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El discurso en la estrategia autoritaria de Alberto


Fujimori
Sánchez, Juan Martin

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Sánchez, J. M. (2000). El discurso en la estrategia autoritaria de Alberto Fujimori. Revista Mexicana de Ciencias
Políticas y Sociales, 44(180), 193-226. https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2000.180.48876

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https://nbn-resolving.org/urn:nbn:de:0168-ssoar-59513-6
El d isc u r so e n la estrategia
autoritaria d e A lb e r to Fujim ori*
J u a n M a r tín S á n c h ez

R esu m en

Este artículo trata de mostrar cómo el expresidente peruano Alberto Fujimori pasó del triunfo
democrático en las elecciones de 1990, en un ambiente de total publicidad, al progresivo
control autoritario de las relaciones políticas caracterizado por el aumento del secreto. Esta
"transición autoritaria" ha dejado su registro público, pese a las estrategias de ocultamiento,
en los mensajes que el presidente de la república dirigió a la nación cada 28 de julio con motivo
de la celebración de la Independencia. En los once mensajes que dirigió Fujimori al país, se
encuentran las marcas de su estrategia política general: la consolidación d esu imagen de sal­
vador de la nación con la anuencia del pueblo; el fortalecimiento de las instancias ejecutivas
del Estado sin necesidad de fiscalización política o judicial,y la polarización de las identidades
políticas en una supuesta comunicación directa entre el presidente y las mayorías del Perú.
Mediante el análisissistemático de los mensajes presidenciales, se describe cómo el presidente
Fujimori ejerció el discurso político como acción privilegiada durante sus años de gobierno
para buscar una legitimidad que prescindiera de la deliberación política.

A b str a c t
This anide aims te “how how president Fujimori progressed, from a democratic victory in
1990, in an ambiance of great publicity, to a progresive authoritarian control of the political
arena featured by an increase of secreacy.
This "authoritarian transition" has left a public evidence, in spite of his making policy, in
his speeches where the president addresses to the nation every 28th of July, day of the Inde-
pendence. In those 11 speeches, we can fmd Fujimori's marks of his policies: consolidation
of his image as savior of the nation ty popular anuence; increase of executive power without
political or juditial balance; and the polarization of the political identities, suppusedly creating
a direct link between the majorities of Perú and his president. Making a sistematic analyse of
these presidential speeches, it is described how Fujimori has used the political discourse as
an active device for legimating his power without political deliberation.

l régimen político peruano vive en una permanente incertidum­


E bre que pareciera no permitir hacer pronósticos con garantías,
e incluso que también el pasado evade todo intento de análisis sis­
temático. Esta sensación es producida, en parte, por el torbellino de

• El presente artículo fue escrito poco antes de la renuncia de Fujimori a la presidencia del
Peni, por lo que las afirmaciones del autor deben ser comprendidas en este contexto.

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acontecimientos que saltan a diario a los medios de comunicación,
pero también por el origen y las circunstancias dela información que
nos llega. Las "cortinas de humo" periodísticas, las amenazas, la ter­
giversación^ predominio del corto plazo, las jugadas tácticas en una
disputa de la que se desconocen las reglas más importantes y rige
la desigualdad entre jugadores, el ocultamiento y develamiento a
discreción, etcétera; es como si la lógica del secreto hubiera despla­
zado a la de la publicidad en la vida política del Perú presente. El
secreto que, según Elias Canetti, "ocupa la misma médula del po-
der”(1999: 286) y que, sin embargo, resulta el límite, el abismo
interno de la política, su privación, no sólo en sentido democrático,
sino en cualquier acepción del término que no haga de la política
y la guerra momentos particulares de un mismo continuo. Siguiendo
a Norberto Bobbio, ahí donde la regla en las relaciones de poder es
el secreto y no la publicidad, la democracia es la excepción y la dic­
tadura la norma (Bobbio, 1996).
En este panorama, cualquier intento de análisis de la política en
Perú corre el riesgo de obviar la realidad o no superar el ejercicio
especulativo. Pero incluso en el autoritarismo el poder estatal nece­
sita cierto reconocimiento público, cierta publicidad para que su se­
creto exista como tal, requiere de un público sin secretos, el público
al que se representa y frente al que se representa. El gobierno de Al­
berto Fujimori no es la excepción en esto, sino un buen ejemplo de
cómo el poder del secreto no deja de publicitarse.
Mi objetivo es mostrar la principal estrategia política que ha segui­
do Alberto Fujimori en su acceso al poder desde la competencia
democrática hasta su consolidación y crisis autoritaria. Sin duda que
esa estrategia ha sido en gran medida "secreta" y que muchas accio­
nes concretas que la han desarrollado requieren más una indagación
de tipo detectivesco que del análisis del discurso que aquí realizo.
Ahora bien, no todo es oculto y lo dicho no es necesariamente una
pantalla de las "verdaderas" relaciones de poder o un desvío de la
atención colectiva ni una acción de legitimación enfunción de la efi­
cacia de lo oculto. Lo dicho, lo publicitado, también es parte de la
estrategia general y mantiene cierta lógica autónoma de acción, en
cierto sentido más político que el propio secreto.
Desde las anteriores consideraciones,en este artículo quiero pre­
sentar un análisis de los mensajes que el presidente Alberto Fujimori

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Sociedad y política

ha dirigido a la nación con motivo de la celebración del día de la In­


dependencia cada 28 de julio. Éstos han sido once de momento, des­
de el desu asunción del mando presidencial en 1990, hasta su terce­
ra investidura ante el congreso en el año 2000.
Probablemente, el 28 de julio sea el día más público del calenda­
rio peruano. Desde las constituciones del siglo pasado, en ese día
se han celebrado las fiestas patrias con gran fasto ceremonial, el
nombramiento de los nuevos presidentes y la presentación en
el congreso del informe de gobierno del presidente de la república.
Es importante subrayar que Perú ha tenido tradicionalmente un ré­
gimen político presidencialista moderado por algunas formas más
parlamentaristas, como la existencia de un primer ministro y cierta
capacidad de censura y control del congreso sobre la labor del go­
bierno. En cualquier caso, el presidente de la república siempre ha
ejercido como representación simbólica de la unidad nacional y co­
mo responsable directo del gobierno del Estado; ambas funciones
del cargo se han acentuado en un sentido presidencialista en las últi­
mas tres décadas, reforzando la discrecionalidad de los presidentes
y su propensión al mesianismo.
La mayor parte del análisis que presento ya estaba concluido unos
días antes de julio del año 2000, pero a la luz de lo ocurrido poste­
riormente mi trabajo se revela aún más pertinente. La elección de los
mensajes presidenciales de fiestas patrias y no otros discursos igual­
mente, o más importantes ha ayudado a que el trabajo guarde su
pertinencia. Tener una serie homogénea de discursos con condicio­
nes rituales de producción y recepción equivalentes facilita la com­
paración entre los mensajes de un mismo presidente y de estos con
los deotros presidentes. Así, se pueden mostrar las principales estra­
tegias discursivas -e n te n d id a s como acciones políticas— que ha
seguido Fujimori a lo largo de sus diez años e interpretarlas en cone­
xión con la deriva autoritaria que ha seguido ese gobierno hasta el
día dehoy. Y es en el propio texto delos mensajes en el que me fijaré
para mis estudios, más que en sus condiciones externas de ocurren­
cia.' El propósito es dar una explicación satisfactoria a discursos
como el que sigue salvando la determinación coyuntural en que fue­
ron emitidos por primera vez:
Esta comparación sistemática es el objetivo de mi libro (en prensa). Ahí también explico
la perspectiva teórica y metodológica desde la que trabajo.

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Excelentísima señora presidenta del Congreso de la República
Distinguida representación nacional
Excelentísimo señor presidente de la República de Bolivia
Excelentísimo señor presidente de la República de Ecuador
Ilustres invitados
Pueblo del Perú

Abro este mensaje con el que se inaugura un nuevo mandato


presidencial,conforme a la voluntad soberana del pueblo, cons­
tatando un hecho auspicioso.
Es ésta la primera vez en la historia de la república que se
elige en el congreso una mesa directiva íntegramente confor­
mada por ciudadanas, congresistas mujeres.
Qué duda cabe que este hecho constituye un homenaje y un
reconocimiento al creciente y positivo protagonismo de la mu­
jer peruana, no sólo en las altas esferas sino en las organiza­
ciones populares de clubes de madres, comedores populares
y comités de vaso de leche. Acada una de las mujeres del Perú,
mi homenaje más sincero.
Mis congratulaciones a la doctora Martha Hildebrandt y a
quienes la acompañan en la responsabilidad de conducir este
poder del Estado.
Hace exactamente diez años, aquí, en este mismo recinto,
inauguré un gobierno en medio de la peor crisis nacional de
este siglo.
Entonces se respiraba en el ambiente político sólo derrotis­
mo y pesimismo. No faltaban, por supuesto, los vaticinios apo-
calíptico~Pero fuera de ese ambiente, en la masa del pueblo,
sobrevivía la esperanza, y con ella, el suficiente coraje para ha­
cerle frente a la dramática situación que vivíamos.
Haber liderado esa fuerza popular, mujeres y hombres que
con valor y perseverancia enrumbaron al Perú, es motivo de
orgullo para quien habla. El Perú demostró, en los hechos, ser
más grande que sus enormes problemas.
Parte importante de éstos son ya historia. Reconozco, sin em­
bargo, que existen otros problemas, no de la dimensión catas­
trófica de aquellos, pero sí capaces de generar justificado ma­
lestar en esta coyuntura.

