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A mis amigos

pentecostales

La calle Azusa

Una revisión histórica y 20 puntos de controversia con los


inicios del pentecostalismo
Introducción
Por Jerónimo Perles Moreno
En primer lugar, quiero dejar claro que no trato en ningún
caso de hacer proselitismo con este tratado. Por diez años de
mi vida, he pertenecido a una iglesia pentecostal
perteneciente a las Asambleas de Dios en mi ciudad de
adopción, sin contar otros diez en otra en la que nací de
carácter marcadamente carismático. Entonces, ¿por qué
embarcarme en este trabajo que me ha llevado tantas horas?

En las Asambleas de Dios he tenido la oportunidad de conocer


tres pastores (entre ellos a una pastora). Lo cierto es que me
desplacé a esta congregación por consejo de mi primer pastor,
Juan Carlos (a quien hoy en día sigo agradeciendo su
ministerio y su consejo), debido a un cambio de residencia por
motivos de peso: aquí me casé y se bautizó la que hoy es mi
mujer. Todo parecía indicar que mi crecimiento y mi vida
espiritual no se verían afectadas al llegar a esta congregación,
pues la base doctrinal simulaba ser la misma que en donde
nací de nuevo.

Hasta los nueve años de estancia todo pareció estar bien,


incluso trabajé en varias áreas de la iglesia hasta llegar a
formar parte del cuerpo dirigente de la congregación. Aunque
eso casi me cuesta la paz de mi hogar, sobre todo en periodos
de transición entre pastores (algún hermano que lea esto se
sentirá rápidamente identificado), di el esfuerzo por bueno
porque estaba sirviendo al Señor de todo corazón.

Al llegar mi décimo año de estancia, todo tomó unos


derroteros inesperados. La nueva familia pastoral llegó con
una visión que enseguida chocó con mis principios
espirituales.
Se formó en mí un conflicto que me llevó a pasar por un
estado tal de nerviosismo y de falta de descanso mental, que
se creó un sentimiento muy contradictorio: era en creyente
que debía estar gozoso por ello, pero que en cambio estaba
sufriendo.

Si bien es cierto que ciertos principios pentecostales nunca


han estado totalmente asentados en mi vida como creyente, la
doctrina de los pastores anteriores no se salían, a mi entender
y por mi experiencia, de los modelos bíblicos que reconocía en
la Escritura, y si acaso había alguna desavenencia en algún
punto, se debía a asuntos que no quedaban claros en la
Palabra, y que podían estar sujetos a interpretaciones:
ministerio de las mujeres en la iglesia, dones vigentes, etc…,
pero en ningún caso suponían un tropiezo en mi construcción
espiritual. Hicimos amigos fieles, y nos sentíamos útiles tanto
mi mujer como yo, apoyados en los ministerios que nos tenían
ocupados.

Pero como digo, todo cambió al galope. Las nuevas directrices


CHOCABAN FRONTALMENTE con mis creencias.
Empezamos a sentirnos violentos en los cultos, a no poder
participar del trabajo en equipo con el nuevo pastor, a ver
cómo personas de supuesta confianza cambiaban de la noche
a la mañana… Pero me refugié en el estudio de la Palabra, en
la oración sincera y en el consejo de mi primer pastor y
también del que actualmente lo es. En todo ello vi una
confirmación a lo que estaba sintiendo: era hora de dejar el
lugar y cambiar de escenario.

Y en ello estamos ahora. Nos sentimos felices por la decisión


tomada, y hemos recuperado la paz, y aunque lógicamente
echemos de menos algunas cosas, los amigos siempre serán
amigos, como dice la canción.
Lo cierto es que Dios nos ha ido mostrando las verdaderas
razones de nuestra marcha: No podíamos, no debíamos, ser
cómplices de conductas anti bíblicas ni de tradiciones
incomprensibles.

Es por eso que me empeñé en hacer este tratado. NO ES un


ataque al pentecostalismo, y NO ES fruto de mi experiencia
personal, sino que es la consecuencia de haber entendido qué
cosas no me hacían sentir bien.

Curiosamente, la base de este estudio está tomada de un


trabajo que me encargó el último pastor que tuvimos en
Asambleas de Dios. Era un estudio sobre los acontecimientos
de la calle Azusa, cuna del pentecostalismo moderno.
Inicialmente, se trataba de inducir a los hermanos a
introducirse en una “corriente de avivamiento”, y llevarlos a la
búsqueda de experiencias espirituales, pero… por el contrario,
estudiar la fuente de esta doctrina y de la enseñanza
pentecostal fue contraproducente para mí: me obligué a
estudiar sinceramente, y descubrí las cosas a continuación voy
a exponer. Por eso aclaro que no trato de hacer proselitismo ni
de convencer a nadie, sino que sólo pretendo exponer y poner
negro sobre blanco qué fue lo que a mí me convenció.

El texto tiene algunos comentarios. La base de este trabajo es


el libro de “La calle Azusa”, de Frank Bartleman, quien vivió
de primera mano el nacimiento de esta corriente pentecostal
que tanta aceptación ha logrado en el movimiento evangélico
de hoy en día. Detrás del trabajo, y ya al final, hay unas
consideraciones finales.

Querido lector y amigo, recibe mi más sincero abrazo, en el


deseo que puedas aprovechar la lectura. Dios te bendiga.
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Los comienzos del


Pentecostalismo - 1900
Cambio de siglo en América
A finales del siglo 19, y al
principio del 20, América
tenía un pie en el pasado de
su camino de pioneros, y el
otro en la era de la
industria. La comida era
barata, pero una llamada de
teléfono entre dos ciudades
costaba 11 dólares, más de
lo que se ganaba en una
semana. Sólo 1 de cada 10
americanos había ido a la
escuela, y hacia 1903 los
hermanos Wright lograron
construir el primer
aeroplano.

El cine ya había producido sus primeras películas que se


proyectaban en pequeños cines en la calle. Como vemos, la
nación tenía un pie en el pasado y el otro en el futuro, y así
también le pasó a la iglesia.

Todo empezó a cambiar antes del cambio de siglo, cuando el


movimiento de santidad del metodista Charles Wesley se
esparció poco después de la guerra civil americana (1861-
1865). Históricamente el movimiento de santidad tiene sus
orígenes en el metodismo, en las interpretaciones de los
escritos de John Wesley, tomando como base la reforma
protestante.
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Sin entrar en ella por no ser el tema central de este tratado,


solo me dedicaré a señalar o recordar los aspectos claves de
esa reforma, ya que como sabemos, nosotros somos llamados
los “hijos de la Reforma”:

- Sola Escritura
- Sólo fe
- Sola Gracia
- Sólo Cristo
- Sólo a Dios la Gloria

Como EEUU había sido una colonia británica (gracias sobre


todo a la derrota de la “armada invencible” española), y
gracias a la poderosa actividad misionera del metodismo, el
movimiento de santidad proveniente de las islas había
alcanzado a trabajadores y granjeros pobres (¿recuerdan “La
casa de la pradera”?). Pero sobre todo, había alcanzado a la
multitud de esclavos de color que el país tenía trabajando para
los blancos.

El metodismo en la Inglaterra del siglo


XVIII
Como hemos visto, este denominado “movimiento metodista”
tiene sus orígenes en Inglaterra, cuando un grupo de
cristianos encabezados por John Wesley, su hermano más
joven Charles Wesley y George Whitefield buscaban la forma
de renovar la Iglesia de Inglaterra en el siglo XVIII, por medio
de:

1º Un estudio centrado en la Biblia


2º Un acercamiento metódico a las Escrituras
3º La relación y el impacto de estos estudios en la vida
cotidiana del creyente.
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Quede claro que en ningún


momento ellos intentaron crear
un movimiento aparte (mucho
menos una iglesia), y ni siquiera
les gustaba que fueran conocidos
por “metodistas”, sino que
pretendían una acercamiento más
personal a la fe cristiana en la
rancia sociedad victoriana. Pero
como siempre, cuando se orquesta
una organización alrededor de
cualquier reforma, se termina
“eclesializando” el movimiento,
dando como resultado la Iglesia
Metodista tal como la conocemos
hoy en día, siendo una de las llamadas “iglesias oficiales”.

El Movimiento de Santidad
Pronto surgió en el seno de la nueva iglesia metodista el
llamado “movimiento de santidad”. Este movimiento, que
constituyó el arranque del posterior movimiento que estamos
tratando, consistía en la promoción y enseñanza de tres
conceptos básicos entre los creyentes. Estos eran:

1º Salvación y regeneración por la Gracia, por medio de la fe


2º Santificación por la Gracia y por medio de la fe
3º La certeza de la salvación por el testimonio del Espíritu
Santo

Como vemos, el primer punto es común a todas las iglesias y


al pensamiento protestante. El énfasis se hizo en el segundo
punto, en la necesidad de vivir una vida santa después de la
conversión, como paso anterior a que el Espíritu Santo nos
diera el testimonio de que hemos sido salvados.
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Como observamos, este punto fue cambiado de lugar


rápidamente tras la llegada del “nuevo pentecostés” que ahora
veremos, donde el énfasis fue puesto en una vida llena de
experiencias con el Espíritu Santo, como única necesidad
básica en la vida del creyente. Esta es una de las cosas que
definen a las iglesias de este cariz.

Volvamos al cambio de siglo. Fue por entonces cuando nuevas


denominaciones se dispersaron alrededor de EEUU, llevando
a los creyentes a un “tercer paso” en la obra de la Gracia.
Recordemos que la enseñanza histórica era que la primera
obra de la Gracia de Dios era la salvación del creyente, y la
segunda era la santificación consecuente a esa conversión.
Pero fue ahora cuando se habló de una tercera obra de la
Gracia en el creyente, que llamaron “el bautismo del Espíritu
Santo”, pero no en el sentido que posteriormente enseñó el
nuevo pentecostalismo, y que nosotros podemos observar en
la actualidad. Pero veamos algo más:

El desembarco en EEUU de
este movimiento de santidad
se produjo en Nueva York,
donde una mujer
perteneciente a la iglesia
metodista, Sarah
Lankford, comenzó a
reunirse los martes en su
casa con algunos creyentes
para promover la santidad en
la ciudad.

Un año después, se creó la


primera revista impresa
destinada a promover la idea
de que el cristiano puede vivir sin cometer ningún pecado
serio, fruto de su vida de santidad.
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Sarah y su hermana Phoebe habían experimentado algo en


aquellas reuniones que dieron en llamar “santificación
sincera”, así que comenzaron a dirigir unas reuniones
destinadas a enseñar a vivir “promoviendo la santidad”. Estas
reuniones se convirtieron en un éxito, y con el tiempo,
muchos metodistas clásicos empezaron a asistir a esas
reuniones por las cosas que allí pasaban, incluidos pastores y
maestros de la Escritura.

Algunos años después, la edición del libro titulado “La


promesa del Padre”, abrió la puerta a la participación de las
mujeres en el ministerio (lo que ha llegado hasta hoy), y
siguiendo el ejemplo de las hermanas Lankford, muchas de
ellas tomaron responsabilidades en las iglesias. Tal es el caso
de Catherine Booth, la cofundadora del Ejército de Salvación.

A estas alturas, el nuevo “movimiento de santidad” había


atraído a otras denominaciones, como bautistas y unitaristas,
por lo que los conceptos del movimiento de santidad se
habían convertido en transversales en muchas iglesias y
congregaciones.

Con estos acontecimientos, el mundo acababa de entrar en el


siglo 20. EEUU estaba bajo el mandato del presidente nº 26,
Theodor Roosevelt, y Los Ángeles estaba a punto de conocer a
la figura que iba a cambiar el cristianismo tradicional de una
manera que no nadie imaginaba. Así apareció la figura de
William J. Seymour, sin cuya presencia y enseñanzas no
hubiera sido posible la llegada de aquel nuevo pentecostés.
Vamos a detenernos con detalle en él para conocerlo, y para
comprender asuntos posteriores.

William J. Seymour
Seymour fue hijo de un esclavo, Simmon, que para conseguir
su libertad sirvió en la guerra civil en el bando de la unión.
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Simmon murió por causa de las enfermedades que contrajo en


los pantanos de Luisiana, donde nació Seymour el 2 de mayo
de 1870. Su muerte dejó su familia destrozada, y aunque ya
eran libres, muchos negros del Sur se vieron obligados a
abandonar sus casas hacia tierras más tolerantes en el Norte,
debido a la aún existente violencia racial.

La familia de Seymour, en cambio, continuó trabajando para


sus antiguos amos, donde tuvieron que luchar contra las
costumbres de las iglesias bautistas y católicas, dispuestas a la
continuidad de la separación racial, y donde pertenecía su
familia. Pero cuando tuvo la oportunidad, Seymour decidió
por su cuenta emigrar a los 25 años para encontrar un trabajo
que le sacara de la miseria, y puso rumbo a Indiana.

Seymour se integró allí en la


“Iglesia Metodista Episcopal”,
una congregación afroamericana
separada de la iglesia metodista
oficial, siendo una rama de
mucha tradición evangelística.
Allí trabajó de camarero para
mantenerse por sí mismo.
Posteriormente, Seymour se
mudó a Ohio, y después de ser
rechazado por ser negro, terminó
saliendo del metodismo
integrándose en el movimiento
llamado “la Iglesia de Dios”,
donde tomó parte de la corriente
conocida como “movimiento de santidad”, que ya hemos visto
con anterioridad.

En esta iglesia se perseguía con énfasis especialmente el


quitar ciertas cosas de la vida que son destructivas, que son
pecaminosas y que no permiten santificarte.
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Esta era una denominación pequeña en tamaño, pero muy


conocida por sus enseñanzas en santificación y en unidad
cristiana. Sus miembros vivían una vida de negación al
mundo, persiguiendo así ser como los santos del primer siglo.
No tomaban café, ni usaban prendas indecorosas ni joyas, ni
asistían a fiestas o entretenimientos populares, algo que hoy
día nos pueden parecer actitudes muy radicales.

Hago este comentario porque, aunque podamos no estar de


acuerdo con muchas actitudes de otras confesiones, todas las
prácticas que no sean radicalmente contrarias al evangelio
merecen nuestro respeto, si con ellas se persigue vivir una
vida de fe. A lo largo de la historia, los creyentes han vivido de
muchas maneras distintas, y creo que no nos corresponde a
nosotros juzgar cuáles son válidas o cuáles no. Si hoy
preguntamos en cualquiera de estas iglesias sobre cuál es el
fundamento de su fe, todas contestarán: “Jesucristo”.

Sigamos con Seymour. Al poco tiempo de estar como


miembro de la “Iglesia de Dios”, perteneciente al movimiento
de santidad, enfermó de viruela, perdiendo la visión en un ojo.
Lejos de desanimarle, parece que su enfermedad le impulsó a
dedicarse el resto de su vida en lo que él pensaba que era la
obra de Dios.

En 1905 Seymour se mudó a Houston (Texas), donde una


predicadora del movimiento de santidad llamada Lucy
Farrow, líder de un grupo de ex bautistas que fueron
excomulgados por haber abrazado al nuevo movimiento, le
presentó a Charles F. Parham, que realizaba una campaña
evangelística en la ciudad. Vamos a conocer a este personaje,
que resultó vital para el nuevo movimiento pentecostal.

Charles F. Parham
Siempre ha habido muchas discusiones sobre donde empezó
el movimiento pentecostal.
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Pero realmente podemos decir


que la doctrina y la experiencia
de la que fue pionero Parham
en 1901 en Topeka (Kansas),
fue el verdadero comienzo del
movimiento carismático, que
enseguida se distinguió por la
perseguir la presencia
manifiesta del Espíritu Santo.

Su discípulo Seymour fue el


que, al llegar a Los Ángeles,
llevaría las enseñanzas de
Parham a la calle Azusa,
convirtiéndose a partir de ahí el
pentecostalismo en un
movimiento mundial.

Parham era un muy joven pastor de una iglesia metodista en


Kansas. En 1898 inició un “hogar de sanidad” en Topeka
(Kansas), donde se invitaba a los alumnos a estudiar las
Escrituras en la comunidad de un pequeño instituto bíblico.
Los alumnos no pagaban sus estudios, sino que se les
enseñaba a vivir por la fe. Al final del primer curso, Parham
quiso motivar a sus estudiantes a encontrar la prueba bíblica
para el bautismo en el Espíritu Santo.

Todos juntos, maestro y alumnos, concluyeron que la


evidencia inicial de tal bautismo era hablar en distintas
lenguas, o sea, idiomas desconocidos para ellos, según como el
Espíritu lo dirigiese. Los versículos tomados para esta
enseñanza fueron Hechos 2:4; 10:45-46 y 19:6.

Pero esta enseñanza iba a constituir más adelante el primer


conflicto pentecostal, que todavía colea en la iglesia actual:
Parham nunca enseñó a sus estudiantes que el don de lenguas
fuera el poder de hablar en “lenguas angelicales”.
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De otra forma, que la manifestación del bautismo en el


Espíritu fuera proclamar cosas ininteligibles, sino que él
enseñó que era el poder de hablar otros idiomas sin previa
preparación, lo que haría posible la evangelización en otros
países.

Este manifestación, por tanto, no constituye tener el don de la


“Glosolalia” (hablar en un lenguaje no conocido), como hoy
día se enseña en la práctica totalidad de las iglesias
pentecostales o carismáticas, sino del don de la “Xenoglosia”,
es decir, hablar en idiomas conocidos sin haberlos aprendido
anteriormente, como realmente sucedió el día de Pentecostés
con las 120 personas que estaban en el aposento alto. Por la
Escritura podemos ver que el don apostólico de las lenguas no
era una forma de vocalización irracional, sino el milagro de
hablar en idiomas nunca aprendidos.

Volvamos a Parham. Las enseñanzas de su escuela bíblica


eran las propias del movimiento de santidad de la época, es
decir:

- Justificación por la fe
- La santificación como segunda obra de la gracia
- Certeza de salvación por el testimonio del Espíritu
Santo (3º obra del ES)
- La sanidad divina actual
- La segunda venida de Cristo antes del milenio

Parham era reconocido también por predicar sobre el


Evangelio completo.

En el año 1900 (seis años antes de los acontecimientos de


Azusa), tenía unos 40 alumnos. Una de ellos, una joven de 18
años llamada Agnes Ozman, pareció ser bautizada en el
Espíritu Santo tras pedirle a Parham que orara por ella, y
comenzó a hablar en otras lenguas (concretamente en chino),
entre otros idiomas.
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Algunos días después, Parham,


su esposa y doce estudiantes más
también dijeron recibir el
Espíritu Santo con la señal inicial
de las lenguas. Él mismo aseguró
haber hablado en sueco y otros
idiomas…

Pero una duda surgió de


inmediato en el mismo seno de la
comunidad: aproximadamente la
mitad de sus alumnos no
quedaron convencidos por los
sucesos, y abandonaron el
instituto. Alguno incluso dijo de ellos al salir que “estaban
todos locos”. No parece desde luego una repetición natural del
Pentecostés primitivo. Que no hubiera unanimidad entre los
presentes en cuanto a la presencia de señales nos hacen, al
menos, dudar. Además, en el día de Pentecostés todos los
presentes quedaron “asombrados” cuando ocurrió el suceso, y
no salieron corriendo.

