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la literatura
argentina
2
Del Romanticismo
al Naturalismo
,
Centro Editor de América Latina
Dirección: Susana Zanetti
Sec:re1aría de redacción: Graeiela Beatriz Cabal
Asistencia técnica: Jorge Alberto Warley
Asesoramiento artístico: Osear D (az
Diagramación: Alberto Oneto, Diego Oviedo,
Silvia Battist essa
Coordinación y producción: NataHo Lukawecki,
Fe rm ín E. Márquez, Elisa Randa, Alejandro E.
Nicoletti, Gabriel Drogo.
~ 1980/ 1986
Ce ntro Editor de América Latina S.A.
J unin 981 - Buenos Aires
Hecho el depósito de ley
Impreso en la Argent ina
en: Litodar. Vi el 1444, Buenos Aires
ISB N Edición completa 95025 1601 X
ISBN Vol umen 2 95025 16125
r
edición, 196:7/68
~ , .} ", '1
Martín Fierro
María Teresa Gramuglio y Beatriz Sarlo
"e amfl lgHman la s idp8" dí" mnoprnl- las lo)'es. Pe!"cibir im pu'~'sto", }" ap!i
dad con los elementos de cultura . carlos a la marcha reguiar de los po-
campesina arcaica), diseña el perfil deres, que consiste en IDBilltener el
de Hernández y es el soporte ideal orden público: hacer justicia~ garan- :. . .'
de la peculiar estructura lógica y tir el ejeI"cicio de los derechos comu- . • ¡
afectiva del iVIartin Fierro. La ecua- nes y pI"opender a que la iniciativa
ción clásica de HEcheverria + Al- individual encuentre en la libertad ...........,.u
berdi" con que se definió el pensa- el poderoso resorte de su desenvolvi- c: •• , • • " .......... . . . . _ ~
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relato y lo hace posible, y su reapa- que los temas que constituían el re-
rición espaciada, en forma de co- pertorio de esos antiguos cantar~
mentarios o de convites, lo realimen- gauchos se asemejan muchísimo ¡;
ta, permitiendo que se reanude o que los de Martín Fierro. Permite infe
Las prosas de la palabra pase de uno a otro per- rir, además, que la utilización de lé
sonaje. Nada de esto se encu,entra primera persona era frecuente, nI
José Hernández en Martín Fierro, donde el tradici<>- tanto porque los cantores narrarru
nal encuentro es reempl aza do por sus propias aventuras, sino porque l
una situación de discurso que dibuja fórmula exigía que el cantor contar
de otro modo las figuras del emisor como efectivamente vividas por (
Prosas del Martín Fierro es el título con y del r eceptor, y que acerca el poe- una serie de aventuras más o. mene
el que Antonio Pagés Larraya publicó ma a formas que aluden a la orali- tipificadas. Al r econocerse esta f
un largo estudio sobre las ideas de dad de la transmisión. Estamos en liación, Martín Fierro se conecta ce
Hemández en sus trabajos periodistícos y presencia de un texto escrito que al formas anteriores, más populares, )
so conflueücia en Martín Fierro. presentarse como dicho (cantado y gadas al canto oral, que a su VI
junto con una selección amplia de articulos, contado) r eproduce la situación del tienen tópicos y m otivos del canci
intervenciones parlamentarias sobre la antiguo gaucho cantor ante su au- nero popular de raíz hispáuica.
CtIestíón capital y algunas páginas de la ditorio o la de lectura en voz alta
Instrucción del Estanciero. Este Ningún ritual de encuentro hace I
a un grupo de oyentes analfabetos_ sible el relato en Martín Fierro,
volumen aporta el conocimiento de
materiales hasta entonces dispersos en Rodolfo Borello trae a colación una al iniciarse el poema ni cuando
periódicos o, como en el caso de Vida del cita del Facundo que, a su juicio, encuentros, e~ectivamente~ OCUlTl
"nos da un cuadro asombrosamente La-aparición de Cruz se inserta
Chacho, bajo la fonna de foUeto; el
revelador de cuál era la situación de la historia como una exigencia de
material parece índispensable para uoa .
descripción del programa político y SOCial esas formas poéticas en 1840". Dice acción, como un nudo argumeD'
hernandiano. Años después, Adolfo Sarmiento: "El cantor mezcla entre fo rtuito y car gado de dramatismo,
sus cantos heroicos la relación de sus medio de la pelea con la partida.
Prieto, presentó otra selección, en la que
propias hazañas _ Desgraciadamente, simple indicación "CRUZ" al en
junto a muchas páginas de Prosas . .. ,
se agregan algunos artículos publicados el cantor, con ser el bardo argentino, zar el Canto X señala el cambio
no está libre de tener que habérselas narrador y sirve para irriciar otro
en La Capital de Rosario.
con la justicia. T ambién tiene que lato personal. Esta característic,¡
Ambos volúmenes se abren con la Vida dar cuenta de sendas puñaladas que hace aún más evidente en la VUI
del Chacho, publicada en El Argentino de ha distribuido, una o dos desgracias donde los encuentros ocurren o
_ Paraná en 1863. A la exaltación del (¡ muertes! ) que tuvo, y algún caba- narrados en una situación típic,¡
caudillo asesinado y la execración de sos llo o muchac ha que robó_ El año '"relato enmarcado", en la que s·
asesinos (Sarmiento es marcado como 1840, entre un grupo de gaucbos y configurando un ttuditorio reprE
principal responsable) se une al proyecto a orillas del majestuoso Paraná, es- tado: Martin Fierro narra en la
de suscitar el pronunciamiento g~l g!:!!e!':i! taba sentado en el suelo y con las perla el encuentro con sus hijos,
Urquiza, recluido en su palacio de San piernas cruzadas un cantor que tenía recen P icardía y el Moreno,
José y alejado, a juicio de Hemández, de azorado y divertido a su auditorio un público presente que escuch
la causa nacional, que debía seguir con la larga y animada historia de relatos. Martín Fierro añuncia
encabezando. Esta Vida señala uno de los ,I sus trabajos y aventuras. H abía ya su s hijos van a cantar: Están ro
momentos decisivos de la campaña de I contado lo del r apto de la querida, ¡os presentes, / y yo ansioso P{
Hernández contra la política de Mitre, I con los trabajos que sufrió; lo de la cuenten / Lo que tengan-que e
aun cuando sea Sarmiento el acusado de desgracia, y la disputa que la moti- (final del Canto 10 ) _ Me paree
ejecutor moral del asesinato. Pero VÓ; estaba r efiriendo su encuentro el muehaclw / Ha templau y
la patética biografía militar del Chacho, \ con la partida y las puñaladas que dispuesto_ / Vamos a ver qué
un soldado acostumbrado a la derrota, en su defensa dio; cuando el tropel hace. / y juzgar su desempeño
primero frente a Rosas y luego por los
ejércitos que ha enviado Buenos Aires
al interior, es casi un símbolo del bando
I y los gritos de los soldados le avisa-
ron que esta vez estaba cercado .. . "
El dramatismo con que Sarmiento
del éanto 11 ). Estos sucesivos
cios culminan con la incorpOJ
de los r elatos del llijo Mayor
de los vencidos al cual Hemández, presenta esta estampa del cantor, ha- Canto 12 y del Hijo Segun
federal urquicista primero, jordanista \ el Canto 13_ El relato de Pi
ciendo coincidir la narración de la
después, perteneció hasta mediados de la pelea con la aparición ·'verdadera" y la irrupción del Moreno,.
década de 1870. \ de la partida, no impide observar ciados por un narrador. se Vll
Los artículos publicados en La Capital,
en 1868, en especial '/Los sucesos
de Corrientes y la prensa anarquista" y
" Tres proposiciones" Son otro momento
de su -campaña antimitrista.