196
^ Sociedad y política

Soy consciente de que en los dos primeros periodos, los be­


neficios no han alcanzado a todos los peruanos, de que la rece­
sión última ha incrementado las dificultades para no pocos. Es­
tas circunstancias requieren una explicación y es mi obligación
ofrecérsela (Fujimori, 2000).

Éstos son los primeros párrafos del mensaje que Fujimori dirigió
a la nación con motivo de su tercera investidura como presidente de
la república el 28 de julio de 2000. En ellos se aprecian elementos
coyunturales como ciertas referencias a la ceremonia o la crisis polí­
tica que se vivía en el país con grandes manifestaciones en las calles
y el veto diplomático de la mayor parte de la comunidad internacio­
nal. Además, esos elementos coyunturales ganan en sonoridad den­
tro delos fastos de una ceremonia centenaria que impone ciertas for­
mas protocolarias, como los saludos, los asistentes, los temas a tratar,
algunas expresiones, etcétera. El ritual de fiestas patrias funciona
como dispositivo que expande y relaciona elementos, voces, institu­
ciones, objetivos,acciones,sujetos, diversos e incluso contradictorios,
donde la estrategia del presidente tiene las mayores posibilidades de
ser hegemónica aunque con el riesgo de la total visibilidad. Pero
pongamos el asunto en perspectiva.
En un estudio sobre los riesgos que conlleva el presidencialismo
para la democracia, Cynthia McClintock imputaba a la personalidad
del presidente Fujimori la principal responsabilidad en la ruptura del
régimen democrático en Perú (McClintock: 309). Pero la argumen­
tación de McClintock salta con demasiada facilidad del funciona­
miento de las instituciones presidencialistas a la personalidad gol-
pista de Fujimori, como si ésta fuera la solución necesaria inscrita en
el sistema político.*Habría, como mínimo, que dar una explicación
más detallada de la participación del expresidente Fujimori en el tri­
ple salto político que llevó a Perú de la precaria democracia de fines
de los ochenta a la incierta dictadura de comienzos del siglo m .L a s
etapas a verificar en el análisis de los discursos de fiestas patrias son
las siguientes: las elecciones de1990, en el marco de la Constitución

; Aspectos criticados por Tanaka, 1998: 28. Esta critica no supera, sin embargo, los constre-
ñimientoínstitucionalessino que los interioriza en cada sujeto político en la forma de racio­
nalidad estratégica.

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de 1979; el golpe de Estado de abril de 1992 como decisión no insti­
tucionalizada y la consolidación de un nuevo orden político con la
Constitución del 1993-1*3
Para este movimiento tan arriesgado, Fujimori usó con éxito dos
lógicas de la política moderna y de la democracia en particular: la
deliberación y la decisión.4 En ambas se generan identidades polí­
ticas que en democracia tienen un vínculo normativo de legitimidad,
el principio de mayoría, con un punto temporal e institucional de con­
versión: las elecciones. Las identidades políticas que compiten en
una campaña electoral deben quedar parcialmenteen suspenso cuan­
do la votación asigna la representación legítima de la voluntad ma-
yoritaria a un grupo que debe gobernar en nombre de todos: las
identidades de la contienda electoral, candidatos y partidos, son dis­
tintas a las de la relación gobierno/oposición, gobernantes y repre­
sentantes.
E1 problema para Alberto Fujimori estaba en transformar una elec­
ción presidencial, fuertemente inscrita en las condiciones peculiares
de una coyuntura política azarosa (abril de 1990), en un auténtico
paso de la deliberación a la decisión. Para ello prolongó la contro­
versia electoral hasta el punto dedeslegitimar sus condiciones cons­
titucionales y legitimar la ruptura del orden a favor.de un régimen
donde él tuviera más posibilidades de ser elegido presidente sin deu­
das con alguien o con la fortuna, sin competencia: desde el 28 de
julio de 1990 reinicia una nueva campaña pero ahora como jefe
de Estado beligerante, polémico.
Hay dos asuntos importantes en la elección de 1990 más allá de
la tremenda crisisquevivía el país y delas condiciones institucionales
que permitieron una candidatura por fuera del sistema de partidos.
En primer lugar, la debacle de los partidos políticos, unos como re­
sultado de una administración desastrosa ( a p y APRA), y otros por es­
trechez del proyecto político y división intema (iu). En segundo
lugar, la mala campaña electoral, agresiva y excluyente del libera­
lismo liderado por Vargas Llosa que les impidió tener más de un
tercio del apoyo popular.5Un fenómeno interesante en esa conjun-

1Cuando hago referencia a las constituciones no sólo me refiero a su ordenamiento jurí­


dico sino a las estructuras y acciones políticas que identifican.
1Una excelente discusión de estos temas puede encontrarse en Manin, 1987.
1 Este candidato era apoyado por el Movimiento Libertad, ap y el ppc , Una interesante y

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Sociedad y política

ción de oportunidad y presencia está en cómo Fujimori inició su


avance arrollador cuando el candidato del a p r a desplazó del segun­
do puesto en las intenciones de votos al candidato de Izquierda So­
cialista, Alfonso Barrantes (Degregon, 1991). El rechazo al APRA y a
las viejas clases dominantes identificadas con Vargas Llosa, encuen­
tra así su catalizador en un candidato desconocido y que mantiene
un discurso integrador y suficientemente ambiguo. Era el momento
de l afortuna6*p ara Fujimori. A partir de ahí sólo contaba su audacia,
y resultó ser un personaje sumamente audaz.
Pero las elecciones de 1990 guardaban demasiados compromisos
tonlos procedimientos de toma dedecisiones normalizados con an­
terioridad, incluso parecía que se había fortalecido el Parlamento y
los partidos políticos retomaban posiciones hacia las elecciones de
1995. Un proyecto de "yo soy el poder” para "salvar d Estado” (Co-
tler, 1994), donde Fujimori escapara de esos compromisos, requería
la eliminación de los poderes constituidos y de las alianzas incómo­
das que le habían llevado a la Presidencia. Necesitaba romper con
toda responsabilidad anterior a su condición de jefe del Estado, para
asumir el centro del nuevo "poder constituyente". Fujimori traicio­
na a sus aliados más comprometedores (Iglesia evangelista,' familia
Higuchi," apristas e izquierdistas desilusionados,9al primer vicepre­
sidente Máximo San Román Cáceres,10etcétera) que, por otra parte,

magníficamente escrita, aunque parcial, revisión de esa campaña electoral es la del propio
Mario Vargas Llosa (1993).
11Los términos "fortuna" y "fama", los tomo de El príncipe, de Maquiavelo.
'T ras el breve enfrentamiento con la Iglesia católica, que había respaldado la candidatura
de Vargas Llosa, durante la campaña electoral en la que tuvo como aliado a los evangelistas,
representados por su segundo vicepresidente, Fujimori rompe con estos últimos y se declara
católico.
Tras llegar Fujimorial Palacio de gobierno, confióimportantes puestosde poder a su her­
mano Santiago. Susana Higuchi, esposa del presidente -a- quién apoyo durante la campaña,
no sólo con su presencia sino con recursos económicos — , se sintió marginada del nuevo
círculo de poder de su marido e inició una campaña de enfrentamiento con la familia Fujimori
que comenzó con una acusación contra Santiago Fujimori por corrupción, y acabó con una
sorpresiva intervención del presidente en televisión retirando a Susana Higuchi del puesto de
primera dama de la nación, cargo que no existe oficialmente.
9 Alan García prestó cierto apoyo a Fujimori durante la campaña electoral, apoyo que el
nuevo presidente devolvió a García bloqueando la iniciativa del congreso para abrir una co­
misión de investigación sobre el mandatario aprista. También Fujimori rompió lazos con líde­
res de izquierda como Enrique Bemales de Izquierda Socialista,que apoyaron y participaron
en su primer gobierno.
1(1A San Román los voceros fujimoristas lo colocaron a la cabeza de una conspiración que
pretendía sustituir al presidente de la república con el apoyo del congreso. Véase lo expuesto

199
sólo ofrecían capacidad de veto en la lógica de la deliberación. Si­
multáneamente busca nuevas alianzas entre quienes tienen las ca­
pacidades ejecutivas reales (fuerzas armadas, grandes empresarios,
capital extranjero, fm i ) . A estos nuevos aliados les ofrece su con­
versión discursiva y el dominio de la legitimidad popular, la fam a
del príncipe."
La hipótesis que sostengo es que los mensajes participan de ese
triple salto desde una coyuntura política afortunada hasta un nue­
vo orden autoritario donde la legitimidad de la decisión impone sus
condiciones identitarias a las eventuales deliberaciones y eleccio­
nes que el procedimiento democrático exige.
Espero poder mostrar esto desde la lógica discursiva de los men­
sajes y no únicamente desde mi lectura aposteriori.12Para eso ana­
lizaré tres aspectos sintomáticos de todos los discursos presidencia­
les por fiestas patrias y que tienen una relación directa con las etapas
y dimensiones propias de la ceremonia política en que los textos
emergen.13 El primero se refiere a la construcción de la pertinencia
y lugar del propio discurso, algo que se hace desde el texto. En se­
gundo lugar, me detengo en la revisión d e l os principales argumen­
tos y temas expuestos por Fujimori, señalando tanto los contenidos
básicos como la estructura de su argumentación. Y, por último, ana­
lizo el trabajo de identificación de los sujetos relevantes para el dis­
curso, desde quienes son la oposición hasta cual es el lugar del pre­
sidente.

