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pentecostales
La calle Azusa
- Sola Escritura
- Sólo fe
- Sola Gracia
- Sólo Cristo
- Sólo a Dios la Gloria
El Movimiento de Santidad
Pronto surgió en el seno de la nueva iglesia metodista el
llamado “movimiento de santidad”. Este movimiento, que
constituyó el arranque del posterior movimiento que estamos
tratando, consistía en la promoción y enseñanza de tres
conceptos básicos entre los creyentes. Estos eran:
El desembarco en EEUU de
este movimiento de santidad
se produjo en Nueva York,
donde una mujer
perteneciente a la iglesia
metodista, Sarah
Lankford, comenzó a
reunirse los martes en su
casa con algunos creyentes
para promover la santidad en
la ciudad.
William J. Seymour
Seymour fue hijo de un esclavo, Simmon, que para conseguir
su libertad sirvió en la guerra civil en el bando de la unión.
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Charles F. Parham
Siempre ha habido muchas discusiones sobre donde empezó
el movimiento pentecostal.
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- Justificación por la fe
- La santificación como segunda obra de la gracia
- Certeza de salvación por el testimonio del Espíritu
Santo (3º obra del ES)
- La sanidad divina actual
- La segunda venida de Cristo antes del milenio
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- 1º Salvación,
- 2º Santificación y
- 3º Bautismo en el Espíritu Santo.
Pero por lo que podemos ver en esta primera fase, este nuevo
pentecostés del movimiento carismático no podía ser más
diferente al original del libro de Hechos. Veamos algunos
detalles:
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“Mirad, yo estoy a la puerta y llamo”
A partir de aquella ocasión y en las siguientes reuniones, otros
creyentes fueron tocados por aquellas experiencias.
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Llegó el momento
La primera reunión en aquel local se celebró el 14 de abril de
1906. Los servicios de la Iglesia se celebraron en la planta
baja, donde las bancas fueron colocadas en un patrón
rectangular. Algunas de los bancas fueron simplemente tablas
puestas encima de barriles vacíos. No había plataforma
elevada, ya que el techo era tan sólo de tres metros de altura.
Inicialmente no hubo púlpito.
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“La idea de ir a solas iba a ser una causa perdida, así que
invité a tres de mis diáconos. Ese servicio en la calle Bonnie
me convenció, no porque hablaron en lenguas o cómo se
realizaba el culto, sino porque pude sentir que eran personas
espirituales y que no era una locura lo que estaba pasando, y
aunque no pude entender el afán por hablar en lenguas, me
convencí que esas personas eran sinceras. Esa noche,
mientras regresaba a casa, me pregunté: Arthur, ¿qué vas a
hacer?”. Arthur se respondió a sí mismo de esta manera:
reunió a su iglesia y estudió de nuevo el libro de los Hechos de
los apóstoles.
Otro de mis conflictos es que yo creo que Dios nos pone gente
en las iglesias a gente excéntrica o sentimental, no tanto para
que se les pastoree para que alcancen una madurez que nunca
llega, sino más bien para que en ocasiones levanten el fuego
de nuestro espíritu.
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Oposición y persecución
Los primeros pentecostales encontraron todo tipo de
oposición y persecución. Las denominaciones existentes
(especialmente los grupos de Santidad y los fundamentalistas
de otras denominaciones) normalmente los expulsaron, los
denunciaron y los ridiculizaron como “santos rodados”
(Rolling Saints).
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Los servicios nunca fueron iguales (la
NO liturgia)
(Desde este punto, el relato está basado en el testimonio de
aquellos que estuvieron presentes en los acontecimientos de la
calle Azusa, sobre todo del relato de Frank Bartleman que ha
servido como base de este estudio).
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Pero creo seriamente que fue verdad que muchas vidas fueron
cambiadas en la calle Azusa, y por medio de ellos miles
vinieron a experimentar un despertar espiritual, lo que ellos
denominan erróneamente “el bautismo del Espíritu Santo”, y
por medio de esos miles también diez miles, y después…
muchas más. Se había abierto un nuevo capítulo de la historia
del cristianismo.
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Bartleman cuenta incluso que los pastores eran los que tenían
las mayores dificultades de entrar al avivamiento. El Espíritu
Santo traía a la luz su vacío interior, su vanidad y su pobreza
espiritual que solían esconder detrás de sus sermones
elaborados:
Demos las gracias a Dios por toda bendición, pero hay muchas
bendiciones que no son “milagros.” No llamemos “milagro” a
algo que no sea una señal instantánea la cual rompe las leyes
de la naturaleza.
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Casi todos los pentecostales niegan que sus pastores sean así,
pero aun si no son aprovechadores, siempre ejercen un poder
no sano sobre sus miembros ya que éstos siempre citan al
pastor como autoridad y no a Cristo. Dicen “mi pastor dice,” y
no dicen casi nunca, “Cristo dice...”.
Conclusión