Hernández, que había participado en el
gobierno correntino de López, derribado
por una asonada mitrista, y que luego
militaría en contra de la c2fldidatura de
Sarmiento, marca a fuego las
actividades de los partidos liberales
mitristas en el litoral y en la mesopotamia:
UEI pobló de cadáveres iluestras
campañas con sangrient2s intervenciones
cnnéiaas: hol!f f;¡ 'c'lbe!'?ní2 de !as
provincias con atentatorias o farsaicas
'\.1
gobierno ha sido objeto el partido
federal ¡ hizo enmudecer la prensa libre
desterrando a los que levantaban su
voz para pedir justicia contra los
, atentados; sancionó el tratado de la T riple
\/ I Alianza contra las conveniencias y contra
el sentimiento nacional; precipitó al
ti país a la guert"a con el Paraguay y ha
I
,
\ permanecido 3 años al frente del ejército
f para hacer conocer su impericia e
incapacidad militar ". A esta misma serie
I pertenece su artículo " El Rosario debe se r
la capital de la República" (La Capital.
I " de julio de 1868) que, aunque
originado como los restantes en los
avatares de la lucha política, tiene un
mayor contenido doctrinario. El eje de
su ru.'gumentación gira sobre la necesidad
de contrabalancear el peder de Buenos
Aires y de sus partidos locales mediante
la pl'esencia, en Rosario, de las
autoridades nacionales. Hernández
comprende con claridad que la clave para
la organización institucional de la
república es arribar a una situación
estable respecto de las aspiraciones de
hegemonía nacional de las fracciones
dominantes porteñas. Un límite a
estas aspiraciones sería, en su opinión, la
,ede de la capital lejos de las
presiones diarias de la política bonaerense,
y la independencia del distrito federal
respecto de la sede de las autoridades
provinciales. En 1880, cuando se discutió
.'
Angei Vir.ente Peñaloza. el Chocho. la cuestión capital, la situación
, ,
;>clftica nacional había cambiado lo • también con la historia. No se pue-
m:ficiente como para que la defensa ae de dejar de notar cómo este encuen-
tro en la pulpería se asemeja a otros
Bnenos Aires como capital de la. LA VUELTA e-ncuentros de larga tradición litera M
IqJÚblica pudiera ser realizada, en la
Lcstislarura bonaerense, por el t ia como los en cuentros en ventas y
c~os de las novelas de av entura~,
~o Hernández.
La año más tarde, en 1869, y ya Buenos
Ai:res, Hernández comienza a editar
MARTIN FIERRO en los que cada p ersonaje cuenta su
historia para que luego se descubra
que se vinculan entre si. En l'vl artín
g¡ diario El Río de la Plata, cuyo JOsf: l[EB:\".\:\"DEZ
Fierro Picardía r esulta hijQ de Cruz,
programa, redactado al parecer per Guido )' el Mor eno, hermano del n egro a
r Spano. resumía una seri~ .de quien Martín Fierro dio muerte en
posnuaci o~ Hbcr:!!-democl'af lcos: la primera }Jarte. La lejanía de eSM
amonomia de las municipalidades; t(' mod elo hace qu e no se lo perciba
diminaCÍón del contingente de· frontera; de lnmedia lu l...úr...iU f Ór I!lll l ", rptórica
elección popular de los jueces de paz, -sobre todo para el público de Mar-
comandantes y consejeros escolares. Los tín Fierro, seguramente n ada fam:i-
artículos de la pluma de liarizado con aquellas novelas- y
H ernández, centrados en la defensa del por eso conserVa un mayor efecto
habitante de la campaña, critican de realidad en comparación con el
sistemáticamente el servicio de frontera y código retórico de la gauchesca, CUM
las desigualdades jurídicas y políticas yas fórmulas estaban más presentes.
que convertían al hombre de campo en Además, se emparenta con otra eta-
"""'l. "",,1 U II UII IU ,UTI. c.a. r....ri. t1
un entenado de la sociedad nacional.
pa literaria en que la lectura en voz
En 'Wjos y. entenados", "La alta era frecuente debido a la escasez
ir.it61icla se suprime, no se disminuye", de libros y a la cantidad de analfa-
"El servicio militar y los pobres", betos.
"¿ Qué civilización es la de las matanzas?" La difer encia a puntada tiene que
se articula, bajo diversas formas y Portada de la primera edición de ver con el mayor realismo del poe M
argumentos, una misma pregunta: La vuelta de Martin Fierro ma. Los p ersonajes, que en la gauM
,.r¿qué contradicción tan monstruosa es chesca son indifer enciados y perfec M
esa que convierte al ciudadano de la' tamente intercambiables (otro signo
campaña en guardián de los intereses de retórico del género ) , ingre san en
la capital, más que de los suyos Martín Fierro con indicadores de
propios?" verosimilitud que les confieren una
Las soluciones propuestas por "personalidad" mucho más definida.
Hernández exigían una política de A sí, las hi~torias personales se i~ser
colonización del desierto, en vez de la tan en la Pistoria general, enrIque-
línea de fronteras tal como se ]a concebía ciéndola. reproduciéndola o amplián-
entonces. En lugar de contingentes dola co'¿ nuevas · experiencias · y ám-
formados por paisanos arrancados de su bitos.