por Carlos Torres y Torres Lara en el libro la democracia en cuestión, que recoge la opinión
de varios protagonistas de los hechos ocurridos en abril de 1992.
" Las conexiones entre Fujimori y las fuerzas armadas parecen remontarse al tiempo que
transcurrió entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones de 1990, conexiones faci­
litadas por personajes como Vladimiro Montesinos, excapitán del ejército. Para Carlos Iván
Degregori "el triunfo de Fujimori resultó óptimo para militares que carecían de un liderazgo
político y de una opinión pública favorable, pero tenían una estrategia que ofrecer. Según al­
gunos. ya por esas fechas se comenzó a planificar la quiebra del orden constitucional" (De-
gregori y Rivera, 1994).
'■ Esta hipótesis ya la formulé, desde otro planteamiento teórico, a finales de 1995 postu­
lando algunas vías de desarrollo que hoy, desafortunadamente, parecen confirmadas(Martín,
en prensa).
IJ Para mayores detallessobre estos aspectos me remito a mi tesis Perú 28 de julio .. . , donde
los explico en detalle. En cualquier caso, la división tripartita de mi análisis la deduje de las
fases prototípicas de los "acontecimientos mediáticos" estudiados magistralmente por Daniel
Dayan y Elihu Katz, 1995.

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Sociedad y política

Indicaciones sobre el m ensaje


No se puede encontrar un formato canónico que unifique los men­
sajes a la nación por las fiestas patrias que pronunció Alberto Fuji­
mori, pero sí podemos agruparlos por sus características y por su
momento en una acción política más general.
1. Los primeros dos mensajes muestran y son parte del proceso
de reapertura de la deliberación política como una prolongación de
las elecciones de 1990. Obviamente,el deese mismo año, como par­
te de la investidura en el cargo, aún resulta un eco de la campaña
,.electoral, repitiendo los lemas de "honradez, tecnología y trabajo"
que ordenan el discurso sobre la “moralización”, el "desarrollo eco­
nómico" y la "ampliación del mercado laboral" incluyendo al trabajo
informal. Fujimori se colocaba al amparo de la Constitución al invo­
car el artículo 211 que le traía ante el congreso (Fujimori, 1990: pá­
rrafo 1), y, como los presidentes que le precedieron, continúa su
mensaje aludiendo al apoyo popular y a la necesidad de interpre­
tarlo. Fujimori se presenta como el presidente con el mayor respaldo
electoral de la historia (Fujimori, 1990: párrafo 4),11*4y manifiestasu pro­
pósito de romper con la tradicional demagogia de los discursos de
fiestas patrias (Fujimori, 1990: párrafos 7 y 15). Éstos deberían ser,
desde ese momento, un diálogo directo y sincero con el pueblo, des­
plegado como el esquema de interlocución privilegiado en los men­
sajes, la simulación de un diálogo cara a cara. En el mensaje de 1991
confirma este objetivo de comunicación directa con el pueblo des­
de el cumplimiento "estricto" de la Constitución, pero modifica el
primer receptor del mensaje, el congreso, en mera coreografía de su
mensaje:

Un año ha transcurrido desde que dirigiera mi mensaje a la na­


ción, enocasión deasumir la Presidencia d ela república. Vuel­
vo a este recinto, en estricto acatamiento de la Constitución del
Estado para, en presencia de esta representación parlamenta­
ria, dirigirme al pueblo del Perú (Fujimori, 1990: párrafo l) .15

11En realidad Fujimori no tuvo una votación mayoritaria hasta la segunda vuelta de las
elecciones, habiendo quedado segundo en la primera vuelta, así que su comparación no era
pertinente respecto a la elección de Belaunde Terry o Alan García que ganaron holgadamente
en la primera vuelta.
" El artículo 211 de la Constitución de 1979 mandaba al presidente de la república dirigir

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Esta comunicación directa era de hecho una crítica muy agresiva
contra los congresistas representantes del pueblo. Pese a que en
1991 Fujimori gobernaba con el apoyo de otras bancadas políticas
y sin mayor obstrucción parlamentaria en ese momento, el presiden­
te desplegó el más extenso de sus mensajes como una descripción
objetiva (con gran cantidad de cifras y ejemplos) en la que el pueblo
debía tomar posición frente a quienes preferían las máscaras y el
maquillaje de la realidad:

Muchas de las cosas que diga aquí pueden resultar un poco


duras. No es mi intención el ataque por el ataque, ni el agravio
por el agravio. Hablo con la verdad, con esa verdad que debe­
mos al pueblo, a ese pueblo por el que estamos donde estamos
(Fujimori, 1990: párrafo 33).

Tanto el mensaje de 1990, muy general y ambiguo, como el de


1991, muy preciso y directo, eran parte de la misma estrategia: de­
fender que el presidente Fujimori fue elegido por el pueblo contra
la incapacidad de los partidos de concertar un proyecto de ''recons­
trucción nacional" incluyente.
2. El cinco de abril de 1992, el presidente Fujimori dirigía un sor­
presivo manifiesto a la nación con tres medidas urgentes: disolver
el Congreso, reorganizar el Poder Judicial y la Contraloría General
de la república. El nuevo gobierno de emergencia y reconstrucción
nacional, tendría diez objetivos que irían desde la modificación de
la Constitución política, hasta la elevación del nivel de vida de la po­
blación. Casi dos meses más tarde, el 31 de mayo, el presidente Fu­
jimori aparecía ante la reunión de cancilleres de la o e a en Bahamas
para concertar un plan de transición hacia un nuevo orden demo­
crático constitucional (Fujimori, 1992a).16Los textos de estas dos in­
tervenciones marcan la estrategia política del autogolpe y la conso­
lidación del poder de Fujimori.
un mensaje al congreso el 28 de julio, no a la nación, ésta no es mencionada para nada en
el artículo, como tampoco lo es en el correspondiente artículo 118 de la Constitución de 1993.
El "estricto acatamiento" del mandato es una alusión al mismo, aunque es cierto que no es
el primer presidente que lo hacía.
16 De la muy ambigua información que nos llega, se podría deducir que, con la convo­
catoria a elecciones para el 2001 y sus conversaciones con la oea , Fujimori está tratando de
reproducir aquellas negociaciones de 1992 en las que, tras su golpe de Estado, él se quedó
como el líder de la transición hacia la nueva 'dem ocracia'.

202
— Sociedad y política

Los mensajes de 1992 y 1993 indican el despliegue de la decisión


excepcional del autogolpe y su refrendo plebiscitario en un nuevo
Congreso Constituyente. Ambos discursos enuncian en sus primeros
párrafos la acción de la que son parte y metáfora. El primero de ellos,
el de 1992, es una reedición de los discursos del 5 de abril y del pro­
nunciado ante la reunión de la OEA , lo cual, sin embargo, se hace un
28 de julio, con el congreso cerrado. Este mensaje tiene cierta equi­
valencia al que los presidentes militares emitieron en 1969 y 1976
como parte de la legalización de sus gobiernos de facto. Pero Fuji­
mori no pronuncia el suyo desde el Palacio de gobierno, fácil de
'identificar con el predominio autoritario del Ejecutivo, sino desde el
auditorio del Centro Cívico de Lima, enfatizando su papel de pre­
sidente electo y su informalidad popular. En ese mismo escenario,
típicamente ciudadano y social, tuvo lugar el debate televisado con
Mario Vargas Llosa durante la campaña por la segunda vuelta elec­
toral de 1990. A aquella calidad de candidato popular frente al pi-
tuco,Fujimori une en1992 la de presidente dela república que apela
al misticismo de las fiestas patrias, convirtiendo a éstas en la mejor
justificación del autogolpe:

Pueblo del Perú:


Sean mis primeras palabras de homenaje a esos ciudadanos
peruanos y extranjeros, víctimas de las brutales agresiones ge­
nocidas del terrorismo, que venga de donde venga, no pasará
porque más poderosa que la intimidación es la aspiración de
los peruanos a vivir en paz y progreso.
Mkdirijoa la nación en estafecha en la que por la voluntad
de sus pueblosy por la justicia de su causa, que Dios defiende,
el Perú amaneció a la vida independiente.
Recordando que hace apenas dos años, esa misma férrea e
indoblegable voluntad señaló el camino a seguir para alejar a
nuestra patria del peligro que representaba la anarquía y el caos
(Fujimori, 1992b: párrafos 1-3).

