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ECUADO R

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Francisco Rhon Dávila
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EDITOR
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ECUADOR DEBATE
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ECUADOR

üuito - Ecuador, abril de 1997

EDITORIAL

COYUNTURA
Nacional: Crisis política y retorno al gradualísimo / 5 -2 0
Marco Romero
Política: La caída de Bucaram y el incierto camino de la reforma
política / 21 - 33
Hernán Ibarra
Conflictividad Social Noviembre de 1996 a Febrero de 1997 / 35 - 44
internacional: Crecimiento económico y riesgos de marginalización en tiempos
de globalización / 45 -5 7
Wilma Salgado
Equipo Coyuntura “CAAP"

TEMA CENTRAL
Gobalización o nueva división internacional del trabajo / 59 - 71
Jürgen Schuldt
Un recuento de sus mitos: La globalización, el gran invento de nuestro
tiempo / 7 2 -9 4
Alberto A costa
El proceso de globalización económica / 95 - 99
Ana Lucía Armijos
Globalización y la nueva retórica del desarrollo. Introducción al análisis
de un régimen internacional /100 -122
César Montúfar
Etnicidad y globalización: La otra historia del movimiento de indígenas
migrantes en la frontera México-Estados Unidos /123 -142
Carmen Martínez-Novo

ENTREVISTA
¿Qué le está pasando al Estado? /143 -151
Entrevista hecha por Ruddy Santana a
Eric Hobsbawm
PUBLICACIONES RECIBIDAS / 153 - 156

DEBATE AGRARIO
Bioprospección en el Ecuador: Los casos de la Ayahuasca y el Convenio
ESPOCH - Universidad de Illinois /157 -167
María Sol Bejarano
Causas estructurales de la deforestación en la amazonia
ecuatoriana /168 -185
Lucía Burgos

ANALISIS
Los enfoques de género: Entre la gettoización y la ruptura
epistemológica /187 - 209
Gioconda Herrera
Género y medio ambiente /210 - 222
Antonio Romero
Regionalización y descentralización post Bucaram / 223 - 228
Fernando Carrión M.

CRITICA BIBLIOGRAFICA
Identidades indias en el Ecuador contemporáneo / 229 - 231
Coordinador: José Almeida Vinueza
Comentarios de José Juncosa
Análisis
Los enfoques de género: entre la gettoización
y la ruptura epistemológica
Gioconda Herrera (*)

Se puede decir que los significados en disputa sobre el concepto de género giran
en tomo a la definición de cuál es el sujeto que se busca interpelar: la Mujer, las
mujeres, las mujeres y los hombres, o ningún sujeto unificado en especial. La
trayectoria del concepto revela tres formas de constitución de un sujeto: el género
como sujeto unificado, como sujeto construido y como sujeto de-construido

“It is not just that God is dead; so is the Goddess”


Donna Haraway *1

ste trabajo presenta una revi­ género como objeto de conocimiento

E sión de la trayectoria de los


enfoques de género en la li­
teratura anglosajona en los últimos trein­
ta años. En una primera parte, se
y como sujeto de políticas públicas.
Este asunto es analizado en la segun­
da parte, tomando como ejemplos el
campo de la historiografía y el dis­
reseña el paso de una búsqueda del curso del desarrollo. Este trabajo bus­
origen de la subordinación femenina, ca resaltar los varios significados polí­
pregunta que ocupó a las feministas en ticos y epistemológicos en disputa
los 70', hacia el estudio de las formas sobre las relaciones de género en los
de dominación. Es decir, se examina el noventa como un primer paso para
proceso en el que el pensamiento femi­ dilucidar los alcances, limitaciones y
nista dejó de preguntarse el por qué y potencialidades de este concepto en
concentró sus esfuerzos en desentrañar el análisis de nuestras sociedades.
el cómo. Este giro ha influido profunda­ Tomado de la gramática, el término
mente en la utilización del concepto de género empezó a ser utilizado por las

(*) Sociologa. PHD (c). Columbia University. Profesora de la PUCE.


1. “No sólo Dios ha muerto, también la Diosa” en “A Manifesto for Cyborgs” en L.Nichoison
(ed.) Peminism/Postmodemism, Routledge, Nueva York, 1990.
188 Ecuador Debate

ciencias sociales en los países anglo­ la pobreza, si quiere ser efectivo,


sajones, bajo la influencia del movi­ debe necesariamente tomar en cuenta
miento feminista de los 60’s y 70's, para las diferentes posiciones estructurales
denotar la construcción social y cultu­ que ocupan hombres y mujeres en de­
ral de las diferencias sexuales. Se terminada organización social y de ello
buscaba con ello marcar una clara dis­ se ocupan actualmente un sin número
tinción respecto a las explicaciones de organizaciones intergubernamenta­
biológicas de las diferencias sexuales. les, gubernamentales y no guberna­
En ese sentido, en contraposición al mentales en todo el mundo en desa­
sexo, el género permitía entender a las rrollo.
diferencias y asimetrías sexuales como En gran medida se ha privilegiado
históricamente construidas y por lo tan­ el carácter normativo, que supone
to, susceptibles de cambio. todo diseño de políticas, por sobre un
Treinta años después, la palabra ejercicio de interpretación de las espe­
“género’’ ya no ocupa únicamente el cíficas jerarquías sexuales en juego en
discurso académico de los países cen­ una sociedad determinada. Con ello,
trales o el lenguaje político de grupos el carácter histórico y cultural de las
feministas, sino que ha penetrado el dis­ diferencias sexuales aparece subsumi­
curso del desarrollo, del control pobla- do en enunciados generales, pierde
cional, de la ecología y en general el especificidad y por tanto, se aleja de
conjunto de políticas diseñadas por las su inicial impulso crítico. Esta ten­
agencias internacionales de asistencia dencia a la omisión del ejercicio inter­
al desarrollo en la periferie. Mas aún, pretativo por el "deber ser” ha colocado
ésta es la principal vía a través de la al término “género” en un rol de varia­
cual nos han llegado las discusiones ble descriptiva, en el mejor de los ca­
acerca de las relaciones de género, sos, más que de categoría analítica.
dejando de lado muchas de las reflexio­ En consecuencia, la pregunta funda­
nes epistemológicas que la teoría femi­ mental ha dejado de ser qué nos
nista ha levantado en los últimos trein­ informan determinadas configuracio­
ta años nes de género sobre la sociedad en
En términos generales, dos proce­ que vivimos y se circunscribe a inda­
sos caractenzan la recepción de las gar cuál es la situación, la mayoría de
problemáticas de género en el ámbito la veces, de las mujeres en un
del discurso del desarrollo. Por un particular entorno, actividad económi­
lado, asistimos a una recepción des­ ca, coyuntura histórica, e tc ..
politizada del término, mediatizada por Por otro lado, esta visión instru­
la burocracia estatal y las agencias de mental contrasta con la diversidad de
desarrollo, en que la dimensión de gé­ actores que interpela el concepto de
nero asume un carácter instrumental, género Una de las consecuencias
pedagógico y presenptivo, más que más importantes de la internacionaliza
analítico Ei género se convierte en un ción del debate sobre las desigualda­
factor a sumar en la estrategia gene­ des de género ha sido el develar la he­
ra! de desarrollo Es hoy un lugar co­ terogeneidad de configuraciones de
mún el sostener que eí combate contra género y la multiplicidad de interpre
Análisis 189

taciones y discursos normativos que ello lo que para la Iglesia Católica


se han ido forjando alrededor de! tér­ constituye el papel fundamental de las
mino.2 Esto ha reactivado el debate mujeres; su rol de madres.4 Por otro
alrededor del significado mismo de la lado, las agrupaciones de lesbianas re­
palabra género, de su validez para clamaban la inclusión del sexo y la
conceptual izar las diferencias sexuales sexualidad en los debates, no como ex­
y de las consecuencias normativas presión de diferencias biológicas sino
que conlleva su utilización en determi­ todo lo contrario; se trataba de supe­
nadas políticas rar la dicotomía género/sexo y con­
La acalorada discusión acerca de cebir a la orientación y las prácticas
la inclusión de la palabra género en sexuales como tan cultura! y social­
los documentos preparatorios para la mente construidas como el género. En
Conferencia Mundial de las Mujeres definitiva, mientras ciertos sectores,
en Beijin, fue una expresión de las nostálgicos de definiciones universales,
tensiones políticas que todavía genera buscaban una “rebiologización" de las
la sola utilización del término. El de­ diferencias sexuales, otros en cambio
bate suscitado revivió la pertinencia de estaban planteando el reconocimiento
la dicotomía sexo-género, que en cír­ no sólo de la particularidad de su expe­
culos académicos parecía ya total­ riencia social, sino de los límites del
mente legitimada, y paradójicamente, concepto género en tanto portador de
dos posturas políticas radicalmente un conocimiento universalista y ahis-
contrapuestas abogaron por la utiliza­ tórico de las asimetrías sexuales. (But­
ción de la palabra “sexo" para denotar ler, 1990), Estas dos posturas polariza­
las diferencias entre hombres y muje­ das expresan la necesidad de recono­
res 3 Para los delegados del Vaticano, cer el carácter parcial, contextual e his­
apoyados por numerosos grupos fun- tóricamente especifico del término, in­
damentalistas y varios gobiernos lati­ troduciendo con ello el dilema entre
noamericanos, el usar sexo y no géne­ universalismo y particularismo, dilema
ro significaba conservar el carácter que la teoría feminista enfrentó desde
"natural" (biológico) de las diferencias sus inicios (Nicholson, 1986) y que a
sexuales que la palabra género ame­ retomado importancia con la interna­
nazaba con borrar, desvirtuando con cionalización del discurso de género