hogar, que aportaban no sólo su condici6n Dentro del sistema de la literatura
de milicos sino la de mano de obra gauchesca A1. artÍ n Fie rro practica
para el eventual comandante, formar una diferenciación que es tal vez la
tropas enganchadas, prov.istas de d ~cisiva: el reemplazo del diálogo
armas pero también de ·instrumentos de por el monólogo. Este c~mbio no se
trabajo, y asegurar a esos soldados realiza sin tan teos: al eVItar la plena
la posibilidad de "adquirir un pedazo sujeción a lo e.s~ab~;cido? e~ poema
de tierra y edificar en él su cabaña ácude a otra fIliaclOD y uhhza un
primero, su casa más tarde". comienzo de raíz tradicional: Aquí
Estas propuestas deben ser interpretadas fue pongo a cantar. ¿Por quct .este
en el marco de sus ideas acerca del 4,.:aInbio y c u.í les son su s poslbl~~
régimen de propiedad de la tierra y el efec tos? Se pu ede señalar (y ~a c~·
aestino de los latifundios públicos. rica ya lo ha h echo) que la h1 ston~
propiamente dicha comienza en el r emi ten a formas de transmisión oral En su artículo "La división de la tierra u
Canto r l , y que los Cantos I y TI (presencia de un cantor o cantores sostiene que la propiedad privada es la
fu.n cionaIl como una introducción. que cuentan su s historias); formas base de la civilización y del progreso,
En ella se tematiza el canto mismo tradicionales de la literatura univer- pero que las nuevas tierras
v la figura. del cantor, se evoca una sal, heredadas probablemente a tra- incorporadas por el aV2nce de la fro ntera
Edad Dor ada que no es licito iden- vés de la literatura española (invo- no pueden concentrarse en las pocas manos
tificar con ningún tiempo histórico caciones a los santos, tema de la de los grandes propietarios. UNo hay
concreto, y se utilizan recursos típi- Edad Dorada). Todo ello filtrado, paí~es más pobres y más atrasados
cos de la literatura oral como for- en otro nivel, por la particular ex- -afirma- que aquellos donde la
mas de llamar la atención y mante- perien cia lingüística de H ernández propiedad está repartida en unas
nerla con pasajes anticipa torios: Y en su contacto con los hombres del cuantas cl ~ses privilegiadas". ·
atiendan la relación / Que hace un campo. Trece años después; en la HIntroducción"
aaucho perseguido, / Que padre y El tanteo inicial, verdadero juego de a Instrucción del estanciero,
':narido ha sido / Empeñoso y dili- aceptaciones y rechazos, da como re- Hernández expondrá una vez más y muy
f!.entp. / y sin em bar {{o la ¡!cn t e / L o Stl lti-H"lO E"ste complE"jo entraméln o ele
cIaramentt.! el carácter rural de su
tiene por un bandido (Canto l, úl- referencias literarias, que nene que programa. Como "'los pueblos modernos
tima estrofa) . Si gustan ~ en otros ver con la vida misma de Hernán- no nenen barreras que los separen"¡
cantos / Les diré lo que he sufrido dez., con su formaci ón no urbana, América se convertirá en !a colonia rural
(Canto TI, última estrofa). Tuve en con su pertenencia a estratos infe- de Europa y Europa en colonia fabril
mi pago en un tiempo / Hijos, ha- riores' de los grupos gobe rnan tes.
de América. Es el modelo que se
cienda y muier- / Pero empecé a Puede proponerse como un homólo- desarrollará con ímpetu en la década del
padecer, / Me echaron a la tronte- go del carácter complejo de su con- 80, marcando el ritmo floreciente
rG- / ¡Y qué iba a hallar al volIJer! figuración ideológica, en la que el de las relaciones argentino-británicas.
/ Tan sólo hallé la tapera (Canto lII, . arcaísmo del sistema de valores in-
primera estrofa). herente a su concepcién ruralista, io Pero tarnoien sus ideas sobre el
El rechazo del código de la gauches- liga a la causa de los últimos fede- reparto de la tierra reaparecen, más
ca acarrea la n ecesidad de hallar rales del interior y lo lleva a la de- tímidas sin duda, en esas mismas páginas,
otra forma introductoria para lo que fensa de los grupos empobrecidos de donde indica la necesidad de'
se va a contar (a cantar )~ y esto se la campaña; todo ello en absoluta "establecer y fomentar el sistema de
coexistencia con su adhesión al idea- coloni~s. ceo hijos del p3ís".
realiza imprimiendo un giro ,liferen-
te al circuito habitual de esa litera- rio del progreso liberal, que contra-
tura. Es sabido que la mayor parte _decía aquellos aspectos.
de los autores gauchescos eran hom- La presencia de dos sistemas de es-
bres cultos, urbanos, que vehiculiza- critura en la producción de Her-
han su mensaje politico y militante nández (en lengua gauchesca y en
hacia un público rural e inculto por leng¡:Ja c ulta ) constituye otra m ani-
medio de un lenguaje -que trataba festación de esas coexistencias; no se
de representar las formas del hab1a debe concluir de allí que se opere
campesina. Hernández no se apar- una especie de división vertical 1ID-
"fa de esa caracterización y Martín tre dos sectores opuestos y diferen-
Fierro, en tanto realiza la misma ciados de su pensamiento. Por el
elección de lenguaje, se inscribe cla- contrario, la coexistencia se articula
ramente en esa linea. Pero, al mis- de diversos modos, y plantea, ade-
mo tiempo, practica un movimiento más. no pocos problemas cronológi-
inverso, más propio de la poesía po- cos. En el caso de Martín Fierro,
pular, al utilizar formas de intro- las variantes que se han señalado
... ducción y recursos narrativos pro- permiten percibir esa complejidad
. vementes de formas · cultas arcaicas. de la elaboración que en una visión
Varias líneas literarias convergen hornogenE'i zante tiende a perderse,
entonces en Martín Fierro: la gau- ya sea asimilando aceitadamente la
chesca, OOI! la elección de algunos de obra ni conjunto de la gauchesca o,
sus recursos más característicos (len- desdl-' otra perspectiva, proponiendo
guaje, ámbito, personajes rusticas); vin cul aciones poco pertinentes con
la poesía popular, con elementos que la liter atura universal.
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Fortín Primera División, sobre la margen izx¡uzerd<- lel río T.' ~uquén.
La adopción del monólogo -eon los diversos ámbitos, tipos y costum-
matices que inmediatamente se pun- bres que aparecen en el relato se El paso de lo
tualizarán- se r esuelve en la cons- traman en las historias de los perso-
trucción de un discurso personal, ca- najes, se encarnan en e1las~ como la individual a lo socHa!
racterístico también de la gauchesca, cárcel en el relato del Hijo Mayor
pero con una vuelta de tuerca que o las triquiñuelas del juego en el de a través de los
enÍatiza la proximidad afectiva y el Picardia.
~erismo de lo narrado: representa- iVlarnn Fierro está escrito en yersos sujetos del relato
das por la primera persona grama- octosilábicos. metro que r efuerza su
tical, las figuras del cantor y del pro- vinculación ron lo popular y con la
tagonista se superponen, lo que se gauchesca. pero predomina una for-
canta es 10 que se cuenta como vi- ma estrófica. la sE'xtina. cuya origi- ¿En qué consiste, dónde res,ide el akaiJ.ce
vido, la experiencia personal está en social de Martín Fierro? No exclusÍYamei]te
nalidad lo difE'rf'n< ia. notablemente
la base de todos los enun ciados. Si en su carácter gauchesco, ya que no
del resto de est¡.¡", p roducciones. J\1ás
lo frecuente en la gauchesca es el allá de ICl S rli~r u si onp~ acerca de los toda la literatura gauchesca ha alcanzado
relato de Jo ocurrirlo ('omo sucesos o monel n<; fll! f' ·;r d1\' I/'('l{ ""lAjfl f'ct;:} E'<;. esa c~lificación de p07sÍa s?cia1. ~~gú:!