Parham siempre contó que este “bautismo en lenguas” vino


como resultado de un intenso estudio de las Escrituras en
cuanto a la “evidencia” de haber recibido el Espíritu Santo.
Sea como fuere la percepción del lector sobre estos
acontecimientos, lo que sí llama la atención es que tomara
como base para esta doctrina el ESTUDIO de las Escrituras.
Este apartado tan importante es seguramente la pata más
corta de la iglesia hoy en día, y cualquier doctrina y enseñanza
que antes no haya tenido un sólido estudio bíblico, debería
carecer de validez.

Hoy ya nos hemos acostumbrado a escuchar en nuestras


congregaciones que “esto es así” porque forma parte del
argumentario del movimiento en sí, o porque el pastor así lo
enseñó. Por desgracia, ellos son igual de víctimas.
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En fin, si de algo pudieron presumir las enseñanzas de


Parham es de haber ido a la Fuente. Otra cosa es el acierto de
la interpretación, como ahora veremos.

Tanto Ozman como Parham parecieron incurrir en


contradicciones en cuanto al método y cronología de los
sucesos al relatar cómo éstos habían ocurrido. La alumna
Ozman contó que el bautismo en el Espíritu Santo había
surgido de manera espontánea al orar, antes incluso de haber
estudiado el asunto, mientras que Parham relató que aquello
ocurrió después de haberlo comprobado en las Escrituras.
También ella contó cómo estuvo tres días sin poder volver a su
idioma natal, mientras Parham relató que al día siguiente
Ozman volvió a hablar inglés, su idioma natal.

Además, no sólo decían hablar en lenguas, sino que también


“escribían en lenguas”. Ellos anotaban lo que creían que eran
caracteres de una lengua extranjera, pero las fotografías de
estos mensajes fueron publicadas en periódicos de Topeka y
Los Ángeles, y los rayones que escribían no formaban parte de
ningún lenguaje conocido y eran completamente
incomprensibles.

Aunque estos detalles y otros más conocidos deberían haber


sido suficientes para no continuar por esa vía, lo cierto es que
a partir de esta experiencia, Parham construyó la teoría
pentecostal de que hablar en lenguas era la evidencia bíblica
de que alguien había sido bautizado por el Espíritu Santo.
Llegó con ello a la conclusión de que la experiencia que habían
recibido era mayor que lo que el “Movimiento de Santidad”
había enseñado hasta entonces.

Parham concluyó que ésta era una experiencia crítica y


necesaria en la vida del creyente, tal como se expresa en el
testimonio común de los primeros pentecostales: “Gracias a
Dios, yo soy salvo, santificado, y lleno del Espíritu Santo”.
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Parham creyó que ésta era una dotación de poder para el


servicio, y por primera vez pensó que el hablar en lenguas
ayudaría a fortalecer las misiones extranjeras, y que podrían
viajar y predicar sin necesidad de asistir a una escuela de
idiomas. Lo único que tenía que hacer el creyente era pedirle a
Dios el poder de hacerlo. Dios se lo daría si eran dignos y
buscaban con fe.

Pero a pesar de las garantías que Parham ofrecía, su estrategia


misionera resultó un fracaso contundente. La idea que tenían
del don de la Xenoglosia, que ellos confundían con los
balbuceos que realizaban, se convertirían en vergüenza
cuando poco después los obreros pentecostales fueron a los
campos misioneros, y encontraron que sus oyentes no los
entendían. Cuando regresaron decepcionados y con
sentimiento de fracaso, los pentecostales se vieron obligados a
reconsiderar su punto de vista inicial del hablar en lenguas,
pero ya era tarde para parar toda la maquinaria de una
enseñanza eminentemente emocional.

Durante 4 años, del 1901 al 1905 (un año antes de los


acontecimientos de la calle Azusa), Parham y su equipo
predicó el nuevo mensaje pentecostal. La gente se convertía
masivamente en las reuniones a donde iban, aun cuando se le
acusaba de ser el líder de una secta. En 1905 trasladó el
instituto bíblico a Texas, donde las mismas “manifestaciones”
del bautismo en lenguas se seguían produciendo.

En poco tiempo, aseguraron alcanzar los 25000 seguidores en


varios estados, y su obra llamada de “Fe Apostólica”, de la que
Parham se proclamó “proyector”, sólo contaba con el carisma
y la enseñanza de éste, ya que se oponía radicalmente a
cualquier forma de organización eclesiástica.

Hasta aquí encontramos la secuencia, un tanto romántica


según quien la lea, del proceder de Parham en cuanto a la
predicación de su doctrina.
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Pero no es difícil encontrar documentación alrededor de estos


hechos. Parham salió a predicar por otros estados de
alrededor debido a que se vio obligado a cerrar la escuela
bíblica en Topeka.

Su partida de Kansas pareció deberse a que una niña murió


porque sus padres se negaron a darle tratamiento médico, y
en su lugar buscaron la sanidad mediante el ministerio de
Parham, una sanidad que nunca llegó. Esta marcha a Texas le
hizo conocer posteriormente a Seymour.

Algunos episodios le dieron fama de líder sectario. Por


ejemplo, en 1906, un poco antes de ir a Texas, Parham celebró
una serie de reuniones en la ciudad de Zion (Illinois), y unos
meses después cinco de sus seguidores golpearon hasta la
muerte a una mujer con discapacidad en un intento de
expulsar de ella al demonio del reumatismo. Aunque Parham
no estaba presente en los hechos, el juicio por el asesinato
subsiguiente tuvo publicidad a escala nacional, y los
periódicos de todo el país identificaron a los asesinos como
“miembros de la secta de Parham”.

Él mismo no fue acusado en este caso, pero sí fue puesto bajo


vigilancia, y se convirtió en sinónimo de un fanatismo
religioso mortal. Seguramente debido a esta fama, otras
historias no contrastables terminaron acusándole de otros
delitos de homosexualidad y sodomía.

Lo verdad de todo esto es que la primera vez que el mundo


escuchó de que había “un nuevo Pentecostés” señaló siempre
a lo sucedido en la calle Azusa años más tarde. Pero el
Pentecostés americano realmente empezó en Topeka, aunque
para el resto del mundo empezara en Los Ángeles, con los
acontecimientos que nos disponemos a ver.

***
20 | L a c a l l e A z u s a

Una vez que Seymour y Parham se conocieron, Seymour


estudió bajo la fe Apostólica evangelística, donde fue
enseñado en las tres fases de la obra de la gracia en el
creyente, según el metodismo original, y de donde parten
todos estos acontecimientos (es importante entender este
punto):

- 1º Salvación,
- 2º Santificación y
- 3º Bautismo en el Espíritu Santo.

Cuenta la historia pentecostal que


a Seymour no se le permitía
sentarse al lado de sus hermanos
blancos en las clases, ni tampoco
estar con ellos en los servicios
religiosos. Esas humillantes
circunstancias parece que no le
echaron atrás, sino que enfocaron
más su atención en las
enseñanzas que estaba
recibiendo. Años más tarde
Parham dijo de él que era “el
hombre más humilde que había
conocido”.

A pesar de las leyes de segregación que aún existían en el sur,


Seymour pudo asistir a las clases dictadas por Parham, y
aceptó libremente sus radicales enseñanzas, a pesar de su
educación bautista. Curiosamente, a Seymour solo se le
permitía escuchar los estudios bíblicos desde afuera en el
pasillo por su condición de negro.

Fue a raíz de la práctica y enseñanza de la segunda obra de la


Gracia (la santificación), donde el grupo de Topeka y otros
grupos en diferentes partes del país, creyeron agradar a Dios.
L a c a l l e A z u s a | 21

Desde aquel entonces, ellos empezaron a vivir sus vidas


entendiendo que las energías de uno mismo no son suficientes
para lograr la santificación. Este parecer en sí mismo es
coherente con la fe cristiana, pero el cambio en las prioridades
para vivir una vida de fe hicieron que desenfocaran la doctrina
bíblica sobre el Espíritu Santo, y lo que significó Pentecostés.

Pero por lo que podemos ver en esta primera fase, este nuevo
pentecostés del movimiento carismático no podía ser más
diferente al original del libro de Hechos. Veamos algunos
detalles:

1º Las doctrinas originales surgen de la deficiente enseñanza


del movimiento de santidad: afirmaron equivocadamente que
los creyentes pueden experimentar una “segunda bendición”
posterior a la primera y definitiva bendición de la salvación,
algo que la Biblia no menciona.

Este es el momento en el que afirman alcanzar un estado de


“perfección cristiana” en esta vida (ninguna enseñanza sobre
este punto está considerada como sana en las iglesias
evangélicas actuales, salvo en aquellas que inciden en la
“teología de la prosperidad”).

2º El bautismo del Espíritu Santo, el que constituía la tercera


obra de la Gracia que predicaba el movimiento de santidad del
siglo 19 no tiene nada que ver con la “experiencia” en el
Espíritu, sino con el testimonio que Él da como consecuencia
de la santificación en nuestra vida (como un sello de validez).
En nada era lo que el pentecostalismo posteriormente vinculó
con el hablar en lenguas.

3º El “nuevo pentecostés” se caracterizó por una incoherencia


en cuanto a los testimonios de testigos presenciales,
produciendo experiencias religiosas falsas, y sobre todo,
carecía del testimonio del poder del Espíritu Santo.
22 | L a c a l l e A z u s a

El Espíritu fue quien no sólo provocó la predicación ardiente


de los apóstoles, sino que a lo largo de sus días produjo una
santificación continua en sus vidas, algo que no vemos en los
protagonistas de este estudio, y que hoy día no se enseña en
las iglesias pentecostales, si acaso de manera superficial.

Una cita “divina”


Mientras realizaba los estudios bíblicos en la escuela de
Parham en Houston en 1905, Seymour llegó a pastorear una
pequeña “iglesia de santidad”, perteneciente a la reverenda
Lucy Farrow, quien fue la encargada de presentar a Seymour
ante Parham.

Desde Los Ángeles había


llegado una visita a esta
pequeña congregación. Se
trataba de Milly Terry, que
acudió a los servicios
religiosos mientras Seymour
estaba al cargo de la iglesia, y
cuando ésta regresó a Los
Ángeles lo hizo impresionada
con él. Terry recomendó a
Seymour a un pequeño grupo
de creyentes en Los Ángeles
que pastoreaba la reverenda
Julia Hutchinson.

Este grupo envió a Seymour el pasaje de tren, invitándolo para


que fuera a Los Ángeles. Pero Parham no sentía que Seymour
estuviera listo para pastorear una congregación, aunque
sintiera el llamado de forma diferente. Así escribió Seymour al
respecto:

“Fue un llamado divino el que me trajo desde Houston a Los


Ángeles.
L a c a l l e A z u s a | 23

El Señor puso en el corazón de uno de los santos de allí


escribirme a mí para realizar mi trabajo, por lo que sentí que
era de parte del Señor y que me estaba guiando. El Señor
envió por mí, y yo vine a tomar el encargo de una misión en la
calle Bonnie Brae”. Con este pensamiento sobre que fue el
Señor quien hizo su llamamiento, Seymour tomó la decisión
de desplazarse a Los Ángeles.

Mientras su tren iba hacia el oeste cruzando el desierto de


Arizona, sólo había 46 estados en la nación, el presupuesto de
todo el país era de 46 millones de dólares, el Titanic no había
sido todavía empezado, y la construcción más alta del mundo
era la torre Eiffel. Estaba cruzando una América donde 2/3 de
la población vivía en el campo, había 8000 coches en EEUU
pero sólo 200 kilómetros de carreteras, y aún no había en Los
Ángeles ningún rascacielos.

Seymour llegó a la estación de Santa Fe el 22 de febrero de


1906. En ese ambiente se podía encontrar hispanos, alemanes,
chinos, rusos e ingleses. Seymour se encontró con una ciudad
de 230.000 habitantes, que crecía un 15% cada año. La vida
religiosa de la ciudad estaba dominada fundamentalmente por
tres personajes: Joseph Smale, Phineas Bresee y Frank
Bartleman, imprescindibles para conocer lo que había de
suceder en Los Ángeles a partir de ese momento. Vamos a
conocerlos brevemente.

Tres personajes – 1. Joseph Smale


Inglés de nacimiento, fue entrenado en el ministerio en el
instituto bíblico de Spurgeon. Había convertido la enorme
Primera Iglesia Bautista en la “Iglesia del Nuevo Testamento”,
como consecuencia de los acontecimientos de la misma índole
que en Gales se estaban haciendo sentir como en Los Ángeles
en ese momento. Smale creyó ver el mover de Dios a través
del “movimiento de santidad”, y decidió viajar a Gales a ver a
Evan Robert, líder del avivamiento galés de 1904.
24 | L a c a l l e A z u s a

Aunque no sea el objeto de este


estudio, veamos algo de lo que
ocurrió allí, tomando todo de
relatos de la época. Es importante,
porque todo lo que había de pasar
posteriormente en Los Ángeles
tendría como referencia este
acontecimiento, en su intento de
repetirlo.

(Al mismo tiempo en Gales)


Creyentes de toda Norteamérica y de todo el mundo vinieron
a experimentar lo que allí sucedía, como en el caso de Smale.
Los periódicos locales y nacionales en toda Gales hablaban de
ello, y toda la sociedad hablaba, a favor o en contra, pero a
nadie resultaba indiferente lo que estaba ocurriendo en la
Iglesia.

Los informes se hacían eco de que cientos de alcohólicos


abandonaron las cantinas para volverse sobrios y padres de
familia ejemplares, por lo que muchas tabernas cerraron por
falta de clientes. Prostitutas y personas marginales cambiaron
radicalmente, y visiblemente, de vida. Los eventos deportivos
se suspendieron, ya que nadie iba a verlos, y hasta los
deportistas estaban en el culto. Las compañías teatrales
dejaron de ir a Gales porque no tenían público, las personas
solo querían oír la Palabra de Dios.

El índice de delitos y criminalidad bajó drásticamente, y hasta


los tribunales tuvieron la mitad de trabajo que antes del
avivamiento. Las comisarías se vaciaron, no había
detenciones, incluso los policías asistían a las reuniones. Los
negocios locales cerraban durante el culto para que los
empleados pudiesen asistir.
L a c a l l e A z u s a | 25

Es bien conocida la anécdota de que ante la conversión de


muchísimos mineros que trabajaban en las minas de carbón,
los caballos debieron ser reeducados, ya que habían sido
adiestrados a obedecer órdenes con malas palabras, pero
ahora como el vocabulario de los mineros había cambiado
hubo que enseñarles a reaccionar a un “nuevo lenguaje”.

Estas cosas, aunque pudieran parecernos detalles menores,


son las que dan fe de un genuino avivamiento, pues si sólo
cambia la congregación pero la sociedad no es impactada en
hechos concretos, es de temer que no sea un avivamiento sino
un simple emocionalismo que queda en el pequeño círculo
eclesial.

El papel de Evan Roberts en el avivamiento no fue nada


convencional. A menudo simplemente guiaba a la gente en
oración o leía las Escrituras. En otras ocasión se quedaba
sentado tranquilamente, mientras la gente, uno por uno,
confesaban sus pecados o daban testimonio de la victoria y del
poder de Cristo en sus vidas.

También contaban las crónicas que había tiempos de


adoración que duraban horas. Roberts solo daba instrucciones
de vez en cuando, y dejaba que el Espíritu Santo hiciera el
resto. Él era un ejemplo constante, no de como predicar, pero
sí de como dejarse guiar por el Espíritu.

Una de las características principales del avivamiento fue la


confesión de pecados, no solo entre los incrédulos, sino entre
los cristianos. Durante todo el avivamiento, Evan Roberts
enfatizaba constantemente en la necesidad de tratar
honestamente con el pecado, la obediencia completa hacia el
Espíritu Santo, y la preeminencia del Señor Jesucristo.

Y es que un genuino avivamiento debe no solo impactar a la


iglesia, sino a la sociedad donde esa iglesia se mueve.
26 | L a c a l l e A z u s a

En el avivamiento de Gales la iglesia se despertó a la oración


intensa, los cultos se prolongaban hasta la madrugada, la
gloria de Dios era palpable y las almas caían en profunda
convicción de pecado.
***
Cuando Smale retornó a
Los Ángeles, lo hizo lleno
de energía por la
experiencia en Gales, listo
para servir como
instrumento para
anunciar y prometer a su
congregación que el
avivamiento aún no había
llegado, pero que estaba
próximo. Se reunió con
su iglesia con la
esperanza de esa llegada,
pero después de 15
reuniones de
avivamiento, se desató en
su congregación la
impaciencia y fue puesta
en duda su promesa. De este modo, los ancianos de la iglesia
bautista de Los Ángeles votaron para echar a Smale.

Según las posteriores crónicas de la prensa pentecostal, ésta


fue la manera en la que el pastor Smale y su Iglesia del Nuevo
Testamento se unieron al movimiento de Los Ángeles en
Febrero de 1906: a través de los servicios donde se oraba
pidiéndole a Dios que derramara de Su Espíritu con señales.

Y mientras que esta congregación oraba, Julia Hutchinson y 8


familias habían enviado a Seymour un pasaje de tren, y
esperaron su llegada. Desde luego, no fue la manera en la que
la congregación de Smale esperaba el avivamiento.
L a c a l l e A z u s a | 27

Tres personajes – 2. Frank Bartleman


El segundo de los personajes que
estamos viendo era un hombre
extraño con un pedigrí raro.
Nació en Pensilvania. Su padre
era católico romano, y su madre
cuáquera, una mezcla rara, ya
que éstos no son fácilmente
accesibles. Los cuáqueros (del
inglés, “Quake”, que significa
“temblor”, en referencia a que
eran movidos por el Espíritu), se
rigen por la sobriedad extrema, y
viven apartados en pequeñas
comunidades. El estado de
Pensilvania y el de Delaware
tomaron sus nombres de William Penn y Thomas West,
pioneros americanos que fueron cuáqueros. Esto nos hace ver
la importancia de este movimiento alcanzado a mediados del
siglo 18.

