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UNAM- PEELA

Seminario: Teoría y concepción del desarrollo en América Latina.


Profesor: Dr. Antonio Mendoza Hernández
Alumna: Diana Montes M.

 La Profecía del Colapso, en “El Club de Roma. La anatomía de un grupo de


Presión”.
 Concepción del desarrollo y del subdesarrollo, en “Antología del pensamiento
político, social y económico de América Latina”.
Celso Furtado

Es muy interesante en estos momentos coyunturales del pleno siglo XXI releer a
pensadores como Celso Furtado, la reivindicació n de los pensadores de la Orden del
pensamiento cepalino se hace necesaria para trazar la comprensió n de viejos y
fuertes poderes oligá rquicos que han establecido las reglas del juego mercantil en el
tablero mundial. Primeramente, en el apartado de la “Concepció n del desarrollo y
subdesarrollo”, Furtado explica muy bien el mito fundacional del desarrollo,
enmarcado, como se ha mencionado, en una noció n meramente econó mica,
dá ndonos cuenta de este mito, fundamental en la comprensió n de las ciencias
sociales.

La idea de propagar el mito del desarrollo por la potencias industriales, como


sabemos, ha dejado fuera otras formas de organizar la reproducció n social de los
individuos en la mayor parte del planeta; aunado a la idea de progreso como
elemento esencial de la revolució n burguesa, dentro de la cual se enmarca la
creació n de la nueva sociedad industrial. La importancia de los estudios hechos por
el Club de Roma destaca justamente el proceso de dependencia al que se insertaron
las naciones periféricas en este juego mercantil liderado desde sus inicios por
Inglaterra, que se resume en la simple idea de la sobreexplotació n de los recursos
del Tercer Mundo por el Primero.

El punto clave es la comprensió n histó rica de la evolució n estructural del sistema


capitalista y el reconocimiento de que es irreal e inalcanzable el modelo sobre el
cual proyectaron la economía mundial. Este repensar de la historia y de los procesos
ú nicos e individuales de cada nació n, desde la configuració n de sus independencias,
hace hincapié en el cará cter expansionista de un bloque de economías que se
fortaleció desde la Revolució n Industrial inglesa, y que, mediante el control de
recursos naturales de fá cil acceso lograron insertar a las ex-colonias a una economía
dependiente, en la cual, se cumplen roles específicos que en si mismos obstaculizan
el pleno desarrollo de las economías nacionales.

Furtado abrió la brecha para pensar que la tesis del subdesarrollo como una etapa
que eventualmente se supera es falsa, que incluso, aunque la economía mundial siga
desarrollá ndose, las periferias no llegará n nunca a niveles de consumo como en
EUA, por ejemplo, y que si aceptamos esta tesis, se está negando el cará cter ú nico e
histó rico del desarrollo capital en cada nació n, sería negar ese capitalismo sui
generis al que después se refiere Ruy Mauro Marini. Y este pensamiento es muy ú til
para entender también que el camino de fases rostowiano tiene sesgos profundos en
sus planteamientos.

Furtado brinda claves esenciales para entender estos procesos heterogéneos, al


acotar que la segunda fase de la evolució n del capitalismo industrial está marcada
por la consolidació n de los sistemas econó micos nacionales que formarían el club de
las naciones desarrolladas en el mundo, partiendo de ahí para la invenció n misma
del Tercer Mundo; esto da para pensar que no se trata del tiempo que le tome a cada
nació n llegar a una industrializació n de primer mundo, en donde los avances y la
innovació n tecnoló gica son esenciales para llegar a ese objetivo, olvidando por
completo la noció n histó rica de estructuras coloniales y de un juego donde pareciera
que no todos pueden o no se les permite ser “desarrollados”.

Los promotores de “los sistemas democrá ticos y liberales” jamá s ejercieron esa
democracia en el orden econó mico mundial. La burguesía industrial que domina el
plano productivo y mercantil hasta hoy, es una alianza de fuerzas y poderes
antiquísima, fuerzas industriales, comerciales, financieras, terratenientes y de
burocracia estatal se han coludido para dictar el manifiesto mercantil, soslayando e
incluso boicoteando a posibles potencias emergentes dentro del globo. Por eso es
hay que analizar las fases de la industrializació n capitalista, para no seguir
invisibilizando las contradicciones nacidas de esas etapas, y tampoco mermar la
noció n de la “ley de las ventajas comparativas” de los países centrales a través del
oligopolio, cuestiones fundamentales para entender el rezago de las otras.