Ul..vu h :;... Ülli t::iHo;::. Git! óJu:> d. través JI;; j\ll 1:.'~ 1 R ~-IS¡1:1 J l(l p \H· .. . ~ ~ '>'l~ !'. .' 3'.' :
trOla. tljHlé:lIllt'J IlL' ih.'l'li andl 81la, vale
una voz que los pone como exterio- la pena des tacar (lue su economía la período de la independencia buscabí!
res.. aquí cada narrador forma par- hace sumamen te eficaz para trans- incluir al gauchaje en el proyecto de
te de lo n arrado, su pertenencia al rnitir un con teni do narrativo que se emancipación del dominio colonial
mundo r epresentado es total y su va puntua ndo con enunciados refle-
español; la poesía militante de las guerras
com promiso con ese mundo, por lo xivos y valorativos que se integran civiles y del rosismo, ligad.: a las
tanto, más abarcador. Escenas y cos- en la acción y al mismo tiempo pue- luchas de faccÍón y de partido, intentó
tumbres se alejan de la exterioridad den desprend erse de ella. Su esque-- ganarlo para bandos ocasionales y
pintoresqmsta y se hacen funciona- ma, más ceñido que los de la décima tiene un carácter casi pUTam!!ote
les al r elato. Para calibrar los efec- J" el rom ance, menos puntual que
instrumental; por fin Hernández, en
tos de esta diferencia, basta recordar el de la cuarteta, posibilita agrupa- Martín Fierro, "definió con rigor las
las comparaciones que a menudo SE' mientos y trabazones reforzados por injusticias que padecía el hombre de los
han hecho entre las descripciones de la rima y por las pausas sintácticas campos sin derivarlas de una peqlleña
Fausto y las de Martín Fierro.. o 1" qu e configuran el modo especial de 1ucha de banderías politicas y subrayando
imagen del indio de Santos Vega con articulación del tex.'1o. Así. la ten- el más vasto alcance social de} tema".
la presencia feroz que propone la dencia él agruparse en dísti¿os, la re- En este sentido, Martín Fierro es, y al
ida. lativa facilidad con que estos dísticos mismo tiempo no es, la biografía de 1m
N o se agotan aquí las variantes: el form"n subunidades dentro de la es- Hsoberbio cuchillero de pulpería", corno
tema del payador, tema gauchesco trofa! apuntan a cierto mimetismo quiere Borges. Lo es en lA sola
por e..."celencia, se modifica de mane- del discurso con las formas del habla medida en que la historia del protagonista
ra radical. El simple transmisor re- gnuchesca tal como Hernández la ¡ constir.Jye el eje centralizadol' del relaw.
~erenciado de una historia se trans- veía, con su falta de enlaces lógicos, No lo es, porque más allá del sistema
forma en la misma dirección que
hace de muchos elementos y episo-
su desconocimiento de las reglas y
otros rasgos que consigna en ambos I de ideas que ímpuIsa el proyecto de
denuncia de Hemández, el texto se
dios de Martín Fierro núcleos fun-
cionales del relato. En ."dar/in Fie-
prólogos, el de 1872 y el de 1879.
Teniendo en cuenta estos aspectos,
I
!
, propone, en su modo de estructurarse,
es decir, a través de las formas que
rro no se narra una payada ni se es posible revisar también la aparen- asume el discurso, como "ejemplar",
habla de payadores: hay, sucede, se te simplicidad de un narrador en pri- como colectivo, como representativo de un
dramatiza una payada, de modo que mera persona, ya que en realidad grupo y no sólo de un destino individuaL
lo legendario aludido en otros textos Martín Fierro se organiza a través
se materializa en los pasos de una 'de un arduo proceso de enunciación El modo como los signos lincoüísticos
forma escrita que trata de recuperar que implica la presencia de varias hacen posible este pasaje de lo. indivídual
efectivamente la forma tradicional, y voces: en la Ida, la de un cantor que a lo social puede verse permanentemente
la il?-corpora a la historia por medio anuncia Voy a cantar mi historia. en el texto. Por ejemplo,
l e la relación en1J. e- los personajes, enunciado ambiguo por excelencia, en el Canto II de la Ida.
Jesplazando el dramatismo del en- ya que la historia que se canta no Los dos primeros versos de este Cante
frentamiento al plano verbal. Con- es necesariamente la historia perso- tienen un sujeto en primera persona:
viene agregar que, del mismo modo, nal. Esta ambigüedad es caracterís- Ninguno me hable de penas / Porque yo
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tica de los Cantos 1 y TI, Y después curso, de enunciados, que van pun-
~ vivo, que inmediatamente es
Z 1 lazado por sujetos indefinidos: de varios acercamientos momentá- tuando lo que se cuenta_ Estos dis-
neos las figuras del narrador y el . cursos pueden ser personales (Aun-
y naide se muestre altivo / Aunque
en el esrribo esté- / Que suele quedarse protagonista se superponen clara- que es todita mi "ida / De males una
mente en la primera estrofa del Can- cadena) o impersonales (A cada al-
a pie / El gaucho más alvertido. Junta
to III: TUlle lm mi pago en un tiem- ma dolorida / Le gusta cantar sus
esperiencia en la vida / Hasta pa dar y
po, .' Este anclaje de los anteriores penas) y obedecen a varios registros
PI='" I Quien la tiene que pasar / que configuran también la historia,
Eatre sufrimiento y llanto ... discursos en una historia personal na
implica, por supuesto, la desapari- su brayándota, calificando a los per-
\ ..... el hombre ciego al mundo / ción de formas impersonales, de dis- sonajes y transmitiendo distintos
Cautiándoló la esperanza. Esta (' ursas reflexivos y aun n~rrativos contenidos va lorativos.
nriación de los sujetos hace que el asumidos por otras voces. Tener esto Los enunciados que no son ' estricta-
discurso se desplace desde el sujeto en cuenta permitiría explicar la in- mente narrativos tienden a agrupar-
de la experiencia personal (yo) a un tervención de un narrador en terce- se en dos núcleos: uno, que toma las
'"*":' hlstÓrico-soci,al. <el ~•.ucho) pa~. ra persona en el final de la Ida. EstE formas de un discurso casi puramen-
:-att;c:!!' C~~ el mas mdef!mdo y genenco t l,lf r:l !ln¡- ~J.o }-,;'¡Cf> can!f') dí' :m1h:l'~ f:m ¡O", " ';;,;' ú,j :'¡!""tit' o" (bnt!" b 50-::1.11 y l o
qcien, el hombre) propio de íos ciones, del cantar y de1 cantor~ asu- político aparecen como tema eXpli-
Ifiscursos reflexivos del código de la me la historia y se hace responsable cito (Que el gaucho que llaman vago
sabiduría popular tradicional: de su conclusión: En este punto el / No puede tener querencia- / y
Porque nada enseña tanto / Como el cantor / Buscó un porrón pa consue- ansi de estrago en estrago / Viue llo-
t-=.nr y el llorar. .. ¡La pucha que lo . . ' y daré fin a mis coplas / rando la ausencia). El otro, como
aae liciones / El tiempo con Con aire de relación, / Nunca faltú una especie de código de la sabidu-
sus mudanzas! un preguntón / Más curioso que mu- ría popular, que se sinte.tiza en for-
Esm exclamación es un verdadero ;er, .i,.,Y tal vez q:áera saber / Cónu; ma de refranes. Entre ambos polos
piTo<e sobre el cual el discurso gira sobre fue la conclusión. las variantes son múltiples. Un re-
sí mismo: introduce el tema del tiempo, Con menos tan teos: el procedi.TDien- pertorio de las funciónes que los dis-
alude a un sujeto personal por medio to se repite en la Vuelta. La figura tintos tipos de discurso cumpl€!l en
del recurso expresivo de la exclamación, del cantor se aproxima :más rápida- el texto: podría dar cuenta de ciertos
1 preludia el tópico de la Edad Dorada. mente a la del .personaje Martín Fie- problemas habitualmente controver-
rro. De modo ' simétrico, reaparece tidos en torno de i\l1artín Fierro: en-
La evocación de la Edad Dorada implica el cantor que cierra el relato, pero tre ellos, precisar el alcance y el sen-
la nostalgia del narrador y la sus Í1.wciones. se han ampliado: co- tido de la denuncia social que el poe-
eoruraposición con un presente mo e.r..1ª Ida, termina la historia a ma lleva implícita y hace explicita,
desdichado. La distinción entre ambos la manera de un narrador tradicio- y su r elación con las ideas del autor.
