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270 SOBRE LA METODOLOGÍA Y LA PROBLEMÁTICA

diversos componentes de las vivencias y "correlatos intenciona-


les" que están en conexión con ellos. Pero esto mismo puede
investigarse y describirse analítica o sintéticamente en vastas
investigaciones, sin ocuparse con profundidad alguna del yo
puro y sus modos de participar en ello. Claro que uno tiene
que tocarlo con frecuencia, en tanto que es precisamente un
concomitante necesario.
Las meditaciones que nos proponemos seguir llevando a
cabo en esta sección estarán dedicadas principalmente al lado
objetivamente-orientado, por ser el primero que se ofrece cuan-
do se parte de la actitud natural. A él apuntan ya los problemas
bosquejados en el parágrafo inicial de la sección.

§ 81 . El tiempo fenomenológico y la conciencia del tiempo


Una discusión propia requiere el tiempo fenomenológico
como peculiaridad general de todas las vivencias.
Es muy de observar la distinción entre este TIEMPO FEN0-
/ 181/ MENOLÓGICO, esta forma homogénea de todas las vivencias/
en UNA corriente de vivencias (la de UN yo puro) y el TIEMPO
"OBJETIVO", esto es, el TIEMPO CÓSMICo. 611
[162] Por la reducción fenomenológica la conciencia ha perdi-
do612 no sólo su "enlazamiento" (lo que es obviamente una ima-
gen) aperceptivo a la realidad material y su inclusión, aunque
sólo sea secundaria, en el espacio, sino también su inserción
en el tiempo cósmico. Aquel tiempo que es esencialmente in-
herente a la vivencia en cuanto tal, con· sus modos de darse -los
modos del ahora, el antes, el después; los modos, determinados
modalmente por ellos, del simultáneamente, del sucesivamen-
te, etc.-, no se puede medir por la posición del sol, ni por un
reloj, ni por un medio físico, ni en general se puede medir.
613 El tiempo cósmico tiene con el tiempo fenomenológico
una relación en cierto modo análoga a la que tiene la "difusión"
inherente a la ESENCIA inmanente de un contenido de sensa-
ción concreto (digamos de un contenido visual en el campo
de los datos de sensación visuales) con la "extensión" espacial
objetiva, a saber, la del objeto físico que aparece y se "matiza" vi-
sualmente en este dato de sensación. Así como sería un contra-
sentido subsumir bajo el mismo género esencial un momento
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de la sensación, como el color o la difusión, con el ' momento


cósico que se matiza por medio de él, como el color de la cosa y
la extensión cósica, así lo sería también por respecto a lo tempo-
ral fenomenológico y lo temporal del mundo. En la vivencia y
sus momentos vivenciales puede exhibirse aparicionalmente el
tiempo trascendente; pero por principio no tiene sentido aquí,
como en ninguna otra parte, suponer una semejanza figurati-
va entre la exhibición y lo exhibido, la cual presupondría, en
cuanto semejanza, unicidad de esencia.
Por lo demás, no debe decirse, acaso, que la forma como el
tiempo cósmico se manifiesta en el fenomenológico sea exac-
tamente la misma que aquella en que se exhiben fenomenoló-
gicamente otros momentos esenciales cósicos del mundo. Con
seguridad es el exhibirse de los colores y demás cualidades sen-
sibles de la cosas (en los correspondientes datos sensoriales de
los campos sensoriales) de una índole esencialmente distinta,
y también de distinta índole el matizarse las figuras espaciales
cósicas en las formas de difusión en el interior de los datos de
sensación. Pero en lo antes expuesto subsiste por todas partes
comunidad.
El tiempo es, por lo demás, como se desprende de las / in- / 182/
vestigaciones que seguirán más tarde, el título de una ESFERA
DE PROBLEMAS totalmente CONCLUSA y una esfera de extra-
ordinaria dificultad. Se mostrará que lo que hemos expuesto
hasta aquí ha encubierto en cierto modo toda una dimensión,
y tenía necesariamente que encubrirla, para mantener desen-
marañado lo que por lo pronto es visible únicamente en la
actitud fenomenológica614 y que, prescindiendo de la nueva [163]
1