Frank Bartleman se convirtió de joven en una iglesia bautista


en Filadelfia, y se sintió llamado al ministerio. Pero no fue en
esta iglesia donde alcanzó relevancia, sino tras su conversión
al pentecostalismo. Alcanzó el ministerio de la Palabra
(predicador), en 1892, pero su verdadero llamado era al
evangelismo en las calles.

En 1905, un año antes del avivamiento en la calle Azusa,


empezó su carrera como escritor. Su obra más conocida fue
“La calle Azusa”, que ha servido de guía para la realización de
este estudio, en el que, como veremos, describió los eventos
que sucedieron en aquel local de Los Ángeles.

Sus escritos sirvieron como inspiración para el avivamiento


pentecostal en muchas partes del mundo.
28 | L a c a l l e A z u s a

Después de terminados aquellos acontecimientos, retomó su


carga como evangelista en los peores barrios de la ciudad.
Bartleman no estuvo en conexión con los acontecimientos con
Parham en Topeka, Kansas, sino que él llegó a Los Ángeles
desde el Este, y no hubo contacto entre él y Parham antes de
que éste llegara y se encontrara con Seymour.

Pocas personas reconocen el crítico papel desempeñado por


Frank Bartleman. Sus artículos acerca de la Calle Azusa
fueron publicados una y otra vez en la prensa del movimiento
de Santidad de su tiempo. Sus centenares de entusiastas
informes sobre los cultos de la Calle Azusa esparcieron las
noticias del avivamiento pentecostal por el mundo entero. Sus
artículos eran leídos con avidez en el sur de los Estados
Unidos. Esto ayuda a explicar el hecho de que la primera parte
del mundo donde el pentecostalismo echó raíces profundas
fuera precisamente esa región.

En otra de sus obras, “Cómo llegó Pentecostés a Los Ángeles”,


Bartleman daba unos relatos sumamente gráficos como
testigo presencial de las reuniones de Azusa. Sin el periodismo
de Bartleman, es de dudar que el avivamiento de la Calle
Azusa hubiera hecho el impacto que tuvo en el mundo entero.
El poder de la prensa religiosa es uno de los legados
perdurables de la Calle Azusa.

Pero Bartleman no estaba solo en esa cruzada por el


avivamiento. Además de Joseph Smale, ya muy influido por el
avivamiento en Gales, se encontraba en Los Ángeles un
hombre llamado Phineas Bresse.

Tres personajes – 3. Phineas Bresse


Bresse había fundado la “Iglesia Pentecostal del Nazareno” en
1895, en un intento de preservar la enseñanza del movimiento
de santidad, que según él, se estaba perdiendo en la iglesia
metodista en la que originalmente se creó.
L a c a l l e A z u s a | 29

Phineas Bresse había sido un


ministro ejemplar de esta iglesia
hasta su salida para crear su
propia congregación. Bresse
comenzó su trabajo en la obra
misionera Peniel, en la zona más
pobre de la ciudad, en un intento
de imitar la obra de Wesley un
siglo atrás en Inglaterra, al
ministrar a los desheredados por
la sociedad de Los Ángeles. Sus
seguidores se estaban
convirtiendo rápidamente en la
iglesia del movimiento de santidad más grande de los EEUU.

La preparación en Los Ángeles


Mientras Seymour permaneció estudiando con Parham en
Topeka, y soportando como negro las leyes racistas aún
vigentes, en Los Ángeles se fue preparando el ambiente para
los acontecimientos. Según dijo Bartleman, “sería un gran
error decir que el movimiento pentecostal vino por causa de
un predicador o algún hombre que oró o predicó, el
pentecostés no calló de repente del cielo”, sino que ocurrió
tras un cúmulo de circunstancias.

Esto fue exactamente lo que pasaba durante el año 1905,


mientras Bartleman trabajaba en las calles de Los Ángeles,
anunciando el avivamiento por donde quiera que fuera, como
hacían a diario los bautistas. Mientras, pasaba las noches
orando, y los días predicando y repartiendo tratados, y
prometiendo a la ciudad que un avivamiento venía. Así
mismo, el empeño de Bresse por mantener viva la llama de la
santidad, y el llamado de Smale a esperar anhelantes un
avivamiento nunca antes visto, inspirado por los
acontecimientos de Gales, hacía de Los Ángeles el mejor
campo abonado para lo que había de suceder.
30 | L a c a l l e A z u s a

La llegada de Seymour a Los Ángeles, por tanto, no pudo ser


en un mejor clima espiritual. Muchas de las iglesias de
distintas denominaciones estaban experimentando un
crecimiento notable. Cuando Seymour llegó, Los Ángeles tenía
266 iglesias, o una iglesia cada 1000 personas, y en febrero de
aquel 1906 los corazones de muchos creyentes estaban
encendidos, conmovidos por la promesa de lo que había de
llegar.

Las crónicas cuentan que ellos sentían como si el mismo Dios


estuviese parado en la puerta para entrar. Cuando llegó la
manifestación del “nuevo pentecostés” no vino como un gran
fuego, sino que parecía ser el fruto de años de preparación y
espera.

“El nuevo pentecostés”


Retomemos la historia con el joven William J. Seymour. Si
tuviéramos que decir quien fue el “Lutero” (entiéndase bien)
del movimiento pentecostal del oeste de EEUU, tendríamos
que hablar de Seymour. Y que la iglesia donde “colgó sus
tesis” fue una pequeña iglesia de afroamericanos integrada en
la ciudad de Los Ángeles.

A lo largo de su vida Seymour tuvo relación con diferentes


grupos religiosos, y con gente precursora de lo que hoy es el
pentecostés moderno. Seguramente que Seymour y los que
estaban con él sentían sinceramente que el avivamiento no se
trataba de ellos, sino que fueron humildes con personas de los
peores sitios de la ciudad, y creo que esa humildad fue visitada
por Dios.

Lo que produjo aquella actitud es lo que estamos estudiando,


pero queda claro que nació uno de los más grandes
movimientos que en la historia de la cristiandad jamás se haya
producido.
L a c a l l e A z u s a | 31

En la calle Azusa en Los Ángeles es donde nació


históricamente el movimiento carismático pentecostal, y
donde se señaló un despertar espiritual para muchas personas
y para muchas iglesias, como respuesta global a su necesidad.
Este despertar no sólo se demostraba con la “prueba” de
hablar en lenguas, sino con manifestaciones de lo
sobrenatural que se caracteriza por la enseñanza del carácter y
el poder del Espíritu Santo. Pero por desgracia, este despertar
no estuvo libre de muchas contradicciones y de, como no,
imposiciones humanas. Nos disponemos a verlas ahora.

Ahora bien, si los acontecimientos de la calle Azusa fueron el


germen del pentecostalismo moderno, la desinformación de
los hechos por parte de los fieles de este movimiento es muy
preocupante, sobre todo porque quien no conoce la historia
está condenado a repetir sus errores. Por lo general, hay poco
interés (o desconocimiento) de los líderes en sus iglesias en
enseñar sobre sus orígenes, lo cual me hace pensar: ¿Viven los
pentecostales desconectados de su propia historia?

La historia ha de ser compartida y ha de ser enseñada.


Tenemos la responsabilidad de compartir con todas las
generaciones nuestra propia historia. ¿Quiénes somos? ¿Por
qué oramos como oramos? ¿Por qué adoramos como
adoramos? No se trata de un juicio de valor. Con esto critico
abiertamente a todos aquellos líderes que tienen como
respuesta el “esto es así”, o que atienden simplemente a la
tradición de su denominación.

El hecho de creer con fundamentos sólidos es una de las más


grandes bendiciones en la vida de un creyente. No debería
haber temor en una enseñanza clara sobre las creencias de un
movimiento, y sí a realizar un simple adoctrinamiento sobre
ellas.

***
32 | L a c a l l e A z u s a

El púlpito está listo


Habíamos dejado a Seymour recién llegado a la estación de
Santa Fe en Febrero del 1906, con el llamado a pastorear una
pequeña congregación.

En la comunidad negra de Los Ángeles se había desarrollado


una rica vida social y religiosa durante los últimos años del
siglo anterior, y muchas de las iglesias metodistas, bautistas y
de Santidad, cuyos fieles eran de color, se habían centrado en
la comunidad negra que se reunía en torno a la calle Bonnie
Brae. Cuando la reverenda Hutchinson invitó a Seymour a
pastorear su iglesia, ella fue acusada de, en realidad, querer
entregar la pequeña congregación bautista en sus manos.

Pero enseguida se presentó un gran problema: Después de


oírle predicar en contra de la doctrina de ella en cuanto a las
lenguas del día de Pentecostés (Hechos 2:4), y su posición
pre-milenarista sobre la segunda venida de Cristo,
(enseñanzas que Seymour había recibido en Topeka bajo el
discipulado de Parham), Hutchinson le dejó rápidamente
fuera de la congregación. Cuando llegó a la iglesia al domingo
siguiente, encontró que Hutchinson había cerrado con
candado la puerta.

Curiosamente, esta misma reverenda Hutchinson sería de las


primeras conversas en la obra de la calle Azusa. Pero los
ancianos de la pequeña iglesia rechazaron inmediatamente la
enseñanza de Seymour, principalmente porque él no había
experimentado la manifestación de lo que estaba predicando.

Entonces, después de sólo una semana en Los Ángeles, el


hombre de la santidad que vino recomendado desde Houston
a pastorear acabó sin bienvenidas, sin trabajo y sin ánimo.
L a c a l l e A z u s a | 33

La comunidad negra se enteró


de la situación de Seymour, y
le invitaron a reunirse en una
casa de la misma calle Bonnie
Brae, que él inmediatamente
aceptó. La casa era propiedad
de Edward S. Lee, un
miembro de la misión Peniel
del pastor Bresse. Sabiendo
que su invitado no tenía a
donde ir, hizo que Seymour se
quedara en su casa, aunque no
sabía muy bien qué hacer con
él después del culto, ni
Seymour tenía dónde ir
después. Así, que una vez que
Seymour se quedó allí alojado,
parece que los dos hombres se volcaron en la oración.

Ellos contaron que algunas veces oraban toda la noche, de


manera que por la mañana Lee se incorporaba de sus rodillas
para ir incorporarse al banco donde trabajaba, mientras
Seymour se quedaba orando en su casa y leyendo la Palabra
de Dios. Según los días iban pasando, otros creyentes que
escuchaban a Seymour orar con devoción llegaron a la casa, y
se le unieron en la oración. La compañía hizo que Seymour
aumentara su tiempo de oración diaria de 5 a 7 horas.

Dos creyentes, Richard y Ruth Asbery, le invitaron para


realizar un servicio religioso en casa de ellos. Después de esa
invitación, y dada la cantidad de gente que empezaba a
reunirse, Seymour requirió la ayuda de dos miembros de la
iglesia de Parham en Houston, Joseph A. Hall y Lucy Farrow,
y a la llegada de ellos empezó una temporada de oración en la
casa de la calle Bonnie Brae.
34 | L a c a l l e A z u s a

Llegado el día 6 de abril, Seymour propuso un ayuno de 10


días a su pequeña congregación de creyentes. Se
comprometieron con él el propietario de la casa y su esposa, el
matrimonio Asbery y una mujer llamada Jenny More, quien
después llegó a ser la esposa de Seymour. La noche del 9 de
abril, tres días después de comenzado el ayuno, Lee (el
propietario de la casa) y Seymour caminaron hasta la casa de
los Asbery después de haber cantado y orado mucho para
celebrar una reunión. Seymour predicó en esa reunión de
nuevo sobre el pasaje de Hechos 2:4.

A eso de las 6 de la tarde, Seymour oró por Lee y su amigo


empezó a hablar en lenguas, al mismo tiempo que Jennie
More se calló de una silla. Ella lo contó así: “El poder de Dios
cayó y yo fui bautizada en el Espíritu Santo con fuego, con la
evidencia de hablar en lenguas mientras estaba mirando hacia
Dios. Sentí como si una vasija se rompiera dentro de mí y
agua corriera por todo mi ser, y cuando alcanzó mi boca salió
como un torrente de palabras en diferentes lenguajes según
Dios me había dado. El mensaje vino con tal poder y tan
rápido que algunas palabras pudieron ser reconocidas e
interpretadas en inglés (su idioma)…

Yo canté en el poder del Espíritu en muchas lenguas en la casa


donde estaba la reunión, y el espíritu me llevó hasta el piano y
toqué cantando según lo que me inspiraba, pero yo nunca
había aprendido a tocar antes”.

La tercera obra de la Gracia –


El bautismo en el Espíritu Santo
Expliquemos un poco lo ocurrido según el pensamiento y
la creencia pentecostal:
L a c a l l e A z u s a | 35

El pentecostalismo expone que el bautismo del Espíritu Santo


sucede cuando la presencia de Dios opera en esa persona, y
cuando Dios está operando hay manifestaciones, como la de
hablar en lenguas, que no podemos articular en la manera que
estamos acostumbrados. No es una manipulación, sino una
experiencia espiritual. Hablar en lenguas es una comunicación
espiritual que nos comunica directamente con Dios.

Esta evidencia física constituiría la influencia del Espíritu


Santo, y la prueba de ello es que para los que reciben esa
experiencia han hablado y hablan en otras lenguas según el
Espíritu les va dando. Mantienen que no sólo es bíblico, sino
que también es histórico por el testimonio de aquellos que
recibieron el don del Espíritu. El Espíritu Santo se une a ti
cuando oras en lenguas, y tú eres traído a la presencia de Dios
de una manera nueva.

Aseguran también que el problema de la incredulidad provoca


que haya muchas personas que tienen falta de conocimiento, y
no se molestan en estudiar y aprender sobre los dones del
Espíritu Santo. Hechos 2:4 dice que ellos “empezaron a hablar
en otras lenguas según el espíritu les daba que hablasen”, y
piensan por ello que debemos hacer ciertas cosas
exclusivamente bajo la fe. Tu empiezas, abres tu boca, mueves
tus labios y mueves la lengua, y Él da la forma a un sonido
hermoso, y Él sabe lo que está orando por medio de ti, y ésta
oración va más allá de tu mente.

Utilizan el versículo de 1 Corintios 14:14 “Porque si yo oro en


lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
queda sin fruto”. En otros versículos dice que tú puedes hablar
con Dios en otras lenguas, y si todo el mundo debe hablar con
Dios, ¿por qué no querer hacerlo en otras lenguas? Si alguien
no tiene el deseo de la llenura del Espíritu Santo, la tercera
Persona de la Trinidad nunca va a forzar el entrar en nosotros.
36 | L a c a l l e A z u s a

Pero según el pensamiento pentecostal, el bautismo en el


Espíritu Santo es el resultado del deseo, hambre y sed de
justicia, lo que provoca que éste se manifieste en ti.

¿Qué podría contestarse a este razonamiento? En realidad,


muchas cosas. La Biblia habla claramente de las buenas
emociones como el gozo, el amor, paz, etc… (Gálatas 5:22,23)
pero las presenta como el resultado de una fe sincera en Dios
y no como un fin en sí mismo. El emocionalismo, en contraste,
procura las emociones más allá de todo. Este es el caso en el
que nos encontramos: “Sentir al Espíritu” se convierte en la
prioridad en los cultos pentecostales, pero los sentimientos no
son los que definen el vivir en el Espíritu, sino Su fruto en
nosotros.

Por tanto, las reuniones de los pentecostales no son diseñadas


tanto para promover el conocimiento de Dios a través de Su
Palabra, sino para estimular las emociones. Así, en ellas se ve
la música rítmica, la repetición de palabras una y otra vez, las
oraciones en lenguas, etc…

La siguiente cita acerca de cómo recibir el bautismo en el


Espíritu Santo fue encontrada en un tratado publicado por un
grupo pentecostal. Seguro que muchos de ellos se sabrán
reconocer aquí:

“Levanta las manos al Señor, cierra los ojos y deja que tu


mente permanezca en Jesús. Se feliz en Jesús al pedir de tu
padre celestial lo que te ha prometido. Comienza a alabar su
nombre, levanta tu voz a él. No te va a forzar a hablar en
lenguas. Al poner Dios una palabra extraña en tu lengua, dila
con valor. Puede ser que tus labios tartamudeen pero si
repites la palabra dándole valor, el Espíritu te dará más
palabras. A veces salen solamente unas pocas palabras pero al
seguir hablando con fe, el Señor te dará un nuevo vocabulario
con el cual puedes alabar a Dios.”
L a c a l l e A z u s a | 37

Pongamos el caso que estemos reuniéndonos con los


pentecostales, y les amamos, y nos sentimos amados por ellos.
Lo normal es querer recibir lo que llaman “el bautismo en el
Espíritu Santo.” La música está baja, los amigos nos rodean y
están orando por nosotros. Dicen entonces que Dios va a
poner alguna palabra extraña en nuestra boca. Sale una
palabra extraña y ellos gritan y glorifican a Dios porque le
están dando el bautismo en el Espíritu.

Muchos hermanos pentecostales sinceros creen de verdad que


esto es un regalo de Dios. El problema es que no hay nada de
esto en la Biblia. En la Biblia no aprendieron a hablar en
lenguas por seguir instrucciones como estas, sino recibieron el
bautismo en el Espíritu Santo directamente del cielo (en el
caso de los apóstoles en Pentecostés) o los dones milagrosos al
recibir la imposición de las manos de los apóstoles (Hechos
8:18).

Pero la verdad de las escrituras no importa tanto en este


sistema y este es su gran peligro. Así millones piensan estar
sujetándose a Cristo sin darse cuenta que Cristo no dice nada
en cuanto a muchas de sus prácticas, las cuales vienen de los
hombres.

Pero hablar en lenguas en la Biblia era hablar otros idiomas


conocidos en el mundo (Hechos 2:6, 8,11) y no meramente el
hacer sonidos raros con la boca. A veces se citan textos como 1
Corintios 13:1 y 1 Corintios 14:2 para justificar los sonidos
raros como “lenguas angelicales”, las cuales nadie entendía.

Sin embargo, ese texto solamente quiere decir que aun si


Pablo pudiera hablar lenguas sin límite (por ejemplo lenguas
angelicales u lenguas humanas en forma infinita), sin amor no
valdría nada. No dice que en realidad hablara en lenguas
angelicales. El segundo texto solamente indica que nadie en la
asamblea habría entendido las lenguas y no que nadie en el
mundo las habría entendido.
38 | L a c a l l e A z u s a

No hay ningún texto que indique que las verdaderas lenguas


habladas por los primeros cristianos no hubieran sido idiomas
conocidos en el mundo tal como los descritos en Hechos 2.