tiempos es asumida por el narrador en nal del siglo XIX, que informa a los
primera persona: yo he conocido _. _, Junto con aquellos enunciados que
tectores sobre la suerte de los perso- proclaman la altanería y el orgullo
ricuerdo ... , y podría sintetizarse najes y anuncia otra posible conti-
(como lo percibió Battistessa) en dos por el canto, la presencia de los tó-
nuación; pero además asume en el picos de la sabiduría popular y los
formas adverbiales opuestas: canto final todos los niveles y for-
enronces . .. pero aura.
r efranes ha absorbido casi siempre
mas del discurso que se habían des- la atención de la critica. Uno de los
A partir del yo inicial de la cuarta plegado en el texto. rasgos más notables de la inserción
estrofa, el narrador define su acercamiento de los refranes en el texto es su fre-
con el presente, y en el juego de Saber popular y prédica social. cuente imbricación con la historia,
aproximaciones y alejamientos _ La alternancia de sujetos, de "vo- de modo que la sentencia, general-
temporales que se establece ingresa ces", r efuerza otra alternancia visi- mente expresada en los dos versos
también la segunda persona ble en el texto: la de los distintos finales de la estrofa, no sólo es su
(Pues si usté pisa en su rancho) J
tipos de enunciados. Varias histo- culminación formal, su cierre, sino
fOlrnla que compromete al interlocutor rias se cuentan en el Martín Fierro; también su co rolario, avalado por
tElto en la situación del discurso como lo narrativo tiene notable predomi- una experiencia. Un ejemplo: Y es-
ea el sentido de lo que se cuenta. nio en su estructura, de modo que to digo cln:ramente / Porque he de-
El ciclo de! gaucho, desde aquel pasado el relato, sobre todo en la primera ;ao de ;ugar- / y les puedo asigu-
fdi:z que se añora hasta el desdichado parte, parece no tener respiro. Pero rar / Como que fui tkl oficia- /
presente, ha involucrado a las tres como en todo relato, hay, junto a las Más cuesta aprender Un vicio / Que
pe<SOnas del discurso (yo-tú-él). formas narrativas, otros tipos de dis- aprender a traba;ar. El hecho de
Esta historia individual será también
una historia social.
. En la misma dirección que aquí se
propone ha trabajado Rodol!o BOI'ello,
quien señala' con acierto que "Hay en
Fierro dos existencias que son una sola:
el hombre solitario y pobre
injustamente perseguido; el representante
ejemplar de toda una clase social
condenada al infierno". Y agrega
en seguida : wy~ ~n la primera e~;¿ro¡El
. . . . . . . . on delicada labor lingüistica-
Hernández dice de Fierro.yo la voz
colectiva que poco a poco se irá
_ ~~ " : " ~i<;":or! ,, ""r! nf_~ ~fl : ;I) (' -t () tÍ 0 ~·
39
IWs-'u-ación de Glerice para la primera edición de La vuelta de Martín Fierro
,¡¡)
- - lo
que los refranes provengan de las La presencia de refranes y prover-
fuentes más diversas, no impide que bios en Martín Fierro remite a ese JOS!. HERNÁND[Z
en la mayoría de los casos se des- propósito mimético que Hernández
prendan de la historia, como si es- declara en ambos prólogos de la obra,
tuvieran formándose -según ha ob- y tiene que ver con un rasgo cultu- MARTÍN FIERRO
servado Leumann-, y corrobora la ral del mundo campesino. Dice en TO E ARGE..' \"Tl:-"C: G.\ t:CIIO EI'IC
dirección constructiva general del el prólogo de la Vwlta, (el gaucho)
texto que, como ya se vio, tiende a "Canta porque hay en él cierto im- T Qmt..rd lnlo Engl,lb 1'"""" " ',,1,
integrar todos Jos enunciados y te- pulso moral, algo de métrico, de l .. troúlM'l"'" 'mI !'<It<:J
mas, vinculándolos al relato. Sin rítmico, que domina en su organi- h,
embargo, este código de la sabiduna zación y que lo lleva b.asta el extra- HENRY ... lFRED HOlMES
entronca con los temas universales ordinario extremo de que todos sus
del saber popular y a menudo cons- refranes, sus dichos agudos, sus pro- .<~ ",
tituye los pasajes más moralizantes verbios comunes son expresados en
d.1 texto. dos yersos octosíJabos pf'Tf :"'rt í'!TI1Pl1 tp ,
TWl ":ü.la....teri,:;L.cd \,.,UJ.1.lU ~~i:1 aUWl- ,m eduias, ac entuados con mtleXlbJe
regularidad, llenos de armonía, de '-
dancia de temas del refranero po-
pular es la presencia de un discurso sentimiento y de profunda inten-
"social" sobre el gaucho, que se des- ción". La mayor abundancia de esos
prende del relato y lo refuerza, es exponentes de la sabiduria popular.
decir, que suspende momentánea- en la Vuelta concuerda con los pro-
mente la narración para acceder a pósitos didácticos que Hernández de-
un nivel declarativo cuyo fUDciona- clara en ese mismo prólogo y atenúa HISPASIC l:-nlTUn
IN THE. V Nrtw ST,l.TU
miento es similar al de los refranes. aquella virulencia de la denuncia, S[W YOI.'" 1948
También estos enunciados son un co- más característica de la Ida.
rolario de la historia, pero en lugar Algunas correcciones de los manus- Portada de t/lla ¡;.rn·¡¡Jn inglesa del
de cristalizar en la sintética forma critos, registradas por Leumann, sub- ,Martín Fierro 1J/lhlinula en Nueva York
del refrán, asumen formas diversas rayarían esta tendencia de la Vuelta.