dimensión, conforma un campo cerrado de investigación. El


"absoluto" trascendental que hemos preparado mediante las
reducciones, no es en verdad lo último, es algo que se consti-
tuye a sí mismo en cierto sentido profundo y de todo punto
peculiar, y que tiene su protofuente en un absoluto último y
verdadero.
Por dicha, podemos dejar fuera de juego los enigmas de la
conciencia del tiempoª en nuestros análisis preparatorios, sin
ªLos esfuerzos del autor referentes a esto y largo tiempo vanos llegaron en
lo esencial a una conclusión en el año de 1905 y sus resultados se comunicaron
en lecciones dadas en la Universidad de Gotinga.
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poner en peligro su rigor. Sólo apenas los tocaremos en las


siguientes proposiciones:
615
La propiedad esencial que el título de temporalidad ex-
presa, referido a las vivencias en general, no designa sólo algo
universalmente inherente a cada vivencia singular, sino una
FORMA NECESARIA DE VINCULACIÓN DE VIVENCIAS CON VI-
VENCIAS. Toda vivencia real (logramos esta evidencia sobre la
base de la clara intuición de la realidad de una vivencia) es
necesariamente una vivencia que dura; y con esta duración se
inserta en un continuo sin término de duraciones -un conti-
nuo LLENO. Toda vivencia tiene necesariamente un horizonte
de tiempo por todos lados infinito y lleno. Esto quiere decir al
mismo tiempo: toda vivencia pertenece a UNA "CORRIENTE DE
VIVENCIAS" infinita. Toda vivencia singular puede, lo mismo
que empezar, también acabar y con ello concluir su duración,
por ejemplo, una vivencia de alegría. Pero la corriente de vi-
vencias no puede empezar ni acabar. Toda vivencia, en cuanto
ser temporal, es vivencia de su yo puro. 616 A esto es necesa-
riamente inherente la posibilidad (que, como sabemos, no es
una posibilidad lógica vacía) de que el yo dirija su mirada de
yo pura a esta vivencia y la capte como realmente existente o
como durando en el tiempo fenomenológico.
También es inherente a la ESENCIA de la situación la posibi-
/183/ lidad/ de que el yo dirija la mirada al MODO DE DARSE tempo-
ral y conozca con evidencia (como todos adquirimos de hecho
esta evidencia, reviviendo en la intuición lo descrito) que no
es posible una vivencia que dure, a menos que se constituya
en un flujo continuo de modos de darse como lo unitario del
proceso o de la duración; además, que esta manera de darse
DE la vivencia temporal es a su vez ella misma una vivencia,
[164] aunque de nueva especie y dimensión. Por ejemplo, la alegría
1

que empieza y acaba y entre tanto dura, puedo tenerla primera-


mente a ella misma en la mirada pura, acompañando sus fases
temporales. Pero también puedo ftjar la atención en su manera
de darse: en el modo respectivo del "ahora" y en cómo a este
ahora, y por principio a todo ahora, se adhiere con necesaria
continuidad uno nuevo y siempre nuevo, y cómo, a una con
esto, todo ahora actual se muda en un "hace un momento", y
el "hace un momento" a su vez y continuamente en un siempre
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nuevo "hace un momento" de "hace un momento", etc. Y así