Las “lenguas” habladas por pentecostales sinceros no parecen


ser idiomas, sino lo que algunos psicólogos llaman “lenguas
exultantes”, y se encuentran no solamente entre los que
afirman ser cristianos, sino también entre los musulmanes y
paganos de varios tipos. No son, evidentemente, milagros.
Como parte de este error, algunos pentecostales aseguran que
uno no tiene el Espíritu si no habla en lenguas. Pero al afirmar
esto, contradicen la Biblia la cual dice que Juan el Bautista
estaba lleno del Espíritu desde el vientre de su madre (Lucas
1:15), y sin embargo no hizo ninguna señal como el hablar en
lenguas (Juan 10:41). Así, nosotros estamos llenos del Espíritu
cuando estamos llenos de Su influencia por medio de la
Palabra (comparemos Colosenses 3:16 con Efesios 5:19). Lo
que realmente define el uso del don de lenguas es el pasaje de
1 Corintios 14.

En mi experiencia entre ellos, lo que más define su doctrina


de las lenguas es su posición extra bíblica (fuera de la Biblia),
negándose a llevar a la práctica lo que Pablo enseñó sobre
ellas. Esto no es negar el don de lenguas, en las que sí creo,
sino atenerse a su regulación tal y como la Biblia plantea. Por
ejemplo, si en una reunión de oración, donde haya hermanos
maduros que hayan sido enseñados, nada hay de malo en usar
las lenguas para edificación, después de pedir que sean
interpretadas. Pero lo que no es admisible EN NINGUN CASO
es su uso EN LA IGLESIA fuera de la enseñanza bíblica.

***
“Mirad, yo estoy a la puerta y llamo”
A partir de aquella ocasión y en las siguientes reuniones, otros
creyentes fueron tocados por aquellas experiencias.
L a c a l l e A z u s a | 39

Muchos gritos de gozo se podían escuchar por todo el


vecindario alrededor de la calle Bonnie Brae. Vecinos curiosos
se juntaban y cuando se acercaban al balcón, ellos mismos
decían experimentar el hablar en lenguas y alababan a Dios, y
la enseñanza sobre el nuevo pentecostés se esparció
rápidamente.

A la mañana siguiente, la multitud había crecido tanto que se


hacía difícil acercarse a la casa, de manera que las escaleras y
el balcón se convirtieron en unas gradas improvisadas para la
gente. Por tres días y tres noches más la adoración y las
oraciones continuaron sin descanso. A las 4 de la mañana del
tercer día, el propio Seymour aseguró experimentar aquello
sobre lo que tanto predicaba: fue bautizado por el Espíritu
Santo.

En eso pienso que el mismo concepto de “bautismo en el


Espíritu Santo” parece contradictorio con la enseñanza bíblica
de que al creer somos bautizados en un cuerpo. Las
referencias a la vida en el Espíritu hablan de “ser llenos” de Él.
Todos somos bautizados cuando lo recibimos en nuestra vida,
y no es una experiencia posterior a la conversión.

Pero las reuniones en la humilde casa no hacían presagiar el


imponente movimiento que se estaba gestando en la ciudad.
El crecimiento del grupo les animó a buscar un local para
reunirse. Seymour y varios miembros de la iglesia recorrieron
las calles de Los Ángeles hasta dar con una vieja iglesia
metodista abandonada. La capilla estaba en la calle Azusa.

Desde que la iglesia metodista se fue del lugar, el edificio


sirvió como casa de venta al por mayor, depósito, almacén de
madera, corral de ganado, tienda de piedras sepulcrales, y
había sido utilizada más recientemente como un establo con
habitaciones para alquilar el piso de arriba.
40 | L a c a l l e A z u s a

Era un edificio pequeño, rectangular, de techo plano, de


aproximadamente 18 metros de largo y 12 de ancho, en su
totalidad 446 metros cuadrados, cubiertos con tablillas
aclimatada blanqueada. El único signo de que había sido una
casa de Dios fue una ventana sencilla de estilo gótico sobre la
entrada principal. Con desechos de madera y masilla
esparcidos a todo lo largo, el lugar parecía un granero en la
planta baja. Sin embargo, fue asegurado y limpiado en la
preparación de los servicios.

Llegó el momento
La primera reunión en aquel local se celebró el 14 de abril de
1906. Los servicios de la Iglesia se celebraron en la planta
baja, donde las bancas fueron colocadas en un patrón
rectangular. Algunas de los bancas fueron simplemente tablas
puestas encima de barriles vacíos. No había plataforma
elevada, ya que el techo era tan sólo de tres metros de altura.
Inicialmente no hubo púlpito.
L a c a l l e A z u s a | 41

El segundo piso en la ahora nombrada “Misión de Fe


Apostólica”, nombre del movimiento original de Parham (el
precursor de todo aquello), albergaba una oficina y
habitaciones para varios residentes como Seymour y su nueva
esposa, Jennie More, una de las primeras fieles en la calle
Bonnie Brae. También tenía una gran sala de oración para
atender el desbordamiento de los servicios del altar de abajo.
La sala de oración estaba amueblada con sillas y bancas
hechas de tablones, puestos de punta a punta en sillas sin
respaldo.

La calle Azusa se convirtió en poco tiempo en uno de los


centros de difusión del Evangelio más notorio de la ciudad de
Los Ángeles. Sus cultos eran muy animados, la mayoría de la
congregación era afro-americana y expresaba de una forma
notoria su efusividad.

Los cultos, en algunas ocasiones, duraban diez o doce horas.


En ocasiones los predicadores eran interrumpidos por la
congregación, si ésta percibía que el mensaje no estaba
respaldado por el Espíritu Santo. En este sentido se hizo
famosa la “Madre Jones”, una devota feligresa que se ponía en
pie cada vez que pensaba que el sermón no estaba siendo
ungido.

Muy pronto la iglesia se llenó de gente de todas las clases. El


pastor John G. Lake, posterior líder pentecostal, decía de las
predicaciones de Seymour: “Tenía el vocabulario más
disparatado. Pero quisiera decirles que había médicos,
abogados y profesores, escuchando las cosas maravillosas que
brotaban de sus labios. No fue lo que decía en palabras, sino lo
que decía de su espíritu a mi corazón, lo que me mostró que
había más de Dios en ese hombre, que en cualquiera que yo
hubiera conocido hasta ese momento. Era Dios en él quien
atraía a la gente”.
42 | L a c a l l e A z u s a

En el mismo año de 1906, Seymour comenzó la publicación


del boletín “La fe apostólica” que llegó a tener veinte mil
suscriptores, una barbaridad para aquella época.

¿Era todo aquello real?


Muchas cosas extrañas habían pasado con anterioridad en Los
Ángeles en nombre de la religión. Así, un pastor bien
intencionado de la llamada “Asamblea del evangelio” sintió
que su trabajo era proteger a su congregación del fanatismo, y
llevarlos por el camino de justicia. El decidió ir en secreto al
servicio de oración de la casa en la calle Bonnie Brae, cuando
todavía el grupo no se había trasladado a la calle Azusa. Él lo
contó así:

“La idea de ir a solas iba a ser una causa perdida, así que
invité a tres de mis diáconos. Ese servicio en la calle Bonnie
me convenció, no porque hablaron en lenguas o cómo se
realizaba el culto, sino porque pude sentir que eran personas
espirituales y que no era una locura lo que estaba pasando, y
aunque no pude entender el afán por hablar en lenguas, me
convencí que esas personas eran sinceras. Esa noche,
mientras regresaba a casa, me pregunté: Arthur, ¿qué vas a
hacer?”. Arthur se respondió a sí mismo de esta manera:
reunió a su iglesia y estudió de nuevo el libro de los Hechos de
los apóstoles.

Al principio, algunas personas que asistían a los servicios no


eran seguidores de la verdad del Evangelio, sino que venían
para burlarse o encontrar fallos, y aún hoy en el presente hay
quien hace esto mismo. Pero como igual de cierta es la obra
del poder del Espíritu Santo, cierto es también que existen las
manifestaciones falsas e indignas, porque el enemigo es un
experto en estas cosas. Sí. Él tiene sus falsos profetas tanto en
los pentecostales, como en los bautistas como en los
metodistas.
L a c a l l e A z u s a | 43

No me resisto a verter un pensamiento personal: Por ejemplo,


si en un culto viene alguien y empieza a correr por el pasillo
para atrás y para adelante, diciendo: “Yo siento al Señor”, me
sentiría un poco en conflicto. Por un lado, si es
verdaderamente de Dios yo no voy a querer pararlo. Por otro
lado, si solo esa persona estuviera respondiendo al Espíritu
Santo, sería algo que estaría fuera de orden. Por eso sería
bueno conocer que el Espíritu Santo no hace perder a nadie el
control, sino más bien todo lo contrario: nos da autodominio.

El balance entre el mover del Espíritu y lo que Pablo dijo de


“hacer las cosas decentemente y en orden”, lo que fue escrito a
una iglesia carismática como era la de Corinto, siempre ha
sido algo difícil de cumplir.

Otro de mis conflictos es que yo creo que Dios nos pone gente
en las iglesias a gente excéntrica o sentimental, no tanto para
que se les pastoree para que alcancen una madurez que nunca
llega, sino más bien para que en ocasiones levanten el fuego
de nuestro espíritu.

***

El mundo empieza a mirar hacia la calle


Azusa.
El 18 de abril de 1906, Los Ángeles Times publicó su primer
informe del reavivamiento. El artículo se titulaba “Extraña
Babel de lenguas”, y tenía estos subtítulos: “Se desata nueva
secta de fanáticos; Anoche, salvaje escena en la Calle Azusa;
Burbujeo de palabras mudas por una hermana”. El primer
párrafo dice: “Exclamando expresiones extrañas y
pronunciando un credo que parece que ningún mortal podría
entender en su sano juicio, la nueva secta religiosa se ha
iniciado en Los Ángeles.
44 | L a c a l l e A z u s a

Las reuniones se celebran en una edificación ruinosa en la


Calle Azusa, cerca de la Calle San Pedro, y los devotos de la
extraña doctrina practican los ritos más fanáticos, predican
las más salvajes teorías y obran ellos mismos en un estado de
entusiasmo loco en su celo particular”.

Refiriéndose a William Seymour en particular, el periodista


escribió: “Con su ojo duro fijado en algún pobre incrédulo el
viejo grita desafíos y reta que responda. Se amontonan
anatemas sobre quienquiera tenga la osadía de cuestionar las
enunciaciones del predicador”…

Más adelante en aquel día, una edición especial del periódico


destaca el gran terremoto de San Francisco, en la que se
informó que 452 personas perdieron la vida. Aun así, se
incluyó el siguiente artículo en la página principal sobre el
mismo tema: “Muchos fenómenos extraños fueron
presenciados ayer por el presente periodista de la Misión de la
Calle Azusa, cuando yo estuve allí para el servicio de
adoración del domingo por la mañana. Lo que vieron mis ojos
cuando entré en el pequeño edificio, parece ser lo
suficientemente común. Sobre las viejas bancas de madera
estaban sentadas unas veinte personas, la mayoría de la más
baja escala social. Sin embargo, había un par de los feligreses
que parecían ser de la clase más rica. Todos ellos estaban
frente al hombre de raza negra que estaba de pie detrás del
esbelto púlpito de madera…

La “adoración” comenzó con la oración, una oración que se


llevó a cabo de una manera totalmente extraña para mí. Todos
levantaron las manos y los feligreses comenzaron a clamar de
forma audible, dando gritos de “Amén”, “Aleluya” y “Alabado
sea el Señor”...

El canto era también diferente, como ruidoso, bullicioso, y


muchos de ellos fueron cantados en lugar de los himnos
convencionales…
L a c a l l e A z u s a | 45

Fui impresionado hasta mis raíces, cuando los asistentes a la


Escuela Dominical dejaron sus asientos y empezaron a saltar y
a correr por el edificio de la iglesia. En un momento durante el
sermón, un silencio cayó sobre la congregación y un anciano
comenzó a emitir sonidos guturales extraños. Esto, por
supuesto, era la muy discutida “glosolalia”, la supuesta
oratoria en lenguas como la evidencia del Espíritu Santo.
Sorprendentemente después del sermón, la gente parecía
bastante normal, socializando y hablando de la vida cotidiana.
Me encontré con el pastor, el hermano Seymour, quien fue
muy amable…

¿Cuál es mi conclusión? Bueno, la adoración era


sorprendentemente diferente, a diferencia de todo lo que
había visto antes. Sería fácil decir que esto fue concebido por
el mismo Satanás. Sin embargo, ya que los informes de lo
acontecido en la Misión de la Calle Azusa se extienden como la
pólvora por todo el sur de California, vamos a dejar que el
tiempo sea el juez”.

Oposición y persecución
Los primeros pentecostales encontraron todo tipo de
oposición y persecución. Las denominaciones existentes
(especialmente los grupos de Santidad y los fundamentalistas
de otras denominaciones) normalmente los expulsaron, los
denunciaron y los ridiculizaron como “santos rodados”
(Rolling Saints).

Dijeron también que todos ellos eran del diablo. Principales


líderes del Movimiento de Santidad, dijeron que el
movimiento pentecostal era “el último vómito de Satanás”,
“no provenía de Dios”, era “malo y adúltero”, “anticristiano”,
“sensual y diabólico”. Otros lo llamaron “herejía” y “una
secta”. Algunos obreros pentecostales fueron amenazados,
golpeados, disparados, arrastrados y ridiculizados.
46 | L a c a l l e A z u s a

Ellos fueron atacados con piedras y con frutas podridas,


verduras y huevos. Sus tiendas de campaña y las cuerdas de
sus carpas fueron acuchilladas, y sus lugares de reunión
fueron incendiados. Howard Goss, cofundador de las
Asambleas de Dios, quien ya estuvo en el avivamiento de
Topeka con Parham, explicó sobre su experiencia en Azusa:

“Nunca podíamos estar seguros de que no íbamos a ser


heridos. Algunos obreros fueron atacados, algunos fueron
golpeados, algunos tenían huesos rotos, algunos fueron
encarcelados, algunos fueron obligados a salir de la ciudad, a
algunos les lanzaron cosas podridas, y a algunos les
dispararon. Fuimos apedreados, pero por lo menos, nunca
fuimos “aserrados”…

Durante muchos años, los servicios de la Iglesia fueron


perturbados por matones. Las tiendas, los edificios y nuestras
residencias a veces fueron quemados, nuestra agua potable
fue envenenada, y las ventanas fueron rotas. A veces fuimos
amenazados por turbas enfurecidas o por personas rabiosas,
cuando alguno de los miembros de su familia se había
convertido. A menudo, no teníamos ninguna protección; hubo
momentos cuando la policía decidió cerrar los ojos porque
nosotros éramos forasteros, mientras que la ciudad les pagaba
su salario”.

***
Los servicios nunca fueron iguales (la
NO liturgia)
(Desde este punto, el relato está basado en el testimonio de
aquellos que estuvieron presentes en los acontecimientos de la
calle Azusa, sobre todo del relato de Frank Bartleman que ha
servido como base de este estudio).
L a c a l l e A z u s a | 47

Misioneros, ministros y miembros laicos de todo Estados


Unidos y de todo el mundo, acudieron a Los Ángeles,
recibiendo la “nueva experiencia” del Espíritu Santo, y
llevaron el mensaje de lo que allí estaba pasando a todas
partes. Además, muchos de los que no podían asistir, al leer la
noticia del reavivamiento, pidieron a Dios y creyeron recibir la
misma experiencia.

Según he podido leer en el libro de Bartleman, 3 veces al


día, 7 días a la semana durante tres años consecutivos, los
servicios se fueron dando en esta nueva dinámica. Uno de los
hermanos siempre abría con una oración, y encomendaba el
servicio a Dios para evitar el emocionalismo y las
manifestaciones de espíritus dañinos. Cuando llegaban a la
reunión, evitaban en lo posible todo contacto humano y los
saludos. Creo que sinceramente, ellos querían encontrarse
primero con Dios. Inclinaban sus cabezas sobre alguna banca
para orar y para encontrarse sólo con el Espíritu.

Las reuniones comenzaban de manera espontánea, con


testimonios, con alguien que alababa y en adoración. De
repente, es como si el Espíritu cayese sobre la congregación.
Todos se sentían llamados al altar, y los hombres caían por
toda la casa, como muertos en una batalla, o corrían en masa.
Si alguien se ponía a dar porrazos al banco con la mano
llevado por la emoción, Seymour iba y le decía tocándole por
detrás: “hermano, eso es la carne”, y el silencio se hacía todos
se tranquilizaban en medio de los bancos.

De vez en cuando, cuando algún hermano o algún maestro se


levantaban de entre todos para leer un pasaje, predicar un
sermón o dar un testimonio largo. Según palabras de Seymour
“Estos servicios son diferentes a cualquiera que jamás hayas
visto, estos servicios son dirigidos por el Espíritu Santo y
ninguna carne se puede glorificar en la presencia de nuestro
Dios”, intentando conjurar el ego de los que querían
protagonismo.
48 | L a c a l l e A z u s a

Parecía haber tal poder en la predicación de la Palabra, que la


gente se agitaba en las bancas. Viniendo al altar, muchos caían
postrados, y con frecuencia salían de allí hablando en
supuestas lenguas. A veces “el poder” caía sobre las personas y
recibían el Espíritu mientras testificaban o mientras se
predicaba, recibiendo la que ellos describían como “la
experiencia bíblica”. Las demostraciones eran los gritos, los
aplausos o saltar muchas veces, como se veía en las reuniones
de los primeros cuáqueros y que los metodistas llamaron los
“impulsos”.

Este es un relato del pastor G. Lake, en la revista “fe


apostólica”, que escribió en noviembre de 1908:

“Era al mismo tiempo bajo el poder del Espíritu, que se veían


las manos levantadas y se oía hablar en lenguas. Mientras las
lágrimas corrían por los rostros. Muchos recibían el Espíritu a
través de la imposición de manos… Niños pequeños de ocho a
doce años, se iban desde las bancas hacia el altar, declaraban
el bautismo del Espíritu Santo y hablaban en lenguas. Era
notable ver cómo como todas las nacionalidades se sentían
libres. Ningún instrumento que Dios pudiera usar, es
rechazado en cuenta a su color, su vestido o la falta de
educación…

No se pedían ofrendas, pero había un recipiente cerca de la


puerta para aquel que quisiera colaborar, no se hicieron
folletos para promocionar los cultos, no había ninguna iglesia
u organización que respaldara la obra. Todo aquel que entraba
al servicio entraba rápidamente en contacto con Dios, y sentía
que era el Espíritu Santo quien los dirigía”.