Fujimori sustituye el típico homenaje a los próceres de la patria


por el homenaje a las víctimas del terrorismo dejando a éste en el
lugar del invasor del Perú contra el que la nación construyó su
voluntad justa y unitaria. Con ese primer párrafo, el presidente crea

----------- 203
la mutación de la escena de la Independencia, con su violencia y sa­
crificio, en la "situación experimental" de su intervención terapéu­
tica.'' Los dos párrafos siguientes hacen la equivalencia entre las
voluntades de la Independencia y de la "reconstrucción nacional"
que representa el gobierno de Fujimori. Para dar mayor intensidad
y referencia histórica a esta equivalencia, en el primero de estos dos
párrafos, Fujimori usa las mismas palabras que el general San Martín
usó para proclamar la independencia de Perú: "por la voluntad de
sus pueblos y por la justicia de su causa, que Dios defiende".
Los primeros párrafos del mensaje de 1993 rescriben estos tres pri­
meros de 1992, pero ahora como una confirmación de la argumen­
tación que estos contenían y de la oportunidad del autogolpe del
5 de abril. Todo el mensaje está ordenado en este sentido dando
cuenta de la labor del gobierno que para esas fechas había rectifi­
cado el proceso hiperinflacionario y tenía al líder de Sendero Lu­
minoso entre rejas. Tras un minuto de silencio en homenaje a las
"22 000 personas muertas en esta ya larga y cruenta guerra", Fujimori
señala explícitamente en qué consiste su mensaje a la nación, des­
tacando su actitud personal favorable a una "auténtica democracia":

M presentación ante esta ilustre asamblea es un reencuentro


con el verdadero sistema democrático, que respeto, y motivo
para dirigirme al país entero con el objeto de dar cuenta de lo
realizado desde entonces, y establecer un necesario contraste
entre el Perú que encontramos y el que empieza a construirse
con el esfuerzo de todos los peruanos (Fujimori, 1993: párra­
fo 4).

Ahora si se trata de una "ilustre asamblea" que merece su defe­


rencia y el detallado informe de la acción de gobierno. Fujimori puede
ser muchas cosas, pero nunca oscuro o comedido en su expresión.
3. Los últimos cinco mensajes presidenciales, correspondientes a
su segundo mandato, pierden extensión e intensidad, se hacen más
personalistas y anecdóticos sin desplegar la agresiva polémica pre­
sente hasta 1994. Este último, aunque todavía formalmente mantiene 17

17Norbert Lechner (1986) considera este proceso de mutación de la política normal en


una situación experimental como la acción clave por la que una minoría autoritaria, pero con
un comporíamiento consistente, legitima su dominio sobre la mayoría de la población.

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Sociedad y política

los rasgos del de 1993, introduce una regla que regirá todos los res­
tantes: normalizar la política del gobierno hasta el punto de suspen­
der toda deliberación. La legitimidad técnica y la referencia personal
a modo de ejemplo casi inverosímil18van sustituyendo la refutación
y la descripción. Resulta muy interesante que esa regla sea introdu­
cida como culminación del proyecto nacional iniciado con la Inde­
pendencia, como prueba del fin de aquel proceso que hacía de cada
28 de julio un momento de incertidumbre:

Han transcurrido 173 años desde que fuera fundada nuestra


república y, en el día de la celebración de ese magno aconteci­
miento, recordamos también el cuarto año del proceso d ela re­
construcción nacional, un esfuerzo colectivo casi sin preceden­
tes en la historia patria.
Podemos constatar la mayoría de los peruanos que, como
fruto de este esfuerzo, hay resultados significativos y la confir­
mación de encontrarnos en el rumbo correcto. Prueba de ello
es que, porprimera vez después de mucho tiempo, estemos en
situación de presentar un mensaje presidencial sin medidas
espectaculares ni traumáticas, lo que antes se llamaba “paque­
tazos". Esas noticias, malas desde luego para el pueblo, eran
los grandes titulares del día siguiente. Mañana no tendremos
ese tipo de titulares, porque el balance de los últimos doce me­
ses y en general de los cuatro años, es positivo. Éstas sí son
buenas noticias para el pueblo del Perú (Fujimori, 1994: párra­
fos 1-2).

Fujimori recurre a la memoria colectiva para diferenciar su men­


saje con una marca de “realismo” y "honestidad" con la que, como
decía, transforma la ceremonia del 28 de julio en una magra reafir­
mación de su imagen de salvador de la patria, sin necesidad de ma­
yores argumentos que su personal presencia en el hemiciclo. Los

1 Como la anécdota que cuenta sobre como "en una ocasión mi hijo Kenji y yo surcamos
un pequeño río de la selva, admirando la belleza de los bosques tropicales"y su hijo descu­
brió, tras un rato de querer pescar, que no había peces porque el río estaba contaminado.Todo
el relato para incorporarlas demandas ecologistasal discurso como un acto personal (Fujimo­
ri, 1994: párrafo 79).

205
primeros párrafos del cuestionado M ensajedel999señalan esta dis­
plicencia presidencial:

Pueblo del Perú, honorable representación parlamentaria: mi


saludo a todos y cada uno de los señores congresistas, y en es­
pecial a su presidenta recientemente elegida, la doctora Martha
Hildebrandt.
La historia del Perú es una historia de esperanza. Así fue fun­
dada nuestra república hace 178 años. Cierto que hemos anda­
do un largo camino de dificultades, de grandes dificultades y no
pocos desastres; pero nunca nos hemos rendido al pesimismo.
Ha sido la voluntad general de los pueblos del Perú mante­
nemos como una nación esperanzada, luchando, cotidianamen­
te, por el viejo y hermoso sueño de libertad y prosperidad de
quienes nos dieron patria.
Cumplo, nuevamente, con la obligación constitucional de
dirigirme desde este recinto al país. Novoya abrumar, empero,
ni a esta representación ni al pueblo peruano, con cifras ni
detalles sobre la obra cumplida, lo que sería un ejercicio con­
formista. Es decir, no voy a insistir en el pasado, que ustedes
conocen suficientemente, para eludir el presente y, por lo tan­
to, el futuro de mis compatriotas.
Por ello dedicaréeste valiosotiempopara referirmea laspro­
yecciones del Perú, como consecuencia delproceso de recons­
trucción, reforma y modernización que vive el país (Fujimori,
1999: párrafos 1-5).19

Nuevamente la vinculación entre el proyecto nacional de la Inde­


pendencia y la acción del presidente es puesta de manifiesto. Pero
lo más interesante es la forma —si se quiere, casi burda— en que
Fujimori justifica no dar mayores detalles sobre su labor, en sus pro­
pias palabras, para no "abrumar". Este desplante discursivo al con­
greso y a la legalidad constitucional dibujan la posición extrapolí­
tica y, por tanto, extradiscursiva que Fujimori pretendía para sí mis­
mo como fundador del orden que preside.

H diputado de oposición,Henry Pease García, acusó al presidenteFujimori de incumplir


el mandato constitucional por eludir informar con detalie sobre la labor de gobierno (El Co-
m enio, 1999).

20 6 ■
Sociedad y política

Enm arcando la acción política

La argumentación de la política en los mensajes del presidente Fuji­


mori también presenta tres estrategias diferentes de acuerdo con los
tres formatos discursivos arriba presentados: describir la herencia de
la peor crisis de la historia peruana; justificar y ordenar el autogolpe
como reconstrucción nacional, y normalizar la política gubernamen­
tal retirándose al papel de vigía de la modernización. En las dos pri­
meras, la refutación de la calidad discursiva y moral de los gobiernos
precedentes y de la oposición partidaria es la operación fundamen­
tal. Esta refutación suele atacar más la respetabilidad del emisor que
la lógica de sus argumentos.20 En la tercera estrategia, la operación
será la inversa, asegurar la validez del discurso presidencial por la
calidad heroica de Fujimori como "salvador" de la patria. Su argu­
mentación aquí se hace escasa y aseverativa, formando un collage
de anécdotas más que una trama de razones y conclusiones.
1. En el mensaje de investidura en 1990, Fujimori identifica dos
elementos básicos: el comienzo deuna nueva época que requiere un
nuevo lenguaje y la situación de crisis nacional que requiere de me­
didas de emergencia. El primero está expresado en el siguiente pá­
rrafo:

El electorado peruano consagró un mandato de unidad nacio­


nal y de rechazo a las propuestas alternativas fundadas en la
confrontación, polarización y conflicto abierto como estilos
políticos de gobierno. Elpueblo noseligiópara que instauremos
un nuevo lenguaje de entendimiento nacional, que es el len­
guaje del diálogo, la concertación y la búsqueda de consensos
(Fujimori, 1990: párrafo 6).

Más allá del nivel protocolario que tenían estas palabras en el


momento de asumir la Presidencia de la república con minoría en
el congreso, Fujimori trataba de hacer coincidir el voto popular de
rechazo al agresivo proyecto de shock económico inmediato que

-’1 Verosimilitud,suficiencia, pertinencia y orientación,son las cuatro dimensionesque de­


be poseer una buena argum entaciónsegún Gustavo Quiroz, Denis Apothéloz y Pierre-Yves
Brandt, 1992. En cierta forma,Fujimori aplica los antónimos de estas dimensionesa los sujetos
políticos, y descalifica así sus argumentos por la crítica a su orden de producción.