2 En las 4 cumbres mundiales auspiciadas por Naciones Unidas en lo que va de la


década (Rio de Janeiro 90, Cairo 93, Coppenhagen 95, Beijin 95), la dimensión de género se
ha constituido en un elemento central de discusión en temas de medio ambiente, población y
políticas sociales Estos eventos y los seguimientos de las resoluciones acordadas por parte
de diversas agrupaciones de la sociedad civil han contribuido a una progresiva difusión de las
problemáticas de género en los paises receptores de asistencia internacional
3 Estas ideas fueron discutidas por Judith Butler, en la Conferencia "Politics of Contin­
gency, Politics of Conviction", New School for Social Research, 27 de abril de 1996, Nueva
York
4. Para un análisis de la influencia de la posición del Vaticano en los gobiernos latinoame­
ricanos post Beijin ver Jean Franco "The Qender Wars", NACLA, Vol XXIX, No 4, Jan/Feb
1996
190 Ecuador Debate

En definitiva, treinta años después por presentar una visión masculinista


de su enunciación, están todavía en de lo femenino, en la que, por ejemplo,
disputa varios significados políticos y el cuerpo de la mujer y sus funcio­
epistemológicos para las relaciones nes reproductivas son denigradas
de género, como objetos de conoci­ (Benhabib, 1992), la teoría feminista
miento y como sujetos de políticas setentista retomó este marco dicotò­
públicas. De ello se desprende la nece­ mico como principal referente para la
sidad de reflexionar sobre la trayecto­ formulación de sus conceptos y la deli­
ria del concepto de género dentro de mitación de sus áreas de investiga­
las ciencias sociales, como un ejercicio ción. Se trataba de reflexionar sobre
interpretativo que permita evaluar sus esa Otredad y los espacios que ocu­
potencialidades para delinear nuevos paba. A partir de allí, se multiplican los
instrumentos analíticos. A continuación trabajos centrados en analizar la es­
presento una revisión de las teorías fera doméstica, la relación madre-hi-
orientadas a explicar el origen de las jos/as y en general el espacio repro­
asimetrías sexuales (1) y las princi­ ductivo como representativo de esa
pales criticas que estos modelos han otredad femenina que debía ser re­
sucitado, principalmente desde el post­ conocida como social y no natural y,
modernismo (2). En una segunda par­ por lo tanto ser reinterpretada como
te se presenta la evolución de estas un conjunto de experiencias histórica­
diversas tendencias teóricas en dos mente significativas. En ese sentido,
campos específicos, la historia (3) y el las principales preocupaciones teóri­
discurso del desarrollo (4). cas de las feministas en los setenta
fueron, por un lado, buscar los oríge­
Interpretaciones universalistas de nes y las causas de la desvaloriza­
las desigualdades sexuales ción de los roles sociales asignados a
las mujeres, y la consecuente asime­
En parte debido a la influencia del tría en las relaciones de género, y
trabajo de Simone de Beauvoir, el análi­ por otro, una reconceptualización de
sis de las desigualdades de género en la subjetividad femenina a partir de
la academia norteamericana hasta me­ las experiencia de las mujeres y no
diados de los años 80 tomaron como de una condición de negación.
base epistemológica el principio de al- Estos objetivos se enfrentaban al
teridad. Para De Beauvoir, la identidad dilema interpretativo de la enorme va­
femenina había sido históricamente re­ riedad de roles y prácticas asigna­
ducida al estado de “Otredad”, forján­ das a hombres y mujeres en diferentes
dose como negación de la identidad culturas y en distintos tiempos históri­
dominante, representada por lo mas­ cos y, por ende, a la relevancia o no
culino. Este principio dicotòmico fue la de las experiencias particulares de
base de contraposiciones tales como estos-as en la definición de determina­
historia y naturaleza, conciencia y das configuraciones de género. Tanto
cuerpo, voluntad y facticidad en la defi­ la antropología como la historia so­
nición de lo masculino y lo femenino. cial, más proclives al estudio de la
Si bien De Beauvoir fue muy criticada familia, la vida cotidiana y los aspectos
Análisis 191

reproductivos antes de que se gene­ menores ha producido la separación


ralice una lectura desde el género en entre una esfera de actividad domés­
otras disciplinas, venían documentan­ tica y otra pública” (Rosaldo, 1974:23).
do desde hace algunos años la enor­ Lo doméstico es definido como las
me diversidad de configuraciones de gé­ instituciones y actividades organiza­
nero existentes (Rosaldo, 1974). Para­ das alrededor de mujeres y niños, lo
lelamente, evidencia antropológica público viene a ser el conjunto de acti­
también atestiguaba sobre la tendencia vidades e instituciones que relacionan,
aparentemente universal de desvalo­ organizan y subsumen a grupos de
ración cultural de los roles y prácticas mujeres y niños. En otras palabras,
asignados a las mujeres (Ortner, para Rosaldo, las mujeres ejercen
1974). En ese sentido, el primer dile­ principalmente actividades domésticas
ma político y teórico de las feministas debido esencialmente a su rol de ma­
fue la necesidad de reconciliar la evi­ dres. La oposición entre lo público-y lo
dencia sobre la diversidad histórica privado se constituyó en el marco es­
de roles sexuales con la aparente sub­ tructural fundamental para analizar
ordinación universal de las mujeres. roles sexuales asimétricos. Siendo
En definitiva, en palabras de Gayle ésta considerada un rasgo universal,
Rubin, se trataba de encontrar una las variaciones de cultura a cultura indi­
teoría que dé cuenta de la opresión de caban meras distinciones graduales.
las mujeres en su "infinita variedad y La dicotomía entre público y domésti­
monótonasimilitud”.5 co se convirtió en el punto de partida
En esta linea se sitúa el aporte de numerosos análisis de la subordi­
de la antropóioga estmcturalista M¡- nación de las mujeres dentro y fuera
chelle Z. Rosaldo. Partiendo de la dife­ de la antropología. Ortner comple­
renciación Weberiana entre poder y menta la oposición público/doméstico
autoridad, Rosaldo planteaba que si con la contraposición entre naturaleza
bien en muchas sociedades las mu­ y cultura para explicar la valoración
jeres gozaban de ciertos espacios de cultural inferior de las mujeres. Para
poder e influencia, este poder no era Ortner, nociones culturales de lo feme­
culturalmente legitimado sino más bien nino gravitan alrededor de característi­
concebido como manipulador, informal cas naturales o biológicas como la
o disruptivo. Para Rosaldo, esta situa­ fertilidad, la maternidad, el sexo y esto
ción era producto de un "hecho cuasi las coloca en una posición de infe­
universal de la experiencia humana. rioridad frente a lo masculino, concebi­
El hecho de que en la mayoría de so­ do como representante de lo cultural.
ciedades tradicionales gran parte de la Más aún, roles culturales comúnmente
vida adulta de las mujeres se centre atribuidos a las mujeres, como la co-
en la maternidad y el cuidado de los ción de alimentos o la socialización de