Vemos que ningún tema o servicio era anunciado de


antemano, no había oradores designados, todo era
espontáneo. “Nosotros queríamos escuchar directamente de
Dios sin importar a quien escoja para que nos hable” (Frank
Bartleman).
L a c a l l e A z u s a | 49

Estos servicios religiosos se dieron casi continuamente. El


lugar nunca estuvo cerrado y nunca estuvo vacío. El núcleo
básico de la Misión de la calle Azusa nunca fue mucho más de
50-60 individuos, con cientos y miles de personas que
visitaban o que permanecían temporalmente a lo largo de los
años. Los servicios nunca dependieron de las personas, y así
contaban que la presencia de Dios se dejó sentir más y más
maravillosamente. En ese viejo edificio con una estructura
maltrecha por el uso, y con el suelo de tierra, se produjeron
experiencias en las que Dios rompió a hombres y mujeres de
fuerte carácter y rebeldes.

Como vengo diciendo, fue el testimonio y los relatos de Frank


Bartleman, quien también había asistido a las reuniones en el
hogar de los Lee y en el hogar de los Asberry en la Calle
Bonnie Brae, quien escribió los relatos de la Misión de la Calle
Azusa. Él describió la adoración en los cultos de la siguiente
manera:

“El Espíritu cayó con un “coro celestial” en mi alma. De


pronto me encontré unido a los demás que habían recibido
este “don” sobrenatural. Fue una manifestación espontánea y
un éxtasis que ninguna lengua terrenal podría describir… En
efecto, esta era una “nueva canción” en el Espíritu... Era a
veces sin palabras, otras veces en “lenguas”. El efecto fue
maravilloso sobre las personas. Trajo un ambiente
paradisiaco…

Al principio de “Azusa”, no teníamos instrumentos musicales.


De hecho, no sentíamos la necesidad de ello. Todo era
espontáneo… Todos los viejos himnos conocidos se cantaban
de memoria, vivificados por el Espíritu de Dios. El más
cantado fue posiblemente, “Mas el Consolador Ha Venido”.
Los cantábamos con un corazón dulce, constituyéndose en
una experiencia poderosa. ¡Oh! ¡Cómo el poder de Dios nos
llenó y nos emocionó!
50 | L a c a l l e A z u s a

Entonces las canciones sobre “la sangre” eran muy


populares... La “nueva canción” fue totalmente diferente, no
era de composición humana.”

“La fuerza de los coros celestiales que cantaban hacia el Señor,


con señales y evidencias de que eran dirigidos por el Espíritu
Santo, solo lo definían lo que hacían en mí: emocionaba todo
mi ser. No era algo que se pudiera repetir cuando uno
quisiera, pero de manera sobrenatural era dado en ocasiones
especiales y fue una de las evidencias más indiscutibles de la
presencia del poder de Dios. El cántico inspiraba la multitud,
y un sentir que no se podía describir con una actitud de
devoción”

“Hubo como 20 personas que se unieron al coro de ángeles…


eso fue la más refrescante música que yo he escuchado de
labios de alguien, y me parecía entonces que yo no pertenecía
a ese coro, porque había venido directamente del cielo”.

Veamos otro testimonio de los acontecimientos según el relato


de A.C. Valdez, en el artículo “Fuego en Azusa”:

“Yo era un niño, y estaba acompañando a mi mama, una


mujer católica muy dedicada antes de llegar a Azusa. Nos
paramos en un espacio abierto cerca de un banco, y
rápidamente sentí el frío correr por mis brazos y mis piernas
hasta finalmente la cabeza. Pareció como si estuviese rodeado
por Dios. En muchas iglesias los niños estarían inquietos
corriendo por los pasillos, pero no en Azusa.

Yo estaba temblando, también mi madre y todos los demás, y


casi toda la iglesia. Todos estaban tranquilos, aun los bebés en
brazos de sus madres, y no eran ellas quienes los tenían
tranquilos, porque nadie decía ni siquiera una palabra, ni
siquiera un suspiro, cuando mis manos temblaban y así
mismo se levantaban como así la gente se paraba y elevaban
sus manos en dirección al cielo…
L a c a l l e A z u s a | 51

Yo no trataba de elevarlas, pero incluso las manos de los bebés


se elevaban al cielo… Un hombre grande y fuerte empezó a
llorar, y después una mujer le siguió. Mientras miraba la
congregación, otro frío corrió por mi espalda, era como si
fueran olas del océano, y se movieran de un lado a otro de la
congregación ola tras ola, el espíritu se regó por todo el salón
como una brisa por una siembra de maíz…

Cuando mis brazos se bajaron, también los de los demás se les


bajaron y se sentaron de nuevo en sus asientos por todo el
salón, y de repente lenguas de fuego se aparecieron sobre la
cabeza de algunos, y un hombre de color con la cara brillante
empezó a hablar en lenguas, y de repente una mujer salió
como de una caja de sorpresas diciendo: ¡¡¡¡Ohhh mi bendito
Jesús, puedo ver, puedo ver!!!!

Alabando por la preciosa sangre de Jesús que encendió


nuestras bocas, el grupo parecía habérsele olvidado cómo
cantar en inglés. Y de sus bocas salieron nuevas lenguas en
una armonía celestial que ningún ser humano pudo hacer, y
yo no puedo describir, y ningún ser humano puede
duplicarlo… cantamos coros celestiales y entre los coros
nuestros ojos se llenaban de lágrimas”.

***

¿Cómo podríamos describir el liderazgo


del hermano Seymour?
Según los autores de este nuevo movimiento, se podría decir
que era líder de un movimiento aprobado por Dios. Según el
Pastor G. Lake, en la Revista Fe apostólica, en febrero 1907,
Seymour era “el hombre más sumiso que yo jamás haya
conocido, él camina y habla con Dios. El poder de Dios está en
su debilidad, parece mantenerse en una total dependencia de
Dios, y tiene el corazón tan sencillo como el de un niño..
52 | L a c a l l e A z u s a

A la misma vez está tan lleno de la presencia de Dios y sientes


el amor y el poder cada vez que te acercas a él”.

“A diferencia de lo que suelen indicar los estereotipos, decían


que Seymour era un pastor de habla sosegada, conocido en la
iglesia afroamericana más como maestro que como dinámico
predicador. Era un hombre profundamente espiritual que
impresionaba a todos los que lo conocían. En cuanto a su
estilo como predicador, se decía que era “manso y hablaba con
sencillez; no era orador. Hablaba en el lenguaje corriente de la
clase sin estudios. Podía predicar durante tres cuartos de hora
sin más emocionalismo que este poste. No agitaba los brazos
para lanzar rayos y centellas, ni era posible imaginárselo así”.

Aunque los críticos que describen a Seymour como “sucio, sin


cuello y sin estudios”, fue eficaz como líder y como
emprendedor del avivamiento. Sus artículos de la publicación
periódica de la Calle Azusa, revelan que se enfrentaba a los
retos históricos y teológicos del movimiento que se estaba
desatando desde su iglesia. La revista Christian History
incluye a Seymour en la lista de “los diez cristianos más
influyentes del siglo XX”.

Seymour generalmente se sentaba al frente de dos cajas una


encima de la otra, y normalmente mantenía su cabeza metida
en la de arriba durante el servicio o la oración. Fue llamado “el
Profeta de Pentecostés”, calificado como “el gritón sin letras,
que impone sus interpretaciones a gritos”.

Según los autores pentecostales, esto nos puede recordar,


salvando las distancias cronológicas y culturales, a la visión
que tenía el Sanedrín en el libro de los Hechos cuando dice:
“Entonces viendo el denuedo de Pedro y Juan, y sabiendo que
eran hombres sin letras, se maravillaban y les reconocían
que habían estado con Jesús”.
L a c a l l e A z u s a | 53

Dicen los autores pentecostales que los “vulgares” apóstoles,


ninguno de ellos perteneciente a la clase alta de su época ni a
la intelectualidad, levantaban al pueblo con sus enseñanzas
heterodoxas, llevando detrás de él esa legión de “pobres,
analfabetos o de poca preparación académica, carentes de
conocimiento bíblico, que aceptan sin discernir todo lo que les
den envuelto en sentimiento y aparente espiritualidad”.

Pero estos adjetivos, dichos para ridiculizar al creyente de este


corte pentecostal, describen lo que siempre ha sido el grueso
del Pueblo de Dios, porque el propio apóstol Pablo lo reconoce
al describir en 1ª de Corintios 1: 26-31, el tipo de personas que
se acerca al Evangelio y que, a pesar de su escaso
conocimiento, son recibidos por Dios.

Estas son algunas frases que el pastor William Seymour decía:

“No salgas del servicio hablando en lenguas, mejor trata de


salvar almas, pero cuando te vayas recuerda que el poder que
los apóstoles recibieron trae como consecuencia la misma
persecución que ellos sufrieron”.

“Si Dios, por el sacrificio de Cristo, ha perdonado tus pecados,


asegúrate de saberlo. Y si todavía no estás seguro, mejor que
estar seguros de otras cosas de este mundo, es que sepas que
todavía estás en tus pecados”.

“Si Él te ha dado un corazón limpio y santificó tu alma,


asegúrate de saberlo… y si no lo sabes, es que la obra todavía
no se ha terminado”.

“Cuando eres santificado, la gente puede verlo en tu vida, pero


cuando Él te bautiza en el Espíritu Santo, te da una valentía
santa de pararte ante el mundo sin miedo. El hombre podría
decir que eso es del diablo y que tú estás borracho, pero gloria
a Dios que hay un poder detrás de ti que ni hombre ni mujer
puede negar”.
54 | L a c a l l e A z u s a

El dilema del pentecostalismo


(En este punto retomo mis impresiones).

Los buenos tiempos dieron lugar a otros más lúgubres.


Pasados los primeros años, hubo varias divisiones internas, y
muchas iglesias de otras denominaciones atacaron la forma
agresiva de predicar que tenía Seymour. Cristianos de muchas
tradiciones fueron muy críticos con ellos, diciendo que el
movimiento era híper-emocional, que la Escritura era mal
usada y que había una pérdida de enfoque en Cristo por sobre
enfatizar en el Espíritu Santo. A esto se unió la idea
equivocada de que el hablar en lenguas era un medio para
evangelizar en países extranjeros.

La confusión en todo aquello que estaba pasando, y el deseo


de confirmación en la obra emprendida, llevó a Seymour a
llamar a Parham, su mentor, para que supervisara la iglesia de
Azusa, además de que pronto espiritistas y medios de
organizaciones ocultas intentaban conducir las sesiones en
medio de los servicios.

Tras la llegada de Parham a Los Ángeles, muy pronto


surgieron las diferencias entre los dos líderes, y Seymour se
sintió desanimado. Parham dedicó varios sermones a
reprender algunas prácticas y enseñanzas de la iglesia.
Seymour, en cambio, esperaba ayuda y comprensión, pero un
abismo separaba las dos visiones tan distintas del
pentecostalismo.

Parham observó horrorizado la “libertad” excesiva en los


cultos de la calle Azusa. Él era más partidario de un “mover
del Espíritu” con orden. En la iglesia de Los Ángeles la gente
bailaba, gritaba, se sacudía y temblaba. Parham narra su
propia experiencia en Azusa:
L a c a l l e A z u s a | 55

“Me apresuré a llegar a Los Ángeles, y para mi completa


sorpresa y asombro, encontré que la situación era aún peor de
lo que había imaginado... Manifestaciones de la carne, control
espiritista, personas que practicaban hipnotismo a los que se
acercaban al altar para recibir el bautismo, aunque muchos
recibían el bautismo real del Espíritu Santo... Al hablar de las
diferentes fases de fanatismo que hemos encontrado aquí, lo
hago con todo amor y al mismo tiempo, con justicia y
firmeza... Encontré influencias hipnóticas, influencia de
espíritus familiares, influencias espiritistas, y toda clase de
ataques, espasmos, personas que caen en trance...

Una palabra sobre el bautismo en el Espíritu Santo. El hecho


de hablar en lenguas nunca es producto de ninguna de las
prácticas o influencias mencionadas anteriormente... El
Espíritu Santo no hace nada que sea antinatural o impropio, y
cualquier esfuerzo extraño al cuerpo, la mente o la voz no es
obra del Espíritu Santo... El Espíritu Santo nunca nos lleva
más allá del autocontrol o el control de los demás.

Después de predicar dos o tres veces, dos de los ancianos, uno


de ellos practicante de hipnosis, me informaron que yo ya era
persona non grata en ese lugar”

Esto dijo de la obra en la calle Azusa el precursor del nuevo


pentecostés. La disensión entre Parham y Seymour apuntan a
dos visiones distintas de entender el pentecostalismo. Una
visión de completa “libertad” en la que todo está permitido y
otra, que se paraba a medir y discernir espiritualmente todas
las supuestas manifestaciones del Espíritu Santo. Es lo que
hoy podemos ver entre las iglesias pentecostales, donde
algunas tratan de llevar un orden dentro del desorden que es
natural entre las congregaciones de este corte.

Así mismo, a raíz de la existencia de ambas visiones del


pentecostalismo, surgió el movimiento carismático dentro de
algunas iglesias tradicionales.
56 | L a c a l l e A z u s a

Después del año 1960, el movimiento carismático proclamó


que otros carismas, y con ellos el fruto del Espíritu, podían ser
evidencia de la experiencia pentecostal. Citando pasajes de 1
Corintios, prefirieron que se les llamara carismáticos, en vez
de neo pentecostales, como se les había llamado primero. Así,
el nombre de carismáticos indicaba que todos los dones del
Espíritu daban igualmente validez al bautismo en el Espíritu
Santo, y ya no sólo el de lenguas.

El fin y el principio de una obra


(Resumen)
En los años siguientes el número de personas que asistían a
los cultos comenzó a descender. Seymour dejó la obra de la
calle Azusa en manos de varios ancianos y partió para
Chicago.

En lugar de Seymour, la iglesia eligió a William H. Durham


(co-fundador de las Asambleas de Dios), y la iglesia comenzó a
crecer de nuevo. Durham y Seymour tenían ideas diferentes
acerca de la pérdida de la salvación, produciéndose al poco
tiempo la expulsión de Durham de la iglesia de Azusa y la
formación de una nueva congregación, pastoreada por el
expulsado. Era el nacimiento de un nuevo movimiento de
extensión mundial: las Asambleas de Dios, una federación de
iglesias que hoy día también representa al movimiento
pentecostal. Su historia, como vemos, está anclada a los
acontecimientos de la calle Azusa, pero eso es algo que muy
pocos miembros conocen. La calle Azusa es, para ellos, un
ejemplo de avivamiento.

Seymour volvió al pastorado en Los Ángeles, pero la iglesia


estaba casi vacía. El 28 de septiembre de 1922 sufrió un
repentino ataque al corazón y murió. Su esposa pastoreó la
iglesia hasta su desaparición definitiva.
L a c a l l e A z u s a | 57

Además, la iglesia tuvo que hacer frente a muchas acusaciones


y problemas desde distintos frentes:

- Bresse, fundador de la Iglesia Pentecostal del Nazareno,


personaje clave que vimos antes, aseguraba que las “lenguas”
de Azusa no provenían de Dios.

- La iglesia madre de Azusa tuvo que hacer frente a divisiones


que provocaron conflictos de personalidad, fanatismo,
diferencias doctrinales y discriminación racial. Algunos
blancos abandonaron la congregación alegando que los afro-
americanos no permitían que personas de otras razas
integraran el liderazgo. Se informó que el mismo Seymour
pidió a los hispanos que se fueran. La integración racial del
principio pareció durar poco tiempo, por lo menos en cuanto
al liderazgo.

Pero creo seriamente que fue verdad que muchas vidas fueron
cambiadas en la calle Azusa, y por medio de ellos miles
vinieron a experimentar un despertar espiritual, lo que ellos
denominan erróneamente “el bautismo del Espíritu Santo”, y
por medio de esos miles también diez miles, y después…
muchas más. Se había abierto un nuevo capítulo de la historia
del cristianismo.

El ministerio y la enseñanza de Charles Parham fue la causa


inmediata del movimiento pentecostal. El distintivo mensaje
que él y sus estudiantes introdujeron, fue “el bautismo del
Espíritu Santo con la evidencia inicial de hablar en lenguas”.
No fue la primera vez desde los días de la Biblia en que hubo
noticias de que alguien había recibido el Espíritu Santo con la
“evidencia” de hablar en lenguas. Pero sí fue la primera vez
registrada en la historia de la iglesia moderna, cuando la gente
buscó y recibió el Espíritu Santo con la “expectativa” de hablar
en lenguas, aunque precisamente lo discutible de ello es la
“naturaleza” de esas lenguas.
58 | L a c a l l e A z u s a

El conocimiento bíblico (o la interpretación bíblica que ellos


hacen), y la expectativa de que “las lenguas” eran la prueba
demostrativa del bautismo en el Espíritu Santo, es lo que pone
a este movimiento aparte de las ocasiones anteriores, y
conduce directamente al pentecostalismo como un
movimiento distinto. Los Pentecostales también difieren de
las personas de épocas anteriores al proclamar esta
experiencia como la norma para vivir, urgiendo a cada uno a
recibirla.

Sin esta doctrina de las lenguas como la evidencia inicial de


recibir el Espíritu Santo, el movimiento pentecostal moderno
no habría comenzado.

William Seymour es igualmente importante para la historia


del movimiento. El avivamiento de la Calle Azusa que dirigió,
se convirtió en el impulso a la propagación mundial del
Pentecostalismo. Aunque la influencia de Seymour disminuyó
rápidamente después de 1911, casi todas las organizaciones
pentecostales del mundo deben su existencia directa o
indirectamente a la misión de Seymour en la Calle Azusa de
Los Ángeles.

El movimiento pentecostal fue, lógicamente, una extensión de


las ideas bíblicas de la Reforma Protestante del año 1500, el
Reavivamiento Metodista de los años 1700, y el Movimiento
de Santidad de los años 1800. Fue el siguiente paso, disponen
ellos, en la restauración de la experiencia y la doctrina
apostólica para el cristianismo.

El pentecostalismo moderno no proviene de una sola persona,


y creció rápidamente más allá del liderazgo de una sola
persona. Parham y Seymour desempeñaron un papel vital en
los años de formación, pero la restauración de la experiencia y
de la doctrina bíblica se produjo en un ambiente de grupo.
Curiosamente, ni Parham ni Seymour fueron los primeros en
“recibir el Espíritu Santo” en sus propios grupos.
L a c a l l e A z u s a | 59

Muchos se convirtieron rápidamente en líderes, y el


movimiento proliferó por una combustión espontánea, y
ningún centro de autoridad humana fue capaz de darle forma,
de dirigirlo o de controlarlo. Desde luego, el movimiento
pentecostal no fue la creación de un individuo, lo que hace
aún más difícil su estudio y su comprensión. Pero sí creo que
el hambre y la búsqueda de miles de creyentes sinceros,
llevaron a muchos a encontrar en el pentecostalismo la
respuesta emocional a sus aspiraciones espirituales.