para todo nuevo ahora empalmado.
El AHORA actual es y sigue siendo necesariamente algo pun-
tual, una FORMA PERSISTENTE PARA UNA MATERIA SIEMPRE
NUEVA. Lo mismo pasa con la continuidad de los "HACE UN
MOMENTO"; es una CONTINUIDAD DE FORMAS de contenido
siempre nuevo. Lo cual quiere decir a la vez: la vivencia du-
radera de alegría está "concientemente" dada en un continuo
de conciencia de esta FORMA constante: una fase de impresión
como fase límite de una continuidad de retenciones, las cuales,
sin embargo, no están en un plano de igualdad, sino que HAN
DE REFERIRSE UNA A OTRA EN UNA FORMA INTENCIONAL-
CONTINUA -una ensambladura continua de retenciones de re-
tenciones. La forma recibe un contenido siempre nuevo, o sea,
continuamente "se agrega" a cada impresión, en la que está
dado el ahora-vivencia!, una nueva impresión que corresponde
a un punto continuamente nuevo de la duración; continuamen-
te se muda la impresión en retención, ésta continuamente en
retención modificada, etc.
Pero a ello hay que añadir la dirección contraria de las mu-
dánzas continuas: al antes corresponde el después, al continuo
de las retenciones un continuo de las protenciones.

§ 82 . Continuación. El triple horizonte de las vivencias es a la vez / 184/


el horizonte de la reflexión sobre las vivencias
Pero descubrimos todavía más. TODO ahora vivencia!, aunque
sólo sea el de la fase inicial de una vivencia que empieza a com-
parecer, tiene necesariamente su HORIZONTE DEL ANTES. Pero
éste, por principio, no puede ser un antes vacío, una forma
vacía sin contenido, un sinsentido. Necesariamente tiene la sig-
nificación de un ahora pasado, que en esta forma abraza algo
pasado, una VIVENCIA pasada. Necesariamente han precedido
en el tiempo a toda vivencia recién iniciada otras vivencias; el
pasado vivencia! está lleno sin solución de continuidad. Pero
todo ahora vivencia! tiene también su necesario HORIZONTE
DEL DESPUÉS y tampoco éste es un horizonte vacío; necesaria-
mente se muda todo ahora vivencia!, así sea el 1 de la fase final [165]
de la duración de una vivencia que cesa, en un nuevo ahora, y
éste es necesariamente un ahora lleno.
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Cabe también decir a este respecto: necesariamente se vin-


cula a la conciencia del ahora la de lo recién pasado, conciencia
que es ella misma a su vez un ahora. NINGUNA VIVENCIA PUE-
DE CESAR SIN CONCIENCIA DEL CESAR Y DEL HABER CESADO,
y ésta es un nuevo ahora lleno. La corriente de vivencias es una
unidad infinita, y la FORMA DE CORRIENTE es una forma que
ABARCA NECESARIAMENTE TODAS LAS VIVENCIAS DE UN YO
PURO -con varios sistemas de formas.
La ampliación más detallada de estas intelecciones y la de-
mostración de sus grandes consecuencias metafísicas, las reser-
vamos para las futuras exposiciones anunciadas.
La peculiaridad general de las vivencias -como posibles da-
tos de la percepción reflexiva (inmanente)- de que acabamos
de tratar, es parte integrante de una peculiaridad todavía más
amplia, que se enuncia en la LEY ESENCIAL de que toda vi-
vencia se halla inserta en un nexo de vivencias esencialmente
cerrado en sí no sólo bajo el punto de vista de la SUCESIÓN
temporal, sino también bajo el punto de vista de la SIMULTA-
NEIDAD. Esto quiere decir que todo AHORA vivencia} tiene un
horizonte de vivencias que tienen precisamente también la for-
ma originaria del "ahora", y en cuanto tales conforman el HO-
RIZONTE DE ORIGINARIEDAD ÚNICO DEL YO PURO, su íntegro
AHORA-de-conciencia originario.
Este horizonte entra unitariamente en los modos del pasa-
/ 185/ do./ Todo antes, en cuanto ahora modificado, implica, para
toda vivencia que se tiene a la vista de la cual él es el antes,
un horizonte sin fin que abarca todo aquello que pertenece
al mismo ahora modificado, en una palabra, su horizonte de
lo "simultáneamente sido". Las descripciones dadas anterior-
mente deben completarse, pues, con una nueva dimensión, y
únicamente hecho esto tenemos TODO el campo temporal fe-
nomenológico del yo puro, que éste puede recorrer partiendo
de una cualquiera de "sus" vivencias en las TRES dimensiones
del antes, el después y lo simultáneo; o tenemos TODA la CO-
RRIENTE, UNITARIA SEGÚN su ESENCIA y rigurosamente con-
clusa en sí, de las unidades vivenciales temporales.
UN yo puro - UNA corriente de vivencias llena en las tres
dimensiones, esencialmente concatenada en esta plenitud, re-
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clamando de sí misma continuidad de su contenido: estos son