207
defendía Vargas Llosa, al divisionismo de la izquierda constitucional
y al extremismo de Sendero Luminoso, con su "estilo" muy per­
sonal de gobernar. Fujimori remite la apelación a la unidad nacional
al cumplimiento con una comunicación honesta, sincera y direc­
ta con el pueblo. Su primer gran éxito sería identificarestos objetivos
con los rasgos de su propio discurso y su persona, alguien que se
expresa como un peruano más, "un presidente como tú".
Y como un peruano más en el que se puede confiar, Fujimori se
arroga la entereza de nombrar a la crisis de Perú de manera breve
y contundente, conminando a una acción urgente:

Nos toca afrontar la crisis más profunda que ha vivido el país


en toda su historia republicana; una economía entrampada en
una hiperinflación y una depresión, una sociedad escindida
por la violencia, la corrupción, terrorismo y el narcotráfico. En
una palabra, casi una economía deguema (Fujimori, 1990: pá­
rrafo 33).

El término economía deguema no era ajeno a nadie en Perú y a


todos remitía, como en cualquiera otra sociedad, a la necesidad de
una voluntad suprapartidaria, incluso suprainstitucional. La guerra
se revela como una instancia parapolítica que ordena los grandes
retos de Perú y sus ciudadanos:

Heredamos pues, un desastre. Remontar la crisis primero y sen­


tar luego las bases de desarrollo integral de nuestro país, son
nuestros objetivos centrales. Esta es una tarea gigantesca de la
cual debemos tomar entera conciencia o perderemos el rumbo
de la historia. Nadie debe sustraerse a ella (Fujimori, 1990: pá­
rrafo 40).

El mensaje de 1991 despliega la marcha de esta política y econo­


mía de guerra con expresiones populares en sus argumentos y en
la descalificación de los posibles oponentes. La guerra civil sigue
siendo el trasfondo de la acción gubernamental sobre el que ésta
emerge como solución técnica, como razón de Estado que se fusiona
con el sentido común y rechaza el razonamiento partidario, fragmen­
tario y deshonesto, el criterio político:

2as —
Sociedad y política

El criterio técnico para manejar los asuntos del Estado fue des­
plazado o neutralizado por el criterio político, que amalgamaba
intereses económicos y partidarios o que dependía de los pla­
zos electorales.
Hoy, el criterio técnico es el único que prima en la conduc­
ción del Estado y en el manejo de los intereses del Perú, y eso lo
saben los millones de sencillos hombres y mujeres de nuestro
país que ya no viven la incertidumbre derivada de políticas errá­
ticas. Una auténtica revolución está en la entraña deesta nueva
actitud, de este nuevo estilo de gobernar. El rédito, el cálculo
• y el dividendo políticos que resultan de una obra, no son ya
más el estímulo para realizarla. El pueblo tiene algo que se lla­
ma sentido común. Algunos creen que engañan al pueblo cuan­
do antes de terminar sus mandatos arreglan y parchan calles,
inauguran obras porque se acercan las elecciones. El ciudada­
no común y corriente se ríe, mueve la cabeza compasivo ¿Y por
qué no hizo las obras cuando el pueblo la necesitaba y por qué
se apura tanto ahora que se vienen las elecciones?
Como todo el que se sienta en el sillón presidencial, ha re­
cibido desde el inicio de mi gobiemo las famosas tarjetitas o
tajetazossegún se quiera, para que frene o acelere este o aquel
proyecto. La mayoría de esas cartulinas me eran enviadas con­
fiando en que la influencia iba a proceder. Buen chasco se han
llevado los que creían que todo seguía igual. Esas tarjetas yo
las colecciono para un día hacer una historia del tarjetazo en
el Perú (Fujimori, 1991: párrafos 23-25).

Con estos argumentos Fujimori se hace eco de un discurso muy


difundido sobre la política que, más allá de su veracidad," hace de
ésta el problema a eliminar. La política, sus instituciones y prácticas,
son identificadas con el secuestro del Estado y de la voluntad po­
pular por las cúpulas de los partidos tradicionales y las oligarquías
económicas. El discurso populista parece renacer aquí, pero no co­
mo argumentación en favor de un Estado popular, corporativo y ex-

ii
H asunto de las tarjetitas en el cajón resulta algo inverosímil por como ocurre el verda­
dero manejo de influencias a nivel del gobiemo nacional, aunque no deja de ser una buena
imagen que cristaliza el asunto en algo objetivo.

209
tenso,” sino como antipolítica,como suspensión de la competencia
en razón de un objetivo primordial: la defensa del Estado. Éste es el
viejo argumento de Cari Schmitt que veremos perfeccionado en los
mensajes siguientes.
2. Con extraordinaria claridad, el discurso de Fujimori del 5 de
abril de 1992 desarrolla la argumentación canónica sobre la nece­
sidad del “autogolpe”.23 Especialmente los contundentes párrafos
del 19 al 24 que se enlazan como una cadena deductiva hacia la
acción presidencial con las siguientes fases: el destino de la nación;
la urgencia del momento; la reconstrucción de una verdadera demo­
cracia; la rigidez e inconsistencia de la Constitución vigente; el dete­
rioro institucional y la incapacidad moral del parlamento y el Poder
Judicial; y, para concluir, la responsabilidad excepcional del presi­
dente.
El mismo razonamiento ordena el acto fundamental del mensaje
a la nación de 1992: justificar la suspensión de la forma del orden
para salvar el fin supremo de ese orden, el bienestar de Perú. Y aña­
de algo clave al presentarlo en la ceremonia de las fiestas patrias: la
legitimidad ritual de éstas que identifican al presidente como el pala­
dín de la soberanía nacional. En este mensaje, la presentación de los
argumentos es más personal y directa, como la descripción objeti­
va de una voluntad:

Más de una vez en mi despacho, sentado en ese sillón por el


que lospolíticos son capaces de prometerlo todo, me refiero al
sillón presidencial, he reflexionado sobre cómo evolucionaba
esta crisis y d e qué m anera efectiva podrían extirparse
todos esos males que ustedes conocen y que están tan arraiga­
dos en esta sociedad. Es una pregunta que se hace todo perua­
no, el que sea presidente de la república, no me libra de ella:

2- Ha habido una amplia discusión sobre el carácter neopopulista de Alberto Fujimori, de


la que es buena prueba el artículo de John Crabtree (1999) a favor de esta tesis y el de Carina
Perelli (1995), contra tal calificativo. Por mi parte traté de discutir estas posiciones apostando
por una nueva perspectiva que nos permita salir del paradigma del populismo y no meter en
el mismo saco a Velasco y Fujimori, o Perón y Menem por más que haya rasgos equivalentes
entre ellos. Véase Sánchez, 1996.

’' Hasta la Segunda Guerra Mundial no había demasiado reparo en defender la necesidad
de la dictadura como defensa del Estado, pero con el desprestigio del autoritarismo político
tal defensa ha tenido que recurrir a otros campossemánticos para nombrar la misma magistra­
tura política. Sigue siendo modélica la defensa de Donoso Cortes, 1999.

210 —
— Sociedad y política

todo lo contrario. ¿Quién debía tomar la decisión y dar un


paso adelante y decir basta a tanta corrupción, tanta irrespon­
sabilidad? ¿El parlamento?¿el Poder Judicial! ¿De ellos debía
partir la respuesta tanto tiempo esperada por el pueblo? Si eso
debía ser así tenía que esperar sentado, cinco anos, una res­
puesta que elpu ebloyyo sabíamos nunca llegaría.
Tenía que ser, entonces, el Ejecutivo el que diera ese paso
adelante para dejar atrás ese pasado que es nuestro lastre. Que­
daba por resolver el problema de las formas, porque había una
Constitución que impedía resolver los problemas fuera de sus
' cauces y canales. Nuevamente la disyuntiva: hacer o no ha­
cer. ¿Gobernar cómodamente, con la wincha del demócrata,
mientras el país era consumido por un sistema corrupto que
hablaba en nombre de la democracia? Porque fíjense ustedes
qué curioso: elpresidenteo elpueblo no podían utilizar la Cons­
titución para el cambio, pero la Constitución y la Ley sí eran
utilizadas, cómplices de por medio, para que delincuentes de
todopelajey tamaño burlaran lajusticia. Y en las narices del
pueblo. Extraña democracia, ancha para los vivosy angosta pa­
ra los honrados.
Para nadie es un secreto la grave crisis institucional que
atravesaba el Perú el 5 de abril. El Parlamento Nacional, el Po­
der Judicial y los organismos de control y fiscalización estaban
totalmente divorciados del país y sus necesidades y aspiracio­
nes (Fujimori, 1992: 56-58).