y suelen constituir, por oposición al Así, en los consejos del Viejo Viz-
grupo anterior, la parte más virulen- cacha, una versión anterior que lue-
ta del texto. go fue modificada deCÍa de modo
Diversos sujetos se hacen cargo de contundente: Los que nacen para po-
este discurso, el mismo Martín Fie- bres / Lo han de ser aunque traba-
rro (Ida, Canto VIII); Cruz (Ida, ¡en; mientras que en el texto defi-
Canto XII); Picardía (Vuelta, Canto nitivo se ha convertido en: Los que
27) ; el narrador en tercera persona no saben guardar / Son pobres G:'.J..n- ¡Jo UJ''I-lfll"t.tl6 ~U!.ltrl:"t>
(Vuelta, Canto 33). Las formas va- que tTabaien, fórmula más edificante m·Uu.11 'HLI..U6l5.tU"\'
riadas que asume lo aproximan a que indica una visión optimista de
veces al grupo de los refranes, sobre los resultados del trabajo. En el Can-
todo en aquellos enunciados en que to .¡¡ de la Vuelta, cuando Martin
se atribuye las desdichas del gaucho Fierro habla de su regreso, a conti-
a una especie de destino fatal (De nuación de Me acerqué a algunas
todo el que nació gaucho / Esta es estancias / Por saber algo de cierto,
la suerte maldita); en otros casos, había dos versos que fueron suprimi- El GAUCHO MARTIN fIERRO
se conectan con la crítica poütica dos: Dispuesto como venía / a some-
(Todo se güelven prore/os / De co- terme al gobierrw, enunciado dema- y
ronias r carriles- / y tirar la plata siado transparente que afecta la ve-
a miles ! En los gringos enganchaos, rosimilitud del personaje. En los dos
LA VUElTA DE MARTIN fIERRO
/ Mientras al pobre soldao / Le pe- niveles que estas variantes represen- JOSE HERNANDEZ
lan la chaucha - ¡ah viles!); tam- tan, el de lo político y el de lo social,
TI{ \J)t·ctno AL ;\RME~IO POR
bién pueden asumir la forma de un se trasl,Últan los movimientos de re- . ;I.<s,r. un,~
programa social (Debe el gaucho te- formulación o de atenuación de las
ner casa, / Escuela, iglesia r dere- ideas de H emández. Portada de la versión armenia
chos). Estas atenuaciones valen por aque- de Martin Fierro
41
llo de que son indicios: de una dife- que en el texto se encarna en otros
Los pobres r~nte t~si~a de la Vuelta. que ha términos: los puebleros y los gau-
SIdo atnbUlda -como es sabido--- al chos; indios y cristianos; criollos y
de la campaña cambio de condiciones objetivas en gringos; "'inorantes" y "estruidos";
la vida de Jos~ Hernández, particu- campaña y ciudad. Junto a eso, la
larm~nte relaClonadas con la presi- inflexibilidad de la denuncia sobre
Aenque la palabra ugaucho" no denCIa de Avellaneda y con su incor- la condición social del gaucho. Se
siempre designó una categoría socia! bien poración a la legislatura de la pro- podrá argüir que en la Ida Martin
ddinida, en sI siglo XIX se aplicó vincia de Buenos Aires. A menudo Fierro rompe su guitarra y parte al
a los diversos componentes de la mano la crítica ha afirmado que hay dos desierto, mientras que en la Vuelta
de obra, estable o temporaria, de la Hernández (el de antes y después regresa y retoma el canto; que en
c&mcia ganadera dedicada a la cría del de este cambio)J o bien dos Martín la Ida se presenta la soledad del can-
'f2CUDO. Por extensión, el término
Fierr o, el de la Ida y el de la Vuelta. tor, únicamente interrumpida por la
Las diferencias entre ambas partes presencia de Cruz; y en la Vuelta,
designó al habitante pobre y sin
del poema existen ? se man-inpstan el agrupamiento (encuentro con los
propiedad de la cam paña ; en ocasiones;
t::H vC\.nu~ ct,=>p~LLUt> J.~ ict t.:UL1~uUt;t;l(JrL
!-!ij ~:. , :':01: l")i·::.!!"d!:!, ('.)!! ~! :"L,:·,:!:·.:.
tzm.bién al malhechor, al tuera de la con un público) en la pulpería. Pe-
ley, al matrero. Su modo de vida estaba especialmente en la presencia de nu-
merosos personajes reunidos en un ro lo definitivo es que ambas cosas~
de<erminado por el tipo de explotación
mismo espacio en la Vuelta que ha regreso y compañía, no perdurarán:
mral a cuyas faenas se hallaba ligado: nueva partida, nueva separación,
la estancia vacuna, asentada sobre .. ido interpretada como un abandono
del monólogo y una sujeción a la cambio de nombres y ni siquiera la
grandes extensiones, donde se practicó
forma tradicional del diálogo. Pero posibilidad de optar por la adhesión
n:a:a explotación técnicamente a un mundo al que se teme (el de los
3.lI'aS3.da, en el marco de relaciones de más inquietante es la comprobación
de que en la Vuelta; junto con las indios) como gesto de repudio frente
ttabajo precapitalistas.
historias, proliferan las descripciones al mundo que se rechaza. Anónimos
Peón en ocasiones, puestero otras, y perdidos en su propia tierra·, los
de ámbitos, los cuadros de costum-
domador o herrador, sobre el gaucho se pe-rsonajes, en el desolado final de
~jercía el rigor de un dispositivo político,
bres y los discursos genéricos (refra-
la Vuelta ponen de manifiesto no
administrativo y judicial según una nes), es decir, todo aquello que hace tanto la inexistencia de un cambio
legislación de origen colonial, vigente y al pintoresquismo de la gauchesca. (Pero cuanto saqué en limpio / Fue
emiquecida por nuevos decretos y Es correcto admitir que esta prolife- que estábamos lo mesmo) sino la
ordenanzas durante los primeros ración o dilatación de la materia na- imposibilidad concreta de integrarse
cincuenta años del siglo XIX. rrativa entraña una notable modifi- en el proyecto de conformación del
cación con respecto al carácter eco- p.aís.. E s así c?mo la historia, la pe-
La existencia de estos 'pobres del
nómico y expeditivo de la Ida. Las rIpeCIa, desmIente las vacilaciones
c:ampo~ está indisulublemente unida al
descripciones de las costumbres de del nivel discursivo, confirma la de-
predominio de la gran propiedad en l.
campaña bonaerense y el litoral los pampas, las reflexiones sobre las nuncia sobre el destino del gaucho
mujeres, · las indicaciones para no y, sobre todo, subraya la continuidad
ganadero. Hacia 1851, 382 propietarios
controlaban el 82 % de los perder el rumbo en el desierto, los del pensamiento de Hernández en
establecimientos rurales que excedieran la consejos de Vizcacha y de Fierro, y este aspecto.
Iegna cuadrada. Y debe recordarse hasta el mayor ensañamiento en la
que esta extensión era considerada como
condena del indio indican necesaria- El desorden: una experiencia bá-
m~nte un cambio que se articula, en sica. - Martinez Estrada ha dicho'
BDidad mínima para una explotación
beneficiosa. Los mismos propietarios prImer lugar, sobre el trasfondo de- que ei Martín Fierro es, entre otras
euidaban con minucia que no prosperaran. los escritos políticos y la oratoria cosas. una biografía notable. Pensa-
en los márgenes del sistema, las de José Hernández, y luego, con su ba, sin duda, en la biografía social y
pequeñas chacras. En 1854, por ejemplo. trayectoria política. personal del gaucho. En efecto, co-
preocupados estancieros de Junm Pero existen, por sobre estas diferen- mo historia de una vida el poema de
peticionaron ante las autoridades cias, dos núcleos irreductibles que se- Hernández impone la pregunta so-
bonaerenses a fin de que no se autorizaran nan la unidad entre ambas partes. bre los nexos entre la "historia" (el
las explotaciones que bajo la forma de Uno de ellos, la articulación de un relato) y la "vida" que la "relación"
"pnestos y chacritas" poseían la cantidad sistema de oposiciones, sintetizado del lVlartín Fierro aspira a represen-
exigua de cincuenta animales. Proponían en la mati2ac;ión o inversión de la tar verdaderamente: Y ya con estas
que se confiscaran los bienes de los fórmula "civilización y barbarie", noticias / Mi relación acabé- / Por
ser ciertas las conté, / Todas las de;- p~queños ,propietarios para que éstos se
gracias dichas. Vleran obligados a ser "útiles a la
Hernández cuenta males que cono- . sociedad y a ellos mismos en clase de
cen todos / Pero que naides contó. peones y dependientes".