5. Citado en Linda Nicholson, Gender and History, Columbia University Press, Nueva
York, 1986.
192 Ecuador Debate

menores, son consideradas conversio­ explicar ia reproducción de las prácti­


nes culturales de segunda categoría cas maternas en las mujeres y más
(Ortner, 1974) bien sitúa el análisis en el terreno de la
Este enfoque estructuralista tam­ identidad y el desarrollo de una de-
bién serviría de base para análisis terminadasubjetividad.6
sobre la formación de identidades y La lectura que hace Chodorow de
personalidades femeninas y masculi­ la formación de la identidad femenina
nas, Partiendo del psicoanálisis y de 3a constituirla el punto de partida para
teoría de relaciones objétales, Chodo- rescatar lo que se denominó “la expe­
row (1978) sostiene que las niñas for­ riencia femenina", preocupación funda­
man su identidad femenina en un pro­ mental del feminismo setentista, ejem­
cesos interactivo de continuidad con plificada por el trabajo de la sicóioga
la madre, proceso concebido como Carol Gilligan, In a Different Voice A
cuasi "natural". Los niños, en cambio partir de una critica a la teoría
deben romper con el ámbito familiar evolutiva de desarrollo moral de Lau­
para “adquirir” su identidad masculina. rence Kolhberg, Gilligan sugiere un
La particular división sexual del tra­ modelo alternativo de la formación del
bajo al interior de la familia en el mun­ juicio moral que corrija la exclusión de
do moderno, expone a las mujeres y las experiencias femeninas de mode­
niñas a relaciones interpersonales y los anteriores. Gilligan presenta dos
afectivas en mayor medida que a los formas distintas de pensar las relacio­
hombres y esto deriva en un desa­ nes interpersonales y asocia estos
rrollo de la personalidad distinto en dos modos con voces femeninas y
hombres y mujeres Estas últimas de­ masculinas. Para Gilligan, en ías teorías
sarrollan una personalidad con orien­ tradicionales de desarrollo moral como
tación hacia necesidades relaciónales las de Kolhberg, las mujeres demues­
mientras los varones desarrollan una tran un menor sentido de justicia por­
personalidad que privilegia procesos que sus juicios están más influencia­
de diferenciación y ruptura. En otras dos por sentimientos de afecto y
palabras, para Chodorow, la identidad hostilidad siendo esta orientación
masculina se define a través de la se­ "afectiva” evaluada como negativa.
paración mientras que la femenina se Gilligan propone reinterpretar esta
plasma en continuidad con la madre. orientación hacia lo relacional y lo
El aporte de Chodorow consistió interdependiente como una forma más
en demostrar que tanto las explicacio­ contextual de alcanzar jucios morales
nes biológicas (acerca de los instintos en la que el Yo no es un individuo
por ejemplo) como las teorías de so­ autónomo sino que está inmerso en
cialización resultaban insuficientes para una red de relaciones. Se trata de una

6. El trabajo de Chodorow (The Reproduction of Mothering, University of California


Press, 1978, Berkeley) relativiza, entre otras cosas, ia importancia del entorno en la definición
de roles masculinos y femeninos. Por ejemplo, el socializar a un niño con muñecas y a una
niña con camiones son elementos totalmente secundarios en la definición de las identidades
de género.
Análisis 193

concepción de la moralidad centrada numerosos estudios orientados a re­


en la responsabilidad y las relaciones construir a la mujer como sujeto activo
tan válida como aquella basada en de la historia -una historia “de muje­
derechos y reglas. Para Gilligan, el res"-, a “visibilizar" su papel en la pro­
problema de lo moral surge de respon- ducción y "corregir" las estadísticas
sabilidaes conflictivas más que por económicas para dar cuenta de su
competencia de derechos y por ello verdadero papel en la economía, a
requiere de un marco de resolución rescatar su función en la reproduc­
contextual y no solamente formal y ción para “develar” el carácter social y
abstracto (Gilligan, 1981).7 no natural o ahistórico de su participa­
El trabajo de Gilligan fue paradig­ ción en la familia y otras instituciones
mático en lanzar una linea de estudios sociales. En definitiva, se buscaba dar
orientados a “rescatar", "corregir'1 “vol­ cuerpo a esa “Otredad" femenina que
ver visible" lo que unitariamente se se pensaba había estado oculta, si­
concebía como “la experiencia femeni­ lenciada, invisible. Partiendo de la pre­
na. " Esta tendencia hacia la creación misa de la existencia de una subjetivi­
de un campo especifico de conoci­ dad femenina, de una diferencia esen­
miento y acción hacia “la mujer", con­ cial, recién descubierta, coherente,
cebida como un todo homogéneo, se unitaria y universal, los enfoques de
reflejó tanto en la forma cómo se insti­ género debían trabajar para que esta
tucionalizaron los estudios de la mu­ experiencia femenina logre penetrar
jer en la academia (ésta es la época los ámbitos masculinistas del conoci­
en que se multiplican los diplomas de miento. Paradójicamente, la forma cómo
estudios sobre “la Mujer" en la acade­ se institucionalizó este conocimiento y
mia norteamericana) como en las te­ el tipo de estudios que se llevaron a
máticas que se priorizaron en ¡a inves­ cabo (y fueron promovidos), produjeron
tigación. Desde distintas disciplinas de una dinámica que en lugar de "visibili­
las ciencias sociales se produjeron zar’1más bien fue progresivamente ais-

7. El trabajo de Gilligan ha recibido numerosas críticas en diferentes direcciones Se le


acusa de rescatar la “voz de la sumisión"en lugar de buscar su transformación (MacKinnon,
1985), su análisis ha sido considerado etnocéntrico pues lo que Gilligan identifica como voces
femeninas podría también ser pensado en términos de diferencias culturales y sociales (Stac­
ks, 1994) , por último también se considera que a pesar de que una de las intenciones de
Gilligan es provocar una ruptura epistemólogica que corrija una desviación masculinista dentro
de la sicología, lo que en realidad ofrece su teoría es remplazar una voz excluyante por dos
voces igualmente excluyentes, es decir no logra salirse de la dicotomía hombre-mujer (Ni­
cholson, 1986, Scott, 1990).
194 Ecuador Debate

lando y hasta gettoizando a los estu­ cock, las jerarquías de género y las
dios de género.8 desigualdades de clase tienen un ori­
Una segunda versión del origen gen común. El desarrollo de las fuer­
de la subordinación femenina, menos zas productivas, la especialización eco­
esenci alista pues le otorga un carácter nómica y el crecimiento del intercam­
histórico, pero que todavía mantiene bio determinaron el surgimiento de la
pretensiones universales, fue la desa­ familia nuclear, como la institución so­
rrollada a partir del marxismo y más cial fundamental de mantenimiento y
concretamente a partir de Engels. En transmisión de la propiedad privada.
El Origen de la familia, la propiedad Esto a su vez convirtió a las activida­
privada y el Estado, Engels ofrece un des de las mujeres en servicio privado
marco explicativo evolucionista de la para los hombres. Para Sacks
articulación entre formas familiares y (1974,1982), que estudia las socieda­
el surgimiento de la desgualdad eco­ des africanas, el estatus de las muje­
nómica y política. Para éste, la organi­ res se deterioró a medida que el de­
zación comunal ofreció a las mujeres sarrollo económico y político de estas
su experiencia más democrática. El sociedades se volvió más complejo. El
surgimiento de la propiedad privada im­ Estado erosionó el estatus de las
plicó la adopción de un modelo familiar mujeres al desmantelar las funciones
particular, la familia monogámica y esto económicas y políticas de los grupos
significó la expulsión de las mujeres del de parentesco.9 En definitiva, a diferen­
ámbito productivo, su progresivo confi­ cia de las estructuralistas, la división
namiento a lo doméstico y su subordi­ entre lo público y lo doméstico para es­
nación Seguidoras de esta tesis, tas autoras, era producto de la evolu­
como Leacock (1972,1978,1983) asu­ ción de sociedades sin Estado hacia so­
men una correspondencia entre la for­ ciedades centradas en el Estado.
mación del Estado y la degradación del Estos dos enfoques explicativos so­
estatus de las mujeres. Para Lea­ bre el origen de relaciones de género