Como la revista “Fe Apostólica”, y muchos informes más,


anunciaron los acontecimientos del avivamiento de la Calle
Azusa internacionalmente, y miles de personas visitaron la
misión con el fin de ser testigos de primera mano. Al mismo
tiempo, miles de personas salieron de la calle Azusa con la
intención de evangelizar en el extranjero. Azusa se convirtió
en uno de los centros misioneros más eficaces en África.

A. G. Garr, pastor convertido al pentecostalismo, y su esposa


fueron los pioneros enviados de la calle Azusa como
misioneros a Calcuta, India, donde lograron iniciar un
pequeño reavivamiento. Garr contribuyó significativamente al
pentecostalismo temprano a través de su trabajo posterior en
la redefinición de la doctrina de “evidencia bíblica”, y cambiar
la creencia de la doctrina de que hablar en lenguas era
explícitamente para la evangelización, como había enseñado
primeramente Parham. Garr varió a la creencia de que hablar
en lenguas es un don para “fortalecimiento espiritual”. Esto
ocurrió porque en un principio Garr creyó que al llegar a la
India empezaría de inmediato a hablar hindi (el idioma local),
pero claro, eso no ocurrió.

El misionero Bernt Bernsten viajó desde el norte de China


para investigar los sucesos, después de escuchar que la
profecía bíblica de Hechos 2:4 se estaba cumpliendo. Otros
visitantes dejaron la obra de Azusa para ser misioneros en
zonas remotas en todo el mundo.
60 | L a c a l l e A z u s a

Tantos misioneros salieron de allí (unos treinta y ocho


salieron en octubre de 1906) que en dos años el movimiento
se había extendido a más de cincuenta países. Estos incluían
Gran Bretaña, Escandinavia, Alemania, Holanda, Egipto,
Siria, Palestina, Sudáfrica, Hong Kong, China, Ceilán e India.
Líderes cristianos visitaron Azusa desde todas las partes del
mundo.

Muchos de los primeros predicadores pentecostales se


sacrificaron enormemente para difundir el evangelio. Ellos
vivían por la fe y las iglesias comenzaron en tiendas de
campaña, quioscos y salas alquiladas. Robert Mapes
Anderson, un historiador que no es pentecostal, describe sus
dificultades:

“Estos vivían a menudo en la extrema pobreza, saliendo con


poco o ningún dinero, sabiendo rara vez en dónde pasarían la
noche, o cómo conseguirían su próxima comida. Dormían en
graneros, tiendas y parques, o sobre las bancas de madera de
las salas de la misión, y a veces en la cárcel. Grupos de obreros
unían sus fondos en común para comprar una tienda de
campaña o para alquilar una habitación a fin de vivir en
comunidad reunidos en algún lugar, subsistiendo a veces con
harina y agua, o arroz, o sardinas y salchichas… Los
Pentecostales encontraron su principal activo en el espíritu de
sacrificio y la enorme unidad de sus líderes”.

Hoy la memoria de la calle Azusa se ha desvanecido. Sólo


queda de aquello… 600.000.000 millones de vidas. Es posible
que el legado más importante de la Calle Azusa sea la
renovación de los carismas (dones del Espíritu) en la iglesia
moderna.

Durante siglos, las iglesias occidentales, tanto católicas


romanas como protestantes, habían adoptado el punto de
vista de que los dones del Espíritu habían cesado al terminar
la Era Apostólica.
L a c a l l e A z u s a | 61

Este concepto, conocido como la “teoría de la cesación” que


muchas iglesias tradicionales mantienen, se volvió
especialmente dominante entre los fundamentalistas y
algunos grupos de Santidad que rechazaban el
pentecostalismo. Con la explosión de las “lenguas” en la Calle
Azusa, la atención se dirigió también a los demás dones del
Espíritu. Junto a la glosolalia, los dones de profecía y de
sanidades adquirieron prominencia.

Por lo que hemos visto en el estudio, el reavivamiento local


sembrado en la calle Azusa llegó a ser la cuna de un
movimiento cristiano internacional. Durante los tres años
siguientes, los cientos de personas que allí fueron
revolucionaron la cristiandad en diferentes maneras:

Primero, durante un tiempo en el que existía una segregación


y discriminación racial desenfrenada, la congregación de la
calle Azusa era notablemente interracial. Había
afroamericanos, anglosajones, hispanos, y cristianos de otros
orígenes étnicos, quienes libremente se frecuentaban,
adoraban juntos y compartían el liderazgo, aunque como
hemos visto, algunos negaron este punto y no ha quedado
claro.

También existió un fervor misionero que identificaba a los


asistentes a los cultos de la calle Azusa y a todos aquellos que
se unían al grupo. Muchos miembros se esparcieron a lo largo
de Norteamérica y a otras tierras para predicar el evangelio. Y
es este fervor evangelístico que llevaría a una explosión
mundial de pentecostalismo. Por encima de todo lo demás, la
Calle Azusa fue un movimiento misionero. Eran muchos los
misioneros que iban y venían durante el tiempo que duró la
obra.
62 | L a c a l l e A z u s a

Pocos meses después que comenzaran las reuniones en Azusa,


siempre según la revista “Fe Apostólica”, se informaba sobre
avivamientos pentecostales en Nueva York, Londres, Oslo,
Estocolmo, y la India.

Nunca desde los tiempos de la iglesia antigua se había


extendido un movimiento tan lejos y con tanta rapidez. La
fascinación acerca de las lenguas, las sanidades, y los
exorcismos atrajo a multitudes, y sin el uso de los medios de
publicidad. Durante su existencia, la iglesia de la calle Azusa
nunca se anunció en los periódicos locales, ni con cartelones
ni en las radios. La noticia del avivamiento se esparcía
localmente de forma oral. Aunque los periódicos de Los
Ángeles escribían artículos, de carácter difamatorio y racista,
esto sólo servía para atraer a muchedumbres mayores.

Al final, los peregrinos de la Calle Azusa propagaron la noticia


por el mundo entero, se fundaron miles de iglesias, y se
convirtieron al pentecostalismo millones de personas. Hoy se
calcula que la mayor parte de las conversiones procedentes del
paganismo se producen gracias a esfuerzos pentecostales y
carismáticos.

Por otra parte, los evangelistas de la calle Azusa poseían una


profunda creencia de que todos los dones sobrenaturales del
Espíritu habían sido otorgados a los creyentes para que
pudieran predicar el evangelio de Cristo y edificar su iglesia.
Por lo anterior, el hablar en lenguas, la sanidad por fe, una
oración ferviente, una participación emotiva en la adoración, y
un énfasis en el evangelismo llegaron a ser los sellos
distintivos de la experiencia de la calle Azusa. Estos fueron los
mismos rasgos que atrajeron a muchos ya cristianos y
seguidores a sus congregaciones, e hicieron que cambiaran de
iglesia. Por esa parte, la influencia del pentecostalismo se
empezó a sentir gradualmente en iglesias y denominaciones
no pentecostales.
L a c a l l e A z u s a | 63

En la actualidad, el número de pentecostales clásicos en todo


el mundo y aquellos que se consideran carismáticos
pentecostales ha aumentado considerablemente. También,
debido a una ferviente fe misionera, éste se ha convertido en
uno de los movimientos cristianos que más auge ha tenido en
Suramérica y África. En su mayor parte, el pentecostalismo ha
sido considerado como un movimiento de los pobres y de las
gentes marginadas del mundo. Esto ha sido verdad hasta
cierto punto. Sin embargo, con su atracción carismática, ha
hecho avances drásticos dentro de la corriente del
cristianismo occidental.

A finales de 1906, la mayoría de los líderes de la Calle Azusa se


separaron para formar otras congregaciones. Estas misiones
se componían en gran parte de inmigrantes o grupos étnicos.
El sudeste de Estados Unidos fue un área particularmente
prolífica de crecimiento para el movimiento, ya que el enfoque
de Seymour dio una explicación provechosa para el clima
espiritual carismático que ya había arraigado en esas zonas.
Otras nuevas misiones se basaron en predicadores que tenían
carisma y energía. Casi todas estas nuevas iglesias se fundaron
entre inmigrantes y los pobres.

Abundaban las diferencias doctrinales, y muchas


organizaciones y denominaciones independientes surgieron
del movimiento inicial. La Iglesia de Dios en Cristo se formó
en 1907, las Asambleas de Dios y la Iglesia Pentecostal Unida
se formaron en 1914, o la Iglesia Pentecostal de Dios fue
fundada en 1919 en la Escuela Bíblica Sharon. A partir de ahí,
cualquiera que cree haber experimentado un avivamiento y
vivido una experiencia con los dones, ha puesto el nombre
“pentecostal” a su iglesia. Aunque más triste aún es que les
pongan también el nombre de “evangélica”.

Hoy parece haber más de 600 millones de creyentes


pentecostales y carismáticos en todo el mundo.
64 | L a c a l l e A z u s a

La denominación pentecostal es actualmente la segunda en


tamaño detrás de la Iglesia Católica, y es la forma de
cristianismo de más rápido crecimiento hoy. El
“Reavivamiento” de la Calle Azusa es comúnmente
considerado como el comienzo del movimiento pentecostal
moderno de hoy día

Por lo mismo, debido al pentecostalismo y al movimiento


carismático, todos los cristianos han tenido que considerar
con más profundidad el papel que el Espíritu Santo tiene en la
vida del cristiano y en la misión cristiana alrededor del
mundo.

Eso es algo que, aunque no creamos en sus doctrinas, nos


debe llevar a una reflexión sosegada.

***

L a c a l l e A z u s a | 65

ANEXO (20 Reflexiones personales)


Sólo para pentecostales.

Algunos apuntes personales sobre el pentecostalismo de


Azusa y el actual.

La siguiente exposición parte de ideas que no son


propiamente mías, pero que sí he convertido a través de otras
exposiciones para adaptarlas a mi entender espiritual, con lo
que el resultado final sí resulta en un discurso personal de
quien está realizando este estudio.

Espero que todas las consideraciones sean tomadas con amor,


ya que sólo me inquietan las reflexiones que hago sobre el
moderno progreso y las prácticas del actual pentecostalismo.
Siento si en algunas expresiones mi tono es algo duro. Que
nadie se ofenda.

1º Cada avivamiento en la historia ha comenzado por el


clamor de un remanente desesperado por la frialdad y la
apostasía de su iglesia, y por haber olvidado la esencia de la
primera iglesia. Por tanto, es necesario que la iglesia vuelva a
querer ser como la iglesia del principio para vivir cualquier
avivamiento.

2º El hablar en lenguas apareció a gran escala por primera


vez en muchos siglos en este avivamiento de la calle Azusa.
Pero estos primeros pentecostales NO BUSCARON las
lenguas como un fin es sí mismo, sino que buscaron primero
al Señor mismo. La aparición del don de lenguas fue para ellos
solamente una señal de que habían encontrado lo que
realmente buscaban: una comunión y una entrega más
completa al Señor.
66 | L a c a l l e A z u s a

3º Lo que caracterizó el avivamiento fue el


ARREPENTIMIENTO, y el ambiente de búsqueda de la
SANTIDAD, que no permitía la presencia de pecado alguno.
Voy a utilizar fragmentos del libro de “Azusa Street”, de Frank
Bartleman, que está sirviendo de guía para este estudio. De
esta manera describe Bartleman las primeras reuniones en la
calle Azusa:

“Sabíamos instantáneamente cuando habíamos contristado al


Espíritu, por una palabra o una obra cruel. Parecía que
vivíamos en un mar de puro amor divino. El Señor luchaba
por nosotros en las batallas. Nos consagrábamos a su juicio
totalmente en todos los asuntos, sin siquiera intentar defender
a la obra o a nosotros mismos.

Vivíamos en su presencia, inmediata y maravillosa. Y nada


contrario a su puro Espíritu era permitido allí. Lo falso era
separado de lo real por el Espíritu de Dios. La Palabra de Dios
misma decidía absolutamente todos los temas. Los corazones
del pueblo eran escudriñados a fondo, tanto en hecho como en
su motivación. Formar parte de este grupo no era algo para
tomar a la ligera”.

Está claro que ellos le dieron importancia al hablar en


lenguas, pero en el relato vemos que mucho más importante
era la cruz de Cristo. Por eso, en la calle Azusa parecía estar
presente lo que caracteriza el verdadero avivamiento:

- Profunda convicción acerca del pecado


- Arrepentimiento profundo
- Búsqueda de la Santidad

¿Está esto presente en la iglesia? Es cierto que todavía se


predica sobre el arrepentimiento, pero me da la sensación de
que nos quedamos muy en la superficie.
L a c a l l e A z u s a | 67

Por desgracia, siento que se ha limitado a un ritual de


arrodillarse y pedirle a Jesús que nos perdone todos nuestros
pecados. Bartleman lo expresó así:

“Como sea tu cruz, así será tu Pentecostés. El camino de Dios


para el Pentecostés fue a través del Calvario. Hoy también
debe ser así para cada uno. La pureza y la integridad del
Pentecostés individual dependerán de la integridad del
Calvario individual. Este es un principio inalterable”.

“La historia se repite en relación con esto. Dios siempre ha


buscado un pueblo humilde, Él no puede usar a otro. Martín
Lutero, el gran reformador, escribió: Cuando nuestro Señor y
Maestro Jesucristo habla de arrepentirse, quiere decir que la
vida entera del creyente sobre la Tierra debe ser un constante
y perpetuo arrepentimiento. El arrepentimiento y el dolor, es
decir el verdadero arrepentimiento, duran mientras el hombre
está disgustado consigo mismo, es decir, hasta que pasa de
esta vida a la eternidad. El deseo de la auto justificación es
causa de muchos dolores del corazón.”

4º Ningún avivamiento de la historia ha perdurado en el


tiempo, ni ninguno de ellos ha podido ser repetido tal y como
se produjo. Incluso la iglesia primitiva decayó espiritualmente
después de unas pocas décadas, así que el Señor mismo tuvo
que llamar al arrepentimiento a cinco de las siete iglesias a las
que se dirige en el Apocalipsis.

La calle Azusa no es una excepción de esto. Sigue la tendencia


hacia abajo de todos los avivamientos. Solamente que el Señor
renueva periódicamente a Su Iglesia por medio de ellos. Por
eso es cada generación necesite su propio “nuevo”
avivamiento, y no un mero intento de repetir el pasado.

5º El tema de la apostasía no es de menor importancia. El


propio Bartleman, testigo de la calle Azusa, tacha de apóstata
el movimiento pentecostal que se produjo 20 años después.
68 | L a c a l l e A z u s a

Veamos algunos síntomas de apostasía que Bartleman


escribió:

- La calle Azusa no estaba afanada por el número de


miembros ni su crecimiento. Uno de los síntomas de la
apostasía es este afán por el crecimiento numérico: “La
apostasía de la iglesia primitiva se produjo como resultado de
un deseo mayor de ver la extensión de su poder que el de ver
que sus miembros individuales recibieran la nueva naturaleza.
En el instante en que codiciamos una gran cantidad de
seguidores y nos gozamos frente a las multitudes, sin tener un
mayor deseo de ver que cambien las naturalezas de los
individuos según el plan divino, comenzamos a recorrer la
misma senda de apostasía que lleva a Roma y a sus hijas.”

- La falta de una condena clara a evangelios extraños o “light”,


que a lo máximo provoca una imitación de avivamiento
sustentado por el sentimentalismo: “No teníamos ni un
céntimo, estábamos atrasados con el pago de la renta otra vez,
pero yo estaba, literalmente, derramando mi vida en el
servicio a Dios. Apenas contábamos con las cosas
indispensables para vivir... Los líderes no me alentaban
mucho, pero las almas hambrientas y necesitadas escuchaban
hablar de Jesús gozosamente. Casi siempre el avivamiento
comienza entre los laicos. Los líderes eclesiásticos rara vez
reciben bien una reforma. Los líderes actuales están, en
general, demasiado cómodamente instalados como para
desear innovaciones que pudieran requerir sacrificios de su
parte. Y el fuego de Dios solo cae sobre los sacrificios...

Tanto el frío intelectualismo como el eclesiastismo formal y la


dominación sacerdotal están fuera del carácter del evangelio...
Aun en casos notables, como el poderoso evangelista Charles
Finney, que era tan pobre después de quince años de
prodigiosa labor para el Señor, y que se vio obligado a vender
su baúl de viaje para comprar una vaca y poder así alimentar a
su familia.”
L a c a l l e A z u s a | 69

- La calle Azusa no buscaba ser reconocida por la sociedad, ni


por el resto de iglesias. Los inicios del avivamiento fueron
marcados por una profunda humildad, y no se hacían
distinciones de clase ni de raza, al menos al principio. Hoy
día, las iglesias copian del exterior los patrones de
comportamiento del mundo, haciendo las mismas
distinciones que en él. Este es el espíritu en el que se expresa
Bartleman en el siguiente párrafo:

“Un gran espíritu de humildad se manifestaba en esa reunión.


Estaban concentrados en Dios. Evidentemente, el Señor había
encontrado su pequeño remanente, afuera, como siempre, a
través de los cuales podría hacer su voluntad. Esto no podía
hacerlo en ninguna obra misionera del país. Todas estaban en
manos de hombres. El Espíritu no podía obrar. Otros, mucho
más pretenciosos, habían fallado.

Lo que el hombre estima había sido dejado de lado una vez


más, y el Espíritu había nacido de nuevo otra vez en un
humilde “establo”, fuera de las instituciones eclesiásticas,
como siempre. Un cuerpo debe ser preparado, en
arrepentimiento y humillación, para todo derramamiento del
Espíritu. En el avivamiento de Gales, los grandes expositores
de Inglaterra tuvieron que venir a sentarse a los pies de los
rudos y curtidos trabajadores mineros, y ver las maravillosas
obras de Dios...”

Por desgracia, siento que el movimiento pentecostal se ha


convertido en una institución más que no se distingue por
nada. ¿Encontrará Dios pueblo para su avivamiento?

6º Antes del avivamiento, se anunciaba el juicio de Dios. Por


ejemplo, Bartleman sostenía que el terremoto de San
Francisco de aquel mes de abril de 1906, en el que empezó el
avivamiento en la calle Azusa, era fruto del juicio de Dios por
el pecado.
70 | L a c a l l e A z u s a

Se indignó muchísimo cuando desde los púlpitos de las


iglesias los predicadores insistían en desligar el terremoto de
una decisión de Dios, para calmar los temores de la gente.
Pero su mensaje sobre el juicio de Dios produjo mucha
convicción de pecado. Fue uno de los factores decisivos para
que comenzara el avivamiento.