La argumentación crea dos bloques opuestos entre sí por la crisis


y la necesidad de tomar una decisión (esto lo he puesto en negritas).
He puesto en cursivas los principales rasgos del bloque a favor de
la decisión; en él se encuentran: un presidente reflexivo, no ambi­
cioso, honesto, trabajador, responsable, común a otros ciudadanos
y un pueblo en espera, sacrificado, que conoce la verdad; ambos
aspiran a la justicia por encima de la ley. En el otro bloque, cuyos
términos he subrayado, están los políticos y las instituciones enfan­
gados en la corrupción y la irresponsabilidad, que utilizan interesa­
damente la Constitución y la ley para eludir la justicia.
Fujimori pone en términos cotidianos los principales elementos
del debate jurídico y filosófico desarrollados en torno a la contradic­

211
ción entre norma o institución y acción eficaz.24En el primer párrafo
establece las condiciones de la discusión, alineando los grupos opues­
tos con valoraciones positivas y legítimas frente a negativas e ilegí­
timas. También se indica el asunto que se debe resolver: ¿Quién
debería tomar la decisión" —o quién decide en la situación ex­
cepcional, preguntaría Carl Schmitt—, cuando el orden jurídico e
institucional favorece la inercia de los privilegiados. El segundo pá­
rrafo comienza con la respuesta al dilema de manera contundente:
el Ejecutivo. Éste estaría constituido por dos instancias y momen­
tos: la reflexiva o deliberativa, en que se funden el presidente y el
pueblo; y la ejecutiva o decisoria, enla que el presidente personaliza
la acción. Éstos serían los dos cuerpos del soberano que Schmitt
abstraía en el segundo haciéndolo absolutamente ahistórico pese a
su afán historicista.
El tercer párrafo sirve como colofón de los anteriores antes de
pasar a los diversos ejemplos que Fujimori da. Aunque muy breve,
este párrafo recoge otro argumento fundamental en la historia delos
golpes de Estado y las revoluciones: el divorcio entre las formas po­
líticas y la realidad social, que habría que resolver, no en favor de
derechos y obligaciones, sino de las necesidades y aspiraciones so­
ciales.2' Aquí todos los presidentes estudiados han coincidido, al me­
nos en el discurso, en someter la política a la necesidad social.26
Toda esta argumentación ayuda a Fujimori a transformar el orden
defacto en el orden d ela necesidad, de la realidad, en el único posi­
ble. Los mensajes de 1993 y 1994 añaden argumentos y ejemplos que
confirman la objetividad deese orden. Los éxitos en la estabilización

Estos temas se pueden registrar a lo largo de toda la historia moderna del pensamiento
político occidental. Para explicar la discontinuidad entre la justicia y la ley, pocos textos tan
audaces como el de Jacques Derrida, 1997.
Explícitamente Fujimori enmarca la labor del Congreso Constituyente Democrático ante
el que pronuncia el mensaje de 1993 "no sólo con el compromiso de legislar y fiscalizar, sino
de elaborar, asimismo, una nueva Constitución para los peruanos. De esta manera hoy todos
estamos dándonos una nueva oportunidad para corregir los abismos que separan al Perú
formal del Perú real. A partir de un texto constitucional bien concebido, tenemos que actuar,
también los gobernantes, con eficacia para que la distancia entre la palabra y la realidad sea
la más corta posible" (párrafos 144-145).
“ Una lectura clásica de este dilema es la de Hannah Arendt, especialmente en su mag­
nífico texto Sobre la revoluciónque compara las revoluciones norteamericana y francesa, sien­
do la mayor apuesta por la necesidad social en la segunda la clave para entender su deterioro
totalitario. Más allá de los detalles históricos, el planteamiento sigue siendo pertinente para
la discusión teórica y el análisis de los proyectos políticos.

212 --------
Sociedad y política

de precios, la reinserción de Perú en los circuitos financieros inter­


nacionales y la derrota del terrorismo, dan fuerza a la voz de Fujimori
quien enuncia un reiterado “cumplí con lo prometido”, y nombra a
su proyecto político como una mezcla de “pragmatismo y eco­
nomía de mercado”, enmarques que perduran hasta el mensaje de
1999.
3. Los mensajes de Fujimori pasan de la desbordante descripción
de las acciones excepcionales a la parquedad de la cita de los hechos
ocurridos.27 Desde el mensaje de 1995 en adelante no hay ninguna
argumentación que tenga la profundidad y extensión de las presen­
tadas anteriormente. Los párrafos se suceden unos a otros sin más
estrategia que el boceto ontológico de una realidad sin deliberación.
El proyecto político de Fujimori difícilmente supera la refutación del
pasado para articular una propuesta de futuro, como anuncia en
el octavo párrafo del mensaje de 1996.
De la parca argumentación que se puede encontrar, me interesa
traer aquí una que recupera el planteamiento decisionista y de nue­
vo evoca la teoría política de Cari Schmitt, ahora como confirmación
de su pertinencia. La argumentación se encuentra en el mensaje de
1997 tras defender Fujimori que su gobierno tenía una jefatura civil
y no militar como lo acusaba la oposición:

Todos hemos visto cómo ha cambiado el país en estos últimos


siete años. Por eso la memoría de lo que hemos vivido y sufrido
los peruanos de este tiempo es indispensable para no volver a
errar, no volver a equivocar el camino, para no estar conde­
nados a repetir siempre la historia y regresar al mismo punto.
Hoy, 28 de julio, día de la patria, tenemos la oportunidad de
retomar el camino de la esperanza que permita que el gobierno
que el pueblo elija el año 2000 trabaje en mejores condiciones,
sin obstáculos, sin trabas.
Superamos esa práctica que tanto daño le ha hecho a la de­
mocracia y a la economía peruanas, como es la neutralización
de los poderes del Estado. Pensemos sólo en el éxito del Perú.

27 Esto me hace pensar en una paráfrasis estilística de El otoño del patriarca o de Conver­
sación en la Catedral en que, con su forma más o menos desbordante, sus autores, Gabriel
García Márquez y Mario Vargas Llosa, tratan de emular la proteica forma política que des­
pliegan los dictadores o las dictaduras.

213
Quienes hemos vuelto a gobernar el Perú en 1995, sabemos
que, en lo esencial y sustantivo, tratamos de enrumbar de la
mejor forma el país. No lo hemos hecho todo, ciertamente, y
no somos ajenos, tampoco, al error. Y eso nos lo recordarán
permanentemente nuestros críticos (Fujimori, 1997: párrafos
60-62).

En realidad, más que una argumentación, se trata de una serie de


aseveraciones que identificanel proceso de reconstrucción nacional
y política. Me interesa marcar la conexión entre la labor guberna­
mental durante siete anos de presidencia de Fujimori y el fin de la
"neutralización del Estado". Esta última hace referencia a la falta de
decisión política por parte de las instituciones del Estado, que signifi­
caría la perdida de su función fundamental: gobernar. Esa neutrali­
zación se adjudica a la extensión indebida de la deliberación política,
identificada con los partidos y el parlamentarismo. Fujimori privile­
gia así, la lógica de la decisión frente al debate, reduciendo la crítica
de la oposición a un ejercicio "privado" de la libertad de expresión
sin mayores efectos ideológicos sobre la labor de gobierno, pues
ésta se debe ejercer con un criterio puramente técnico.2*

M odelando los sujetos


El mapa de identidades que dibuja Alberto Fujimori es bastante sen­
cillo y desde el mensaje a la nación de1991, está prácticamente com­
pleto, repitiéndolo, posteriormente, con nuevos contenidos. Este
mapa despliega una lógica, más o menos matizada, de amigos
— presidente y pueblo— c ontra enemigos— partidos políticos, insti­
tuciones corruptas, especuladores, te rro rista s-q ue ya hemos visto
funcionar en los apartados anteriores, oposiciones que se crean en
torno a las diversas acciones de gobierno. Presentaré algunos casos
que muestran cómo sedespliega ese mapa deacuerdo a la estrategia
general de transformar un apoyo popular coyuntural en una institu-
cionalidad autoritaria. Los recursos más usados por Fujimori en esta
estrategia son las identificaciones fácticas de sus formas de actuar y
'"La exposición clásica de la teoría de la neutralización en Cari Schmitt se encuentra en
sus textos: Sobre elparlamentarismo y en "La época de las neutralizaciones y de las despoli­
tizaciones".

214 -
— Sociedadypolítica

hablar con las que se supone tienen los sectores populares en Perú,
algo que hizo especialmente introduciendo expresiones populares
en breves parábolas y en relatos de anécdotas personales.
1. En el mensaje de 1990 convoca a formar el bloque de amigos
en su mapa de identidades. Lo hace apelando a la razón, la fe y el
destino de Perú. En varias ocasiones también da gracias a Dios y
envuelve su envestidura presidencial en la mística del salvador de
la patria. Desde los primeros párrafos insiste en ser "un presidente
como tú" y en vincular su lema "honradez, tecnología y trabajo" con
los valores de "la antigua civilización peruana". Pero es al final del
discurso donde mejor se expresa esta convocatoria casi mística, en
la que se va de la votación electoral a la iluminación de Dios:

Pueblo de Perú
El diez de junio tu voto fue por la esperanza. Este país que per­
día el rumbo; esta sociedad, cansada de la demencia de la de­
magogia y la inoperancia gubernativas, acudió al llamado de
un mensaje de renovación. Apostó nuevamente por democra­
cia y nos toca a los hombres, hoy en el gobierno, ser fieles a
su mandato.
Hoy más que nunca, es necesario elpatriotismo de quienes
estamos al frente del gobierno. El Perú es nuestra partida y
nuestra meta; su engrandecimiento debe ser nuestro sueño;su
ruina, nuestra pesadilla y azote.
Por Dios, en el que creemos la mayoría de los hombres y
mujeres de este país, yo ju ro trabajar por sacarlo del estanca­
miento en que se encuentra y conducirlo por destinos superio­
res. Pero no quiero la soledad del gobernante que puede sen­
tirse Mesías, quiero la compañía poderosa de mi pueblo, su
cercanía, pues sólo ella me recordará que soy unperuano más
que tiene, como único privilegio, su responsabilidad de go­
bernante.
Dios ilumine al pueblo del Perú y me ilumine para empren­
der esta tarea gigantesca, pero hermosa, que hoy se inicia.
Muchas gracias (Fujimori, 1990: párrafos 85-88).