8. De acuerdo a Joan Scott, cuyos planteamientos exponemos en la segunda parte de


esta artículo, el progresivo aislamiento de los estudios de género se debe fundamentalmente
a un uso descriptivo más que analítico de la categoría de género. En el campo de la historia,
la enorme cantidad de trabajos sobre mujeres contrasta con el lugar marginal que todavía se
les asigna dentro de la disiplina. Esto, para Scott, se debe principalmente al hecho de que las
perspectivas de género no han cuestionado los conceptos centrales de la disciplina. No ha
sido suficiente el demostrar que las mujeres sí tienen historia o que han participado activa­
mente en los eventos más importantes de la historia occidental. La reacción de la mayoría de
historiadores ha sido un reconocimiento acompañado de aislamiento de estos trabajos (deje­
mos que las mujeres hagan historia de la familia y del sexo y nosotros sigamos haciendo
historia económica y política) o de frontal desinterés (mi comprensión de la Revolución france­
sa no cambia con saber que las mujeres participaron en ella). (Scott, 1990, 30).
9 Para una revisión y una crítica a los trabajos influenciados por las tesis de Engels ver
Irene Silverblatt “Interpreting Women in States. New Feminists Ethnohistories” en Di Leonardo
(Ed ) Gender at the Crossroads of Knowiedge, University of California Press, Berkeley,
1991
Análisis 195

asimétricas implicaron el desarrollo de A pesar de estas divergencias, de


diferentes polos de investigación y de acuerdo a Nicholson (1995) y Scott
distintas propuestas políticas. Como (1991) estas dos orientaciones teóri­
expuesto anteriormente, para las se­ cas compartían un marco interpretati­
guidoras de una visión estructural de vo común, producto de su búsqueda
las desigualdades de género, el eje de por construir posiciones de género bi­
las desigualdades de género radicaba narias con pretensiones universales.
en la división sexual del trabajo y el lo­ Para las dos escuelas averiguar el
cus de análisis fue el ámbito de la re­ origen de la subordinación femenina
producción. En ese sentido, una trans­ constituía la tarea fundamental de la
formación de las relaciones de género teoría feminista y para ello, parten de
debía darse a partir de una modifica­ la dicotomía entre lo público y lo pri­
ción de la división sexual del trabajo. vado basada en una división sexual
La participación igualitaria de hombres del trabajo que se origina en las funcio­
y mujeres en los aspectos reproducti­ nes reproductivas de las mujeres
vos de la familia (socialización y cuida­ (fertilidad, maternidad, lactancia). A
do de los menores) se presentaba como pesar de que las feministas de los se­
una necesidad ineludible si se quería tenta buscaban levantar sus teorías en
remediar la situación de subordinación contra de explicaciones biologistas, en
de las mujeres y la devaluación de las última instancia, su análisis de las dife­
identidades femeninas. 101Los trabajos rencias sexuales tiene fundamentos
de las marxistas se centraron más biológicos. Esto es lo que Nicholson ha
bien en la articulación socioéconómica denominado fundacionalismo biológico,
entre aspectos productivos y repro­ advirtiendo su presencia en los enfo­
ductivos y la relación del trabajo fe­ ques de género de todas las disciplinas
menino con los recursos productivos. de las ciencias sociales 11
De allí se pensó que el eje para modifi­
car la organización social desigual de El rompimiento con el Universalis­
las relaciones de género radicaba en mo
el reconocimiento del papel productivo
de las mujeres en algunos casos, o A finales de los ochenta, el movi­
en su inserción en la esfera de la pro­ miento de mujeres había alcanzado un
ducción, en otros.( Sacks, 1989) carácter multifacético y global. Dife-

10. Uno de ios planteamientos políticos más influyentes que impulsaron las feministas
norteamericanas en los 70 ' fue precisamente el de “share parenting". La participación
igualitaria de padres y madres en el desarrollo físico y emocional de los hijos permitiría una
revolución en la organización social de las relaciones de género, (ver Nancy Chodorow,
“Women's mothering and women’s liberation” en The reproduction of mothering, University
of California, 1978, Berkeley, Pg. 211-219).
11. Linda Nicholson en “Interpreting Gender” (Signe, Vol. 20, verano, 1995) diferencia
entre el deterninismo biológico que atacaron las feministas estructuralistas de los 70' y el
fundacionalismo biológico. El primero no toma en cuenta ningún aspecto social y cultural en
la explicación de las diferencias sexuales. El segundo, centra su análisis en la construcción
social y cultural de las diferencias sexuales pero, en última instancia, por su afán de encontrar
un origen a estas diferencias, funda su análisis en aspectos biológicos.
196 Ecuador Debate

rendas más que similitudes parecían como los contextos en que actúan.
marcar la pauta del movimiento femi­ Para Vanee, las diferencias sexuales
nista y se empiezan a cuestionar tanto deben ser entendidas a partir del sen­
su poder aglutinador como su misma tido que les otorgan los diversos con­
razón de ser. Desde su práctica políti­ textos y circunstancias en que se de­
ca específica, mujeres tercermundis- sarrollan. Esto demandaba un enfoque
tas, mujeres negras, chicanas y asiáti­ más relacional que tome en cuenta la
cas, y agrupaciones de lesbianas le­ multiplicidad de factores “extra-género”,
vantaron una critica al modelo binario como la clase, la etnicidad, la raza o la
de la separación entre lo público y lo religión en la determinación de ¡as asi­
doméstico Para estas agrupaciones, la metrías sexuales. En otras palabras, no
dependencia y confinamiento universal basta con examinar la situación, activi­
de las mujeres a la esfera doméstica, dades o acciones de las mujeres sino
no era sino la extrapolación a otras de descubrir el sentido (en términos
realidades sociales de la experiencia weberianos) que asumen estas accio­
de un reducido grupo de mujeres occi­ nes en el conjunto de la sociedad (Ro­
dentales. blancas, heterosexuales, de saldo, 1980). 123
clase media.15 A partir de esta reac­ El giro postmoderno fue más allá,
ción, se empiezan a replantear las afirmando que el sujeto mujer/es no es
teorías anteriores y surgen propuestas únicamente una construcción social y
teóricas más sensibles a la especifici­ cultural sino fundamentalmente una
dad histórico-culturai y a las diferen­ identidad política en constante redeíini-
cias entre mujeres, rompiendo asi ei ción. (Butler, 1990,1992, Scott, 1990,
mito de la universalidad de la opresión Haraway, 1991). El sentido de lo feme­
femenina nino y lo masculino no está fijado ni en
Teorías como ei constructivismo el tiempo ni en el espacio sino que se
social de Caro! Vanee (1989) atacaron redefine permanentemente de acuerdo
los intentos totalizadores del feminis­ principalmente a las necesidades del
mo seíentista que desconocían tanto poder; se trata de averiguar porqué
las obvias diferencias entre mujeres categorías como la de género han sido

12 Esta crítica ha sido levantada desde espacios muy diversos Para una critica a la
visión occidental de las mujeres tercermundistas ver Chandra Mohanty, “Under Western eyes
Feminist Scholarship and colonial discourses" en Feminist Review, 30, 1988, 61-88. La
crítica desde el feminismo negro norteamericano ha sido íiderada por bel! hooks, Feminist
Theory. From Margin to Center, South End Press, 1984. Ver también Gloria Hull, Patricia
Bell Scott, Barbara Smith (eds ) All the Women are White, Ail the Men are Black, But some
o f Us are Brave. Black Women’s Studies, Feminist Press, Nueva York, 1982 Los trabajos
de Gloria Anzaldúa y Cherrie Moraga, desde la crítica literaria, ejemplifican la reacción de las
feministas chicanas y latinas, ver This Bridge Called My Back. Writings by Radical Women
of Color. Persephone, Massachussetts, 1981 El muy influyente articulo de Adrienne Rich
Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence" (Signs, Vol.5, No 4, Verano 1980, ppg.
631-680) presenta la critica de la confusión de lo heterosexual con lo universal
13. Ver Karen Sacks “Toward a Unified Theory of Class, Race and Gender" en American
Ethnologist, 1989, pgs.534-550
Análisis 197

