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Diferentes grupos
Primer grupo: los que voluntariamente se ofrecieron para ir en ayuda de Jehová. (vs 9)
En este primer grupo están los “Jefes” (vs 10), “los que prescriben y hacen obedecer las leyes. Los tales eran
príncipes que, como Barac, arriesgaron la vida por la victoria de Israel. Eran los gobernantes de Israel cuyo
deber era mantener la ley y el orden nacional, y en esta ocasión demostraron que eran dignos de la tarea que
se les había confiado.
Se trataba de hombres ricos e influyentes, porque sus cabalgaduras eran animales escogidos, fuera del alcance
de los menos pudientes. En otras palabras, que los acaudalados y los que pueden viajar por los caminos antes
desiertos.
También estaban los nobles (vs 13). Los de la tribu de Efraín, de Benjamín (Se había nombrado sólo a Zabulón
y a Neftalí como los únicos que se unieron con Barac (cap. 4: 10); pero aquí se muestra que había contingentes
de Efraín). Maquir. Hijo de Manasés (Gén. 50: 23). Jefe de la principal familia de la tribu. Esta familia había
recibido su porción en Galaad. Zabulón. Los que tenían vara de mando. (vs. 14) "vara del escriba". Se cree
que la vara de mando sería la insignia del oficial cuyo deber era formar las tropas y llevar el registro de
cuantos hombres venían de cada lugar. Isacar. (vs 15). El pueblo de Zabulón y de Neftalí (vs 18) expusieron sus
vidas en la batalla.
Sin embargo, no todas las tribus acudieron ante la invitación de Débora y Barac para salir a la batalla. Algunas
tribus rehusaron directamente unirse con las tropas israelitas, vacilaron y cavilaron hasta que terminó la
batalla.
Segundo grupo: los que oyeron la invitación y vacilaron, cavilaron, discutieron y no fueron a la batalla.
Entre ellos están: los rubenitas (vs 15,16) Con toda probabilidad, cuando la convocación para la batalla llegó
hasta las familias de la tribu de Rubén que vivían relativamente cerca, al otro lado del Jordán, debatieron
rápidamente acerca de lo que iban a hacer. Cada familia quiso saber lo que harían las otras en relación con la
convocatoria a la guerra. Comentaron esto ampliamente en sus círculos familiares; pero, mientras
reflexionaban en cuanto a la necesidad y la posibilidad de ir, pasó el tiempo de actuar. Evidentemente
estaban aún vacilando y planeando lo que deseaban hacer cuando les llegó la noticia de la victoria. Tenían
buenas intenciones, pero no actuaron. ¡paso la siega, llego el verano, y nosotros no hemos sido salvos!
(Jeremías 8:20).
Galaad. La tribu de Gad. La zona que estaba al este del Jordán y al sur del mar de Galilea. La tribu de Dan.
Estos tenían naves marítimas. Pero no vinieron en ayuda de Jehová. Dan hasta perdieron el interés en los
esfuerzos de sus hermanos israelitas por recuperar su independencia. La tribu de Aser, se quedaron a la orilla
del mar, permanecieron en sus puertos. (vs17). Aparentemente también Aser experimentaba tanto la
poderosa influencia de los cananeos y navegantes fenicios de Tiro y Sidón, que no se sintió inclinado a
plegarse a la sublevación hebrea.
Tercer episodio: el desarrollo y resultado de la guerra (19-24)
Los reyes de Canaán pelearon, pero no obtuvieron ganancia, fueron derrotados (vs 19). Desde los cielos las
estrellas pelearon, contra Sísara (vs 20). En el (vs 21) dice que el torrente de Cisón los barrió con sus aguas. En
el (vs 22) dice que resonaron los cascos por el galopar de los jinetes en sus caballos. En el (vs 24-27) dice que
Jael una dama que estaba haciendo los quehaceres de su casa, tuvo una parte muy importante en la victoria.
Allí en su casa, clavo con una estaca al enemigo.
Vean cómo termina ese capítulo. “Así perezcan todos tus enemigos, oh, Jehová; Mas los que te aman, sean
como el sol cuando sale en su fuerza”. (Jueces 5:31). (Continuará) Apocalipsis 12:17 habla de que el Dragón a
salido a la guerra, contra el resto de la decendencia del pueblo de Dios.
Conclusión:
Se dio una maldición, a Meroz (Vs 23) ¿Por qué esta maldición? Porque no vino en ayuda de Jehová, contra los
fuertes.
“Es importante que todos acudan ahora a participar de la obra, y que actúen como si fueran seres humanos
vivos, que trabajan para la salvación de las almas que perecen. Si todos los miembros de la iglesia se pusieran
de parte del Señor, veríamos tal reavivamiento de su obra como no lo hemos visto hasta ahora. Dios requiere
esto de ustedes y de cada hermano. Son ustedes quienes deben decidir si es o no mejor obedecer el llamado
del Señor. Se requiere obediencia; y a menos que obedezcan, van a estar peor que si se encontraran en
terreno neutral. A menos que sean favorecidos por la bendición de Dios, tendrán su maldición. El desea que
sean bien dispuestos y obedientes, y dice que en ese caso comerán del bien de la tierra. Una amarga maldición
se pronuncia contra los que no se ponen de parte del Señor. “Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová;
maldecid severamente a sus moradores, porque no vinieron al socorro de Jehová, al socorro de Jehová contra
los fuertes”. Jueces 5:23. Satanás y sus ángeles están en el campo para oponerse a todo paso que den los hijos
de Dios para avanzar; por lo tanto, se requiere la colaboración de todos. (2Test., p. 154)
"El Señor aborrece la indiferencia y la deslealtad en tiempo de crisis para su obra. Todo el universo contempla
con interés indecible las escenas finales de la gran controversia entre el bien y el mal. Los hijos de Dios se
están acercando a las fronteras del mundo eterno; ¿qué podría resultar de más importancia para ellos que el
ser leales al Dios del cielo?" – {PR 108.2}
“Como ilustración de que habéis fallado en acudir a colaborar en la obra de Dios, como era vuestro privilegio
hacerlo, se me ha señalado estas palabras: Maldecid a Meroz, dijo el Ángel de Jehová, maldecid severamente
a sus moradores, porque no vinieron al socorro de Jehová, al socorro de Jehová entre los fuertes “(SC página
46).
En la batalla de Débora y Barac, cuando se hizo un llamado general a Israel, la gente le atribuyó más valor a su
vida que al llamado de Dios. No era mala gente. Se consideraban básicamente buenas y piadosas. No se dice
que hayan colaborado con el enemigo. En general apoyaban moralmente la causa, pero no estaban dispuestos
a exponer sus vidas. Tenían que cuidar a sus familias y atender sus negocios. Su propio futuro estaba en juego.
Llamado
Siempre que predicamos el evangelio por medio las campañas evangelísticas, la iglesia se pone en orden de
batalla. Es la batalla de Dios, y de la iglesia es tiempo de arrebatar almas de los brazos del enemigo. Dios
necesita que todos nos enlistemos, niños, jóvenes hombres y mujeres. Todos participando, invitando,
inscribiendo, trayendo, llevando.
Esta semana vamos a la guerra contra Satanás. Con la campaña evangelística “el Sello de Dios”. Yo ire, en
ayuda de Jehová contra los fuertes. ¿Alguien más desea ponerse departe del Señor?