correlatos necesarios.

§ 83. Captación de la corriente unitaria de vivencias como "idea" [166]


Con esta PROTOFORMA DE LA CONCIENCIA está en relación
según leyes esenciales lo siguiente.
Si la mirada pura del yo da reflexivamente en alguna viven-
cia y la capta perceptivamente, existe la posibilidad apriórica de
volver la mirada a otras vivencias HASTA DONDE este nexo al-
canza. Pero por principio no es NUNCA este nexo ENTERO algo
dado o que pueda darse por medio de una sola mirada pura.
A pesar de ello, también él es en CIERTO modo intuitivamen-
te captable, aunque se trate de un modo de una índole por
principio distinta, a saber, en la forma de la "FALTA DE LÍMI-
TES EN LA MARCHA PROGRESIVA" DE LAS INTUICIONES INMA-
NENTES, desde la vivencia ftjada hacia nuevas vivencias de su
horizonte de vivencias, desde la ftjación de éstas hacia las de su
horizonte, etc. Mas la expresión de HORIZONTE DE VIVENCIAS
no quiere decir aquí solamente el horizonte de la temporalidad
fenomenológi ca según sus dimensiones descritas, sino diferen-
cias de modos de dación DE NUEVA ESPECIE. Según esto, una
vivencia que se ha tornado objeto de una mirada del yo, o sea,
que tiene el modo de lo MIRADO, tiene su horizonte de viven-
cias no miradas; lo captado en un modo de la "atención", y
eventualmente con creciente claridad, tiene un horizonte de/ /186/
inatención hacia el fondo, con relativas diferencias de claridad
y oscuridad, así como de relieve y de falta de relieve. En esto
radican posibilidades eidéticas: traer lo no mirado a la mirada
pura, hacer de lo marginalment e advertido algo advertido en
primer plano, de lo no destacado algo destacado, de lo oscuro
algo claro y cada vez más claro.ª
En el continuo progreso de captación en captación, capta-
mos ahora, decía, en cierta manera también la CORRIENTE DE
VIVENCIAS COMO UNIDAD. No la captamos como una vivencia
singular, sino en el modo de una IDEA EN EL SENTIDO KAN-
TIANO. No es nada puesto y afirmado al buen tuntún, sino

ª"Horizonte" equivale aquí, pues, a las expresiones "halo" y "fondo" en el


§ 35, p. 62.
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algo dado en forma absolutamente indubitable -en un sentido


correspondientemente amplio del término darse. Esta indubi-
tabilidad, aunque fundada también en la intuición, tiene una
fuente enteramente distinta que la que tiene vigencia para el
ser de las vivencias, las que vienen a dación pura en la per-
cepción inmanente. Es precisamente lo peculiar de la ideación
que intuye una "idea" kantiana el no perder la intelectividad
[167] por ser inasequible la determinación adecuada de su conteni-
1

