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Por otro lado, la idea de que la forma de los continentes encaja como piezas de un
rompecabezas no es nueva. En el siglo XIX el naturalista alemán Alexander von
Humboldt ya había teorizado al respecto.
La primera explicación completa de este fenómeno vino con Wegener, así como el
nombre del supercontinente que formaban juntos todos los actuales: Pangea (del griego
pan, “todo”, y gea, “tierra”).
Según la Tectónica de Placas, la parte más externa de la tierra o litosfera está formada
por diversas placas rígidas. Estas flotan sobre una capa caliente de materiales flexibles,
tipo plástico o pasta, denominada astenosfera. Su calor procede del núcleo terrestre,
cuya temperatura se estima en 4500 °C.
Las placas se hallan en continuo movimiento, alejándose o chocando ente ellas. Eso
explica que los bordes de las placas sean las zonas de la Tierra que mayores cambios
sufren, debido a fenómenos geológicos como los terremotos o la erupción de volcanes.
El concepto de la teoría afirma que las placas, que están separadas por cadenas
montañosas o fosas, se mueven muy lentamente. Por el centro de estas cadenas
montañosas asciende de forma continua material fundido del manto, mientras que por
las fosas descienden rocas de la corteza oceánica hacia el manto.
Dicho movimiento continuo, conocido como convección, hace que el material fundido
fluya hacia la superficie. Emerge por los bordes de las placas y por la litosfera sólida
dando lugar a nueva corteza y modificando el relieve terrestre.
Placas tectónicas
Las placas tectónicas son fragmentos de la litosfera, compuesta por la parte superior del
manto superior y la corteza terrestre, que se comportan como una capa fuerte,
relativamente fría y rígida. Las placas de la litosfera son más delgadas en los océanos,
donde su grosor varía de unos cuantos kilómetros en las dorsales oceánicas hasta 100
kilómetros en las cuencas oceánicas profundas.
Dichos movimientos se deben a factores que aún no están demasiado claros, pero que
podrían tener que ver con la rotación terrestre, con el desplazamiento del magma cálido
hacia arriba y el frío hacia el fondo, o incluso a las diferencias en las fuerzas
gravitacionales y de densidad de la corteza planetaria.
Sin embargo, los movimientos se producen como parte de las dinámicas propias del
manto terrestre, donde existen corrientes de convección y de distribución del calor, lo
cual permite que la materia se mantenga en un estado semisólido y que los elementos
más densos y pesados desciendan, abriendo lugar para los más livianos.
Cuando las placas chocan pueden producirse temblores, volcanes o incluso montañas.
Eventualmente, las placas tectónicas chocan entre sí en sus límites, donde usualmente se
producen las llamadas “fallas tectónicas” u otros fenómenos geológicos semejantes. Por
ejemplo:
Los temblores y terremotos. Tienen que ver con las ondas generadas por el
rozamiento de las placas y su transmisión a través de distintas capas de materiales.
Las formaciones montañosas. Se deben a pliegues y distorsiones de las placas
tectónicas, al ejercer resistencia unas contra otras de manera frontal, impidiendo su
desplazamiento y forzando una deformación.
Los volcanes. Se deben a la subducción de una placa tectónica por debajo de otra, o
sea, a que una se introduzca por debajo de la otra, penetrando en el manto y por lo
tanto entrando en contacto con el magma hirviente, cuyo exceso de roca líquida se
expulsará luego en forma de erupciones.
Expansión oceánica
Expansión oceánica
En los fondos oceánicos las placas se alejan y queda entre ellas un hueco que se llena
con material proveniente del manto, roca fundida (magma) de la astenósfera, que puede
fluir por encontrarse muy caliente. En cuanto llega a la superficie sufre cambios físicos
y químicos al perder gases y entrar en contacto con el agua del fondo del mar. Al
descender su temperatura se convierte en nueva corteza oceánica.