Creo que en el pentecostalismo actual la mayoría de los


mensajes son de éxito y prosperidad, convirtiéndose en los
sermones más escuchados y agradecidos. Supongo que Frank
Bartleman no sería muy bien recibido hoy día por su mensaje
sobre el juicio de Dios.

7º El avivamiento de la calle Azusa dependía del Espíritu


Santo, y no de ningún pastor o líder que decidió que ya era el
tiempo. Así lo describe Bartleman:

“El hermano Seymour era reconocido como líder nominal a


cargo. Pero no teníamos papa ni jerarquía alguna. Éramos
“hermanos”. No teníamos un programa humano. Dios mismo
nos dirigía. No teníamos clase sacerdotal, ni tareas
sacerdotales. Estas cosas vinieron después, con la apostasía
del movimiento. En el principio ni siquiera teníamos una
plataforma o un púlpito. Todos estábamos a la misma altura.
Los ministros eran siervos, según el verdadero sentido de la
palabra. No honrábamos a los hombres por su posición
ventajosa, ya fuera a causa de su dinero o de su educación...

No se anunciaba con anticipación el tema de los sermones o


los mensajes, ni los nombres de los predicadores para una
hora determinada. Nadie sabía qué sucedería, qué haría Dios.
Todo era espontáneo, ordenado por el Espíritu.

Queríamos escuchar lo que Dios tuviera para nosotros, fuera


quien fuere la persona que Él eligiera para hablar. No
hacíamos acepción de personas...
L a c a l l e A z u s a | 71

Alguien podía estar hablando, y repentinamente el Espíritu


caía sobre la congregación. Dios mismo hacía el llamado. Los
hombres caían por todas partes, como heridos en una batalla,
o corrían hacia el púlpito en masa, buscando a Dios... Nunca
vi que se hiciera un llamado evangelístico en esa época. Dios
mismo los llamaba. Y el predicador sabía cuándo irse...”

Bueno, el contraste con las iglesias actuales es muy obvio,


donde el pastor parece sentir como si la iglesia no anduviera
sin su empuje, incluso decidiendo donde ha de sentarse tal o
cual persona. Si notamos, no se hacía ninguna distinción entre
laicos y religiosos, o pastores y miembros comunes. Se
reconocía que el Espíritu Santo podía usar a cualquier
hermano.

8º El cambio histórico más importante que trajo “Calle


Azusa”, sin duda, fue el nuevo reconocimiento de los dones
del Espíritu Santo, especialmente los dones más “llamativos”
como hablar en lenguas, profecía y sanidad. Esto es lo que
hasta hoy caracteriza el movimiento pentecostal y carismático.

Pero veo una diferencia importante en la forma como fueron


usados estos dones. En el avivamiento de la Calle Azusa, era el
entero “cuerpo de Cristo” que usaba estos dones para la
edificación mutua. Pero en las iglesias pentecostales actuales
ya no veo esto. La “ministración” está ahora completamente
centrada en el “pastor”.

Aun si hay dones en la iglesia, se ejerce exclusivamente por


aquellas pocas personas que son “oficialmente reconocidas”.
Ya no veo al “cuerpo entero” ministrando, un problema aún
mayor en las iglesias con denominaciones, donde la estructura
jerárquica es un auténtico tapón para el libre mover del
Espíritu.
72 | L a c a l l e A z u s a

Bartleman cuenta incluso que los pastores eran los que tenían
las mayores dificultades de entrar al avivamiento. El Espíritu
Santo traía a la luz su vacío interior, su vanidad y su pobreza
espiritual que solían esconder detrás de sus sermones
elaborados:

“Algunas veces venían personas presuntuosas. Especialmente


predicadores, que trataban de promoverse a sí mismos,
teniendo un alto concepto de sí. Pero sus esfuerzos tenían
corta vida. Les faltaba el aliento. Sus mentes vagaban, sus
cerebros vacilaban. Comenzaban a ver todo negro. No podían
seguir. Nunca, en esa época, vi a alguno de ellos que pudiera
continuar predicando. Estaban en contra de Dios. Nadie les
interrumpía. Simplemente orábamos, y el Espíritu hacía el
resto. Nosotros queríamos que el Espíritu controlara todo. Él
los hería prontamente...

Aun los hombres que eran muy buenos llegaban a aborrecerse


a sí mismos a la prístina luz de Dios. Los predicadores
tardaban más en morir. Tenían mucho a lo que morir. Tanta
reputación, tantas buenas obras. Pero cuando Dios obraba en
ellos, alegremente daban vuelta a la página y empezaban un
nuevo capítulo... La muerte no es una experiencia agradable,
en absoluto. Y los hombres fuertes tardan en morir.”

Con esto, dudo que los pastores actuales se hubieran sentido


bien en los acontecimientos de la Calle Azusa...

9º Dios mismo es quien hacía el “llamado” a la conversión.


Esto está en la línea de avivamientos anteriores, como he visto
en Edwards, Whitefield, Wesley o Finney, y que he tenido el
privilegio de revisar para realizar este estudio. Estos
predicadores predicaban sermones muy fuertes, pero
confiaban en que Dios mismo iba a obrar la convicción del
pecado, y que entonces las personas iban a buscar a Dios por
sí mismos y encontrarle.
L a c a l l e A z u s a | 73

Edwards, por ejemplo, pedía a sus oyentes que vinieran a


testificar después de alcanzar la seguridad de que habían sido
salvos; y Finney les ofrecía un lugar donde podían orar y
buscar a Dios y recibir consejería si lo deseaban. Pero ninguno
de ellos insinuaba que uno podía ser salvo con un ritual de
“venir adelante” o de “decir una oración de entrega”.

Así fue también el avivamiento de la Calle Azusa, según el


relato de Bartleman: “Nunca vi que se hiciera un llamado
evangelístico en esa época. Dios mismo los llamaba.”

Entonces, obviamente, no existía esta manipulación que se


observa en muchas campañas evangelísticas actuales: “Ven
adelante ahora, ahora es la hora de la salvación...” “Siento que
hay una unción especial de Dios en este lugar para los que
vienen adelante ahora...” etc., etc… La obra de Dios no
necesita ser “reforzada” con manipulaciones humanas, como
indicarle al Espíritu Santo que es “¡Ahora, Ahora!” entre
grandes gritos cuándo ha de hacer Su obra.

10º La autoridad en la Iglesia sólo era Dios. Vuelvo a citar


del relato de Bartleman:

“No teníamos clase sacerdotal, ni tareas sacerdotales. Estas


cosas vinieron después, con la apostasía del movimiento. En el
principio ni siquiera teníamos una plataforma o un púlpito.
Todos estábamos a la misma altura. Los ministros eran
siervos, según el verdadero sentido de la palabra.”

Más tarde dice también: “La iglesia era en el principio una


comunidad de hermanos, guiada por algunos hermanos... uno
es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos”
(Mateo 23:8). Tenemos demasiado espíritu de liderazgo. Esto
divide al cuerpo y separa a los santos.”
74 | L a c a l l e A z u s a

El avivamiento de la Calle Azusa era como vemos “anti-


autoritario” (en el sentido más positivo de la palabra, no en el
de la anarquía). Los líderes no exigían “sumisión” y no se
enseñoreaban de sus hermanos. Por supuesto, esto no tiene
nada que ver contra la autoridad delegada por Dios a los
hombres, entendiendo que ello es bíblico.

Más tarde, el movimiento pentecostal empezó a caer en el


“pastorismo” y el autoritarismo. Este es otro punto que
Bartleman llama “apostasía”: “A medida que el movimiento
caía en la apostasía, comenzaron a construirse plataformas
más altas, a vestir sacos más largos, se organizaron coros, y
comenzaron a formarse bandas de cuerdas para darle “ritmo”
a la gente. Los reyes volvieron nuevamente a sus tronos,
restaurada su soberanía. Ya no éramos “hermanos”.

Entonces se multiplicaron las divisiones. Mientras el hermano


Seymour mantuvo su cabeza dentro de una caja vacía en
Azusa, todo anduvo bien. Pero finalmente le construyeron un
trono a él también. Ahora tenemos, no una jerarquía, sino
muchas. (La obra misionera de Azusa está desierta, y el
hermano Seymour en el cielo, al tiempo de escribir estas
líneas.)”

Esto fue en 1925. ¿Y qué diríamos de los tiempos que


seguirían? Durante los últimos treinta o cuarenta años, las
falsas enseñanzas autoritarias de la “cobertura espiritual” y de
la “sumisión bajo el pastor” han invadido a las iglesias
pentecostales, más que a las otras denominaciones, según yo
he podido ir notando. Hoy se considera que un pastor es “más
ungido”, cuanto más autoritario es o más decisiones toma por
sí mismo. Esto es completamente opuesto al espíritu de los
pioneros pentecostales.

11º El avivamiento de la Calle Azusa no tenía formas


institucionales. Así como el Espíritu Santo dirigía las
reuniones, El también dirigía todos los demás asuntos.
L a c a l l e A z u s a | 75

Por eso no era necesario que el avivamiento fuera


“organizado” de manera institucional, por lo menos no al
inicio. Bartleman ve la raíz de la apostasía del movimiento en
el “organizarse”:

“Debe decirse la verdad. Azusa también comenzó a fallarle al


Señor al comienzo de su historia. Un día Dios me mostró que
estaban pensando en organizarse, aunque no se había
pronunciado una palabra al respecto. El Espíritu me lo reveló.
El hizo que me pusiera de pie y les advirtiera sobre el peligro
de hacer de la obra pentecostal un grupo “partidario”. Los
santos “bautizados” debían permanecer en “un solo cuerpo”,
como habían sido llamados, y ser libres, como su Espíritu era
libre, no “atados nuevamente en un yugo (eclesiástico)”. Al día
siguiente de que yo lanzara esta advertencia, encontré sobre la
puerta de Azusa un cartel que decía: “Obra Misionera de la Fe
Apostólica”. El Señor me dijo: “Esto es lo que yo te decía.” Lo
habían hecho.

Un “espíritu partidista” no puede ser “pentecostal”. Formular


un cuerpo separado es solo proclamar nuestro fracaso como
pueblo de Dios. ... Luego trataron de incluir a toda la obra de
la costa en esta organización, pero fallaron miserablemente. ...
El pueblo de Dios debe estar libre de jerarquías.”

Por supuesto, cada grupo de personas necesita “organización”


en el sentido de hacer acuerdos mutuos, comprometerse para
ciertas actividades, reuniones, etc... De allí es quizás no tan
correcto cuando Bartleman dice que el “organizarse” es
pecado. Pero lo que él relata aquí, tiene que ver con
convertirse en una “institución”. Y este es efectivamente un
peligro para cada avivamiento.

Tan pronto como un grupo de personas se organiza como


“institución”, esta institución empieza a adquirir una vida
propia.
76 | L a c a l l e A z u s a

La gente empieza a sentirse obligada a “servir a la institución”,


a trabajar por el “crecimiento de la institución”, a preocuparse
por “la reputación de la institución”, etc... Así, poco a poco, “la
institución” se convierte en un ídolo y ahoga la vida espiritual.
Así sucedió también con el movimiento pentecostal.
Bartleman describe de la siguiente manera la situación
algunos años después del avivamiento:

“En la calle Colorado se abrió una gran obra misionera, y serví


allí también. Encontré que el poder se había disipado mucho.
Había muchas manifestaciones huecas. Gran parte de ellas
eran solo espuma. Esto me preocupaba. El espíritu de oración
se había perdido. Por consiguiente, se había filtrado el
fanatismo y la carne. La oración quema la carne arrogante.
Esta debe ser crucificada, cauterizada....

Yo estaba en el pasillo del primer piso. Otros se unieron a mí


en oración. Bajamos y descendió fuego sobre esa reunión.
Pero los líderes que estaban a cargo no eran espirituales. Se
habían levantado otros líderes que “no conocían a José”. No lo
comprendían. Dios trataba de volver. Parecían temer que
alguien les robara la obra misionera. El Espíritu no podía
obrar. Además, se habían organizado mucho y rápidamente, y
yo no era parte de su organización. Así es en muchos lugares
hoy. “Firme sobre la línea punteada, o no podremos confiar en
usted.” Solo nos reunimos con los que llenan nuestros
formularios. El “Pentecostés” nos quitó eso. ¿Por qué volver a
ello?”

Con esto, las iglesias pentecostales empezaron también a


volverse tradicionalistas y “costumbristas” como todas las
otras: “En esos momentos nada temíamos más que el buscar
nuestra propia gloria, o que la experiencia pentecostal se
convirtiera en un tema de la historia pasada. En realidad,
esperábamos y creíamos que el avivamiento durara sin cesar
hasta que Jesús volviera, lo cual sin duda sucedería, debería
suceder, si los hombres no le fallaran a Dios.
L a c a l l e A z u s a | 77

Pero continuamente nos desviamos hacia las viejas


concepciones, formas y ceremonias eclesiásticas apartadas de
Dios. ...

Ahora vamos a la iglesia los domingos, etc..., igual que “las


naciones (iglesias) de alrededor”. Pero en el comienzo no fue
así. En los primeros días de la obra de Azusa apenas podía
lograrse que los santos dejaran de estar de rodillas. Cuando
dos hermanos se encontraban, inevitablemente iban a orar.
Hoy es difícil arrastrar a alguien para que ore...”

12º Los principales fundadores del pentecostalismo


moderno, Parham y Seymour eran muy jóvenes en asuntos
espirituales, pues Parham sólo tenían 18 años cuando empezó
a predicar la doctrina de las “lenguas”.

Entiendo las reticencias que esto puede generar, ya que no


parece sensato darle tanta autoridad y credibilidad a un
neófito, y más a seguirle ciegamente (1 Timoteo 3:6). Si aún
los diáconos han de ser sometidos a prueba (1 Timoteo 3:10),
¿no han de serlo también los pastores y autoridades?
¿Menoscaba esto la afirmación de Pablo de que no tengamos
por menos la juventud, como le decía a Timoteo?

Son peligrosas las comparaciones, pero algunas sectas han


aparecido en estas circunstancias, donde supuestas “nuevas
revelaciones” han dado lugar a grupos como los mormones.

13º En un principio, la enseñanza correcta de Parham sobre


las lenguas era que estas son las mencionadas en Hechos 2, o
sea, otros idiomas, pero no prevaleció su entendimiento en los
acontecimientos posteriores. Cuando ésta y otras enseñanzas
fueron dadas en Azusa, la consecuencia fue vetarle el entrar de
nuevo en al local.
78 | L a c a l l e A z u s a

14º Es un problema de fe, más bien su única explicación,


aceptar que personas como Edward lee o el matrimonio
Asberry hubiesen entendido la Escritura predicada por
Seymour cuando aún estaban en la calle Bonnie Brae, y que el
pasaje de Hechos 2:4 no creara en ellos una expectación
ardiente de experimentar lo sobrenatural.

15º Se acusa al pentecostalismo de ser la religión de las


clases pobres o marginadas, o de países pobres e incultos.
¿Cómo hacer frente a esta afirmación?

Realmente, la duda queda de si en los primeros años del


pentecostalismo se llegara a comprender lo que los creyentes
estaban ingiriendo, pues carecían de conocimientos bíblicos
siquiera rudimentarios. ¿Qué sabían de Biblia los analfabetos,
o la gente de poca preparación académica? ¿Qué sabían de
Biblia los mundanos, viciados o criminales? ¿Qué sabían de
Biblia los católicos romanos?

No parece que estuvieran preparados para analizar o evaluar


bíblica o espiritualmente lo que recibían a manos de pastores
y pastoras pentecostales, y mi duda queda en si realmente se
enseñaba la Palabra en aquellas reuniones.

¡Claro que estas personas necesitaban urgentemente de Dios!


Necesitaban y necesitan ahora encontrar a Jesucristo.
Necesitaban la salvación de sus almas. Pero, una vez
entendido que Parham llegó a la convicción a través del
estudio bíblico de la vigencia de los dones, puede quedar en
entredicho el que un “evangelio fundamentalmente lleno de
señales” pudiera proveerles lo que Dios ofrece a toda la
humanidad en su verdadero “evangelio de salvación”. Con
todo, el Soberano Dios tiene la última palabra. A él le
pertenecen los juicios. No juzgo. Sólo expongo mis dudas
como creyente preocupado por la vigencia de los dones.
L a c a l l e A z u s a | 79

16º Es penoso, pero el grueso de creyentes ignora las


Sagradas Escrituras. Sería conveniente que supieran defender
la verdadera naturaleza de las lenguas, el propósito de los
dones sobrenaturales, o el significado de “bautismo en el
Espíritu”.

Siempre he echado de menos una verdadera enseñanza sobre


el “hacerlo todo decentemente y el orden”, que ahorraría
muchas discusiones a los pentecostales e iglesias carismáticas.

La falta de conocimiento lleva a un fenómeno alarmante en


nuestras iglesias, y es a la resistencia intransigente a cualquier
enseñanza o idea que trate de corregir algunos errores. Esto
suele llegar a la cerrazón de mente, a atrancar el intelecto, y de
ahí se produce un freno al entendimiento y continúan
consumiendo los mismos errores toda su vida. Considero todo
un trabajo pastoral inculcar al creyente la idea de
“Examinadlo todo, retened lo bueno”.

17º La vanagloria de que el pentecostalismo es el movimiento


cristiano que más se expande me parece peligrosa. El número
de adeptos no impone la autenticidad divina, pues tendríamos
que hablar entonces de millones de personas que pertenecen a
otras religiones, o que forman parte de lo que tristemente he
escuchado en muchas ocasiones, de “iglesias muertas”.

Tenemos la responsabilidad, como creyentes consecuentes


con la doctrina bíblica, de no vivir en emociones que
desplazan al intelecto, en ilusiones que cautivan fácilmente a
los hombres con “victoria, sanidad, poder sobre la vida,
prosperidad…”. Así mismo, la superación social, la fe ciega en
líderes carismáticos e interpretaciones doctrinales erróneas
engendran falsas esperanzas, y provocan ansias ardientes de
experimentar lo sobrenatural.
80 | L a c a l l e A z u s a

Y muchos factores parecidos tales como el deseo ferviente de


superarse cada uno personalmente, ignorancia elemental de
las verdaderas enseñanzas de la sagrada Biblia, manipulación
de masas, contagio del sentimentalismo, etc., etc…

Desgraciadamente, es pequeño el porcentaje de seres


humanos en el mundo, y dentro de ellos los creyentes, para
quienes la razón, el conocimiento y el entendimiento sean más
importantes que sensaciones, sentimientos, experiencias y
manifestaciones, sin restarle la importancia que estas tienen
cuando están sujetas a la revelación divina. Pero es común
contentarse con escalofríos, calentones, éxtasis, sueños y
visiones.