do, aquí de la corriente de vivencias. Vemos a la vez que a la


corriente de vivencias y a sus componentes en cuanto tales es
inherente una serie de modos de dación diferenciables, cuya
investigación sistemática tendrá que formar una tarea capital
de la fenomenología general.
De nuestras consideraciones podemos sacar también el prin-
cipio eidéticamente válido y evidente de que NINGUNA VIVEN-
CIA CONCRETA puede valer como ALGO INDEPENDIENTE EN
SENTIDO PLENO. Cada una de ellas está "menesterosa de com-
plemento" por parte de un nexo no arbitrario, sino impuesto
en cuanto a su índole y forma.
Por ejemplo: si consideramos cualquier percepción externa,
digamos la percepción de esta casa determinada, tomada en su
plenitud concreta, entonces a ella es inherente, como un nece-
sario fragmento de determinación, el entorno de la vivencia;
pero sin duda éste es un fragmento de determinación sui ge-
neris, necesario y sin embargo "EXTRAESENCIAL", a saber, un
/ 18 7/ fragmento cuyo cambio no hace cambiar en nada el / conte-
nido esencial617 PROPIO de la vivencia. SEGÚN EL CAMBIO DE
LA DETERMINACIÓN DEL ENTORNO, CAMBIA, PUES, LA PER-
CEPCIÓN MISMA, mientras que la diferencia ínfima del género
percepción, su particularidad interna, puede ser idénticamente
pensada.
618 Que dos percepciones esencialmente idénticas en esta
particularidad sean idénticas también por respecto a la deter-
minación del entorno, es por principio imposible: serían indi-
vidualmente UNA percepción.
Esto puede en todo caso llevarse a intelección por respecto
a dos percepciones y a dos vivencias en general pertenecientes
a UNA corriente de vivencias. Toda vivencia tiene influencia
sobre el halo (claro u oscuro) de las demás vivencias.
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Una consideración más detenida mostraría, además, que


son IMPENSABLES dos 619 CORRIENTES DE VIVENCIAS (esferas
de conciencia para dos yos puros) DE IDÉNTICO CONTENIDO
ESENCIAL, como también, lo que ya es visible por lo dicho has-
ta aquí, que una vivencia PLENAMENTE DETERMINADA de la
una pudiera acaso pertenecer a la otra; sólo vivencias de idén-
tica índole interna pueden serles comunes (aunque no comu-
nes en el sentido de individualmente idénticas), pero nunca
dos vivencias 620 que tengan además un "halo" absolutamente
igual.

§ 84 . La intencionalidad como tema fenomenológico principal


Pasamos ahora a una peculiaridad de las vivencias que puede
francamente designarse como el tema general de la fenomeno-
logía "objetivamente" orientada: l la intencionalidad. Ella es una [168]
peculiaridad esencial de la esfera de las vivencias en general, 621
en la medida en que todas las vivencias participan de alguna
manera en la intencionalidad, aun cuando no podamos decir
de TODA vivencia que tiene intencionalidad en el mismo senti-
do en que, por ejemplo, podemos decir, de toda vivencia que
cae como objeto bajo la mirada de la reflexión posible, así .sea
sólo un momento vivencia! abstracto, que es temporal. La in-
tencionalidad es lo que caracteriza la CONCIENCIA en sentido
estricto y lo que justifica que se designe la corriente entera
de las vivencias a la vez como corriente de conciencia y como
unidad de UNA conciencia.
622 En los análisis esenciales
preparatorios de la segunda
sección sobre la conciencia en general hubimos de destacar
ya (todavía ante/ la puerta de entrada de la fenomenología y /188/
especialmente con el fin de conquistarla mediante el método
de la reducción) una serie de determinaciones generalísimas
relativas a la intencionalidad en general y a la marca distintiva
del "acto", de la "cogitatio".ª De las mismas hemos hecho uso
ulteriormente, y pudimos hacerlo, aunque los análisis primiti-
vos no fueron llevados a cabo todavía bajo la norma expresa
de la reducción fenomenológica. Puesto que concernían a la
esencia propia pura de las vivencias, no podían, consiguiente-
ªCfr. supra, §§ 36-38, pp. 64-69.

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