Al continuar separándose las placas, esta nueva corteza oceánica es arrastrada hacia los
lados de la cresta y deja lugar para que ascienda más material del manto. El material que
asciende está muy caliente, y transmite parte de este calor al material que tiene cerca, el
cual empuja el material que tiene encima, dando lugar a las grandes elevaciones sobre el
nivel medio del fondo marino que presentan las cordilleras oceánicas.
Las placas siguen separándose y el nuevo fondo, cada vez más frío, pasa el punto más
alto y comienza un descenso muy rápido, se rompe y se crean nuevas fallas normales,
pero ahora el movimiento relativo de las paredes es en sentido contrario al que ocurre
del mismo lado dentro del valle.
El resultado de esto es que el fondo oceánico se encuentra apoyado sobre una superficie
inclinada, y la fuerza de gravedad hace que resbale sobre esta superficie alejándose del
centro de expansión y por tanto de la placa que se encuentra del otro lado.
Zonas de subducción
Si se está creando continuamente nuevo fondo oceánico y la Tierra no está creciendo, la
creación de nueva superficie debe ser compensada mediante la destrucción de superficie
antigua. Por otro lado, si dos placas se alejan una de otra, esto significa que se acercan a
otras placas que se encuentren en su camino, y si éstas no se alejan lo suficientemente
rápido tienen que competir por la superficie que ocupan.
En los extremos de dos placas, una continental y otra oceánica, esta última tiende a
hundirse, porque es más pesada que la astenósfera, mientras que la placa continental
flota por ser más ligera. En consecuencia, la placa oceánica se hunde bajo la continental
y regresa al manto, donde las altas temperaturas la funden. Las trincheras oceánicas son,
por tanto, zonas de subducción donde se consume la placa oceánica.
El hueco entre la placa subducida y la subducente forma una trinchera oceánica, donde
se deposita gran cantidad de sedimentos, aportados, sobre todo, por la continental.
Algunas veces parte de estos sedimentos se une al continente y, de esta manera, crecen
los continentes.
Orogénesis
Si una placa se hunde debajo de otra (es decir, se subduce), se habla de orogénesis
ortotectónica u orogénesis térmica. La actividad volcánica y magmática en general es
muy importante en estos procesos.
Orogénesis caledoniana
Este proceso de formación montañosa tuvo
lugar hace aproximadamente 444 millones de años y también se denomina orogénesis
caledónica; en todos los casos, el término que le da nombre es la versión latina de
Escocia: Caledonia. En aquel entonces, diversos continentes se encontraban en plena
convergencia para dar lugar al supercontinente que mucho más tarde sería Pangea.
Orogénesis varisca
Orogénesis alpina
Esta etapa es la más reciente de las tres, ya que ocurrió durante la Era Mesozoica, la
cual comenzó hace aproximadamente 251 millones de años y finalizó hace 65 millones
de años. La orogénesis alpina tuvo lugar cuando la pequeña placa de Cimmeria, el
subcontinente indio y África colisionaron contra Eurasia. Dio a luz las cadenas
montañosas más importantes del Sur de Asia y Europa, empezando en el Atlántico,
pasando por el Himalaya y el Mediterráneo y acabando en las islas de Sumatra y Java.
Éstas son las cadenas montañosas que se formaron durante la orogénesis alpina: Rif,
Cordillera Cantábrica, Alpes, Alpes Dináricos, Montes Cárpatos, Montes Tauro, Montes
Elburz, Hindu Kush, Karakórum, Atlas, Cordilleras Béticas, Pirineos, Apeninos, Pindo,
Montes Balcanes, Cáucaso, Zagros, Himalaya y Pamir.
A mediados del Cenozoico, los fragmentos de roca del basamento se desprendieron por
la colisión de la placa de América del Sur y el Caribe. Se formó el gneis de El Mango.
Más ampliamente, se formaron esquistos y gneis en la cuña de acreción.