarta bienaventuranza nos lleva a buscar lo que Jesús quiso decir con la
palabra justicia. En el judaísmo antiguo, actuar justamente significaba “exonerar,
justificar, restaurar a una relación correcta”. Los justos son aquellos que mantienen
relaciones correctas —con Dios y con las personas a su alrededor. En las relaciones
correctas, los que cometen faltas son absueltos de la culpa.

¿Alguna vez ha tenido la bendición de tener relaciones correctas? Esto fluye a partir de
la humildad (la tercera bienaventuranza) porque solo podemos formar relaciones
correctas con otros cuando dejamos de hacer que todas las acciones giren a nuestro
alrededor. ¿Usted tiene hambre y sed de relaciones correctas —con Dios, sus
compañeros de trabajo, su familia y su comunidad? El hambre es una señal de vida.
Estamos hambrientos de buenas relaciones si añoramos lo bueno para otros por su
propio bien, no solo como un bocado para satisfacer nuestras necesidades. Si vemos
que tenemos la gracia de Dios para esto, tendremos hambre y sed de relaciones
correctas, no solo con Dios sino también con las personas con las que trabajamos y
vivimos.

Jesús dice que el apetito de aquellos que tienen esta hambre será saciado. Es fácil ver
lo malo en nuestro lugar de trabajo y desear luchar para solucionarlo. Si hacemos eso,
estamos teniendo hambre y sed de justicia, deseando ver que lo malo se corrija. La fe
cristiana ha sido la fuente de muchas de las más grandes reformas en el mundo
laboral, tal vez más especialmente la abolición de la esclavitud en Gran Bretaña y
Estados Unidos y el génesis del movimiento de los derechos civiles. Pero de nuevo, la
secuencia de las bienaventuranzas es importante. No debemos hacernos cargo de
estas batallas en nuestras propias fuerzas, sino reconociendo nuestro propio vacío,
lamentando nuestra propia injusticia, sometiendo nuestro poder a Dios.

“Bienaventurados los misericordiosos, pues en ellos recibirán la misericordia


“(Mateo 5:7)

Si usted es bendecido con el dolor por sus propias fallas (la segunda bienaventuranza)
y con relaciones correctas (la cuarta bienaventuranza), no le será difícil ser
misericordioso con las personas en el trabajo o en cualquier otra parte. La misericordia
consiste en tratar a las personas mejor de lo que merecen. El perdón es una clase de
misericordia, igual que ayudar a alguien a quien no tenemos obligación de ayudar o
abstenerse de explotar la vulnerabilidad de otra persona. La misericordia, en todos
estos sentidos, es el motor de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. A través
de Él, nuestros pecados son perdonados y nosotros mismos recibimos ayuda por
medio del regalo del espíritu de Dios (1Co 12). La razón por la que el Espíritu nos
muestra esta misericordia es simplemente que Dios nos ama (Jn 3:16).

En el trabajo, la misericordia tiene un efecto altamente práctico. Debemos ayudar a


otros a obtener sus mejores resultados, sin importar lo que opinemos de ellos. Cuando
ayuda a un compañero de trabajo que tal vez no le agrada o que puede haberlo
perjudicado en el pasado, está mostrando misericordia. Cuando es el primer candidato
en una prueba y les advierte a los demás candidatos que el juez está de mal humor,
está mostrando misericordia, aunque esto les pueda dar ventaja sobre usted. Cuando
el hijo de un competidor está enfermo y usted acepta reprogramar su presentación al
cliente para que su competidor no tenga que escoger entre cuidar a su hijo y competir
por el negocio, está mostrando misericordia.

Estos tipos de misericordia le pueden costar una ventaja que de otra manera podría
haber conseguido. Sin embargo, estos benefician el resultado del trabajo además de a
la otra persona. Ayudar a alguien que no le agrada contribuye a que su unidad de
trabajo alcance sus metas, incluso si esto no lo beneficia a usted personalmente. O —
como es el caso del competidor con el hijo enfermo— si esto no
beneficia su organización, beneficia al cliente que usted aspira a servir. La realidad que
sirve de base para la misericordia es que la misericordia beneficia a alguien que no es
usted.

Un ambiente de perdón en una organización ofrece otro resultado sorprendente:


mejora el desempeño de la organización. Si alguien comete un error en una
organización en donde no se muestra misericordia, es probable que no vaya a decir
nada al respecto, esperando que no se note y que no lo culpen.

Esto perjudica el rendimiento de dos formas. La primera es que un error que se oculta
puede ser mucho más difícil de tratar más adelante. Imagine un trabajo de
construcción en donde un trabajador comete un error con la colocación de los
cimientos. Es fácil arreglarlo si se trae a la luz y se repara de inmediato, pero será muy
costoso arreglarlo después de que se construya la estructura y se hundan los
cimientos. El segundo es que las mejores experiencias de aprendizaje vienen cuando se
aprende de los errores. Como dijo Soichiro Honda, “El éxito solo se puede alcanzar por
medio de la repetición de fracasos y la introspección. De hecho, el éxito representa el
1% de su trabajo que resulta del 99% que se llama fracaso”.Las organizaciones no
tienen oportunidad de aprender si no se exponen los errores.

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