18º ¿Era posible que aquellos en los que no había evidencia


de regeneración hablaran nuevas lenguas? Es decir, si el
Espíritu Santo podía dotar de dones a quienes, por lo menos
en apariencia, no habían nacido de nuevo y no habían
experimentado el gozo de la salvación. El problema que
percibo en ello es que cada vez el pentecostalismo actual se
distancia de los verdaderos eventos y enseñanzas del día de
Pentecostés, según el relato bíblico de Hechos 2.

19º La controversia acerca de la santidad. Como ya hemos


visto, buscar la santidad era algo de lo más importante para
los primeros pentecostales. Aquí otra cita de Bartleman al
respecto:

“En esos días, recibir el “bautismo” (del Espíritu) significaba


un proceso de muerte y de limpieza. ... En ese momento no
sabíamos nada de “entusiasmar” a la gente con palabras. El
Espíritu obraba en gran profundidad. Un espíritu inquieto, o
una persona que hablara sin cuidar sus palabras, eran
inmediatamente reprobados por el Espíritu. Estábamos en
“tierra santa”. Esta atmósfera era insoportable para los
espíritus carnales.
L a c a l l e A z u s a | 81

Esto generalmente los mantenía lejos de allí, a menos que se


hubieran sometido como era debido y hubieran quemado todo
lo carnal.”

Pero con el tiempo surgió una controversia, la única


controversia que logró dividir el movimiento pentecostal en
sus primeros años. Un autor metodista, Edmundo W. Robb, la
describe de esta forma:

“En el siglo XX, los pentecostales carismáticos y los del


movimiento de santidad han estado a menudo en entornos
hostiles, y se han sentido aislados e incomprendidos. Así que
resulta sorprendente para muchos el saber que en realidad el
pentecostalismo salió del movimiento de santidad. De alguna
manera fue una progresión natural del movimiento. Al igual
que otros predicadores de la santidad que fueron atraídos por
el pentecostalismo, Seymour enseñó que el “Bautismo en el
Espíritu”, el cual producía el don de lenguas era, en esencia,
un segundo bautismo del Espíritu Santo. El primer bautismo
producía santificación; el segundo, dones espirituales y
poder.”

Otro pentecostalista inicial invitado a predicar en la Calle


Azusa fue William H. Durham, quien tomó el relevo de
Seymour en la calle Azusa, y con quien tendría grandes
discrepancias. Después de examinar las cosas, Durham
declaró que la doctrina de Seymour de las tres obras de la
gracia no funcionaría.

Claro que él creía en la primera, el nuevo nacimiento, y


aceptaba la tercera, el bautismo en el Espíritu Santo
evidenciado mediante el hablar en lenguas y con los brazos
abiertos. Pero Durham rechazaba la segunda obra de la gracia:
la doctrina wesleyana de la santificación, como redundante e
innecesaria... (no hacía falta perseguir la santidad).
82 | L a c a l l e A z u s a

El propio Seymour, y la mayoría de los miembros de la


congregación de la Calle Azusa, fueron devastados. Durham
había destrozado todo el razonamiento teológico para el
avivamiento. Ellos pensaban: ¿Cómo alguien puede
experimentar un bautismo de poder si primero no ha tenido
un bautismo de limpieza, persiguiendo la santidad?

Durham siguió hasta fundar las Asambleas de Dios, la cual


tendió a atraer a los anteriores bautistas, presbiterianos y a
otros de la tradición de la iglesia reformada. A su tiempo, esta
rama de la “no-santidad”, o de la santidad no requerida, del
movimiento pentecostal llegó a predominar. Más que
considerar el hablar en lenguas y otros dones ardientes como
un complemento de la santificación completa, como lo
hicieron los primeros pentecostales, las Asambleas y otros
grupos consideraron el “Bautismo en el Espíritu Santo” como
un sustituto.

Hoy en día, la mayoría de las iglesias pentecostales y


carismáticas buscan sus raíces en este pentecostalismo de la
no-santidad.” (Edmundo W. Robb, “El Espíritu que no se
intimida”).

Según las explicaciones de Robb, el movimiento de la santidad


tenía sus raíces en las enseñanzas de John Wesley, pero llevó
estas enseñanzas a unos extremos que ya no estaban en el
sentido de Wesley:

“Para recibir la segunda bendición, los creyentes tenían que


rendir a Dios todo lo que tenían en sus corazones y en sus
vidas. A su vez, por la fe, el Espíritu Santo purificaría sus
corazones y los capacitaría para una vida sin pecado. Esta era
una afirmación más ambiciosa que la que Wesley había hecho
con su doctrina de santificación. Wesley dejó en claro que él
quiso decir sólo perfección de intención o de deseo.”
(Edmundo W. Robb)
L a c a l l e A z u s a | 83

Frank Bartleman, en cambio, se puso del lado de Durham y lo


describe desde una perspectiva muy diferente:

“Él (Durham) predicaba un evangelio de salvación por fe. Fue


usado con poder para marcar nuevamente la línea de
separación entre la salvación por obras y la que es por fe,
entre la ley y la gracia. Esto se había vuelto muy necesario,
aun entre los pentecostales. Y es seguro que tal revelación y
reforma son necesarias hoy en las iglesias casi tanto como en
la época de Lutero. Tenemos, en gran parte, un
protestantismo romanizado....

Una multitud de almas aceptaba el mensaje del hermano


Durham con gozo. ... Pero también tenía gran oposición.
Algunos abusaban del mensaje, como lo hacen con todo
mensaje enviado por Dios, llegando al extremo de declarar
que dado que la obra de redención había sido totalmente
lograda en la cruz estaba, necesariamente, terminada también
en nosotros en el momento en que creíamos. Esto era un gran
error, y un gran obstáculo para el mensaje y para la obra. ...

Algunos llegaban al extremo de combatir el principio mismo


de la santidad, pretendiendo justificarse a sí mismos con el
mensaje de Durham. Pero, o lo habían malentendido o, lo que
es más probable, habían aprovechado la supuesta oportunidad
para luchar contra este principio al que sus propios corazones
se negaban a rendirse, y de esta forma hacían violencia al
mensaje que Dios les había enviado.”

Desafortunadamente, en este asunto de la santificación y de


entender correctamente la ley y la gracia, es muy fácil caer en
uno de los dos extremos: la “gracia barata” y el liberalismo por
un lado, y el legalismo y perfeccionismo por el otro lado. Y a
menudo, los que se dan cuenta del error de uno de estos
extremos, caen en el otro. Y aun los que tienen el
entendimiento correcto y equilibrado, a menudo son
malentendidos por los demás.
84 | L a c a l l e A z u s a

Así es bien posible que Durham tenía un punto de vista


equilibrado, pero que su mensaje fue malentendido y llevado a
un extremo por algunos de sus simpatizantes y llevado hasta
nuestros días.

Lo que es indiscutible, a mi entender, es que el avivamiento


pentecostal tenía sus raíces en el movimiento de la santidad, y
que en sus inicios el “bautismo del Espíritu Santo” estaba
estrechamente ligado a la santificación, o incluso era fruto de
ella. Se buscaba, no en primer lugar una “manifestación del
Espíritu”, sino la santificación y una unión más cercana con
Jesucristo. Todos los pioneros del pentecostalismo dieron
mucha importancia a la santidad, incluso Durham, según el
relato de Bartleman.

No existía esta búsqueda por manifestaciones cada vez más


extraordinarias y más extrañas, que se observa en muchas
iglesias actuales. En otro lugar escribe Bartleman:

“La atención de la gente debe dirigirse primero, y siempre, a


Cristo. Un verdadero “Pentecostés” producirá una muy fuerte
convicción de pecado, un volverse a Dios. Las falsas
manifestaciones solo producen entusiasmo y admiración.
Cualquier obra que exalte al Espíritu Santo o a los “dones” por
sobre Jesús, terminará en el fanatismo. Todo lo que hace
exaltar y amar a Jesús es bueno y seguro. Lo contrario
arruinará todo. El Espíritu Santo es una gran luz, pero
siempre enfocada sobre Cristo, para revelarlo.”

Completamente de acuerdo. El enfoque debe estar siempre


sobre Cristo y Su obra.

20º El pentecostalismo ha caído desde su posición inicial en


errores de bulto. No todas las iglesias los contienen, pero creo
que todas pueden tener una buena cantidad de ellos: Veamos
algunos:
L a c a l l e A z u s a | 85

- El énfasis en las riquezas y en la salud física. Algunos


pentecostales hablan poco del cielo y la vida eterna y mucho
de sanidad física y las riquezas materiales. Kenneth Hagin,
gran precursor pentecostal, dijo que “ningún creyente jamás
debe enfermarse.” Una secta pentecostal que está creciendo
rápidamente se llama “Pare de sufrir”. Podemos imaginar
fácilmente de qué se trata.

El énfasis en las riquezas y la salud física no concuerda con el


mensaje bíblico el cual promete una sola esperanza en el cielo
(1 Pedro 1:3-5) y no un paraíso aquí en el cual somos ricos
físicamente, y jamás sufrimos la enfermedad. Al contrario la
Biblia promete el sufrimiento en el mundo (2 Timoteo 3:2;
Filipenses 1:19). Cualquier otro evangelio, como el de la salud
y la abundancia, no es de Dios sino de Satanás.

¿Por qué las iglesias pentecostales sinceras no condenan


claramente las prácticas erróneas en otras que dicen serlo?

- No está mal visto el mercadeo del evangelio con el diezmo,


las ventas, las subastas, etc... No quiero entrar en el tema del
diezmo, porque respeto todas las posturas mientras
encuentren base bíblica. Pero sí puedo decir que en el Nuevo
Testamento las iglesias recaudaron dinero para la obra del
Señor solamente por medio de ofrendas voluntarias,
recolectadas cada primer día de la semana (1 Corintios 16:1,2).
No exigieron cierto porcentaje de las ganancias ni mucho
menos trataron éstas de ganar dinero de los inconversos con
ventas, subastas y otras formas de ingresos.

Al hablar tanto del dinero, muchos pentecostales dan mal


nombre al cristianismo entre los inconversos ya que algunos
dicen con algo de razón, “hablan mayormente del dinero.”

- Subestiman el concepto de milagro. En la Biblia, un milagro


era una señal que rompía las leyes de la naturaleza.
86 | L a c a l l e A z u s a

Por ejemplo, el caminar sobre el agua, el restaurar los brazos y


las piernas de los mancos, el sanar a los ciegos y paralíticos de
nacimiento los cuales habrían tenido defectos obviamente
visibles, el resucitar a muertos que habían pasado días en la
tumba, etc...

Las señales milagrosas en la Biblia fueron visibles,


instantáneas, completas, hechas para personas que no sabían
nada de Cristo, innegables, etc… (Por ejemplo, la sanidad del
cojo en Hechos 3:4).

Lamentablemente, en las iglesias pentecostales se les llama


casi a cualquier tipo de acontecimiento un milagro. Proclaman
“milagro” al encontrar las llaves perdidas, sentirse mejor de
un resfriado, ver llegar algunos hermanos que llegan con
retraso a la reunión, etc... Cuando nuestros amigos no
creyentes ven que a estos eventos se les llaman “milagros”,
hay peligro que comiencen a pensar, “los milagros no son en
verdad nada.” Entonces, cuando tratamos de impactarlos con
los milagros verdaderos de la Biblia, ellos piensan en los falsos
milagros pentecostales y no hacen caso porque se ha hecho
barata la palabra “milagro.”

En una historia de Esopo, cuando un muchacho gritaba “lobo”


al no haber uno, la gente después no hizo caso cuando en
realidad había un verdadero lobo. El mismo peligro existe
hoy. Si llamamos cualquier acontecimiento un milagro,
entonces la gente no va a hacer caso a los verdaderos de la
Biblia.

Demos las gracias a Dios por toda bendición, pero hay muchas
bendiciones que no son “milagros.” No llamemos “milagro” a
algo que no sea una señal instantánea la cual rompe las leyes
de la naturaleza.
L a c a l l e A z u s a | 87

- Se exalta demasiado a los pastores. No digo que en todas las


iglesias esto sea necesariamente así. Pero si ha habido algo
que ha marcado mi devenir en mi salida de una iglesia
pentecostal ha sido este punto. Por ejemplo, existen estudios
psicológicos que muestran que muchos de los creyentes que
supuestamente hablan en lenguas no están basados en algo
milagroso, sino en una fuerte confianza en hombres y mujeres
dinámicos llamados “pastores” que los incitan a hacerlo.
Sobre esto tuvo fuertes desavenencias con el pastor que dirigía
aquella iglesia.

Algunos pastores pentecostales francamente son sinceros.


Pero todos han logrado que sus miembros se fijen demasiado
en ellos aunque sean meros hombres. Por ejemplo, la
sugestión que se puede ejercer sobre el púlpito para
“provocar” que todos hablen en lenguas en la adoración o la
oración. Y lo que es peor, algunos dicen del pastor: “es un
gran hombre de Dios,” “es mi guía espiritual,” etc… Esta
tendencia no es nada nueva, porque Pablo dijo que existía este
tipo de “líder” en el primer siglo: “Pues toleráis si alguno os
esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si
alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas.” (2 Corintios
11:20). Y no me refiero solamente, como es lógico, al abuso
económico, sino al que es peor aún, al abuso espiritual.

Casi todos los pentecostales niegan que sus pastores sean así,
pero aun si no son aprovechadores, siempre ejercen un poder
no sano sobre sus miembros ya que éstos siempre citan al
pastor como autoridad y no a Cristo. Dicen “mi pastor dice,” y
no dicen casi nunca, “Cristo dice...”.

- La Adoración pentecostal se sale del patrón bíblico. Hasta


cierto punto, simpatizo con los creyentes pentecostales en este
punto, ya que en algunas partes la adoración a Dios se lleva a
cabo como rutina fría y con poco entusiasmo.
88 | L a c a l l e A z u s a

No obstante, un extremo no justifica al otro y


lamentablemente en muchas reuniones pentecostales se ve un
ambiente parecido a los espectáculos de la televisión. Hay
“artistas” (los que alaban), que cantan al estilo del espectáculo
con la forma y los instrumentos que se ven en los conciertos
de artistas mundanos, imitándolos en casi todo. Aunque
muchos de los elementos que se usan en estos eventos saben
elevar el ánimo de la audiencia, y todos (mayormente los
jóvenes) se excitan ante el subidón de emociones que
provocan…

¿En verdad nos llevan a conocer mejor a Dios y su palabra?


¿Estos elementos son de Dios o de los hombres? O más
específicamente, ¿Son del cielo? o ¿del mundo del
espectáculo?

Es verdad que Dios rechaza la adoración dada a Dios como


rutina (Amos 5:21-23) pero también rechazó la que se
mezclaba con elementos de la idolatría (Baal, Astarot) en el
tiempo de los israelitas y también rechaza la mezclada con la
idolatría moderna. Además, a mi entender se ha desenfocado
el que debe ser el centro de la adoración, Cristo, y se hace
demasiado énfasis a la “ministración” de los creyentes.

- ¿Son suficientes las Escrituras? Me explico: Casi todo


sistema religioso erróneo procede del concepto equivocado
que las Sagradas Escrituras no son suficientes como autoridad
religiosa y que se necesita otra fuente de autoridad aparte de
ellas.

Tal es el caso del catolicismo, con el catecismo y la tradición,


Los testigos de Jehová, con su revista “La Atalaya”, Los
mormones con el Libro de Mormón, Los adventistas y los
escritos de Ellen White, los evangélicos tradicionalistas con
los credos de su iglesia, los evangélicos posmodernistas y su
necesidad de los sentimientos e impulsos emocionales.
L a c a l l e A z u s a | 89

Los pentecostales por su parte creen que aparte de las


escrituras, Dios nos habla hoy en día por medio de profecías
modernas, los sueños y otras fuentes subjetivas.

A veces al oír citados versículos como Juan 16:13; Judas 3 o 2


Pedro 1:3, los creyentes que aceptan otras autoridades dicen
con sus labios que las Escrituras del Nuevo Testamento son
suficientes para guiarnos, pero al buscar otras revelaciones
aparte de ellas, demuestran no confiar en este hecho. Un
comentarista dijo correctamente con respecto a las escrituras
y las nuevas revelaciones, “Si usted declara que necesitamos
ambas, usted quiere decir que una es insuficiente.”

Decir que las escrituras son insuficientes para guiar al


cristiano, o creerlo pero actuar como si así fuera, debe
producir el temor de insultar a Dios y tener en poco su palabra
la cual es “viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos
filos” (Hebreos 4:12).

Sé que muchos creyentes sinceros no se dan cuenta que es lo


que hacen al buscar revelaciones aparte de las Escrituras, pero
espero que estos comentarios les haga pensar en el gran
peligro en el cual han entrado.

En cuanto a los sueños y profecías que muchos parecen


recibir, el error estriba en darles el mismo nivel de las
Escrituras en cuanto a su peso y su importancia en nuestras
vidas. No me siento capacitado en decidir si Dios puede hoy
revelarse así, pero si son revelaciones de Dios caemos en el
peligro de darles el mismo peso que a las Escrituras.
90 | L a c a l l e A z u s a

Conclusión

Creo sinceramente por lo que he estudiado sobre los


acontecimientos de Azusa que muy pronto el movimiento
pentecostal se convirtió en “una iglesia más”, “una institución
más”, con sus tradiciones, sus sacerdotes y sus reyes.
Prefirieron hacer las cosas “ellos mismos”, en vez de depender
constantemente del Espíritu Santo. De manera que uno de sus
propios fundadores, apenas veinte años después, tuvo que
hablar de “apostasía”.

La conclusión es que el movimiento pentecostal tiene hoy la


misma necesidad de todas las iglesias: volver “a lo que era en
el principio”. Al comparar la situación actual con los
acontecimientos de la Calle Azusa, resaltan las diferencias, y la
necesidad se ve claramente. El Nuevo Testamento
(especialmente el libro de Hechos) pinta un cuadro claro de
cómo era la primera iglesia. Volver allá quizá fue el anhelo de
los pioneros pentecostales, en un intento de salir de las
ataduras de un sistema eclesiástico institucionalizado, y volver
a lo que era la primera iglesia.

Quizás esto mismo debería ser el anhelo del pueblo de Dios


hoy, dejando las tradiciones y las doctrinas extra bíblicas,
volviendo a la fuente de toda fe verdadera: “Tenemos también
la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar
atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro,
hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en
vuestros corazones” (2 Pedro 1:19).

La Escritura es clara en cuanto a las revelaciones: “¡A la ley y


al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les
ha amanecido” (Isaías 8:20).
L a c a l l e A z u s a | 91

Jerónimo Perles Moreno


Huelva
Octubre de 2015.

Escrito en la libertad del Espíritu.

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