acuñadas, producidas y restringidas su vinculación con otras categorías so­


por determinadas estructuras de poder ciales como clase o etnicidad, abando­
(Butler, 1990,1993). Para Butler, la divi­ nando la búsqueda de causas univer­
sión entre género y sexo es un meca­ sales, orígenes comunes y subjetivida­
nismo discursivo que ha servido para des femeninas integradoras (Scott,
disfrazar como “natural" una construc­ 1991). El principal aporte de Scott, y su
ción cultural: el sexo. De alli que el gé­ punto de partida metodológico, es que
nero no refleje un “ser substancial” sino además de reconocer a las diferen­
“el punto de convergencia de un con­ cias de género como principios bási­
junto de relaciones histórica y cultural­ cos de la organización social y como
mente específicas” (Butler, 1991). Los construcciones culturales, éstas consti­
planteamientos de Butler han produci­ tuyen y están constituidas por es­
do, por un lado, una explosión de tra­ tructuras sociales jerárquicas. Se trata
bajos en el campo del análisis literario, entonces de analizar las formas de
la historia y la antropología, sobre la construcción política de las diferen­
construcción social del cuerpo, la sexua­ cias de género y cómo las relaciones
lidad y la maleabilidad de las identida­ de género a su vez construyen el
des sexuales, y por otro, han abierto espacio de lo político. Para Scott, esto
un debate político y epistemológico ex­ implica desentrañar el sentido (signifi­
tremadamente rico sobre la construc­ cado) que asumen las representacio­
ción del sujeto dei feminismo.’4 nes de lo masculino y lo femenino en
En términos muy simplificados, determinados contextos históricos y
Scott, Nicholson y Butler, parten de la culturales, asumiendo que estas cons­
crítica posmotíema a los enfoques bi­ trucciones emergen para dar sentido
narios de conocimiento para cuestionar a una determinada relación de poder.
la búsqueda de un sujeto femenino En otras palabras, las preguntas no se
unitario y de una “otredad” femenina, agotan en averiguar cómo están his­
es decir la base epistemológica so­ tóricamente construidas las relaciones
bre la cual fue construida la teoría fe­ de género sino quien las construye y
minista. Para estas autoras, el origen quien las cuestiona.
y las causas de la dominación no de­ En esta misma línea, Judith Butler
ben constituir el punto de partida del (1990) plantea una “genealogía" del
análisis de las construcciones de gé­ género, en el sentido foucaultiano, que
nero. Los esfuerzos analíticos deben dé cuenta no solamente de cómo el
más bien centrarse en de-construir las género surge a partir de las diferen­
formas de dominación, develando su cias sexuales sino de cuando surge la
historicidad, su construcción cultural y idea misma de diferencias sexuales y

14 Para una aplicación de las ideas de Butler a la antropología cultural ver Andrea
Cornwall y Nancy Lindisfarne (eds.) Dislocating Masculinities, Routledge, Londres, 1994.
Los debates epistemológicos y políticos están sintetizados en Feminist Contentions. A Phi­
losophical Exchange, (Routledge, Londres, 1995) que contiene artículos de Seyla Benhabib,
Judith Butler, Drucilla Cornell y Nancy Fraser.
198 Ecuador Debate

cómo éstas tomaron la forma de una parciales, estratégicas y contradicto­


oposición binaria hombre/mujer1 16
5 rias y ante todo infinitas (“one is too
Un tercer aporte, el más radical, que few, two is only one possibility”). Es
merece la pena reseñar es el de Don­ decir, el “ser mujer" no es un estado
na Haraway por el alcance que tiene existente. No existen identidades o
para entender a nuestras sociedades y matrices naturales (ser mujer) sino afi­
a nuestras configuraciones de género nidades construidas, "parentescos polí­
en el contexto de la globalización Al ticos, polyfonias’’. Así mismo, la clase
igual que Scott y Butler, Haraway plan­ social o la adscripción racial deben
tea romper con las dicotomías de todo ser entendidas más como afinidades
tipo y situarse en los márgenes, en los que como identidades.
bordes, en las fronteras.16 Se trata de En el contexto de la informática de
escapar de la totalidad orgánica y de la dominación, la situación de las mu­
una historia con origen ( ya sea ésta la jeres es su integración/explotación en
simbiosis pre-edipal, la bisexualidad, o un sistema mundial de producción /
el trabajo inalienado) (Haraway, reproducción y comunicación en que
1992:192). Si las viejas formas de do­ el hogar, el lugar de trabajo, el merca­
minación normalizaron la heterogenei­ do, la arena pública, el cuerpo, pue­
dad en base a polarizaciones tales den superponerse o dispersarse de
como hombre/mujer o blanco/negro, ci- manera polymorfa De acuerdo a Ha­
vilizado/primitivo, cultura/naturaleza, pú- raway, la movilidad del capital y la
blico/privado, la era postmoderna en nueva división inernacional del traba­
cambio deja fluir esa heterogeneidad. jo están entrelazadas con el surgi­
Consecuentemente, la dominación ya miento de nuevas colectividades y el
no funciona a través de la medicaliza- debilitamiento de los grupos familiares.
ción o la normalización, sino por medio Estos procesos están atravezados por
del ‘‘networking" y las comunicacio­ la raza y el género Por ejemplo, el
nes. Frente a esa dispersión de las desplazamiento de hombres blancos,
formas de dominación, Haraway plan­ proletariados clásicos, de países de­
tea una “utopía en la que la gente no sarrollados por mujeres tercermundis-
experimente miedos frente a identida­ tas "de color" en las transnacionales,
des parciales o puntos de partida con­ ensambladoras e industrias orientadas
tradictorios". En este marco, las identi­ a la exportación instaladas ahora en
dades de género son definidas como los países en desarrollo. Esta nueva

15. Thomas Lacqueur en Making Sex. ( Harvard University Press, 1990) sostiene que la
idea de "diferencias sexuales”, de la existencia de dos sexos incomensurables y opuestos, es
. producto del siglo dieciocho, del pensamiento ilustrado y del liberalismo.
16. La reinterpretación que formula Cherrie Moraga del mito de la Malinche, de mujer
diabólica, temida por los hombres a maestra de lenguas y ejemplo de supervivencia desde la
marginalidad, es tomado por Haraway como un ejemplo del acto de escribir ya no en busca de
un lenguaje común sino desde los bordes, desde la frontera, desde la contradicción, desde la
ilegitimidad, (ver Cherrie Moraga, Loving in the War Years, South End Press, Boston, 1983)
y Haraway (1990, pg.217-218).
Análisis 199

relación laboral, que trae la economía de diferencias sexuales sino cómo y


de ensamblaje, la maquila y el traba­ cuándo se origina la idea misma de di­
jo a domicilio, ha modificado radical­ ferencias sexuales y cómo esa diferen­
mente la vida cotidiana de muchas cia se plasmó en oposición binaria
mujeres a nivel mundial en lo referente hombre/mujer.
a los aspectos reproductivos, los arre­
glos sociales para el cuidado de los me­ Los enfoques de género en el cam­
nores, el debilitamiento de los vínculos po de la historia
comunitarios tradicionales, y la conse­
cuente vulnerabilidad económica en El impacto del pensamiento femi­
edades avanzadas, y el consumo cultu­ nista en las formas de conocimiento
ral. El trabajo mismo ha sido redefinido podría, de acuerdo a Macintosh (1983),
como femenino y femenizado inde­ dividirse en dos etapas fundamentales.
pendientemente de si es ejecutado por En un período inicial la preocupación
hombres o mujeres. Esta feminización fundamental fue “llenar vacíos”, corre­
del mercado de trabajo es cada vez gir visiones masculinistas y crear nue­
más sinónimo de vulnerabilidad laboral vos tópicos de investigación a partir
y descalificación de la mano de obra, de las experiencias femeninas. Luego,
diluyéndose progresivamente el con­ en un segundo momento, se empieza
cepto de trabajador asalariado o prole­ a cuestionar el porqué de la existen­
tario.'7 cia de ciertos vacíos y el análisis se
En definitiva, el giro postmoderno, centra en la búsqueda de nuevos
ha cuestionado muchos de los presu­ paradigmas que den cuenta de la or­
puestos del concepto de género al ganización social del género. En esta
plantear que cualquier intento de segunda etapa cada disciplina em­
constitución de un sujeto -mujer, negro/ pieza a redefinir los marcos teóricos y
a, mujer negra, mujer lesbiana negra, conceptuales. Este proceso está com­
etc., se produce en espacios sociales puesto por dos dimensiones: 1) la
con determinadas economías de po­ transformación de los marcos concep­
der disputándose el control sobre la tuales existentes y 2) la aceptación de
interpretación de la realidad. En ese estos nuevos conceptos por parte de
sentido, para Butler y Haraway, las los portadores de la tendencia pre­
categorías hombre o mujer no son dominante dentro de una determinada
únicamente construcciones históricas disciplina. (Stacey y Thorne,1985). El
sino posiciones permanentemente resultado ha sido muy diverso en
cuestionables y cuestionadas. Es de­ cada disciplina, mientras la antropolo­
cir no existen sujetos o identidades fi­ gía feminista ha modificado presu­
jos o unitarios. La pregunta no es puestos fundamentales dentro de su
tanto cómo se han construido determi­ disciplina, la historia y la crítica litera­
nadas relaciones de género a partir1 7 ria han logrado establecer nuevos