La verdad de esta afirmación que el La preocupación de los ga~aderos es
texto h?ce sobre su propia materia testimonio de la escasez endémica de
narrativa, es uno de los elementos mano de obra rural y, por
de la cu estión. Efectivamente: los consiguienle, de una serie de esfuerzos
males sociales que lvlartín Fierro de- realizados para disciplinarla.
nuncia eran conocidos y la cita de
Xicasio Oroño que sirve de epígrafe Funcionarios urbanos y ru rales, civiles
a la primera edición de 18,72 testi- policiales y militares, tenían c'omo tar;a
monia que sus verdades se escucha- la de con vertir a los "habitantes pobres
ban íncluso en el Congreso y hasta de la campaña, los carentes de
podían llegar a leerse en los grandes propiedad o los muy pequeños
rlj;,rin~ nn In rror:l <:in ('mh"r(!n rtn propietari0s '~!1 ~!!.~'J de chro; :;:;<li".1 ~:i
el MaTan ji zerra, por su orgamza- estancIa, qu e los convocaba al ritmo
ción literaria, por el fuerte impulso estacional de las t2reas ganaderas,
de la n arración, la denuncia de los para arrojarlos al ocio y
males sociales se funde en una es- presumiblemente a la miseria en los
tructura de ideas y sentimientos que meses de inactividad laboral.
está en la base de su eficacia moral Como peón de estancia, el gaucho podía
y estética. evitar el destino que esperaba a los
Los elem entos, tomados por separado, llamados " vagos n (quien no pudiera
no eran nuevos: Hernánde"z ya los Tapa de la edición de M artín Fierr:, acreditar mediante papeleta de conchavo
había enunciado en su s ar tículos P('~ de Editorial Peuser. 1958 su trabajo como dependiente rur..a.l ) y
riodísticos y habia propuesto sobre " malentretenidos n (los pobres del campo
ellos un programa de r eforma social. que fueran sorprendidos en fies tas,
En cambio, su fusión con un conjun~ pulperías, carreras, fuera del partido
ro de actitudes (ya nos h emos refe~ donde residían, etc.) . Vagos y
rido al ruralismo) y con una prác~ malentretenidos engrosaban la milicia
tica, la literaria, produce un efecto de fronte ras, el fortín o el cantón. El
nuevo r especto de la traru ción de la comisario y el juez de paz eran los
gauchesca sobre la que se r ecorta el encargados de hacer cumplir la legislación
.\1ortín Fierro, y, por supu esto, de que definía jurídicamente la situación
la denuncia social tal como había si~ del gaucho y lo empujaba hacia la estanda
do escrita (y leída ) h asta ese mo- por medio de la ~.9.erción extraeconómica:
mento. La deslumbrante eficacia del HTodo individuo "de la campaña que DO
acoplamiento de la forma narrativa ' tenga propied~úl legítima de qué
versificada en lenguaje rústico y del subsistir - reza una disposición
programa social de H ernández, no bonaer~nse sobre policía rural de 1815-
puede explicarse por la m era con- será reputado de la clase sirviente ... ;
fluencia de dos líneas, una literaria todo sirviente de la clase que fuere,
y la otra " sociológica", como si exis- deberá tener una papeleta de su patrón,
tiera por un lado la gauchesca a la visada por el juez del partido; todo
cual Hernández llegó para fecundar individuo de la clase de peón que no
con SUS ideas y de esta siembra hu- conserve este documento será repu~ado
biera surgido el Martín Fierro. Sin por vago ... ; todo individuo aunque t~nga
duda el sistema de mediaciones es papeleta que transite la campaña sin
más complejo. licencia del juez territorial, o refrendado
Existe una comunidad de experien- por él, siendo de otra parte, será
cias y sentimientos (que no es por reputado por vago .. _; los vagos serán
cierto una iden tid ad de peripecias remitidos a esta capital y se destinarán al
biográficas) que cumplen nna fun- servicio de las armas ... : los que no
43
Stuuan para este destino, se los obligará ción mediador a. Ella podría explicar cuenta sus desdichas en un poema
z reconocer un patrón, a quien servirá la aparición (asombrosa para la li- que ha escrito Hernández. "Mis des-
frrmsamente dos años en la primera teratura argentina de la década del dichas", las que H ernández ha rela-
TeZ por SU justo salario, y en la segunda setenta ) del poema, la elección de la tado eligiendo una perspectiva, la de
-yez por diez años ... " Rosas y Valentín forma literaria y , en consecuencia, Fierro, aparecen en ese último canto
AIsina, gobernadores de Buenos Aires, la fuerte estructura narrativa. Una de la Vuelta, como propiedad de ese
la kgislatura entrerriana de 1860 y la cierta disposición básica, que le per- n arrad or que ya no es Fierro. ¿Qué
bonaerense en 1865 aprobaron mite entender la experiencia gene- indican estos desplazamientos? Mis
disposiciones similares. ralizada en la comunidad rural, COD- dichas desdichas designa a la vez la
vierte a un político y periodista como narración y su tema (las peripeóas
La leva es la otra pesadilla de los tantos en el autor del j\llartin Fierro : del gau cho y la narración de esa.::
bahimntes de la campaña. Creada como la inseguridad y el desor den , la nos- peripecias) . y Hernández, tan pre-
iasttumento de reclutamiento de soldados talgia por una sociedad protectora y
~¡ !:;, :::!!!f~!!~~ efe la frontera C011 el indio.
ciso. tan enemigo de los ripios como
org¡.í nlrfl . 10 rlf'mostró Amaro Villan ueva, per-
es utilizada además como fOl"llla La arbitrariedad y el ae::'Ul ueu .:.v.a .ll ¡~ ~~ . .. ... ; ~ _ : ~ i ,··· ·· . . c;l,¡r i/m
",¡>lementaria para la disciplina de la las eíes causales de la biografía ti·
mano de obra rural. El contingente cuyo Una estructura a la vez de ideas y
pica del gaucho, que lvlartín Fierro de sentim ientos hace posible pensar
destino es el fortín - d destino de FienG- co nvertirá en motores narrativos.
