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GRUPO: 121
INTRODUCCION…………………………………………………………….1
DESARROLLO……………………………………………………………….2
CONCLUSION………………………………………………………………..5
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………….…6
INTRODUCCION
Resultando que entre 1867 y 1910 el presidente Juárez fue el que puso en marcha un
proyecto educativo basado en un modelo de desarrollo nacionalista, el cual debía
reemplazar la doctrina católica por el lenguaje de la ciencia. A partir de este momento, los
pobres, los indígenas y las mujeres tendrían acceso a las instrucciones públicas: una
educación GRATUITA, OBLIGATORIA Y LAICA, luego en su momento Porfirio Díaz
estableció (1876-1911) estableció una pedagogía positivista en México.
Sin embargo el enfoque para el aprendizaje en las mujeres se trataba de una educación
de tipo moral, no intelectual. Don Porfirio Díaz estaba convencido que la educación de la
mujer debería ser diferente (inferior) a la educación masculina y que sería apreciada por
cualidades morales y altruistas, todo esto justificándose con el argumento de la existencia
de una supuesta debilidad física innata y propia de la mujer.
Para entonces el pueblo estaba ya descontento con su presidente don Porfirio Díaz por la
dictadura, sumándole las penurias que pasaba y el hambre que tenían ya que las tierras
estaban distribuidas de manera injusta, los trabajadores no tenían ningún tipo de
protección, la desigualdad social. Entonces entra en medio de todo esta historia el trabajo
social donde se trata de mediar muy a pesar de la limitación antes dicha en relación al
poco interés y discriminación hacia la educación de las mujeres.
En las siguientes líneas veremos como el trabajo social en esta época era mino rizando y
mal pagado muy a pesar de que era un trabajo digno y altruista, con extenuantes horas de
20 de Noviembre de 1910 con levantamientos en varios puntos del país, con apoyo de
pancho villa y Emiliano zapata. Viendo que perdía todo el apoyo, Porfirio Díaz dimitió en
1911.
Por lo tanto corresponde aclarar que las “trabajadoras sociales”, son quienes realizaron
labores de clasificación, registro y análisis de los destinatarios de los recursos de la
asistencia y que firmaron sus informes como “inspectoras sociales”. En este tiempo
también que otras personas, cuya labor fue dirigir proyectos de asistencia social en
talleres y centros de atención pública, fueron denominadas “trabajadoras sociales” y de
manera fragmentada, las labores auxiliares en educación, justicia, protección a los
enfermos y asistencia a los pobres se identificaron como parte del trabajo social.
Entre las múltiples actividades de las trabajadoras sociales de la Beneficencia Pública, en
su carácter de “inspectoras sociales”, ellas clasificaron a los mendigos y utilizaron criterios
selectivos sobre los pobres que ingresaron en los asilos, escuelas y hospitales públicos
de la ciudad de México. Asimismo, estas empleadas repartieron alimentos y cobertores
para los indigentes que acudían a los puestos de distribución instalados por el gobierno
de la ciudad de México durante la temporada invernal.
En cuanto a las tareas de gestión, ellas administraron los talleres para las costureras
pobres que inauguró la Beneficencia Pública y, entre otras actividades, impartieron
algunas pláticas sobre higiene, además de visitar a los enfermos en los centros de
atención social, instalados por la Beneficencia en los hospitales de la ciudad de México.
Por lo que percibían un sueldo bajo y “mal pagado” esto se refiero a que la compensación
salarial de las trabajadoras sociales en la escala de sueldos de los empleados públicos
del ramo de asistencia se ubicó entre los más bajos, en la oficina de Trabajo y Previsión
Social, un aspirante a taquígrafo (4.50 pesos diarios) y habrían ganado,
aproximadamente, medio sueldo de lo que percibía un pasante de abogado en esta
misma oficina (9 pesos diarios).
El trabajo social no se practicó meramente como una vocación altruista. Tanto las
voluntarias como las trabajadoras sociales de la Beneficencia Pública laboraron por el
bienestar de los niños y las mujeres desvalidos; además, dedicaron su trabajo al servicio
de grupos de indigentes. Pero a diferencia de las primeras, la ideología socialista, la lucha
obrera y los principios asociativos de las segundas buscaron revertir el orden social y
económico, otorgando por derecho los recursos que concedía el Estado, lo cual las
identificó con los principios revolucionarios que enarboló la Beneficencia Pública como
promotora de la justicia social.
La cercanía de las trabajadoras sociales con los obreros, las mujeres necesitadas y los
desvalidos las hizo más visibles en un gobierno que aspiró a revertir las condiciones de
pobreza en la ciudad. Un caso emblemático de estas mujeres y su compromiso político
con el bienestar social de los pobres.
Dado que las escuelas de trabajo social nacieron como parte de las políticas sociales que
debían resaltar el compromiso “revolucionario” del Estado con las clases “bajas”, el campo
de empleo de las trabajadoras sociales en México se encuentra íntimamente vinculado a
los vaivenes de las instituciones públicas
En la historia del trabajo social existen aún muy grandes lagunas. Nos parece
imprescindible que se otorgue una mayor atención al análisis de la identidad de género de
las y los trabajadores sociales. Es necesario indagar hasta qué punto la identidad
profesional sigue inspirándose, aun en la actualidad, en el discurso ultraconservador
Las trabajadoras sociales afirmaron su posición como empleadas del Estado, además de
construir cierta autonomía de sus actividades en servicio público frente a otros actores,
por ejemplo, aquellos relacionados con el voluntariado de las organizaciones religiosas o
las enfermeras.
BIBLIOGRAFIA
https://historiamexicana.com.mx
https://www.caracteristicas.co/revolucion-mexicana
https://www.scielo.org.mx
https://www.laizquierdadiario.cl/Revolucion-Mexicana-y-la-clase-obrera