17. En este punto uno no puede dejar de pensar en los numerosos estudios sobre las
maquiladoras en Centroamérica y Asia del sureste, y más cercanamente, en la situación de
las trabajadoras de las plantaciones de flores y otros productos de agro exportación en
nuestro pais.
200 Ecuador Debate

marcos conceptuales sin con ello influir los hombres. Estas vieron restringidos
en el quehacer central de sus respecti­ sus espacios de acción y de poder y
vas disciplinas. A continuación exami­ por tanto su estatus social no mejoró.19
namos cuáles han sido las diferentes Derivado de estos planteamientos sur­
etapas y alcances que ha tenido el en­ giría una nueva concepción del cam­
foque de género en el quehacer histo- bio social paralela a las esferas de la
riográfico y las propuestas que se han política y la economía pero con una
levantado para trascender la getoiza- temporalidad diferente.
ción de la disciplina en una "historia de Entrampados en una historiografía
mujeres” que aislaba un mundo de mujeres del
La historiadora Joan Scott identifica resto de procesos de cambio social,
tres etapas fundamentales dentro dei los historiadores empezaron a mirar
quehacer historiográfico: en un primer al género -y ya no solo a las mujeres-
momento la preocupación fundamental corno una categoría fundamentalmen­
fue restaurar a las mujeres como te relacional. Abundaron los trabajos
sujetos históricos (escribir "herstory") descriptivos comparando la situación
Bajo la influencia de la historia so­ de mujeres y hombres en determina­
cial, la vida cotidiana se convirtió en el dos momentos históricos que sirvieran
locus de las investigaciones sobre la para identificar situaciones de desi­
mujer.18 Se trataba de rescatar el pa­ gualdad y dominación en diversos es­
pel de la mujer en los procesos repro­ pacios sociales También se empiezan
ductivos, en el hogar y en la familia a combinar análisis de género con di­
como espacios separados de la eco­ mensiones de dase, etnícidad y raza
nomía y ia política, considerados do­ con el fin de alcanzar una visión más
minios masculinos acertada de la complejidad y especi­
El centrar el análisis en la expe­ ficidad de las categorías sociales.
riencia de las mujeres permitió por un En esta etapa se empiezan a con­
lado, repensar convenciones acepta­ frontar dilemas tales como la supera­
das de periodización histórica y, por ción de las dicotomías victima/heroí-
otro, reevaluar nociones evolucionis­ na o dominación/resistencia que ca­
tas de la historia de occidente como racterizaban la etapa anterior (Gor­
el paso de estructuras represivas ha­ don, 1986) insistiendo en la recupera­
cia estructuras liberadoras. Para Joan ción de la diversidad de fuentes tanto
Kelly (1977), por ejemplo, el Renaci­ de poder como de opresión en la vida
miento no tuvo el significado emanci­ de mujeres y hombres En esta etapa
pador para las mujeres que tuvo para ya no se trata únicamente de visibili-

18. Para Elizabeth Fox Genovese si bien la corriente europea de historia social dio un
impulso definitivo al campo temático de la historia de mujeres, no debe ser considerada una
historia en que las mujeres recobran su papel de sujetos de ia historia, las mujeres son
conceptualizadas más bien como actores-recursos en un esquema socio-económico más
amplio. (“Placing Women's History in History" New Left Review, 133.)
19. Ver Joan Kelly, “Did Women Have a Renaissance" en Women, H istory and Theory,
(Chicago: University of Chicago Press, 1984).
Análisis 201

zar a las mujeres como actores históri­ ción e influir en los presupuestos bási­
cos sino de reconstruir los sistemas cos de la disciplina historiográfica
de género que dividen los roles mas­ Con Scott, volvemos a encontrar
culinos de los femeninos20 las concepciones postmodernistas que
Scott propone superar estas ten­ resaltan el carácter político de las
dencias, es decir la estrategia com­ categorías analíticas Por otro lado, tam­
pensadora (herstory), la estrategia des­ bién se supera el "síndrome de la Otre-
criptiva y la estrategia aditiva (género dad”; interpretaciones rígidas de muje­
+ clase + etnicidad + raza, etc .) y res victimizadas o heroínas; concepcio­
plantear al género como una catego­ nes aisladas de lo privado respecto a
ría integral de análisis No se trata de lo público, y se intenta situar “el
saber qué dimensiones sociales nos conflicto, la ambigüedad y la tragedia
sirven para entender las relaciones al centro del proceso histórico" (Elizabe­
de género en una sociedad determina­ th FoxGenovese, 1989).
da sino qué nos dicen determinadas
construcciones de género sobre la so­
ciedad en que vivimos. En otras pala­ Mujer, mujeres, género y desarrollo21
bras, el análisis de las asimetrías de
género debe servir de enfoque para En la reconstrucción de la forma
estudiar fenómenos que no necesaria­ cómo se han articulado las problemáti­
mente se centren en la situación de cas de género a la agenda del desa­
las mujeres sino que informen sobre rrollo desde los 70' intentaré establecer
la sociedad en su conjunto. De esta cuáles fueron los puntos de enlace
manera se superarían las visiones con los planteamientos de la teoría fe­
parcializadas (una historia de mujeres, minista y más específicamente con la
historia de la familia, historia del transición de una preocupación por los
trabajo) en favor de una visión integral, orígenes de ia subordinación feme­
fundamentalmente política, de cómo nina hacia un enfoque centrado en
todas las esferas sociales, tanto pú­ interpretar las formas de domina­
blicas como privadas están permeadas ción. En segundo lugar me centraré
por determinadas relaciones de poder en la articulación de género, medio
que asignan jerarquías de género a ambiente y desarrollo sustentable,
las categorías sociales (Scott, 1990). trilogía que ha tomado un lugar central
Para esta autora, esta es la única en las agendas de las agencias de
forma de romper el aislamiento en el desarrollo en los 90' y que está replan­
que está abocado el campo de la his­ teando el debate de la relación entre
toria de mujeres, de salir de la getoiza- mujeres y naturaleza.

20. A este respecto ver la compilación de Renate Bridenthal, Claudia Konz y Susan
S’ uard, Becoming V isible (Boston: Houghton Mifflin Company. 1987) que recoge ensayos
sobre la construcción de sistemas de género desde la antigüedad hasta el movimiento sufra
gista de comienzos de siglo en Europa.
21. Una versión anterior de esta parte fue presentada en el VIII encuentro de historia y
realidad económica y Social del Ecuador, Cuenca, noviembre de 1996.
202 Ecuador Debate

Como lo mencionamos anterior­ pectivas obligaciones y roles, de una


mente, en los 70' la identificación entre unidad social homogénea: la familia
mujer y naturaleza sirvió para inter­ nuclear. Para el funcionalismo existía
pretar la subvaloración de lo femenino concordancia entre las instituciones
en las representaciones culturales (Or- sociales, las normas que regulaban los
tner, 1974). Actualmente, las preocu­ roles sexuales y la formación de la
paciones por el medio ambiente y el personalidad. Si bien el feminismo se-
manejo de recursos a nivel local han tentista atacó las teorías funcionalis-
modificado esta identificación, dotán­ tas, su cuestionamiento estuvo dirigido
dola más bien de un contenido norma­ a develar el carácter políticamente
tivo positivo. Se sostiene, por ejemplo, conservador, de defensa del status
que las mujeres y sobre todo las mu­ quo, más, en un primer momento, no
jeres campesinas, debido al carácter atacó el concepto de roles sexuales.
de sus actividades, han tenido históri­ Al contrario, en el ámbito de las políti­
camente una relación más cercana cas públicas se multiplicaron las in­
con la naturaleza, por lo tanto estarían vestigaciones sobre socialización e in-
en una posición privilegiada para ma­ temalización de roles sexuales; se
nejar su entorno inmediato de mane­ pensaba por ejemplo que los roles
ra integral y administrar de forma sexuales podían ser modificados al
más harmónica los recursos naturales romper con “el sexismo” en el aula es­
(Shiva, 1989; Mies, 1988). Es asi como colar (Connell, 1995:23).
en los 90’ en el discurso del desa­ Este fue también el marco interpre­
rrollo, las mujeres pasaron de víctimas tativo en el que se basaron las
de la crisis ambiental a ser conside­ primeras articulaciones de la proble­
radas actores privilegiados en la solu­ mática de las mujeres al desarrollo . De
ción de dichos problemas (Braidotti, acuerdo a Braidotti, puesto que se les
1994) reconocía únicamente un rol en el
ámbito reproductivo, se diseñaron ac­
Mujer y desarrollo ciones orientadas a amas de casa al
cuidado de menores. Esta es la etapa
Antes de que la categoría género que Moser (1989) ha denominado el
sea acuñada para denotar la cons­ enfoque de bienestar En este período
trucción social y cultural de las diferen­ abundan los programas de planifica­
cias sexuales, lo femenino y lo mas­ ción familiar, salud infantil, nutrición,
culino era interpretado con las cate­ economía doméstica, etc... Es decir,
gorías de roles sexuales de la sociolo­ se concebía al desarrolllo como un
gía parsoniana 2S. Lo femenino y lo proceso que debía fortalecer el papel
masculino eran considerados dos par­ de las mujeres como madres y espo­
tes complementarias, con sus res­2 sas encargadas del espacio domésti­