La interpelación al puebloque se concreta en cada ciudadano par­


ticular, en "tu voto", con la que comienza la cita, se repite al final pero

- P 75
ahora concretada en el "me" del presidente. La transposición
retórica está mediada por la apelación al "patriotismo" y a la
"mayoría" cre- yente que une al "tu" del pueblo con el "me" del
presidente que así es también pueblo. Los otros, los de la demencia,
la ruina o los go- bemantes alejados de los ciudadanos, son apenas
referidos por esos escasos rasgos y situados fuera de la comunica­
ción legítima, no ten- drían derecho a la voz.
2. En el mensaje de 1991 esta descalificación de la oposición
política cobra toda su fuerza. Para la fecha del mensaje, la relación
entre el presidente y el congreso no era tan tensa como algunas de­
claraciones del primero harían pensar. De hecho éste había gober­
nado el país con las facultades legislativasdelegadas por el congreso
pese a que a no contar con mayoría en las cámaras (McClintock:
318). Sin embargo, en su segunda comparecencia ante el congreso,
Fujimori sería menos cauto que en la primera:

El 8 d e agosto decidimos hacer lo que hace un gobierno com­


prometido con el pueblo y la historia y no con plazos electo­
rales o aplausos. Decidimos desnudar la economía del ropa­
je de la ilusión, del engaño, del truco, y vivir la realidad.
Las mujeresy hombresdelpueblo no necesitan ser economis­
tas para darse cuenta que el que gasta más de lo que gana termi­
na endeudado y, peor aún, si no paga sus deudas. Por eso, con­
tra ingenuos pronósticos, las grandes mayorías no escucharon
entonces los cantos de sirena de los demagogos de profesión
que ya querían organizar una virulenta oposición callejera.Y
parece que a pesar que esas gargantas en estos últimos días se
han desgañitado más que nunca, no han conseguido, nueva­
mente, alejar al pueblo del trabajo. Y es que las agitadores y los
demagogos han quedado bajo los escombros que dejaron a su
paso (Fujimori, 1991: párrafos 9-10).

Aquí aparece la argumentación clave en los discursos de Fujimori:


a partir de una decisión gubernamental (en negritas) establece/9sin

is El 8 de agosto de 1990, a los pocos días de asumir el mando presidencial,Fujimori pu­


so en marcha el más fuerte plan de estabilizacióneconómica de que se tenga noticia en Amé­
rica Latina, a pesar de que durante la campaña electoral rechazara tal posibilidad. Personal­
mente no creo que gpnara la elección de 1990 por ese rechazo al shock en política económica,

216 -
Sociedady política

escatimar en descalificativos, una oposición que es totalmente anta­


gónica a los valores que caracterizan al pueblo. Fujimori aparece co­
mo el defensor de esos valores frente a quienes los han atracado. En
el clima de enfrentamiento y violencia que vivía Perú en esos años,
los calificativos usados para situar a la oposición a la medida presi­
dencial colocaban a ésta al borde de la legalidad y muy próxima a
Sendero Luminoso.
Igual esquema dedistribución deidentidades y sus valores en tor­
no a una decisión presidencial, tiene la disertación sobre el auto-
golpe del mensaje de 1992 que ya presenté antes. Además, en este
'caso Fujimori nombra a sus oponentes y los coloca en el papel de
antidemocráticos y anticonstitucionales.30
3. En el mensaje de 1993, con Abimael Guzmán capturado y Sen­
dero Luminoso en franca derrota, Fujimori desarrolla otra oposición
fundamental mediante una parábola sobre la historia y sus grandes
protagonistas que recuerda el ancestral enfrentamiento del bien y el
mal. En este guión, sólo hay dos actores principales, los demás o son
el sacrificado pueblo de Perú, o son los mediocres, los ignorantes
y los cómplices del terrorismo por acción u omisión. Tras criticar a
los que decían que no se derrotaría a Sendero Luminoso al tiempo
que no hacían nada por derrotarlo—senderólogos, partidos de opo­
sición, anteriores gobiernos, jueces corruptos, e tc é te r a - Fujimori
desarrolla la siguiente disertación:

Me imagino la gran sonrisa que el llamado 'presidente Gonza­


lo” [Abimael Guzmánl exhibía todas las mañanas al levantarse
y leer losperiódicos y comprobar que vivía en el país de las ma­
ravillas; un país donde las instituciones que debían ser sopor-

más bien creo que fue su capacidad para "ser representado" como el rechazo a la candidatura
de Vargas Llosa,esto es, su capacidad para mantenerse en la ambigüedad y dejar que los de­
más pusieran en él cuantas representaciones quisieran. Esto le permitiósu posterior conver­
sión discursiva hacia el ajuste económico y su recolocaciónentre los grupos políticos del lado
de quienes tenían mayores facultadesejecutivas como las fuerzasarm adasy el capital interna­
cional. Un amplio análisis del plan de ajuste económico extremoque puso en marcha Fujimori
se encuentra en G onzalesde Olarte, 1998.
1,1Este argumento descalificador de la oposición está vivamente desarrollado por uno de
los máximos colaboradores políticos del presidente Fujimori, Carlos Torres y Torres Lara, que
defiende el autogolpe de 1992 como una acción preventiva contra el golpe que la oposición
política pretendía contra el gobierno democráticode Fujimori. En W .M .L a democracia en
cuestión.

217
te de la democracia y el Estado, le alfombraban el camino del
poder al más oscuroy tenebroso totalitarismo. En verdad com­
prendería su sonrisa.
Hoy, en la cárcel más custodiada del Perú, seguramente él
comprenderá también la mía.
La historia está hecha de grandes decisiones Alguna vez,
del lado oscuro de la historia, Abimael Guzmán cruzó el río
para sembrar la destrucción y la muerte en el Perú, como me­
dios para imponer un régimen feroz e inhumano. Me tocó, em­
pujado por las circunstancias y la convicción profunda de ser
en esencia leal a un pueblo que ansia lap a z y elprogreso, cru­
zar también e l río, en dirección contraria. Y no me arre­
piento: cuando hoy veo que el Perú se recupera de sus heridas
y se fortalece, me convenzo que hice bien en asumir mi res­
ponsabilidad de gobernante hasta las últimas consecuencias
(Fujimori, 1993: párrafos 16-18).

De nuevo los dos campos semánticos contrapuestos giran en tor­


no a la gran decisión referida metafóricamente con la imagen de
"cruzar el río". Ésta evoca hechos de la antigua Roma, Julio César
cruzando el Rubicón, que tal vez fueran sólo conocidos para algunos
interlocutores. Pero su significado de ''dar un paso decisivo después
del cual ya no se puede retroceder en el camino emprendido" (Mo-
liner, 1996) está presente en multitud de relatos literarios - e n Los
ríosprofundos de José María Arguedas—, mitológicos —Caronte y
la laguna Estigia— y, los más importantes de todos, bíblicos —Moi­
sés cruzando el Mar Rojo o Jesús bautizado por Juan en El Jordán— .
De hecho, esta imagen es la síntesis de todo ritual en sus tres dimen­
siones de paso, institución y transformación. Fujimori se presenta
como el sujeto capaz de dar el "gran paso" hasta sus "últimas conse­
cuencias" y batirse en un duelo que hace la historia. Ala imagen del
río se une la del caballero designado por el bien para combatir
el mal, con otra larga tradición de referencias entre las que podría
destacar La guerra de las galaxias de George Lucas. Pero, además,
en el momento de relatar esta parábola, Fujimori ya ha regresado de
ese duelo y es momento de festejar, con "risas" de satisfacción y
alivio, su victoria. Quienes no participan de este regocijo, quienes
no le rinden honores, no pueden ser más que los desagradecidos

21 fi —
— Sociedad y política

o los cómplices, ocultos en el lado oscuro de la historia, del terro­


rismo.
4. En muchas ocasiones Alberto Fujimori habla de su propia ima­
gen, de que representa, desplegando situaciones, relatos o argumen­
tos en un lenguaje cotidiano que trata de hacer eco de alguna forma
de hablar popular o algún hipotético diálogo que él simula con gran
ingenio. Así, unas veces aparece como presidente empresario, otras
como presidente ama de casa, presidente turista en su propio país,
presidente de la selva, de la sierra o del arenal, presidente emigrante,
etcétera; siempre uno que refuta con sus gestos y su habla la imagen
tradicional delo que fue el presidente institucional en Perú. Un ejem­
plo de esto son los siguientes párrafos del mensaje de su segunda
investidura en 1995:

Ser presidente de esta gente heroica no es fácil, si uno pien­


sa que hay que gobernar con el ejemplo. Por esa razón, antes
que en mi despacho versallesco del Palacio de gobierno, tra­
bajo en el arenal de los asentamientos hum anos o en una al­
dea selvática o en el villorrio andino. De allí, cada vez que voy
de visita, la propia población que quiere un presidente como
ellos, m e pone chullo y un poncho. A algunos les parece
huachafo, ¡un chino con poncho! Pero ése es mi estilo.
El nuevo nacionalismo del Perú es el nacionalismo de la paz
reconquistada, de la integración y la oportunidad para todos y
el reconocimiento de uno de los ejes de la nacionalidad, por
siempre olvidado: lo andino. Es decir, el nacionalismo de la no
i
exclusión.
1
[...] Queremos ser modernos sin sacrificar lo nuestro, uni­
versales y autóctonos a la vez. Esa es la modernidad y la ver­
dadera democracia a la que todos los peruanos aspiramos (Fu­
jimori, 1995: párrafos 12,14 y 18).