Entonces, la llamada “economía mundial” tiene dotes expansionistas que se siguen


practicando hasta el día de hoy. Se puede decir que Furtado ya había trazado el
camino neoliberal que entró en los añ os ochentas a gran parte de Latinoamérica, ya
tenía identificado el gran poder de las empresas en las relaciones centro-periferia en
donde la sú per-explotació n de la mano de obra es clave en su visió n de control y
expansió n mundial, que hoy observamos con la globalizació n y el supra poder de las
empresas transnacionales. Sumando a esto la intervenció n de los gobiernos de los
países centrales en los periféricos y el debilitamiento de la fuerza estatal. Por lo que
efectivamente, la idea del desarrollo econó mico es una utopía para los países
periféricos, un mito de las ciencias sociales.

Ahora bien, en un sentido economicista, Furtado en la Concepción del desarrollo y el


subdesarrollo nos brinda la génesis y evolució n del modelo clá sico del desarrollo
industrial, brindando elementos exó genos a los meramente econó micos para
comprender porque desde su nacimiento el desarrollo no es viable de un modo
universal y hace hincapié en las limitaciones de este modelo, analizando todos los
aspectos econó micos y sus indicadores para dar paso a las repercusiones que tienen
estas nociones en otros á mbitos de la existencia humana. Complementa
perfectamente la idea del otro texto en el sentido de apreciar a la Revolució n
Industrial como un fenó meno autó nomo, con bases sociales y una historia
especificas, que, sin embargo, creó una ruptura en la economía mundial de la época
y que sigue trazando el camino del momento actual.

En la línea de los bloques econó micos que se configuraron en ese evento, parte
aguas en la historia mundial, dichas fuerzas econó micas entendieron que la
preocupació n vital para su expansió n radicó en los costos de producció n. La
mecanizació n industrial dio pie al inicio de un periodo donde la producció n
artesanal entró en crisis y las técnicas de producció n constituyeron la base de todo
sistema econó mico. En la primera fase del desarrollo la acció n diná mica actú a tanto
por parte de la oferta como de la demanda de los bienes finales de consumo y las
actividades de subsistencia son integradas al mercado. Esta etapa culmina con la
total absorció n de la economía pre-capitalista y la absorció n del excedente de la
mano de obra para iniciar una etapa de la total liberació n del comercio a las
exportaciones de masa de capital.

Esta fase permitió a los países centrales la manutenció n de sus equipos industriales
que funcionaban en su plena capacidad, y como dice Furtado, dentro de una ofensiva
comercial al estilo del imperialismo victoriano. Así, el advenimiento de un nú cleo
industrial en la Europa del S. VXIII provocó una ruptura en la economía mundial de
la época y configuró el desarrollo econó mico subsiguiente en casi todo el mundo.
Con esta idea se complementa perfectamente la noció n del otro texto en cuanto al
cará cter expansionista de las economías centrales en esta segunda fase del
desarrollo de la economía industrial, porque en términos simples, el efecto del
impacto de la expansió n capitalista sobre estructuras arcaicas no fue homogéneo,
varió segú n el cará cter especifico de cada regió n, hoy lo podemos observar con la
gran cantidad de pueblos indígenas que no encuentran aú n un lugar en la
concepció n de desarrollo ni dentro del sistema capitalista.

El proceso del desarrollo, en el cual se configuraron los países subdesarrollados


tiene como fin el conocimiento amplio de los mecanismos de productividad y la
acumulació n del capital. El impulso econó mico externo se vuelve clave para el
despunte de las economías primitivas, ya que este impulso inicial no se da
internamente ante un modelo que está siendo implantado coercitivamente sin tener
un cará cter histó rico orgá nico bien asimilado como lo tuvieron los lideres
mundiales. Los indicadores del ingreso, la demanda, la tasa de inversió n y el avance
tecnoló gico, así como la visió n global de las tesis de Perroux y Prebich sobre las
leyes de la creatividad cultural en mundo que se globalizaba bajo la tutela de una
fuerza organizadora con fines de dominació n, fueron elementos claves en el aná lisis
de Furtado para concluir que el desarrollo no es una etapa sino un proceso histó rico
y autó nomo que ciertas economías alcanzaron en una fase superior del proceso
evolutivo de la industrializació n.

Indagación:

¿Podríamos pensar en un mundo dó nde todas las naciones alcancen esa fase
superior del desarrollo? ¿Es posible qué en el juego del tablero mundial todos
posean esa fuerza y capacidad de un pleno desarrollo enmarcado en el capitalismo,
todos pueden ser reyes o para la subsistencia de éstos tienen que existir otras
piezas, en donde las ex-colonias juegan el rol de peones? ¿Si damos crédito al mito
fundacional del desarrollo, no sería má s bien invisibilizar la organizació n de bloques
econó micos y comerciales antiquísimos, el establecimiento de oligarquías y la
alianza de ciertas burguesías nacionales con las centrales?

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