22 Para Parsons los roles masculinos y femeninos se dividían en roles instrumentales vs.
expresivos, dualidades que actuaban complementariamente en función del mantenimiento de
la familia nuclear como institución social fundamental de las sociedades modernas. (Family,
Socialization and Interaction Process).
Análisis 203

co, entendido como el ámbito de lo no que las tareas domésticas sean com­
instrumental en el sentido de la teoría partidas igualitariamente, tema muy
parsoniana En definitiva, en este es presente en el feminismo setentista,
quema, las mujeres eran vistas como como lo vimos con Chodorow Con ello
beneficiarías del desarrollo en tanto se desmitificaba la idea de que el in­
cumplían un rol reproductivo en la greso familiar favorecía a todos los
economía mientras que su papel pro­ miembros de la unidad doméstica por
ductivo era ignorado. Cabe señalar igual. A partir de entonces se abre un
que este enfoque permea todavía mu­ terreno muy fértil de investigaciones
chos de los programas de acción relacionadas con la toma de decisio­
orientados hacia las mujeres (por ejem­ nes y las dinámicas intradomésticas
plo programas de costura, tejidos, sa­ Trabajos que antes habían tomado
lud materno infantil, etc ) como unidad de análisis al hogar o la
Con el trabajo de Esther Boserup familia para estudiar las estrategias
Women’s Role in Economic Develop­ de vida por ejemplo fueron entonces re­
ment (1970), se "visibilizó” el papel pro­ planteados.23
ductivo de las mujeres, sobretodo en Es con el trabajo de Boserup que
la agricultura. Boserup demostró que las mujeres empiezan a ser vistas
las mujeres no se beneficiaban auto­ como piezas fundamentales de las
máticamente del desarrollo sino que al políticas de desarrollo. Surgen dentro
contrario, en muchos casos más bien de las agencias de cooperación in­
su situación se había deteriorado. ternacional secciones separadas dedi­
Mientras los hombres se vinculaban cadas a “mujer y desarrollo". Se consti­
progresivamente a los proyectos mo- tuyen departamentos especiales, se di­
dernizadores de la agricultura, las mu­ señan componentes específicos den­
jeres permanecían en la agricultura de tro de los proyectos y, finalmente, para
subsistencia, sin acceso a crédito, ca­ comienzos de los años 80' aparecen
pacitación o tecnología. La conclusión en la mayoría de países del Tercer
de Boserup fue que la introducción de Mundo, las oficinas, secretarías y los
nuevos métodos de producción agrí­ ministerios de la mujer. Es decir en un
cola había tenido un impacto negati­ período de 10 años se da un proceso
vo para las mujeres al modificar la de institucionalízación de la problemá­
división del trabajo, desplazándolas de tica de mujer y desarrollo a nivel glo­
áreas tradicionalmente femeninas. bal.
Boserup enfocaba esta problemá­ A raiz de la 1ra conferencia
tica como un problema de equidad, se sobre la mujer en la ciudad de México
planteaba por ejemplo la necesidad en 1975, la preocupación por la equi­
de modificar la división del trabajo para dad se diluye cuando los gobiernos y

23. El trabajo de Lourdes Benería y Marta Roldán, The Crossroads of Class and Gen­
der: Industrial Homeworking, Subcontracting and Household Dynamics in Mexico City,
(Chicago. University of Chicago Press, 1987.) es un excelente estudio de las dinámicas
intradomésticas y de su articulación con la economía capitalista. Contiene un capítulo teórico-
metodológico muy útil
204 Ecuador Debate

las agencias de desarrollo plantean la otro lado, es el sector que mayoritaria-


necesidad de focalizar el problema de mente se empleó como fuerza de traba­
las mujeres en el contexto de la jo barata en el sector agroexportador.
eradicación de la pobreza, consideran­ En definitiva, bajo este enfoque, los
do los problemas de desigualdad de programas hacia las mujeres muchas
género como dilemas del feminismo veces significaron la superexplotación
occidental que no correspondían a la de su tiemjX) en época de crisis eco­
realidad tercermundista. Desde esta nómica (Moser, 1990).
perspectiva, las mujeres empezaron a
ser enfocadas como un recurso esen­ De mujer y desarrollo a género y de­
cial que había que explotar para lograr sarrollo
un desarrollo económico eficiente. Las
mujeres se convierten, desde esta lógi­ La principal crítica al modelo an­
ca instrumental, en principales recep­ terior fue levantada por organizaciones
toras de la asistencia con el fin de de mujeres tercermundistas, especial­
minimizar los efectos negativos del mente por DAWN (Development with
proceso de desarrollo económico Women for a New Era), que en varios
(Braidotti, 1994, Moser, 1989). foros denunció la falta de alternativas
Para Braidotti, en esta nueva arti­ que el modelo presentaba a las mu­
culación del tema mujer y desarrollo, jeres. Para DAWN la articulación de
se tiende a confundir equidad con las mujeres al desarrollo se había
participación. Al dejar intacta la divi­ limitado al dilema de inclusión o exclu­
sión sexual del trabajo no se hace sión a un modelo constituido a priori,
más que invertir jerarquías y, por lo sin su participación. Esto se debía fun­
tanto se reproduce el mismo esque­ damentalmente a un problema de po­
ma de dominación. der, o más bien de falta de poder.
Uno de los efectos más importan­ De estas discusiones surgió la necesi­
tes de este nuevo enfoque fue la ex­ dad de fortalecer espacios autónomos
cesiva carga de trabajo que recayó para las mujeres, como un requisito e
sobre las mujeres. Además del tra­ instrumento fundamental de transfor­
bajo reproductivo, las mujeres partici­ mación de las relaciones de género
pan de la producción y son responsa­ Esto es lo que se denominó el "em-
bles de la relación familiar con la comu­ poderamiento”. Solo cuando las muje­
nidad, sin descuidar la asistencia a las res logren controlar sus vidas (acce­
reuniones del proyecto de desarrollo. so a recursos) y su sexualidad (polí­
Esta situación se agravó con el im­ ticas reproductivas centradas en la
pacto que tuvo el ajuste estructural so­ mujer) se modificará su relación con
bre las mujeres 24 por un lado, sufrie­ los hombres y con las instituciones
ron desproporcionadamente el recorte sociales. Este nuevo enfoque constru­
de servicios públicos y de salud, por ye un nuevo rol para las mujeres y

24 Para un análisis de la "triple jornada” y del impacto del ajuste estructural en mujeres
pobres urbanas en el caso Ecuatoriano ver Caroline O Moser, “ Adjustment from Below: Low-
Income Women,Time and the Triple Role in Guayaquil, Ecuador” , 1990
Análisis 205