La diferencia entre un presidente de palacio y uno de la calle no


es una cuestión funcional, deóntica, o de localización topológica,
sino que se trata de una distinción ontológica, del ser y su presencia 1
iconográfica. Fujimori se ofrece como instancia de representación, I
como ídolo intercambiable al que se le ponen y suman las marcas I
—chullo, poncho — de cada comunidad que lo adopta. Es la pobla- i

279
!
ción la que actúa, la que habla, Fujimori se transforma en el medio
y la metáfora de esa comunicación comunal, como el chamán o el
brujo que permiten la catálisis de la comunidad al ser el vínculo con
el más allá de su orden, con lo moderno, con la globalización,
con el poder del Estado, etcétera. Más allá de lo preparada que pue­
da estar una visita de Alberto Fujimori a un pueblo joven de Lima
o una aldea campesina en la Puna, la retransmisiónde esa ceremonia
lo muestra como un gran catalizador de imágenes y referentes más
que como un vehemente emisor de ellas, tal como pretendió Alan
García o Velasco. No crea nuevos referentes, sino que los fusiona
en un nuevo orden, “¡un chino con poncho!", redistribuyendo la
atención y las identidades mediante el nuevo código.
5. A ese nuevo orden de atenciones, identidades y códigos, lleva
Fujimori la polémica con su oposición política. Veamos un ejemplo
paradigmático:

Un economista graduado en Chicago o Londres, al igual que un


microempresaño de Vida H Salvador, sabe que si en 1990 en
vez de sanear la economía nos hubiéramos puesto a jugar con
las cifras hoy, con las dificultades que reconocemos, no
estaríamos donde estamos. Estaríamos en el fondo del hoyo.
Y bien, dirá alguien: okey, señor gobierno, ya salimos del
hoyo y estamos excelentemente en macroeconomía, pero mire
cómo están los bolsillos de los trabajadores, de los maestros,
de los policías, de muchos peruanos. Y fíjese usted en lo peor:
el desempleo. Flay mucha gente "pateando latas".
No voy a decirle al pueblo que eso es falso o exagerado.
Pero cuando hay que resolver problemas reales, como los del
bolsillo, el gobernante tiene que hablarle al pueblo con la ma-
yorfranqueza y claridad. Explicarle a la gente las cosas tal co­
mo son porque, la verdad sea dicha, en coyunturas como ésta
sobran los vendedores de ilusiones, aquellos que le dicen al
ciudadano común y corriente: "lo que tiene que hacer el go­
bierno es dejar de pagar la deuda externa y aumentarle a los
trabajadores", o, perdonen la expresión: "para qué guarda
'el chino' tanta plata en las bóvedas del Banco Central de Re­
serva''.

220
Sociedad y política

Es totalmente demagógico lanzar este tipo de conceptos.


Sin embargo, yo no he venido aquí a em plazar a nadie,
sino a decirle al pueblo por qué razón estos conceptos, tan
atractivos como no pagarle al Fondo o sacar plata de la bóveda
del Banco Central de Reserva, carecen del mínimo sustento
económicoy técnico (Fujimori, 1998: párrafos 6-10).

Fujimori simula un debate en una situación en que no se puede


dar; pasa por todas las personas del habla para marcar todas las
identidades sociales.31 Con este acto de disertación Fujimori trata
y pienso que en buena medida lo consigue, pero esto me llevaría
a un estudio de la recepción del discurso — de modificar el orden
del habla modificando el discurso32 que de ésta pudieran tener los
interlocutores: establece un sistema de atención protagonizado por
sus acciones, sus actos ilocucionarios, como reconocer, decir, em­
plazar, que crean las condiciones del ''razonamiento" posterior. Este
razonamiento versa sobre la política económica del gobierno desde
1990y está desarrollado mediante el "conocido ejemplo de la vaca",
la gorda que se puede comer una vez como carne o alimentar para
tener siempre leche, y la flaca que no dará ni carne ni leche si no
se espera a que engorde mediante alimentación. De ese ejemplo
Fujimori pasa a la exposición de algunos casos de la política econó­
mica sobre jubilaciones y privatizaciones. El uso del ejemplo de las
vacas, más que por los motivos pedagógicos que pretende Fujimori,
remite a una estrategia que cierra el debate en torno al discurso del
presidente (Fujimori, 1998: párrafos 11 y 15).

Durante el mensaje a la nación de 1999, un presidente de la república responde por


primera vez a una interpelación directa de un miembro de la oposición y lo hace sin referirse
a su propio mensaje o a las cuestionesque se le hacían, sino trayendo a colación otra situación
de habla en que ese miembro de la oposición. Rolando Breña Pantoja, habría sido amonestado
por Fidel Castro por no apoyar a Fujimori. Véase, además del propio mensaje. El Comercio,
1999. ' . . . . .
Un acto de disertación, según Fernando Castaños, es una modificación en el conocimien­
to de los hablantes sobre la situación de habla, pero en tanto no hay otra forma de verificar
esa modificación en el conocimiento que mediante la comprobación de.una modificación en
el discurso, se podría llevar el asunto a la verificación del orden del discurso. Como hipótesis
para otros trabajos, me gustaría avanzar aquí que es justamente la vía del discurso al conoci­
miento la que se sigue en un acto de habla y las transformaciones en el discurso el único
espacio de la verificación de las modificaciones en el conocimiento. Las prácticas no discur­
sivas vinculadas a estas modificaciones no pasarían de ser pruebas de sus efectos más allá del
conocimiento. Para una discusión sobre los actos de disertación, véase Castaños, 1984.

221
Como escribía Albert O. Hirschman en su libro Retóricas de la in­
transigencia (19941, aquí mi meta era "delinear los tipos formales de
argumentoo de retórica, y poner así el acento enlas principales pos­
turas y maniobras polémicas que probablemente adoptarán los que
se proponen desbancar y derrocar las políticas y los movimientos de
ideas 'progresistas'" (16-17).
Muy próxima a una de las formas retóricas que Hirschman iden­
tifica y critica —la de la futilidad del cambio porque la sociedad está
sujeta a leyes resistentes a la intervención humana— , la idea de que
el secreto es el guión fundamental de las relaciones políticas podría
seducirnos demasiado a la hora de analizar los procesos políticos
actuales en Perú. Pero no es necesario tener un video grabado por
el Servicio de Inteligencia Nacional para mostrar las estrategias "po­
co amistosascon la democracia" —para seguir citando a Hirschman—
que Alberto Fujirnon ha seguido a lo largo de su gobierno. En los tex­
tos más publicitados de su presidencia, los mensajes a la nación por
el día de fiestas patrias, quedan registradas esas estrategias política
por las que el vínculo de legitimación que debe haber entre la de­
liberación pública y la decisión gubernamental (aún más pública),
es sometido a las lógicas del ocultamiento y del poder autoritario.
Fujimori pervirtió el uso de la deliberación para desmontar la fisca­
lización del poder que disponía la Constitución de 1979, con la que
fue elegido presidente, con lo que sus decisiones no tendría otro
principio de ''legitimidad" que la eficacia y el éxito de su fuerza. Con
la nueva Constitución de 1993 que se hizo para consolidar su poder
anticonstitucional, refrendado luego por las elecciones de 1995, Fu­
jimori pudo romper definitivamente con la lógica de la deliberación
y la publicidad para conducir su gobierno desde el chantaje, la co­
rrupción y la impunidad.
Volviendo a los párrafos del mensaje a la nación de 2000 citados
al comienzo, vemos la reiteración de las principales formulas discur­
sivas de Alberto Fujimori:la recalificación de la ceremonia de fiestas
patrias como celebración de su audacia más que como homenaje a
la Independencia o ejercicio constitucional de informar al congreso
de la labor de gobierno; la insistencia en la necesidad de tomar deci­
siones por encima de la deliberación y el derecho, apelando a la

222 -
. . . — Sociedad y política

legitimación social y el valor del conocimiento técnico; y por último,


el dibujo de una topografía dual de sujetos a uno y otro lado del río
de las decisiones.
Fujimori no tiene el copyright de estas estrategias discursivas, pe­
ro sí ha logrado un magnífico uso de las mismas y nos da una buena
muestra de su funcionamiento. Son rituales, argumentaciones y sub-
jetivacionesque ponen en riesgo la democracia aunqueésta necesita
algo más que una serie de mensajes presidenciales para caer. Espero
con este artículo contribuir a la crítica deesas formas discursivas que
sobrepasan, con mucho, el incierto uso que de ellas ha hecho Alber­
to Fujimori.

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