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Los temas de Osvaldo Lamborghini (hermano menor del poeta Leónidas) son el peronismo
(del que participó intermitentemente antes de su exilio en 1976: “El 24 de marzo de 1976,
yo, que era loco, homosexual, marxista, drogadicto y alcohólico, me volví loco,
homosexual, marxista, drogadicto y alcohólico”), la argentinidad, la Ley, la violencia de
clase y de género, la imaginación pornográfica, la revolución. Más importante que esa
enumeración es notar hasta qué punto hizo pasar esas unidades por su propia prosa (de
una calidad desconocida hasta su aparición) y su poesía (que le gustaba pensar como
“prosa cortada”).
Así como en la obra de Pierre Klossowski —otro escritor que abandonó la escritura
— el voyeur es la pieza clave de un simulacro pornográfico que busca romper la ley
y transgredir los códigos ontológicos, en la de Osvaldo Lamborghini el lector es
espectador de un dispositivo pornográfico basado en el détournement que rompe
la hipnosis de la imagen pornográfica difundida masivamente a partir de los años
setenta. La muestra del Macba nos ofrece también la posibilidad de pensar que no
hay que esperar a los años noventa para encontrar críticas de la industria
pornográfica, es decir que las críticas a la pornografía mainstream no surgen con el
posporno.
Si en palabras de Cesar Aira el autor de “El fiord” realiza un descanso de la obra narrativa en
marcha (8), con Roland Barthes podemos pensar que el autor renuncia a la Literatura,
“buscando un lenguaje libre y un lenguaje soñado” (El grado cero de la escritura: 88-89), en un
cruce de la palabra con la imagen
r le livre d’artiste: 83), como una expresión en el cruce de varios lenguajes. Si esta obra de
Osvaldo Lamborghini es intermediática, su carácter heterogéneo y no definitivo la convierte a
su vez un work in progress que está en busca de una estructura general, al no tratarse de un
catálogo de imágenes, ni de un museo pornófilo
En las distintas intervenciones sobre la imagen que realiza Lamborghini, la más recurrente es el
dibujo sobre o a partir de la fotografía. Debemos aquí señalar el calco como técnica de dibujo
que más utiliza y cuyos resultados guardan similitudes con los dibujos eróticos de Gustav Klimt.
Estos calcos hechos a lápiz o con bic limpian la fotografía del segundo plano y de atavismos
para depurar la imagen. El dibujo resalta el contorno de los cuerpos sin acentuar detalles y se
realiza casi en exclusivo sobre la figura femenina, generalmente de medio cuerpo o de cuerpo
entero. La eliminación del contexto de la fotografía por un lado y la supresión de su carácter
lascivo llevan a menudo a la imagen del terreno de lo pornográfico al de lo erótico
Si Ricardo Strafacce afirma que este proyecto retoma “de otra manera, la receta (política y
pornografía) de El fiord” (803), ópera prima de Osvaldo Lamborghini, cabría preguntarnos si
esa receta es realmente abandonada por el autor en alguno de sus textos. No obstante, lo que
sí es innegable es que en Teatro proletario de cámara se hace de una manera radicalmente
distinta.
TPC cruza pornografía y política, ese cruce se focaliza, en la mayoría de las secuencias, en la
sexualidad del mundo lumpen y prostibulario. Ya en El fiord, el mundo sindical y la sexualidad
del proletariado animaban el relato, así como también, en “¡Escribir como cualquier cosa!”
donde, mientras se organiza y avanza una marcha de la U.O.M., dos sindicalistas se
desprenden, Rosa y Rubén, decididos a juntar unas monedas para pagarse un hotel y echar un
polvo. En esos relatos, lo político pierde el terreno que gana la sexualidad, movimiento clásico
en Osvaldo Lamborghini también presente en TPC.
En palabras de Dominique Poggi, la pornografía es “un instrumento de propaganda al servicio
del patriarcado, que refuerza el mito de una sexualidad feminista pasiva y masoquista, al
mismo tiempo que valoriza las imágenes de machos predadores y sádicos” (La revolución
teórica de la pornografía: 97), tal y como es el caso, aún hoy, en la pornografía mainstream.
CESAR AIRA
Ana Paula Kiffer (2011) se pregunta si el texto literario podría escaparde una relación
metafórica con el cuerpo, y si sería posible una crítica textualque evocase o se consolidase a
partir de los índices, de la materialidad del texto.El TPC da cuenta de cómo la literatura,
tensionada hacia sus límites, intenta loprimero
la materialidad del cuerpo, del trabajo físico queimplica la escritura, como huella en la obra.
Centrándose, entonces, en larelevancia que tiene el “raye físico” de la escritura —la expresión
es de otropatógrafo, Libertella—, los juegos del lenguaje y la inclusión de biografemasrelucen
con otro brillo.
En las imágenes expuestas, selección del Sexo que habla, nos encontramos
con diversos tipos de penetraciones, de cojugaciones de cuerpos. Si
ahondamos y categorizamos aun más, podemos ubicarlas en la categoría de
penetraciones y felaciones pertenecientes al dispositivo pornográfico, y aquí
vemos las relaciones de poder que atraviesan los cuerpos.
En este sentido, podemos decir que opera la abyección en tanto que “el
escritor, fascinado por lo abyecto se imagina su lógica, se proyecta en ella, la
introyecta y por ende pervierte la lengua” (Kristeva) La abyección como lo
externo, lo fuera de la ley, lo indecible.
una narrativa que corporiza la relación dialéctica de poder entre amo-esclavo, teniendo
en cuenta que la experiencia corporal del hombre en la Fenomenología del espíritu
(1807) de Hegel había quedado desplazada ubicándose del lado de la conciencia y el
espíritu. El cuerpo en Lamborghini opera como lugar de dominación, que se impone a
través del sexo y la violencia. El cuerpo/amo que penetra/sodomiza es el que ejerce el
poder sobre el cuerpo penetrado/esclavo. El espacio del cuerpo, en su narrativa, es
entendido como lugar en el que actúa el poder, pero también es formado por el poder
(Butler, 2004). En sus ficciones «las relaciones de poder tienen una influencia inmediata
sobre el cuerpo; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a
realizar trabajos, lo obligan a unas ceremonias [sexuales]» (Foucault, 1975)
El cuerpo femenino aquí se constituye el depositario del poder fálico. Su cuerpo es penetrado
de diversas formas, pero siempre penetrado.
Ambas ficciones visibilizan las técnicas capilares por las que el biopoder aspira a
administrar la vida biológica de la población y a producir cuerpos disponibles para su
captura por el capital.
Por un lado, Lamborghini toma como materiales las ruinas de la utopía de masas del
populismo y la ebullición de la violencia política a partir de los años sesenta en
Argentina