fundamentalmente desplaza el centro bientales copan progresivamente la


de acción hacia las relaciones de gé­ agenda del desarrollo. La articulación
nero (y no solamente las mujeres). entre género y medio ambiente se da
Es decir, en un primer momento la en el contexto de la crisis del para­
integración al desarrollo fue el princi­ digma de crecimiento económico y la
pal objetivo y los medios para búsqueda de nuevos discursos nor­
lograrla eran la participación de las mativos sobre el significado del desa­
mujeres y la entrega directa de bene­ rrollo y del proyecto modernizador en
ficios específicos. En el enfoque del su conjunto. Este matrimonio gira en
empoderamiento, en cambio se busca torno a la conexión entre dominación
potenciar iniciativas de desarrollo que de las mujeres y dominación de la
transformen las relaciones sociales en naturaleza.
general y de género en particular Como alternativa al modelo de
Este discurso ha logrado cada vez desarrollo anterior, centrado en la pro­
mayor legitimidad en las agencias de ductividad económica, se empieza a
desarrollo y se han producido, como mirar al desarrollo como un problema
10 años atrás, cambios institucionales de manejo de recursos básicos (agua,
importantes. Ya no sólo se priorizan combustible, vivienda, el número de hi­
proyectos con beneficiarías mujeres jos). Esta nueva concepción de micro
sino que se busca incrementar la parti­ desarrollo otorga un papel fundamen­
cipación de mujeres en la ejecución de tal a las mujeres, vistas como actores
los mismos. (Braidotti, 1994). privilegiados en el manejo de recursos
Para Braidotti este modelo no al­ ambientales
canza verdaderamente el cambio que Junto a estas nociones, se han
se propone fundamentalmente porque planteado varias propuestas de desa­
los cuestionamientos feministas sobre rrollo alternativo centradas en la supe­
la división sexual del trabajo son igno­ ración de problemas ambientales y de
rados; muy pocos programas de de­ desigualdad de género simultánea­
sarrollo se orientan por ejemplo a refor­ mente Vandana Shiva (1989) por
mular el trabajo reproductivo del hom­ ejemplo, plantea un modelo basado
bre Además, en la práctica la adop­ en lo que denomina el "principio fe­
ción de "una perspectiva de género y menino" (la producción de vida como
de empoderamiento" se reduce a incre­ cualidad esencialmente femenina).
mentar el número de mujeres en los Para Shiva, las mujeres han acumu­
diversos componentes del proyecto lado a lo largo de la historia un conoci­
de desarrollo y descuida los objetivos miento acerca de los procesos natura­
originales Es decir, se mantiene la les que es esencialmente diferente y
visión instrumental que se criticaba más apropiado que el de los hombres.
del modelo anterior. Por ello, la relación de las mujeres
con la naturaleza tendería a la har­
Género, medio ambiente y desarrollo monía, reciprocidad y equilibrio. Exis­
sustentable tiría una especie de simbiosis esen­
cial entre mujeres y naturaleza debido
Conjuntamente con el giro de "mu­ a la interdependencia que se estable­
jeres" a “género” , los problemas am­ ce en el proceso de procreación y de
206 Ecuador Debate

supervivencia. Más aún, las mujeres mujeres de clase media de los países
pobres, tercermundistas y no occiden­ centrales al resto del planeta. Si bien
tales, principales victimas de las crisis la imagen de la mujer tercermundista
ambientales y de desarrollo, siempre como la intersección de todas las for­
han sobrevivido, con, sin o en contra mas de dominación posibles (sexual,
de los proyectos de desarrollo Ellas racial, de clase, de casta, por nacio­
han sido las mejores estrategas en la nalidad, religión, etc) ha servido para
superación de situaciones de crisis, incluir una voz diferente al discurso
no sólo ahora sino en el pasado. Para del desarrollo, resulta problemática al
ello se han valido fundamentalmente no reconocer la diversidad de expe­
de instrumentos y valores provistos riencias femeninas y masculinas en el
por la cultura local. Puesto que han tercermundo. Esta representación, re­
sido focos de resistencia y supervi­ tomando a Haraway, no hace más que
vencia son ahora ellas las portadoras recrear una nueva “Otredad” esencia-
de un modelo alternativo. Encontra­ lista tendente a homogenizar la dife­
mos en el planteamiento de Shiva una rencia.
idealización de las formas de produc­
ción no capitalistas por un lado, y Conclusión
una romantización de las relaciones
de género en sociedades tradicionales. A manera de síntesis se puede
En este contexto, el empoderamiento decir que los significados en disputa
se da en el marco de una división sobre el concepto de género giran en
sexual del trabajo tradicional acompa­ torno a la definición de cuál es el
ñada de representaciones de género sujeto que se busca interpelar: la Mu­
tradicionales también Existe una idea­ jer, las mujeres, las mujeres y los
lización y no una deconstrucción de lo hombres, o ningún sujeto unificado en
local y de lo tradicional. Esta visión especial. La trayectoria del concepto
fija de las configuraciones de género revela tres formas de constitución de
se contrapone con la fluctuación de un sujeto, el género como sujeto unifi­
las posiciones estructurales de hom­ cado, como sujeto construido y como
bres y mujeres en las circunstancias sujeto de-construído. El primero res­
actuales de mundialización de la eco­ pondió a las necesidades del mo­
nomía descritas por Haraway mento: el volver visible un conjunto de
Existen en estos planteamientos realidades que las categorías analíti­
claras reminiscencias de los enfoques cas tradicionales habían mantenido
setentistas revisados en la primera rezagadas. Esto se lo lo hizo a base
parte: la búsqueda fundacional de de una construcción binaria fija y
una experiencia femenina esencial y esencialista que contraponía la Mujer
la tendencia a construir posturas ahis- al Hombre En este marco se sitúan
tóricas y homogenizantes. De allí se los intentos estructuralistas, marxistas
derivan posiciones normativas que no y psicoanalíticos (de la escuela de
hacen sino repetir, con otros conteni­ las relaciones objétales) por explicar
dos, los errores atribuidos al feminis­ la subordinación femenina y la valora­
mo occidental setentista que generali­ ción de le experiencia femenina. El se­
zó la específica subordinación de las gundo—el género como sujeto construí-
Análisis 207

do—permitió imaginar ya no sólo a la ro destruye las dicotomías y las


mujer sino a las mujeres y hasta a fronteras; ya no se trata de estudiar a
los hombres, de forma relaciona!. las mujeres y los hombres sino de
Esta tendencia, representada por el averiguar en primera instancia sobre el
constructivismo social, buscó definir al origen de determinada configuración
sujeto a partir de las circunstancias de género y de utilizar el concepto
históricas, sociales y culturales espe­ como categoría analítica para enten­
cíficas en que se desenvolvía.. Con der a la sociedad en su conjunto.
ello se abrió un nuevo abanico de defi­ El paso del género como sujeto
niciones para las relaciones de géne­ unificado a una concepción parcial,
ro, algunas veces contradictorias entre fragmentada, contextual y sin preten­
sí, sin un sujeto fijo sino históricamente siones universalistas ha sido producto
situado. El tercero, el sujeto de-cons- de la necesidad de buscar nuevos
truído, introduce el problema del poder, instrumentos teóricos que permitan
del control sobre el sentido en las for­ superar la compartimentalización en
mas de conocimiento. Mujeres y Hom­ que los estudios de género tendieron
bres no son únicamente construcciones a caer, en todas las disciplinas socia­
históricas, portadores de un punto de les, en un primer momento. En efecto,
vista esencial, sino que constituyen po­ si bien el género como categoría des­
siciones sociales en el tiempo y el es­ criptiva ayudó a visibilizar con eviden­
pacio que pueden ser cuestionadas y cia empírica experiencias y espacios
modificadas. La pregunta dejó de ser femeninos que no tenían cabida en
cómo se construyen las relaciones de los esquemas tradicionales de inter­
género para indagar quién las constru­ pretación, esta búsqueda por una
ye y para qué. otredad femenina contribuyó a la
Estos tres momentos produjeron gettoización de ese nuevo campo de
un determinado tipo de investigaciones conocimiento, al aislamiento respecto a
y áreas de estudio. El primero miró al los paradigmas centrales de cada dis­
espacio reproductivo como el locus de ciplina y a la concentración de las
los enfoques de género (el hogar, la áreas de estudio en el espacio de la
familia, el trabajo doméstico, la relación reproducción. El desafío sigue siendo
madre/hijo, etc ). El segundo introdujo trascender ese uso descriptivo y con­
al análisis otras categorías como la cebir al género como categoría ana­
raza y la clase social. Con ello, el lítica que logre desmontar paradigmas
género empezó a poblar el mundo de fundamentales en cada disciplina y
lo público, se volvió relacional, histó­ servir de instrumento interpretativo en
rico, cambiante y tolerante de las dife­ cualquier espacio social.
rencias. En el tercer momento, el géne-

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E.I.A.L.
Publicada en español, portugués e inglés, E l. A L. es una revista interdisciplinaria
dedicada al estudio de América Latina y el Caribe en el siglo XX
Cada año, uno de los números se dedica a una temática específica, previamente
anunciada, en tanto que el otro número recoge un compendio de artículos varios.

Temas de los números publicados

Vol. 1, nos 1 & 2:


Nacionalismo en América Latina
Vol. 2, no. 1:
Movimiento obrero en América Latina
Vol. 2, no. 2:
España y América Latina
Vol. 3, nos. 1 & 2:
La inmigración en el siglo xx
Vol. 4, nos. 1 & 2:
Democratización en América Latina
Vol. 5, nos. 1 & 2:
Identidades en América Latina
Vol. 6, nos. 1 & 2:
América Latina y la Segunda Guerra Mundial
Universidad de Tel Aviv. Aranne School of History. P.O.B. 39040.
Ramat Aviv (69978) - Israel

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