es objeto de arbitrariedad y la articulación de la biografía gau-
di:screcionalismo, que incluso algunas Transformar ]a denuncia en narra- cha con una experiencia básica de
amoridades denuncian. En 1869, el ción, dramatizar el sistema de opo- H ern á ndez que, com o una herida
~dor bonaerense Emilio Castro
siciones del mundo rural, inventar constituyente, reaparece (se r epite)
a.fi:rmaba en un informe sobre cantones un per sonaje (en una literatura que en el M artin Fierro. H emández pa-
de frontera: "El pago, el vestuario, el
carecía casi por completo de nove- deció, en su propia vida, el desorden
recionamiento de carne y el entretenimiento las) son aciertos de Hernández. Im· ne la política y el desquicio de la
ao se han hecho en ninguna ocasión posible olvidar al enunciarlos que el sociedad nacional. Martínez Estrada
0lIl la regularidad y la exactitud que
texto quizá más socialmente orien- ha rastreado la irregularidad de vida
Clcigían el deber y la justicia y tal vez la tado de la literatura argentina, de- familiar, de la r elación con sus pa-
desidia y los abusos de los jefes ha llegado muestra al mismo tiempo una ha- dres, los casi inces an tes desplaza-
bilidad y una elevada conciencia mientos de su hogar, las muertes
basta no proveerlos del armamento
necesario, acaso porque sea exacta la lingüística que hace literariamente tempranas que lo asediaron y , luego,
verosjnúl ]a den uncia social. Al mis-
grave inculpación que les dirige la la inestabilidad de su vida política,
mo tiempo, la perspectiva desde don-
opinión pública de que esos guardias los traslados forzosos de Paraná a
nacionales en la línea de frontera se de se escribe el poema, explica la
perfección estilística que, descartan- Corrientes. de Corrientes a Buenos
emplean en ocupaciones muy distiDtas Aires, de allí a Paraná, a Brasil. a
do el pastiche campesino, construyE:>
de las del servicio militar a que Montevideo. .. La .oposición de uni-
en lengua vulgar la historia trágica
van exclusivamente destinados". tarios y federales desquició a su fa-
de Fierro.
Esta condensación de narración y milia, más tarde la oposición entre
perspectiva social r esponde a una Buen os Aires y la Confederación de-
necesidad que explica al Martín Fie- sencadenó veinte año s en los que
rro y, a su vez, requiere ser expli- H ernández fue un político casi erran-
cada. No por casualidad, en el úl- te (véase el capítulo anterior) . El de-
timo canto de la V uelta se lee: Pues sorden y la inestabilidad, la insegu-
son mis dichas desdichas / Las de ridad de la vida gaucha que reconoce
todos mis hermanos. No es Fierro el alli sus causas, se duplican en la bio-
que dice esos dos versos, sino ese pro- grafía de Hernández, cuyos avatares
blemático narrador en ter cer a perso- r econocen también esos motores. El
na que cierra tanto la Ida como la esquema narrativo del Martín Fierro
Vuelta. El posesivo con que se de- nos informa de esta estructura que
termma la historia (mis desdichas) ha marcado los afectos y las ideas de
señala doble y ambiguamente tanto H ernández, dotándolos de sus rasgos
las desdichas padecidas por Fierro distintivos, los r asgos que, posible-
como las desdichas contadas por ese mente, contribuyan a explicar la gé-
narrador, y la historia de Fierro que nesis del Martín F·¿erro.
- :.,. __ "
Configuración del relato. - Id"
y Vuelta son narraci.ones: UD.él.
ganización de materIales d~flJlldil.
or- .. ..,.. - -....,.r-~...,..,.~ -.~
"'. ~
'-
en primer lugar. por la cantdad d.c
peripecias y, en segundo, por la atT]o
bución de éstas a un misnlo persona- .,
je (o a un conjunto de personajes),
En verdad, en Martín Fierro suceden
muchísimas cosas: un inicial cambio
de fortuna , con varios desplazamien-
tos en el espacio y un tiempo n arra-
tivo minuciosamente registrado, tr ai-
ciones, h.J.chas, amistades, muertes,
adquisición de experiencia, transmi- ;.'L,·.\ '
sión (lp ~élh('rr",. intrnm1 ~~i(¡n dr villa-
¡' ,
, ~
.. ..
45
canto porque es un gaucho desgra- habitante pobre de la campaña. En
ciado y desde el comienzo se anuncia el poema, estas situaciones reapare-
que su historia merece interés por cen en el núcleo de todas las peri-
ser la historia de alguien que ha sido pecias: Le alvertiré que en mi pago
feliz y que ahora (en el ahora del I Ya no va quedando un criollo- /
relato) es desgraciado. Así, la Edad Se los ha tragau el ayo, I O juido o
de Oro del Canto II es índispensable muerto en la guerra. Condensación
a la economía narrativa. Esa época literaria de un mal social, la biogra-
venturosa y vaga en la que el gau- fía de Fierro mueve su relato repro-
cho (y Martín Fierro) vivía seguro duciendo la::; causas (illjusticia; ar-
en un mundo ordenado es W1 tópico bitrariedad, desamparo) que Her-
literario sobre el que se valoriza el nández denuncia. En el movimiento
sufrimiento presente y futuro. La narrativo y en el diagnóstico social
función narrativa es tan clara que esta reproducción asegura la verosi-
-,~. "'" p.-o ..,¡~J..,.;" po";" ... "'paaal pone en evidencia el carácler .ill11e- mlJitun rf"alls1a elel poema y garan ·
-~ p&lri.o pmaiari Iu p<tmú..."". cesario de la búsqueda de su refe- tiza el perfecto ensamble de discur-
rente histórico (referente que, por so literario y discurso de ideas. En
lo demás, es improbable. Véase el re- Martín Fierro, las necesidades na- ·
cuadro: Los poores de la campaña). rrativas son, al mismo tiempo, nece-
El poema abierto así sobre el anun- sidades sociales, y;- en consecuencia,
cio de una pérdida (social y perso- se homologan los motores del relato
na], pérdida de un mundo ordenado y el sistema de causas que tejen el
y pérdida del hogar de Fierro) se drama del gaucho.
mueve hacia una doble separación: La imagen literaria del desamparo
en la Ida, Fierro y Cruz abandonan social que en ]a Ida recorre las eta-
la ~'civilización rural" (las peripe- pas de despojo, persecución y sepa-
cias del relato demuestran que ésta ración~ en la Vuelta tiene una co-
los ha expulsado) para irse a vivir rroboración narrativa en la serie de
con los indios; en la Vuelta, Fierro muertes que saturan las historias .de
encuentra a sus hijos para separarse los hijos de Fierro y de Cruz: mue-
de ellos. Esta segunda privación es- ren madres, padres, tías, tutores. El
tá significativamente subrayada por hijo del gaucho es guacho, como sue-
el cambio del nombre: Corwinieron le confirmarlo su · historia social, y
entre todos I En mudar alli de nom- abandonado reiteradamente. Por ú]~
&I'''~~do~~h=b~
tirno~ la dispersión prevalece, impo-
.. Cepe.Ia, PI.-,. ~,11fF1:a lB ~ bre. El valor del múltiple despojo
niendo su función de desenlace in-
(del hogar, de los hijos, del propio cluso a los enunciados que bajo la
nombre) resume el movimiento de la
ferma de consejos Fierro imparte en
narración: si en la Ida Fierro cuenta
el Canto 32: los hermanos que debe-
sus desdichas, en la V ueZta, el re- rían permanecer unidos se dispersan_
greso del desierto permite enlazar su el viejo Fierro no podrá ser cuidado
historia con la de sus hijos y Picar- por sus hijos. Así, el reenq.lentro
día. Narración de sufrimientos can- funcionó en el poema como motor
tada con la aflicción de quien los ha de la narración de nuevas desgracias
padecido, la vida del gaucho es tElar y reveló su verdadero significado ' en
de desdichas y máquina de daños. la separ~ción del desenlace.
Telar y máquina donde se compo- Pobre como lagartija l · y sin respe-
nen las historias del poema_ tar a naides, I Anduve cruzando al
--
-o.M . . . . _.i. ..... _...II~ ..... _ . . . . . .
47
.•
••
Bibliografía
básica
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